jueves, 24 de octubre de 2019

21 de octubre del 2019 Lunes de la 29a semana del Tiempo Ordinario


(Romanos  4, 20-25)  Según San Pablo, Abraham nunca tuvo dudas ni fue presa de la incredulidad. Sin embargo, aunque conoció períodos oscuros, con todo, permaneció  "justo" a los ojos del Señor. La fe no evacúa las incertitudes y los cuestionamientos: al contrario, ella madura al afrontarlos.



Primera lectura
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos (4,20-25):

Ante la promesa de Dios Abrahán no fue incrédulo, sino que se hizo fuerte en la fe, dando con ello gloria a Dios, al persuadirse de que Dios es capaz de hacer lo que promete, por lo cual le valió la justificación. Y no sólo por él está escrito: «Le valió», sino también por nosotros, a quienes nos valdrá si creemos en el que resucitó de entre los muertos a nuestro Señor Jesús, que fue entregado por nuestros pecados y resucitado para nuestra justificación.

Palabra de Dios


Salmo
Lc 1,69-70.71-72.73-75

R/.
 Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado a su pueblo


Nos ha suscitado una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo
por boca de sus santos profetas. R/.

Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
realizando la misericordia que tuvo con nuestros padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abrahán. R/.

Para concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días
R/.


Lectura del santo evangelio según san Lucas (12,13-21):

En aquel tiempo, dijo uno del público a Jesús: «Maestro, dile a mi hermano que reparta conmigo la herencia.»
Él le contestó: «Hombre, ¿quién me ha nombrado juez o árbitro entre vosotros?»
Y dijo a la gente: «Mirad: guardaos de toda clase de codicia. Pues, aunque uno ande sobrado, su vida no depende de sus bienes.»
Y les propuso una parábola: «Un hombre rico tuvo una gran cosecha. Y empezó a echar cálculos: "¿Qué haré? No tengo donde almacenar la cosecha." Y se dijo: "Haré lo siguiente: derribaré los graneros y construiré otros más grandes, y almacenaré allí todo el grano y el resto de mi cosecha. Y entonces me diré a mí mismo: Hombre, tienes bienes acumulados para muchos años; túmbate, come, bebe y date buena vida." Pero Dios le dijo: "Necio, esta noche te van a exigir la vida. Lo que has acumulado, ¿de quién será?" Así será el que amasa riquezas para sí y no es rico ante Dios.»

Palabra del Señor

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Nuestro modelo en la fe: Abraham

Abraham es considerado por los judíos, los cristianos y los musulmanes, como "el padre de los creyentes". Él dio su fe a Dios, confió en Él, mismo cuando las promesas parecían irrealizables. La circuncisión que será retomada en la Ley de Moisés, no apareció sino después como signo de la alianza entre Dios y la descendencia de Abraham. Lo que es decisivo es la fe de Abraham, existente antes de la práctica de la circuncisión.
Abrahán se salvó no por lo que hizo,  sino porque, cuando era un pagano y pecador, descubrió a un Dios bondadoso en quien creyó. Él sabía que estaba ante Dios con manos vacías y aceptó recibir gratuitamente de las manos del mismo Dios.
 Hoy para nosotros también, la apertura al don de Dios puede ser nuestra primera respuesta.


Seguro de vida

Cuando Jesús habla abiertamente contra los ricos, no intenta condenarlos, sino liberarlos. Lo que él denuncia no es el hecho de que tengan bienes materiales, sino su propio apego excesivo a ellos y el uso egoísta que hacen de sus riquezas: para acumular y atesorar, para disfrute y placer egoísta o, como algunos países ricos hacen, almacenando o haciendo acopio de trigo en silos o usando el petróleo para presiones políticas y económicas. El valor de las posesiones es relativo ante los bienes del Reino, como son la justicia y el amor. Lo que cuenta realmente es ser rico y sabio ante Dios.
A menudo uno se hace la pregunta: qué será de mi mañana? Ante lo desconocido, el reflejo que tenemos es el de amontonar, darnos seguridades y garantías de todo género, o aun más algunos buscan quienes puedan predecirles su futuro. Jesús muestra otro camino. En lugar de replegarse sobre un futuro para uno mismo, es mejor tener una apertura  a los demás hoy, en particular a los más pobres. Los bienes y las riquezas son provisorias…Aprovechemos, mientras podemos y los tenemos  compartirlas. Todo lo que uno se guarda para sí mismo es perdido: todo lo que es dado, donado es salvado.


Oración

Oh Dios, Padre bueno y misericordioso:
Buscamos con frecuencia seguridad y garantía
en cosas que anhelamos poseer y acaparar.
No permitas que las cosas nos posean y controlen.
Cuando nuestras riquezas supongan pobreza para otros,
cuando nuestra vida suponga muerte para otros,
enséñanos la alegría del compartir
y danos el valor
de buscar primero las riquezas de tu reino
por medio de Jesucristo, nuestro Señor.


  

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