viernes, 18 de junio de 2021

20 de junio del 2021: duodécimo domingo del tiempo ordinario (B)

 

Cuando la barca de nuestra vida es sacudida por los fuertes vientos, es bueno recordar que el Señor está siempre con nosotros. Y puesto que Él es el Maestro, el AMO, manifestemos nuestra confianza en su fidelidad. Con Él, no tengamos miedo de pasar a la otra orilla.

 

 



Primera lectura

Lectura del libro de Job (38,1.8-11):

El Señor habló a Job desde la tormenta: «¿Quién cerró el mar con una puerta, cuando salía impetuoso del seno materno, cuando le puse nubes por mantillas y nieblas por pañales, cuando le impuse un límite con puertas y cerrojos, y le dije: "Hasta aquí llegarás y no pasarás; aquí se romperá la arrogancia de tus olas"?»



Palabra de Dios

 

 

Salmo

Salmo responsorial Sal 106,23-24.25-26.28-29.30-31

R/. Dad gracias al Señor, porque es eterna su misericordia


Entraron en naves por el mar,
comerciando por las aguas inmensas.
Contemplaron las obras de Dios,
sus maravillas en el océano. R/.

Él habló y levantó un viento tormentoso,
que alzaba las olas a lo alto;
subían al cielo, bajaban al abismo,
el estómago revuelto por el marco. R/.

Pero gritaron al Señor en su angustia,
y los arrancó de la tribulación.
Apaciguó la tormenta en suave brisa,
y enmudecieron las olas del mar. R/.

Se alegraron de aquella bonanza,
y él los condujo al ansiado puerto.
en gracias al Señor por su misericordia,
por las maravillas que hace con los hombres. R/.

 

 

Segunda lectura

Lectura de la segunda carta del apóstol san Pablo a los Corintios (5,14-17):

Nos apremia el amor de Cristo, al considerar que, si uno murió por todos, todos murieron. Cristo murió por todos, para que los que viven ya no vivan para sí, sino para el que murió y resucitó por ellos. Por tanto, no valoramos a nadie según la carne. Si alguna vez juzgamos a Cristo según la carne, ahora ya no. El que es de Cristo es una criatura nueva. Lo antiguo ha pasado, lo nuevo ha comenzado.

Palabra de Dios

 

 

Lectura del santo evangelio según san Marcos (4,35-40):

Un día, al atardecer, dijo Jesús a sus discípulos: «Vamos a la otra orilla.»
Dejando a la gente, se lo llevaron en barca, como estaba; otras barcas lo acompañaban. Se levantó un fuerte huracán, y las olas rompían contra la barca hasta casi llenarla de agua. Él estaba a popa, dormido sobre un almohadón.
Lo despertaron, diciéndole: «Maestro, ¿no te importa que nos hundamos?»
Se puso en pie, increpó al viento y dijo al lago: «¡Silencio, cállate!»
El viento cesó y vino una gran calma.
Él les dijo: «¿Por qué sois tan cobardes? ¿Aún no tenéis fe?»
Se quedaron espantados y se decían unos a otros: «¿Pero quién es éste? ¡Hasta el viento y las aguas le obedecen!»

Palabra del Señor

 

 

 

 

A guisa de introducción:  

 

Despertar a Cristo en nuestras vidas

 

¿Saben ustedes que es la astrafobia? ¿O la brontofobia?  Es el miedo a las tormentas y o tempestades…Personalmente de pequeño me inundaba el miedo cuando arreciaba la fuerte lluvia, comenzaba a relampaguear y luego a tronar…No sabía qué hacer, si era de día me encerraba en mi cuarto, si era noche y dormía me apretujaba entre las cobijas, tapado todo de pies a cabeza. 

La primera lectura y el evangelio de este domingo nos hablan de tormentas y olas. Personalmente les digo, he sido hombre de poca experiencia de navegación en el mar, pero me imagino el miedo que puede apoderarse de aquellos que se ven atrapados en pleno mar y en medio de una tormenta…Para el profeta Job en la primera lectura la cosa es más fácil, pues Dios sólo le habla desde la tormenta, aparentemente no hay ningún peligro o amenaza para él. En el Evangelio se nos presenta un relato común en Mateo Marcos y Lucas, se nos dice que un día Jesús después de haber predicado intensamente se lanza a las aguas imprevisibles del Mar de Galilea en compañía de sus discípulos…Se nota que en este tiempo aun no existían las premoniciones meteorológicas, pues el maestro y sus discípulos se ven sorprendidos por la tormenta.

 

En el centro del relato, el evangelista, en este caso Marcos, no siente vergüenza de confesar que los discípulos (más expuestos a tener una fe fuerte y convincente en Jesús) sintieron miedo…Y después de que lo despiertan y hacer lo que parecía imposible “apaciguar la tempestad”, Jesús les reprocha su miedo…Por qué tienen miedo?, otras traducciones como la que les presento arriba dice: “Por qué son tan cobardes? “

 

Al meditar este evangelio es lógico que nos venga enseguida a la mente todos esos sucesos o noticias mundiales que nos atemorizan: el cambio climático, el covid 19 que cada día cobra víctimas, el cáncer extendido, el ébola, las incursiones y ataques terroristas de los grupos integristas o ejércitos al margen de los estados…Entonces uno podría responder osadamente a la pregunta de Jesús: “pues, porque es necesario hacer algo!”

 

Ante el miedo, dos actitudes contrarias son posibles: quedarse paralizado o actuar (moverse). Los dos pueden ser el resultado del pánico. Sin embargo, Jesús nos invita a la confianza, a no ceder o retroceder ante el pánico…

 

Este es uno de los milagros que tiene una aplicación más poética y concordante con la vida espiritual del cristiano: así como Jesús calmó con su voz aquella tempestad tan extraordinaria, Él también puede calmar las tempestades de nuestra vida (dolor, soledad, tristeza, angustia, desesperación, necesidad, enfermedades, etc.), pero es fundamental que tengamos la fe suficiente para que Él pueda obrar y darnos la calma. Para ello es también necesario que Jesús esté despierto en nuestras vidas...

 

¿Y cómo nos damos cuenta o podemos percibir que Jesús está despierto? Pues cuando hay una fuerte experiencia de oración y o diálogo con Dios… cuando somos alimentados y fortalecidos por los sacramentos, especialmente la Eucaristía, cuando ejercemos la caridad en nombre de Cristo…Muchos tienen dormido a Cristo y no lo despiertan y así Él no puede obrar. Él calmó la tempestad después que los discípulos le despertaron. Por eso debe estar siempre despierto en nosotros...

 

 

LA ENSEÑANZA

 

De Jesús aprendemos que su poder es ilimitado. Algunos pueden decir que sus milagros de sanación en muchas personas podían estar salpicados de sugestión o algunas otras cosas de la mente, de la psiquis... Pero el viento y el mar no podían ser sugestionados por Jesús. Él mandó y ellos obedecieron...

 

Pero el milagro debe ser bien interpretado porque si no podemos caer en un riesgo doctrinal.

 

La Biblia nos enseña que Jesús mientras estuvo en la tierra, se "despojó de su divinidad" (Filipenses cap. 2), por lo que debemos entender que El actuaba como un simple hombre. Sin embargo, muchas veces se explica este milagro diciendo que Jesús tenía autoridad sobre el viento y el mar porque era Dios. Realmente Él era Dios, pero la Biblia nos enseña que se sometió a su humanidad y no se "aferró" a su divinidad... El, mientras estaba en la tierra y antes de su resurrección, no actuaba como Dios, sino como hombre (su carácter especial era que El nunca había pecado).

 

De acuerdo con lo dicho precedentemente, este milagro debe ser entendido como Dios actuando a través de Jesús, como en cualquiera de los otros milagros. Fue el Padre quien concedió a Jesús que sus palabras calmaran al viento y al mar. Así entendido, la Escritura no se contradice.

 

Si el poder de Jesús se demuestra en este pasaje como ilimitado, estando aún El en la condición de hombre, cuánto más ahora, que reina en los cielos con el Padre, debemos esperar de Él, cosas maravillosas.

 

De los discípulos aprendemos lo que no hay que hacer: no hay que ser "hombres de poca fe" porque esto nos lleva a la desesperación... Y no debemos esperar hasta último momento para "despertar" a Jesús, sino que a El debemos acudir siempre en primer lugar.

 

 

 

Aproximación psicológica al texto del Evangelio:

 

Los límites de la fe

 

En medio de la más fuerte adversidad, cuando todo parece unirse contra ellos, los más grandes creyentes traspasan los límites de su fe.

Moisés, en medio del desierto y desesperado por el comportamiento del pueblo, duda de la existencia de Dios (Números 20,1-23);

Job, atormentado en su cuerpo, duda de la justicia de Dios (Job 24);

Juan Bautista, confinado en prisión, duda de Jesús (Mateo 11,2-3),

y Jesús clavado en la cruz duda de la presencia de su Padre (Marcos 15,34).

 

En el momento que Marcos escribe su evangelio, los cristianos de Roma son duramente golpeados por la represión romana. Al igual que una barca en medio de la tormenta, la comunidad cristiana es sacudida fuertemente por inmensas olas: torturas, denuncias por los mismos hermanos, abandonos de la fe (deserciones y renuncias).

 

Al igual que para todos los grandes creyentes o testigos de la FE, mencionados arriba, la FE de los mejores acaricia a veces las sombras de la duda ante aquello que no es buen signo.  Nosotros éramos profundamente creyentes, podrían decirnos ellos, pero esto se hace cada vez más difícil y es imposible permanecer fieles. Si Jesús estuviera verdaderamente con nosotros y si Él tuviera de verdad el poder de intervenir en nuestro favor, seguramente que Él lo haría…Pero miren, nada ocurre…

 

Es toda la vivencia de la Iglesia primitiva de Roma, lo que nosotros encontramos, tras este relato de la tempestad calmada, y con él la experiencia de todos aquellos que un día se encuentren en los límites de su fe, y la vivencia de todos aquellos que ven como el sufrimiento viene a rasgar y ponerlos entre la creencia y la no creencia.

 

Marcos nos presenta su relato de la tempestad apaciguada para comunicarnos que el creyente en las horas críticas debe sobrellevar su ambivalencia o ambigüedad retomando contacto con su yo profundo. “Por qué tienen ustedes miedo?” ¿No tienen ustedes aun FE? (v.40).

 

¿Por qué se muestran tan afectados interiormente por las sacudidas exteriores? ¿No saben ustedes que Dios les guarda, a pesar de todo en la palma de su mano?

 

La FE no es una armadura contra los sentimientos. Jesús era un gran creyente, pero Él también lloró de decepción (Lucas 19,41-42) y de tristeza (Juan 11,32-35), Él conoció la angustia (Mateo 11,26-37) y tuvo la sensación de sentirse abandonado (Mateo 27,46) …Pero si Él también ha sido sacudido por sus tempestades, también es verdad que Él se ha dejado invadir cada vez profundamente por la ternura del Padre y Él ha conocido en cada ocasión  “el viento (que) cesa” y la “gran calma” (que) sobreviene.

 

He aquí, en filigrana, la perspectiva que Marcos abre a sus lectores con el presente episodio.

 

 

 

Reflexión CENTRAL:

 

Permanecer firmes en la FE

 

A los creyentes que son perseguidos, que viven en medio de los paganos y cuyo universo es amenazado terriblemente como una nave que va a naufragar, a la gente que tiene miedo, Marcos les recuerda el episodio de la tempestad calmada. Cristo no está ausente. Él está vivo pero parece estar dormido. Parece permanecer indiferente ante las desgracias de nuestro mundo. Solamente aquellos que tienen la FE en el Resucitado siempre presente en medio de ellos pueden sacar a Jesús de su sueño. “Por qué tener miedo? “La FE puede ayudarnos a superar el miedo. ¿Acaso el apóstol Pablo no nos dice la misma cosa?  “El que es de Cristo es una criatura nueva. Lo antiguo ha pasado, lo nuevo ha comenzado.” (2 Corintios 5,17).

 

No sabemos cuántos cristianos de Roma han soportado y permanecido fieles ante la persecución ni cuantos se han dejado llevar por el miedo, renunciando a su fe. ¿Qué haríamos nosotros bajo la tortura, allí donde a menudo el valiente o corajudo se desmorona, cuando el débil se muestra fuerte? ¿Qué hacemos nosotros cuando el mal, la muerte, la enfermedad, la depresión o la ruina nos sumergen?  Todos nosotros navegamos sobre el mar de aguas inciertas. El miedo está presente con frecuencia en nosotros.

 

Esta historia nos es contada aquí y ahora a nosotros. ¿Podemos nombrar el mal que nos sumerge como mar furioso? ¿Qué nombre tiene él? ¿Cuáles son sus rostros o caras? ¿El dinero, el aburrimiento o tedio, el odio, la desesperanza? En cierto sentido, cuando el mal es exterior a nosotros, podemos nombrarlo fácilmente…el eje del mal, como lo nombraba un presidente de Estados Unidos (G. Bush). Pero   es difícil de nombrarlo o reconocerlo cuando el mal está en nuestro interior, como parte de nuestro corazón. ¿Cuáles son los monstruos escondidos en el fondo de nuestros abismos? ¿Cuáles son los demonios disimulados en el fondo de los corazones?

 

Y Cristo que parece estar siempre ausente: ¿“Aun no tienen fe?” Demanda Jesús a sus discípulos. La fe de los discípulos no estaba que en sus comienzos en el momento de la tempestad calmada. No es sino después de la muerte de Jesús y después de la experiencia de la Resurrección que su fe es confirmada.

 

Hay en el relato de Marcos una luz pascual que llega para darle otro sentido al episodio.

No, Cristo no duerme. No, Él no está en el centro o vientre de la Tierra. Él está vivo. Nosotros podemos pasar a la otra orilla. Podemos ir hacia el mundo pagano. Nosotros ahora podemos enfrentar la noche y arriesgarnos en el mar… sin embargo hay una condición, permanecer firmes en la FE…Es nuestro único recurso.

 

 

 

 

REFERENCIAS:

 

 

ciudadredonda.org

 

http://robertoherrera.blogdiario.com/1204120320/

 

Pequeño misal “Prions en Église”, Novalis, Québec, Canada, 2015.

 

HETU, Jean-Luc. Les Options de Jésus.

 

BEAUCHAMP, André. Comprendre la parole (B). Novalis, Edition digitale avec License, Novalis 2007. 

 

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Gracias por visitar mi blog, Deje sus comentarios que si son hechos con respeto y seriedad, contestaré con mucho gusto. Gracias. Bendiciones




Entrada destacada

1o de enero del 2017: Solemnidad de Santa María Madre de Dios

Reemprender el camino La palabra de Dios de este domingo nos invita a vivir escuchando nuestra memoria, como María. En el moment...