9 de abril del 2017 Domingo de Ramos y de la Pasión del Señor
Esta semana será santa…
Si así lo decidimos. Al igual que Jesús ha recibido el
don de la resurrección cuando Dios lo levantó de entre los muertos, así también
cada discipulo podrá experimentar, a lo largo de la Semana Santa, el poder
compartido por Dios.
Que la alegre procesión de Ramos pueda renovar nuestra
memoria y confirmarnos en la esperanza que se manifiesta en este domingo único
y especial del año litúrgico.
///
Hoy evocamos las manifestaciones de la multitud de Jerusalén ante la entrada de
Jesús a la ciudad santa y nos unimos a ellos. Cuando no estamos influenciados
por la energía del grupo, alienados, sabemos mantener bien viva nuestra
adhesión al mensaje de Jesús? En esos momentos exigentes, somos tan creativos
como la gente de Jerusalen? Para aclamar a Jesús, éstas personas usan palabras
y gestos familiares. Sabemos también nosotros traducir nuestra admiración por
Jesús con palabras y signos accesibles para la gente de nuestro ambiente y
nuestra época?
Pasión de nuestro Señor Jesucristo
según San Mateo (26,14–27,66):
C. En aquel tiempo, uno de los Doce, llamado Judas Iscariote, fue a los sumos sacerdotes y les propuso:
S. «¿Qué estáis dispuestos a darme, si os lo entrego?»
C. Ellos se ajustaron con él en treinta monedas. Y desde entonces andaba buscando ocasión propicia para entregarlo.
C. El primer día de los Ázimos se acercaron los discípulos a Jesús y le preguntaron:
S. -«¿Dónde quieres que te preparemos la cena de Pascua?»
C. Él contestó:
+ «Id a la ciudad, a casa de Fulano, y decidle: "El Maestro dice: Mi momento está cerca; deseo celebrar la Pascua en tu casa con mis discípulos."»
C. Los discípulos cumplieron las instrucciones de Jesús y prepararon la Pascua.
C. Al atardecer se puso a la mesa con los Doce. Mientras comían dijo:
+ «Os aseguro que uno de vosotros me va a entregar.»
C. Ellos, consternados, se pusieron a preguntarle uno tras otro:
S. «¿Soy yo acaso, Señor?»
C. Él respondió:
+ «El que ha mojado en la misma fuente que yo, ése me va a entregar. El Hijo del hombre se va, como está escrito de él; pero, ¡ay del que va a entregar al Hijo del hombre!; más le valdría no haber nacido.»
C. Entonces preguntó Judas, el que lo iba a entregar:
S. «¿Soy yo acaso, Maestro?»
C. Él respondió:
+ «Tú lo has dicho.»
C. Durante la cena, Jesús cogió pan, pronunció la bendición, lo partió y lo dio a sus discípulos, diciendo:
+ «Tomad, comed: esto es mi cuerpo.»
C.. Y, cogiendo una copa, pronunció la acción de gracias y se la dio diciendo:
+ «Bebed todos; porque ésta es mi sangre, sangre de la alianza, derramada por todos para el perdón de los pecados. Y os digo que no beberé más del fruto de la vid, hasta el día que beba con vosotros el vino nuevo en el reino de mi Padre.»
C. Cantaron el salmo y salieron para el monte de los Olivos.
C. Entonces Jesús les dijo:
+ «Esta noche vais a caer todos por mi causa, porque está escrito: "Heriré al pastor, y se dispersarán las ovejas del rebaño." Pero cuando resucite, iré antes que vosotros a Galilea.»
C. Pedro replicó:
S. «Aunque todos caigan por tu causa, yo jamás caeré.»
C. Jesús le dijo:
+ «Te aseguro que esta noche, antes que el gallo cante, me negarás tres veces.»
C . Pedro le replicó:
S. «Aunque tenga que morir contigo, no te negaré. »
C. Y lo mismo decían los demás discípulos.
C. Entonces Jesús fue con ellos a un huerto, llamado Getsemaní, y les dijo:
+ «Sentaos aquí, mientras voy allá a orar.»
C. Y, llevándose a Pedro y a los dos hijos de Zebedeo, empezó a entristecerse y a angustiarse. Entonces dijo:
+ «Me muero de tristeza: quedaos aquí y velad conmigo.»
C. Y, adelantándose un poco, cayó rostro en tierra y oraba diciendo:
+ «Padre mío, si es posible, que pase y se aleje de mí ese cáliz. Pero no se haga lo que yo quiero, sino lo que tú quieres.»
C. Y se acercó a los discípulos y los encontró dormidos. Dijo a Pedro:
+ «¿No habéis podido velar una hora conmigo? Velad y orad para no caer en la tentación, pues el espíritu es decidido, pero la carne es débil.»
C. De nuevo se apartó por segunda vez y oraba diciendo:
+ «Padre mío, si este cáliz no puede pasar sin que yo lo beba, hágase tu voluntad.»
C. Y, viniendo otra vez, los encontró dormidos, porque tenían los ojos cargados. Dejándolos de nuevo, por tercera vez oraba, repitiendo las mismas palabras. Luego se acercó a sus discípulos y les dijo:
+ «Ya podéis dormir y descansar. Mirad, está cerca la hora, y el Hijo del hombre va a ser entregado en manos de los pecadores. ¡Levantaos, vamos! Ya está cerca el que me entrega.»
C. Todavía estaba hablando, cuando apareció Judas, uno de los Doce, acompañado de un tropel de gente, con espadas y palos, mandado por los sumos sacerdotes y los ancianos del pueblo. El traidor les había dado esta contraseña:
S. «Al que yo bese, ése es; detenedlo.»
C. Después se acercó a Jesús y le dijo:
S. «¡Salve, Maestro!»
C. Y lo besó. Pero Jesús le contestó:
+ «Amigo, ¿a qué vienes?»
C. Entonces se acercaron a Jesús y le echaron mano para detenerlo. Uno de los que estaban con él agarró la espada, la desenvainó y de un tajo le cortó la oreja al criado del sumo sacerdote. Jesús le dijo:
+ «Envaina la espada; quien usa espada, a espada morirá. ¿Piensas tú que no puedo acudir a mi Padre? Él me mandaría en seguida más de doce legiones de ángeles. Pero entonces no se cumpliría la Escritura, que dice que esto tiene que pasar.»
C. Entonces dijo Jesús a la gente:
+ «¿Habéis salido a prenderme con espadas y palos, como a un bandido? A diario me sentaba en el templo a enseñar y, sin embargo, no me detuvisteis.»
C. Todo esto ocurrió para que se cumpliera lo que escribieron los profetas. En aquel momento todos los discípulos lo abandonaron y huyeron. Los que detuvieron a Jesús lo llevaron a casa de Caifás, el sumo sacerdote, donde se habían reunido los escribas y los ancianos. Pedro lo seguía de lejos, hasta el palacio del sumo sacerdote, y, entrando dentro, se sentó con los criados para ver en qué paraba aquello. Los sumos sacerdotes y el sanedrín en pleno buscaban un falso testimonio contra Jesús para condenarlo a muerte y no lo encontraban, a pesar de los muchos falsos testigos que comparecían. Finalmente, comparecieron dos, que dijeron:
S. «Éste ha dicho: "Puedo destruir el templo de Dios y reconstruirlo en tres días."»
C. El sumo sacerdote se puso en pie y le dijo:
S. «¿No tienes nada que responder? ¿Qué son estos cargos que levantan contra ti?»
C. Pero Jesús callaba. Y el sumo sacerdote le dijo:
S. «Te conjuro por Dios vivo a que nos digas si tú eres el Mesías, el Hijo de Dios.»
C. Jesús le respondió:
+ «Tú lo has dicho. Más aún, yo os digo: Desde ahora veréis que el Hijo del hombre está sentado a la derecha del Todopoderoso y que viene sobre las nubes del cielo.»
C. Entonces el sumo sacerdote rasgó sus vestiduras, diciendo:
S. «Ha blasfemado. ¿Qué necesidad tenemos ya de testigos? Acabáis de oír la blasfemia. ¿Qué decidís?»
C. Y ellos contestaron:
S. «Es reo de muerte.»
C. Entonces le escupieron a la cara y lo abofetearon; otros lo golpearon, diciendo:
S. «Haz de profeta, Mesías; ¿quién te ha pegado?»
C. Pedro estaba sentado fuera en el patio, y se le acercó una criada y le dijo:
S. «También tú andabas con Jesús el Galileo.»
C. Él lo negó delante de todos, diciendo:
S. «No sé qué quieres decir.»
C. Y, al salir al portal, lo vio otra y dijo a los que estaban allí:
S. «Éste andaba con Jesús el Nazareno.»
C. Otra vez negó él con juramento:
S. «No conozco a ese hombre.»
C. Poco después se acercaron los que estaban allí y dijeron a Pedro:
S. «Seguro; tú también eres de ellos, te delata tu acento.»
C. Entonces él se puso a echar maldiciones y a jurar, diciendo:
S. «No conozco a ese hombre.»
C. Y en seguida cantó un gallo. Pedro se acordó de aquellas palabras de Jesús: «Antes de que cante el gallo, me negarás tres veces.» Y, saliendo afuera, lloró amargamente. Al hacerse de día, todos los sumos sacerdotes y los ancianos del pueblo se reunieron para preparar la condena a muerte de Jesús. Y, atándolo, lo llevaron y lo entregaron a Pilato, el gobernador. Entonces Judas, el traidor, al ver que habían condenado a Jesús, sintió remordimiento y devolvió las treinta monedas de plata a los sumos sacerdotes y ancianos, diciendo:
S. «He pecado, he entregado a la muerte a un inocente.»
C. Pero ellos dijeron:
S. «¿A nosotros qué? ¡Allá tú!»
C. Él, arrojando las monedas en el templo, se marchó; y fue y se ahorcó. Los sumos sacerdotes, recogiendo las monedas, dijeron:
S. «No es lícito echarlas en el arca de las ofrendas, porque son precio de sangre.»
C. Y, después de discutirlo, compraron con ellas el Campo del Alfarero para cementerio de forasteros. Por eso aquel campo se llama todavía «Campo de Sangre». Así se cumplió lo escrito por Jeremías, el profeta: «Y tomaron las treinta monedas de plata, el precio de uno que fue tasado, según la tasa de los hijos de Israel, y pagaron con ellas el Campo del Alfarero, como me lo había ordenado el Señor.» Jesús fue llevado ante el gobernador, y el gobernador le preguntó:
S. «¿Eres tú el rey de los judíos?»
C. Jesús respondió:
+ «Tú lo dices.»
C. Y, mientras lo acusaban los sumos sacerdotes y los ancianos, no contestaba nada. Entonces Pilato le preguntó:
S. «¿No oyes cuántos cargos presentan contra ti?»
C. Como no contestaba a ninguna pregunta, el gobernador estaba muy extrañado. Por la fiesta, el gobernador solía soltar un preso, el que la gente quisiera. Había entonces un preso famoso, llamado Barrabás. Cuando la gente acudió, les dijo Pilato:
S. «¿A quién queréis que os suelte, a Barrabás o a Jesús, a quien llaman el Mesías?»
C. Pues sabía que se lo habían entregado por envidia. Y, mientras estaba sentado en el tribunal, su mujer le mandó a decir:
S. «No te metas con ese justo, porque esta noche he sufrido mucho soñando con él.»
C. Pero los sumos sacerdotes y los ancianos convencieron a la gente que pidieran el indulto de Barrabás y la muerte de Jesús. El gobernador preguntó:
S. «¿A cuál de los dos queréis que os suelte?»
C. Ellos dijeron:
S. «A Barrabás.»
C. Pilato les preguntó:
S. «¿Y qué hago con Jesús, llamado el Mesías?»
C. Contestaron todos:
S. «Que lo crucifiquen.»
C. Pilato insistió:
S. «Pues, ¿qué mal ha hecho?»
C. Pero ellos gritaban más fuerte:
S. «¡Que lo crucifiquen!»
C. Al ver Pilato que todo era inútil y que, al contrario, se estaba formando un tumulto, tomó agua y se lavó las manos en presencia de la multitud, diciendo:
S. «Soy inocente de esta sangre. ¡Allá vosotros!»
C. Y el pueblo entero contestó:
S. «¡Su sangre caiga sobre nosotros y sobre nuestros hijos!»
C. Entonces les soltó a Barrabás; y a Jesús, después de azotarlo, lo entregó para que lo crucificaran. Los soldados del gobernador se llevaron a Jesús al pretorio y reunieron alrededor de él a toda la compañía; lo desnudaron y le pusieron un manto de color púrpura y, trenzando una corona de espinas, se la ciñeron a la cabeza y le pusieron una caña en la mano derecha. Y, doblando ante él la rodilla, se burlaban de él, diciendo:
S. «¡Salve, rey de los judíos!»
C. Luego le escupían, le quitaban la caña y le golpeaban con ella la cabeza. Y, terminada la burla, le quitaron el manto, le pusieron su ropa y lo llevaron a crucificar. Al salir, encontraron a un hombre de Cirene, llamado Simón, y lo forzaron a que llevara la cruz. Cuando llegaron al lugar llamado Gólgota (que quiere decir: «La Calavera»), le dieron a beber vino mezclado con hiel; él lo probó, pero no quiso beberlo. Después de crucificarlo, se repartieron su ropa, echándola a suertes, y luego se sentaron a custodiarlo. Encima de su cabeza colocaron un letrero con la acusación: «Éste es Jesús, el rey de los judíos.» Crucificaron con él a dos bandidos, uno a la derecha y otro a la izquierda. Los que pasaban lo injuriaban y decían, meneando la cabeza:
S. «Tú que destruías el templo y lo reconstruías en tres días, sálvate a ti mismo; si eres Hijo de Dios, baja de la cruz.»
C. Los sumos sacerdotes con los escribas y los ancianos se burlaban también, diciendo:
S. «A otros ha salvado, y él no se puede salvar. ¿No es el rey de Israel? Que baje ahora de la cruz, y le creeremos. ¿No ha confiado en Dios? Si tanto lo quiere Dios, que lo libre ahora. ¿No decía que era Hijo de Dios?»
C. Hasta los bandidos que estaban crucificados con él lo insultaban. Desde el mediodía hasta la media tarde, vinieron tinieblas sobre toda aquella región. A media tarde, Jesús gritó:
+ «Elí, Elí, lamá sabaktaní.»
C. (Es decir:
+ «Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?»)
C. Al oírlo, algunos de los que estaban por allí dijeron:
S. «A Elías llama éste.»
C. Uno de ellos fue corriendo; en seguida, cogió una esponja empapada en vinagre y, sujetándola en una caña, le dio a beber. Los demás decían:
S. «Déjalo, a ver si viene Elías a salvarlo.»
C. Jesús dio otro grito fuerte y exhaló el espíritu.
Todos se arrodillan, y se hace una pausa
C. Entonces, el velo del templo se rasgó en dos, de arriba abajo; la tierra tembló, las rocas se rajaron. Las tumbas se abrieron, y muchos cuerpos de santos que habían muerto resucitaron. Después que él resucitó, salieron de las tumbas, entraron en la Ciudad santa y se aparecieron a muchos. El centurión y sus hombres, que custodiaban a Jesús, el ver el terremoto y lo que pasaba, dijeron aterrorizados:
S. «Realmente éste era Hijo de Dios.»
C. Había allí muchas mujeres que miraban desde lejos, aquellas que habían seguido a Jesús desde Galilea para atenderlo; entre ellas, María Magdalena y María, la madre de Santiago y José, y la madre de los Zebedeos. Al anochecer, llegó un hombre rico de Arimatea, llamado José, que era también discípulo de Jesús. Éste acudió a Pilato a pedirle el cuerpo de Jesús. Y Pilato mandó que se lo entregaran. José, tomando el cuerpo de Jesús, lo envolvió en una sábana limpia, lo puso en el sepulcro nuevo que se había excavado en una roca, rodó una piedra grande a la entrada del sepulcro y se marchó. María Magdalena y la otra María se quedaron allí, sentadas enfrente del sepulcro. A la mañana siguiente, pasado el día de la Preparación, acudieron en grupo los sumos sacerdotes y los fariseos a Pilato y le dijeron:
S. «Señor, nos hemos acordado que aquel impostor, estando en vida, anunció: "A los tres días resucitaré." Por eso, da orden de que vigilen el sepulcro hasta el tercer día, no sea que vayan sus discípulos, roben el cuerpo y digan al pueblo: "Ha resucitado de entre los muertos." La última impostura sería peor que la primera.»
C. Pilato contestó:
S. «Ahí tenéis la guardia. Id vosotros y asegurad la vigilancia como sabéis.»
C. Ellos fueron, sellaron la piedra y con la guardia aseguraron la vigilancia del sepulcro.
Palabra del Señor
C. En aquel tiempo, uno de los Doce, llamado Judas Iscariote, fue a los sumos sacerdotes y les propuso:
S. «¿Qué estáis dispuestos a darme, si os lo entrego?»
C. Ellos se ajustaron con él en treinta monedas. Y desde entonces andaba buscando ocasión propicia para entregarlo.
C. El primer día de los Ázimos se acercaron los discípulos a Jesús y le preguntaron:
S. -«¿Dónde quieres que te preparemos la cena de Pascua?»
C. Él contestó:
+ «Id a la ciudad, a casa de Fulano, y decidle: "El Maestro dice: Mi momento está cerca; deseo celebrar la Pascua en tu casa con mis discípulos."»
C. Los discípulos cumplieron las instrucciones de Jesús y prepararon la Pascua.
C. Al atardecer se puso a la mesa con los Doce. Mientras comían dijo:
+ «Os aseguro que uno de vosotros me va a entregar.»
C. Ellos, consternados, se pusieron a preguntarle uno tras otro:
S. «¿Soy yo acaso, Señor?»
C. Él respondió:
+ «El que ha mojado en la misma fuente que yo, ése me va a entregar. El Hijo del hombre se va, como está escrito de él; pero, ¡ay del que va a entregar al Hijo del hombre!; más le valdría no haber nacido.»
C. Entonces preguntó Judas, el que lo iba a entregar:
S. «¿Soy yo acaso, Maestro?»
C. Él respondió:
+ «Tú lo has dicho.»
C. Durante la cena, Jesús cogió pan, pronunció la bendición, lo partió y lo dio a sus discípulos, diciendo:
+ «Tomad, comed: esto es mi cuerpo.»
C.. Y, cogiendo una copa, pronunció la acción de gracias y se la dio diciendo:
+ «Bebed todos; porque ésta es mi sangre, sangre de la alianza, derramada por todos para el perdón de los pecados. Y os digo que no beberé más del fruto de la vid, hasta el día que beba con vosotros el vino nuevo en el reino de mi Padre.»
C. Cantaron el salmo y salieron para el monte de los Olivos.
C. Entonces Jesús les dijo:
+ «Esta noche vais a caer todos por mi causa, porque está escrito: "Heriré al pastor, y se dispersarán las ovejas del rebaño." Pero cuando resucite, iré antes que vosotros a Galilea.»
C. Pedro replicó:
S. «Aunque todos caigan por tu causa, yo jamás caeré.»
C. Jesús le dijo:
+ «Te aseguro que esta noche, antes que el gallo cante, me negarás tres veces.»
C . Pedro le replicó:
S. «Aunque tenga que morir contigo, no te negaré. »
C. Y lo mismo decían los demás discípulos.
C. Entonces Jesús fue con ellos a un huerto, llamado Getsemaní, y les dijo:
+ «Sentaos aquí, mientras voy allá a orar.»
C. Y, llevándose a Pedro y a los dos hijos de Zebedeo, empezó a entristecerse y a angustiarse. Entonces dijo:
+ «Me muero de tristeza: quedaos aquí y velad conmigo.»
C. Y, adelantándose un poco, cayó rostro en tierra y oraba diciendo:
+ «Padre mío, si es posible, que pase y se aleje de mí ese cáliz. Pero no se haga lo que yo quiero, sino lo que tú quieres.»
C. Y se acercó a los discípulos y los encontró dormidos. Dijo a Pedro:
+ «¿No habéis podido velar una hora conmigo? Velad y orad para no caer en la tentación, pues el espíritu es decidido, pero la carne es débil.»
C. De nuevo se apartó por segunda vez y oraba diciendo:
+ «Padre mío, si este cáliz no puede pasar sin que yo lo beba, hágase tu voluntad.»
C. Y, viniendo otra vez, los encontró dormidos, porque tenían los ojos cargados. Dejándolos de nuevo, por tercera vez oraba, repitiendo las mismas palabras. Luego se acercó a sus discípulos y les dijo:
+ «Ya podéis dormir y descansar. Mirad, está cerca la hora, y el Hijo del hombre va a ser entregado en manos de los pecadores. ¡Levantaos, vamos! Ya está cerca el que me entrega.»
C. Todavía estaba hablando, cuando apareció Judas, uno de los Doce, acompañado de un tropel de gente, con espadas y palos, mandado por los sumos sacerdotes y los ancianos del pueblo. El traidor les había dado esta contraseña:
S. «Al que yo bese, ése es; detenedlo.»
C. Después se acercó a Jesús y le dijo:
S. «¡Salve, Maestro!»
C. Y lo besó. Pero Jesús le contestó:
+ «Amigo, ¿a qué vienes?»
C. Entonces se acercaron a Jesús y le echaron mano para detenerlo. Uno de los que estaban con él agarró la espada, la desenvainó y de un tajo le cortó la oreja al criado del sumo sacerdote. Jesús le dijo:
+ «Envaina la espada; quien usa espada, a espada morirá. ¿Piensas tú que no puedo acudir a mi Padre? Él me mandaría en seguida más de doce legiones de ángeles. Pero entonces no se cumpliría la Escritura, que dice que esto tiene que pasar.»
C. Entonces dijo Jesús a la gente:
+ «¿Habéis salido a prenderme con espadas y palos, como a un bandido? A diario me sentaba en el templo a enseñar y, sin embargo, no me detuvisteis.»
C. Todo esto ocurrió para que se cumpliera lo que escribieron los profetas. En aquel momento todos los discípulos lo abandonaron y huyeron. Los que detuvieron a Jesús lo llevaron a casa de Caifás, el sumo sacerdote, donde se habían reunido los escribas y los ancianos. Pedro lo seguía de lejos, hasta el palacio del sumo sacerdote, y, entrando dentro, se sentó con los criados para ver en qué paraba aquello. Los sumos sacerdotes y el sanedrín en pleno buscaban un falso testimonio contra Jesús para condenarlo a muerte y no lo encontraban, a pesar de los muchos falsos testigos que comparecían. Finalmente, comparecieron dos, que dijeron:
S. «Éste ha dicho: "Puedo destruir el templo de Dios y reconstruirlo en tres días."»
C. El sumo sacerdote se puso en pie y le dijo:
S. «¿No tienes nada que responder? ¿Qué son estos cargos que levantan contra ti?»
C. Pero Jesús callaba. Y el sumo sacerdote le dijo:
S. «Te conjuro por Dios vivo a que nos digas si tú eres el Mesías, el Hijo de Dios.»
C. Jesús le respondió:
+ «Tú lo has dicho. Más aún, yo os digo: Desde ahora veréis que el Hijo del hombre está sentado a la derecha del Todopoderoso y que viene sobre las nubes del cielo.»
C. Entonces el sumo sacerdote rasgó sus vestiduras, diciendo:
S. «Ha blasfemado. ¿Qué necesidad tenemos ya de testigos? Acabáis de oír la blasfemia. ¿Qué decidís?»
C. Y ellos contestaron:
S. «Es reo de muerte.»
C. Entonces le escupieron a la cara y lo abofetearon; otros lo golpearon, diciendo:
S. «Haz de profeta, Mesías; ¿quién te ha pegado?»
C. Pedro estaba sentado fuera en el patio, y se le acercó una criada y le dijo:
S. «También tú andabas con Jesús el Galileo.»
C. Él lo negó delante de todos, diciendo:
S. «No sé qué quieres decir.»
C. Y, al salir al portal, lo vio otra y dijo a los que estaban allí:
S. «Éste andaba con Jesús el Nazareno.»
C. Otra vez negó él con juramento:
S. «No conozco a ese hombre.»
C. Poco después se acercaron los que estaban allí y dijeron a Pedro:
S. «Seguro; tú también eres de ellos, te delata tu acento.»
C. Entonces él se puso a echar maldiciones y a jurar, diciendo:
S. «No conozco a ese hombre.»
C. Y en seguida cantó un gallo. Pedro se acordó de aquellas palabras de Jesús: «Antes de que cante el gallo, me negarás tres veces.» Y, saliendo afuera, lloró amargamente. Al hacerse de día, todos los sumos sacerdotes y los ancianos del pueblo se reunieron para preparar la condena a muerte de Jesús. Y, atándolo, lo llevaron y lo entregaron a Pilato, el gobernador. Entonces Judas, el traidor, al ver que habían condenado a Jesús, sintió remordimiento y devolvió las treinta monedas de plata a los sumos sacerdotes y ancianos, diciendo:
S. «He pecado, he entregado a la muerte a un inocente.»
C. Pero ellos dijeron:
S. «¿A nosotros qué? ¡Allá tú!»
C. Él, arrojando las monedas en el templo, se marchó; y fue y se ahorcó. Los sumos sacerdotes, recogiendo las monedas, dijeron:
S. «No es lícito echarlas en el arca de las ofrendas, porque son precio de sangre.»
C. Y, después de discutirlo, compraron con ellas el Campo del Alfarero para cementerio de forasteros. Por eso aquel campo se llama todavía «Campo de Sangre». Así se cumplió lo escrito por Jeremías, el profeta: «Y tomaron las treinta monedas de plata, el precio de uno que fue tasado, según la tasa de los hijos de Israel, y pagaron con ellas el Campo del Alfarero, como me lo había ordenado el Señor.» Jesús fue llevado ante el gobernador, y el gobernador le preguntó:
S. «¿Eres tú el rey de los judíos?»
C. Jesús respondió:
+ «Tú lo dices.»
C. Y, mientras lo acusaban los sumos sacerdotes y los ancianos, no contestaba nada. Entonces Pilato le preguntó:
S. «¿No oyes cuántos cargos presentan contra ti?»
C. Como no contestaba a ninguna pregunta, el gobernador estaba muy extrañado. Por la fiesta, el gobernador solía soltar un preso, el que la gente quisiera. Había entonces un preso famoso, llamado Barrabás. Cuando la gente acudió, les dijo Pilato:
S. «¿A quién queréis que os suelte, a Barrabás o a Jesús, a quien llaman el Mesías?»
C. Pues sabía que se lo habían entregado por envidia. Y, mientras estaba sentado en el tribunal, su mujer le mandó a decir:
S. «No te metas con ese justo, porque esta noche he sufrido mucho soñando con él.»
C. Pero los sumos sacerdotes y los ancianos convencieron a la gente que pidieran el indulto de Barrabás y la muerte de Jesús. El gobernador preguntó:
S. «¿A cuál de los dos queréis que os suelte?»
C. Ellos dijeron:
S. «A Barrabás.»
C. Pilato les preguntó:
S. «¿Y qué hago con Jesús, llamado el Mesías?»
C. Contestaron todos:
S. «Que lo crucifiquen.»
C. Pilato insistió:
S. «Pues, ¿qué mal ha hecho?»
C. Pero ellos gritaban más fuerte:
S. «¡Que lo crucifiquen!»
C. Al ver Pilato que todo era inútil y que, al contrario, se estaba formando un tumulto, tomó agua y se lavó las manos en presencia de la multitud, diciendo:
S. «Soy inocente de esta sangre. ¡Allá vosotros!»
C. Y el pueblo entero contestó:
S. «¡Su sangre caiga sobre nosotros y sobre nuestros hijos!»
C. Entonces les soltó a Barrabás; y a Jesús, después de azotarlo, lo entregó para que lo crucificaran. Los soldados del gobernador se llevaron a Jesús al pretorio y reunieron alrededor de él a toda la compañía; lo desnudaron y le pusieron un manto de color púrpura y, trenzando una corona de espinas, se la ciñeron a la cabeza y le pusieron una caña en la mano derecha. Y, doblando ante él la rodilla, se burlaban de él, diciendo:
S. «¡Salve, rey de los judíos!»
C. Luego le escupían, le quitaban la caña y le golpeaban con ella la cabeza. Y, terminada la burla, le quitaron el manto, le pusieron su ropa y lo llevaron a crucificar. Al salir, encontraron a un hombre de Cirene, llamado Simón, y lo forzaron a que llevara la cruz. Cuando llegaron al lugar llamado Gólgota (que quiere decir: «La Calavera»), le dieron a beber vino mezclado con hiel; él lo probó, pero no quiso beberlo. Después de crucificarlo, se repartieron su ropa, echándola a suertes, y luego se sentaron a custodiarlo. Encima de su cabeza colocaron un letrero con la acusación: «Éste es Jesús, el rey de los judíos.» Crucificaron con él a dos bandidos, uno a la derecha y otro a la izquierda. Los que pasaban lo injuriaban y decían, meneando la cabeza:
S. «Tú que destruías el templo y lo reconstruías en tres días, sálvate a ti mismo; si eres Hijo de Dios, baja de la cruz.»
C. Los sumos sacerdotes con los escribas y los ancianos se burlaban también, diciendo:
S. «A otros ha salvado, y él no se puede salvar. ¿No es el rey de Israel? Que baje ahora de la cruz, y le creeremos. ¿No ha confiado en Dios? Si tanto lo quiere Dios, que lo libre ahora. ¿No decía que era Hijo de Dios?»
C. Hasta los bandidos que estaban crucificados con él lo insultaban. Desde el mediodía hasta la media tarde, vinieron tinieblas sobre toda aquella región. A media tarde, Jesús gritó:
+ «Elí, Elí, lamá sabaktaní.»
C. (Es decir:
+ «Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?»)
C. Al oírlo, algunos de los que estaban por allí dijeron:
S. «A Elías llama éste.»
C. Uno de ellos fue corriendo; en seguida, cogió una esponja empapada en vinagre y, sujetándola en una caña, le dio a beber. Los demás decían:
S. «Déjalo, a ver si viene Elías a salvarlo.»
C. Jesús dio otro grito fuerte y exhaló el espíritu.
Todos se arrodillan, y se hace una pausa
C. Entonces, el velo del templo se rasgó en dos, de arriba abajo; la tierra tembló, las rocas se rajaron. Las tumbas se abrieron, y muchos cuerpos de santos que habían muerto resucitaron. Después que él resucitó, salieron de las tumbas, entraron en la Ciudad santa y se aparecieron a muchos. El centurión y sus hombres, que custodiaban a Jesús, el ver el terremoto y lo que pasaba, dijeron aterrorizados:
S. «Realmente éste era Hijo de Dios.»
C. Había allí muchas mujeres que miraban desde lejos, aquellas que habían seguido a Jesús desde Galilea para atenderlo; entre ellas, María Magdalena y María, la madre de Santiago y José, y la madre de los Zebedeos. Al anochecer, llegó un hombre rico de Arimatea, llamado José, que era también discípulo de Jesús. Éste acudió a Pilato a pedirle el cuerpo de Jesús. Y Pilato mandó que se lo entregaran. José, tomando el cuerpo de Jesús, lo envolvió en una sábana limpia, lo puso en el sepulcro nuevo que se había excavado en una roca, rodó una piedra grande a la entrada del sepulcro y se marchó. María Magdalena y la otra María se quedaron allí, sentadas enfrente del sepulcro. A la mañana siguiente, pasado el día de la Preparación, acudieron en grupo los sumos sacerdotes y los fariseos a Pilato y le dijeron:
S. «Señor, nos hemos acordado que aquel impostor, estando en vida, anunció: "A los tres días resucitaré." Por eso, da orden de que vigilen el sepulcro hasta el tercer día, no sea que vayan sus discípulos, roben el cuerpo y digan al pueblo: "Ha resucitado de entre los muertos." La última impostura sería peor que la primera.»
C. Pilato contestó:
S. «Ahí tenéis la guardia. Id vosotros y asegurad la vigilancia como sabéis.»
C. Ellos fueron, sellaron la piedra y con la guardia aseguraron la vigilancia del sepulcro.
Palabra del Señor
A guisa de
introducción:
Una muerte aceptada libre y amorosamente
1. Según las estadísticas
oficiales, en el mundo mueren cada día entre 150.000 y 200.000 personas. El
lenguaje o voz de las estadísticas no es
suficiente. Necesariamente se impone la voz del corazón humano: la voz de una
persona que ama. La realidad de la muerte no puede ser expresada con toda su
verdad sino con el lenguaje del amor. En efecto, el amor resiste a la muerte,
se opone a ella y desea la vida y la permanencia en la comunión amorosa con una
persona ; en otras palabras, uno desea que la persona amada viva para siempre.
Bien dice aquella famosa frase del filósofo francés Gabriel Marcel: "Amar es decir tú no morirás".
2. Jesús es el testigo del
amor eterno del Padre, de este amor que se opone a la muerte y desea la vida.
Y por tanto, por qué el mal?
Por qué la muerte de niños que sufren y que mueren? Por qué hay enfermos,
personas con limitaciones físicas y mentales? por qué pueblos enteros sufren la
dictadura, sometidos a fuerzas tiránicas que parecen marcar en el mundo el
triunfo de la maldad?
Quién de entre nosotros no
se siente herido en el corazón en presencia de tantos hechos dolorosos, de
tanta cruz?
3. Jesús ha tomado este yugo
del dolor y de la muerte echándoselos al hombro, para ofrecerlos al Padre, para
volvernos a dar su yugo que Él califica de ligero, liviano. "Tomen conmigo mi yugo. Yo soy manso y
humilde de corazón. ustedes encontrarán el descanso para sus almas, la paz
interior". Él ha luchado contra el mal con todas sus fuerzas y Él
quiere que nosotros nos valgamos de todos los medios para hacer lo mismo. Y en este esfuerzo humano
Jesús nos invita a ofrecerle nuestro sufrimiento, nuestro pecado enteramente,
voluntariamente, amorosamente, como Él lo ha hecho.
Que, por nuestros
familiares, amigos y cercanos, que no han tenido la capacidad de hacer esto,
nosotros estemos dispuestos a ofrecernos nosotros mismos a Dios por Jesús!
Guardar para uno mismo su
sufrimiento no es sensato: no es vivir humanamente la vida; no se vive
abiertamente la fe y uno se priva de una liberación…y esto es prácticamente,
difícil de soportar.
Es humano comenzar negando
su mal, su pecado, resistirse, luchar. Es humano llegar a los límites de su
resistencia, deprimirse. Y finalmente es posible aceptar su cruz, su dolor, su
muerte: hacerlo con amor conduce a la paz, a la serenidad.
Aproximación psicológica al texto del Evangelio :
Tiene sentido el sufrimiento?
Cuando por ocasión de un
retiro espiritual o en otro momento, uno
se pone a analizar su propia vida personal y familiar(excepto que sea una
existencia como un cuento de hadas o o una vida en rosa) y la de otras
personas, matrimonios, uno se da cuenta que ella no es evidentemente feliz.
Al mirar la historia propia
y ajena, descubrimos que además de las promesas de felicidad, de gozo que hubo
en los primeros años, antes de iniciar una carrera, /antes del matrimonio, en
caso de los casados, antes de una consagración, en caso de nosotros consagrados
u ordenados/ también hubo y siempre habrán desaciertos personales, pecados
propios, o del otro (de los otros), enfermedades, tragedias, sufrimientos…
Nuestra felicidad siempre
depende de la herencia (circunstancias de nuestros padres, abuelos), de la
genética, de la manera cómo nos educaron o levantaron, de las enfermedades que
se presenten, de las calamidades, de las tragedias, de nuestros propios defectos,
de los pecados de los demás. La vida es intrincada, la vida es complicada. Como
dice la salsa: " Lo siento mucho, la vida
es así,
no la he inventado yo...
no la he inventado yo...
Por eso la vida no sería soportable, no podríamos hacerla avanzar sino
existiera la compasión, la comprensión…en una palabra el amor y es éste el que
le da sentido a ella.
Si, es verdad, la vida es compleja, pero el amor la hace menos enredada,
llevadera. La vida es a veces tragedia, pero con el amor, la alegría se
convierte en comedia. En síntesis como lo muestra el legendario almanaque
bristol en sus 8 cuadros cada año, la vida es tragicomedia.
El Evangelio de la Pasión según San Mateo que leemos este domingo,
correspondiente al Ciclo A, nos confirma todo lo que acabamos de afirmar.
Nos encontramos ante una situación donde no se puede señalar con el dedo
a un culpable, y no importa desde qué lado se mire, ninguna solución simple aparece.
Y uno se da cuenta que todos los actores del drama sufren enormemente.
Cada uno de nosotros al leer o escuchar este relato puede reconocerse
ahí, puede verse representado, sentirse identificado con alguno de los personajes
sea positivo o negativo. Dentro de este contexto
hermanos, yo les invito a volver a leer este relato extenso de la pasión de
Jesús según San Mateo para encontrar un poco de luz y fuerza para mirar el futuro.
Recordemos como nos lo dicen los análisis bíblicos que Mateo es un judío
que sufre. Él pertenece al pueblo elegido, a este pueblo que Dios ha escogido
para revelar su amor, este pueblo en el que Dios ha suscitado toda una cadena
de profetas, a este pueblo al cual Dios ha prometido un Mesías, un liberador. Y
he aquí que su propio pueblo ha despreciado aquel que es el profeta entre los
profetas, el Mesías prometido, el verdadero rostro de Dios al que pretende
servir. Uno de los discípulos traiciona a su maestro por el equivalente a 500
dólares, otro ha tenido miedo y lo ha negado. Qué
frustración! Cómo es de terrible la humanidad.
El sufrimiento del apóstol y evangelista es real. Uno se
da cuenta de este sufrimiento en su manera de acentuar la culpabilidad de Judas
y de Pedro, y en su manera de mostrar cómo de manera consciente su pueblo ha
preferido a Barrabás y no a Jesús. Y en la mayor parte de las escenas, la gente
sufre: cuando Judas se de cuenta de lo que ha hecho sufrirá enormemente hasta
el punto de no ser capaz de mirar de frente lo que ha hecho, y se suicidará;
Pedro, por su parte, llorará amargamente.
Por otro lado, según Mateo, cómo ha vido Jesús su sufrimiento?
La primera cosa que remarcamos es que
Jesús no lo ha negado, sino que lo ha mirado de frente; con
toda lucidez, Él dice: «Os aseguro que uno de vosotros
me va a entregar.»; a sus discípulos les dice: «Esta noche vais a caer todos por mi causa"; a Pedro
que estaba dispuesto a morir por Él, le dice: «Te aseguro
que esta noche, antes que el gallo cante, me negarás tres veces.». Sobre la cruz escuchamos este grito sacado
del salmo 22: "Dios mío, Dios mío,
por qué me has abandonado?", que es, según los evangelistas, el
reflejo de su sufrimiento.
En segundo lugar, podemos remarcar, y esto
es una insistencia típica de Mateo, es que Jesús siente necesidad de los otros,
siente necesidad de una comunidad para que le sostenga: «Me muero de tristeza: quedaos aquí y velad conmigo.» Y es con tristeza como Él debe constatar cúan difícil es para ellos sostenerle:
"No habéis podido velar una hora conmigo?.."
Y en fin, la tercera cosa que podemos
remarcar en este relato y qué es muy difícil de explicar es que Jesús ha sabido
encontrar un sentido a su sufrimiento. Es a esto
que se refiere Mateo cuando pone en boca de Jesús esta frase en el momento en
que Él comparte el cáliz o la copa de vino: «Bebed
todos; porque ésta es mi sangre, sangre de la alianza, derramada por todos para
el perdón de los pecados." ( en otras palabras, "para que una gran parte de la
humanidad se revindique, salga de sus pecados…", según la traducción francesa). Según él, todos estos sufrimientos no
serán inútiles, sino que contribuirá a que muchos vuelvan a encontrar la vida.
Es bajo esta misma luz que es necesario leer sus numerosos pasajes prestados de
los profetas del A.T, referentes a Jeremías, Isaías, Zacarías, para describir
los últimos momentos de la vida de Jesús, en particular
-su silencio a lo largo de todo el proceso,
-la referencia a la imagen del siervo sufriente (objeto de desprecio, abandonado por los hombres, hombre de dolor,
familiar del sufrimiento, Isaías 53,3), del cual el profeta dice: "Sobre Él, Dios descargó el castigo que
nos da la paz, y con sus cicatrices nos hemos sanado" (Isaías 53,5).
Pero qué es lo que permite a Jesús creer que el sufrimiento puede ser
fuente de vida? Según Mateo, es su fe en Dios al que llama: Padre. Es así, como en medio de su angustia, él pone en boca de Jesús esta frase: «Padre mío, si es posible, que pase y se aleje de mí ese cáliz.
Pero no se haga lo que yo quiero, sino lo que tú quieres.»
En otras palabras, esta frase quiere decir:
Me gustaría no tener que vivir, pasar por todo este sufrimiento, pero yo creo
que Tú eres la fuente de toda vida, y que ningún acontecimiento en este momento
le impedirá a la vida surgir y reventar.
Es así como un ser humano es capaz de acoger el sufrimiento, siempre y
cuando crea que éste desemboca en la vida.
Se encuentra algo parecido en la vida de Etty Hillesum, esta joven judía
fallecida en los campos de concentración alemanes y donde se halló una parte de
su diario. El emérito Papa Benedicto XVI profesó gran admiración por ella en
los últimos días de su pontificado.
Me permito citar este largo pasaje de su diario, con fecha del 30 de mayo de
1942:
"Y pensaba: qué extraño! Es la
guerra. Hay campos de concentración. Pequeñas crueldades se suman a otras
crueldades. Pasando por las calles, puedo decir de las muchas casas que cruzo en
mi camino: aquí hay un hijo en prisión,
allá el padre está secuestrado, aquí todavía se debe soportar la condenación a
muerte de un hijo de 18 años. Y esas calles y esas casas se encuentran todas a
mi alrededor. Yo se del aire ahogado de la gente, el sufrimiento humano que no
deja de acumularse, yo conozco las persecuciones, la opresión, lo arbitrario,
el odio impotente y todo ese sadismo. Yo conozco todo eso y continúo mirando en
el fondo de los ojos el menor fragmento de realidad que se me impone. Y por tanto, cuando dejo de mirar al exterior para
abandonarme a mí misma, heme aquí de golpe descansando sobre el pecho desnudo
de la vida, y esos brazos que me enlazan son tan tiernos y tan protectores, y
el palpitar de su corazón, yo no sabría igualmente describirlo: tan lento, tan
regular, tan suave, casi ahogado, pero tan fiel, lo suficientemente fuerte para
que no cese nunca, y al mismo tiempo tan bueno, tan misericordioso." (1)
Uno de los grandes descubrimientos de Etty, es que la vida es buena.
Pero para descubrirlo, es necesario descender a lo más profundo de sí mismo,
allí donde se encuentra ese misterio que uno llama Dios, que Jesús llama Padre,
y abandonarse a esta fe, o para utilizar las palabras de Etty:
"abandonarme a mí misma".
En medio de esa creciente tiniebla que fue el nazismo, violento de
manera inaudita, el corazón de Etty supo aprender a rezar. Mediante la oración
aprendió a meditar sobre las tinieblas humanas a través de la luz de Dios; sin
negarlas, pero sin tampoco adensarlas.
Qué esperamos todos los que pasamos por el sufrimiento, la tristeza, la
enfermedad, la vejez y a quienes la muerte nos amenaza? El sufrimiento está ahí
sin duda para permanecer. Las heridas dejarán cicatrices…las cosas podrán ir
cada vez peor…nos ayudaremos de la medicina y nos apoyaremos en otras cosas.
Algunos deberán superar los sentimientos de culpa, otros deberemos confesarnos,
ser reconciliados, empezar de nuevo…
El pasado está fijo o fijado por siempre, el sufrimiento, las pruebas
para cada uno, son inevitables. Lo importante es ante todo reconocerlas,
reconocer que el sufrimiento existe. Todos podemos apoyarnos en los seres
queridos, los fieles amigos…Pero la batalla es permanente: el sufrimiento puede
abrirnos a la vida, y así encontrarle un sentido?
La respuesta está en las manos de cada uno.
(1) El 15 de septiembre de 1943 parte
el convoy que llevaría a Etty Hillesum, junto con su familia, a la muerte
anónima en Auschwitz. De 28 años, esta joven creyó en la palabra como el único
puente para trascender su propia humanidad. De 1941 a 1943, en una pequeña
habitación de Amsterdam, escribe un diario en el que da cuenta de su camino
espiritual.
(1)
Reflexión Central:
Hosanna!
(Hosanna es una palabra de
origen hebreo que significa 'salve'. Puede ser empleada como
salutación, como expresión de aclamación o admiración, o como petición de
piedad. Es un término usado, por igual, en las liturgias cristiana y judía)
La Liturgia de esta Semana Santa nos invita a volver a
leer y sobre todo a revivir el relato de la Pasión de Jesús. Este año, lo
hacemos en el Evangelio de san Mateo este domingo de ramos y en el de San Juan
el Viernes santo.
El profeta Isaías y San Pablo nos presentan a Jesús
como el "siervo" que se deja instruir. Él que es la Palabra de Dios
hecha carne, a aceptado callarse. No opuso resistencia a los gritos de sus
enemigos. Él, el Hijo de Dios, no se amilanó, no se echó para atrás ante los
ultrajes que le estaban destinados como a un esclavo.
La humillación de la pasión lo ha hecho más cercano a todos los desdichados que no aguantan más. Pensamos en todos aquellos que son reducidos a la miseria, en aquellos que son abandonados a su triste suerte. Y con toda seguridad, no olvidamos los numerosos cristianos que testimonian su fe hasta el martirio. En la cruz, los brazos extendidos de Jesús reúnen a todos los humillados de la tierra.
Los primeros cristianos han visto y o reconocido en Jesús un mártir, un testigo del amor de Dios que es más fuerte que la muerte. Desfigurado por la violencia de los hombres, Él es desde ya transfigurado por su Padre: Él está elevado en la Gloria. En adelante, toda lengua podrá proclamar: "Jesucristo es señor para la Gloria de Dios Padre".
Vamos a vivir juntos esta Semana Santa. Seguiremos a Jesús en el camino hacia el Calvario. Su muerte, el Viernes santo, no es un punto final. Ella es un "pasaje", un tránsito de este mundo hacia el Padre. Es así como Jesús ha venido para abrirnos un camino que permite a toda la humanidad entrar en la gloria del Padre. Unidos cantaremos y proclamaremos: "Acuérdate de Jesucristo resucitado de entre los muertos. Él es nuestra salvación, nuestra gloria eterna".
(2)
Reflexión
“DIOS MIO, DIOS MIO,
PORQUE ME HAS ABANDONADO?”
Durante esta semana
santa, nos reunimos para recordar la pasión de Jesús, para entrar en el gran
misterio de Cristo que opone el
amor a la violencia.
La Pasión (con P mayúscula) es el tema principal de la predicación cristiana. La cruz permanece hoy como el símbolo de un gran sufrimiento pero sobre todo como el signo de un inmenso amor.
Cada uno de los 4
evangelistas tiene un modo particular de contar el relato de la Pasión. Mateo,
como los otros 3 evangelistas tiene sus particularidades.
Mateo se dirige a
judíos convertidos al cristianismo y enriquece y/o complementa sus escritos de
citas del Antiguo Testamento con el objetivo de mostrar que en Cristo se cumple
(se realiza, llega a la plenitud) lo que los profetas habían anunciado.
+
Al narrar el desarrollo del proceso, Mateo afirma que la decisión de condenar a
Jesús a muerte fue tomada desde antes que Él fuera llevado ante el
tribunal. El proceso ha sido una parodia de la justicia.
+
Mateo insiste en la responsabilidad de las autoridades judías y más bien tiende
a atenuar la responsabilidad de Pilato y los
romanos. Él quiere establecer
claramente que Jesús no ha sido condenado por razones políticas sino más bien
por motivos religiosos. Pilato trata (hace intento) de liberar a Jesús
proponiendo el intercambio con otro prisionero, Barrabas; la mujer de Pilato
viene a gemir y suplicarle a su marido para que este no se mezcle en la muerte
de Jesús; en fin, Pilato se lava las manos, para dar a entender que no es responsable
de este crimen.
+
Jesús no ha buscado la cruz. Son los representantes religiosos y la multitud
que lo han condenado a morir para deshacerse de Él. La cruz no ha sido querida
tampoco por Dios Padre, era el castigo impuesto a Jesús por la élite religiosa
y por haberse opuesto a sus maneras de actuar y de hacer, y de comprender
a su modo la alianza con Dios.
+
Jesús habría podido evitar su viaje a Jerusalén, tal como los discípulos se lo
habían recomendado. Pero en lugar de evitar la ciudad santa, El entra de
manera pública y ruidosa.
+
El decide entonces confrontar el poder que se ha propuesto y jurado destruirle.
Actuando así, Cristo hace frente a la opresión y hace visible la injusticia de
nuestro mundo.
+
El amor que se subraya o se destaca en el texto de San Mateo es un amor
traicionado, un amor herido, un amor ridiculizado (ultrajado), un amor
despreciado.
+
Jesús ha sido negado por Pedro, traicionado por Judas, abandonado por sus
discípulos, condenado por el Sanedrín y por Pilato. Los soldados romanos lo han
torturado y la multitud lo ha rechazado sabiendo muy bien que él no era
culpable de nada.
Se le ha expuesto a
todas las humillaciones posibles.
+
Mateo interpela a los cristianos de su tiempo y a (nosotros) cristianos
de hoy y parece decirnos que a pesar de compartir la mesa de Jesús, todos
nosotros somos capaces de traicionar. La Eucaristía, como la ultima cena, es
“la comida de pecadores y de traidores”. Pedro, Judas, y todos los otros
apóstoles comparten el pan con Jesús antes de venderle, de negarle y
abandonarle.
Ayer como hoy, la
comunidad eclesial está compuesta por hombres y mujeres débiles (frágiles) y la
mayoría de las veces, infieles.
+
Cuando Cristo el inocente es condenado a la tortura y a la muerte-la muerte más
terrible que los seres humanos hayan inventado- nadie ha tenido el coraje y o
la valentía de defenderle. Cristo ha sufrido en la soledad total,
abandonado por todos. A través de sus sufrimientos, Él se ha hecho cercano de
los millones de personas que sufren a causa de la injusticia y el rechazo.
+
Sobre la cruz, Jesús ora el salmo 21:
“Dios mío, Dios mío, por qué me has abandonado?” Desde el centro de
su sufrimiento, Cristo nunca ha cesado de invocar la ayuda o el socorro del
Dios, y sin dudar un solo instante que Él le escuchaba. Es la oración de
alguien que sufre, que se atreve a gritar su sufrimiento.
+
La conclusión de la Pasión según San Mateo se encuentra en la proclamación del
oficial romano :
« Verdaderamente este era el Hijo de Dios » (Mt 27,54).
Nosotros los
cristianos, pertenecemos a un pueblo que « se acuerda- hace memoria »
En cada celebración
de la Eucaristía nos acordamos de las palabras de Cristo: “Haced esto en
conmemoración mía”. Una
atenta lectura de la Pasión y de la resurrección de Cristo es parte integral de
esta “memoria”.
Pidamos hoy :
-tener el coraje de algunas mujeres que han acompañado
a Jesús hasta el pie de la cruz,
-contar con la valentía del centurión romano
quien ha reconocido al final que Él era verdaderamente el Hijo de Dios,
-que tengamos la el arrojo del ladrón que le ha defendido
y le ha pedido de dejarle entrar con Él al Reino,
-pidamos el coraje de Nicodemo el fariseo que primero
había venido a visitarle de noche y después de su muerte, sale en pleno día
para ofrecer al señor una tumba donde se pudiera depositar.
El relato de la
Pasión debería abrir nuestros ojos y nuestro corazón. Los criterios para
pertenecer al Reino de Dios serán siempre los de Mateo en el capítulo 25: “Yo tenía hambre y
me habéis dado de comer, yo tenía sed y me habéis dado de beber, yo estaba enfermo,
abandonado, en prisión, en esclavitud…y vos habéis participado en mi
liberación”.
Durante esta semana
de la Pasión, estamos invitados a reflexionar sobre la muerte de Cristo y a
abrir los ojos ante los sufrimientos de nuestro mundo de hoy.
El misterio
Pascual-es decir, el misterio de la muerte y de la resurrección de Cristo- no
es solamente un recuerdo del pasado; es un llamado a compartir nuestra
esperanza y a responder a las necesidades de hoy.
El Evangelista San
Mateo nos invita a reflexionar a propósito del gran amor de Dios hacia cada uno
de nosotros y a imitar este amor en nuestros ambiente
de vida de todos los días.
Conclusión:
Concluyo, retomando las palabras del emérito papa
Benedicto sobre la escena de este domingo de ramos:
"La Iglesia aclama al
Señor en la Santa Eucaristía como aquel que viene hoy, aquel que entra en ella.
Al mismo tiempo, ella lo aclama como aquel que sigue viniendo, que nos guía
hasta el acontecimiento de su venida. Peregrinos, vamos a Él; peregrino, Él
viene hacia nosotros para tomarnos con Él en su Ascensión hacia la cruz y la
resurrección; hacia la Jerusalén definitiva que crece desde ya en medio de este
mundo en la comunión que nos une a su Cuerpo".
Para la revisión de vida:
1. Cuáles son
los principales obstáculos a superar y los esfuerzos más difíciles a realizar
para hacer la pregunta sobre Dios en el mundo de hoy? El hecho de lanzar esta
pregunta produce frutos?
2. He hecho yo antes reproches
al Señor por un resultado o por una situación que yo no me esperaba? Al final de
cuentas, qué he aprendido de esta experiencia? Me ha hecho crecer?
3. Cómo asumo el sufrimiento
propio, de los cercanos a mi familia, del mundo…Es que me esfuerzo por
iluminarlos a la luz de la Palabra? contemplando el crucifijo?
4. Cómo soy testigo del
sufrimiento, de la cruz...Oro o me desanimo? reniego o logro redescubrir en el
silencio lo bonita que es la vida con todo? Logro ver a Dios al otro lado del
túnel?
4. He hecho, hago sacrificios por mi fe, mi familia, por los demás? Es que
lo hago de mala gana o con actitud alegre?
ORACIÓN-CONTEMPLACIÓN
Señor Jesús, guarda viva en mi
memoria
el apoyo fiel del Padre
durante las horas que revivimos
la Pasion.
Sostenidos con el don de Dios,
y el lenguaje de los
discípulos
que se dejan instruir,
siguiendo tus pasos
encontraremos nuestra alegría
e iremos contigo, en esta
Semana Santa,
más allá de la muerte
para llegar ya al umbral de la
vida Nueva.
Referencias:
http://vieliturgique.ca
http://prionseneglise.ca
http://ciudadredonda.org
(para el texto del Evangelio)
http://paroissesaintefamilledevalcourt.org
http://mystereetvie.ocm
http://cursillos.ca (reflexion
del Padre Jacques-Yves- Allard).
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