2 de abril del 2017: 5o Domingo de Cuaresma (A)



El pasaje hacia la vida

Dios no quiere el sufrimiento ni la muerte de nadie. Él se conmueve ante ellos. Por lo tanto, misteriosamente, es a través de la muerte que se llega a la verdadera vida: muerte en el sentido propio, pero también a través de todas las pequeñas muertes que jalonan nuestra existencia. Jesús deja que Lázaro haga su pasaje, y Él mismo aceptará  luego, vivirlo plenamente.

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Hoy Jesús va a realizar su último milagro en el Evangelio Según San Juan, su grito desde el corazón, con el cual espera suscitar por fin la fe de sus contemporáneos y nuestra propia fe. Sepamos acoger este signo con la misma apertura que sus amigas Marta y María.




Primera lectura
Lectura de la profecía de Ezequiel (37,12-14):

Así dice el Señor: «Yo mismo abriré vuestros sepulcros, y os haré salir de vuestros sepulcros, pueblo mío, y os traeré a la tierra de Israel. Y, cuando abra vuestros sepulcros y os saque de vuestros sepulcros, pueblo mío, sabréis que soy el Señor. Os infundiré mi espíritu, y viviréis; os colocaré en vuestra tierra y sabréis que yo, el Señor, lo digo y lo hago.» Oráculo del Señor.
Palabra de Dios

Salmo
Sal 129,1-2.3-4ab.4c-6.7-8

R/. Del Señor viene la misericordia,
la redención copiosa


Desde lo hondo a ti grito, Señor;
Señor, escucha mi voz,
estén tus oídos atentos
a la voz de mi súplica. R/.

Si llevas cuentas de los delitos, Señor,
¿quién podrá resistir?
Pero de ti procede el perdón,
y así infundes respeto. R/.

Mi alma espera en el Señor,
espera en su palabra;
mi alma aguarda al Señor,
más que el centinela la aurora.
Aguarde Israel al Señor,
como el centinela la aurora. R/.

Porque del Señor viene la misericordia,
la redención copiosa;
y él redimirá a Israel
de todos sus delitos. R/.


Segunda lectura
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos (8,8-11):

Los que viven sujetos a la carne no pueden agradar a Dios. Pero vosotros no estáis sujetos a la carne, sino al espíritu, ya que el Espíritu de Dios habita en vosotros. El que no tiene el Espíritu de Cristo no es de Cristo. Pues bien, si Cristo está en vosotros, el cuerpo está muerto por el pecado, pero el espíritu vive por la justificación obtenida. Si el Espíritu del que resucitó a Jesús de entre los muertos habita en vosotros, el que resucitó de entre los muertos a Cristo Jesús vivificará también vuestros cuerpos mortales, por el mismo Espíritu que habita en vosotros.

Palabra de Dios

Lectura del santo evangelio según san Juan (11,3-7.17.20-27.33b-45):

En aquel tiempo, las hermanas de Lázaro mandaron recado a Jesús, diciendo: «Señor, tu amigo está enfermo.»
Jesús, al oírlo, dijo: «Esta enfermedad no acabará en la muerte, sino que servirá para la gloria de Dios, para que el Hijo de Dios sea glorificado por ella.»
Jesús amaba a Marta, a su hermana y a Lázaro. Cuando se enteró de que estaba enfermo, se quedó todavía dos días en donde estaba.
Sólo entonces dice a sus discípulos: «Vamos otra vez a Judea.»
Cuando Jesús llegó, Lázaro llevaba ya cuatro días enterrado. Cuando Marta se enteró de que llegaba Jesús, salió a su encuentro, mientras María se quedaba en casa.
Y dijo Marta a Jesús: «Señor, si hubieras estado aquí no habría muerto mi hermano. Pero aún ahora sé que todo lo que pidas a Dios, Dios te lo concederá.»
Jesús le dijo: «Tu hermano resucitará.»
Marta respondió: «Sé que resucitará en la resurrección del último día.»
Jesús le dice: «Yo soy la resurrección y la vida: el que cree en mí, aunque haya muerto, vivirá; y el que está vivo y cree en mí, no morirá para siempre. ¿Crees esto?»
Ella le contestó: «Sí, Señor: yo creo que tú eres el Mesías, el Hijo de Dios, el que tenía que venir al mundo.»
Jesús sollozó y, muy conmovido, preguntó: «¿Dónde lo habéis enterrado?»
Le contestaron: «Señor, ven a verlo.»
Jesús se echó a llorar. Los judíos comentaban: «¡Cómo lo quería!»
Pero algunos dijeron: «Y uno que le ha abierto los ojos a un ciego, ¿no podía haber impedido que muriera éste?»
Jesús, sollozando de nuevo, llega al sepulcro. Era una cavidad cubierta con una losa.
Dice Jesús: «Quitad la losa.»
Marta, la hermana del muerto, le dice: «Señor, ya huele mal, porque lleva cuatro días.»
Jesús le dice: «¿No te he dicho que si crees verás la gloria de Dios?»
Entonces quitaron la losa.
Jesús, levantando los ojos a lo alto, dijo: «Padre, te doy gracias porque me has escuchado; yo sé que tú me escuchas siempre; pero lo digo por la gente que me rodea, para que crean que tú me has enviado.»
Y dicho esto, gritó con voz potente: «Lázaro, ven afuera.»
El muerto salió, los pies y las manos atados con vendas, y la cara envuelta en un sudario.
Jesús les dijo: «Desatadlo y dejadlo andar.»
Y muchos judíos que habían venido a casa de María, al ver lo que había hecho Jesús, creyeron en él.

Palabra del Señor



A guisa de introducción:

Amistad, fraternidad exigentes, plenas de esperanza



1. Toda amistad exige un intercambio mutuo: intercambio de sentimientos, de confianza, de verdad, de proyectos.
Toda fraternidad tiene sus bases en vínculos de objetivos comunes entre las personas, que están en una relación de ayuda las unas con las otras.

2. Miremos con comprensión la humanidad de Jesús, sabiendo que Él es un ser humano con capacidad de amistad: Él tiene 3 amigos claramente afirmados (Lázaro, Marta, María, 3 miembros de una misma familia); Jesús ha sido tocado emocionalmente por la enfermedad y sobre todo por la muerte de Lázaro, y por las lágrimas de María. Para el evangelista Juan,  el maestro también es capaz de  expresar sus sentimientos, según él, " Jesús amaba a Marta, a su hermana y a Lázaro". El verbo empleado acá significa "amar profundamente". Se le anuncia a Jesús: "tu amigo está enfermo"  y Jesús reafirma la amistad al decir "Lázaro nuestro amigo" y la gente dice: "cómo lo quería".

Entonces, para Jesús, el amor profundo y la amistad son importantes. Él es humano como nosotros. Él es consciente de que la enfermedad y la muerte no hacen distinción con las personas, ni siquiera sus amigos se ven libres de ellas.

Ante la enfermedad y la muerte, la tendencia natural es luchar por la vida hasta el final: uno se niega a creer que esto nos suceda; uno se vuelve agresivo; uno utiliza todos los medios; uno se deprime; uno acepta la realidad de manera tardía…

3. Sin embargo, Jesús está convencido que la muerte de Lázaro no es definitiva. Y le pide a Marta le testimonie una amistad y confianza última en su poder de dar la vida. El quiere que más allá de la muerte se crea en la supervivencia del amor y de la amistad.

4. Cuando uno elige la fraternidad, siguiendo el ejemplo de Jesús, uno sabe que la vida no será fácil. Uno no podrá vivir más para sí mismo y por sí mismo (todo solo). Los otros ocuparán una gran parte de (mi, su) vida.

Por otro lado, uno cree que la fraternidad cristiana aporta la alegría y la felicidad a través  del compartir y la vivencia de una esperanza que supera las fronteras de la vida presente.


Aproximación psicológica al texto del Evangelio:

La afectividad y la FE



Si se mira con atención esta escena de la muerte de Lázaro, uno podía deducir como que hay una superposición de  la muerte del mismo Jesús. Es decir, se puede entrever sobre esa escena de la muerte de Lázaro  la muerte de Jesús. Los discípulos dicen a Jesús: Si tú vas hacia Lázaro, es hacia tu propia muerte que tú te diriges (“No hace poco que los judíos querían lapidarte; y tú quieres regresar allá? “ (v.8).

Respondiéndoles que uno no tropieza en el día sino en la noche, Jesús opone la oscuridad y la muerte espiritual por el hecho que él  mismo es la luz y la vida. Pero en otro sentido, después del tiempo de la luz, él sabe que vendrá la hora de la oscuridad dentro de la que Él mismo caerá  (Jn 12,23-24).

Y en efecto, Juan precisa que es el día de su visita a su amigo Lázaro: “y fue aquel día que los fariseos decidieron matarle” (Jn 11,53).

Juan quiere mostrarnos en lo que le ocurre a Lázaro, un anuncio de lo que le sucederá a Jesús mismo, de tal manera que el desenlace feliz de este episodio prepara la fe de los discípulos para los acontecimientos de la pasión. El hace entonces decir a Jesús: “Yo estoy feliz por ustedes de no haber estado allí con el fin de que ustedes crean” (v.15). Mi ausencia (de Betania) les hará desembocar en la fe, más tarde, mi ausencia total  les hará desembocar en una fe todavía más profunda.

Es impresionante constatar que la fe de Jesús, su esperanza profunda y al límite, su control de los eventos, no le impiden  estar profundamente afectado emocionalmente, por lo que le sucede. Según las palabras mismas del relato, Jesús se conmueve interiormente…Él se emociona, Él llora, Él se conmueve de nuevo…(v.33-38).

Acá también, vemos como una superposición de la escena, eso que Jesús vivirá de cara a su propia muerte, ese combate entre la carne y el espíritu, entre las emociones y las convicciones.

Jesús ha dicho claramente a Marta, la hermana de Lázaro y su amiga, que su hermano resucitará y mismo si Él está convencido de lo que afirma, ello no impide que  también se muestre afectado por ésta muerte. Más tarde Él tendrá la satisfacción de sentirse Él mismo entre las manos del Padre, y ello no  impedirá que su cuerpo y  su afectividad se resistan (combatan) ante  la muerte.

La fe es una convicción no un anestésico (algo adormecedor, narcótico). La esperanza permite cargar el sufrimiento, hacerlo más llevadero, pero no lo hace desaparecer.

Al llamar Dios a Jesús para ir hasta el final de sí mismo, Dios no le privó de su afectividad, porque es  gracias a ella que “Jesús amaba Marta y su hermana y a Lázaro “(v.5), y es por ella  “que amando los suyos que estaban en el mundo, Él los amó hasta el extremo” (Jn 13,1).



Reflexión Central:

1
Lázaro, a ti te lo digo levántate!



Nos acercamos al final de la Cuaresma. Los textos bíblicos de este domingo nos deja entrever desde ahora la alegría de la Pascua, la victoria de la vida sobre la muerte. Somos invitados a participar en esta victoria comprometiéndonos en el servicio por la paz y la vida. Diariamente la Palabra de Dios nos interroga y diversas institituciones y o fundaciones nos invitan a luchar contra el sufrimiento y las desigualdades que caracterizan nuestro mundo. Vemos bien como, los pobres son cada vez más pobres y cada vez más numerosos. La actualidad internacional está dominada por la violencia, los conflictos, por  la angustia y las dificultades de aquellos que son obligados a dejar su tierra buscando un lugar de paz. Es importante por ello que estemos atentos y seamos sensibles a los gritos de los de aquí y los de más allá.

Para llevar adelante este combate nos volvemos hacia el Señor. Los textos que acabamos de leer y escuchar pueden ayudarnos.

Tenemos en primer lugar, la primera lectura que nos lleva al siglo IV antes de Cristo. El pueblo de Israel se encuentra en una gran crisis, una gran tristeza les invade pues han sido llevados lejos de su país, están en exilio. Pero el profeta Ezequiel interviene para reavivar la esperanza de los exiliados. Dios abrirá el sepulcro o la tumba dentro del cual este pueblo se ha enterrado y Él los hará retornar a la tierra de Israel. Esta será la victoria de la vida sobre la muerte. A través de este texto bíblico, tenemos desde ya una aproximación a lo que será la resurrección.

Hay una palabra que es citada frecuentemente en el Antiguo Testamento y en el Evangelio: es el verbo "salir". Descubrimos a Dios que hace "salir" a su pueblo de Egipto; Él les anuncia que los hará salir de sus sepulcros: "Os infundiré mi espíritu, y viviréis."  El Evangelio nos habla igualmente de un Dios que "sale". Todos conocemos la parábola del sembrador que ha salido para sembrar. Y no olvidemos al hacendado que sale para contratar hasta la hora undécima. También hoy la Iglesia, el Papa Francisco y muchas fundaciones de solidaridad y caridad, nos invitan a salir de nuestra indiferencia y nuestra pasividad. Como en la época de Moisés, el Señor ve la miseria de su pueblo y nos envía a liberarlo de todo aquello que le amenaza y lo destruye.

En su carta a los Romanos, el apóstol Pablo nos habla del Espíritu que nos hace salir del dominio de la carne. En su lenguaje, se trata de debilidades de la condición humana y del pecado.Nosotros estamos llamados a vivir bajo el dominio o la empresa del Espíritu. A través de este mensaje, San Pablo nos recuerda la vida divina que ha sido sembrada en nosotros (por el Bautismo). Ella es la garantía de nuestra resurrección. Es la vida que vence a la muerte. Cada día nosotros somos más atentos, más solidarios y generosos. Gracias al Espíritu Santo, aprendemos a abrir nuestros ojos, nuestros manos y nuestro corazón.

El Evangelio de este domingo nos permite asistir a la salida de Lázaro de su tumba. A través de este gesto extraordinario, Jesús expresa plenamente su poder sobre la muerte. Los discípulos saben que esta subida a Jerusalén es una marcha hacia la muerte. A pesar de su incredulidad, Jesús quiere hacerles entender que esta ruta terminará en la victoria de la vida.

De este Evangelio, debemos retener sobre todo la declaración solemne de Jesús: "el que cree en mí, aunque haya muerto, vivirá;( y el que está vivo y cree en mí, no morirá para siempre."). Después tenemos la respuesta de Marta: "Sí Señor, yo creo". Al escuchar este evangelio, tomamos conciencia de una importante realidad: No es únicamente Lázaro quien necesita salir de su sepulcro; es la humanidad entera a quien debe liberarse de la muerte. Todos nosotros estamos llamados a salir de nuestro egoismo, nuestra indiferencia, nuestro pecado. Como a Lázaro, el Señor nos dice hoy a todos: "Ven, sal afuera!"

Una simple vuelta a la vida no hace más que tardar el término final físico de la vida. Esto es una resucitación, no una resurrección como tal. Cristo quiere hacernos emerger a otra vida. ÉL nos llama a una vida nueva. Este será el triunfo de la vida sobre la muerte. Es una vida que no pasará. Pero antes que nada, es necesario que escuchemos el llamado de cristo que quiere hacernos salir de nuestras tumbas. Con Él se vive el suceso maravilloso de la victoria de la vida sobre la muerte.
Estamos invitados a vivir esta Cuaresma como un pasaje hacia una vida más justa, más solidaria, más abierta a Dios y a los demás. Con Cristo, podemos siempre eliminar nuestros miedos y volver a encontrar la valentía, el coraje y la esperanza para continuar adelante. Es necesario que resucitemos cada día con ÉL.

Hoy, Cristo mismo cuenta con nosotros para participar en esta obra de liberación. Muchos de nuestros hermanos viven como si estuvieran encerrados en sus sepulcros. Pensamos por ejemplo, en todos aquellos que viven bajo la opresión, que están sin trabajo, hambrientos o enfermos. Nosotros creemos que el Señor puede abrir esos sepulcros. Pero también sabemos que su Palabra y su acción pasan por nuestros compromisos.

Cristo nos enseña a escuchar y a dejarnos tocar por el sufrimiento de nuestros hermanos. Nos invita a abrir neustro corazón, nuestros ojos, nuestros oidos y nuestras manos. Las vendas que envolvían a Lázaro son el símbolo de nuestro egoísmo, de nuestra frialdad y de nuestra indiferencia. Es de todo esto que Jesús quiere liberarnos.

Al llamar a Lázaro a salir afuera, Jesús se dirige también a todos los hombres y mujeres de nuestro mundo. A cada uno nos llama por nuestro nombre. Con Él, la muerte no puede tener la última palabra. Ella es un pasaje, una puerta hacia la eternidad.

En este día, hagamos nuestra la profesión de Marta: "Yo creo, Señor; tu eres el Hijo de Dios que viene a salvar el mundo".


2
"Yo soy la Resurrección y la Vida"




La liturgia de este domingo continúa preparándonos para la renovación de las promesas de nuestro bautismo durante la liturgia de la Vigilia Pascual. En el episodio de la samaritana, Jesús nos ha revelado que Él era una fuente de agua viva; luego del encuentro con el ciego de nacimiento, él se presenta como la luz del mundo; y hoy, a través de la resurrección de Lázaro, le dice a Marta que Él es la resurrección y la vida.

Vivimos en un mundo de muertes violentas y de tiranos de todo tipo, para quienes la vida de los demás no tiene ningún valor. Las películas de terror, de venganza y de guerras, los juegos electrónicos (o videojuegos), la televisión y el Internet parecen incapaces de saciar la sed de violencia y de destrucción de nuestro mundo. A la gente le gusta seguir los dramas pasionales, los ataques terroristas y las guerras en todas las partes del Globo, en directo y a todo color. Pertenecemos a una civilización (atraída por) atrapada en el tifón de la violencia, de la tortura, del asesinato, de las ejecuciones, de las guerras, de los genocidios y del terrorismo.

La resurrección de Lázaro, en el Evangelio de San Juan, es el último milagro de Jesús, el último signo ofrecido en este eterno proceso entre la luz y las tinieblas. Poco después comienza el drama de la pasión. Al regresar a Judea para salvar su amigo, Jesús arriesga su vida y avanza hacia su propia muerte.

El punto culminante del texto de hoy es el dialogo entre Marta y Jesús. Marta proclama su fe en Cristo: “Tu eres el Mesías…el Hijo de Dios”.

Es la profesión de fe que los otros evangelistas ponen en labios de Pedro.

Jesús dice entonces a Marta: “Yo soy la resurrección y la vida, Aquel que cree en mi aunque muera vivirá; y todo aquel o aquella que vive y cree en mí no morirá para siempre”.

Frente a la muerte, hay dos actitudes fundamentales:

La primera es aquella propia de las personas que creen que la muerte es el fin de todo. Ninguna intervención quirúrgica, ninguna medicina milagrosa, ninguna crema rejuvenecedora, ninguna dieta especial puede cambiar eso. Esta actitud es muy común (y o presente) en el mundo de hoy.

La segunda actitud, es la que comparten aquellos y aquellas que creen que después de la muerte la vida continua, pero de un modo diferente. Esto es la base de nuestro cristianismo.

Esta esperanza le da un sentido no solamente a nuestra muerte sino también a nuestra vida de todos los días, a nuestras fiestas, a nuestras alegrías, a nuestras enfermedades, a nuestros sufrimientos y a nuestras angustias.

Jesucristo nos dice que  no solamente nosotros seremos transformados sino  que continuaremos viviendo después de la muerte, mas Él nos invita a vivir plenamente desde ahora. “Salgan de sus tumbas, de sus vidas sin esperanza. Comiencen de nuevo a respirar la vida a pleno pulmón” (como dice en una de sus bellas canciones Alejandro Lerner)…”Yo he venido para que ustedes tengan Vida y la Vida en abundancia” (Juan 10,10). Sacúdanse de su inercia y pasividad y participen en la construcción de un mundo mejor, más justo, más fraterno. Dejen de lado su egoísmo y así compartirán la ternura de Dios con aquellos y aquellas que han sido maltratados por la vida y que tienen necesidad de amor y afecto.

Con Dios, hay siempre una nueva primavera en el horizonte, una nueva estación que hace reverdecer lo que el frio invierno parecía haber hecho morir. Como en el grano de trigo que se entierra y que parece descomponerse y morir, el Espíritu de Dios puede volvernos a dar una vitalidad creadora, una vida nueva. 

El profeta Oseas expresa este renacimiento de una manera poética: “Yo sanaré su rebelión, los amaré de pura gracia; porque mi ira se apartó de ellos. Yo seré para Israel como rocío; él florecerá como lirio, y extenderá sus raíces como el Líbano…serán vivificados como trigo, y florecerán como la vid; su olor será como de vino del Líbano.”  (Os 14,5-7).

La promesa de Cristo nos invita desde ahora, a una vida plena de esperanza y de proyectos nuevos, y nos promete una nueva vida después de la muerte. 

Nunca hemos de resignarnos  y o creer en el fin de la vida. La resignación no es una actitud cristiana.

Las fuerzas del mal no saben sino amenazar, demoler, matar la esperanza y hacer morir. Tenemos el ejemplo de los campos de muerte de las SS (giuardaespaldas de nazi, de los gulags soviéticos, de las “casas de pique”, de los ataques con ácido, de las masacres genocidas de los paramilitares, guerrilleros y fuerzas oficiales en Colombia, de las guerras preventivas, de las prisiones de tortura, de los dictadores que masacran sus conciudadanos antes que abandonar su poder ilegítimo…)

A través de esta civilización atraída por la destrucción y la muerte, Jesucristo nos habla hoy de la vida y de la esperanza. “Aquel que cree en mi tiene (hoy, ahora) la vida eterna!”  El vuelve a decírnoslo, al llamar a Lázaro  fuera de su tumba: “Sal de la tumba…Yo soy la resurrección y la vida…Aquel y aquella que cree en mí, aunque muera vivirá”.

++++
Conclusión:

En todo el relato, Lázaro no ha dicho ni una palabra, no hace preguntas siquiera, no expresó ni su sed ni su admiración, mucho menos su agradecimiento. Pero ante la Palabra de Jesús él sale de la tumba, ha sido desamarrado o desatado por la comunidad y puede ir de aquí para allá libremente. Hay en nuestra sociedad y comunidades tantos muertos vivientes…tanta gente que se muere en sus tumbas y se enredan y o envuelven con vendas y esparadrapos! Hay tantos “Lázaros” entre nosotros. En el fondo de cada uno de nosotros, hay una parte de nosotros que se llama Lázaro y que rechaza la vida! 



Un cuento para variar…

El perro teólogo


La historia ocurrió en una clínica. Un enfermo muy grave parecía atormentado. Él agarra la mano del médico y le dice: - "tengo mucho miedo de morir. Dígame doctor, qué me espera después de la muerte? A que se parecerá el otro lado?" - "Yo no sé"-responde el doctor.
- Usted no lo sabe?- murmura el agonizante. En lugar de responderle, el doctor abre la puerta que da al corredor. Lo que él no sabia, era que esa mañana, su perro un magnífico pastor alemán, lo había seguido a través de la ciudad, había burlado la seguridad del concierge o portero y se encontraba allí. El perro entra, salta sobre el doctor y manifiesta de mil y una maneras toda la alegría que siente al encontrar aquel que es su amo. El doctor se vuelve entonces hacia el enfermo y le dice: - "Ha observado usted el comportamiento del perro?" El nunca ha venido a este cuarto, él no conocía los ocupantes. Él habría sido incapaz de decir cómo estaban dispuestos el lavamanos, el armario o la cama, y de qué color estaban pintadas las paredes. Mas él sabía que su amo estaba del otro lado de la puerta y ha entrado alegremente desde que la puerta se ha abierto. Ve usted, yo no se nada sobre lo que nos espera después de la muerte, pero me basta con saber que mi Señor y amo se encuentra del otro lado. Es por eso que el día en que la puerta se abrirá, yo pasaré al otro lado en una alegría profunda."

(Historia extraída de "Paraboles d un curé de campagne" de Pierre Trevet, Tomo II).



Pensamientos:

"La esperanza es la estrella en la noche que guía nuestros pasos hacia un día nuevo y que nos permite superar los obstáculos de la vida".
 (Cheilk Khaled Bentounès)

"La vida se vuelve amarga cuando uno no la endulza de esperanza"
(François Gervais)

"Envejecer, es abandonar muchas cosas y es finalmente abandonarse uno mismo a Dios"
(Jules Beaulac)



PARA LA REVISIÓN DE VIDA



1. escuchar

Jesús escucha el sufrimiento de Marta y María ante la enfermedad de su hermano.Él no la rehuye sino que se deja conmover por ella. Hoy, nuestra cotidianidad está invadida de gritos de sufrimiento, de miedos. Es también un grito de dolor que nos despierta en medio de la noche. Mismo, si esto puede parecerme duro, yo  escucho los gritos, el clamor del mundo, sin conmoverme.

2. reaccionar

Marta se da cuenta de la llegada de Jesús y sale a su encuentro; María, se queda sentada en la casa. Cómo somos de diferentes todos en nuestras reacciones! Es cierto los temperamentos son diferentes, pero lo esencial es encontrar la respuesta justa y ser sinceros. Y yo, cómo es que reacciono ante el clamor del mundo? Voy afuera para informarme? O todavía busco hacerme cercano a quienes gritan y sufren? O me quedo en casa sin voz, sin pronunciarme?

3. Esperar:

A Marta la habitaba una esperanza: "yo sé que él resucitará en la resurrección del último día". Una misma o igual esperanza habita aquellos que toman iniciativas solidarias y fraternales: ellos saben que vendrá el tiempo del derecho y de la dignidad para todos. Y para mí, cuál es el motor de mi esperanza?


+
ORACIÓN-MEDITACIÓN

Señor, cada vez
que te acojo en la Eucaristía,
tú quitas poco a poco la piedra
que me separa de Ti.

Un día, Tú pronunciarás mi nombre
y yo me pondré de pie
para salir a tu encuentro.

Aquel será un día lleno
de la Luz de la Pascua;
yo la acogeré
en acción de gracias,
tantas veces como  Tú bondad
quiera acordármela.

Y he aquí, que pronto, eres Tú, Señor,
que te dejarás meter al sepulcro.
Cuando el ángel desplazará la piedra
la mañana de resurrección,
concédeme unir mi voz
a la de tu Padre que gritará tu nombre:
"Jesús, ven afuera!"

Entonces, Tú saldrás de los rincones de mi corazón
donde yo te había encerrado
para ir a llevar al mundo la vida
que no conoce final.




REFERENCIAS 

http://vieliturgique.ca

http://prionseneglise.ca

http://ciudadredonda.org (para los textos de las lecturas)

http://paroissesaintefamilledevalcourt.org

Pequeño misal de "Prions en eglise", NOVALIS,  CANADA

HETU, Jean-Luc. Les Options de Jésus.

http://dimancheprochain.org

http://cursillos.ca: Reflexion del P. Yvon-Jacques Allard.

TREVET, Pierre. Paraboles d un Curé de Campagne.


http://versdimanche.com

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