19 de febrero del 2022: sábado de la sexta semana del tiempo ordinario
(Marcos
9, 2-13) Subir a una alta montaña para encontrar allí a Dios, ¿no es ese el
lugar perfecto para orar y meditar? Pero ¿no es este también un lugar para
descubrir nuestra doble pertenencia: primero al cielo, luego a la tierra que
tenemos la misión de cultivar y conservar como un precioso jardín?
Primera lectura
Lectura de la carta del apóstol Santiago (3,1-10):
Sois demasiados los que pretendéis ser maestros, y tened por cierto que
nuestra sentencia será más severa. Todos faltamos a menudo, y si hay uno que no
falta en el hablar es un hombre perfecto, capaz de tener a raya a su persona
entera. A los caballos les ponemos el bocado para que nos obedezcan, y así
dirigimos a todo el animal; fijaos también en los barcos: por grandes que sean
y por recio que sople el viento, se gobiernan con un timón pequeñísimo y siguen
el rumbo que quiere el piloto. Eso pasa con la lengua: como miembro es pequeño,
pero puede alardear de muchas hazañas. Mirad cómo una chispa de nada prende
fuego a tanta madera. También la lengua es una chispa; entre los miembros del
cuerpo, la lengua representa un mundo de iniquidad, contamina a la persona
entera, pone al rojo el curso de la existencia, y sus llamas vienen del
infierno. Toda especie de fieras y pájaros, de reptiles y bestias marinas, se
pueden domar y han sido domadas por el hombre; la lengua, en cambio, ningún
hombre es capaz de domarla: es dañina e inquieta, cargada de veneno mortal; con
ella bendecimos al que es Señor y Padre; con ella maldecimos a los hombres,
creados a semejanza de Dios; de la misma boca salen bendiciones y maldiciones.
Eso no puede ser, hermanos míos.
Palabra de Dios
Salmo
Sal 11,2-3.4-5.7- 8ab
R/. Tú
nos guardarás, Señor
Sálvanos, Señor, que se acaban los buenos,
que desaparece la lealtad entre los hombres:
no hacen más que mentir a su prójimo,
hablan con labios embusteros y con doblez de corazón. R/.
Extirpe el Señor los labios embusteros y la lengua fanfarrona
de los que dicen: «La lengua es nuestra fuerza,
nuestros labios nos defienden,
¿quién será nuestro amo?» R/.
Las palabras del Señor son palabras auténticas,
como plata limpia de ganga, refinada siete veces.
Tú nos guardarás, Señor,
nos librarás para siempre de esa gente. R/.
Lectura del santo evangelio según san Marcos
(9,2-13):
En aquel tiempo, Jesús se llevó a Pedro, a Santiago y a Juan, subió con
ellos solos a una montaña alta, y se transfiguró delante de ellos. Sus vestidos
se volvieron de un blanco deslumbrador, como no puede dejarlos ningún batanero
del mundo. Se les aparecieron Elías y Moisés, conversando con Jesús.
Entonces Pedro tomó la palabra y le dijo a Jesús: «Maestro, ¡qué bien se está
aquí! Vamos a hacer tres tiendas, una para ti, otra para Moisés y otra para
Elías.» Estaban asustados, y no sabía lo que decía.
Se formó una nube que los cubrió, y salió una voz de la nube: «Este es mi Hijo
amado; escuchadlo.»
De pronto, al mirar alrededor, no vieron a nadie más que a Jesús, solo con
ellos.
Cuando bajaban de la montaña, Jesús les mandó: «No contéis a nadie lo que
habéis visto, hasta que el Hijo del hombre resucite de entre los muertos.»
Esto se les quedó grabado, y discutían qué querría decir aquello de «resucitar
de entre los muertos».
Le preguntaron: «¿Por qué dicen los escribas que primero tiene que venir
Elías?»
Les contestó él: «Elías vendrá primero y lo restablecerá todo. Ahora, ¿por qué
está escrito que el Hijo del hombre tiene que padecer mucho y ser despreciado?
Os digo que Elías ya ha venido, y han hecho con él lo que han querido, como
estaba escrito.»
Palabra del Señor
El
Camino a la Virtud – Viviendo Entre los Extremos
Entonces Pedro tomó la palabra y le dijo a Jesús:
«Maestro, ¡qué bien se está aquí! Vamos a hacer tres tiendas, una para ti, otra
para Moisés y otra para Elías.» Estaban asustados, y no sabía lo que decía.
Este pasaje llega en medio del glorioso acontecimiento de la
Transfiguración. Pedro, Santiago y Juan subieron a un monte alto con
Jesús, y Jesús de repente se transfiguró delante de ellos. Él era blanco
radiante con luz que brillaba y estaba hablando con Moisés y Elías.
Estos tres Apóstoles son testigos de este evento milagroso y están
tan abrumados y emocionados que Pedro dice algo que parece un poco tonto. Como
señala la Escritura, “no sabía lo que decía”. Pero,
no obstante, sugiere que construyan tres tiendas, una para Jesús, otra para
Moisés y otra para Elías. Por supuesto, Jesús no responde a esta oferta,
porque sabía que Pedro estaba tan emocionado que no podía pensar con claridad. Moisés
y Elías ciertamente no necesitaban tiendas.
Una verdad sutil de la vida espiritual que podemos extraer de este
pasaje es que, a veces, cuando tenemos una experiencia poderosa de la presencia
de Dios, podemos sentirnos tentados a ir a lo que podemos llamar un “extremo
santo”. Pedro se emocionó tanto que quiso quedarse allí mismo en la
montaña. Por supuesto, esto no era práctico ni racional. No fue gran
cosa que tuviera esta reacción, pero vale la pena señalarla y aprender de ella.
A veces, podemos encontrarnos sintiéndonos muy cerca de Dios y
profundamente inspirados de una forma u otra. Cuando esto sucede, podemos
encontrar que la respuesta emocional que tenemos es, en cierto sentido, ir por
la borda. No exagerar en nuestro amor a Dios, eso no es posible, sino
exagerar en un celo que está más basado en nuestras emociones que en la voluntad
de Dios. Este es el ejemplo clásico de tener una “alta espiritualidad”. Sí,
debemos esforzarnos por tener una intimidad profunda con nuestro Señor, pero
siempre debemos asegurarnos de que incluso las buenas emociones no nos lleven
por el camino de nuestra propia voluntad en lugar de la voluntad de Dios.
Reflexiona, hoy, sobre cualquier tendencia que puedas tener al
respecto. La meta de una vida virtuosa es el verdadero equilibrio entre
los extremos. Aunque debemos estar 100% comprometidos con Dios y Su
voluntad, debemos asegurarnos de no ser atraídos a un lado del camino o al
otro. Ora para que nuestro Señor te mantenga firme en el camino que lleva
a Él ya Su santa voluntad.
Señor de perfecta virtud, deseo ser totalmente tuyo en todos los
sentidos. Deseo amarte y servirte con toda mi mente, corazón, alma y
fuerzas. Ayúdame a seguir siempre Tu voluntad y solo Tu voluntad. Ayúdame
a nunca desviarme del camino que me has puesto delante. Que viva entre los
extremos a los que me siento atraído para que pueda vivir una verdadera vida de
virtud. Jesús, en Ti confío.
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