9 de mayo del 2022: lunes de la cuarta semana de Pascua
(Juan
10, 1-10) Entre
todas las voces que me llaman, ¿Cuál sabe mi nombre y me habla personalmente?
¿Cuál nunca me defrauda, sino que va a mi encuentro en el camino de la vida
para iluminar mis pasos y guiarme con amor? Esa voz es la de Cristo.
Primera lectura
Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles
(11,1-18):
EN aquellos días, los apóstoles y los hermanos de Judea se enteraron de que
también los gentiles habían recibido la palabra de Dios. Cuando Pedro subió a
Jerusalén, los de la circuncisión le dijeron en son de reproche:
«Has entrado en casa de incircuncisos y has comido con ellos».
Pedro entonces comenzó a exponerles los hechos por su orden, diciendo:
«Estaba yo orando en la ciudad de Jafa, cuando tuve en éxtasis una visión: una
especie de recipiente que bajaba, semejante a un gran lienzo que era descolgado
del cielo sostenido por los cuatro extremos, hasta donde yo estaba. Miré dentro
y vi cuadrúpedos de la tierra, fieras, reptiles y pájaros del cielo. Luego oí
una voz que me decía: “Levántate, Pedro, mata y come”. Yo respondí:
«De ningún modo, Señor, pues nunca entró en mi boca cosa profana o impura”.
Pero la voz del cielo habló de nuevo: «Lo que Dios ha purificado, tú no lo
consideres profano”. Esto sucedió hasta tres veces, y de un tirón lo subieron
todo de nuevo al cielo.
En aquel preciso momento llegaron a la casa donde estábamos tres hombres
enviados desde Cesarea en busca mía. Entonces el Espíritu me dijo que me fuera
con ellos sin dudar. Me acompañaron estos seis hermanos, y entramos en casa de
aquel hombre. Él nos contó que había visto en su casa al ángel que, en pie, le
decía: “Manda recado a Jafa y haz venir a Simón, llamado Pedro; él te dirá
palabras que traerán la salvación a ti y a tu casa”.
En cuanto empecé a hablar, bajó sobre ellos el Espíritu Santo, igual que había
bajado sobre nosotros al principio; entonces me acordé de lo que el Señor había
dicho: “Juan bautizó con agua, pero vosotros seréis bautizados con Espíritu
Santo”. Pues, si Dios les ha dado a ellos el mismo don que a nosotros, por
haber creído en el Señor Jesucristo, ¿Quién era yo para oponerme a Dios?».
Oyendo esto, se calmaron y alabaron a Dios diciendo:
«Así pues, también a los gentiles les ha otorgado Dios la conversión que lleva
a la vida».
Palabra de Dios
Salmo
Sal 41,2-3;42,3.4
R/. Mi
alma tiene sed de ti, Dios vivo
Como busca la cierva corrientes de agua,
así mi alma te busca a ti, Dios mío;
mi alma tiene sed de Dios, del Dios vivo:
¿Cuándo entraré a ver el rostro de Dios? R/.
Envía tu luz y tu verdad:
que ellas me guíen
y me conduzcan hasta tu monte santo,
hasta tu morada. R/.
Me acercaré al altar de Dios,
al Dios de mi alegría,
y te daré gracias al son de la cítara,
Dios, Dios mío. R/.
Lectura del santo evangelio según san Juan
(10,1-10):
EN aquel tiempo, dijo Jesús:
«En verdad, en verdad os digo: el que no entra por la puerta en el aprisco de
las ovejas, sino que salta por otra parte, ese es ladrón y bandido; pero el que
entra por la puerta es pastor de las ovejas. A este le abre el guarda y las
ovejas atienden a su voz, y él va llamando por el nombre a sus ovejas y las
saca fuera. Cuando ha sacado todas las suyas camina delante de ellas, y las
ovejas lo siguen, porque conocen su voz: a un extraño no lo seguirán, sino que
huirán de él, porque no conocen la voz de los extraños».
Jesús les puso esta comparación, pero ellos no entendieron de qué les hablaba.
Por eso añadió Jesús:
«En verdad, en verdad os digo: yo soy la puerta de las ovejas. Todos los que
han venido antes de mí son ladrones y bandidos; pero las ovejas no los
escucharon.
Yo soy la puerta: quien entre por mí se salvará y podrá entrar y salir, y
encontrará pastos.
El ladrón no entra sino para robar y matar y hacer estragos; yo he venido para
que tengan vida y la tengan abundante».
Palabra del Señor
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…el que no entra por la puerta en el aprisco de las ovejas, sino
que salta por otra parte, ese es ladrón y bandido; pero el que entra por la
puerta es pastor de las ovejas. A este le abre el guarda y las ovejas atienden
a su voz, y él va llamando por el nombre a sus ovejas y las saca fuera. Cuando
ha sacado todas las suyas camina delante de ellas, y las ovejas lo siguen,
porque conocen su voz:
¿Reconoces la voz del Pastor? ¿Te guía
todos los días, guiándote hacia Su santa voluntad? ¿Cuán atento estás a lo
que Él habla cada día? Estas son algunas de las preguntas más importantes
para reflexionar.
Reconocer la voz de Dios es algo con lo que
muchas personas luchan. A menudo hay muchas “voces” en competencia que nos
hablan todos los días. Desde las últimas noticias en los titulares, a las
opiniones de amigos y familiares, a las tentaciones que nos rodean dentro del
mundo secular, a nuestras propias opiniones auto-dibujadas, estas
"voces" o "ideas" que llenan nuestras mentes pueden ser
difíciles. para clasificar. ¿Qué es de Dios? ¿Y qué es de otras
fuentes?
Reconocer la voz de Dios es posible. En
primer lugar, hay muchas verdades generales que Dios ya nos ha dicho. Por
ejemplo, todo lo que contienen las Sagradas Escrituras es la voz de Dios. Su
Palabra está viva. Y cuando leemos las Escrituras, nos familiarizamos cada
vez más con la voz de Dios.
Dios también nos habla a través de suaves
inspiraciones que resultan en Su paz. Por ejemplo, al considerar una
determinada decisión que quizás debas tomar, si presentas esa decisión a
nuestro Señor en oración y luego permaneces abierto a lo que Él quiera de ti, a
menudo Su respuesta llega en la forma de una profunda y segura paz de corazón.
Aprender a reconocer la voz de Dios en tu vida
diaria se logra construyendo un hábito interior de escuchar, reconocer,
responder, escuchar un poco más, reconocer y responder, etc. Cuanto más
escuches la voz de Dios, más reconocerás Su voz de la manera más sutil, y
cuanto más llegues a escuchar las sutilezas de Su voz, más podrás seguirlo. Al
final, esto solo se logra mediante un hábito continuo de oración profunda y
sustentadora. Sin eso, será muy difícil reconocer la voz del Pastor cuando
más lo necesites.
Reflexiona hoy sobre lo atento que estás a
Dios en la oración. ¿Cómo es tu oración diaria? ¿Pasas tiempo cada
día, escuchando la dulce y hermosa voz de nuestro Señor? ¿Buscas formar un
hábito mediante el cual Su voz se vuelva cada vez más clara? Si no es así,
si te cuesta reconocer Su voz, entonces toma la decisión de establecer un
hábito más profundo de oración diaria para que sea la voz de nuestro amoroso
Señor quien te guíe todos los días.
Jesús, mi Buen Pastor, me hablas todos los
días. Constantemente me revelas tu santísima voluntad para mi vida. Ayúdame
a reconocer siempre Tu suave voz para que pueda ser guiado por Ti a través de
los desafíos de la vida. Que mi vida de oración se vuelva tan profunda y
sostenida que tu voz siempre resuene en mi corazón y en mi alma. Jesús, en
Ti confío.
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