30 de marzo del 2023: jueves de la quinta semana de cuaresma
Misa crismal:
EN aquellos días, Abrán cayó rostro en tierra y Dios le habló así:
«Por mi parte, esta es mi alianza contigo: serás padre de muchedumbre de pueblos.
Ya no te llamarás Abrán, sino Abrahán, porque te hago padre de muchedumbre de pueblos. Te haré fecundo sobremanera: sacaré pueblos de ti, y reyes nacerán de ti.
Mantendré mi alianza contigo y con tu descendencia en futuras generaciones, como alianza perpetua. Seré tu Dios y el de tus descendientes futuros. Os daré a ti y a tu descendencia futura la tierra en que peregrinas, la tierra de Canaán, como posesión perpetua, y seré su Dios».
El Señor añadió a Abrahán:
«Por tu parte, guarda mi alianza, tú y tus descendientes en sucesivas generaciones».
Palabra de Dios
Salmo
Sal 104,4-5.6-7.8-9
R/. El Señor se acuerda de su alianza eternamente
V/. Recurrid al Señor y a su poder,
buscad continuamente su rostro.
Recordad las maravillas que hizo,
sus prodigios, las sentencias de su boca. R/.
V/. ¡Estirpe de Abrahán, su siervo;
hijos de Jacob, su elegido!
El Señor es nuestro Dios,
él gobierna toda la tierra. R/.
V/. Se acuerda de su alianza eternamente,
de la palabra dada, por mil generaciones;
de la alianza sellada con Abrahán,
del juramento hecho a Isaac. R/.
EN aquel tiempo, dijo Jesús a los judíos:
«En verdad, en verdad os digo: quien guarda mi palabra no verá la muerte para siempre».
Los judíos le dijeron:
«Ahora vemos claro que estás endemoniado; Abrahán murió, los profetas también, ¿y tú dices: “Quien guarde mi palabra no gustará la muerte para siempre”? ¿Eres tú más que nuestro padre Abrahán, que murió? También los profetas murieron, ¿por quién te tienes?».
Jesús contestó:
«Si yo me glorificara a mí mismo, mi gloria no valdría nada. El que me glorifica es mi Padre, de quien vosotros decís: “Es nuestro Dios”, aunque no lo conocéis. Yo sí lo conozco, y si dijera “No lo conozco” sería, como vosotros, un embustero; pero yo lo conozco y guardo su palabra. Abrahán, vuestro padre, saltaba de gozo pensando ver mi día; lo vio, y se llenó de alegría».
Los judíos le dijeron:
«No tienes todavía cincuenta años, ¿y has visto a Abrahán?».
Jesús les dijo:
«En verdad, en verdad os digo: antes de que Abrahán existiera, yo soy».
Entonces cogieron piedras para tirárselas, pero Jesús se escondió y salió del templo.
Palabra del Señor
Viviendo
el momento
«En verdad,
en verdad os digo: antes de que Abrahán existiera, yo soy».
Entonces cogieron piedras para tirárselas, pero Jesús se escondió y salió del
templo.
Cuando Moisés se encontró con Dios en la zarza ardiente, Dios le
reveló Su nombre: YO SOY. El Catecismo de la Iglesia Católica enseña
que esta revelación del nombre de Dios “es a la vez un nombre revelado y
algo así como el rechazo de un nombre”. Expresa que Dios está “infinitamente
por encima de todo lo que podamos entender o decir”. Él es el “Dios
escondido”. Él es también un “Dios que se hace cercano a los
hombres” en todos y cada uno de los momentos de nuestra vida” (Ver CIC #206).
En nuestro Evangelio de hoy, Jesús se identifica con este Dios
escondido. Afirma que solo Él conoce a Su Padre y que el Padre lo
glorifica porque Él es el gran YO SOY. Para la gente de esa época, esta
fue una revelación impactante, al menos para aquellos que no pudieron
comprender esta verdad en la fe. Pero ese nombre misterioso nos revela no
solo la esencia de Dios, también nos revela cómo debemos relacionarnos con este
Dios infinito, escondido, exaltado y glorioso.
Cuando Jesús reveló su identidad, no dijo: “antes que Abraham
naciera, yo era”. Él dice: “YO SOY”. Esto revela que Jesús no solo
existió antes de Abraham, sino que Su existencia trasciende todo tiempo. Él
siempre y en todas partes ES. Aunque esto puede parecer demasiado
filosófico para algunos, es un concepto importante de entender por dos razones
importantes. Primero, nos da una mayor comprensión de Dios. Pero,
segundo, nos revela cómo debemos relacionarnos con Dios todos los días.
Dios no es un Dios del pasado. No es un Dios del futuro. Es
un Dios del momento presente. Si vamos a entrar en una relación con Dios,
entonces debemos darnos cuenta de que solo podemos encontrarlo en el momento
presente. Él es el Aquí y el Ahora, por así decirlo. Y debemos
buscarlo aquí y ahora, solo en este momento presente.
A veces nos encontramos viviendo en el pasado. En la medida
en que nuestro pasado nos haya ayudado o lastimado en este momento presente,
debemos abordarlo. Pero la forma de hacerlo es buscando la gracia sanadora
de Dios hoy, permitiendo que el pasado desaparezca en Su abundante
misericordia.
Otras
veces tratamos de vivir en el futuro, angustiándonos por lo que está por venir. Pero
Dios no mora en el futuro porque, para Él, todo el tiempo es aquí y ahora. Por
lo tanto, no debemos angustiarnos por el futuro, preocuparnos por él o tratar
de vivir en él ahora. Todo lo que tenemos es este momento presente, y es
en este momento que Dios viene a nuestro encuentro. Él está aquí, y
debemos encontrarlo aquí, volviéndonos a Él y Su gracia hoy.
Reflexiona hoy sobre esta profunda y misteriosa revelación de
nuestro Señor. Piensa en su identidad como el gran “YO SOY”. Medita
en ese nombre. Medita en su significado. Míralo como una forma en que
Jesús te está invitando a encontrarlo en este momento presente solo. Vive
en este momento. El pasado se fue; el futuro aún no está aquí. Vive
donde Dios existe, aquí y ahora, porque ese es el único lugar donde encontrarás
a nuestro Señor.
Mi Señor, Tú eres el Gran Yo Soy. Trasciendes todos los
tiempos. Ayúdame a encontrarte hoy, a dejar atrás el pasado, mirar hacia
el futuro y vivir contigo solo en este momento. Mientras te encuentro
aquí, amado Señor, ayúdame a amarte con todo mi corazón. Jesús, en Ti
confío.
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