10 de marzo del 2023: viernes de la segunda semana de Cuaresma

  

(Génesis 37, 3-4.12-13a.17b-28) José se dirige, sin vacilar, hacia sus hermanos quienes, sin embargo, solo tienen palabras hostiles para él. La inocencia es un don de Dios que solo puede concebir el bien. Y Dios nunca abandona a quien se abandona a él.


(Mateo 21, 33-43.45-46) Por supuesto, el asesinato del hijo en la parábola anuncia que Jesús será traicionado y entregado a la muerte. Pero lo que cuenta es el resultado final: los frutos que el reino de Dios dará a pesar de todo. 


Primera lectura

Lectura del libro del Génesis (37,3-4.12-13a.17b-28):

ISRAEL amaba a José más que a todos los otros hijos, porque le había nacido en la vejez, y le hizo una túnica con mangas. Al ver sus hermanos que su padre lo prefería a los demás, empezaron a odiarlo y le negaban el saludo.
Sus hermanos trashumaron a Siquén con los rebaños de su padre. Israel dijo a José:
«Tus hermanos deben de estar con los rebaños en Siquén; ven, que te voy a mandar donde están ellos».
José fue tras sus hermanos y los encontró en Dotán. Ellos lo vieron desde lejos y, antes de que se acercara, maquinaron su muerte. Se decían unos a otros:
«Ahí viene el soñador. Vamos a matarlo y a echarlo en un aljibe; luego diremos que una fiera lo ha devorado; veremos en qué paran sus sueños».
Oyó esto Rubén, e intentando salvarlo de sus manos, dijo:
«No le quitemos la vida».
Y añadió:
«No derraméis sangre; echadlo en este aljibe, aquí en la estepa; pero no pongáis las manos en él».
Lo decía para librarlo de sus manos y devolverlo a su padre.
Cuando llegó José al lugar donde estaban sus hermanos, lo sujetaron, le quitaron la túnica, la túnica con mangas que llevaba puesta, lo cogieron y lo echaron en un pozo. El pozo estaba vacío, sin agua.
Luego se sentaron a comer y, al levantar la vista, vieron una caravana de ismaelitas que transportaban en camellos goma, bálsamo y resina de Galaad a Egipto. Judá propuso a sus hermanos:
«¿Qué sacaremos con matar a nuestro hermano y con tapar su sangre? Vamos a venderlo a los ismaelitas y no pongamos nuestras manos en él, que al fin es hermano nuestro y carne nuestra».
Los hermanos aceptaron.
Al pasar unos mercaderes madianitas, tiraron de su hermano; y, sacando a José del pozo, lo vendieron a unos ismaelitas por veinte monedas de plata. Estos se llevaron a José a Egipto.

Palabra de Dios

 

 

Salmo

Sal 104,16-17.18-19.20-21

R/.
 Recordad las maravillas que hizo el Señor

V/. Llamó al hambre sobre aquella tierra:
cortando el sustento de pan;
por delante había enviado a un hombre,
a José, vendido como esclavo. R/.

V/. Le trabaron los pies con grillos,
le metieron el cuello en la argolla,
hasta que se cumplió su predicción,
y la palabra del Señor lo acreditó. R/.

V/. El rey lo mandó desatar,
el señor de pueblos le abrió la prisión,
lo nombró administrador de su casa,
señor de todas sus posesiones. R/.

 

 

Lectura del santo evangelio según san Mateo (21,33-43.45-46):

EN aquel tiempo, dijo Jesús a los sumos sacerdotes y a los ancianos del pueblo:
«Escuchad otra parábola:
“Había un propietario que plantó una viña, la rodeó con una cerca, cayó en ella un lagar, construyó una torre, la arrendó a unos labradores y se marchó lejos.
Llegado el tiempo de los frutos, envió sus criados a los labradores para percibir los frutos que le correspondían. Pero los labradores, agarrando a los criados, apalearon a uno, mataron a otro y a otro lo apedrearon.
Envió de nuevo otros criados, más que la primera vez, e hicieron con ellos lo mismo. Por último, les mandó a su hijo diciéndose: ‘Tendrán respeto a mi hijo’.
Pero los labradores, al ver al hijo se dijeron: ‘Este es el heredero: venid, lo matamos y nos quedamos con su herencia’.
Y agarrándolo, lo sacaron fuera de la viña y lo mataron.
Cuando vuelva el dueño de la viña, ¿qué hará con aquellos labradores?”».
Le contestan:
«Hará morir de mala muerte a esos malvados y arrendará la viña a otros labradores que le entreguen los frutos a su tiempo».
Y Jesús les dice:
«¿No habéis leído nunca en la Escritura:
“La piedra que desecharon los arquitectos
es ahora la piedra angular.
Es el Señor quien lo ha hecho,
ha sido un milagro patente”?
Por eso os digo que se os quitará a vosotros el reino de Dios y se dará a un pueblo que produzca sus frutos».
Los sumos sacerdotes y los fariseos, al oír sus parábolas, comprendieron que hablaba de ellos.
Y, aunque intentaban echarle mano, temieron a la gente, que lo tenía por profeta.

Palabra del Señor

 


 Construyendo el Reino

 

“ Por eso os digo que se os quitará a vosotros el reino de Dios y se dará a un pueblo que produzca sus frutos».

 Mateo 21:42

 

¿Está usted entre aquellos a quienes se les quitará el Reino de Dios? ¿O entre aquellos a quienes se les dará para que produzcan buenos frutos? Esta es una pregunta importante para responder con sinceridad.

 

El primer grupo de personas, o sea, aquellos a quienes se les quitará el Reino de Dios, están representados en esta parábola por los labradores de la viña. Está claro que uno de sus mayores pecados es la codicia. Son egoístas. Ven el viñedo como un lugar a través del cual pueden enriquecerse y preocuparse poco por el bien de los demás. Lamentablemente, esta estructura mental es fácil de adoptar en nuestras propias vidas. Es fácil ver la vida como una serie de oportunidades para "salir adelante". Es fácil abordar la vida de una manera en la que constantemente nos cuidamos a nosotros mismos en lugar de buscar sinceramente el bien de los demás.

 

El segundo grupo de personas, aquellas a las que se les dará el Reino de Dios para que produzca buenos frutos, son las que comprenden que el propósito central de la vida no es simplemente enriquecerse, sino compartir el amor de Dios con los demás. Estas son las personas que buscan constantemente formas en las que puedan ser una verdadera bendición para los demás. Es la diferencia entre el egoísmo y la generosidad.

 

Pero la generosidad a la que estamos llamados principalmente es la de edificar el Reino de Dios. Esto se hace mediante obras de caridad, pero debe ser una caridad motivada por el Evangelio y que tenga el Evangelio como fin último. 


Cuidar a los necesitados, enseñar, servir y cosas por el estilo son buenas solo cuando Cristo es la motivación y la meta final. Nuestras vidas deben hacer que Jesús sea más conocido y amado, más comprendido y seguido. De hecho, incluso si tuviéramos que alimentar a una multitud de personas en situación de pobreza, cuidar a los que estaban enfermos o visitar a los que estaban solos, pero lo hiciéramos por razones distintas a la de compartir el Evangelio de Jesucristo, entonces nuestro trabajo sería no producir el buen fruto de la edificación del Reino de los Cielos. En ese caso, solo seríamos filántropos en lugar de misioneros del amor de Dios.

 

Reflexione hoy sobre la misión que le ha encomendado nuestro Señor de producir abundantes frutos buenos para la edificación de Su Reino. Sepa que esto solo se puede lograr al buscar en oración la forma en que Dios lo está inspirando a actuar. Procure servir solo a Su voluntad para que todo lo que haga sea para la gloria de Dios y la salvación de las almas.


 

Mi glorioso Rey, oro para que Tu Reino crezca y que muchas almas lleguen a conocerte como su Señor y Dios. Úsame, querido Señor, para la edificación de ese Reino y ayuda a que todas mis acciones en la vida den abundantes y buenos frutos. Jesús, en Ti confío.

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