Dos criterios de discernimiento
(1 Juan 3, 22 – 4, 6) La carta de Juan nos une a nuestro contexto de confusión donde proliferan los “falsos profetas” que prometen lo que no pueden dar.
Dos criterios nos ayudan a discernir: el del amor al prójimo y el del posicionamiento en relación con Jesucristo y, por consiguiente, en relación con su enseñanza.
Por tanto, no confundamos la búsqueda del bienestar y la búsqueda de la salvación, la oración y la modificación del estado de conciencia.
¿No es a dejarnos habitar por el Espíritu a lo que estamos llamados?
Emmanuelle Billoteau, ermitaña
Primera lectura
Lectura de la primera carta del apóstol san Juan 3, 22 – 4, 6
Queridos hermanos:
Cuanto pidamos lo recibimos de él, porque guardamos sus mandamientos y hacemos lo que le agrada.
Y este es su mandamiento: que creamos en el nombre de su Hijo, Jesucristo, y que nos amemos unos a otros, tal como nos lo mandó. Quien guarda sus mandamientos permanece en Dios, y Dios en él; en esto conocemos que permanece en nosotros: por el Espíritu que nos dio.
Queridos míos: no os fiéis de cualquier espíritu, sino examinad si los espíritus vienen de Dios, pues muchos falsos profetas han salido al mundo.
En esto podréis conocer el Espíritu de Dios: todo espíritu que confiesa a Jesucristo venido en carne es de Dios; y todo espíritu que no confiesa a Jesús no es de Dios: es del Anticristo. El cual habéis oído que iba a venir; pues bien, ya está en el mundo.
Vosotros, hijos míos, sois de Dios y lo habéis vencido. Pues el que está en vosotros es más que el que está en el mundo. Ellos son del mundo; por eso hablan según el mundo y el mundo los escucha.
Nosotros somos de Dios. Quien conoce a Dios nos escucha, quien no es de Dios no nos escucha.
En esto conocemos el Espíritu de la verdad y el espíritu del error.
Palabra de Dios
Salmo 2, 7-8. 10-12ª
R/. Te daré en herencia las naciones
Voy a proclamar el decreto del Señor;
él me ha dicho: «Tú eres mi Hijo:
yo te he engendrado hoy.
Pídemelo:
te daré en herencia las naciones;
en posesión, los confines de la tierra». R/.
Y ahora, reyes, sed sensatos;
escarmentad, los que regís la tierra:
servid al Señor con temor,
rendidle homenaje temblando. R/.
Lectura del santo evangelio según san Mateo 4, 12-17. 23-25
En aquel tiempo, al enterarse Jesús de que habían arrestado a Juan se retiró a Galilea.
Dejando Nazaret se estableció en Cafarnaún, junto al mar,
en el territorio de Zabulón y Neftalí, para que se cumpliera lo dicho por medio
del profeta Isaías:
«Tierra de Zabulón y tierra de Neftalí,
camino del mar, al otro lado del Jordán,
Galilea de los gentiles.
El pueblo que habitaba en tinieblas
vio una luz grande;
a los que habitaban en tierra y sombras de muerte,
una luz les brilló».
Desde entonces comenzó Jesús a predicar diciendo:
«Convertíos, porque está cerca el reino de los cielos».
Jesús recorría toda Galilea enseñando en sus sinagogas, proclamando el evangelio del reino y curando toda enfermedad y toda dolencia en el pueblo.
Su fama se extendió por toda Siria y le traían todos los enfermos aquejados de toda clase de enfermedades y dolores, endemoniados, lunáticos y paralíticos. Y él los curó.
Y lo seguían multitudes venidas de Galilea, Decápolis, Jerusalén, Judea y Transjordania.
Palabra del Señor
Arrepiéntete con todo tu corazón
Desde entonces comenzó Jesús a predicar diciendo:
«Convertíos, porque está cerca el reino de los cielos».
Mateo 4:17
Ahora que hemos terminado las celebraciones de la Octava de Navidad y de la Epifanía, comenzamos a dirigir nuestra mirada al ministerio público de Cristo.
La frase anterior del Evangelio de hoy nos presenta el resumen más central de todas las enseñanzas de Jesús: Convertíos. Sin embargo, Él no sólo nos dice que nos arrepintamos, sino que también dice que “el Reino de los cielos está cerca”. Y esa segunda afirmación es la razón por la que debemos arrepentirnos.
En su clásico espiritual, Los Ejercicios Espirituales , San Ignacio de Loyola explica que la razón principal de nuestra vida es dar a Dios la mayor gloria posible. En otras palabras, hacer surgir el Reino de los Cielos. Pero también continúa diciendo que esto solo se puede lograr cuando nos alejamos del pecado y de todos los apegos desordenados en nuestras vidas, de modo que el único enfoque de nuestras vidas sea el Reino de los Cielos. Este es el objetivo del arrepentimiento.
Pronto celebraremos la Fiesta del Bautismo del Señor, y luego regresaremos al Tiempo Ordinario dentro del Año Litúrgico. A lo largo del Tiempo Ordinario, reflexionaremos sobre el ministerio público de Jesús y nos centraremos en sus muchas enseñanzas. Pero todas sus enseñanzas, todo lo que dice y hace, en última instancia nos señalan el arrepentimiento, un alejamiento del pecado y un acercamiento a nuestro glorioso Dios.
En tu propia vida, es esencial que coloques ante tu mente y tu corazón el llamado al arrepentimiento. Es esencial que diariamente escuches a Jesús decirte estas palabras: “Arrepiéntete, porque está cerca el Reino de los Cielos”.
No pienses solamente en Él diciéndote esto hace muchos años; más bien, escúchalo hoy, mañana y todos los días de tu vida. Nunca habrá un momento en tu vida en el que no necesites arrepentirte con todo tu corazón. Nunca alcanzaremos la perfección en esta vida, por lo que el arrepentimiento debe ser nuestra misión diaria.
Reflexiona hoy sobre esta exhortación de nuestro Señor al arrepentimiento. Arrepiéntete con todo tu corazón. Examinar tus acciones todos los días es esencial para esta misión. Observa las formas en que tus acciones te alejan de Dios y rechaza esas acciones. Y busca las formas en que Dios está activo en tu vida y acepta esos actos de misericordia. Arrepiéntete y vuélvete hacia el Señor. Este es el mensaje de Jesús para ti hoy.
Señor, me arrepiento del pecado que he cometido en mi vida y te pido que me des la gracia de liberarme de todo lo que me aleja de Ti. Que no sólo me aleje del pecado, sino que también me vuelva hacia Ti como la fuente de toda misericordia y plenitud en mi vida. Ayúdame a mantener la mirada puesta en el Reino de los Cielos y a hacer todo lo que pueda para participar de ese Reino aquí y ahora. Jesús, en Ti confío.
Comentarios
Publicar un comentario
Gracias por visitar mi blog, Deje sus comentarios que si son hechos con respeto y seriedad, contestaré con mucho gusto. Gracias. Bendiciones