Viacrucis para nuestro tiempo

EL VIACRUCIS

ORACIÓN PREPARATORIA

Dios, Padre bueno, por amor a nosotros, has enviado a tu Hijo a la tierra, que se hizo obediente hasta la muerte en la cruz, para salvarnos a todos.
- Quiero hoy con mi pensamiento seguir a Cristo en el camino de la cruz, para abrir más ampliamente mi alma a toda bondad sin medida, y comprender mejor la gravedad de mis pecados. Que la contemplación de los sufrimientos de Jesús despierte en mi la contrición sincera, y la voluntad de corregirme.
- Oh María, Madre de los dolores, obtenme de Jesús, esta gracia.
Amén!







PRIMERA ESTACION: JESUS ES CONDENADO A MUERTE

Entonces salió Jesús fuera llevando la corona de espinos y el manto rojo. Pilato les dijo: «Aquí está el hombre.» Al verlo, los jefes de los sacerdotes y los guardias del Templo comenzaron a gritar: «¡Crucifícalo! ¡Crucifícalo!»
(Jn 19,5-6)

¡Tú Señor, estás siempre del lado de aquellos que son acusados injustamente!

Te Adoramos oh Cristo y te bendecimos!
Que por tu Santa Cruz, redimiste al mundo!


 Reflexión:

Hemos interrumpido nuestras actividades del día, para formar ahora un singular tropel. No es una estrella del rock o cualquier otro espectáculo que nos moviliza. No es un fenómeno de calle sensacionalista. Una cruz nos reúne. ¡Un condenado a muerte, que quizás ha pasado desapercibido para muchos de sus contemporáneos! “He aquí el hombre”, tal fue la exclamación de Pilato, tal fue el grito de San Juan Pablo II hace 35 años en la UNESCO. Como es posible? Toda la humanidad significada por el Nazareno? Cuál fue entonces su secreto para irradiar o brillar sobre la multitud? No era Él, el hijo del carpintero abandonado por sus discípulos? Lo vemos aquí ahora entre las manos de Pilato. El gobernador no sabe qué hacer con este reinado que lo supera. Reinado que no es de este mundo. El púrpura del manto, es color del don sin recompensa. He aquí la sangre derramada. La corona de espinas es reino del servidor. He aquí el cuerpo entregado. El Papa Francisco nos interroga: "En este relato de la pasión hay muchos personajes", dijo el Pontífice. "Sólo hago esta pregunta: ¿quién soy yo ante mi Señor, ante Jesús? ¿Con quién de estos personajes me identifico?"
"¿Soy como uno de los que querían matar a Jesús, como Judas que le traicionó, "¿Soy como los discípulos que se dormían mientras el Señor sufría? ¿Mi vida está adormecida? ¿Soy como otro discípulo que quería solucionar todo con la espada? ¿Soy un traidor como Judas, que fingía amar al Señor pero le traicionó?"
"¿Soy como Pilatos ante la dificultad, me lavo las manos y no asumo mi responsabilidad, al contrario, dejo que condenen a un inocente? ¿Soy como los soldados que pegan e insultan humillando a Jesús? ¿Como el Cireneo que ayuda a llevar la cruz? ¿Soy como las valientes mujeres que le acompañan y permanecen orando y llorando ante el sepulcro? ¿Como los sacerdotes que bloquean el sepulcro para defender la doctrina y que no salga la vida?"
"¿Quién soy yo ante la Pasión de mi Señor? Que todas estas preguntas nos acompañen a lo largo de esta celebración!


ORACIÓN PARA IRRADIAR A CRISTO (Del Cardenal Newman)

¡Oh Jesús! Ayúdame a esparcir tu fragancia dondequiera que vaya.
Inunda mi alma de tu espíritu y vida.
Penetra en mí y aduéñate tan por completo de mí que toda mi vida no sea más que una irradiación de la tuya.
Resplandece a través de mí y permanece en mí de tal manera que cada alma con la que entre en contacto pueda sentir tu presencia en mí.
Que, al verme, no me vean a mí, sino a Ti en mí.
Permanece en mí, de suerte que resplandezca con tu mismo resplandor y que mi resplandor sirva de luz para los demás.
Que mí luz venga toda de Ti, oh Jesús: y que ni el rayo más leve sea mío. Sé Tú el que iluminas a otros por mi medio.
Pon en mis labios la alabanza que más te agrada iluminando a otros a mí alrededor. Que, más que con palabras, te pregone con los hechos, con el destello visible del amor que de Ti viene a mí corazón. Amén.











SEGUNDA ESTACIÓN:  JESÚS ES CARGADO CON LA CRUZ

Así fue como se llevaron a Jesús. Cargando con su propia cruz, salió de la ciudad hacia el lugar llamado Calvario (o de la Calavera), que en hebreo se dice Gólgota. (Jn 19,17)

¡Tú, Señor, soportas con nosotros el peso de nuestras penas!

Te Adoramos oh Cristo y te bendecimos!
Que por tu Santa Cruz, redimiste al mundo!

Cristo injustamente condenado, toma la cruz sobre sus hombros. La ha llevado hacia el Calvario, pues es por ella que Él quiere salvarnos. “Si alguno quiere ser mi discípulo, que tome su cruz y me siga”, ha dicho Cristo.
-         Nuestras cruces, son nuestros fracasos, nuestras aflicciones, nuestras preocupaciones, nuestras enfermedades…
-         Señor Jesús, ayúdame a llevar la cruz tras de ti sin quejarme ni recriminar, y que yo consiga la vida eterna.
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Reflexión:

Al Hijo del Hombre le es impuesta la cruz sobre sus hombros. Cada año, la Iglesia recuerda este signo que pone al revés todos nuestros esquemas. _¿Esta mañana, no estamos acaso marchando sobre la más prestigiosa avenida del mundo? ¿No preferiremos ser discípulos de un Dios glorioso? Hemos entendido la precisión de San Juan? “El cargaba su propia cruz”. Cristo no hará economía en su última peregrinación. Nuestro Dios no nos ama por sustitución. Él es el crucificado. Como dice el apóstol, hemos de fijar nuestra mirada en Él. La Cruz nadie la recibe por otro, pero cada persona puesta a prueba sentirá hasta qué punto Jesús lleva su cruz en ella, con ella y por ella. Cristo emprende el camino de la pasión. No seamos espectadores distantes. No seamos voyeristas, simples fisgones o espías del sufrimiento. Cojamos la ruta. Recorrámosla juntos. Tenemos tanta necesidad los unos de los otros.

ORACIÓN

Señor Jesús, te han tomado prisionero como una presa. Pero eres tú que quieres tomarnos con una libertad sin igual. Tú has sido cargado con un fardo tan injusto como irrisorio. Nosotros te miramos sin comprender. El misterio de tu amor nos atrae por lo tanto y nos empuja hacia adelante. Caminamos a tropezones. Pero por tu cruz, vamos a descubrir que hemos sido creados por un amor más grande que nosotros. Bendito seas Tú, oh nuestro rey, por los siglos de los siglos.









TERCERA ESTACIÓN : JESÚS CAE POR PRIMERA VEZ

Pilato se dirigió a los jefes de los sacerdotes y a la multitud. Les dijo: «Yo no encuentro delito alguno en este hombre.» (Lc 23,5)

¡Tú Señor, depositas sobre cada uno de nosotros, tu mirada de amor!

Te Adoramos oh Cristo y te bendecimos!
Que por tu Santa Cruz, redimiste al mundo!

Jesús cae de rodillas bajo el peso de la cruz. Pero no la rechaza, Él se vuelve a levantar para retomarla para llevarla más lejos.
-         Es pesado el fardo de las cruces que a veces pesan sobre nosotros. Caeremos quizás bajo el asalto de las tentaciones y de las adversidades, o nos dejaremos abatir por el desánimo, la tristeza y el desespero…
-         Señor Jesús, guárdame de las caídas, y si yo caigo, ayúdame a volverme a levantar.
Amén!
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Reflexión:

En la Biblia, las cosas importantes se dicen 3 veces. Para acentuar la inmensidad de la gracia o lo desmesurado de la pena. Dios 3 veces santo. La multitud no ha ovacionado a Jesús, hace unos días, por un triple Hosanna! Por qué este cambio? No era bendecido aquel que viene en nombre del Señor? El gobernador romano deberá firmar su acta de condenación. Que Jesús nos tenga piedad 3 veces. Dios Trinidad. En el nombre del Padre, del Hijo, del Santo Espíritu. La señal de la Cruz confiada a nuestra Iglesia. Como lo decía el Cardinal Lustiger, “esta Trinidad, en nombre de la cual hemos sido bautizados, este gesto que es la vestidura del cristiano, la señal de la cruz, la manera más simple de orar”. Tres veces va a caer Jesús.
Escuchemos a Pilato decir con resonancia tres veces que él es “incapaz” de declarar a Jesús culpable.

ORACIÓN:

Señor, el peso de la cruz como la violencia de los hombres es muy pesado. No permitas que nuestros corazones se turben. Danos la seguridad de tu compañía en nuestra noche. Al verte sucumbir bajo este fardo de la cruz, concédenos hacer de nuevo nuestra, la bienaventuranza de los artesanos de la paz, y encontrar los caminos para aliviar cualquier sufrimiento. Amén!


        



CUARTA ESTACIÓN: JESÚS ENCUENTRA A SU MADRE

Cerca de la cruz de Jesús estaba su madre, con María, la hermana de su madre, esposa de Cleofás, y María de Magdala. Jesús, al ver a la Madre y junto a ella al discípulo que más quería, dijo a la Madre: «Mujer, ahí tienes a tu hijo.» Después dijo al discípulo: «Ahí tienes a tu madre.» Y desde aquel momento el discípulo se la llevó a su casa. (Jn 19,25-27)

¡María, ayúdanos a consolar a quienes lloran, ayúdanos a hacer lo posible para que ellos sonrían!

Te Adoramos oh Cristo y te bendecimos!
Que por tu Santa Cruz, redimiste al mundo!

Casi todos han abandonado a Cristo, pero su madre ha permanecido fiel. Ella ha seguido su Hijo, acompañándole en su sufrimiento, y ofreciéndolo por la salvación del mundo.
-         ¡Oh perfección sinigual del amor materno!
-         Madre Santísima, haz que todas las madres consideren inmenso y con todo el corazón la salvación de sus hijos, y que los hijos sepan reconocer y respetar este amor. Amén!
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Reflexión:

Ultima voluntad de Jesús. Testamento emotivo. El Papa Francisco nos dice: Jesús sufre al ver a su madre afligida, y María viendo sufrir a su Hijo. Pero de este común sufrimiento nace la nueva humanidad. «Paz a ti. Te suplicamos, oh Santa llena de gloria, siempre Virgen, Madre de Dios, Madre de Cristo. Eleva nuestra oración a la presencia de tu amado Hijo para que perdone nuestros pecados».
Aprendamos de esta estación a soportar en silencio todos los sufrimientos que la vida nos depara, a confiar en la misericordia de Dios, aunque no entendamos su lógica ni mucho menos por qué ocurren las cosas que tanto nos lastiman y que nos hieren profundamente. Confiemos en que Dios desea lo mejor para cada uno de nosotros, y que no importa lo que suframos y lamentemos, aun la muerte de un ser querido o nuestra propia muerte, estemos seguros que el Señor Dios siempre nos llevará hacia delante y que al final de nuestro peregrinar nos glorificará y nos hará coherederos de su Reino.


ORACIÓN:

Dios te salve, Reina y Madre de misericordia, vida, dulzura y esperanza nuestra, Dios te salve. A ti llamamos los desterrados hijos de Eva;
a ti suspiramos, gimiendo y llorando, en este valle de lágrimas. Ea, pues, Señora, abogada nuestra, vuelve a nosotros, esos tus ojos misericordiosos.
Y, después de este destierro, muéstranos a Jesús, fruto bendito de tu vientre. ¡Oh clemente, Oh piadosa, Oh dulce Virgen María!








QUINTA ESTACIÓN:  SIMON CIRINEO AYUDA A JESÚS A LLEVAR LA CRUZ

Cuando lo llevaban, encontraron a un tal Simón de Cirene que volvía del campo, y le cargaron con la cruz para que la llevara detrás de Jesús.
(Lc 23,26)

¡Tú Señor, a cada uno, le tiendes la mano!

Te Adoramos oh Cristo y te bendecimos!
Que por tu Santa Cruz, redimiste al mundo!

Asociado por este servicio, por este gesto de caridad a la pasión de Jesús, Simón Cirineo ha recibido la gracia de la FE y la salvación eterna.
-         Nosotros también, debemos saber ayudarnos portando la cruz de unos y otros: manifestar atención y ternura, compasión, consolar e infundir ánimo, socorrer a nuestros hermanos en la pena o la necesidad. Cristo ha dicho: «En verdad les digo que, todo cuanto hicieron con alguno de los más pequeños de estos mis hermanos, me lo hicieron a mí.» (cfr. Mt 25,40).
-         Señor Jesús, haz que en cada uno de mis hermanos y hermanas yo reconozca tu presencia. Amén
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Reflexión:

¡Llevar la cruz tras Jesús! Hemos escuchado bien. Simón Cirineo, en su generosidad, atención y bondad, sostiene al Señor en su sufrimiento, pero él no le supera. Es Cristo quien es la Cabeza del Cuerpo. Nosotros le seguimos. Él monta hacia el Gólgota. Simón Cirineo nos representa, si se puede decir. Dios, en su humanidad, no hace economía con el peso de la cruz. El ser humano la lleva humildemente con él, mas es Jesús de Nazaret el crucificado entregado por la multitud. ¿Seremos hoy Simón Cirineo para nuestros hermanos? ¿No tenderemos más bien a huir al llamado a la fraternidad que se refleja dolorosamente en el rostro de nuestros contemporáneos? No nos quedemos egoístamente en nuestro pequeño rincón. El Señor pasa delante de nosotros. ¿Lo hemos reconocido?

ORACIÓN:

Señor, concédenos la fuerza y la humildad para unirnos a tu agonía en tu sufrimiento. Presérvanos de contar, de llevar cuentas de la ayuda que deberíamos darles a quienes cruzamos. Tú has consentido portar las debilidades que no son las tuyas. Cuando nuestros hermanos sucumban ante las dificultades, permítenos en la fe, estar a su lado. Haz Señor que se levanten los Simón Cirineo que espera la humanidad herida.




  


SEXTA ESTACIÓN:  LA VERÓNICA ENJUGA EL ROSTRO DE JESÚS

“Siempre tienen a los pobres con ustedes, pero a mí no me tendrán siempre. Al derramar este perfume sobre mi cuerpo, ella preparaba mi entierro. En verdad les digo: dondequiera que se proclame el Evangelio, en todo el mundo, se contará también su gesto, y será su gloria.» (Mt 26,11-13)

¡Señor, Tú cuidas de todos aquellos que están agotados, heridos por la vida!

Te Adoramos oh Cristo y te bendecimos!
Que por tu Santa Cruz, redimiste al mundo!

La multitud se mofa de Jesús, lo golpea, lo empuja. Pero Verónica, mujer justa, sabe que Él es inocente. Desafiando la multitud desenfrenada, ella se precipita y enjuaga el rostro de Jesús. Segura, fuerte y convencida de su FE, no le teme a nadie.
-         Señor Jesús, que tu Gracia asegure mi fe, la fortalezca, para que nunca me sonroje de Ti, y que siempre y en todo lugar, sin vacilaciones, yo dé testimonio tuyo.
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Reflexión:

Verónica ha enjugado el santo rostro de Jesús en el camino de la cruz. Quién es esta mujer valiente, plena de compasión hacia nuestro Redentor? La hemos llamado Verónica! Ieros Ikon, que quiere decir imagen sagrada. Así entonces, por los siglos de los siglos, se les llama así a todas aquellas personas que sienten compasión, que hoy aun, enjugan el rostro entumecido de las victimas del mal. ¿Seremos nosotros “Verónica” para nuestros hermanos y hermanas?


ORACIÓN :

¡Señor Jesús, tu rostro está magullado y desfigurado por nuestra lasitud! ¿Cómo es posible que Tú, el más bello de los hijos de los hombres, llegues a ser el sufriente justo? ¿Será justo en ese momento crucial, que la belleza de tu amor brilla con intensidad? El profeta Isaías había pintado tu retrato, muchos siglos antes de tu venida. Los testigos de tu amor dan besos a los leprosos sin sentir repugnancia. Verónica ha desafiado la multitud que se burlaba de ella. Ella ha conservado para siempre, las líneas de tu rostro entre nosotros. “Yo busco el rostro, el rostro del Señor. Yo busco su imagen, en el fondo de sus corazones”.





  


SÉPTIMA ESTACION: JESÚS CAE POR SEGUNDA VEZ

Pilato convocó a los jefes de los sacerdotes, a los jefes de los judíos y al pueblo y les dijo: «Ustedes han traído ante mí a este hombre acusándolo de sublevar al pueblo. Pero después de interrogarlo en presencia de ustedes, no he podido comprobar ninguno de los cargos que le hacen. (Lc 23,13-14)

¡Señor, Tú acoges a todos en tu amor!

Te Adoramos oh Cristo y te bendecimos!
Que por tu Santa Cruz, redimiste al mundo!

A pesar de la ayuda de Simón Cirineo, Jesús, se debilita, tropieza y cae por segunda vez. En un sobresalto de energía, se vuelve a levantar y prosigue su camino.
-         En cuanto a nosotros, cualesquiera sean nuestras buenas resoluciones, ¡cuántas veces no hemos cedido a las mismas tentaciones! ¡Nosotros somos débiles, y a menudo cómplices de nuestras malas inclinaciones!
-         ¡Señor Jesús, libérame de las faltas cometidas por costumbre o lasitud! ¡Por tu gracia vuélveme a poner en el camino del bien!
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Reflexión :

Jesús de Nazaret recorría los pueblos y ciudades, haciendo el bien. Curaba los enfermos, liberaba a los pecadores de todo mal. Predicaba la paz, las bienaventuranzas. ?o era él todo para todos? ¿Literalmente devorado por la multitud? He aquí que se le reprocha haber desorientado al pueblo, de haberlo sacado del camino recto. El mismo Pilato está perplejo. Su jurisdicción no puede comprender quién es Jesús en verdad. Por segunda vez, él no ha encontrado nada condenable en este hombre. Pilato es prefecto del derecho romano, el garante de la paz del imperio. Pilato está ante el príncipe de la paz. Por segunda vez, Jesús vacila, titubea, es muy pesada esta injustica. Las burlas del pretorio y de la multitud se hacen insoportables…El Señor se derrumba ante el yugo del odio. Se estigmatiza al Bien Amado.


ORACIÓN :

Señor Jesús, mientras que te ves aplastado por el madero de tu cruz, llevas dentro de Ti, silenciosamente el dolor de la humanidad. Tú lo sabes mejor que nadie, uno no corre tras la cruz. Pero cuando la cruz se perfila en nosotros, uno se siente terriblemente solo al asumirla. Ven en ayuda de todos aquellos que caen hoy en el duro combate de la existencia. Permítenos comulgar con su dignidad que aspira a volverse a levantar.

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OCTAVA ESTACIÓN : JESUS ENCUENTRA LAS MUJERES DE JERUSALEN

Lo seguía muchísima gente, especialmente mujeres que se golpeaban el pecho y se lamentaban por él. Jesús, volviéndose hacia ellas, les dijo: «Hijas de Jerusalén, no lloren por mí. Lloren más bien por ustedes mismas y por sus hijos. Porque llegarán días en que se dirá: «Felices las mujeres que no tienen hijos. Felices las que no dieron a luz ni amamantaron.» Entonces dirán: «¡Que caigan sobre nosotros los montes, y nos sepulten los cerros!»
Porque si así tratan al árbol verde, qué harán con el seco?»
Junto con Jesús llevaban también a dos malhechores para ejecutarlos.
(Lc 23,27-32)

¡Señor, Tú llamas a cada uno de nosotros a oponerse al mal!

Te Adoramos oh Cristo y te bendecimos!
Que por tu Santa Cruz, redimiste al mundo!

Jesús, completamente adolorido, en medio del sufrimiento no piensa en sí mismo. Él consuela y reconforta: no lloren por mí. Lloren más bien por ustedes mismas y por sus hijos.”
-         A menudo, nosotros solo nos preocupamos por nosotros mismos y exigimos más a los demás.
-         ¡Señor Jesús, líbrame del egoísmo y abre mi corazón a la misericordia y a la compasión!

Reflexión:

Camino al Gólgota hay muchos que se burlan. Pero también hay, muchos, sobre todo, muchas que lloran. Su corazón sangra ante la más injusta de las condenaciones. Sus lágrimas son evidentemente en favor de la víctima. ¿Acaso no siguen cayendo esas lágrimas todavía, sobre cada uno de nosotros? Lamentaciones que traducen la impotencia ante la dureza del proceso infligido al Hijo del Hombre. ¿Sabemos nosotros aun llorar hoy? ¿Sabemos aún darnos golpes de pecho? Por lo tanto el Señor nos dice:  Hijas de Jerusalén no lloren por mí. Lloren más bien por ustedes mismas y por sus hijos.” El discípulo de Cristo llora con quien llora y se regocija con aquel que está alegre.


ORACIÓN:

Señor Jesús, nuestro corazón conoce de repente el fenómeno de la balanza. O bien nos fijamos en la insensible dureza, o bien nos perdemos en una afección superficial. No vemos con justeza las razones para llorar. Tu eres el Santo, todo el mundo se burla de ti. Nuestro corazón está impregnado de frialdad. La emoción nos gana. Nosotros no contamos más que con nuestros ojos para llorar, mientras que Tu haces la ofrenda de tu vida. La mañana de Pascua, nosotros lloramos de alegría. Tú el que está vivo. Cambia profundamente nuestras emociones y nuestros sentimientos hacia nuestros hermanos.






  
NOVENA ESTACIÓN: JESUS CAE POR TERCERA VEZ

Por tercera vez Pilato les dijo: «Pero, ¿qué mal ha hecho este hombre? Yo no he encontrado nada que merezca la muerte; por eso, después de azotarlo, lo dejaré en libertad.» Pero ellos insistían a grandes voces pidiendo que fuera crucificado, y el griterío iba en aumento.  (Lc 23,22-23)

¡Tú Señor acompañas a quienes no pueden más!

Te Adoramos oh Cristo y te bendecimos!
Que por tu Santa Cruz, redimiste al mundo!

Jesús tropieza aún y cae por tierra. Pero el corazón es fuerte. Él irá hasta el fin, llevando con Él la cruz del peso de nuestros pecados y del mundo.
-         Fatigante y ruda puede ser también la ruta de la abnegación, del sacrificio, de la entrega total, de la honestidad. ¿Pero que no haría uno, como los santos, por Cristo y su Reino?
-         Señor Jesús, concédeme la fuerza de perseverar en tu amor y en el camino del bien.


Reflexión:

Por tercera vez Pilato se siente desconcertado. En verdad, no hay nada de reprensible en este galileo. Él es predicador y artesano del amor. Por qué este encarnizamiento contra él? El gobernador es un hombre pragmático. En consciencia, el no sabria cómo condenar a Jesús, pero no puede perder su autoridad. Él negocia de manera burlona. ¿Infligiría un castigo a Jesús para asfixiar al odio? Nada hace. Ésta medida a medias es la de la lasitud. La multitud grita más fuerte aún. Ellos no saben lo que hacen, pero Pilato va a ceder por una tranquilidad política. Por tercera vez, Jesús está por tierra. La tierra…símbolo de humildad. Cómo es de difícil doblar la rodilla para reconocer el terrible peso de nuestro orgullo. Charles Peguy acaso no hablaba “de la bella genuflexión del hombre libre”? Aquí Jesús, está extendido en el suelo. Su divinidad es más fuerte aún. Él consiente, permite ser aquel que la incomprensión aplasta.


ORACION

Señor Jesús, tu caes de nuevo bajo el peso del pecado del hombre. ¿Cómo has 
soportado Tú esta humillación? ¿Hasta dónde irán los hijos de los hombres en el insulto a tu gloria? ¿Es posible que tu despojo y desnudez sea la vía del reino? Honor y Gloria a Ti. De nuestro corazón sube la triple invocación: “¡Señor ten piedad, Oh Cristo ten piedad, Señor ten piedad!”







DÉCIMA ESTACION: JESUS ES DESPOJADO DE SUS VESTIDURAS

Los soldados romanos llevaron a Jesús al patio del palacio y reunieron a toda la tropa en torno a él. Le quitaron sus vestidos y le pusieron una capa de soldado de color rojo.
Después le colocaron en la cabeza una corona que habían trenzado con espinos y en la mano derecha le pusieron una caña. Doblaban la rodilla ante Jesús y se burlaban de él, diciendo: «¡Viva el rey de los judíos!» Le escupían en la cara, y con la caña le golpeaban en la cabeza.
Cuando terminaron de burlarse de él, le quitaron la capa de soldado, le pusieron de nuevo sus ropas y lo llevaron a crucificar. (Mt 27,27-31)

¡Señor te pedimos por quienes no tienen ni techo, ni pan, ni trabajo!

Te Adoramos oh Cristo y te bendecimos!
Que por tu Santa Cruz, redimiste al mundo!

El camino de la cruz se acaba. Se ha llegado a la cima del calvario, también es la última humillación infligida a Jesús. Helo aquí expuesto a la risa del público.
-         El sufrimiento de Jesús expía nuestros pecados de impudor y sensualidad.
-         Señor Jesús, crea en mí un corazón puro. Consérvame en la castidad requerida por mi estado. Amén!
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Reflexión:

Nuestro Señor es centro de burlas. Cómo no pensar esta mañana, en nuestros hermanos de Oriente y del extranjero, perseguidos a causa del Evangelio. ¿Cómo no pensar en todos aquellos que son intimidados en nuestro país, nuestras comunidades, con burlas, por el simple motivo de su ética y de su fe? Hoy, a muchos todavía, les cuesta creer, esperar y amar. El discípulo no es superior a su maestro. Felices, bienaventurados, son los misericordiosos, ellos obtendrán el perdón del Señor. Aquel que no renuncia a sí mismo no puede ser amigo de Cristo.


ORACIÓN :

Oremos juntos con el autor del salmo 68:

Por ti fue que soporté el insulto, y la vergüenza me cubrió la cara; me volví como un extraño a mis hermanos, un desconocido para los hijos de mi madre.
Si me visto de luto, ellos se burlan de mí. Respóndeme, Señor, pues tu amor es bondad, vuélvete hacia mí por tu gran misericordia. No escondas a tu siervo tu rostro, me siento angustiado, respóndeme pronto.
Ven, acércate a mí y rescátame, líbrame de tantos enemigos.
Tú conoces mi humillación, mis adversarios están todos a tu vista.
Tanta ofensa me ha partido el corazón, mi vergüenza y confusión son irremediables. Esperé compasión, pero fue en vano, alguien que me consolara, y no lo hallé. En mi comida me echaron veneno, y para la sed me dieron vinagre.





  

ONCEAVA ESTACION: JESUS ES CLAVADO EN LA CRUZ

Al llegar al lugar llamado de la Calavera, lo crucificaron allí, y con él a los malhechores, uno a su derecha y el otro a su izquierda. (Mientras tanto Jesús decía: «Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen.») Después los soldados se repartieron sus ropas echándolas a suerte.
La gente estaba allí mirando; los jefes, por su parte, se burlaban diciendo: «Si salvó a otros, que se salve a sí mismo, ya que es el Mesías de Dios, el Elegido.»
(Lc 23,33-35)

¡Señor Jesús, por tu muerte en la cruz, abres grandes los brazos del perdón y la MISERICORDIA, hacia toda la humanidad!

Te Adoramos oh Cristo y te bendecimos!
Que por tu Santa Cruz, redimiste al mundo!

Clavan a Jesús en la cruz, mientras que Él ora por aquellos que lo han entregado a la muerte: “¡Padre, perdónalos, porque ellos no saben lo que hacen!”
 ¿Quién de entre nosotros no ha sufrido injusticias, ultrajes o humillaciones? Pero la fe renuncia a la venganza, ella enseña el perdón de las ofensas.
Señor Jesús, te suplico, enséñame a perdonar, aun a mis más grandes enemigos, para obtener así la gracia de tu misericordia.
Amén!
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Reflexión

¿Sabían ustedes que los artistas cristianos no han osado representar Jesús Crucificado antes del siglo V?, ya que la cruz era un signo de infamia? Mas la señal de la cruz está atestada desde el siglo XII. Es un acto de fe. Con la señal de la cruz, se afirma que nuestra salvación viene de la pasión del Señor sobre este madero, árbol de vida. Nuestro Señor acaba su peregrinación en la tierra entre dos malhechores. ¿Nos habrán engañado? ¿Cómo un crucificado puede ser, en su persona, la salvación del género humano? Escuchemos a Romano Guardini: “Cuando hagas la señal de la Cruz, procura que esté bien hecha. No tan de prisa y contraída, que nadie la sepa interpretar. Una verdadera cruz, pausada, amplia, de la frente al pecho, del hombro izquierdo al derecho. ¿No sientes cómo te abraza por entero? Haz lo posible por recogerte; concentra en ella tus pensamientos y tu corazón, según la vas trazando de la frente al pecho y a los hombros, y verás que te envuelve en cuerpo y alma, de ti se apodera, te consagra y santifica.»


ORACIÓN

Señor Jesús, te hallamos aquí sobre el signo de la indignidad. Tú el inocente, el cordero sin mancha, Tu poder se manifiesta en la debilidad y el sufrimiento. Tú eres el Hijo Bien Amado. Todo el amor del Padre está en TI. Tú que has obedecido perfectamente al padre, que tu cruz transfigure nuestras cruces. Ella es el signo del amor. Sobre ella, muriendo Tú, has salvado a la humanidad. Por ella, Tú santificas a todo el género humano hasta lo más profundo de su ser. Nuestra fe cristiana encuentra, en tu cruz, el signo de tu adhesión, de tu solidaridad con nosotros. ¡He aquí la cruz que redime al mundo!







DECIMOSEGUNDA ESTACION: JESÚS MUERE EN LA CRUZ

Hacia el mediodía se ocultó el sol y todo el país quedó en tinieblas hasta las tres de la tarde. En ese momento la cortina del Templo se rasgó por la mitad, y Jesús gritó muy fuerte: «Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu». Y dichas estas palabras, expiró. El capitán, al ver lo que había sucedido, reconoció la mano de Dios y dijo: «Realmente este hombre era un justo.» Y toda la gente que se había reunido para ver este espectáculo, al ver lo ocurrido, comenzó a irse golpeándose el pecho.
Estaban a distancia los conocidos de Jesús, especialmente las mujeres que lo habían acompañado desde Galilea, y todo esto lo presenciaron ellas.

¡Señor por tu muerte en la cruz, Tú nos muestras tu amor!

Te Adoramos oh Cristo y te bendecimos!
Que por tu Santa Cruz, redimiste al mundo!

La obra de la redención se ha consumado. “¡Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu!”
-         Estas fueron las últimas palabras de nuestro Salvador.
-         Cristo ha dado su vida por nuestros pecados y nos ha obtenido la vida bienaventurada y eterna en el cielo.
-         Señor Jesús, que tu sacrificio por mí no sea en vano. De los lazos del mal, líbrame, y condúceme sobre tu camino de luz, para que yo pueda cuando venga la hora, poner en paz mi alma entre tus manos.
Amén!

Reflexión :

El velo del templo se rasga. Todo está consumado. Jesús se abandona al Padre. Él bien podría rechazar este cáliz, pero Él se confía de nuevo en Aquel que lo ha enviado. Su muerte es un fracaso, ante los ojos humanos. Y, por lo tanto, su muerte conlleva una luz que encandila al centurión. El mismo universo está de luto. Es la oscuridad. Cristo, el Señor, Él es digno, de tomar el libro y abrir sus sellos. Ya que Él ha sido inmolado, comprando para Dios, con el precio de su sangre a toda la humanidad. Él ha hecho de nosotros para nuestro Dios, un Reino de sacerdotes que reinarán sobre la tierra. Él es digno, el cordero degollado, de recibir poder y riqueza, sabiduría y fuerza, honor, gloria y alabanza. Se ha matado al amor. El amor no es amado. El Papa Francisco nos dice : "La cruz nos indica una forma distinta de medir el éxito: a nosotros nos corresponde sembrar, y Dios ve los frutos de nuestras fatigas. Si alguna vez nos pareciera que nuestros esfuerzos y trabajos se desmoronan y no dan fruto, tenemos que recordar que nosotros seguimos a Jesucristo, cuya vida, humanamente hablando, acabó en un fracaso: en el fracaso de la cruz.

ORACIÓN:

El Señor Jesús acaba de expirar, de entregar su espíritu. Recojámonos en un momento de silencio. Integremos en nuestros corazones y en nuestros espíritus, el rumor de la ciudad.   Pensemos por un momento en todos nuestros seres queridos que han muerto, en los agonizantes, en todos los que han muerto hoy. 
Gracias, Señor Jesús, Dios y Redentor nuestro, por tu sangre derramada para salvación nuestra. Alabada y bendita por siempre sea la Pasión y Muerte de nuestro Señor Jesucristo. Que tu sangre, Señor, que conduce a nueva vida, nos renueve por siempre y borre la culpa que ahora nos condena.







DECIMOTERCERA ESTACIÓN:  JESUS ES BAJADO DE LA CRUZ

Intervino entonces un hombre bueno y justo llamado José, que era miembro del Consejo Supremo, pero que no había estado de acuerdo con los planes ni actos de los otros. Era de Arimatea, una ciudad de Judea, y esperaba el Reino de Dios. Se presentó, pues, ante Pilato y le pidió el cuerpo de Jesús.
Después de bajarlo de la cruz, lo envolvió en una sábana y lo depositó en un sepulcro nuevo cavado en la roca, donde nadie había sido enterrado aún.
(Lc 23,50-53)

¡Señor Jesús, junto a María tu madre y nuestra madre, te pedimos por la Iglesia!

Te Adoramos oh Cristo y te bendecimos!
Que por tu Santa Cruz, redimiste al mundo!

Bajan de la cruz el cuerpo inerte de Jesús, y María, su madre, lo recibe en sus rodillas. Una espada de dolor atraviesa su corazón, y sus lágrimas caen sobre la carne maltratada de su divino Hijo. ¡Insondable es la compasión de María con Jesús por la redención de nuestros pecados!
-         Madre Santísima, tu nos fuiste dada por Madre por tu Hijo Jesús muriendo en la cruz. Yo te suplico, intercede por mí, Madre buena, condúceme a Jesús. Amén!
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Reflexión:

Cuántos José de Arimatea, en el fondo de ellas mismos, no deseaban esta violencia contra Jesús?  Cuántos son los José de Arimatea que recogen el Santo Cuerpo del Señor? Los romanos dejaban que los condenados fueran presa de las aves de rapiña. El judeo-cristianismo se ha preocupado por la sepultura. Es necesario que la sepultura de Jesús sea digna. Cuidar, esmerarse por el cuerpo de Jesús, ¿es menester ayer como hoy? En nuestros hospitales, en las regiones en guerra, ¡en todos los lugares del planeta golpeados por las catástrofes…Es necesario venerar el cuerpo sufriente! Amar a Jesús en los más pobres. Cuidar de la Iglesia, pequeño rebaño. Creer que la Iglesia es bella cuando ella muestra a Jesús. Querer que el cuerpo de Cristo sea nuestro único sacramento.


ORACIÓN:

Oh ustedes a quienes golpea el sufrimiento
Y que la esperanza abandona,
Miren este hombre en la cruz.
Es a ustedes que Él tiende los brazos.
Oh ustedes todos que sufren por la insolencia,
Ustedes los pequeños sin importancia,
Miren este hombre en la cruz.
Por su muere renace el derecho.
Oh ustedes todos en quienes habita la impaciencia,
Y quieren dar rienda suelta a la venganza,
Miren este hombre en la cruz.
Ante la injuria, está sin voz.
Oh ustedes todos a quienes golpea la sentencia
Que persigue sus creencias,
Miren este hombre en la cruz,
Su ejemplo, expresa la FE.
Oh Cruz de Jesús, que has elevado en el centro de la historia la revelación del amor, sublime cruz en el cual el fruto hace revivir, tú eres nuestra única esperanza!
Tus brazos nos da el Cuerpo que nos sostiene en su gracia.






CATORCEAVA ESTACIÓN: EL CUERPO DE JESUS ES DEPOSITADO EN LA TUMBA

Tomaron el cuerpo de Jesús y lo envolvieron en lienzos con los aromas, según la costumbre de enterrar de los judíos.
En el lugar donde había sido crucificado Jesús había un huerto, y en el huerto un sepulcro nuevo donde nadie todavía había sido enterrado.
Como el sepulcro estaba muy cerca y debían respetar el Día de la Preparación de los judíos, enterraron allí a Jesús.
(Juan 19,40-42)

Te Adoramos oh Cristo y te bendecimos!
Que por tu Santa Cruz, redimiste al mundo!

Los funerales de Jesús son muy sencillos: Nicodemo, José de Arimatea, san Juan, María y algunas mujeres…Descienden el cuerpo sagrado al sepulcro. No por mucho tiempo. El día de la Resurrección está cerca- cada uno de nosotros deberá morir. Cuándo? Nadie lo sabe. Poco importa el brillo de nuestros funerales. Una sola cosa importa : es el de estar preparados para comparecer ante el Señor.
- Señor Jesús, guárdame de una muerte repentina. Permíteme tener un tiempo de penitencia. Que tu Cuerpo sagrado, recibido en la santa comunión, me done la fuerza para bien realizar este gran pasaje, y acógeme en tu Reino. Amén!


Reflexión :

¡Una tumba que no ha sido ocupada aún por ningún cuerpo! Como para decirnos que la muerte de Jesús no tendrá la última palabra. Desde ya, el domingo de ramos, Jesús se había servido de un borrico en el cual nadie había montado. Cualquier cosa inédita va a pasar. El sepulcro es nuevo. El sepulcro está habitado por el poder del amor. La larga noche de sábado santo no se quedará sin aurora. El cementerio es lugar de dormitación. Lugar de espera. Jesús va a levantarse. Su Padre no abandonará aquel que ha amado los suyos hasta el final. La resurrección del cuerpo se nos promete también a nosotros.


ORACION

Oremos con Santa Teresa de Ávila que dice en una de sus poesías:

¿qué mandáis hacer de mí?
Vuestra soy, pues me criastes,
vuestra, pues me redimistes,
vuestra, pues que me sufristes,
vuestra pues que me llamastes,
vuestra porque me esperastes,
vuestra, pues no me perdí:

¿qué mandáis hacer de mí?..
Dadme Calvario o Tabor,
desierto o tierra abundosa;
sea Job en el dolor,
o Juan que al pecho reposa;
sea viña fructuosa
o estéril, si cumple así:

¿qué mandáis hacer de mí?
Sea José puesto en cadenas,
o de Egipto adelantado,
o David sufriendo penas,
o ya David encumbrado;
sea Jonás anegado,
o libertado de allí:

¿qué mandáis hacer de mí?
Esté callando o hablando,
haga fruto o no le haga,
muéstreme la ley mi llaga,
goce de Evangelio blando;
esté penando o gozando,
sólo vos en mí vivid:

¿qué mandáis hacer de mí?
Vuestra soy, para vos nací,
¿qué mandáis hacer de mí?



ORACIÓN FINAL

Señor Dios, acoge favorablemente la oración en la cual nos hemos esforzado con la veneración del camino de la cruz de tu hijo.
Te damos gracias por todos los buenos pensamientos que nos has inspirado durante este trayecto. Haz que nuestras resoluciones de cambio sean firmes. Que el recuerdo de la Pasión y muerte de tu Hijo Jesucristo nos preserve del pecado y despierta en nosotros el gusto por lo bueno, lo bello y lo verdadero y conducirnos así a la obtención de la vida eterna. ¡Amén!




Referencias:



Ecole Saint-Louis de Ploërmel à partir des récits de la Passion





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