Lejos de interrumpir nuestra cuaresma, la fiesta de La
Anunciación nos recuerda y nos hace caer en cuenta de nuevo del corazón del
misterio cristiano. Lo que hace Lucas en el primer capítulo de su evangelio es
mucho más que una puesta en escena llena de ángeles y de prodigios.
Acá en este relato,
Lucas pone las bases de todo el Evangelio, que consiste en 2 realidades :
De un lado,
haciéndose hombre y habitando entre nosotros, el Verbo viene para realizar su
proyecto de Padre: “heme aquí,
he venido para hacer tu Voluntad” (salmo
39).
De otra parte, la
humanidad que acoge Dios que toma nuestra carne. Pero la humanidad en sí no
existe: lo que existe son seres humanos concretos. Es por ello que Lucas nos
presenta una persona que se nos parece, una simple criatura que caminará en la
fe: María de Nazaret. En ella la humanidad ofrece a Dios un punto de entrada en
nuestra carne y en nuestra historia.
Veamos entonces: los
fundamentos han sido puestos. La historia de la salvación comienza en la
intersección de estos dos SI: el SI de Dios a nuestra carne, un SI que le
llevará a la cruz. Y el SI de María al proyecto de Dios, un SI que la llevará
igualmente al pie de la cruz. En su SI, todos nuestros SI están contenidos en
embrión , en potencia…
Después de festejar a
San José el lunes pasado, hoy nos regocijamos con la Anunciación del Señor a
María.
Ella es la
"primera que se pone en camino". Ella nos ha abierto muchas puertas
con su "SI". Estas fiestas son el signo de la iniciativa de Dios y de
su gran confianza en nosotros. A mí también en cada jornada se me anuncia algo
grande y bello. Mi camino y mi respuesta, como la de José, María y tantos
testigos suyos a lo largo de la historia, es importante para Dios. A mí también
Dios me envía a todos para contar sus maravillas en mi vida. Señor, que así
sea!
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