martes, 18 de abril de 2017

Viviendo la Pascua día a día: 18 de abril del 2017: martes de la Octava de Pascua


La Buena Noticia concierne a todo el mundo, incluyendo a "quienes están lejos", como lo subraya Pedro en su discurso. Si la muerte es el lote (heredad) de todos los humanos, el anuncio de la Resurrección toca igualmente y de manera parecida a cada uno de nosotros.



Primera lectura
Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles (2,36-41):

El día de Pentecostés, decía Pedro a los judíos: «Todo Israel esté cierto de que al mismo Jesús, a quien vosotros crucificasteis, Dios lo ha constituido Señor y Mesías.»
Estas palabras les traspasaron el corazón, y preguntaron a Pedro y a los demás apóstoles: «¿Qué tenemos que hacer, hermanos?»
Pedro les contestó: «Convertíos y bautizaos todos en nombre de Jesucristo para que se os perdonen los pecados, y recibiréis el don del Espíritu Santo. Porque la promesa vale para vosotros y para vuestros hijos y, además, para todos los que llame el Señor, Dios nuestro, aunque estén lejos.»
Con estas y otras muchas razones les urgía, y los exhortaba diciendo: «Escapad de esta generación perversa.»
Los que aceptaron sus palabras se bautizaron, y aquel día se les agregaron unos tres mil.

Palabra de Dios

Salmo
Sal 32,4-5.18-19.20.22

R/. La misericordia del Señor llena la tierra

La palabra del Señor es sincera,
y todas sus acciones son leales;
él ama la justicia y el derecho,
y su misericordia llena la tierra. R/.

Los ojos del Señor están puestos en sus fieles,
en los que esperan en su misericordia,
para librar sus vidas de la muerte
y reanimarlos en tiempo de hambre. R/.

Nosotros aguardamos al Señor:
él es nuestro auxilio y escudo.
Que tu misericordia, Señor,
venga sobre nosotros,
como lo esperarnos de ti. R/.

Evangelio de hoy
Lectura del santo evangelio según san Juan (20,11-18):

En aquel tiempo, fuera, junto al sepulcro, estaba María, llorando. Mientras lloraba, se asomó al sepulcro y vio dos ángeles vestidos de blanco, sentados, uno a la cabecera y otro a los pies, donde había estado el cuerpo de Jesús.
Ellos le preguntan: «Mujer, ¿por qué lloras?»
Ella les contesta: «Porque se han llevado a mi Señor y no sé dónde lo han puesto.»
Dicho esto, da media vuelta y ve a Jesús, de pie, pero no sabía que era Jesús.
Jesús le dice: «Mujer, ¿por qué lloras?, ¿a quién buscas?»
Ella, tomándolo por el hortelano, le contesta: «Señor, si tú te lo has llevado, dime dónde lo has puesto y yo lo recogeré.»
Jesús le dice: «¡María!»
Ella se vuelve y le dice: «¡Rabboni!», que significa: «¡Maestro!»
Jesús le dice: «Suéltame, que todavía no he subido al Padre. Anda, ve a mis hermanos y diles: "Subo al Padre mío y Padre vuestro, al Dios mío y Dios vuestro."»
María Magdalena fue y anunció a los discípulos: «He visto al Señor y ha dicho esto.»

Palabra del Señor

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Un regalo que sacude e invita al cambio

Mientras no se crea en la implicación que tiene nuestra humanidad en el misterio de la pasión y muerte de Cristo no puede uno adherirse y o abrazar la FE. Muchos se preguntan por cultura general o por mera y simple historia quién fue el culpable de la muerte de Jesús y la respuesta es "todos fuimos culpables", "La humanidad entera" por su pecado: los hombres y mujeres tanto de ayer como de hoy causaron la muerte de Jesús.

Pedro le dice a los judíos : "que todo el pueblo de Israel reconozca que a este Jesús crucificado por ustedes, Dios lo ha nombrado Señor y Mesías." Pero la proposición "por" puede tener doble sentido: por culpa de ellos (nosotros fue crucificado)  o también por su (nuestra) salvación.

Por eso las palabras de Pedro sacuden al auditorio. Dios ofrece la reconciliación a quienes escuchan a Pedro y a los apóstoles. Jesús ofrece la vida como un regalo! Esta buena noticia los toca (nos toca) en lo más profundo. Esta oferta válida y valiosa para todos y por siempre, llama a aquellos que la reciben  a una transformación concreta y profunda de su vida.

Mientras, en el Evangelio vemos cómo es difícil para María Magdalena creer que Jesús está vivo. Aunque ella ve ángeles en el sepulcro vacío,  esto no es suficiente para ella. Ella ve a Jesús, pero no lo reconoce. Entonces qué es lo que le da la fe? ocurre en el momento en el cual Jesús la llama por su nombre,  entonces es cuando  ella por fin comprende!


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