12 de marzo del 2023: tercer domingo de Cuaresma (A)
Un hombre, una mujer, un pozo
Cerca de un pozo, Jesús encuentra una
Samaritana a quien revela la existencia de una fuente de agua viva que brota
para la vida eterna. La liturgia ve en esta fuente una imagen del bautismo.
///
Este año, somos invitados a vivir el tiempo de Cuaresma
recordando que nuestro bautismo ha depositado en nosotros una fuente de agua
viva que nos hace pasar de las tinieblas a la luz y nos conducirá un día de la
muerte a una vida nueva.
Primera lectura
Lectura del libro del Éxodo (17,3-7):
En aquellos días, el
pueblo, torturado por la sed, murmuró contra Moisés: «¿Nos has hecho salir de
Egipto para hacernos morir de sed a nosotros, a nuestros hijos y a nuestros
ganados?»
Clamó Moisés al
Señor y dijo: «¿Qué puedo hacer con este pueblo? Poco falta para que me
apedreen.»
Respondió el Señor a
Moisés. «Preséntate al pueblo llevando contigo algunos de los ancianos de
Israel; lleva también en tu mano el cayado con que golpeaste el río, y vete,
que allí estaré yo ante ti, sobre la peña, en Horeb; golpearás la peña, y
saldrá de ella agua para que beba el pueblo.»
Moisés lo hizo así a la vista de los ancianos de Israel. Y puso por nombre a aquel lugar Masá y Meribá, por la reyerta de los hijos Israel y porque habían tentado al Señor, diciendo: «¿Está o no está el Señor en medio de nosotros?»
Palabra de Dios
Moisés lo hizo así a la vista de los ancianos de Israel. Y puso por nombre a aquel lugar Masá y Meribá, por la reyerta de los hijos Israel y porque habían tentado al Señor, diciendo: «¿Está o no está el Señor en medio de nosotros?»
Palabra de Dios
Salmo
Sal 94,1-2.6-7.8-9
R/. Ojalá escuchéis hoy la voz del Señor:
«No endurezcáis vuestro corazón.»
Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos. R/.
Entrad, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo, el rebaño que él guía. R/.
Ojalá escuchéis hoy su voz:
«No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto;
cuando vuestros padres me pusieron a prueba
y me tentaron, aunque habían visto mis obras.» R/.
R/. Ojalá escuchéis hoy la voz del Señor:
«No endurezcáis vuestro corazón.»
Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos. R/.
Entrad, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo, el rebaño que él guía. R/.
Ojalá escuchéis hoy su voz:
«No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto;
cuando vuestros padres me pusieron a prueba
y me tentaron, aunque habían visto mis obras.» R/.
Segunda lectura
de la carta del apóstol
san Pablo a los Romanos (5,1-2.5-8):
Ya que hemos recibido la justificación por la fe, estamos en paz con Dios, por medio de nuestro Señor Jesucristo. Por él hemos obtenido con la fe el acceso a esta gracia en que estamos: y nos gloriamos, apoyados en la esperanza de alcanzar la gloria de Dios. Y la esperanza no defrauda, porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones con el Espíritu Santo que se nos ha dado. En efecto, cuando nosotros todavía estábamos sin fuerza, en el tiempo señalado, Cristo murió por los impíos; en verdad, apenas habrá quien muera por un justo; por un hombre de bien tal vez se atrevería uno a morir; mas la prueba de que Dios nos ama es que Cristo, siendo nosotros todavía pecadores, murió por nosotros.
Palabra de Dios
Ya que hemos recibido la justificación por la fe, estamos en paz con Dios, por medio de nuestro Señor Jesucristo. Por él hemos obtenido con la fe el acceso a esta gracia en que estamos: y nos gloriamos, apoyados en la esperanza de alcanzar la gloria de Dios. Y la esperanza no defrauda, porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones con el Espíritu Santo que se nos ha dado. En efecto, cuando nosotros todavía estábamos sin fuerza, en el tiempo señalado, Cristo murió por los impíos; en verdad, apenas habrá quien muera por un justo; por un hombre de bien tal vez se atrevería uno a morir; mas la prueba de que Dios nos ama es que Cristo, siendo nosotros todavía pecadores, murió por nosotros.
Palabra de Dios
Lectura del santo
evangelio según san Juan (4,5-42):
En aquel tiempo, llegó
Jesús a un pueblo de Samaria llamado Sicar, cerca del campo que dio Jacob a su
hijo José; allí estaba el manantial de Jacob. Jesús, cansado del camino, estaba
allí sentado junto al manantial. Era alrededor del mediodía.
Llega una mujer
de Samaria a sacar agua, y Jesús le dice: «Dame de beber.» Sus discípulos se
habían ido al pueblo a comprar comida.
La samaritana le dice: «¿Cómo tú, siendo judío, me pides de beber a mí, que soy samaritana?» Porque los judíos no se tratan con los samaritanos.
Jesús le contestó: «Si conocieras el don de Dios y quién es el que te pide de beber, le pedirías tú, y él te daría agua viva.»
La mujer le dice: «Señor, si no tienes cubo, y el pozo es hondo, ¿de dónde sacas agua viva?; ¿eres tú más que nuestro padre Jacob, que nos dio este pozo, y de él bebieron él y sus hijos y sus ganados?»
Jesús le contestó: «El que bebe de esta agua vuelve a tener sed; pero el que beba del agua que yo le daré nunca más tendrá sed: el agua que yo le daré se convertirá dentro de él en un surtidor de agua que salta hasta la vida eterna.»
La samaritana le dice: «¿Cómo tú, siendo judío, me pides de beber a mí, que soy samaritana?» Porque los judíos no se tratan con los samaritanos.
Jesús le contestó: «Si conocieras el don de Dios y quién es el que te pide de beber, le pedirías tú, y él te daría agua viva.»
La mujer le dice: «Señor, si no tienes cubo, y el pozo es hondo, ¿de dónde sacas agua viva?; ¿eres tú más que nuestro padre Jacob, que nos dio este pozo, y de él bebieron él y sus hijos y sus ganados?»
Jesús le contestó: «El que bebe de esta agua vuelve a tener sed; pero el que beba del agua que yo le daré nunca más tendrá sed: el agua que yo le daré se convertirá dentro de él en un surtidor de agua que salta hasta la vida eterna.»
La mujer le dice:
«Señor, dame esa agua: así no tendré más sed, ni tendré que venir aquí a
sacarla. Veo que tú eres un profeta. Nuestros padres dieron culto en este
monte, y vosotros decís que el sitio donde se debe dar culto está en
Jerusalén.»
Jesús le dice: «Créeme,
mujer: se acerca la hora en que ni en este monte ni en Jerusalén daréis culto
al Padre. Vosotros dais culto a uno que no conocéis; nosotros adoramos a uno
que conocemos, porque la salvación viene de los judíos. Pero se acerca la hora,
ya está aquí, en que los que quieran dar culto verdadero adorarán al Padre en
espíritu y verdad, porque el Padre desea que le den culto así Dios es espíritu,
y los que le dan culto deben hacerlo en espíritu y verdad.»
La mujer le dice: «Sé
que va a venir el Mesías, el Cristo; cuando venga, él nos lo dirá todo.»
Jesús le dice: «Soy yo,
el que habla contigo.»
En aquel pueblo muchos
creyeron en él. Así, cuando llegaron a verlo los samaritanos, le rogaban que se
quedara con ellos. Y se quedó allí dos días. Todavía creyeron muchos más por su
predicación, y decían a la mujer: «Ya no creemos por lo que tú dices; nosotros
mismos lo hemos oído y sabemos que él es de verdad el Salvador del mundo.»
A guisa de introducción:
1
El agua y la mujer: Fuentes de
vida
El próximo 22 de marzo celebraremos la Jornada internacional del agua. Esta fecha, siempre es ocasión para mí de rememorar mi experiencia en en el Extremo Norte del
Camerún en África (donde compartí mi vida y fe durante casi 5 años), y donde evoco la escena de las mujeres que
buscan y sacan el agua de los pozos profundos en las regiones desérticas; tuve
la oportunidad de ver esas figuras femeninas que semejantes a signos de admiración:
altas y llenas de alegría, cantaban, conversaban y caminaban hacia la
fuente…Sus cántaros sobre la cabeza eran cual puntitos de esos mismos signos…y
uno se las cruzaba en el camino yendo a pie, en bici o en carro o se les
encontraba allí justo en el centro o afueras de los pequeños pueblos, en lo
alto de las colinas, viendo cómo sacaban
agua de algún pozo, con ayuda de lazos o cuerdas hechas de diverso material. En
medio de todo ese complejo mundo negro, árido y cada vez menos lejano para mí, me
daba cuenta del coraje y alegría de aquellas mujeres capaces de sonreír a pesar
de los múltiples sufrimientos que con seguridad Vivian…Redescubría una vez más,
como el agua era la fuente de la alegría, de la esperanza, la fuente de toda
vida…
Nos dice el Evangelio
que mientras Jesús se dirigía a Jerusalén debía atravesar la Samaria (Jn 4,4).
Dios quería que se detuviera cerca del POZO DE JACOB en la hora más calurosa
del día, para encontrar esta mujer que ha venido a sacar agua. Y he aquí que
este extranjero le pide: “Dame de beber” (Jn 4,7). Como dice San Agustín: “era en realidad de su fe que el tenia
sed” (homilías sobre el evangelio de Juan, XV,11).
Porque este hombre ha
tocado su corazón, la samaritana ha visto en él un profeta. Y aun más, ella ha
reconocido en Jesús “El Mesías, aquel que es llamado Cristo” (Jn 4,25).
Porque
Jesucristo supo reconocer su gran sed de amor, ella ha olvidado su sed. “La
mujer, dejando allí su cántaro, volvió a la ciudad” (Jn 4,28). Ella va hacia
los suyos para dar testimonio de Jesús y a causa de sus palabras, muchos
creyeron en Él.
Este tercer domingo
de Cuaresma, Jesús se detiene todavía a la orilla (o al borde) de nuestro pozo
y nos dice a cada uno de nosotros: “Dame de beber”. Él tiene sed de nuestra
sed. Él sabe que tenemos sed del agua que brota para la vida eterna. Él sabe
también, que como esta mujer, nosotros buscamos a veces nuestra sed en otro
lado, lejos de Él.
Que podamos reconocer
y acoger de nuevo a Aquel que ha dado la vida por nosotros.
Que podamos asumir todavía el riesgo de ser sus
testigos…
2
Quien puede saciar mi sed de felicidad, mi búsqueda de
un absoluto?
1. Tener sed:
“Los alcohólicos saben lo que esto quiere decir”
Uno siente sed en lo profundo de la garganta, durante
el verano, en las largas temporadas de calor; después de haber trabajado duro o
haberse deshidratado después de la práctica de un deporte.
Tener sed de poseer y tener.
Tener sed de triunfar.
Tener sed de comprender.
Tener sed de amar, de sentirse amado.
Tener sed de sentirse útil.
Tener sed de felicidad, la que todos buscan.
Tener sed de un absoluto, de aquello que podría calmar
su sed de felicidad, de una vez por todas (sin condición y sin límite!).
2. A través de las cosas, de las
actividades, de las personas, nosotros buscamos mucho, a veces apasionadamente,
un absoluto que podría hacernos por fin felices, por siempre jamás.
Es la búsqueda del
sentido de la vida.
Este absoluto, se le
puede dar el nombre de “Dios”, y para los cristianos el nombre de “Cristo”, de
“Mesías” , de “Salvador”, de “Hijo de Dios”.
El solo absoluto, que
tiene por nombre “Dios”, puede saciar, colmar (no solo calmar) el deseo más
profundo del ser humano, no hay nada más, nadie más. Bien decía San Agustín: “«Nos has hecho, Señor, para ti y nuestro corazón está inquieto
hasta que descanse en ti».
3. De cara a este absoluto quién es Dios,
qué hacer entonces?
Acogerlo…
Aceptarlo…
“tú has bebido mucho!
Tu tenias de verdad, sed!
Tú te pareces al cauce de un río.
Tú acoges el agua fresca y límpida.
Para alimentar tus riachuelos.
Si tu cuerpo tiene sed,
Tu corazón también busca y desea
encontrarle una fuente”.
Aproximación psicológica al texto
del evangelio:
El riesgo de un verdadero
encuentro
Tenemos
acá un texto de una muy fuerte densidad humana y que Juan, como es su
costumbre, le ha inyectado un contenido teológico . No retendremos que algunos
aspectos.
Jesús
tiene un encuentro imprevisto, con una persona un poco complicada y en un
momento en que no tenía cabeza para
discusiones teológicas. Él estaba en camino, y cansado de caminar, Él se sienta
simplemente al lado del pozo” (v.6), a la espera de que sus amigos vengan de la
ciudad con la comida (v.8).
Pero la
mujer a la que encuentra es una mujer capaz de implicarse, es decir,
tomar partido , por otro lado, un poco como Él.
No es
sorprendente que las máscaras caigan rápidamente y se llegue a lo
esencial en la conversación.
Y como
la relación es auténtica, verdadera según las dos partes, no es sorprendente
que se desenvuelva bajo el signo de la reciprocidad. En la medida que Jesús
interviene en la vida de esta mujer, El acepta de revelarle su propio misterio.
Para Jesús, para su punto de vista, la evolución en la manera
como la mujer se ubica frente a él es significativa.
La
continuación de la conversación es impersonal y no comprometedora: “Tu, un judío…(v.9). Pero Jesús quien
toma conciencia de lo que sucede, contemplando a quien se encuentra ante Él, provoca que el tono
cambie rápidamente: “Señor…”(v.11). Después de cierto tiempo,
la mujer está en capacidad de penetrar un poco más el misterio de Aquel que
está en frente suyo: “Veo que eres un
profeta…” (v.19). Y el encuentro culmina en la interrogación que se hace
luz en el espíritu de la mujer: “No será
Él el Mesías (El Cristo)?” (.v.29).
El
impacto de Jesús sobre esta mujer probablemente tuvo varias dimensiones, si se
juzga por los temas abordados.
Miremos
la manera como Jesús hace surgir (provoca) la cuestión del “sentido”, en la situación
personal de esta mujer. Ante todo, ellos sitúan claramente los hechos: Yo hago
el amor, pero no tengo marido. Y Jesús reacciona de un modo quizás
retador ante esta situación: tú has tenido seis maridos, pero nunca has
tenido una verdadera relación de pareja. Tú vives tus relaciones en lo
provisorio y tu pasas quizás, al lado de lo esencial (vv.16-18).
Tales
“reclamos u observaciones” sorprenden a la mujer profundamente. Ella se
torna escurridiza (quiere huir) y ensaya de desviar la conversación sobre
una discusión litúrgica (como cuando decimos popularmente: no me cambie la
hoja, o el tema) (v.20). Pero Jesús la trae o encamina de nuevo a lo esencial:
la religión no consiste en frecuentar los lugares de peregrinación sino en
situarse (poner la cara) ante un Padre con lo verdadero y genuino suyo (con lo
que se es verdaderamente, como se es en verdad) (v.23).
La
mujer es llevada de nuevo a retomar conciencia de su situación. La religión
llega a ser una cuestión pertinente (importante), no solamente el día que la
persona decide escoger una iglesia o una comunidad de base, sino el momento en
que ella decida mirar su experiencia de vida, su existencia total frente a
frente.
Todo
comienza ahí. Después, uno descubre a Dios, dándose cuenta que la vida nos
supera, es más inmensa (yo compleja) de lo que nosotros pensamos y
que es necesario que la recibamos. “Si tú
supieras el don de Dios…” (v.10).
1
Reflexión Central
Beber de la fuente de
agua viva
Los textos del Éxodo y el Evangelio nos hablan de la
importancia del agua: uno se da cuenta sobre todo cuando se va, cuando no sale
más por el grifo, cuánto nos hace falta.
La primera lectura nos trae a la memoria la historia
del pueblo hebreo. Acababa de dejar una vida de esclavitud en Egipto y ahora se
dirigían a la tierra prometida, a la próxima estación la tierra de Canáan. Pero
entre los dos lugares, está el desierto. Es ahí donde se descubre hasta qué punto el
agua es indispensable para la vida. En pleno calor, la situación puede ser
dramática. Es una cuestión de vida o de muerte.
A pesar de todos los beneficios, de las bendiciones
que ellos han tenido, el pueblo ha tenido dificultades para abandonarse a Dios
con confianza total.
Y es lo que nos pasa a menudo a nosotros: desde el
momento en que nuestra vida corre peligro, dudamos, gritamos por el abandono.
Olvidamos que el Señor nunca nos ha dejado de amar y que nunca ha dejado de alimentar
y dar de beber a su pueblo rebelde.
La sed en el desierto es reveladora de otra sed que
Jesús saciará en la samaritana. Jesús se le presenta a ella y a todos nosotros hoy como la fuente de agua
viva.
La segunda lectura nos recuerda el don que Dios nos
ha hecho de su vida y de su Espíritu. No es una respuesta a los supuestos
méritos de nuestra parte; él se ofrece a
todos, gratuitamente. Él actúa desde el momento en que lo acogemos con fe. Es
bien de esto que testimonia el Evangelio de la Samaritana. La esperanza no
defrauda, no decepciona. La gran prioridad de Dios, es que todos los pecadores
sean salvados. Él nunca ha dejado de amarles. Es por nosotros que Cristo ha
muerto en la cruz. Es cierto que es difícil creer cuando la falta de agua nos
afecta. Pero es inútil precipitarnos hacia otras aguas que nos dejarán con la
misma sed. Dios es la única e inagotable fuente. Sólo Él puede llenarnos,
satisfacernos, colmarnos, darnos la felicidad anhelada.
El Evangelio nos permite meditar sobre una escena
absolutamente extraordinaria. San Juan
nos descubre todo el misterio de Dios a partir del agua que fecunda la tierra y
da la vida al mundo. Esto pasa en Samaria, en el pozo de Jacob, donde Jesús se
detiene cansado después de una larga caminata y es ahí donde encuentra a la
Samaritana. Normalmente, este encuentro no habría podido tener lugar. Los
judíos y los samaritanos evitan todo roce y encuentro. Rivalidades muy antiguas
los oponían.
Esta
mujer que viene a sacar agua es el símbolo de nuestra humanidad herida. Dios
nos ve precipitarnos en el peligro y caer en el pecado. Es necesario hacer todo
lo posible por salir. Él envía su Hijo para "buscar
y salvar lo que estaba perdido". Cuando Cristo le dice a la Samaritana:
"dame de beber",
comprendemos que Él tiene sed de
salvarla. Él tiene sed de su afecto y del nuestro. La Samaritana será
progresivamente llevada a reconocer en Jesús la Fuente del Agua Viva.
Es
importante para nosotros y para nuestro mundo. Una de las características de
nuestro tiempo, es la ignorancia religiosa. Uno termina instalándose en el
desierto de la indiferencia, de la incredulidad, de la "mal creencia".
La fe se convierte en cualquier cosa secundaria en relación con el trabajo, las diversiones y nuestras diversas actividades diarias. Dios es puesto en segundo
plano, es rechazado. Pero cuando se quiere cazar, rehusar lo religioso, lo
espiritual, esto vuelve a nosotros bajo su forma más perversa: aumentan las supersticiones,
las prácticas esotéricas, videntes, magia blanca o negra…Es en este desierto
donde Jesús quiere congregar al mundo de hoy, unirse a el. Él no no quiere que nadie
se pierda. Es por nosotros y por el mundo entero que ha dado su vida en la
cruz.
Este
Evangelio es un llamado a descubrir cuál es nuestra verdadera sed, nuestro
deseo profundo. Cristo no deja de proponernos el Agua Viva. Sus Palabras son
palabras "de Vida Eterna". Cuando aceptamos verdaderamente encontrarle,
todo cambia en nuestra vida. Es lo que le pasa a la Samaritana. Portadora de
agua, se convertirá luego en portadora del Evangelio. Ella corre a alertar a
los suyos; los conduce al encuentro de Aquel que ha reconocido como el Mesías.
Los samaritanos creen en Jesús: Este es el salvador del mundo.
El mismo
Señor nos acompaña en todas las situaciones de nuestra vida, incluso en las más
complicadas. A pesar de nuestras debilidades y nuestros pecados, Él nos sacia
la sed en la Fuente de agua viva, que es la de su Palabra y su Eucaristía. Y
luego, como la Samaritana, somos enviados a anunciar que Jesús es
verdaderamente el "Salvador del mundo".
Señor te pedimos hoy que como comunidad de hermanos que oramos y
compartimos, siguiendo el ejemplo de la Samaritana llevemos alegres y con
esperanza el Evangelio y la Paz de Dios a nuestro mundo, a nuestra sociedad, a
nuestras familias. Amén!
2
La samaritana encuentra por fin al hombre de su vida
La
liturgia de este tercer domingo de cuaresma nos invita a meditar una de las
escenas más extraordinarias del evangelio, donde San Juan nos revela todo el
misterio del Don de Dios. Este misterio se muestra bajo el símbolo del agua que
fecunda la tierra y dona la vida al mundo.
Jesús
se presenta en el pozo de Jacob como alguien que tiene sed, que necesita ayuda,
que está cansado por la jornada. El calor de medio día, sabemos cómo es de
agotador, y allí al bordo del pozo el maestro se sienta. El no domina, no se
muestra imponente, solo busca el contacto. Su petición de agua, toma por
sorpresa a la samaritana. En razón del odio que había entre los judíos y los
samaritanos, los judíos contraían una impureza legal si aceptaban de parte de
los samaritanos , un simple vaso de agua. De ahí la pregunta de la samaritana
cuando Jesús le dice: “Dame de beber”: “Cómo, tu siendo judío , me pides de
beber a mí que soy samaritana?
Por
causa de sus seis maridos, la mujer de Sicar decide ir al pozo a una hora donde no corra el riesgo de ser la burla de las
otras mujeres. Con su pasado tormentoso, la samaritana se ve “pillada”, en un
mal día frente a Jesús. Ella ha caído en la miseria, que se deja ir a la suerte
de las desdichas, de las caídas…Es una mujer ultrajada, asesinada. Ella ha sido
el juguete que ha servido a una media docena de hombres. Sin embargo, es a ella
a quien Jesús va revelar su secreto. Ella ha sido escogida para recibir la
confidencia de Jesús sobre Él mismo y llegar a ser una testigo
(misionera, apóstol) de su identidad.
El extranjero
fatigado, el judío detestado ha adivinado su herida. El escruta su corazón
femenino con delicadeza, sin herirla. Él ha intuido su sed de felicidad la que
no satisface los amores de paso.
Este amigo desconocido parece tenderle la mano para revelarle que, a
pesar de sus experiencias dolorosas, su vida no puede ser un fracaso.
Cristo
sabe quién es ella, pero no la señala con el dedo, no le muestra ante sí un
espejo acusador diciéndole : mírate, como eres tu una pobre miserable. Él
“no le saca en cara” todo lo que no ha funcionado (o ido bien) en su vida
amorosa. El no trata de humillarla. Al contrario se confía a ella.
Cuando
Él le pide que vaya a buscar su marido, ella responde que no tiene marido. El
Señor le recuerda que ya ha tenido 5 y que el hombre con quien vive ahora no es
su marido. Jesús le revela su situación pero no la juzga. Y sintiendo que el
diálogo se hace cada vez muy personal, la samarita intenta evadirse
(escabullirse) haciendo una pregunta teológica sobre la montaña de samaria y la
montaña de Jerusalén. Y Cristo no la maltrata, no la acosa. El diálogo se
desarrolla en la franqueza pero también en el respeto y la ternura.
Para
devolverla la esperanza a esta samaritana en el pozo de Jacob, Jesús transgrede
todos los tabúes: el tabú racial, el tabú sexual y el tabú religioso. Jesús es
un hombre libre. El no cree en los bloqueos definitivos, en las etiquetas
hirientes ni en los odios ancestrales. Como siempre, Él sabe comunicar o
dar esperanza a aquellos (as) que están abatidos por las dificultades de
la vida: “vengan a mí, ustedes todos los que sufren y penan por las pesadas
cargas (cansados y fatigados) , que yo les aliviare” (Mt 11,28).
Se
trata para Jesús de hacer brotar en esta mujer el nuevo ser, como lo hará
de igual forma con Nicodemo, Zaqueo y María Magdalena. Jesús construye un
pozo en esta nueva criatura, un pozo que llega a ser fuente de agua viva y de
fecundidad. Él le revela que ella vale más que la suma de todos sus fracasos.
Es
ahora cuando Jesús le confía dos revelaciones : la primera sobre la
verdadera naturaleza de Dios (Dios es Espíritu , y aquellos que adoran
deben hacerlo en espíritu y en verdad ; y la segunda sobre su propia identidad…sobre
quién es Él, este hombre que se encuentra ahora ante ella: “Yo sé, dice ella, que el Mesías debe
venir, aquel que llaman el Cristo…Jesús le responde: "Soy yo, quien te
habla”).
El
corazón de esta mujer ha sido salvado. En su vida superficial, desperdiciada
por una existencia muy terrenal y materialista, una fuente de agua viva ha
brotado. Ella al fin ha encontrado el hombre que buscaba. Ella no tiene más
necesidad de este pozo y de su cántaro. Ella corre rápido a comunicar a sus
vecinos, lo que acaba de descubrir.
El
pleno mediodía, el calor, la fatiga de la ruta representan, en este maravilloso
texto de San Juan, nuestra vida difícil y monótona (rutinaria) de todos los
días. Quién tiene sed en este
relato? Jesús, con toda seguridad. En
la simbología de Juan, se puede comprender acá la sed de Dios por el ser
humano, su búsqueda desde siempre: “Adán,
donde estás? (Gen 3,9) “Yo he venido para buscar los pecadores y
las ovejas perdidas” (Marcos 2,17).
Esta
samaritana que ha buscado su felicidad, su verdad en sus amores pasajeros y no
ha conocido que fracasos ; está consumida por otra sed que Cristo va permitirle
satisfacer. Ella no tendrá nunca más “sed” porque la fuente de agua viva está
en ella y ella es hija bien amada de Dios.
Y
nosotros, preguntémonos: dónde estamos
en nuestra vida? Dónde buscamos la felicidad? Cuál o qué tipo de sed tenemos?
Al igual que la Samaritana, el Señor puede hacer brotar en cada uno de nosotros un manantial de agua
fresca, una fuente de vida nueva: “Aquel
que beba del agua que yo le daré no tendrá nunca más sed, y el agua que yo le
daré será para él una fuente que brota para la vida eterna” (Jn
4,14).
3
Ríos de agua viva
El relato del
evangelio de este domingo, de modo general, es considerado por la comunidad
creyente, como uno de los más bellos textos de la literatura cristiana: uno se
ve jalonado por la fuerza de sus imágenes, lo arrobador de sus símbolos, la
increíble caminada humana y espiritual de una mujer. Y por lo tanto, la belleza
misma de esta escena arriesga dejarnos con la
impresión de que su sentido y o significación es evidente, o peor aun podemos
correr el peligro de quedarnos en las imágenes sin entrar en su verdadero
significado.
En este texto de Juan
que relata el encuentro de Jesús con la mujer samaritana (de Samaria) podemos
subrayar varios aspectos y o pistas que pueden ayudarnos a comprender:
quién es Jesús,
cuál es su misión,
cuál es el sentido de la existencia
humana,
el proyecto de Dios
sobre el hombre,
y en qué consiste una
verdadera « religión » o culto.
De entrada hay que
resaltar la osadía de Jesús al atravesar un territorio enemigo, pues los judíos
no se hablaban con los samaritanos,
Segundo, el hecho de
entablar dialogo con una mujer (cosa inusual y prohibida para la cultura de su
época), tomando la iniciativa de hablarle justificando su sed y cansancio por
la larga caminada bajo el ardiente sol.
Jesús, sin embargo,
supera los prejuicios de raza y las conveniencias sociales y empieza a
conversar con la samaritana.
Admirable la
capacidad de la mujer de comprender rápido e
ir más allá de las apariencias y descubrir en Jesús un verdadero profeta…
El relato de la
Samaritana nos es presentado en este tiempo de Cuaresma, en el que se
acostumbra en nuestras iglesias el insistir sobre la necesidad de convertirse.
Por lo tanto, el agua plena de vida de la que habla el evangelio es un PURO DON
DE DIOS, totalmente gratuito, y no proviene de ningún esfuerzo personal, no es
la consecuencia de algún ejercicio espiritual, tiempo de meditación o larga
jornada de oración. Simplemente se necesita un corazón totalmente abierto. Por
desgracia, lo sabemos por experiencia, nuestro corazón no se abre sino cuando
no se puede más, cuando él ya ha vertido todas sus lágrimas. Cuando él está en
medio del desierto, después de 5 maridos, como la samaritana.
********
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Para la revisión de vida
1. Miremos aquel que nos dice: "dame de beber": nosotros lo cruzamos cada día en la
calle, en casa, en el trabajo, en nuestros grupos… escrutemos su mirada y su
grito (sin voz) que implora. Nosotros los fuertes debemos llevar la fragilidad
de los débiles, y nos solamente hacer lo que nos plazca…Entonces, yo oro por
él!
2. Imaginémonos al lado de la samaritana, en presencia
de Jesús, al borde del pozo…Como ella, nosotros buscamos saciar todo tipo de
sed, todas nuestras hambres, satisfacer todos nuestros deseos…y uno se pregunta
"de dónde viene esta Agua Viva" de la que habla Jesús? Yo oro al
Señor para que me la dé.
3. La Samaritana discute con Jesús, en toda confianza,
compartiéndole las inquietudes que la habitan y la preocupan. Ella también hace las preguntas y responde
sin vergüenza. En el fondo es un buen método: decirle aquello que me habita,
eso que me preocupa, aquello que yo no comprendo…después hacer silencio!
ORACIÓN-MEDITACIÓN
Porque hemos sido llamados
a ser tus hijos,
porque un día hemos sido bautizados
en el nombre del Padre, y del Hijo, y del
Espíritu Santo,
y porque somos miembros de la Iglesia,
Cuerpo de Cristo,
Señor te damos gracias.
R/ Señor te damos gracias
Por el don de la Palabra de tu Hijo
que nos muestra tu rostro,
por la Buena Noticia que ilumina nuestro
camino
y nos promete la Vida Eterna,
Señor te damos gracias.
R/ Señor te damos gracias
Por el don de la fe depositada en nuestros
corazones,
por la fe que nos permite encontrarte sin
verte
y nos asegura de tu presencia en todo
tiempo,
Señor te damos gracias.
R/ Señor te damos gracias
Por el don del amor que llena nuestros
corazones,
por el amor con el cual
Tú nos perdonas y nos levantas
y por el amor que nos tenemos unos a
otros,
Señor te damos gracias.
R/ Señor te damos gracias
Por el don de la esperanza que nos habita,
que nos guarda firmes
en las horas de prueba y sufrimiento
y nos hace desear verte un día frente a
frente,
Señor te damos gracias.
R/ Señor te damos gracias
Referencias bibliográficas:
- http://vieliturgique.ca
- http://prionseneglise.ca
-
http://ciudadredonda.org (para los textos de la liturgia dominical)
- Pequeno Misal
"prions en Église", edicion Quebec, 2011.
- HÉTU, Jean-Luc. Les Options de Jésus.
- http://dimancheprochain.org
- http://versdimanche.com
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