6 de octubre del 2019: 27º Domingo del Tiempo Ordinario (C)
Servicio antes que todo
Estamos en el mes de octubre, y
como nos lo ha sugerido el papa Francisco, mes dedicado a una gran misión
extraordinaria, donde todos los bautizados estamos invitados a manifestar que
somos enviados y por tanto evangelizadores…Es un tiempo en el que la Palabra de
Dios anunciada por los misioneros nos hace más sensibles a las cosas del
espíritu, a las verdades que proclama nuestra fe.
Que la Palabra que escuchamos
este domingo, nos ayude a reavivar el don de Dios, que es un espíritu de
fuerza, de amor y de ponderación.
Abramos
hoy nuestro corazón a Dios. Él ha
sembrado la semilla de la fe que nos permite realizar lo imposible: enviar un
árbol a plantarse en el mar. Es esta fe la que nos da la fuerza para permanecer
fieles a nuestros compromisos de todos los días.
Que esta
celebración despierte en nosotros el don de la FE, para testimoniarla y ponerla al servicio de nuestros hermanos.
Primera
lectura
Lectura
de la profecía de Habacuc (1,2-3;2,2-4):
¿Hasta cuándo, Señor,
pediré auxilio sin que me oigas,
te gritaré: ¡Violencia!,
sin que me salves?
¿Por qué me haces ver crímenes
y contemplar opresiones?
¿Por qué pones ante mí
destrucción y violencia,
y surgen disputas
y se alzan contiendas?
Me respondió el Señor:
Escribe la visión y grábala
en tablillas, que se lea de corrido;
pues la visión tiene un plazo,
pero llegará a su término sin defraudar.
Si se atrasa, espera en ella,
pues llegará y no tardará.
Mira, el altanero no triunfará;
pero el justo por su fe vivirá.
Palabra de Dios
¿Hasta cuándo, Señor,
pediré auxilio sin que me oigas,
te gritaré: ¡Violencia!,
sin que me salves?
¿Por qué me haces ver crímenes
y contemplar opresiones?
¿Por qué pones ante mí
destrucción y violencia,
y surgen disputas
y se alzan contiendas?
Me respondió el Señor:
Escribe la visión y grábala
en tablillas, que se lea de corrido;
pues la visión tiene un plazo,
pero llegará a su término sin defraudar.
Si se atrasa, espera en ella,
pues llegará y no tardará.
Mira, el altanero no triunfará;
pero el justo por su fe vivirá.
Palabra de Dios
Salmo
Sal
94,1-2.6-7.8-9
R/. Ojalá escuchéis hoy la voz del Señor: «No endurezcáis vuestro corazón».
V/. Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos. R/.
V/. Entrad, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía. R/.
V/. Ojalá escuchéis hoy su voz:
«No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masa en el desierto;
cuando vuestros padres me pusieron a prueba y me tentaron,
aunque habían visto mis obras». R/.
R/. Ojalá escuchéis hoy la voz del Señor: «No endurezcáis vuestro corazón».
V/. Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos. R/.
V/. Entrad, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía. R/.
V/. Ojalá escuchéis hoy su voz:
«No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masa en el desierto;
cuando vuestros padres me pusieron a prueba y me tentaron,
aunque habían visto mis obras». R/.
Segunda
lectura
Lectura
de la segunda carta del apóstol san Pablo a Timoteo (1,6-8.13-14):
Querido hermano:
Te recuerdo que reavives el don de Dios que hay en ti por la imposición de mis manos, pues Dios no nos ha dado un espíritu de cobardía, sino de fortaleza, de amor y de templanza. Así pues, no te avergüences del testimonio de nuestro Señor ni de mí, su prisionero; antes bien, toma parte en los padecimientos por el Evangelio, según la fuerza de Dios.
Ten por modelo las palabras sanas que has oído de mí en la fe y el amor que tienen su fundamento en Cristo Jesús. Vela por el precioso depósito con la ayuda del Espíritu Santo que habita en nosotros.
Palabra de Dios
Querido hermano:
Te recuerdo que reavives el don de Dios que hay en ti por la imposición de mis manos, pues Dios no nos ha dado un espíritu de cobardía, sino de fortaleza, de amor y de templanza. Así pues, no te avergüences del testimonio de nuestro Señor ni de mí, su prisionero; antes bien, toma parte en los padecimientos por el Evangelio, según la fuerza de Dios.
Ten por modelo las palabras sanas que has oído de mí en la fe y el amor que tienen su fundamento en Cristo Jesús. Vela por el precioso depósito con la ayuda del Espíritu Santo que habita en nosotros.
Palabra de Dios
EVANGELIO
SEGÚN SAN LUCAS
Lucas 17,
5-10
5 Los apóstoles le pidieron al Señor:
- Auméntanos la fe.
6 El Señor contestó: - Si tuvierais una fe como un grano de mostaza, le
diríais a esa morera: “quítate de ahí y tírate al mar”, y os obedecería.
7 Pero suponed que un siervo vuestro trabaja de labrador o de pastor.
Cuando vuelve del campo, ¿quién de vosotros le dice: “Pasa corriendo a la
mesa”? 8 No, le decís: “Prepárame de cenar, ponte el delantal y sírveme
mientras yo como; luego comerás tú”. 9 ¿Tenéis que estar agradecidos al siervo
porque hace lo que se le manda? 10 Pues vosotros lo mismo: cuando hayáis hecho
todo lo que os han mandado, decid: “Somos unos pobres siervos, hemos hecho lo
que teníamos que hacer”.
A guisa de
introducción:
¿Y qué es
la FE?
Jesús hoy
nos habla de la fe, quizás la palabra más corta del diccionario teológico, pero
a la vez la que más incidencias e importancia tiene en nuestra vida de
cristianos, porque antecedida o precedida por el amor, ante la mirada de fe nos
jugamos la vida, ella nos lleva a consecuencias existenciales y por ello hemos
de abordarla con toda la seriedad que se debe.
Veamos cómo
la aborda Jesús y se vale de una pequeña parábola para darnos una profunda
enseñanza sobre ella, empujado por sus propios discípulos que han ensayado de
curar (sanar) a algunos enfermos, pero no lo han podido hacer, se han
sentido inermes e inútiles…son conscientes de que les falta algo esencial y
vital para hacer suceder el milagro, y ese algo es la Fe, la que piden a Jesús
con toda espontaneidad…
Una palabra
monosílaba, como que los cristianos somos monoteístas.
Cuando
éramos niños, nos dijeron que la FE, según el catecismo es “Creer en lo que no
se ve” … ¿Y qué es lo que no se ve? Las cosas esenciales aquello que es
solo visible para el corazón como diría “El Principito “de Exúpery.
Fe, palabra
que hace dudar y hasta reír a aquellos que solo aceptan para reemplazarla por
términos como optimismo, positivismo, “buena vibra” en su vocabulario y vivir
diario.
Fe que es
más que aprender “doctrina”, dogmas, mandamientos y preceptos de memoria, sino
que es el encuentro con ALGUIEN, con una persona, con Jesucristo.
FE, inmensa
y sublime palabra, sostenedora de vidas, dadora de sentido a la existencia de
tantos santos que ya partieron y otros que continúan iluminando el mundo y
haciéndolo más fraterno, más bondadoso, más humano (¿“creo en la comunión de
los santos”, Acaso no es eso lo que decimos en el Credo?)
Estamos en
el mes de la misión extraordinaria, donde nos ha invitado el papa Francisco a
salir a callejear nuestra FE, y el evangelio de este domingo nos presenta a
Jesús compartiendo con sus discípulos sobre ella. Los discípulos la reclaman
porque la admiran en su maestro. Perciben, se dan cuenta que con ella podrían
realizar muchas cosas, grandes prodigios.
¡Señor,
auméntanos la fe! Debería ser nuestro grito cotidiano, a todas horas. Sobre un
mundo donde parece imperar la razón, lo práctico, la ciencia, el dinero, el
mercado, el materialismo, lo que se toca…Necesitamos alimentarnos de ella y la
Iglesia CATÓLICA nos sugiere:
1. Conocer
la carta que Dios ha dirigido a la humanidad: LA BIBLIA,
2. Entrar
en relación de diálogo con ese Dios que se nos ha revelado y nos ha contado sus
más íntimos secretos. Escuchar su voz, dejarle que nos guíe, alabarle,
agradecerle…eso es LA ORACIÓN.
3. Su
mayor muestra de amor fue enviarnos a su propio Hijo Jesucristo y
posibilitarnos ver en Él su propio rostro, su propio pensamiento, sus
sentimientos, su amor por la humanidad, inmenso que va hasta dar su vida por
salvarnos.
4. Cómo
no fijarnos en María, admirarla, invocar su intercesión por haber aceptado el
proyecto del Padre y decirle Si…Ella se constituye en el modelo y prototipo de
todo creyente y amigo de Jesús.
5. Los
SACRAMENTOS, fruto de la resurrección y del Espíritu Santo resucitado de Cristo
nos manifiestan la presencia de Dios en los momentos “fundantes” y más
importantes de nuestra vida: nacimiento (bautismo),
infancia
(Comunión o Eucaristía),
adolescencia
y juventud (confirmación),
edad madura
y de responsabilidades (matrimonio u ordenación sacerdotal, consagración
religiosa)
enfermedad,
vejez y muerte (unción de los enfermos no ya “extremaunción”).
VIDA
COTIDIANA (Eucaristía/comunión o la misa que es lo mismo, PERDÓN y o
RECONCILIACIÓN/PENITENCIA.
6. En
Iglesia constituimos una familia universal (católica), que actúa con caridad,
celebra en la liturgia (sacramentos) y nos invita a ayudarnos los unos a los
otros. Por eso no se puede ser cristiano o creyente en soledad, aislados. Negar
la Iglesia o criticarla es negar y criticar al mismo Cristo…Cuando tantos
bautizados se den cuenta de esto, sin duda alguna que saldrán de los armarios.
7. Como
bautizados y miembros de la gran familia eclesial tenemos una MISIÓN, de
evangelizar, compartir la Buena Noticia que Jesucristo por su ENCARNACIÓN (“El
verbo se hizo hombre y habitó entre nosotros”) nos ha encomendado (a sus
apóstoles primero) antes de ascender al cielo: “Vayan por todo el mundo
y anuncien el evangelio y a los que creen bautícenlos en el nombre del Padre, y
del Hijo y del Espíritu Santo …y sepan que yo estoy con ustedes todos los días
hasta el fin del mundo” (Mateo 28).
Si, esa es
la fe, creer en la presencia discreta y distinta de Dios Padre, Hijo y Espíritu
Santo en nuestra vida cotidiana. Verlo en cada rostro humano, sentirlo en cada
relación humana, dejarnos alimentar de la doble mesa o pan: escucharle a través
de su palabra y alimentarnos de su cuerpo y sangre (eucaristía).
Por nuestra
FE en Dios uno y trino, tenemos la convicción que siempre el amor será más
fuerte que la muerte, que todo sufrimiento, enfermedad, envejecimiento tienen
un sentido…
Como
ocurrió con los discípulos, nuestra fe es a menudo puesta a prueba.
Vivimos en
un mundo donde ella no es tan evidente (tan eficaz, ni tan protagonista de
novela).
Pero la fe
así sea pequeña como un grano o semilla de mostaza, puede hacer prodigios.
¿La más
pequeña de todas las semillas no hace surgir acaso un árbol inmenso?
Nuestra fe
nos ayuda a perseverar, a permanecer fieles en los momentos difíciles que
vivimos en Iglesia. Es ella que nos impulsa a comprometernos cuando estaríamos
tentados de “dejarlo todo” , "tirar la toalla", de sucumbir.
Ella, LA
FE, nos permite lentamente llegar a perdonar, cuando humanamente se nos hace
imposible, pues el ambiente, periodistas y “orgullosos incrédulos” nos dicen
que eso es imposible…Sin embargo “para Dios no hay nada imposible”.
Si,
nosotros podemos realizar lo imposible gracias a la fe.
APROXIMACIÓN PSICOLÓGICA AL TEXTO DEL EVANGELIO:
El deber cumplido no otorga ningún derecho sobre Dios. A Dios no se le compra ni con grandes obras ni con misas solemnes. El amor exige la acción, pero la acción no fuerza u obliga al amor.
Desgraciadamente es posible trabajar fuertemente por alguien sin amarle verdaderamente, sin dejarse llevar a vivir la ternura y la reciprocidad con esa persona, sin dejarle vivir con toda su diferencia. Cuántos esposos y padres de familia trabajan como “burros” o “esclavos ”, por sus esposas y sus hijos, y enseguida se comportan con ellos (de manera injusta, opresora) como si el trabajo les diera derechos sobre ellos.
En el mismo sentido, Pablo hace ver que el amor puede faltar, mismo si “yo tengo toda la ciencia”, “la fe más grande”, y que “si yo distribuyo mis bienes entre los pobres…” (1 Corintios 13,1-3).
Porque el amor es un don, pero también es receptividad; implica que uno haga cosas por los otros, pero también implica que uno se deje transformar por ellos y se deje amar (es decir recibirlo). Y este alivio y libertad interior que prodiga el amor debe conservarse en los trabajos y tareas más acaparadores y en los combates más difíciles.
Y se trata de lo mismo de cara a Dios y frente al compromiso que Él me pide. Yo debo comprometerme en la historia, desarrollar todas mis capacidades y mi creatividad, emplear todas mis fuerzas en los combates que yo he descubierto y que son los más importantes para mis hermanos…Y al mismo tiempo creer que no soy yo quien los salva. La salvación crece, se hace representativa gracias a Aquel quien la ha dado, el Reino de Dios surge, emerge por su propia fuerza y yo me doy cuenta un día que al construirlo, yo no hacía más que acogerlo.
He aquí el sentido de la verdadera humildad, no la antigua humildad virtuosa que me llevaba a creerme o sentirme menos , pues la humildad existencial es una experiencia de FE. Yo no me atribuyo ningún mérito, ya que he descubierto que en cada segundo de mi vida y de mi compromiso, yo estoy precedido (me antecede) (de) por un amor que me da la vida, el movimiento y el ser (Hechos 17,28).
Y de cara (de frente) a esta dinámica misteriosa, yo soy de modo radical inútil, como el recién nacido apegado a su madre y que recibe todo de ella. Pero una vez hecha ésta experiencia, ella me lleva a descubrir que- sólo en los casos de traumas o problemas psicológicos-, es rigurosamente indiferente para la madre que su hijo sea útil o inútil. Lo que importa a la madre es amar a su hijo, que éste acoja su amor paulatinamente con menos pasividad, cada día con más libertad, con más conciencia de todo lo que está implicado en esa relación madre-hijo. Inútil pero precioso! “Tú eres muy importante para mí, tú eres precioso y yo te amo”, dice Dios a su creatura (Isaías 43,4).
REFLEXIÓN CENTRAL
1
2
1
La danza de los árboles
en el mar
A mí me gusta mucho, no
se a ustedes, esta imagen completamente loca del Evangelio:
«Si tuvierais una fe como un grano de mostaza,
habríais dicho a este sicómoro (esta morera):
`Arráncate y plántate en el mar',
y os
habría obedecido.»
Cuando
algo parecido ocurre, debemos decir que, en efecto, parece más una desgracia,
un gran cataclismo. Uno piensa en los tifones, en los huracanes, en las
tempestades tropicales, o todavía peor, en los tsunamis. En este caso, se trata
de imágenes de terror y no de un prodigio feliz que sería obra de la fe. Cuando
uno piensa en cosas como esa, uno pensaría estar soñando o estar en un mundo
fantástico, de genios y hadas.
Yo
espero tener la fe. Pero si fuera necesario que yo tuviera el poder de arrancar
de raíz los árboles, yo sería alguien muy peligroso. Primero que todo sería para
mí muy difícil negarme a la tentación de cometer algunas travesuras o pequeñas
locuras. Mis amigos encontrarían su auto sobre una isla en medio del mar o en
medio de un río, lejos de todo puente o puerto, o encontrarían su casa sobre
una inmensa roca lejos de la ciudad… Yo pienso que alteraría algunos resultados
de las elecciones.
Yo
amo estas imágenes extravagantes e imposibles del Evangelio. Pero por suerte,
hay un orden seguro y fiable de la naturaleza que permite la ciencia y el rigor
y nos hace responsables de nuestras acciones. Pero la fe de arrancar los
árboles y mover las montañas, permite la apertura a otra dimensión de nuestra
vida.
La vida es más que el bus, el metro o el Transmilenio,
el trabajo, el descanso. La vida no solo es una sucesión razonable de
secuencias razonables dentro de la monotonía de las cosas. Hay lo imprevisto en
nuestra vida, hay lo inimaginable. Hay amores que nos iluminan, que nos
aclaran, golpes de corazón que nos permiten romper nuestras cadenas y volver a
comenzar, hay momentos de perdón y de verdad, tardes y noches de verano, donde
la eternidad está delante de nosotros.
La
fe, si nosotros la tuviéramos, cambiaría el color de la vida, el rostro de Dios
nos aparecería más claro y más presente en la opacidad de las cosas. Y quizás el
espesor de los odios y de las rivalidades que están en nuestro corazón y lo
oprimen, se relajarían. Nosotros comenzaríamos de nuevo a respirar. En el
vientre de su madre, el bebé no respira, pero su sangre es oxigenada por su
madre. Cuando nace, de una sola vez, él debe aprender a respirar por sí mismo,
y es por eso que nosotros esperamos tanto ese primer llanto o grito, por el
cual él va expulsar el aire y apoderarse del reflejo de respirar.
Entrar
en la fe, es un poco como eso. Es nacer a un mundo divino y aprender a respirar
en el universo de Dios. Para ciertas personas la fe es como una muleta o una
póliza de seguro. Y uno vive su vida como todo el mundo, y para no faltar con
suerte, uno agrega algunas devociones o ritos suplementarios. Uno hace
oraciones, ofrece misas, y la cosa ya
está hecha.
El
profeta Habacuc tiene una mejor fórmula. Él dice: “el justo vivirá por su
fidelidad”. De una manera más clara, esto quiere decir: el justo pondrá su
seguridad solamente en la fe. No es en sí mismo, ni en sus fuerzas, ni en sus
obras que el justo pone su confianza. Es en Dios. Creer, es salir de sí mismo,
es confiar su vida a Dios y confiar en Él. Es desposeerse, desprenderse de su
propia vida y hacerla reposar en Dios.
Es
esto lo que explica una parte de la controversia entre Jesús y los fariseos.
Los fariseos son piadosos, celosos de la Ley, generosos…pero por su forma de
ser y de pensar, han construido un sistema de pensamiento que le pone la mano a
Dios y que desplaza entonces el acento sobre las obras a hacer. Es por eso que
ellos detestan y expulsan a los pecadores y no insisten en la misericordia de
Dios.
Vivir
de la fe, es confiar en Dios. Apostarle su vida a Dios. Es desaparecerse uno
mismo para provecho de Dios. No es negarse, sino preferiblemente hacerse
disponible para Él, vivir como en simbiosis, en intimidad y comunión con el
Señor.
Es
renunciar a controlarlo todo, a ser gerente de todo para ponerse en un cierto
estado de pasividad. Es el sentido de la parábola que Jesús dice a sus
discípulos sobre los servidores inútiles. Si la tomamos al pie de la letra,
esta pequeña parábola tiene algo de revoltoso, es algo chocante. Se habla de un
hombre agrario, que parece tener nada más que un sirviente que hace trabajar en
el campo. Y cuando el sirviente termina su jornada, después de haber laborado o
cuidado las bestias, es necesario que se vuelva a poner a trabajar, para
cambiarse, disponerse a servir, preparar la cena y esperar que su amo o señor
haya terminado. Es una situación servil, una situación de esclavitud o de
siervo, que hace pensar, en la situación de la mujer, en los países llamados desarrollados,
hace poco más de cincuenta años.
Por
suerte, tenemos otras parábolas en las cuales Jesús explica que el amo que
encuentre a su regreso, a sus servidores vigilando, él mismo se dispondrá a
atenderlos y a servirles.
La
parábola de hoy ilustra la situación de la fe.
La
fe, si uno la tuviera, desarraigaría los árboles y desplazaría las montañas.
La
fe es un poder divino que está más allá de nuestro dominio o alcance y de la
eficiencia humana. Es por eso que cuando uno actúa con fe, es Dios quien actúa
y no nosotros. Es necesario no creernos más que los demás, o unos superhumanos y
atribuirnos a sí mismos lo que es obra de Dios. Esto es lo que nos quiere decir
Jesús con esta parábola de los siervos inútiles, que probablemente también
dirigió a los fariseos.
Cuando
un servidor, un subalterno, ha hecho lo que se espera de él, él no ha hecho más
que lo que debe hacer, es decir su deber.
En
nuestros días nosotros hemos perdido el sentido del deber y hemos llegado a
pensar que el salario es un derecho pero que el servicio a dar importa poco.
Normalmente la regla debería ser: si no hay servicio, tampoco hay salario.
Llegar
a ser discípulo de Jesús, es ponerse a su servicio. Es seguirlo, escucharlo,
hacerse disponible para Él. Hay una cierta radicalidad en la fe. Pero Jesús
habla a sus apóstoles quienes asumen responsabilidades precisas en el seno del
pueblo de Dios, y que enseñan, presiden, administran o gerencian, dirigen. Me
imagino que a ellos también en algún momento el honor o el deseo de ser
superiores se le subió a la cabeza.
Ante
ciertos éxitos, ellos pensaron que ese éxito venía de ellos, de su habilidad,
de su trabajo, ellos comenzaron a creerse más, a juzgarse mejores o más
preparados que los otros. Cuando Jesús envía los 72, en misión, estos vuelven
muy orgullosos y contentos y dicen: “Mismo los espíritus malos se nos han
sometido en tu nombre” y Jesús les responde diciéndoles que no se alegren por
eso sino por el hecho de que sus nombres están inscritos en el cielo.
La
parábola de hoy va en este mismo sentido. Ustedes han tenido éxito. Qué bueno.
Pero no se hinchen, no se vanaglorien. Ante
todo, eso no viene de ustedes, sino de Dios. Considérense como servidores
inútiles. Sepan desaparecerse, borrarse ante la obra que Dios realiza por
ustedes y con ustedes. Jesús no dice esto para desanimar a la gente sino para
situarla en la fe. Ninguno de nosotros puede vivir dentro del puro despojo o
desinterés, en el servicio absoluto. Eso es imposible. Todo el mundo necesita
ser amado, apreciado, escuchar que le digan que su trabajo está bien hecho, que
hace bien las cosas con cuidado y eficiencia., que lo que él o ella hace es bueno,
bello, útil, indispensable. Esto, Jesús lo sabe mejor que nadie. Pero su
advertencia se apoya en la conciencia viva de la fe. Es necesario aprender a
deponerse de su obra, a despegarse, no por ascetismo sino por la Verdad.
Vivir
en la fe, en la conciencia de la presencia de Dios. Es apostar la vida en Él,
jugársela por Él. Es entonces, hacer honestamente todo el trabajo con aplicación,
alegría y confianza, y enseguida poner su vida en sus manos…
Las
palabras consoladoras de Dios al profeta Habacuc que hemos escuchado en la
primera lectura nos deben dar ánimo y
despertar nuestra fe, pues al igual que en los tiempos del profeta, hoy somos
testigos de mucha violencia, de bastante
corrupción política, de muchos desórdenes sociales…No podemos pensar que Dios
no se preocupa por nosotros, o que el culpable de todo lo malo y trágico que nos
pasa es Él, no…Al contrario, la desgracia, la maldad son consecuencia de
nuestra falta de fe, fidelidad y confianza en la Palabra del Señor.
Hagamos
eco de las palabras finales que hoy Dios dirige al profeta y que son válidas
también para nosotros: “El justo, el inocente vivirá gracias a su fidelidad”… El
mal no tiene la última palabra, Dios siempre cumple sus promesas.
Es
el mismo mensaje que Pablo en la segunda lectura dirige a su discípulo Timoteo.
Pablo está en prisión y en ese tiempo, tal como sigue pasando hoy, estar en prisión
no es ningún honor. Además, los creyentes creen en un crucificado, lo que era
la última disminución, minusvaloración en la sociedad de su tiempo. Pablo dice
a Timoteo: “No tengas vergüenza de dar testimonio ante nuestro Señor, no tengas
vergüenza de mí, que estoy en prisión a causa de Él”.
Tener
vergüenza, enrojecer, mismo tener miedo, es lo contrario de la fe y de la
esperanza. El discípulo no debe enorgullecerse de lo que realiza, o hace. Es la
obra de Dios, como ese árbol que va a danzar al mar. Pero Timoteo ni ninguno de
nosotros, seguidores hoy de Cristo, debemos tener vergüenza de ciertos fracasos
o del escándalo de la Cruz. Basta con
tener fe y perseverar firmes en la esperanza. “No es un espíritu de miedo el
que Dios nos ha dado, sino un espíritu de fuerza, de amor y de razón”.
Que
así sea.
2
La FE para
permanecer eternamente joven
El texto
del evangelio propuesto para este domingo, contiene elementos difíciles de aceptar
y puede fácilmente chocarnos.
Comencemos
por el relato de ese servidor que no recibe ningún agradecimiento por
parte de su patrón por haber cumplido su trabajo, puesto que esto hacía parte
del orden establecido; se escucha afirmar también que un cristiano no tiene por
qué imaginar que hace cualquier cosa excepcional por su vida de creyente y
esperar de este modo el agradecimiento de parte de Dios.
Una manera
de aceptar una afirmación tan ruda es escuchando a San Pablo: “Anunciar el
evangelio, en efecto, no es para mí un motivo de envanecerme, sino que es una
necesidad que me incumbe…Si yo tuviera la iniciativa de esta tarea, yo tendría
derecho a una recompensa; si yo no la tengo (la iniciativa), quiere decir que
es un encargo (una misión) que me ha sido confiada” (1 Carta a los
Corintios 9,16-17). Así, la vida cristiana no es una realización o
empresa personal, sino la apertura y la fidelidad a una corriente (o caudal)
que tiene su fuente u origen en Dios; nuestra recompensa, es lo que esa
corriente (caudal) produce en nosotros.
Volvamos a
la cuestión sobre la FE que inicia el texto de hoy. El papel que Jesús hace
jugar a la FE no cesa de intrigarme: ¿por qué un papel tan fundamental? Y la
imagen utilizada en el paisaje tiene algo excesivo: una morera (un árbol) que
se arranca de raíz por sí misma y va a plantarse al mar.
Cuando se
ha conocido el Medio Oriente, se sabe que nos encontramos ante un texto que no
hay que tomar al pie de la letra. Pero con todo, la idea que transmite
esta imagen, es que la FE tiene la potencia o el poder de cambiar el orden
de las cosas y abrir un mundo nuevo. ¿Cómo es eso posible?
Todo
comienza por una petición de los discípulos: “Señor, auméntanos la FE”, pero
el texto litúrgico no nos da el contexto de su demanda. Antes Jesús había
afirmado: “Y si 7 veces al día él peca contra ti y que 7 veces él regresa
para decirte “Yo me arrepiento”, tú le perdonarás”. ¿Por qué entonces,
los discípulos se ponen a hablar de FE? Y bien, justamente todo reposa
en la fe, la FE en que la gente puede cambiar y que va a cambiar, puesto que lo
que habita nuestra humanidad es más grande que lo que se ve. Reubiquemos
la demanda de los discípulos en nuestro contexto, por ejemplo el conflicto
eterno entre israelíes y palestinos, donde seguramente, cada quien tiene razón;
estos conflictos incesantes que causan hambre en los países más pobres y
mantienen itinerantes a poblaciones enteras; todos esos grupos
reducidos, cerrados, de traficantes, de corruptos, de violentos, que
revelan lo que hay de peor en el hombre y esas aves rapiñas que se aprovechan
de la desgracia de los otros; a todas estas situaciones, cada quien podría
agregar sus propios dramas a menor escala. Díganme, qué quiere decir
exactamente: “si 7 veces al día tu hermano peca contra ti y te dice:
“yo me arrepiento, tú le perdonarás”? Si, aumenta en mí la fe, Señor,
porque perdonar significa creer que una relación impregnada de vida y de
amor puede resurgir.
En pocas
palabras, digámoslo: sin la fe, no hay más futuro para nuestra humanidad.
Karl Marx
había hablado de la religión como “opio del pueblo”, yo digo que
hoy es el fútbol, la farándula, la adicción al juego, a la pornografía, a las
sustancias psicoactivas, y tantas otras... Yo digo: solo la fe permite
hacer actuar nuestra humanidad. Solo la fe me permite no quedarme paralizado
por lo que veo. Solo la fe me permite vencer mis miedos. Yo
personalmente me acerco a la edad donde la gente se hace la pregunta: “¿De
qué viviré yo, cuando ya no pueda trabajar?” y si mi rollo de lana no
fuera suficiente?” Sin la fe, se puede querer buscar estúpidamente una seguridad
muro a muro, despreciando toda solidaridad.
Algunos
identifican la fe con la obstinación a creer que todo irá bien a pesar de los
obstáculos de la vida. Yo sostengo que es desde todo punto de vista lo
contrario. Es la fe la que nos permite aceptar, y acoger los eventos como una
palabra y el hecho de cambiar de idea, de igual modo como es la fe la que nos
mueve a la acción, con la esperanza de que la vida puede surgir de la muerte. Es la
fe la que nos lleva a mirar el mañana como un alba (una aurora), y no como un
crepúsculo. Es la fe la que nos conserva siempre jóvenes.
Muy
probablemente que yo no seré creyente sin la acogida de Jesús y de su
testimonio de vida. Cuando Él habla de la fe y del papel que ella juega, Él
habla de su propia experiencia. Es esta FE la que le ha permitido poner de pie
a seres humanos (devolverles su dignidad, reivindicarlos). Es esta FE la que le
ha permitido afrontar la muerte del modo como lo ha hecho. Y
finalmente, la resurrección es el resultado de la fe. Vemos aquí entonces por
qué ella (LA FE) es tan fundamental en la existencia diaria de cada ser humano.
OBJETIVO DE VIDA PARA LA SEMANA:
1. Evalúo, analizo, me pregunto o me fijo si
tengo necesidad de DESPERTAR en mí el don de la FE (recibida por gracia en el
bautismo y gracias a la fe y el asentimiento de mis padres y padrinos).
2. Le
doy gracias a Dios por el regalo, el don, LA GRACIA de la fe.
3. Me
valgo de los diferentes herramientas, útiles o medios para alimentar esta fe:
ESTUDIO DE LA BIBLIA, Tiempo de ORACIÓN, de MEDITACIÓN, de retiro, de
lectura espiritual, tiempo para compartir con otros CREYENTES.
4. Miro
de qué modo estoy viviendo mi FE, si ella está comprometida, cumple con su
responsabilidad en mi ambiente familiar, de trabajo, allí donde vivo.
5. Permanezco
fiel, sereno, y me confío al Señor en los momentos difíciles.
ORACIÓN
–MEDITACIÓN
Señor, Tú
eres el DUEÑO de mi vida.
ENSÉÑAME la
obediencia dócil a tú Espíritu,
y dame la
determinación y la fuerza para servir.
Cuando
corro tras los títulos y los honores,
recuérdame
que soy un simple servidor
y que, para
amar, es necesario escoger el último lugar.
Libérame de
mis miedos, de la tentación de “vivir relajado” y de mis dudas
y enséñame
la verdadera confianza en TI.
Enséñame a
decirle al árbol de mi orgullo
que vaya
plantarse al mar;
enséñame a
mandar irse las selvas de mis insolencias
a lo
profundo del océano,
y a las
montañas de mis infidelidades,
de
aplanarse bajo tu sol.
Así,
liberado de mis cadenas
yo
escucharé el canto
del Amo y
Servidor
que invita
nuestros corazones
hambrientos
de Verdad
a ocupar un
lugar en el banquete
fraternal y
gratuito
del amor
que se da (que se entrega).
REFERENCIAS:
Pequeño
misal “Prions en Église”, edición quebequense, Novalis, 2010, 2013.
HÉTU, Jean-Luc, Les Options de Jésus.
Antiguas entradas
referente en mis blogs, referentes a este mismo evangelio:
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