miércoles, 15 de octubre de 2025

16 de octubre del 2025: jueves de la vigesimoctava semana del tiempo ordinario-I- Santa Margarita María de Alacoque, Virgen

 

Santo del día:

Margarita María de Alacoque

(1647-1690)

Nacida en Verosvres, en Borgoña (Francia), Margarita María ingresó joven a la Orden de la Visitación de Santa María, fundada por san Francisco de Sales y santa Juana de Chantal. Mujer de profunda vida interior, recibió entre 1673 y 1675 una serie de revelaciones en las que Jesús le mostró su Corazón, “tan amante de los hombres”, invitándola a difundir la devoción al Sagrado Corazón de Jesús como expresión de su amor misericordioso.

En medio de incomprensiones y pruebas, Margarita María perseveró con humildad y obediencia, convirtiéndose en apóstol de la reparación y de la confianza en Cristo. Su mensaje —“He aquí este Corazón que tanto ha amado a los hombres”— inspiró una de las devociones más tiernas y universales de la Iglesia.

Murió el 17 de octubre de 1690 en Paray-le-Monial, pronunciando las palabras: “Nada tengo, todo lo he entregado al Corazón de Jesús.” Fue canonizada en 1920 por Benedicto XV.

 


Del culto exterior al amor verdadero

(Lucas 11,47-54) Jesús denuncia con firmeza la incoherencia de los fariseos y doctores de la Ley: honran a los profetas muertos, pero rechazan a los vivos que les hablan en nombre de Dios. Su religiosidad se ha vuelto apariencia, incapaz de escuchar la verdad que incomoda.
El Maestro recuerda que no basta con venerar el pasado, sino que es necesario acoger hoy la Palabra que interpela y transforma. Su enseñanza nos invita a revisar nuestras actitudes: ¿construimos monumentos al ayer o dejamos que el Evangelio renueve nuestro presente?
Quien escucha a Cristo con corazón humilde participa del designio de Dios, que no busca condenar, sino liberar a sus hijos de toda hipocresía y temor.

 


Primera lectura


Rom 3, 21-30


El hombre es justificado por la fe, sin obras de la Ley

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos.

HERMANOS:
Ahora, sin la ley se ha manifestado la justicia de Dios, atestiguada por la Ley y los Profetas; justicia de Dios por la fe en Jesucristo para todos los que creen.
Pues no hay distinción, ya que todos pecaron y están privados de la gloria de Dios, y son justificados gratuitamente por su gracia, mediante la redención realizada en Cristo Jesús.
Dios lo constituyó medio de propiciación mediante la fe en su sangre, para mostrar su justicia pasando por alto los pecados del pasado en el tiempo de la paciencia de Dios; actuó así para mostrar su justicia en este tiempo, a fin de manifestar que era justo y que justifica al que tiene fe en Jesús.
Y ahora, ¿dónde está la gloria? Queda eliminada. ¿En virtud de qué ley? ¿De la ley de las obras? No, sino en virtud de la ley de la fe.
Pues sostenemos que el hombre es justificado por la fe, sin obras de la Ley.
¿Acaso Dios lo es solo de los judíos? ¿No lo es también de los gentiles? También lo es de los gentiles, si es verdad que no hay más que un Dios.

Palabra de Dios.

 

Salmo

Sal 129, 1b-2. 3-4. 5-7ab. (R.: 7cd)

R. Del Señor viene la misericordia,
la redención copiosa.


V. Desde lo hondo a ti grito, Señor;
Señor, escucha mi voz;
estén tus oídos atentos
a la voz de mi súplica. 
R.

V. Si llevas cuenta de los delitos, Señor,
¿quién podrá resistir?
Pero de ti procede el perdón,
y así infundes temor. 
R.

V. Mi alma espera en el Señor,
espera en su palabra;
mi alma aguarda al Señor,
más que el centinela la aurora.
Aguarde Israel al Señor,
como el centinela la aurora. 
R.

 

Aclamación

R. Aleluya, aleluya, aleluya.
V. Yo soy el camino y la verdad y la vida —dice el Señor—; nadie va al Padre sino por mí. R.

 

Evangelio

Lc 11, 47-54

Se le pedirá cuenta de la sangre de los profetas, desde la sangre de Abel hasta la sangre de Zacarías

Lectura del santo Evangelio según san Lucas.

EN aquel tiempo, dijo el Señor:
«¡Ay de ustedes, que edifican mausoleos a los profetas, a quienes mataron sus padres!
Así son testigos de lo que hicieron sus padres, y lo aprueban; porque ellos los mataron y ustedes les edifican mausoleos.
Por eso dijo la Sabiduría de Dios: “Les enviaré profetas y apóstoles: a algunos de ellos los matarán y perseguirán”; y así a esta generación se le pedirá cuenta de la sangre de todos los profetas derramada desde la creación del mundo; desde la sangre de Abel hasta la sangre de Zacarías, que pereció entre el altar y el santuario.
Sí, les digo: se le pedirá cuenta a esta generación.
¡Ay de ustedes, maestros de la ley, que se han apoderado de la llave de la ciencia: ustedes no han entrado y a los que intentaban entrar se lo han impedido!».
Al salir de allí, los escribas y fariseos empezaron a acosarlo implacablemente y a tirarle de la lengua con muchas preguntas capciosas, tendiéndole trampas para cazarlo con alguna palabra de su boca.

Palabra del Señor.

 

1

 

Escuchar la verdad que incomoda

 

🕊️ 1. Introducción: la voz que incomoda, pero salva

En la historia de la fe, Dios nunca ha dejado de hablar. Sus profetas —desde Moisés hasta Juan el Bautista— fueron voces que despertaban conciencias dormidas. Pero, como recuerda Jesús en el Evangelio de hoy, esas voces con frecuencia fueron silenciadas.
El Señor reprocha a los fariseos: “¡Ay de ustedes, que construyen sepulcros a los profetas que mataron sus padres!” (Lc 11,47). Es una denuncia contra la
hipocresía religiosa: honrar a los profetas muertos mientras se rechaza a los que siguen proclamando la verdad viva de Dios.

Jesús mismo es el Profeta definitivo, la Palabra encarnada, y su presencia siempre nos confronta. Escucharle no es tarea fácil: su verdad desnuda nuestras máscaras y pone en evidencia nuestras incoherencias. Sin embargo, solo quien acepta ser interpelado puede experimentar la libertad que viene del Espíritu.


📖 2. Exégesis: los profetas vivos y el corazón cerrado

El Evangelio se sitúa en una larga discusión entre Jesús y los líderes religiosos. Ellos, orgullosos de su observancia, construyen monumentos a los profetas antiguos, pero han perdido el sentido espiritual de la Ley. En el fondo, se sienten cómodos con los profetas del pasado porque ya no los desafían.

Jesús les muestra su contradicción: pretenden honrar la memoria de los hombres de Dios, pero repiten los mismos errores de sus antepasados. La historia se repite cuando la religión se vuelve formalismo sin conversión.
El Maestro no condena la piedad, sino su vacío: ritos sin caridad, rezos sin justicia, doctrina sin compasión. Su palabra es fuego que purifica, no para destruir sino para
dar vida nueva a lo que se ha endurecido.


🌿 3. La enseñanza de San Pablo: justificados por la gracia

En la primera lectura, San Pablo (Rom 3,21-30) proclama una verdad que desarma todo orgullo: “Todos pecaron y están privados de la gloria de Dios, pero son justificados gratuitamente por su gracia”.
Los fariseos creían ganarse la salvación cumpliendo normas. Pablo recuerda que
nadie se salva por mérito, sino por el amor gratuito de Dios manifestado en Cristo Jesús. La fe es abrirse a ese amor que perdona y transforma.

El creyente que ha sido perdonado ya no juzga ni condena: se hace misericordioso. Quien ha sido tocado por la gracia, se convierte en misionero del perdón.


🎼 4. El Salmo 129: un grito desde lo hondo

El salmista clama: “Desde lo hondo a ti grito, Señor… Si llevas cuenta de los delitos, ¿quién podrá resistir?”
Este salmo se une a la enseñanza paulina: todos necesitamos la misericordia. Pero es un grito lleno de esperanza: “Del Señor viene la misericordia y la redención copiosa”.

Así debe sonar la voz de la Iglesia en este tiempo jubilar: no la voz del reproche, sino la del consuelo que rescata. La evangelización auténtica nace de un corazón que ha sido perdonado y ahora canta: “Mi alma espera en el Señor más que el centinela la aurora”.
El evangelizador no impone;
invita. El sacerdote, el catequista, el misionero, el laico comprometido, todos son enviados a ser profetas del perdón en un mundo que todavía no sabe amar.


❤️ 5. Santa Margarita María de Alacoque: el Corazón que perdona

La memoria litúrgica de Santa Margarita María de Alacoque ilumina el Evangelio de hoy. Ella fue mensajera del Sagrado Corazón de Jesús, ese Corazón “que tanto ha amado a los hombres” y no recibe más que indiferencia.
En sus revelaciones, Cristo le pidió una reparación de amor, no por miedo ni por culpa, sino por gratitud. El Corazón de Jesús
no busca castigar, sino sanar; no condena, sino que invita a volver a su ternura.

En Margarita María se une la fe contemplativa y la misión activa: su oración silenciosa dio origen a un movimiento misionero de amor y reparación. Solo quien se deja amar puede anunciar el Amor.


🌎 6. Aplicación actual: los profetas de hoy

El mensaje de Jesús sigue siendo urgente. También hoy levantamos monumentos a los profetas del pasado —Francisco de Asís, Teresa de Calcuta, Romero, Dorothy Stang—, pero nos cuesta escuchar a los profetas que viven entre nosotros, los que denuncian injusticias, los que piden respeto por la vida, los que nos llaman a cuidar la casa común o a tender la mano a los pobres.

El Evangelio nos invita a no repetir el pecado de los fariseos: cerrar el corazón ante el profeta contemporáneo. En la familia, en la comunidad, en la sociedad, hay voces que nos interpelan: el niño que pide tiempo, el anciano olvidado, el migrante sin tierra, el enfermo sin consuelo… Son los profetas del dolor que reclaman amor.

Escuchar la verdad que incomoda es la única forma de construir una fe viva. El cristiano auténtico no teme ser confrontado, porque su seguridad está en el amor de Cristo.


🌸 7. Dimensión jubilar, misionera y vocacional

En este Año Jubilar “Peregrinos de la Esperanza”, Jesús nos llama a pasar de una religión de fachada a una fe de compasión.
Ser “peregrinos” significa caminar ligeros, desprendidos de las seguridades de siempre; “de la esperanza” significa
creer que el Espíritu sigue hablando hoy a través de nuevos profetas y nuevas vocaciones.

Recemos por las vocaciones sacerdotales, religiosas y misioneras: que surjan de corazones humildes, libres del orgullo farisaico, encendidos en la caridad del Corazón de Jesús. Que cada comunidad cristiana sea un “cenáculo misionero” donde la Palabra se viva, no solo se escuche.


🙏 8. Conclusión y oración final

Queridos hermanos: el Evangelio de hoy nos enseña que la verdad de Dios no es cómoda, pero libera. Escucharla exige humildad; vivirla exige valentía.
Pidamos al Señor que nos haga
constructores de esperanza, no de sepulcros vacíos; testigos de la misericordia, no guardianes de apariencias.

Oración:
Señor Jesús, profeta y redentor, líbranos de la fe superficial que honra con los labios y olvida el corazón. Haznos discípulos tuyos, capaces de escuchar la verdad aunque duela, de anunciar tu perdón aunque cueste, y de vivir en comunión con todos los que buscan tu rostro.
Que, a ejemplo de Santa Margarita María de Alacoque, sepamos reparar con amor las heridas de tu Corazón y ser testigos de tu misericordia en este tiempo jubilar.
Amén.

 

2

 

🌿 El perdón de los pecados

San Pablo, en su carta a los Romanos, nos conduce al corazón mismo del misterio de la redención: “todos pecaron y están privados de la gloria de Dios, pero son justificados gratuitamente por su gracia, en virtud de la redención realizada en Cristo Jesús” (Rom 3,23-24).
La palabra “sacrificio”, evocada en la primera lectura, remite al Día de la Expiación descrito en Levítico 16: el sumo sacerdote entraba una vez al año al Santuario para rociar con sangre el propiciatorio, símbolo del perdón concedido a todo el pueblo. Ese rito antiguo encuentra ahora su cumplimiento pleno en Cristo, “víctima de reconciliación”, cuya sangre derramada en la cruz no es símbolo sino fuente viva de salvación.

La fe, dice Pablo, no consiste en “hacer méritos”, sino en abrir el corazón a la gracia. Es aceptar con humildad que la justicia no viene de nuestras obras sino del amor gratuito de Dios. Creer es dejar que Cristo sane nuestras culpas y nos devuelva la dignidad de hijos.
En el contexto del Año Jubilar, este mensaje resuena como una invitación a experimentar el gozo del perdón, a reconciliarnos con Dios y con los hermanos, para vivir como peregrinos de la esperanza, testigos de la misericordia divina en nuestras comunidades.

Santa Margarita María de Alacoque, apóstol del Sagrado Corazón de Jesús, comprendió profundamente este misterio: el Corazón de Cristo herido por amor es el lugar donde el alma encuentra paz, perdón y misión. Su vida contemplativa y reparadora nos recuerda que la verdadera evangelización nace de un corazón purificado y encendido por el amor de Cristo.

Pidamos hoy por todos los evangelizadores y por las vocaciones sacerdotales y religiosas: que en medio del mundo sean testigos de ese amor que todo lo perdona, transforma y renueva.


🎼 Salmo 129(130): “Del Señor viene la misericordia, la redención copiosa”

El salmo pone en nuestros labios el clamor de la Iglesia penitente: “Desde lo hondo a ti grito, Señor”. Reconoce la verdad que Pablo proclama (Rom 3,21-30): si Dios llevara cuenta de las culpas, nadie podría sostenerse; pero en Él hay perdón y una redención copiosa.
Este “grito desde lo hondo” no es desesperación, sino espera confiada: “mi alma espera en el Señor, más que el centinela la aurora”. Así, el Salmo se vuelve escuela de fe (acoger la gracia), escuela de misión (anunciar el perdón) y escuela de esperanza jubilar (esperar la aurora de la misericordia para todos).

  • Para la obra evangelizadora y las vocaciones: el salmo nos enseña el tono del apóstol: no ir como jueces, sino como testigos del perdón. Donde hay corazones heridos y pecados pesados, llevamos esta certeza: el Señor rescata a Israel de todas sus culpas. De esta experiencia nacen vocaciones: jóvenes y familias que, habiendo sido perdonados, desean servir y consagrarse.
  • En sintonía con Santa Margarita María de Alacoque: el De profundis desemboca en el Sagrado Corazón: en su Corazón “hay perdón”, ternura y reparación. El grito del salmo encuentra descanso en ese Corazón abierto.
  • Mes del Rosario y Misiones: María nos acompaña en la espera vigilante del salmista. Con el Rosario, la Iglesia aprende a esperar y perseverar, mientras sale a las periferias a anunciar que siempre hay un nuevo comienzo.

 

La copa rebosa

El Evangelio (Lc 11,47-54) nos muestra nuevamente la valentía profética de Jesús frente a los fariseos y doctores de la ley. Denuncia su hipocresía religiosa: edifican monumentos a los profetas muertos, pero persiguen a los vivos; observan la letra de la Ley, pero descuidan su espíritu.
Jesús no rechaza la Ley; al contrario, la lleva a su plenitud. Su palabra recuerda que toda práctica religiosa —por más devota o piadosa que parezca— pierde sentido si no conduce al amor. “Den más bien en limosna lo que hay dentro, y todo les será limpio” (v.41): es decir, la pureza del corazón se mide en la capacidad de amar, compartir y servir.

Cuando el Señor dice “la copa rebosa”, podemos imaginar que se refiere a la plenitud del don, a ese desbordamiento de amor que se manifiesta en la misericordia. La fe sin obras de justicia se seca; la práctica religiosa sin caridad se vuelve estéril.
Por eso, en este mes del Rosario y de las Misiones, estamos llamados a renovar nuestra vida interior, no desde el formalismo, sino desde la conversión del corazón. La Virgen María, primera discípula misionera, nos enseña a escuchar la Palabra, meditarla y ponerla por obra.

El Jubileo nos invita precisamente a eso: a pasar de lo externo a lo interior, de la costumbre a la conversión, de la obligación a la donación. Solo así nuestra copa —la del corazón— rebosará de compasión y alegría, y nuestra vida se convertirá en un signo vivo de la ternura de Dios para con todos.

 

3

 

Vencer la hostilidad con la paz del Corazón de Cristo

 

🕊️ 1. Introducción: cuando la fe se vuelve campo de batalla

El Evangelio de hoy cierra una serie de fuertes reproches de Jesús contra los fariseos y doctores de la Ley. En lugar de abrir sus corazones a la conversión, ellos reaccionan con hostilidad. Lucas escribe: “Cuando Jesús salió de allí, los escribas y fariseos comenzaron a acosarlo y a tirarle preguntas capciosas, para cogerlo en alguna palabra.” (Lc 11,53-54).

Lo que debía ser diálogo religioso se convierte en trampa espiritual. La palabra de Dios, destinada a liberar, es usada por ellos como arma de ataque. Así nace uno de los mayores peligros de la fe: creer que defendemos a Dios, cuando en realidad defendemos nuestro orgullo.

Jesús, sin embargo, no responde con violencia ni con miedo: su silencio y serenidad desenmascaran la oscuridad del corazón humano. En Él se cumple lo que dice el salmista: “Desde lo hondo a ti grito, Señor… pero en ti hay perdón y redención copiosa.” (Sal 129).


📖 2. Exégesis: el endurecimiento del corazón

Los fariseos no eran hombres malvados en su origen; eran celosos observantes de la Ley. Su problema fue convertir la Ley en instrumento de poder. En vez de dejarse iluminar por la verdad de Cristo, se atrincheraron en su interpretación.

El verbo “acosar” que usa Lucas tiene el sentido de “asediar” o “acorralar”. No buscan entender, sino atrapar. El corazón que no se deja corregir se vuelve sordo a Dios. La misma Palabra que sana al humilde, hiere al soberbio.

Jesús denuncia su dureza, no para condenarlos, sino para salvarlos. Incluso sus “¡Ay de ustedes!” son llamados de amor, intentos de quebrar su cerrazón. Pero ellos responden con más hostilidad. Así se cumple el drama de todos los tiempos: la fe sin humildad se vuelve arrogancia religiosa.


🌿 3. Primera lectura: justificados por la fe, no por el mérito

San Pablo, en la carta a los Romanos, ilumina este conflicto desde la raíz: “Todos pecaron y están privados de la gloria de Dios, pero son justificados gratuitamente por su gracia, mediante la redención realizada en Cristo Jesús.” (Rom 3,23-24).

La actitud de los fariseos nace de olvidar que la salvación es don y no conquista. Quien se siente salvado por sus obras termina juzgando a los demás. Pero quien experimenta la gracia se vuelve misericordioso y comprensivo.
La fe verdadera no es usar la Palabra para controlar, sino
dejarse transformar por ella.


🎼 4. El Salmo: clamor desde lo hondo

El Salmo 129 (De profundis) expresa la actitud opuesta a la de los fariseos: el alma que reconoce su pecado y confía. “Desde lo hondo a ti grito, Señor, escucha mi voz… Si llevas cuenta de los delitos, ¿quién podrá resistir?”

El salmista no se justifica ni acusa a nadie: se abandona a la misericordia. Y en ese abandono encuentra la paz.
Esa es la gran enseñanza para el discípulo de Cristo:
no reaccionar con hostilidad, sino con oración. Cuando alguien nos ataca o tergiversa, el camino no es responder con rabia, sino refugiarse “en el Señor, que es rico en perdón”.

El salmo, leído en clave jubilar, es una invitación a romper los círculos de resentimiento que esclavizan a las familias, comunidades y pueblos. Solo el que grita “desde lo hondo” y confía en Dios puede ser instrumento de reconciliación.


❤️ 5. Santa Margarita María de Alacoque: vencer el odio con amor reparador

La memoria litúrgica de Santa Margarita María de Alacoque encaja perfectamente con este Evangelio. Ella contempló al Sagrado Corazón de Jesús, herido pero paciente ante la hostilidad humana. Jesús le mostró un Corazón que sufre por la ingratitud y el rechazo, pero que sigue amando y perdonando.

Mientras los fariseos planeaban trampas, el Corazón de Jesús planeaba misericordia.
Margarita María comprendió que la mejor respuesta a la frialdad y la hipocresía es
reparar amando, orar en silencio y ofrecer la propia vida para que otros conozcan el amor de Cristo.

Su devoción no fue sentimentalismo; fue una espiritualidad profundamente misionera: hacer visible en el mundo la ternura de Dios frente a la dureza del corazón humano.


🌎 6. Aplicación pastoral: cuando la religión se vuelve arma

El Evangelio nos pone ante un espejo. ¿Cuántas veces usamos nuestra fe para criticar, vigilar o juzgar al otro? A veces nos disfrazamos de defensores de la verdad, pero actuamos movidos por heridas, celos o frustraciones.
La hostilidad puede ser activa o pasiva: podemos atacar con palabras o condenar en silencio, con desprecio interior.

Jesús nos invita hoy a una purificación interior: no dejar que la amargura tenga la última palabra.
Cuando experimentamos injusticia, la tentación es responder igual, pero el Espíritu Santo nos inspira otro camino:
el del perdón sereno y la paz interior.

En este mes del Rosario y de las Misiones, María nos enseña esa serenidad: guardaba todo en su corazón, confiando en que Dios haría justicia a su tiempo. Ella, misionera silenciosa, venció el mal con el bien.


🕯️ 7. Dimensión jubilar y vocacional: profetas de la paz

El Año Jubilar “Peregrinos de la Esperanza” nos llama a revisar si nuestras palabras y acciones construyen paz o alimentan divisiones.
Ser “peregrinos” significa caminar ligeros de resentimientos; ser “de la esperanza” significa
creer en la fuerza redentora del perdón.

Pidamos al Señor que, en la Iglesia, cada sacerdote, religiosa, catequista y laico evangelizador sea profeta de la reconciliación, no del conflicto. Que nuestras comunidades sean talleres de misericordia, donde el Evangelio sane heridas en lugar de abrir nuevas.

Las vocaciones nacen en ambientes donde se respira paz, no juicio. Allí donde se vive el perdón, Dios llama con fuerza.


🙏 8. Conclusión y oración final

Queridos hermanos: el Evangelio de hoy nos enseña que la hostilidad y el complot nacen del miedo, pero el amor de Cristo expulsa el miedo.
Jesús no respondió con odio, sino con la mansedumbre de quien confía en el Padre. Así nos muestra el camino para vencer todo espíritu de enfrentamiento:
la paz que brota del Corazón herido y resucitado.

Oración:
Señor Jesús, manso y humilde de corazón, enséñanos a vencer la hostilidad con tu paz.
Que no usemos tu Palabra para juzgar, sino para sanar.
Libéranos del deseo de tener razón y danos la gracia de escuchar, comprender y perdonar.
Haznos testigos de tu misericordia, como Santa Margarita María, para que, en este Año Jubilar, seamos misioneros del amor y constructores de paz.

Amén.

 

 

16 de octubre:

Santa Margarita María de Alacoque, virgen — Memoria opcional

1647–1690
Patrona de los devotos del Sagrado Corazón y de quienes han perdido a uno de sus padres siendo jóvenes.
Invocada contra la poliomielitis y la fiebre reumática.
Canonizada por el papa Benedicto XV el 13 de mayo de 1920.




Cita:

El Sagrado Corazón de Cristo es una fuente inagotable, y su único deseo es derramarse en los corazones de los humildes para liberarlos y prepararlos a fin de que vivan según su beneplácito.
De este divino Corazón fluyen tres corrientes que nunca se extinguen:
La primera es la corriente de misericordia para los pecadores; infunde en sus corazones sentimientos de contrición y arrepentimiento.
La segunda es la corriente de caridad, que ayuda a todos los necesitados y, en especial, a quienes buscan la perfección, para que encuentren los medios de superar sus dificultades.
De la tercera corriente brotan amor y luz en beneficio de sus amigos que han alcanzado la perfección; Él desea unirlos a sí mismo para que participen de su conocimiento y de sus mandamientos y, a su modo, se dediquen enteramente a promover su gloria.


~De una carta de Santa Margarita María


Reflexión

Margarita Alacoque nació en la pequeña localidad de Terreau o Hautecour, en el Ducado de Borgoña, dentro del Sacro Imperio Romano Germánico, en la actual Francia. Fue una de los cinco hijos sobrevivientes y la única hija viva.
En su autobiografía cuenta que desde su infancia Jesús la reclamó como suya, y que pronto le mostró “la fealdad del pecado”. De niña solía repetir: “A Dios entrego mi pureza y le hago voto de castidad perpetua”. Un día lo pronunció como voto durante la consagración en la misa, aunque confesó no saber exactamente qué significaban “pureza” o “castidad”: solo intuía que las quería para sí.

Su padre murió cuando era muy pequeña. Su educación inicial provino de campesinos y sirvientes del lugar, pues su madre debía trabajar arduamente para sostener a la familia. A los nueve años fue enviada con las monjas Clarisas, que la educaron, pero a los dos años cayó gravemente enferma —probablemente de fiebre reumática— y no pudo caminar durante cuatro años.
Un día le sugirieron consagrarse a la Virgen María, prometiendo ser “una de sus hijas” si obtenía la curación. Apenas lo hizo, recuperó la salud, y la Santísima Virgen se convirtió en la
madre de su corazón, educándola y corrigiéndola. Poco después, mientras rezaba el rosario, la Virgen se le apareció diciéndole: “Me sorprende, hija mía, que seas tan descuidada en mi servicio”. Esa suave corrección la marcó profundamente; tanto que, al recibir la confirmación, añadió el nombre “María” al suyo, pasando a llamarse Margarita María.

Tras la muerte de su padre, la familia sufrió opresión y pobreza. Tres parientes paternos administraron injustamente los bienes familiares, sometiéndolos a duros años de dependencia. Esta situación duró hasta que su hermano mayor alcanzó la mayoría de edad y recuperó el control de la herencia.
Aquella humillación fue para Margarita una escuela interior:
aprendió a unir su sufrimiento al de Cristo. En numerosas ocasiones Jesús se le manifestó azotado y coronado de espinas, enseñándole a ofrecer sus penas junto con las suyas. Si no podía ir a la iglesia, pasaba horas de rodillas rezando en el jardín o junto al establo, derramando su alma ante el Señor.

Ya en la adolescencia, su madre, viuda y sin recursos, le rogó con lágrimas que se casara, esperando así asegurar su propio futuro. Margarita María intentó complacerla: asistió a reuniones sociales y bailes, pero cada vez volvía turbada al sentir la tristeza de Jesús. Una noche, tras regresar de un baile, tuvo una visión del Señor flagelado, que le mostró cuánto sufría por ella. Entonces decidió reafirmar su antiguo voto y consagrarse totalmente a la vida religiosa.

Su familia trató de persuadirla para que ingresara en las Ursulinas, como una pariente cercana, pero ella deseaba la vida más austera de las Salesas o Visitandinas. A pesar de la oposición familiar, perseveró y, el 21 de mayo de 1671, ingresó en el monasterio de la Visitación de Paray-le-Monial.
Apenas cruzó el umbral, escuchó interiormente a Jesús decirle: “Aquí es donde quiero que estés.”
Después de algunas dudas de sus superioras, recibió el hábito y emitió sus votos el
6 de noviembre de 1672.

Durante su noviciado, Jesús le reveló que la había escogido para una misión particular: ser un “lienzo en blanco” donde Él escribiría sus sufrimientos. Tras su profesión, el Señor comenzó a manifestársele con frecuencia, mostrándole su deseo de que el Sagrado Corazón fuese honrado en toda la Iglesia y uniendo su alma a los dolores de su Pasión.
En las vísperas de cada primer viernes, la invitaba a hacer
una hora santa entre las 11 y las 12 de la noche, postrada en el suelo, para acompañarlo en su agonía del Huerto de los Olivos.
En los primeros viernes del mes debía comulgar, y Jesús le dijo: “Mi divino Corazón está tan inflamado de amor por los hombres, y por ti en particular, que ya no puede contener las llamas de su caridad ardiente y desea propagarlas por tu medio.”
Le mostró su Corazón encendido y rodeado de espinas: las llamas simbolizaban su amor, y las espinas, la ingratitud humana.

El Señor le hizo doce promesas a quienes honraran su Sagrado Corazón:

1.    Les concederé todas las gracias necesarias para su estado de vida.

2.    Estableceré la paz en sus familias.

3.    Los consolaré en todas sus aflicciones.

4.    Hallarán en mi Corazón refugio durante la vida y, especialmente, en la hora de la muerte.

5.    Derramaré abundantes bendiciones sobre todas sus empresas.

6.    Los pecadores hallarán en mi Corazón la fuente de un océano infinito de misericordia.

7.    Las almas tibias se volverán fervorosas.

8.    Las almas fervorosas se elevarán rápidamente a gran perfección.

9.    Bendeciré las casas en las que se exponga y venere la imagen de mi Corazón.

10.                   Daré a los sacerdotes el don de conmover los corazones más endurecidos.

11.                   Los que propaguen esta devoción tendrán su nombre escrito en mi Corazón y jamás será borrado.

12.                   A quienes comulguen los primeros viernes de nueve meses consecutivos, les concederé la gracia de la perseverancia final y morirán en mi amistad, recibiendo los sacramentos; mi Corazón será su refugio seguro en la última hora.

Su superiora, la madre de Saumaise, dudó de sus visiones y las sometió al juicio de teólogos, quienes inicialmente la consideraron ilusa. Muchas hermanas también desconfiaban de ella.
Por providencia divina, el
jesuita san Claudio de la Colombière llegó al monasterio como confesor, y al escucharla, reconoció la autenticidad de sus experiencias, convirtiéndose en su apoyo y guía.
Con el tiempo, la comunidad aceptó las revelaciones y comenzó a celebrar la
Fiesta del Sagrado Corazón, construyendo una capilla dedicada a Él tres años antes de la muerte de Margarita María.

Setenta y cinco años después de su fallecimiento, el papa Clemente XIII aprobó oficialmente la devoción al Sagrado Corazón de Jesús, abriendo el camino a su canonización en 1920 y a la inclusión de la fiesta en el calendario litúrgico universal en 1929.


Actualidad espiritual

Hoy nadie duda de la autenticidad mística de Santa Margarita María Alacoque. Su vida fue una participación profunda en la Pasión de Cristo, marcada por incomprensiones y sufrimientos. Pero el fruto de su fidelidad ha sido inmenso: la devoción al Sagrado Corazón de Jesús sigue siendo una de las fuentes más fecundas de conversión y consuelo en la Iglesia.


Oración

Santa Margarita María Alacoque, desde tu tierna infancia tu corazón se unió al Corazón de Jesús, y su Madre fue también la tuya. Perseveraste entre pruebas y oposiciones, cumpliendo con valentía la misión que se te confió.
Intercede por nosotros, para que comprendamos mejor el amor del Corazón sufriente de Jesús y nos dejemos transformar por su misericordia abundante.
Santa Margarita María, ruega por nosotros.
Jesús, en Ti confío.

 

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