5 de marzo del 2023: segundo domingo de cuaresma (A)
Cuando todo se aclara:
En la marcha hacia Jerusalén,
Jesús prepara sus discípulos para el gran sufrimiento. Él les comunica
seguridad y por un instante, fortalece su fe, levantando el velo sobre el
misterio divino de su ser y la Gloria de su resurrección que está cerca.
///
En el camino hacia la Pascua, el Señor Jesús nos invita a subir la
montaña con algunos discípulos. Una experiencia de encuentro y de luz nos
espera. Jesús es más que un enviado de Dios, es más que un profeta; Él es el
Hijo muy Amado de Dios Padre. Es Él a quien debemos escuchar.
Primera lectura
Lectura del libro del Génesis
(12,1-4a):
En aquellos días, el Señor dijo a Abrán: «Sal de tu tierra y de la casa de
tu padre, hacia la tierra que te mostraré. Haré de ti un gran pueblo, te
bendeciré, haré famoso tu nombre, y será una bendición. Bendeciré a los que te
bendigan, maldeciré a los que te maldigan. Con tu nombre se bendecirán todas
las familias del mundo.»
Abrán marchó, como le había dicho el Señor.
Palabra de Dios
Palabra de Dios
Salmo
Sal 32,4-5.18-19.20.22
R/. Que tu misericordia, Señor,
venga sobre nosotros,
como lo esperamos de ti
La palabra del Señor es sincera,
y todas sus acciones son leales;
él ama la justicia y el derecho,
y su misericordia llena la tierra. R/.
Los ojos del Señor están puestos en sus fieles,
en los que esperan en su misericordia,
para librar sus vidas de la muerte
y reanimarlos en tiempo de hambre. R/.
Nosotros aguardamos al Señor:
él es nuestro auxilio y escudo.
Que tu misericordia, Señor, venga sobre nosotros,
como lo esperamos de ti. R/.
Segunda lectura
Lectura de la segunda carta del
apóstol san Pablo a Timoteo (1,8b-10):
Toma parte en los duros trabajos del Evangelio, según la fuerza de Dios. Él nos salvó y nos llamó a una vida santa, no por nuestros méritos, sino porque, desde tiempo inmemorial, Dios dispuso darnos su gracia, por medio de Jesucristo; y ahora, esa gracia se ha manifestado al aparecer nuestro Salvador Jesucristo, que destruyó la muerte y sacó a la luz la vida inmortal, por medio del Evangelio.
Toma parte en los duros trabajos del Evangelio, según la fuerza de Dios. Él nos salvó y nos llamó a una vida santa, no por nuestros méritos, sino porque, desde tiempo inmemorial, Dios dispuso darnos su gracia, por medio de Jesucristo; y ahora, esa gracia se ha manifestado al aparecer nuestro Salvador Jesucristo, que destruyó la muerte y sacó a la luz la vida inmortal, por medio del Evangelio.
Palabra de Dios
Lectura del santo
Evangelio según San Mateo 17, 1-9
En aquel tiempo, Jesús tomo consigo a Pedro, a
Santiago y a su hermano Juan y se los llevó aparte a una
montaña alta.
Se transfiguró delante de ellos y su rostro resplandecía como el sol y sus vestidos se volvieron blancos como la luz.
Y se les aparecieron Moisés y Elías conversando con él.
Pedro, entonces tomó la palabra y dijo a Jesús:
—Señor, ¡qué hermoso es estar aquí! Si quieres, haré tres chozas: una para ti, otra para Moisés y otra para Elías.
Todavía estaba hablando cuando una nube luminosa los cubrió con su sombra, y una voz desde la nube decía:
—Este es mi Hijo, el amado, mi predilecto. Escuchadle.
Al oírlo, los discípulos cayeron de bruces, llenos de espanto.
Jesús se acercó y tocándolos les dijo:
—Levantaos, no temáis.
Al alzar los ojos no vieron a nadie más que a Jesús, solo.
Cuando bajaban de la montaña, Jesús les mandó:
—No contéis a nadie la visión hasta que el Hijo del Hombre resucite de entre los muertos.
Se transfiguró delante de ellos y su rostro resplandecía como el sol y sus vestidos se volvieron blancos como la luz.
Y se les aparecieron Moisés y Elías conversando con él.
Pedro, entonces tomó la palabra y dijo a Jesús:
—Señor, ¡qué hermoso es estar aquí! Si quieres, haré tres chozas: una para ti, otra para Moisés y otra para Elías.
Todavía estaba hablando cuando una nube luminosa los cubrió con su sombra, y una voz desde la nube decía:
—Este es mi Hijo, el amado, mi predilecto. Escuchadle.
Al oírlo, los discípulos cayeron de bruces, llenos de espanto.
Jesús se acercó y tocándolos les dijo:
—Levantaos, no temáis.
Al alzar los ojos no vieron a nadie más que a Jesús, solo.
Cuando bajaban de la montaña, Jesús les mandó:
—No contéis a nadie la visión hasta que el Hijo del Hombre resucite de entre los muertos.
1. A guisa de introducción:
a. TRANSFIGURACIÓN
(del griego, metamoŒrfosis que significa cambio de
forma). A diferencia de las metamorfosis paganas (aparición de dioses en figura
terrena, o bien, transformación de hombres en seres divinos por tomar forma celestial), Jesucristo se
transfiguró ante tres de sus discípulos, solo seis días después del primer
anuncio de su pasión (Mc 9.2–9//). La tradición ha fijado en el Tabor la
ubicación del monte en cuya cima se realizó la transfiguración.
La clave de la interpretación se halla en la voz divina.
Esta no se dirige a Jesús (cf. la voz del bautismo, Mc 1.11), sino a Pedro, Santiago y Juan. Contra el trasfondo de Sal 2.7, la voz les presenta a Jesús como
el Hijo amado de Dios ( Hijo de Dios), como el Mesías, y al hacerlo confirmaba
la reciente confesión de Pedro (Mc 8.29; cf. 9.1). Luego, con las palabras «a
Él oíd», la voz divina alude al Profeta escatológico al que, según la promesa
de Dt 18.15, el pueblo prestará atención y obediencia. En otras palabras, el
hecho de emprender Jesús el camino de la pasión
(cf. Mc 8.31s), en vez del camino dictado por la expectativa popular, (Mc
8.32s) no impide que Él sea el Mesías, el Hijo del Hombre glorioso (Dn 7.13;
para el «secreto mesiánico» implicado en Mc 9.9,).
La aparición de Moisés y Elías puede simbolizar el
respaldo de la Ley y los profetas al mesiazgo de Jesús (cf. Lc 9.31 «hablaban de su partida [literalmente,
éxodo], que iba Jesús a cumplir en Jerusalén»), pero más probablemente es como
precursores del Mesías que figuran aquí brevemente. Son removidos, y Jesús
queda solo, cuando Pedro urge una prolongación del goce celestial que sugiere
la igualdad entre Moisés, Elías y Jesús. La blancura y brillo, que son propios
de los seres del cielo, afectan a Jesús en su persona y en sus vestidos (cf. Dn
7.9; 10.5; Hch 1.10; Ap 3.4s, etc.); Lc 9.32 lo identifica como «la Gloria de
Jesús».
(Nelson, Wilton M.,
Nuevo Diccionario Ilustrado de la Biblia, (Nashville, TN: Editorial Caribe)
2000, c1998.)
b. Abrir nuestros ojos a su presencia
Quizás muchos de
nosotros hemos tenido la oportunidad de estar en el mismo lugar, un momento,
una hora o varios días con alguien que sabemos o intuimos tiene mucha sabiduría
en su interior (o es muy competente o docto en alguna cosa) : lo ideal un
estudioso de la biblia (teólogo, sacerdote, pastor de alguna iglesia…) o un
humanista (filósofo, literato, cantautor, psicólogo, licenciado en alguna
ciencia…). De pronto los vimos y escuchamos furtivamente en una
conferencia o charla en el colegio, la universidad.
Es más, de pronto
hemos tenido la oportunidad de descubrir esos mismos personajes en la vida cotidiana, de
encontrarlos en nuestro mismo lugar de alojamiento…Y nos sucede que (como me ha
pasado a mí) podemos hablar de todo y de nada durante varias comidas , sin darnos
cuenta de sus competencias. No es sino después que ya no están con nosotros o
que se han ido que tomamos conciencia de su reputación, del pozo de sabiduría
que llevaban, y que lo más probable era que los podíamos haber
aprovechado más para crecer, para aprender.
En nuestras familias
y comunidades puede suceder algo semejante, que esté con nosotros bajo el mismo
techo o tengamos la facilidad de ir a su encuentro , un tío o tía ya en la edad
de oro, en sus años de madurez y plenitud, del cual podríamos aprender tantas
cosas, no solo evocar recuerdos sino escuchar sus consejos y experiencias de vida y
deducir o concluir lo que podría servirnos para nuestra propia vida. Y cuanto
lo desaprovechamos!
Afortunadamente,
mientras pude, yo aproveché a mis abuelos para conocer mucho
sobre la historia de la familia y aun hoy, cuando puedo me acerco a tíos
y primos mayores, colegas y hermanos sacerdotes para que me compartan su
experiencia vital. Hoy día con la facilidad que ofrecen las grabadoras de voz en celulares
y diversos aparatejos, todo se hace más fácil.
Lo bueno, ideal y
correcto es interesarnos sobre el terreno y el momento de las preocupaciones de
las personas que nos presentan, poco debe importar las primeras impresiones.
Hemos de acoger de manera simple como un regalo cada persona que la vida nos
permite cruzar.
Hay cualquier cosa de
la experiencia profunda vivida por los 3 discípulos de Jesús en el evangelio de
este domingo. Pedro, Santiago y Juan descubren su identidad, más allá de las
apariencias.
Este momento de la transfiguración
nos invita a ir más allá de los propósitos superficiales que debilitan o
atenúan en nuestros días la gloria y luz de Jesús.
Renovemos nuestra
mirada. Admiremos en todo su esplendor a Aquel que nuestro Dios y Padre designa
como su Hijo Bien o Muy Amado, presente en el centro de nuestra cotidianidad.
c. Qué es y cómo vivir
la Transfiguración?
TRANSFIGURACIÓN
es una palabra bastante rara, poco conocida entre el gremio de los que se dicen “con orgullo, yo diría con necedad
y con equivocadas ínfulas” no
ser creyentes.
Sabemos más sobre la
metamorfosis de la rana que de la experiencia de Jesús en la Transfiguración.
Aunque ambas palabras
se refiera a cambios, no podemos negar que se nos haga difícil a los no
versados en teología y estudio bíblico, comprender que es eso de la
TRANSFIGURACIÓN de Jesús de Nazaret…Es mucho más que un rayo de luz que ilumina
un rostro y un cuerpo.
Este pasaje siempre
ha corrido el peligro de revestirse de imaginación, y de considerarse de paso,
algo simbólico o metafórico, como lo sugieren muchos exegetas
racionalistas. Este relato de la transfiguración, hemos de decirlo no es un
relato infantil que obedezca a un género literario fantástico, es el testimonio fehaciente de 3 discípulos, los más significativos entre el grupo de los
12: Pedro, Santiago y Juan que se constituyeron en los pilares de la primera
comunidad de discípulos.
Para comprenderlo de
entrada y de una manera sencilla, digamos que la "Transfiguración es un
aperitivo, un entremés de lo que será la Resurrección de Jesús”.
“Pero
este hecho no consistió en que el Maestro se vistiera de galas y colores.
Tampoco fue un despojo de su condición mortal para mostrarse sólo como Dios.
Según la tradición judía nadie podría ver a Dios sin morir. Consistió, ante
todo, en que el Señor hizo sentir a estos discípulos, en su mente y
probablemente también en los ojos, quién era El. En otras palabras, les ofreció
una experiencia fuerte y profunda de su condición de Hombre Dios, de Mesías.” (Calixto en http://tejasarriba.org)
En
cierta ciudad, un cura invitó a sus feligreses o parroquianos a un retiro
espiritual de gran calidad, dado por un predicador bastante reconocido y muy
famoso.
La
gente llega en gran cantidad. El predicador enuncia el tema y demanda a la
gente si ellos conocen algo sobre el tema. La gente dice “No”. Entonces él les dice: “En una hora, yo no puedo decirles
lo suficiente…”, y enseguida
él entonces se va.
Una
semana después, la misma invitación con el mismo predicador…el mismo tema. El
conferencista interroga: “Saben
ustedes algo sobre este tema?” La
gente responde “Si”. Y entonces les dice el orador, “no perdamos nuestro tiempo si
ustedes lo conocen ya”…Y entonces se va.
Tercera
semana, con el mismo predicador y el mismo tema. La misma pregunta. La gente, un 50%
dice “Si” , otro 50% “no”. El predicador reacciona
diciendo : « Que
aquellos que saben les enseñen a aquellos que no saben »…y se fue.
Qué
podemos retener de esta simpática historia? Tres realidades:
-
1. No se puede enseñar a alguien que no sabe nada;
- 2. No
se puede enseñar a quien lo sabe todo;
- 3. Se aprende más por el testimonio transmitido por los otros (camaradas,
compañeros, amigos…) . De ahí la importancia de sostenernos, apoyarnos los
unos y los otros en nuestra búsqueda de lo ABSOLUTO.
He aquí el mensaje
de la Transfiguración: Jesús hace vivir una experiencia de la Resurrección a
algunos discípulos (al 25% del grupo) con el fin de que ellos puedan sostener,
y o apoyar moralmente a los otros cuando lleguen las horas sombrías de la
pasión.
Para esto, es necesario que aprendamos a mirar la vida con ojos
que vean más allá de nuestras preocupaciones del tiempo presente. Es necesario
aprender a desdramatizar los eventos, sabiendo con certeza que el sol reaparece
siempre después de la lluvia…por otra parte, también la lluvia es necesaria
para guardar la vegetación verde y en buen estado.
La riqueza de una comunidad consiste o se apoya siempre en la suma
de los talentos puestos al servicio de los otros. Nadie posee todos los talentos. Nadie ha sido concebido para vivir
solo y aislado. La Transfiguración es un desafío para toda la
comunidad : “Que
aquellos que saben, enseñen a los que no saben”. “Que aquellos que no saben se
sientan contentos de ser instruidos por los otros”.
Una comunidad que no transmita más el saber, el saber ser, el
saber hacer, los códigos y los ritos sociales, el sentido de la fiesta y del
compartir es una comunidad en peligro de muerte.
Vivir la Transfiguración, es alimentar el deseo de aprender los
unos de los otros, es tomar riesgos, es apostar más por la esperanza que por lo
ya adquirido, es saber con certeza que Dios no ha dicho nunca su última
palabra, puesto que Él hace surgir una salida nueva allí donde parecía todo
atascado.
La Transfiguración es el abandono confiado en los brazos del
Maestro de lo Imposible.
2. Una aproximación psicológica al texto del Evangelio:
a. Desfigurado y transfigurado
El relato de la
Transfiguración está trenzado de símbolos bíblicos que difícilmente nos
permiten comprender en plenitud la vivencia humana y espiritual de Jesús en el
momento de esta experiencia. La preocupación de Mateo está en otra parte: Manifestar la divinidad de Jesús en el
instante mismo en que comienza a ser rechazado por los hombres.
Si queremos por lo
menos arriesgar un comentario sobre la vivencia de Jesús, podemos recurrir a la
reflexión del Eclesiastés sobre la alternancia fundamental que ritma toda vida
humana:
Hay un momento para
cada cosa bajo el cielo:
Un tiempo para callar
y un tiempo para hablar,
Un tiempo para
sembrar y otro tiempo para arrancar lo plantado,
Un tiempo para llorar
y un tiempo para reír (Ecl 3,1 ss)
Ahora, el itinerario
de Jesús consiste en discernir sin cesar, al ritmo de lo que vive, cuál
es el “tiempo” que el
Padre abre ante Él.
El “tiempo para
callarse”, es el silencio del anonimato guardado hasta el “tiempo” de su
compromiso público. Pero es también el silencio de sus extensos
momentos de soledad para la oración. Y es en fin el silencio guardado en las
circunstancias donde las palabras sobrarían, de manera simple: “Pilato dice a Jesús : De dónde
eres tú? Pero Jesús nada le responde (Jn
19,9) ; “Los escribas y los
fariseos le trajeron una mujer sorprendida en adulterio…Qué dices tú?... Pero
Jesús, inclinado hacia el suelo, escribía en tierra con el dedo…” (Jn 8,3ss).
El “tiempo para
hablar”, es el tiempo de la transfiguración, el tiempo para dejar pasar a
través nuestra figura aquello que nos habita en profundidad: la ternura de
Jesús hacia la mujer adúltera, la posición clara que el expone ante Pilato, las
parábolas, las controversias, y en lo que respecta el relato de la
transfiguración, la luz, el fervor y la intensidad de la fe que están
concentrados en el fondo de su ser.
Esta transfiguración
parece haber llenado (colmado) a los 3 discípulos de un bienestar a la vez
apaciguador –pleno de confianza y traumático, bienestar que Pedro quería prolongar
(alargar) : “Qué bueno
es estar aquí!”. Pero Jesús
quiere guardar su docilidad de base de cara a la alternancia del tiempo:
“hay un tiempo para plantar y otro tiempo para arrancar lo plantado”, hay un
tiempo para recibir de Dios semilla y crecimiento y un tiempo para recibir de
Él sufrimiento y desarraigo. Y de hecho, en el evangelio, el episodio de la
Transfiguración está situado en el momento cuando Jesús de manera más
intensa toma conciencia del sufrimiento que le espera, pero también
sabe (intuye) el más allá de este sufrimiento: “hay un tiempo para llorar y un
tiempo para reír”, “ustedes estarán afligidos, pero su tristeza se cambiara en
alegría” (Jn 16,20).
La transfiguración: experiencia de expresión (y o
manifestación), donde Jesús deja salir, y comparte con sus discípulos, la
lucidez y la obediencia de su fe.
Hay un tiempo para
cada cosa bajo el cielo:
Un tiempo para
invitar a la libertad y un tiempo
para pagar con su
vida (su persona),
un tiempo para sentir
la comunión de Dios
y un tiempo para
experimentar su abandono,
un tiempo para
hacer la fiesta y un tiempo
para caer en tierra
presa de soledad,
un tiempo para ser
desfigurado y un tiempo
para ser
transfigurado,
un tiempo para
celebrar la vida de Jesús,
y un tiempo para
vivir e ir tras suyo.
b. Nosotros también estamos llamados a la transfiguración
“Dios se hizo hombre para que el hombre se hiciera
Dios”,
escribió San Ireneo. La transfiguración , en efecto, ilumina y aclara la
pregunta más importante de nuestros corazones humanos: TIENE SENTIDO LA
VIDA?
Muchas cosas humanas
tienen un sentido en sí mismas: la amistad, el amor, la cultura, el progreso,
la justicia y tantos valores conocidos por todos. Pero también hay muchas cosas
sin sentido: un niño que sufre y que va a morir, esas masacres de personas,
aquel huracán o este terremoto y tsunami que acaban de pasar en Japón y que
mata tanta gente.
Uno se hace la
pregunta: Quién o qué va a decidir o determinar el sentido o sin sentido?
Es la muerte, la destrucción, el mal que están al final de todo?
La respuesta de
nuestra fe es la misma respuesta de Jesús: el ser humano, por frágil que él
sea, no ha sido creado para terminar dentro de un hoyo, enterrado. El hombre está
destinado a ser transfigurado en Dios. Nuestro bautismo nos hace comulgar
(comunicar) a la vida de Jesús resucitado.
En su evangelio, San
mateo osa utilizar la misma palabra para decirnos que “el rostro de Jesús se iluminó (y brilló) como el sol”
(Mt 17,2) y que los justos brillarán como el sol (Mt 13,43). Tal cual es la
densidad eterna que toma cada uno de nuestros actos humanos.
Nuestras opciones
(decisiones) no son indiferentes, baladíes ellas tienen un peso de eternidad…
3. REFLEXIÓN CENTRAL:
a. Una hora inolvidable!
En este segundo domingo de cuaresma, estamos invitados
a desplazarnos, a salir de nuestro jardín, de nuestros refugios, de nuestra
vida tranquila.
Los textos bíblicos de este domingo evocan tres
movimientos que es necesario hacer permanentemente:
1. Dejar su casa,
2. subir para descubrir la luz y después,
3. aceptar bajar de nuevo al mundo, al valle (que
puede ser un "valle de lágrimas como rezamos en el "Dios te
Salve").
Es lo que pasó con Abraham (1a lectura): fue llamado a
dejar una vida donde Dios era desconocido; Él ha caminado hacia el país que
Dios le destinaba. Más tarde, Jesús pedirá a sus discípulos dejarlo todo para
seguirle. Nosotros estamos también llamados a liberarnos de las trabas o los
obstáculos que nos tienen alejados de Dios y de la bendición que Él puede
extender sobre nosotros. Vivir la Cuaresma, es salir de nuestra vida tranquila,
es alimentarnos cada día del Evangelio de Cristo, es seguir al Señor en los
caminos que no habíamos previsto.
La Carta de san Pablo a Timoteo es cercana al texto de
la primera lectura. Ella nos vuelve a recordar el gran proyecto de Dios: Él
desea desplegar, extender la bendición confiada a Abraham. La gran preocupación
del apóstol es que el evangelio sea conocido por todos: Dios nos ha salvado, Él
nos ha dado la gracia en Cristo Jesús antes de todos los siglos…Él hace
resplandecer la vida y la inmortalidad por el anuncio del Evangelio". La
fuerza de Dios acompaña al misionero de Cristo.
El evangelio de este día nos muestra a Jesús que toma
con Él a tres de sus discípulos: Pedro, Santiago y Juan. "
se
los llevó aparte a una
montaña alta". En el
mundo de la Biblia, "la montana representa la cercanía con Dios y el
encuentro íntimo con Él". La montaña es el lugar de la oración. Uno está
allí verdaderamente en presencia del Señor. Jesús deja entrever a sus
discípulos la belleza de su divinidad. Nosotros recordamos que un día Él ha
dicho: "yo soy la luz del
mundo". Hoy, Jesús deja transparentar
un poco de esta luz que está en Él. Si Cristo nos llama y nos invita a seguirle
es para hacernos contemplar las cosas del cielo.
Pedro es
encandilado, enceguecido por esta visión. Él siente ganas de quedarse allí, de
instalarse. Pero, he aquí que una voz del cielo se hace escuchar: "Este es mi Hijo, el
amado, mi predilecto (en quien encuentro mi
alegría).
Escuchadle. "
Esta
palabra es muy importante, y va dirigida a cada uno de nosotros hoy:
"Escuchen
a mi Hijo muy amado". "Escuchen a Jesús!" No es el sacerdote
quien les dice esto: es Dios padre que lo dice a cada uno de nosotros.
Nosotros
todos, acá presentes en el templo, que somos discípulos de Jesús, debemos ser
de aquellos que escuchan su voz y que toman en serio sus palabras. Para
escuchar a Jesús, es necesario estar cerca de Él, es necesario seguirle como lo
hacían las multitudes de Palestina. Jesús era un itinerante, un caminante que
proponía sus enseñanzas o mejor decir proponía las enseñanzas del Padre.
Entonces,
estamos llamados a seguir a Cristo para escucharle. Lo escuchamos en su Palabra
escrita en el Evangelio. Es importante que podamos leer un pasaje de la
Escritura santa cada día, en particular durante la cuaresma. Podemos detenernos
no importa en qué momento del día para leer un pedacito de la Biblia. A través de esos textos que leemos es
Jesús quien nos habla.
En
el Evangelio de la Transfiguración, podemos destacar dos momentos
significativos: la subida y el descenso. Necesitamos alejarnos, retirarnos
aparte, subir a la montaña y sumergirnos en el silencio. Es allí donde podremos
percibir mejor la voz del Señor. Es lo que hacemos en la oración y de manera
particular en la Eucaristía. Esta cita con Cristo todos los días y
especialmente el domingo es un momento que no podemos perdernos.
Pero
no podemos quedarnos ahí. El encuentro con Cristo nos empuja a "descender
de la montaña". Somos enviados hacia la "periferia", hacia
aquellos que sufren a causa de la enfermedad, de las injusticias, de la pobreza
material y espiritual. Somos enviados para aportarles los frutos de la
experiencia que hemos tenido, que tenemos con Dios. Hemos escuchado la Palabra
de Dios; la tenemos en el corazón. Pero ella no podrá crecer, no podrá
extenderse sino la comunicamos, se la damos a los otros. La vida cristiana es
eso.
San
Juan Pablo II decía:
"A Jesucristo es
imposible conocerle y no amarlo,
amarle y no seguirlo…"
Hoy
podríamos continuar la frase diciendo, y "es imposible seguirle y no
anunciarlo".
Es
una misión de todos los bautizados, para todos nosotros: "Escuchar a Jesús
y dárselo a los otros".
A
lo largo de toda la cuaresma, estamos llamados a salir de nuestra vida
tranquila y subir la montaña para ir al encuentro del Señor. Recordemos que sus
palabras son palabras de "vida
eterna". Es esta buena noticia que debemos testimoniar en un mundo
desfigurado por tanto sufrimiento, mentiras y desprecio por la dignidad de las
personas. Somos atraídos por la esperanza de la transfiguración final. Entonces
como Abraham y muchos otros, pongámonos en camino para seguir al Señor.
Que
Él esté siempre con nosotros y que nosotros siempre estemos con Él para que
toda nuestra vida testimonie el amor que
Él nos tiene.
4. Para la revisión de vida:
a.
En verdad es Jesucristo quien me encandila y me permite ver mejor las cosas
esenciales? o al contrario son otras luces superficiales que me enceguecen y no
me permiten ver las cosas esenciales que le dan sentido a mi fe en Cristo?
b.
La voz del padre retumbó en el Jordán invitando a escuchar su Hijo muy Amado.
Es que yo escucho al Señor cada día con devoción y amor, cuidando de obedecer
la Palabra proclamada en cada Eucaristía o leída en mis ratos de oración?
c.
La Palabra de Dios nos invita a descubrir en las cosas simples, en la
cotidianidad de nuestras vida el resplandor de Cristo. Soy de las personas que
exigen signos milagrosos, o se desanima por la aparente victoria del mal, del
pecado y de la muerte en el mundo? Sigo viendo a Dios con esperanza en el
angustiante panorama a pesar de todo?
5. Oración-meditación
Dios
nuestro Padre,
Tú
eres el único que nos enseña quién es Jesús.
Él
es tu Hijo muy amado
y
sobre su rostro resplandeció tu luz.
Pascua
está cerca, en el horizonte;
de
las tinieblas surgirá un futuro esperanzador.
Dios
nuestro Padre,
Tú
nos invitas a escuchar a Jesús.
Su
Palabra nos hace libres
y
nos enseña el camino hacia Ti,
En
nuestra noche todo se ilumina.
Dios
nuestro Padre,
somos
invitados a tu mesa.
El
Pan de Vida se nos ofrece
con
el Cáliz de la alianza nueva.
Estamos
alegres de estar aquí,
porque
nos dejar ver desde ya
lo
que nos espera.
Amén!
REFERENCIAS:
http://vieliturgique.ca
http://prionseneglise.ca
http://ciudadredonda.org
(para los textos de la Palabra de Dios)
Introducción del Pequeno
Misal "Prions en Eglise" (traducción del francés)
HETU,
Jean-Luc. Les Options de Jésus.
http://dimancheprochain.org
http://versdimanche.com
Diversas fuentes y aportes personales
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