Santo del día:
Margarita María de Alacoque
(1647-1690)
Nacida en Verosvres, en Borgoña (Francia),
Margarita María ingresó joven a la Orden de la Visitación de Santa María,
fundada por san Francisco de Sales y santa Juana de Chantal. Mujer de profunda
vida interior, recibió entre 1673 y 1675 una serie de revelaciones en las que Jesús
le mostró su Corazón, “tan amante de los hombres”, invitándola a difundir
la devoción al Sagrado Corazón de Jesús como expresión de su amor
misericordioso.
En medio de incomprensiones y pruebas, Margarita
María perseveró con humildad y obediencia, convirtiéndose en apóstol de la
reparación y de la confianza en Cristo. Su mensaje —“He aquí este Corazón
que tanto ha amado a los hombres”— inspiró una de las devociones más
tiernas y universales de la Iglesia.
Murió el 17 de octubre de 1690 en Paray-le-Monial,
pronunciando las palabras: “Nada tengo, todo lo he entregado al Corazón de
Jesús.” Fue canonizada en 1920 por Benedicto XV.
Del culto exterior al amor verdadero
(Lucas 11,47-54) Jesús denuncia con firmeza la
incoherencia de los fariseos y doctores de la Ley: honran a los profetas
muertos, pero rechazan a los vivos que les hablan en nombre de Dios.
Su religiosidad se ha vuelto apariencia, incapaz de escuchar la verdad que
incomoda.
El Maestro recuerda que no basta con venerar el pasado, sino que es
necesario acoger hoy la Palabra que interpela y transforma. Su enseñanza
nos invita a revisar nuestras actitudes: ¿construimos monumentos al ayer o
dejamos que el Evangelio renueve nuestro presente?
Quien escucha a Cristo con corazón humilde participa del designio de Dios, que
no busca condenar, sino liberar a sus hijos de toda hipocresía y temor.
Primera lectura
Rom 3, 21-30
El hombre es
justificado por la fe, sin obras de la Ley
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos.
HERMANOS:
Ahora, sin la ley se ha manifestado la justicia de Dios, atestiguada por la Ley
y los Profetas; justicia de Dios por la fe en Jesucristo para todos los que
creen.
Pues no hay distinción, ya que todos pecaron y están privados de la gloria de
Dios, y son justificados gratuitamente por su gracia, mediante la redención
realizada en Cristo Jesús.
Dios lo constituyó medio de propiciación mediante la fe en su sangre, para
mostrar su justicia pasando por alto los pecados del pasado en el tiempo de la
paciencia de Dios; actuó así para mostrar su justicia en este tiempo, a fin de
manifestar que era justo y que justifica al que tiene fe en Jesús.
Y ahora, ¿dónde está la gloria? Queda eliminada. ¿En virtud de qué ley? ¿De la
ley de las obras? No, sino en virtud de la ley de la fe.
Pues sostenemos que el hombre es justificado por la fe, sin obras de la Ley.
¿Acaso Dios lo es solo de los judíos? ¿No lo es también de los gentiles?
También lo es de los gentiles, si es verdad que no hay más que un Dios.
Palabra de Dios.
Salmo
R. Del Señor
viene la misericordia,
la redención copiosa.
V. Desde
lo hondo a ti grito, Señor;
Señor, escucha mi voz;
estén tus oídos atentos
a la voz de mi súplica. R.
V. Si llevas
cuenta de los delitos, Señor,
¿quién podrá resistir?
Pero de ti procede el perdón,
y así infundes temor. R.
V. Mi alma
espera en el Señor,
espera en su palabra;
mi alma aguarda al Señor,
más que el centinela la aurora.
Aguarde Israel al Señor,
como el centinela la aurora. R.
Aclamación
V. Yo
soy el camino y la verdad y la vida —dice el Señor—; nadie va al Padre sino por
mí. R.
Evangelio
Se le pedirá
cuenta de la sangre de los profetas, desde la sangre de Abel hasta la sangre de
Zacarías
Lectura del santo Evangelio según san Lucas.
EN aquel tiempo, dijo el Señor:
«¡Ay de ustedes, que edifican mausoleos a los profetas, a quienes mataron sus
padres!
Así son testigos de lo que hicieron sus padres, y lo aprueban; porque ellos los
mataron y ustedes les edifican mausoleos.
Por eso dijo la Sabiduría de Dios: “Les enviaré profetas y apóstoles: a algunos
de ellos los matarán y perseguirán”; y así a esta generación se le pedirá
cuenta de la sangre de todos los profetas derramada desde la creación del
mundo; desde la sangre de Abel hasta la sangre de Zacarías, que pereció entre
el altar y el santuario.
Sí, les digo: se le pedirá cuenta a esta generación.
¡Ay de ustedes, maestros de la ley, que se han apoderado de la llave de la
ciencia: ustedes no han entrado y a los que intentaban entrar se lo han
impedido!».
Al salir de allí, los escribas y fariseos empezaron a acosarlo implacablemente
y a tirarle de la lengua con muchas preguntas capciosas, tendiéndole trampas
para cazarlo con alguna palabra de su boca.
Palabra del Señor.
1
Escuchar la
verdad que incomoda
🕊️ 1. Introducción: la voz que incomoda,
pero salva
En
la historia de la fe, Dios nunca ha dejado de hablar. Sus profetas —desde
Moisés hasta Juan el Bautista— fueron voces que despertaban conciencias
dormidas.
Pero, como recuerda Jesús en el Evangelio de hoy, esas voces con frecuencia
fueron silenciadas.
El Señor reprocha a los fariseos: “¡Ay
de ustedes, que construyen sepulcros a los profetas que mataron sus padres!”
(Lc 11,47). Es una denuncia contra la hipocresía religiosa: honrar a los profetas
muertos mientras se rechaza a los que siguen proclamando la verdad viva de
Dios.
Jesús
mismo es el Profeta
definitivo,
la Palabra encarnada, y su presencia siempre nos confronta. Escucharle no es
tarea fácil: su
verdad desnuda nuestras máscaras y pone en evidencia nuestras incoherencias.
Sin embargo, solo quien acepta ser interpelado puede experimentar la libertad
que viene del Espíritu.
📖 2. Exégesis: los profetas vivos y el
corazón cerrado
El
Evangelio se sitúa en una larga discusión entre Jesús y los líderes religiosos.
Ellos, orgullosos de su observancia, construyen monumentos a los profetas
antiguos, pero han
perdido el sentido espiritual de la Ley. En el fondo, se sienten cómodos con
los profetas del pasado porque ya no los desafían.
Jesús
les muestra su contradicción: pretenden honrar la memoria de los hombres de
Dios, pero repiten
los mismos errores de sus antepasados. La historia se repite cuando la
religión se vuelve formalismo sin conversión.
El Maestro no condena la piedad, sino su vacío: ritos sin caridad, rezos sin
justicia, doctrina sin compasión. Su palabra es fuego que purifica, no para
destruir sino para dar vida nueva a lo que se ha endurecido.
🌿 3. La enseñanza de San Pablo:
justificados por la gracia
En
la primera lectura, San Pablo (Rom 3,21-30) proclama una verdad que desarma
todo orgullo: “Todos
pecaron y están privados de la gloria de Dios, pero son justificados
gratuitamente por su gracia”.
Los fariseos creían ganarse la salvación cumpliendo normas. Pablo recuerda que nadie se salva por
mérito,
sino por el amor gratuito de Dios manifestado en Cristo Jesús. La fe es abrirse
a ese amor que perdona y transforma.
El
creyente que ha sido perdonado ya no juzga ni condena: se hace misericordioso. Quien ha sido tocado
por la gracia, se
convierte en misionero del perdón.
🎼 4. El Salmo 129: un grito desde lo
hondo
El
salmista clama: “Desde lo
hondo a ti grito, Señor… Si llevas cuenta de los delitos, ¿quién podrá
resistir?”
Este salmo se une a la enseñanza paulina: todos necesitamos la misericordia.
Pero es un grito lleno de esperanza: “Del
Señor viene la misericordia y la redención copiosa”.
Así
debe sonar la voz de la Iglesia en este tiempo jubilar: no la voz del reproche, sino la del consuelo
que rescata. La evangelización auténtica nace de un corazón que ha sido
perdonado y ahora canta: “Mi
alma espera en el Señor más que el centinela la aurora”.
El evangelizador no impone; invita. El sacerdote, el
catequista, el misionero, el laico comprometido, todos son enviados a ser profetas del perdón en un mundo que
todavía no sabe amar.
❤️ 5. Santa Margarita María de Alacoque: el
Corazón que perdona
La
memoria litúrgica de Santa Margarita María de Alacoque ilumina el Evangelio
de hoy. Ella fue mensajera del Sagrado Corazón de Jesús, ese Corazón “que
tanto ha amado a los hombres” y no recibe más que indiferencia.
En sus revelaciones, Cristo le pidió una reparación de amor, no por miedo ni
por culpa, sino por gratitud. El Corazón de Jesús no busca castigar, sino
sanar;
no condena, sino que invita a volver a su ternura.
En
Margarita María se une la fe contemplativa y la misión activa: su oración
silenciosa dio origen a un movimiento misionero de amor y reparación. Solo quien se deja amar
puede anunciar el Amor.
🌎 6. Aplicación actual: los profetas de
hoy
El
mensaje de Jesús sigue siendo urgente. También hoy levantamos monumentos a los
profetas del pasado —Francisco de Asís, Teresa de Calcuta, Romero, Dorothy
Stang—, pero nos
cuesta escuchar a los profetas que viven entre nosotros, los que denuncian
injusticias, los que piden respeto por la vida, los que nos llaman a cuidar la
casa común o a tender la mano a los pobres.
El
Evangelio nos invita a no repetir el pecado de los fariseos: cerrar el corazón
ante el profeta contemporáneo. En la familia, en la comunidad, en la sociedad,
hay voces que nos interpelan: el niño que pide tiempo, el anciano olvidado, el
migrante sin tierra, el enfermo sin consuelo… Son los profetas del
dolor que reclaman amor.
Escuchar
la verdad que incomoda es la única forma de construir una fe viva. El cristiano auténtico
no teme ser confrontado, porque su seguridad está en el amor de Cristo.
🌸 7. Dimensión jubilar, misionera y
vocacional
En
este Año
Jubilar “Peregrinos de la Esperanza”, Jesús nos llama a pasar de una
religión de fachada a una fe de compasión.
Ser “peregrinos” significa caminar ligeros, desprendidos de las seguridades de
siempre; “de la esperanza” significa creer que el Espíritu sigue hablando hoy
a través de nuevos profetas y nuevas vocaciones.
Recemos
por las vocaciones
sacerdotales, religiosas y misioneras: que surjan de corazones humildes,
libres del orgullo farisaico, encendidos en la caridad del Corazón de Jesús.
Que cada comunidad cristiana sea un “cenáculo misionero” donde la Palabra se
viva, no solo se escuche.
🙏 8. Conclusión y oración final
Queridos
hermanos: el Evangelio de hoy nos enseña que la verdad de Dios no es
cómoda, pero libera. Escucharla exige humildad; vivirla exige valentía.
Pidamos al Señor que nos haga constructores de esperanza, no de sepulcros
vacíos; testigos de la misericordia, no guardianes de apariencias.
Oración:
Señor Jesús, profeta y redentor, líbranos de la fe superficial que honra con
los labios y olvida el corazón. Haznos discípulos tuyos, capaces de escuchar la
verdad aunque duela, de anunciar tu perdón aunque cueste, y de vivir en
comunión con todos los que buscan tu rostro.
Que, a ejemplo de Santa Margarita María de Alacoque, sepamos reparar con amor
las heridas de tu Corazón y ser testigos de tu misericordia en este tiempo
jubilar.
Amén.
2
🌿 El
perdón de los pecados
San Pablo, en su carta a los Romanos, nos conduce
al corazón mismo del misterio de la redención: “todos pecaron y están
privados de la gloria de Dios, pero son justificados gratuitamente por su
gracia, en virtud de la redención realizada en Cristo Jesús” (Rom 3,23-24).
La palabra “sacrificio”, evocada en la primera lectura, remite al Día de la
Expiación descrito en Levítico 16: el sumo sacerdote entraba una vez al año
al Santuario para rociar con sangre el propiciatorio, símbolo del perdón
concedido a todo el pueblo. Ese rito antiguo encuentra ahora su cumplimiento
pleno en Cristo, “víctima de reconciliación”, cuya sangre derramada en
la cruz no es símbolo sino fuente viva de salvación.
La fe, dice Pablo, no consiste en “hacer méritos”,
sino en abrir el corazón a la gracia. Es aceptar con humildad que la
justicia no viene de nuestras obras sino del amor gratuito de Dios. Creer es
dejar que Cristo sane nuestras culpas y nos devuelva la dignidad de hijos.
En el contexto del Año Jubilar, este mensaje resuena como una invitación
a experimentar el gozo del perdón, a reconciliarnos con Dios y con los
hermanos, para vivir como peregrinos de la esperanza, testigos de la
misericordia divina en nuestras comunidades.
Santa Margarita María de Alacoque, apóstol del Sagrado
Corazón de Jesús, comprendió profundamente este misterio: el Corazón de
Cristo herido por amor es el lugar donde el alma encuentra paz, perdón y
misión. Su vida contemplativa y reparadora nos recuerda que la verdadera
evangelización nace de un corazón purificado y encendido por el amor de Cristo.
Pidamos hoy por todos los evangelizadores y por las
vocaciones sacerdotales y religiosas: que en medio del mundo sean testigos de
ese amor que todo lo perdona, transforma y renueva.
🎼 Salmo
129(130): “Del Señor viene la misericordia, la redención copiosa”
El salmo pone en nuestros labios el clamor de la
Iglesia penitente: “Desde lo hondo a ti grito, Señor”. Reconoce la
verdad que Pablo proclama (Rom 3,21-30): si Dios llevara cuenta de las culpas,
nadie podría sostenerse; pero en Él hay perdón y una redención
copiosa.
Este “grito desde lo hondo” no es desesperación, sino espera confiada: “mi
alma espera en el Señor, más que el centinela la aurora”. Así, el Salmo se
vuelve escuela de fe (acoger la gracia), escuela de misión
(anunciar el perdón) y escuela de esperanza jubilar (esperar la aurora
de la misericordia para todos).
- Para
la obra evangelizadora y las vocaciones: el salmo nos enseña el tono del apóstol: no
ir como jueces, sino como testigos del perdón. Donde hay corazones
heridos y pecados pesados, llevamos esta certeza: el Señor rescata a Israel
de todas sus culpas. De esta experiencia nacen vocaciones: jóvenes y
familias que, habiendo sido perdonados, desean servir y consagrarse.
- En
sintonía con Santa Margarita María de Alacoque: el De profundis
desemboca en el Sagrado Corazón: en su Corazón “hay perdón”,
ternura y reparación. El grito del salmo encuentra descanso en ese
Corazón abierto.
- Mes
del Rosario y Misiones: María nos acompaña en la espera vigilante
del salmista. Con el Rosario, la Iglesia aprende a esperar y perseverar,
mientras sale a las periferias a anunciar que siempre hay un nuevo
comienzo.
✨ La copa
rebosa
El Evangelio (Lc 11,47-54) nos muestra nuevamente
la valentía profética de Jesús frente a los fariseos y doctores de la ley.
Denuncia su hipocresía religiosa: edifican monumentos a los profetas
muertos, pero persiguen a los vivos; observan la letra de la Ley, pero
descuidan su espíritu.
Jesús no rechaza la Ley; al contrario, la lleva a su plenitud. Su
palabra recuerda que toda práctica religiosa —por más devota o piadosa que
parezca— pierde sentido si no conduce al amor. “Den más bien en limosna lo que
hay dentro, y todo les será limpio” (v.41): es decir, la pureza del corazón
se mide en la capacidad de amar, compartir y servir.
Cuando el Señor dice “la copa rebosa”, podemos
imaginar que se refiere a la plenitud del don, a ese desbordamiento de
amor que se manifiesta en la misericordia. La fe sin obras de justicia se seca;
la práctica religiosa sin caridad se vuelve estéril.
Por eso, en este mes del Rosario y de las Misiones, estamos llamados a
renovar nuestra vida interior, no desde el formalismo, sino desde la conversión
del corazón. La Virgen María, primera discípula misionera, nos enseña a
escuchar la Palabra, meditarla y ponerla por obra.
El Jubileo nos invita precisamente a eso: a
pasar de lo externo a lo interior, de la costumbre a la conversión, de la
obligación a la donación. Solo así nuestra copa —la del corazón— rebosará de
compasión y alegría, y nuestra vida se convertirá en un signo vivo de la
ternura de Dios para con todos.
3
Vencer la
hostilidad con la paz del Corazón de Cristo
🕊️ 1. Introducción: cuando la fe se
vuelve campo de batalla
El
Evangelio de hoy cierra una serie de fuertes reproches de Jesús contra los
fariseos y doctores de la Ley. En lugar de abrir sus corazones a la conversión,
ellos reaccionan
con hostilidad.
Lucas escribe: “Cuando Jesús
salió de allí, los escribas y fariseos comenzaron a acosarlo y a tirarle
preguntas capciosas, para cogerlo en alguna palabra.” (Lc
11,53-54).
Lo
que debía ser diálogo
religioso
se convierte en trampa
espiritual.
La palabra de Dios, destinada a liberar, es usada por ellos como arma de ataque. Así nace uno de los
mayores peligros de la fe: creer que defendemos a Dios, cuando en realidad
defendemos nuestro
orgullo.
Jesús,
sin embargo, no responde con violencia ni con miedo: su silencio y serenidad
desenmascaran la oscuridad del corazón humano. En Él se cumple lo que dice el
salmista: “Desde lo hondo a ti
grito, Señor… pero en ti hay perdón y redención copiosa.” (Sal
129).
📖 2. Exégesis: el endurecimiento del
corazón
Los
fariseos no eran hombres malvados en su origen; eran celosos observantes de
la Ley.
Su problema fue convertir la Ley en instrumento de poder. En vez de dejarse
iluminar por la verdad de Cristo, se atrincheraron en su interpretación.
El
verbo “acosar” que usa Lucas tiene el sentido de “asediar” o “acorralar”. No
buscan entender, sino atrapar. El corazón que no se deja corregir se vuelve sordo a Dios. La misma Palabra que
sana al humilde, hiere
al soberbio.
Jesús
denuncia su dureza, no para condenarlos, sino para salvarlos. Incluso sus “¡Ay
de ustedes!” son llamados
de amor,
intentos de quebrar su cerrazón. Pero ellos responden con más hostilidad. Así
se cumple el drama de todos los tiempos: la fe sin humildad se vuelve arrogancia
religiosa.
🌿 3. Primera lectura: justificados por la
fe, no por el mérito
San
Pablo, en la carta a los Romanos, ilumina este conflicto desde la raíz: “Todos pecaron y están privados de la gloria
de Dios, pero son justificados gratuitamente por su gracia, mediante la
redención realizada en Cristo Jesús.” (Rom 3,23-24).
La
actitud de los fariseos nace de olvidar que la salvación es don y no conquista. Quien se siente
salvado por sus obras termina juzgando a los demás. Pero quien experimenta la
gracia se vuelve misericordioso
y comprensivo.
La fe verdadera no es usar la Palabra para controlar, sino dejarse transformar por
ella.
🎼 4. El Salmo: clamor desde lo hondo
El
Salmo
129 (De profundis) expresa la actitud opuesta a la de los fariseos: el alma
que reconoce su pecado y confía. “Desde
lo hondo a ti grito, Señor, escucha mi voz… Si llevas cuenta de los delitos,
¿quién podrá resistir?”
El
salmista no se justifica ni acusa a nadie: se abandona a la
misericordia.
Y en ese abandono encuentra la paz.
Esa es la gran enseñanza para el discípulo de Cristo: no reaccionar con
hostilidad, sino con oración. Cuando alguien nos ataca o tergiversa, el
camino no es responder con rabia, sino refugiarse “en el Señor, que es rico en
perdón”.
El
salmo, leído en clave jubilar, es una invitación a romper los círculos de
resentimiento
que esclavizan a las familias, comunidades y pueblos. Solo el que grita “desde
lo hondo” y confía en Dios puede ser instrumento de reconciliación.
❤️ 5. Santa Margarita María de Alacoque: vencer
el odio con amor reparador
La
memoria litúrgica de Santa Margarita María de Alacoque encaja perfectamente
con este Evangelio. Ella contempló al Sagrado Corazón de Jesús, herido pero paciente
ante la hostilidad humana. Jesús le mostró un Corazón que sufre por la
ingratitud y el rechazo, pero que sigue amando y perdonando.
Mientras
los fariseos planeaban trampas, el Corazón de Jesús planeaba misericordia.
Margarita María comprendió que la mejor respuesta a la frialdad y la hipocresía
es reparar
amando,
orar en silencio y ofrecer la propia vida para que otros conozcan el amor de
Cristo.
Su
devoción no fue sentimentalismo; fue una espiritualidad profundamente misionera: hacer visible en el
mundo la ternura de Dios frente a la dureza del corazón humano.
🌎 6. Aplicación pastoral: cuando la
religión se vuelve arma
El
Evangelio nos pone ante un espejo. ¿Cuántas veces usamos nuestra fe para criticar, vigilar o
juzgar
al otro? A veces nos disfrazamos de defensores de la verdad, pero actuamos
movidos por heridas,
celos o frustraciones.
La hostilidad puede ser activa o pasiva: podemos atacar con palabras o condenar
en silencio, con desprecio interior.
Jesús
nos invita hoy a una purificación interior: no dejar que la
amargura tenga la última palabra.
Cuando experimentamos injusticia, la tentación es responder igual, pero el Espíritu
Santo nos inspira otro camino: el del perdón sereno y la paz interior.
En
este mes
del Rosario y de las Misiones, María nos enseña esa serenidad: guardaba todo
en su corazón, confiando en que Dios haría justicia a su tiempo. Ella,
misionera silenciosa, venció el mal con el bien.
🕯️ 7. Dimensión jubilar y vocacional:
profetas de la paz
El
Año
Jubilar “Peregrinos de la Esperanza” nos llama a revisar si nuestras
palabras y acciones construyen paz o alimentan divisiones.
Ser “peregrinos” significa caminar ligeros de resentimientos; ser “de la
esperanza” significa creer en la fuerza redentora del perdón.
Pidamos
al Señor que, en la Iglesia, cada sacerdote, religiosa, catequista y laico
evangelizador sea profeta de la reconciliación, no del conflicto. Que
nuestras comunidades sean talleres de misericordia, donde el Evangelio
sane heridas en lugar de abrir nuevas.
Las
vocaciones nacen en ambientes donde se respira paz, no juicio. Allí donde se
vive el perdón, Dios
llama con fuerza.
🙏 8. Conclusión y oración final
Queridos
hermanos: el Evangelio de hoy nos enseña que la hostilidad y el
complot nacen del miedo, pero el amor de Cristo expulsa el miedo.
Jesús no respondió con odio, sino con la mansedumbre de quien confía en el
Padre. Así nos muestra el camino para vencer todo espíritu de enfrentamiento: la paz que brota del
Corazón herido y resucitado.
Oración:
Señor Jesús, manso y humilde de corazón, enséñanos a vencer la hostilidad
con tu paz.
Que no usemos tu Palabra para juzgar, sino para sanar.
Libéranos del deseo de tener razón y danos la gracia de escuchar, comprender y
perdonar.
Haznos testigos de tu misericordia, como Santa Margarita María, para que, en
este Año Jubilar, seamos misioneros del amor y constructores de paz.
Amén.
16 de octubre:
Santa Margarita María de Alacoque, virgen
— Memoria opcional
1647–1690
Patrona de los devotos del Sagrado Corazón y de quienes han perdido a uno de
sus padres siendo jóvenes.
Invocada contra la poliomielitis y la fiebre reumática.
Canonizada por el papa Benedicto XV el 13 de mayo de 1920.
Cita:
El Sagrado Corazón de Cristo es una fuente
inagotable, y su único deseo es derramarse en los corazones de los humildes
para liberarlos y prepararlos a fin de que vivan según su beneplácito.
De este divino Corazón fluyen tres corrientes que nunca se extinguen:
La primera es la corriente de misericordia para los pecadores; infunde en sus
corazones sentimientos de contrición y arrepentimiento.
La segunda es la corriente de caridad, que ayuda a todos los necesitados y, en
especial, a quienes buscan la perfección, para que encuentren los medios de
superar sus dificultades.
De la tercera corriente brotan amor y luz en beneficio de sus amigos que han
alcanzado la perfección; Él desea unirlos a sí mismo para que participen de su
conocimiento y de sus mandamientos y, a su modo, se dediquen enteramente a
promover su gloria.
~De una carta de Santa Margarita María
Reflexión
Margarita
Alacoque nació en la pequeña localidad de Terreau o Hautecour, en el Ducado de
Borgoña, dentro del Sacro Imperio Romano Germánico, en la actual Francia. Fue
una de los cinco hijos sobrevivientes y la única hija viva.
En su autobiografía cuenta que desde su infancia Jesús la reclamó como suya, y
que pronto le mostró “la fealdad del pecado”. De niña solía repetir: “A Dios entrego mi pureza y le hago voto
de castidad perpetua”. Un día lo pronunció como voto durante la
consagración en la misa, aunque confesó no saber exactamente qué significaban
“pureza” o “castidad”: solo intuía que las quería para sí.
Su
padre murió cuando era muy pequeña. Su educación inicial provino de campesinos
y sirvientes del lugar, pues su madre debía trabajar arduamente para sostener a
la familia. A los nueve años fue enviada con las monjas Clarisas, que la
educaron, pero a los dos años cayó gravemente enferma —probablemente de fiebre
reumática— y no pudo caminar durante cuatro años.
Un día le sugirieron consagrarse a la Virgen María, prometiendo ser “una de sus
hijas” si obtenía la curación. Apenas lo hizo, recuperó la salud, y la
Santísima Virgen se convirtió en la madre de su corazón, educándola y corrigiéndola.
Poco después, mientras rezaba el rosario, la Virgen se le apareció diciéndole: “Me sorprende, hija mía, que seas tan
descuidada en mi servicio”. Esa suave corrección la marcó
profundamente; tanto que, al recibir la confirmación, añadió el nombre “María”
al suyo, pasando a llamarse Margarita María.
Tras
la muerte de su padre, la familia sufrió opresión y pobreza. Tres parientes
paternos administraron injustamente los bienes familiares, sometiéndolos a
duros años de dependencia. Esta situación duró hasta que su hermano mayor
alcanzó la mayoría de edad y recuperó el control de la herencia.
Aquella humillación fue para Margarita una escuela interior: aprendió a unir su
sufrimiento al de Cristo. En numerosas ocasiones Jesús se le manifestó
azotado y coronado de espinas, enseñándole a ofrecer sus penas junto con las
suyas. Si no podía ir a la iglesia, pasaba horas de rodillas rezando en el
jardín o junto al establo, derramando su alma ante el Señor.
Ya
en la adolescencia, su madre, viuda y sin recursos, le rogó con lágrimas que se
casara, esperando así asegurar su propio futuro. Margarita María intentó
complacerla: asistió a reuniones sociales y bailes, pero cada vez volvía
turbada al sentir la tristeza de Jesús. Una noche, tras regresar de un baile, tuvo
una visión del Señor flagelado, que le mostró cuánto sufría por ella. Entonces
decidió reafirmar su antiguo voto y consagrarse totalmente a la vida religiosa.
Su
familia trató de persuadirla para que ingresara en las Ursulinas, como una
pariente cercana, pero ella deseaba la vida más austera de las Salesas o Visitandinas. A pesar de la
oposición familiar, perseveró y, el 21 de mayo de 1671, ingresó en el
monasterio de la Visitación
de Paray-le-Monial.
Apenas cruzó el umbral, escuchó interiormente a Jesús decirle: “Aquí es donde quiero que estés.”
Después de algunas dudas de sus superioras, recibió el hábito y emitió sus
votos el 6
de noviembre de 1672.
Durante
su noviciado, Jesús le reveló que la había escogido para una misión particular:
ser un “lienzo en blanco” donde Él escribiría sus sufrimientos. Tras su
profesión, el Señor comenzó a manifestársele con frecuencia, mostrándole su
deseo de que el Sagrado
Corazón
fuese honrado en toda la Iglesia y uniendo su alma a los dolores de su Pasión.
En las vísperas de cada primer viernes, la invitaba a hacer una hora santa entre las 11 y las 12
de la noche, postrada en el suelo, para acompañarlo en su agonía del Huerto de
los Olivos.
En los primeros viernes del mes debía comulgar, y Jesús le dijo: “Mi divino Corazón está tan inflamado de
amor por los hombres, y por ti en particular, que ya no puede contener las
llamas de su caridad ardiente y desea propagarlas por tu medio.”
Le mostró su Corazón encendido y rodeado de espinas: las llamas simbolizaban su
amor, y las espinas, la ingratitud humana.
El Señor le
hizo doce
promesas
a quienes honraran su Sagrado Corazón:
1.
Les
concederé todas las gracias necesarias para su estado de vida.
2.
Estableceré
la paz en sus familias.
3.
Los
consolaré en todas sus aflicciones.
4.
Hallarán
en mi Corazón refugio durante la vida y, especialmente, en la hora de la
muerte.
5.
Derramaré
abundantes bendiciones sobre todas sus empresas.
6.
Los
pecadores hallarán en mi Corazón la fuente de un océano infinito de
misericordia.
7.
Las
almas tibias se volverán fervorosas.
8.
Las
almas fervorosas se elevarán rápidamente a gran perfección.
9.
Bendeciré
las casas en las que se exponga y venere la imagen de mi Corazón.
10.
Daré
a los sacerdotes el don de conmover los corazones más endurecidos.
11.
Los
que propaguen esta devoción tendrán su nombre escrito en mi Corazón y jamás
será borrado.
12.
A
quienes comulguen los primeros viernes de nueve meses consecutivos, les
concederé la gracia de la perseverancia final y morirán en mi amistad, recibiendo
los sacramentos; mi Corazón será su refugio seguro en la última hora.
Su
superiora, la madre de Saumaise, dudó de sus visiones y las sometió al juicio
de teólogos, quienes inicialmente la consideraron ilusa. Muchas hermanas
también desconfiaban de ella.
Por providencia divina, el jesuita san Claudio de la Colombière llegó al monasterio
como confesor, y al escucharla, reconoció la autenticidad de sus experiencias,
convirtiéndose en su apoyo y guía.
Con el tiempo, la comunidad aceptó las revelaciones y comenzó a celebrar la Fiesta del Sagrado
Corazón,
construyendo una capilla dedicada a Él tres años antes de la muerte de
Margarita María.
Setenta
y cinco años después de su fallecimiento, el papa Clemente XIII aprobó oficialmente la
devoción al Sagrado Corazón de Jesús, abriendo el camino a su canonización en
1920 y a la inclusión de la fiesta en el calendario litúrgico universal en
1929.
Actualidad
espiritual
Hoy
nadie duda de la autenticidad mística de Santa Margarita María Alacoque. Su
vida fue una participación profunda en la Pasión de Cristo, marcada por
incomprensiones y sufrimientos. Pero el fruto de su fidelidad ha sido inmenso:
la devoción al Sagrado Corazón de Jesús sigue siendo una de las fuentes más
fecundas de conversión y consuelo en la Iglesia.
Oración
Santa
Margarita María Alacoque, desde tu tierna infancia tu corazón se unió al
Corazón de Jesús, y su Madre fue también la tuya. Perseveraste entre pruebas y
oposiciones, cumpliendo con valentía la misión que se te confió.
Intercede por nosotros, para que comprendamos mejor el amor del Corazón
sufriente de Jesús y nos dejemos transformar por su misericordia abundante.
Santa
Margarita María, ruega por nosotros.
Jesús,
en Ti confío.
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