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14 de marzo del 2023: martes de la tercera semana de Cuaresma

 

(Daniel 3, 25.34-43) Destruido el Templo de Piedra, queda el templo indestructible del alma quebrantada y del espíritu humillado que Dios viene a llenar con su presencia, y permanece tibio con su ternura. Y la esperanza renace en nuestros corazones.


(Mateo 18, 21-35.) En esta parábola hay un llamado al perdón, pero también a la paciencia. A menudo carecemos de esta virtud, especialmente cuando nos enfrentamos a la lentitud de los demás. Pidamos al Señor que nos enseñe a cultivar la confianza, la paciencia y el perdón.



Primera lectura

Lectura de la profecia de Daniel (3,25.34-43):

EN aquellos días, Azarías, puesto en pie, oró de esta forma; alzó la voz en medio del fuego y dijo:
«Por el honor de tu nombre,
no nos desampares para siempre,
no rompas tu alianza,
no apartes de nosotros tu misericordia.
Por Abrahán, tu amigo; por Isaac, tu siervo;
por Israel, tu consagrado;
a quienes prometiste multiplicar su descendencia
como las estrellas del cielo,
como la arena de las playas marinas.
Pero ahora, Señor, somos el más pequeño
de todos los pueblos;
hoy estamos humillados por toda la tierra
a causa de nuestros pecados.
En este momento no tenemos príncipes,
ni profetas, ni jefes;
ni holocausto, ni sacrificios,
ni ofrendas, ni incienso;
ni un sitio donde ofrecerte primicias,
para alcanzar misericordia.
Por eso, acepta nuestro corazón contrito
y nuestro espíritu humilde,
como un holocausto de carneros y toros
o una multitud de corderos cebados.
Que este sea hoy nuestro sacrificio,
y que sea agradable en tu presencia:
porque los que en ti confían
no quedan defraudados.
Ahora te seguimos de todo corazón,
te respetamos, y buscamos tu rostro;
no nos defraudes, Señor;
trátanos según tu piedad,
según tu gran misericordia.
Líbranos con tu poder maravilloso
y da gloria a tu nombre, Señor».


Palabra de Dios

 

 

Salmo

 

Sal 24,4-5ab.6.7bc.8-9

R/.
 Recuerda, Señor, tu ternura

V/. Señor, enséñame tus caminos,
instrúyeme en tus sendas:
haz que camine con lealtad;
enséñame, porque tú eres mi Dios y Salvador. R/.

V/. Recuerda, Señor, que tu ternura
y tu misericordia son eternas;
acuérdate de mí con misericordia,
por tu bondad, Señor. R/.

V/. El Señor es bueno y es recto,
y enseña el camino a los pecadores;
hace caminar a los humildes con rectitud,
enseña su camino a los humildes. R/.

 

 

Lectura del santo evangelio según san Mateo (18,21-35):

EN aquel tiempo, acercándose Pedro a Jesús le preguntó:
«Señor, si mi hermano me ofende, ¿cuántas veces tengo que perdonarlo? ¿Hasta siete veces?».
Jesús le contesta:
«No te digo hasta siete veces, sino hasta setenta veces siete.
Por esto, se parece el reino de los cielos a un rey que quiso ajustar las cuentas con sus criados. Al empezar a ajustarlas, le presentaron uno que debía diez mil talentos. Como no tenía con qué pagar, el señor mandó que lo vendieran a él con su mujer y sus hijos y todas sus posesiones, y que pagara así. El criado, arrojándose a sus pies, le suplicaba diciendo:
“Ten paciencia conmigo y te lo pagaré todo”.
Se compadeció el señor de aquel criado y lo dejó marchar, perdonándole la deuda. Pero al salir, el criado aquel encontró a uno de sus compañeros que le debía cien denarios y, agarrándolo, lo estrangulaba diciendo:
“Págame lo que me debes”.
El compañero, arrojándose a sus pies, le rogaba diciendo:
“Ten paciencia conmigo y te lo pagaré”.
Pero él se negó y fue y lo metió en la cárcel hasta que pagara lo que debía.
Sus compañeros, al ver lo ocurrido, quedaron consternados y fueron a contarle a su señor todo lo sucedido. Entonces el señor lo llamó y le dijo:
“¡Siervo malvado! Toda aquella deuda te la perdoné porque me lo rogaste. ¿No debías tú también tener compasión de tu compañero, como yo tuve compasión de ti?”.
Y el señor, indignado, lo entregó a los verdugos hasta que pagara toda la deuda.
Lo mismo hará con vosotros mi Padre celestial, si cada cual no perdona de corazón a su hermano».

Palabra del Señor

 

 ************

 

Perdonar desde el corazón


acercándose Pedro a Jesús le preguntó:
«Señor, si mi hermano me ofende, ¿Cuántas veces tengo que perdonarlo? ¿Hasta siete veces?».
Jesús le contesta:
«No te digo hasta siete veces, sino hasta setenta veces siete.

 

Mateo 18: 21–22

 

 

Perdonar a otro es difícil. Es mucho más fácil permanecer enojado. 

Este versículo es la introducción a la Parábola del Siervo que no perdona. En esa parábola, Jesús deja en claro que, si queremos recibir el perdón de Dios, entonces debemos perdonar a los demás. Si retenemos el perdón, podemos estar seguros de que Dios nos lo negará.

 

Pedro pudo haber pensado que estaba siendo bastante generoso en su pregunta a Jesús. Claramente, Pedro había estado considerando las enseñanzas de Jesús sobre el perdón y estaba listo para dar el siguiente paso para ofrecer ese perdón gratuitamente. Pero la respuesta de Jesús a Pedro deja en claro que el concepto de perdón de Pedro es muy pobre en comparación con el perdón exigido por nuestro Señor.

 

La parábola que luego cuenta Jesús nos presenta a un hombre a quien se le perdonó una enorme deuda. Posteriormente, cuando ese hombre se encontró con una persona que le debía una pequeña deuda, no le ofreció el mismo perdón que le fue otorgado. Como resultado, el amo de ese hombre al que se le perdonó la enorme deuda se indigna y requiere una vez más el pago total de la deuda. Y luego Jesús termina la parábola con una declaración impactante. Dice: "Y el señor, indignado, lo entregó a los verdugos hasta que pagara toda la deuda.

Lo mismo hará con vosotros mi Padre celestial, si cada cual no perdona de corazón a su hermano».

Tenga en cuenta que el perdón que Dios espera que ofrezcamos a los demás proviene del corazón. Y tenga en cuenta que la falta de perdón de nuestra parte resultará en que seamos entregados "a los verdugos". Estas son palabras serias. Por "verdugos", debemos entender que el pecado de no perdonar a otro trae consigo mucho dolor interior. Cuando nos aferramos a la ira, este acto nos “tortura o castiga” de cierta manera. El pecado siempre tiene este efecto sobre nosotros y es para nuestro bien. Es una forma en la que Dios constantemente nos desafía a cambiar. Así, la única forma de liberarnos de esta forma interior de tortura por nuestro pecado es vencer ese pecado, y en este caso, vencer el pecado de negar el perdón.

 

Reflexione hoy sobre el llamado que Dios le ha dado a perdonar al máximo. Si todavía siente enojo en su corazón hacia otro, siga trabajando en ello. Perdone una y otra vez. Ore por esa persona. Absténgase de juzgar o condenar. Perdone, y también se le dará la abundante misericordia de Dios.

 

 

Mi Misericordioso Señor , te agradezco por las insondables profundidades de Tu misericordia. Te agradezco tu disposición a perdonarme una y otra vez. Por favor, dame un corazón digno de ese perdón ayudándome a perdonar a todas las personas en la misma medida en que Tú me has perdonado. Perdono a todos los que han pecado contra mí, querido Señor. Ayúdame a seguir haciéndolo desde lo más profundo de mi corazón. Jesús, en Ti confío.

 

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