26 de noviembre del 2021: viernes de la trigésima cuarta semana del tiempo ordinario
(Lucas 21: 29-33) En un mundo marcado por el cambio y la velocidad, por lo efímero, lo listo para tirar y la búsqueda de placeres fugaces, es bueno volver a escuchar las palabras del Señor, que ellas permanecen y no serán cosa del pasado (no pasarán).
Primera lectura
Lectura de la profecía de Daniel (7,2-14):
Yo, Daniel, tuve una visión nocturna: los cuatro vientos del cielo agitaban
el océano. Cuatro fieras gigantescas salieron del mar, las cuatro distintas. La
primera era como un león con alas de águila; mientras yo miraba, le arrancaron
las alas, la alzaron del suelo, la pusieron de pie como un hombre y le dieron
mente humana. La segunda era como un oso medio erguido, con tres costillas en
la boca, entre los dientes.
Le dijeron: «¡Arriba! Come carne en abundancia.»
Después vi otra fiera como un leopardo, con cuatro alas de ave en el lomo y
cuatro cabezas. Y le dieron el poder. Después tuve otra visión nocturna: una
cuarta fiera, terrible, espantosa, fortísima; tenía grandes dientes de hierro,
con los que comía y descuartizaba, y las sobras las pateaba con las pezuñas.
Era diversa de las fieras anteriores, porque tenía diez cuernos. Miré
atentamente los cuernos y vi que entre ellos salía otro cuerno pequeño; para
hacerle sitio, arrancaron tres de los cuernos precedentes. Aquel cuerno tenía
ojos humanos y una boca que profería insolencias. Durante la visión, vi que
colocaban unos tronos, y un anciano se sentó; su vestido era blanco como nieve,
su cabellera como lana limpísima; su trono, llamas de fuego; sus ruedas, llamaradas.
Un río impetuoso de fuego brotaba delante de él. Miles y miles le servían,
millones estaban a sus órdenes. Comenzó la sesión y se abrieron los libros. Yo
seguía mirando, atraído por las insolencias que profería aquel cuerno; hasta
que mataron a la fiera, la descuartizaron y la echaron al fuego. A las otras
fieras les quitaron el poder, dejándolas vivas una temporada. Mientras miraba,
en la visión nocturna vi venir en las nubes del cielo como un hijo de hombre,
que se acercó al anciano y se presentó ante él. Le dieron poder real y dominio;
todos los pueblos, naciones y lenguas lo respetarán. Su dominio es eterno y no
pasa, su reino no tendrá fin.
Palabra de Dios
Salmo
Dn 3,75.76.77.78.79.80.81
R/. Ensalzadlo
con himnos por los siglos
Montes y cumbres,
bendecid al Señor. R/.
Cuanto germina en la tierra,
bendiga al Señor. R/.
Manantiales,
bendecid al Señor. R/.
Mares y ríos,
bendecid al Señor. R/.
Cetáceos y peces,
bendecid al Señor. R/.
Aves del cielo,
bendecid al Señor. R/.
Fieras y ganados,
bendecid al Señor. R/.
Lectura del santo evangelio según san Lucas
(21,29-33):
En aquel tiempo, expuso Jesús una parábola a sus discípulos: «Fijaos en la
higuera o en cualquier árbol: cuando echan brotes, os basta verlos para saber
que el verano está cerca. Pues, cuando veáis que suceden estas cosas, sabed que
está cerca el reino de Dios. Os aseguro que antes que
pase esta generación todo eso se cumplirá. El cielo y la tierra pasarán, mis
palabras no pasarán.»
Palabra del Señor
Confiando en la Palabra de Dios
Os aseguro que antes que pase esta generación todo eso se cumplirá.
El cielo y la tierra pasarán, mis palabras no pasarán.»
A medida que nos acercamos a los últimos días de este año
litúrgico, continuamos leyendo sobre el fin del mundo. Hoy leemos que
tanto el cielo como la tierra, como son actualmente, pasarán. Vale la pena
reflexionar sobre esto.
Sabemos que la vida está llena
de cambios. Se ha dicho que lo único que nunca cambia es el cambio en sí
mismo. Todo lo demás cambia. Pero cuando se trata de la tierra, es
difícil creer que algún día "pasará". Algunos científicos creen
que la tierra existe desde hace más de cuatro mil quinientos millones de
años. ¡Eso es un largo tiempo! Ahora considere el hecho de que Jesús
profetizó el fin de esta tierra como la conocemos hoy. ¿Cuándo
sucederá? Sólo Dios sabe.
El cielo, tal como existe hoy,
también fue profetizado por nuestro Señor que pasará. El cielo, como es
ahora, es una pura realidad espiritual en la que los únicos cuerpos corporales
presentes son los de Jesús y nuestra Santísima Madre. El resto del Cielo
está formado por la Esencia Divina, las almas de los redimidos y los ángeles de
Dios. Pero si el cielo incluso muere, ¿qué le espera?
En primer lugar, la única
razón por la que estas dos realidades, el Cielo y la tierra, desaparecerán en
su forma actual es porque, en el Juicio Final, habrá un "Cielos Nuevos
y una Tierra Nueva", como se menciona en el Libro del Apocalipsis. En
ese momento, el cielo y la tierra se unirán como uno solo, y esta nueva
creación existirá por la eternidad.
Pero, ¿hay algo que sea eterno
actualmente? ¿Algo que nunca experimentará un cambio? Los humanos
seremos transformados en la resurrección de los muertos, los ángeles
encontrarán un nuevo hogar, por así decirlo, y Dios establecerá un nuevo y
permanente Reinado. Pero, según la enseñanza de Jesús hoy, lo único que
quedará serán sus palabras: "... mis palabras no pasarán". Una
vez más, vale la pena reflexionar sobre esto.
En un mundo lleno de cambios e
incertidumbre, necesitamos alguna forma de estabilidad. Y esa estabilidad
es la Verdad que se encuentra en la Palabra de Dios. La Palabra de Dios,
tal como se nos revela a través de las Escrituras, debe convertirse en nuestro
fundamento de roca sobre el cual se edifica y existe toda nuestra vida.
Reflexionar, orar, meditar y creer
en la Palabra de Dios nos permite mantenernos firmes e inmutables en una base
espiritual mientras atravesamos el cambio de esta vida e incluso los cambios
que vendrán al final de los tiempos. Aunque esto puede parecer algo
misterioso por naturaleza, es una verdad útil para comprender y
creer. Todo pasará excepto las palabras de Jesús. Por lo tanto, lo
más seguro que podemos hacer en la vida es aferrarnos a Sus palabras y nunca
dejarlo ir.
Reflexiona hoy sobre la
importancia de sumergirse verdaderamente en la Palabra de Dios. ¿Cuánto
tiempo pasas cada semana leyéndola, orando con ella y permitiendo que se
convierta en tu alimento diario?
La Palabra de Dios no es
simplemente un libro de enseñanzas destinado a inspirarte o guiarte. La
Palabra de Dios es una Palabra viva. Es Dios en Su forma
inmutable. Dios, en Su esencia, nunca cambiará, y comprometerse con Él a
través de la revelación de Su Palabra escrita es una forma esencial por la cual
podrás experimentar la verdadera estabilidad en la vida y prepararte para todos
y cada uno de los cambios por venir hasta el orden final de la vida que está
establecida permanentemente.
Mi Palabra eterna, eres
inmutable y eterna. Eres la base de roca en la que siempre debo
confiar. Mientras continúo experimentando los muchos cambios encontrados
en esta vida, por favor entra en mi alma a través de Tu Palabra escrita, para
que encuentre la estabilidad que necesito. Mientras me mantengo firme en
Ti, espero con alegría los Nuevos Cielos y la Nueva Tierra que me
esperan. Jesús, en Ti confío.
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