7 de abril del 2024: Segundo Domingo de Pascua- Fiesta de la Misericordia
Misericordia desconcertante
Establecido hace 24 años por el Papa San Juan Pablo II, hoy celebramos el Domingo de la Divina Misericordia, una oportunidad para agradecer a Dios por simplemente ser Dios.
La misericordia es la actitud de quien se deja tocar por el sufrimiento de los demás y se suma a ellos con bondad y desinterés. La Biblia atribuye esta virtud a Dios: él es el misericordioso. Así se presenta a Moisés (Ex 3,7-10): Dios ve el sufrimiento, Dios se deja tocar por la desgracia de su pueblo y se compromete a salvarlo. Hasta entregar a su Hijo y perdonar nuestro pecado.
“Es demasiado fácil”, dirán algunos. Exacto, ¿hay algo más difícil que aceptar ser amado por nada? ¡Qué embarazoso es acoger la misericordia de Dios!
Las lecturas de este domingo arrojan luz sobre la idea que tenemos de Dios. Por ejemplo, con Tomás entendemos que la fe no necesita pruebas. Creer en Dios es un don que se nos ha dado gratuitamente. Este don sigue siendo misterioso y nada puede explicarlo: ni nuestro deseo de creer, ni nuestro nivel intelectual, ni nuestra bondad hacia los demás, ni nuestra capacidad de soportar el sufrimiento.
Es desconcertante experimentar la misericordia de Dios. La Iglesia nos invita hoy a cambiar nuestra mirada sobre Dios, a dejarnos amar generosamente por Él, a hacer lo mismo a nuestro alrededor. Y para decir gracias.
¿Qué me toca en las lecturas de hoy?
¿Cómo he visto la misericordia de Dios a lo largo de mi historia?
Karem Bustica, editora jefe de Orar en la Iglesia
La resurrección de Jesús marca un punto de inflexión en la vida de sus Apóstoles. La duda y luego la profesión de fe de Tomás nos dan las palabras, mientras que el estilo de vida de la primera comunidad en Jerusalén nos revela las consecuencias.
Primera lectura
Lectura del libro de los Hechos de los Apóstoles
(4,32-35):
En el grupo de los creyentes todos pensaban y sentían lo mismo: lo poseían
todo en común y nadie llamaba suyo propio nada de lo que tenía. Los apóstoles
daban testimonio de la resurrección del Señor Jesús con mucho valor. Y Dios los
miraba a todos con mucho agrado. Ninguno pasaba necesidad, pues los que poseían
tierras o casas las vendían, traían el dinero y lo ponían a disposición de los
apóstoles; luego se distribuía según lo que necesitaba cada uno.
Palabra de Dios
Salmo
Sal 117,2-4.16ab-18.22-24
R/. Dad
gracias al Señor porque es bueno,
porque es eterna su misericordia
Diga la casa de Israel: eterna es su misericordia.
Diga la casa de Aarón: eterna es su misericordia.
Digan los fieles del Señor: eterna es su misericordia. R/.
La piedra que desecharon los arquitectos
es ahora la piedra angular.
Es el Señor quien lo ha hecho,
ha sido un milagro patente.
Éste es el día en que actuó el Señor:
sea nuestra alegría y nuestro gozo. R/.
Señor, danos la salvación;
Señor, danos prosperidad.
Bendito el que viene en nombre del Señor,
os bendecimos desde la casa del Señor;
el Señor es Dios, él nos ilumina. R/.
Segunda lectura
Lectura de la primera carta del apóstol san Juan
(5,1-6):
Todo el que cree que Jesús es el Cristo ha nacido de Dios; y todo el que ama
a Dios que da el ser ama también al que ha nacido de él. En esto conocemos que
amamos a los hijos de Dios: si amamos a Dios y cumplimos sus mandamientos. Pues
en esto consiste el amor a Dios: en que guardemos sus mandamientos. Y sus
mandamientos no son pesados, pues todo lo que ha nacido de Dios vence al mundo.
Y lo que ha conseguido la victoria sobre el mundo es nuestra fe. ¿Quién es el
que vence al mundo, sino el que cree que Jesús es el Hijo de Dios? Éste es el
que vino con agua y con sangre: Jesucristo. No sólo con agua, sino con agua y
con sangre; y el Espíritu es quien da testimonio, porque el Espíritu es la
verdad.
Palabra de Dios
Lectura del santo evangelio según san Juan
(20,19-31):
Al anochecer de aquel día, el primero de la semana, estaban los discípulos en
una casa, con las puertas cerradas por miedo a los judíos.
Y en esto entró Jesús, se puso en medio y les dijo: «Paz a vosotros.»
Y, diciendo esto, les enseñó las manos y el costado. Y los discípulos se
llenaron de alegria al ver al Señor.
Jesús repitió: «Paz a vosotros. Como el Padre me ha enviado, así también os
envío yo.»
Y, dicho esto, exhaló su aliento sobre ellos y les dijo: «Recibid el Espíritu
Santo; a quienes les perdonéis los pecados, les quedan perdonados; a quienes se
los retengáis, les quedan retenidos.»
Tomás, uno de los Doce, llamado el Mellizo, no estaba con ellos cuando vino
Jesús.
Y los otros discípulos le decían: «Hemos visto al Señor.»
Pero él les contestó: «Si no veo en sus manos la señal de los clavos, si no
meto el dedo en el agujero de los clavos y no meto la mano en su costado, no lo
creo.»
A los ocho días, estaban otra vez dentro los discípulos y Tomás con ellos.
Llegó Jesús, estando cerradas las puertas, se puso en medio y dijo: «Paz a
vosotros.»
Luego dijo a Tomás: «Trae tu dedo, aquí tienes mis manos; trae tu mano y métela
en mi costado; y no seas incrédulo, sino creyente.»
Contestó Tomás: «¡Señor mío y Dios mío!»
Jesús le dijo: «¿Porque me has visto has creído? Dichosos los que crean sin
haber visto.»
Muchos otros signos, que no están escritos en este libro, hizo Jesús a la vista
de los discípulos. Éstos se han escrito para que creáis que Jesús es el Mesías,
el Hijo de Dios, y para que, creyendo, tengáis vida en su nombre.
Palabra del Señor
Esto cambia todo!
En el evangelio de este día, San Juan nos cuenta una aparición de Jesús Resucitado, la tarde del primer día de la semana es decir el domingo de Pascua; recordemos que hubo otras apariciones, netamente a María Magdalena. Los apóstoles están confinados en el cenáculo, en el lugar donde estaban. Ellos se esconden porque tienen miedo de ser buscados y condenados como su Maestro. Este miedo también lo conocemos nosotros. Caminar tras los pasos de Jesús no está libre de peligros, de riesgos. En ciertos países, es peligroso tener una Biblia o un signo cristiano. Cuando nosotros queremos afirmar nuestra fe, nosotros podemos vernos expuestos a las burlas o a la indiferencia. Es siempre el mismo temor el que nos invade.
Pero vemos que Jesús se une a sus apóstoles en su encierro. Y Él hoy continúa uniéndose a nosotros en nuestros confinamientos o encierros. Sus primeras palabras son para desearles la Paz. Después de todo lo que ellos han vivido, Él quiere apaciguarlos. Esta paz , es la alegría Vuelta a encontrar, es el perdón, la reconciliación. En el momento de enviarlos a la misión, Él quiere liberarlos de esta angustia que les obsesiona. El mismo Cristo se nos une hoy para darnos su paz, para decirnos que Él tiene misericordia de nosotros. A pesar de que hayamos caído muy bajo, Él desea volvernos a levantar. Allí donde el pecado ha abundado su misericordia ha sobreabundado.
Este Jesús que se manifiesta a sus apóstoles es el mismo que ellos han seguido durante tres años. Pero Él es transfigurado por la Resurrección, es cambiado…Ante esta aparición, el miedo de los apóstoles se borra. San Juan nos dice que al verlo se llenaron de alegría. Es también esta alegría que nosotros acogemos y nos invade a lo largo de todo este tiempo de Pascua. Cristo Resucitado está aquí. Él viene a unírsenos en la cotidianidad de nuestras vidas, de nuestras alegrías y nuestras pruebas. Es cerca de Él que nosotros encontramos la verdadera alegría. Nosotros sabemos que en adelante, nada puede separarnos de su amor.
Tenemos el caso del apóstol Tomás el que cree tardíamente. A Él no le harán creer lo que no ha visto. Lo que Él ha visto es a Jesús crucificado y encerrado dentro de un sepulcro. Pero Cristo Resucitado no carece de sentido del humor, Para responder a su petición, a su demanda, invita a Tomás a acercarse y tocar sus llagas. Pero Tomás no ha tenido necesidad de hacerlo. Él va mucho más lejos que sus amigos, pues él ha sido el primero en reconocer en Jesús “mi Señor y mi Dios”. Es el encuentro y la Palabra de Jesús que provocan la profesión de fe del incrédulo. Nosotros al igual que este discípulo, nos gustaría tener pruebas, pero el Señor no cesa de recordarnos estas palabras: “Felices los que creen sin haber visto”. Entonces, seamos como el apóstol Tomás, seámoslo hasta el final; y que su aventura sea la nuestra.
Este encuentro con Cristo Resucitado sacudió completamente la vida de los apóstoles y también la de los primeros cristianos. Con Él presente, en medio de ellos, ya nada más puede ser como antes. San Lucas nos lo recuerda en la primera lectura de los Hechos de los Apóstoles: “En el grupo de los creyentes todos pensaban y sentían lo mismo: lo poseían todo en común y nadie llamaba suyo propio nada de lo que tenía.” Y era con una gran fuerza que los apóstoles daban testimonio de la resurrección de Jesús. Lo que hace su testimonio creíble es el compartir, ellos ponían todo en común.
Esto también es verdad para cada uno de nosotros. Las bellas palabras no son suficientes. Todos estamos invitados a compartir. El ejemplo de los primeros cristianos puede ayudarnos a ser más fraternales, más caritativos. Y cristianos que se desvelan por servir a los demás, nosotros conocemos muchos. Durante la cuaresma, han sido muchos los que han compartido con los que tienen hambre…Pensemos también en todos aquellos gestos de solidaridad entre vecinos durante el confinamiento…Los ejemplos no faltan. Esta solidaridad es ahora más que nunca necesaria, sobre todo en este periodo de pandemia donde la crisis golpea a los pobres cada vez más numerosos.
Testimoniar a Cristo Resucitado es ser portador de su amor. Y es necesario que esto se vea en nuestras familias y comunidades cristianas.
Con este evangelio, estamos más que nunca sumergidos en la misericordia de Jesús. Recordemos: unos días antes Judas lo traicionó, ; Pedro lo negó . Todos lo abandonaron, Yahora, ellos se esconden, ellos se encierran. En efecto, ellos tienen miedo de ser buscados y atrapados por aquellos que han matado a su maestro.
Y sin embargo Jesús viene a unírseles. Él habría podido hacerles reproches y sin embargo, es la paz lo que Él viene a traerles. Esta paz es el perdón, es la reconciliación. Con Jesús Resucitado, el mal no puede tener la última palabra. Es la misericordia que triunfa. Y esta es una Buena Noticia para nosotros: cuando nos alejamos del Señor, Él está siempre ahí, Él no se cansa de unirse a nosotros para aportarnos su paz.
En este domingo de la Misericordia, pidámosle al Señor de hacernos más disponibles a la fuerza de la fe, Que Él esté con nosotros para que seamos más valientes en el testimonio. Que Él nos haga más generosos en la práctica de la caridad fraterna. “Tu que eres luz, Tú que eres el amor, pon en nuestras tinieblas tu Espíritu de amor”.
Que Santa María Nuestra Señora de la Pascua y San José nos acompañen y nos inspiren en la fe y el amor que nos impulsan a seguir tus pasos… Amén!
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