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Mostrando entradas de julio, 2020

31 de julio del 2020: san Ignacio de Loyola- viernes de la decimoséptima semana del tiempo ordinario

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(Salmo 68) ¿Quién, como el salmista, alguna vez no se ha encontrado en la situación, con la impresión de estar dentro del agua hasta el cuello? Un duelo, una pérdida de empleo, una relación de amor o amistad rota… Pero Dios nos tiende la mano en su Hijo que ha resucitado después de haber atravesado las aguas de la muerte. ¿Sabremos nosotros dejar que Él nos tome, nos abrace, para que así nos comunique su esperanza? Primera lectura Lectura de la profecía de Jeremías (26,1-9): Al comienzo del reinado de Joaquín, hijo de Josías, rey de Judá, vino esta palabra del Señor a Jeremías: «Así dice el Señor: Ponte en el atrio del templo y di a todos los ciudadanos de Judá que entran en el templo para adorar, las palabras que yo te mande decirles; no dejes ni una sola. A ver si escuchan y se convierte cada cual de su mala conducta, y me arrepiento del mal que medito hacerles a causa de sus malas acciones. Les dirás: Así dice el Señor: Si no me obedecéis, cumpliendo la le

28 de julio del 2020: martes de la decimoséptima semana del tiempo ordinario

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(Mateo 13, 36-43 ) De la parábola de la cizaña, yo entiendo al menos una cosa: la buena semilla se siembra en mí gracias a Cristo. El Espíritu Santo entonces trabaja para que esta semilla germine y produzca frutos de esperanza para nutrir mi vida. Primera lectura Lectura del profeta Jeremías (14,17-22): Mis ojos se deshacen en lágrimas, día y noche no cesan: por la terrible desgracia de la Doncella de mi pueblo, una herida de fuertes dolores. Salgo al campo: muertos a espada; entro en la ciudad: desfallecidos de hambre; tanto el profeta como el sacerdote vagan sin sentido por el país. «¿Por qué has rechazado del todo a Judá? ¿Tiene asco tu garganta de Sión? ¿Por qué nos has herido sin remedio? Se espera la paz, y no hay bienestar, al tiempo de la cura sucede la turbación. Señor, reconocemos nuestra impiedad, la culpa de nuestros padres, porque pecamos contra ti. No nos rechaces, por tu nombre, no desprestigies tu trono glorioso; recuerda y no rompas tu alianza

27 de julio del 2020: lunes de la decimoséptima semana del tiempo ordinario

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( Mateo 13, 31-35) La verdadera generosidad es más bien esas atenciones delicadas que uno tiene con los demás. En esas manifestaciones de amabilidad, cuidado y bondad, en todos esos gestos que solo son pequeños en apariencia, pero que al final son los que nos impactan más. Primera lectura Lectura del libro de Jeremías (13,1-11): Así me dijo el Señor: «Vete y cómprate un cinturón de lino, y rodéate con él la cintura; pero que no toque el agua.» Me compré el cinturón, según me lo mandó el Señor, y me lo ceñí. Me volvió a hablar el Señor: «Torna el cinturón que has comprado y llevas ceñido, levántate y ve al río Éufrates, y escóndelo allí, entre las hendiduras de las piedras.» Fui y lo escondí en el Éufrates, según me había mandado el Señor. Pasados muchos días, me dijo el Señor: «Levántate, vete al río Éufrates y recoge el cinturón que te mandé esconder allí.» Fui al Éufrates, cavé, y recogí el cinturón del sitio donde lo había escondido: estaba estropeado, no

24 de julio del 2020: viernes de la decimosexta semana del tiempo ordinario

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(Mateo13, 18-23)   No basta con oír la Palabra, también es necesario abrirse a ella, comprenderla y ponerla en práctica. En conclusión, le corresponde a cada uno dar los frutos según sus capacidades y de acuerdo al papel y a la vocación que tiene en la Iglesia y la sociedad. Primera lectura Lectura del libro de Jeremías (3,14-17): Volved, hijos apóstatas –oráculo del Señor–, que yo soy vuestro dueño; cogeré a uno de cada ciudad, a dos de cada tribu, y os traeré a Sión; os daré pastores a mi gusto que os apacienten con saber y acierto; entonces, cuando crezcáis y os multipliquéis en el país –oráculo del Señor–, ya no se nombrará el arca de la alianza del Señor, no se recordará ni mencionará, no se echará de menos ni se hará otra. En aquel tiempo, llamarán a Jerusalén «Trono del Señor», acudirán a ella todos los paganos, porque Jerusalén llevará el nombre del Señor, y ya no seguirán la maldad de su corazón obstinado. Palabra de Dios Salmo Jr 31 R

18 de julio del 2020: sábado de la decimoquinta semana del tiempo ordinario

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(Mateo12, 14-21)  Jesús viene a levantar, a sanar y liberar de sus faltas a todo aquel que se vuelva hacia Él. Él es el Mesías humilde y perseguido, como lo fueron los profetas que le precedieron. Su Palabra me guía y me sostiene. Primera lectura Lectura de la profecía de Miqueas (2,1-5): ¡Ay de los que meditan maldades, traman iniquidades en sus camas; al amanecer las cumplen, porque tienen el poder! Codician los campos y los roban, las casas, y se apoderan de ellas; oprimen al hombre y a su casa, al varón y a sus posesiones. Por eso, dice el Señor: «Mirad, yo medito una desgracia contra esa familia. No lograréis apartar el cuello de ella, no podréis caminar erguidos, porque será un tiempo calamitoso. Aquel día entonarán contra vosotros una sátira, cantarán una elegía: "Han acabado con nosotros, venden la heredad de mi pueblo; nadie lo impedía, reparten a extraños nuestra tierra." Nadie os sortea los lotes en la asamblea del Señor.» Palabra de Dios

16 de julio del 2023: 15o Domingo del Tiempo Ordinario (A)

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La Palabra y el Verbo La Palabra de Dios es familiar para nosotros. Ella es rica, iluminadora, plena de vida y puede realizar cosas maravillosas en todos nosotros. En cada Eucaristía la escuchamos, la meditamos, la celebramos. La Palabra de Dios produce frutos, dependiendo de la calidad de la tierra en la cual se siembre, "puede dar 100, sesenta o 30 por uno". La tierra es símbolo del corazón humano. Hoy estamos invitados a preguntarnos si hacemos el esfuerzo necesario, suficiente para que ella produzca en nosotros  todos los frutos que puede dar. Primera lectura Lectura del libro de Isaías (55,10-11): Así dice el Señor: «Como bajan la lluvia y la nieve del cielo, y no vuelven allá sino después de empapar la tierra, de fecundarla y hacerla germinar, para que dé semilla al sembrador y pan al que come, así será mi palabra, que sale de mi boca: no volverá a mí vacía, sino que hará mi voluntad y cumplirá mi encargo.» Palabra de Dios Salmo