19 de abril del 2023: miércoles de la segunda semana de Pascua

 

(Juan 3, 16-21) Nosotros que buscamos hacer el bien y la verdad en nuestra vida no tengamos miedo de salir a la luz. Presentémonos al Señor como somos, sin vergüenza. Y reconozcamos nuestras buenas obras, así como son buenas las obras de Dios.



Primera lectura

Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles (5,17-26):

EN aquellos días, el sumo sacerdote y todos los suyos, que integran la secta de los saduceos, en un arrebato de celo, prendieron a los apóstoles y los metieron en la cárcel pública. Pero, por la noche, el ángel del Señor les abrió las puertas de la cárcel y los sacó fuera, diciéndoles:
«Marchaos y, cuando lleguéis al templo, explicad al pueblo todas estas palabras de vida».
Entonces ellos, al oírlo, entraron en el templo al amanecer y se pusieron a enseñar. Llegó entre tanto el sumo sacerdote con todos los suyos, convocaron el Sanedrín y el pleno de los ancianos de los hijos de Israel, y mandaron a la prisión para que los trajesen. Fueron los guardias, no los encontraron en la cárcel, y volvieron a informar, diciendo:
«Hemos encontrado la prisión cerrada con toda seguridad, y a los centinelas en pie a las puertas; pero, al abrir, no encontramos a nadie dentro».
Al oír estas palabras, ni el jefe de la guardia del templo ni los sumos sacerdotes atinaban a explicarse qué había pasado. Uno se presentó, avisando:
«Mirad, los hombres que metisteis en la cárcel están en el templo, enseñando al pueblo».
Entonces el jefe salió con los guardias y se los trajo, sin emplear la fuerza, por miedo a que el pueblo los apedrease.


Palabra de Dios

 

 

Salmo

Sal 33,2-3.4-5.6-7.8-9

R/.
 Si el afligido invoca al Señor, él lo escucha



Bendigo al Señor en todo momento,
su alabanza está siempre en mi boca;
mi alma se gloría en el Señor:
que los humildes lo escuchen y se alegren. R/.

Proclamad conmigo la grandeza del Señor,
ensalcemos juntos su nombre.
Yo consulté al Señor, y me respondió,
me libró de todas mis ansias. R/.

Contempladlo, y quedaréis radiantes,
vuestro rostro no se avergonzará.
El afligido invocó al Señor,
él lo escuchó y lo salvó de sus angustias. R/.

El ángel del Señor acampa en torno a sus fieles
y los protege.
Gustad y ved qué bueno es el Señor,
dichoso el que se acoge a él. R/.

 

 

Lectura del santo evangelio según san Juan (3,16-21):

TANTO amó Dios al mundo, que entregó a su Unigénito, para que todo el que cree en él no perezca, sino que tenga vida eterna.
Porque Dios no envió a su Hijo al mundo para juzgar al mundo, sino para que el mundo se salve por él.
El que cree en él no será juzgado; el que no cree ya está juzgado, porque no ha creído en el nombre del Unigénito de Dios.
Este es el juicio: que la luz vino al mundo, y los hombres prefirieron la tiniebla a la luz, porque sus obras eran malas. Pues todo el que obra el mal detesta la luz, y no se acerca a la luz, para no verse acusado por sus obras.
En cambio, el que obra la verdad se acerca a la luz, para que se vea que sus obras están hechas según Dios.


Palabra del Señor

 

 

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Un resumen de claridad


“TANTO amó Dios al mundo, que entregó a su Unigénito, para que todo el que cree en él no perezca, sino que tenga vida eterna.”

 

Juan 3:16

 

 

Continuamos, hoy, leyendo la conversación que Jesús tuvo con Nicodemo, el fariseo que finalmente se convirtió y es venerado como uno de los primeros santos de la Iglesia. Recuerde que Jesús desafió a Nicodemo como una forma de ayudarlo a tomar la difícil decisión de rechazar la malicia de los otros fariseos y convertirse en su seguidor. Este pasaje de hoy  proviene de la primera conversación de Nicodemo con Jesús y a menudo es citado por nuestros hermanos y hermanas evangélicos como un resumen de todo el Evangelio. Y de hecho lo es.

 

A lo largo del Capítulo 3 del Evangelio de Juan, Jesús enseña sobre la luz y las tinieblas, el nacimiento de arriba, la maldad, el pecado, la condenación, el Espíritu y mucho más. Pero de muchas maneras, todo lo que Jesús enseñó en este capítulo y a lo largo de Su ministerio público se puede resumir en esta breve y directa declaración: TANTO amó Dios al mundo, que entregó a su Unigénito, para que todo el que cree en él no perezca, sino que tenga vida eterna...Esta breve enseñanza se puede dividir en cinco verdades esenciales.

 

Primero, el amor del Padre por la humanidad, y específicamente, por ti, es un amor tan profundo que no hay forma de que entendamos por completo las profundidades de Su amor. 

 

En segundo lugar, el amor que el Padre nos tiene lo obligó a darnos el mayor regalo que pudiéramos recibir y el mayor regalo que el Padre podría dar: Su propio Hijo divino. Este don debe meditarse en oración si queremos llegar a una comprensión más profunda de la infinita generosidad del Padre.

 

En tercer lugar, a medida que entramos en oración cada vez más profundamente en nuestra comprensión de este increíble regalo del Hijo, nuestra única respuesta apropiada es la fe. Debemos "creer en Él". Y nuestra fe debe profundizarse al igual que nuestra comprensión.

 

Cuarto, debemos darnos cuenta de que la muerte eterna siempre es posible. Es posible que eternamente "perezcamos". Darnos cuenta de ello nos dará una mayor comprensión del don del Hijo, ya que nos daremos cuenta de que el primer deber del Hijo es salvarnos de la separación eterna del Padre.

 

Por último, el don del Hijo del Padre no es solo para salvarnos, sino también para llevarnos a las alturas del cielo. Es decir, se nos da "vida eterna". Este don de la eternidad tiene una capacidad, valor, gloria y plenitud infinitos.

 

Reflexiona hoy sobre este resumen de todo el Evangelio: TANTO amó Dios al mundo, que entregó a su Unigénito, para que todo el que cree en él no perezca, sino que tenga vida eterna". Tómalo línea por línea, buscando en oración comprender las hermosas y transformadoras verdades que nuestro Señor nos reveló en esta santa conversación con Nicodemo. Trata de verte a ti mismo como Nicodemo, una buena persona que está tratando de entender a Jesús y sus enseñanzas con mayor claridad. Si puedes escuchar estas palabras con Nicodemo y aceptarlas profundamente con fe, entonces tú también compartirás la gloria eterna que estas palabras prometen.

 

Mi glorioso Señor, viniste a nosotros como el regalo más grande jamás imaginado. Eres el regalo del Padre Celestial. Fuiste enviado por amor con el propósito de salvarnos y llevarnos a la gloria de la eternidad. Ayúdame a comprender y creer todo lo que eres y a recibirte como el regalo salvador para la eternidad. Jesús, en Ti confío.

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