viernes, 18 de febrero de 2022

19 de febrero del 2022: sábado de la sexta semana del tiempo ordinario


(Marcos 9, 2-13) Subir a una alta montaña para encontrar allí a Dios, ¿no es ese el lugar perfecto para orar y meditar? Pero ¿no es este también un lugar para descubrir nuestra doble pertenencia: primero al cielo, luego a la tierra que tenemos la misión de cultivar y conservar como un precioso jardín?

 


Primera lectura

Lectura de la carta del apóstol Santiago (3,1-10):

Sois demasiados los que pretendéis ser maestros, y tened por cierto que nuestra sentencia será más severa. Todos faltamos a menudo, y si hay uno que no falta en el hablar es un hombre perfecto, capaz de tener a raya a su persona entera. A los caballos les ponemos el bocado para que nos obedezcan, y así dirigimos a todo el animal; fijaos también en los barcos: por grandes que sean y por recio que sople el viento, se gobiernan con un timón pequeñísimo y siguen el rumbo que quiere el piloto. Eso pasa con la lengua: como miembro es pequeño, pero puede alardear de muchas hazañas. Mirad cómo una chispa de nada prende fuego a tanta madera. También la lengua es una chispa; entre los miembros del cuerpo, la lengua representa un mundo de iniquidad, contamina a la persona entera, pone al rojo el curso de la existencia, y sus llamas vienen del infierno. Toda especie de fieras y pájaros, de reptiles y bestias marinas, se pueden domar y han sido domadas por el hombre; la lengua, en cambio, ningún hombre es capaz de domarla: es dañina e inquieta, cargada de veneno mortal; con ella bendecimos al que es Señor y Padre; con ella maldecimos a los hombres, creados a semejanza de Dios; de la misma boca salen bendiciones y maldiciones. Eso no puede ser, hermanos míos.

Palabra de Dios

 

 

Salmo

Sal 11,2-3.4-5.7- 8ab

R/.
 Tú nos guardarás, Señor

Sálvanos, Señor, que se acaban los buenos,
que desaparece la lealtad entre los hombres:
no hacen más que mentir a su prójimo,
hablan con labios embusteros y con doblez de corazón. R/.

Extirpe el Señor los labios embusteros y la lengua fanfarrona
de los que dicen: «La lengua es nuestra fuerza,
nuestros labios nos defienden,
¿quién será nuestro amo?» R/.

Las palabras del Señor son palabras auténticas,
como plata limpia de ganga, refinada siete veces.
Tú nos guardarás, Señor,
nos librarás para siempre de esa gente. R/.

 

 

Lectura del santo evangelio según san Marcos (9,2-13):

En aquel tiempo, Jesús se llevó a Pedro, a Santiago y a Juan, subió con ellos solos a una montaña alta, y se transfiguró delante de ellos. Sus vestidos se volvieron de un blanco deslumbrador, como no puede dejarlos ningún batanero del mundo. Se les aparecieron Elías y Moisés, conversando con Jesús.
Entonces Pedro tomó la palabra y le dijo a Jesús: «Maestro, ¡qué bien se está aquí! Vamos a hacer tres tiendas, una para ti, otra para Moisés y otra para Elías.» Estaban asustados, y no sabía lo que decía.
Se formó una nube que los cubrió, y salió una voz de la nube: «Este es mi Hijo amado; escuchadlo.»
De pronto, al mirar alrededor, no vieron a nadie más que a Jesús, solo con ellos.
Cuando bajaban de la montaña, Jesús les mandó: «No contéis a nadie lo que habéis visto, hasta que el Hijo del hombre resucite de entre los muertos.»
Esto se les quedó grabado, y discutían qué querría decir aquello de «resucitar de entre los muertos».
Le preguntaron: «¿Por qué dicen los escribas que primero tiene que venir Elías?»
Les contestó él: «Elías vendrá primero y lo restablecerá todo. Ahora, ¿por qué está escrito que el Hijo del hombre tiene que padecer mucho y ser despreciado? Os digo que Elías ya ha venido, y han hecho con él lo que han querido, como estaba escrito.»

Palabra del Señor

 



El Camino a la Virtud – Viviendo Entre los Extremos


Entonces Pedro tomó la palabra y le dijo a Jesús: «Maestro, ¡qué bien se está aquí! Vamos a hacer tres tiendas, una para ti, otra para Moisés y otra para Elías.» Estaban asustados, y no sabía lo que decía.

 

Marcos 9:5-6

 

 

Este pasaje llega en medio del glorioso acontecimiento de la Transfiguración. Pedro, Santiago y Juan subieron a un monte alto con Jesús, y Jesús de repente se transfiguró delante de ellos. Él era blanco radiante con luz que brillaba y estaba hablando con Moisés y Elías. 

 

Estos tres Apóstoles son testigos de este evento milagroso y están tan abrumados y emocionados que Pedro dice algo que parece un poco tonto. Como señala la Escritura, “no sabía lo que decía”. Pero, no obstante, sugiere que construyan tres tiendas, una para Jesús, otra para Moisés y otra para Elías. Por supuesto, Jesús no responde a esta oferta, porque sabía que Pedro estaba tan emocionado que no podía pensar con claridad. Moisés y Elías ciertamente no necesitaban tiendas. 

 

Una verdad sutil de la vida espiritual que podemos extraer de este pasaje es que, a veces, cuando tenemos una experiencia poderosa de la presencia de Dios, podemos sentirnos tentados a ir a lo que podemos llamar un “extremo santo”. Pedro se emocionó tanto que quiso quedarse allí mismo en la montaña. Por supuesto, esto no era práctico ni racional. No fue gran cosa que tuviera esta reacción, pero vale la pena señalarla y aprender de ella.

A veces, podemos encontrarnos sintiéndonos muy cerca de Dios y profundamente inspirados de una forma u otra. Cuando esto sucede, podemos encontrar que la respuesta emocional que tenemos es, en cierto sentido, ir por la borda. No exagerar en nuestro amor a Dios, eso no es posible, sino exagerar en un celo que está más basado en nuestras emociones que en la voluntad de Dios. Este es el ejemplo clásico de tener una “alta espiritualidad”. Sí, debemos esforzarnos por tener una intimidad profunda con nuestro Señor, pero siempre debemos asegurarnos de que incluso las buenas emociones no nos lleven por el camino de nuestra propia voluntad en lugar de la voluntad de Dios.

 

Reflexiona, hoy, sobre cualquier tendencia que puedas tener al respecto. La meta de una vida virtuosa es el verdadero equilibrio entre los extremos. Aunque debemos estar 100% comprometidos con Dios y Su voluntad, debemos asegurarnos de no ser atraídos a un lado del camino o al otro. Ora para que nuestro Señor te mantenga firme en el camino que lleva a Él ya Su santa voluntad.

 

 

Señor de perfecta virtud, deseo ser totalmente tuyo en todos los sentidos. Deseo amarte y servirte con toda mi mente, corazón, alma y fuerzas. Ayúdame a seguir siempre Tu voluntad y solo Tu voluntad. Ayúdame a nunca desviarme del camino que me has puesto delante. Que viva entre los extremos a los que me siento atraído para que pueda vivir una verdadera vida de virtud. Jesús, en Ti confío.

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