2 de abril del 2023: Domingo de Ramos y de la Pasión del Señor



Su muerte nos hace vivir


La muerte de Cristo es fuente de salvación universal.
Ella rechaza al antiguo mundo, aquel del odio, e inaugura el Reino del amor.
La muerte de Cristo, suscita la transformación y nos incita a vivir nuestra vida para Dios y los demás.





Primera lectura

Lectura del libro de Isaías (50,4-7):

Mi Señor me ha dado una lengua de iniciado, para saber decir al abatido una palabra de aliento. Cada mañana me espabila el oído, para que escuche como los iniciados. El Señor me abrió el oído. Y yo no resistí ni me eché atrás: ofrecí la espalda a los que me apaleaban, las mejillas a los que mesaban mi barba; no me tapé el rostro ante ultrajes ni salivazos. El Señor me ayuda, por eso no sentía los ultrajes; por eso endurecí el rostro como pedernal, sabiendo que no quedaría defraudado.

Palabra de Dios


Salmo

Sal 21,8-9.17-18a.19-20.23-24

R/.
 Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?

Al verme, se burlan de mí,
hacen visajes, menean la cabeza:
«Acudió al Señor, que lo ponga a salvo;
que lo libre, si tanto lo quiere.» R/.

Me acorrala una jauría de mastines,
me cerca una banda de malhechores;
me taladran las manos y los pies,
puedo contar mis huesos. R/.

Se reparten mi ropa,
echan a suertes mi túnica.
Pero tú, Señor, no te quedes lejos;
fuerza mía, ven corriendo a ayudarme. R/.

Contaré tu fama a mis hermanos,
en medio de la asamblea te alabaré.
Fieles del Señor, alabadlo;
linaje de Jacob, glorificadlo;
temedlo, linaje de Israel. R/.


Segunda lectura

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Filipenses (2,6-11):

Cristo, a pesar de su condición divina, no hizo alarde de su categoría de Dios; al contrario, se despojó de su rango y tomó la condición de esclavo, pasando por uno de tantos. Y así, actuando como un hombre cualquiera, se rebajó hasta someterse incluso a la muerte, y una muerte de cruz. Por eso Dios lo levantó sobre todo y le concedió el «Nombre-sobre-todo-nombre»; de modo que al nombre de Jesús toda rodilla se doble en el cielo, en la tierra, en el abismo, y toda lengua proclame: Jesucristo es Señor, para gloria de Dios Padre.

Palabra de Dios



Pasión de nuestro Señor Jesucristo según San Mateo (26,14–27,66):

C. En aquel tiempo, uno de los Doce, llamado Judas Iscariote, fue a los sumos sacerdotes y les propuso:
S. «¿Qué estáis dispuestos a darme, si os lo entrego?»
C. Ellos se ajustaron con él en treinta monedas. Y desde entonces andaba buscando ocasión propicia para entregarlo.
C. El primer día de los Ázimos se acercaron los discípulos a Jesús y le preguntaron:
S. -«¿Dónde quieres que te preparemos la cena de Pascua?»
C. Él contestó:
+ «Id a la ciudad, a casa de Fulano, y decidle: "El Maestro dice: Mi momento está cerca; deseo celebrar la Pascua en tu casa con mis discípulos."»
C. Los discípulos cumplieron las instrucciones de Jesús y prepararon la Pascua.
C. Al atardecer se puso a la mesa con los Doce. Mientras comían dijo:
+ «Os aseguro que uno de vosotros me va a entregar.»
C. Ellos, consternados, se pusieron a preguntarle uno tras otro:
S. «¿Soy yo acaso, Señor?»
C. Él respondió:
+ «El que ha mojado en la misma fuente que yo, ése me va a entregar. El Hijo del hombre se va, como está escrito de él; pero, ¡ay del que va a entregar al Hijo del hombre!; más le valdría no haber nacido.»
C. Entonces preguntó Judas, el que lo iba a entregar:
S. «¿Soy yo acaso, Maestro?»
C. Él respondió:
+ «Tú lo has dicho.»
C. Durante la cena, Jesús cogió pan, pronunció la bendición, lo partió y lo dio a sus discípulos, diciendo:
+ «Tomad, comed: esto es mi cuerpo.»
C.. Y, cogiendo una copa, pronunció la acción de gracias y se la dio diciendo:
+ «Bebed todos; porque ésta es mi sangre, sangre de la alianza, derramada por todos para el perdón de los pecados. Y os digo que no beberé más del fruto de la vid, hasta el día que beba con vosotros el vino nuevo en el reino de mi Padre.»
C. Cantaron el salmo y salieron para el monte de los Olivos.
C. Entonces Jesús les dijo:
+ «Esta noche vais a caer todos por mi causa, porque está escrito: "Heriré al pastor, y se dispersarán las ovejas del rebaño." Pero cuando resucite, iré antes que vosotros a Galilea.»
C. Pedro replicó:
S. «Aunque todos caigan por tu causa, yo jamás caeré.»
C. Jesús le dijo:
+ «Te aseguro que esta noche, antes que el gallo cante, me negarás tres veces.»
C . Pedro le replicó:
S. «Aunque tenga que morir contigo, no te negaré. »
C. Y lo mismo decían los demás discípulos.
C. Entonces Jesús fue con ellos a un huerto, llamado Getsemaní, y les dijo:
+ «Sentaos aquí, mientras voy allá a orar.»
C. Y, llevándose a Pedro y a los dos hijos de Zebedeo, empezó a entristecerse y a angustiarse. Entonces dijo:
+ «Me muero de tristeza: quedaos aquí y velad conmigo.»
C. Y, adelantándose un poco, cayó rostro en tierra y oraba diciendo:
+ «Padre mío, si es posible, que pase y se aleje de mí ese cáliz. Pero no se haga lo que yo quiero, sino lo que tú quieres.»
C. Y se acercó a los discípulos y los encontró dormidos. Dijo a Pedro:
+ «¿No habéis podido velar una hora conmigo? Velad y orad para no caer en la tentación, pues el espíritu es decidido, pero la carne es débil.»
C. De nuevo se apartó por segunda vez y oraba diciendo:
+ «Padre mío, si este cáliz no puede pasar sin que yo lo beba, hágase tu voluntad.»
C. Y, viniendo otra vez, los encontró dormidos, porque tenían los ojos cargados. Dejándolos de nuevo, por tercera vez oraba, repitiendo las mismas palabras. Luego se acercó a sus discípulos y les dijo:
+ «Ya podéis dormir y descansar. Mirad, está cerca la hora, y el Hijo del hombre va a ser entregado en manos de los pecadores. ¡Levantaos, vamos! Ya está cerca el que me entrega.»
C. Todavía estaba hablando, cuando apareció Judas, uno de los Doce, acompañado de un tropel de gente, con espadas y palos, mandado por los sumos sacerdotes y los ancianos del pueblo. El traidor les había dado esta contraseña:
S. «Al que yo bese, ése es; detenedlo.»
C. Después se acercó a Jesús y le dijo:
S. «¡Salve, Maestro!»
C. Y lo besó. Pero Jesús le contestó:
+ «Amigo, ¿a qué vienes?»
C. Entonces se acercaron a Jesús y le echaron mano para detenerlo. Uno de los que estaban con él agarró la espada, la desenvainó y de un tajo le cortó la oreja al criado del sumo sacerdote. Jesús le dijo:
+ «Envaina la espada; quien usa espada, a espada morirá. ¿Piensas tú que no puedo acudir a mi Padre? Él me mandaría en seguida más de doce legiones de ángeles. Pero entonces no se cumpliría la Escritura, que dice que esto tiene que pasar.»
C. Entonces dijo Jesús a la gente:
+ «¿Habéis salido a prenderme con espadas y palos, como a un bandido? A diario me sentaba en el templo a enseñar y, sin embargo, no me detuvisteis.»
C. Todo esto ocurrió para que se cumpliera lo que escribieron los profetas. En aquel momento todos los discípulos lo abandonaron y huyeron. Los que detuvieron a Jesús lo llevaron a casa de Caifás, el sumo sacerdote, donde se habían reunido los escribas y los ancianos. Pedro lo seguía de lejos, hasta el palacio del sumo sacerdote, y, entrando dentro, se sentó con los criados para ver en qué paraba aquello. Los sumos sacerdotes y el sanedrín en pleno buscaban un falso testimonio contra Jesús para condenarlo a muerte y no lo encontraban, a pesar de los muchos falsos testigos que comparecían. Finalmente, comparecieron dos, que dijeron:
S. «Éste ha dicho: "Puedo destruir el templo de Dios y reconstruirlo en tres días."»
C. El sumo sacerdote se puso en pie y le dijo:
S. «¿No tienes nada que responder? ¿Qué son estos cargos que levantan contra ti?»
C. Pero Jesús callaba. Y el sumo sacerdote le dijo:
S. «Te conjuro por Dios vivo a que nos digas si tú eres el Mesías, el Hijo de Dios.»
C. Jesús le respondió:
+ «Tú lo has dicho. Más aún, yo os digo: Desde ahora veréis que el Hijo del hombre está sentado a la derecha del Todopoderoso y que viene sobre las nubes del cielo.»
C. Entonces el sumo sacerdote rasgó sus vestiduras, diciendo:
S. «Ha blasfemado. ¿Qué necesidad tenemos ya de testigos? Acabáis de oír la blasfemia. ¿Qué decidís?»
C. Y ellos contestaron:
S. «Es reo de muerte.»
C. Entonces le escupieron a la cara y lo abofetearon; otros lo golpearon, diciendo:
S. «Haz de profeta, Mesías; ¿quién te ha pegado?»
C. Pedro estaba sentado fuera en el patio, y se le acercó una criada y le dijo:
S. «También tú andabas con Jesús el Galileo.»
C. Él lo negó delante de todos, diciendo:
S. «No sé qué quieres decir.»
C. Y, al salir al portal, lo vio otra y dijo a los que estaban allí:
S. «Éste andaba con Jesús el Nazareno.»
C. Otra vez negó él con juramento:
S. «No conozco a ese hombre.»
C. Poco después se acercaron los que estaban allí y dijeron a Pedro:
S. «Seguro; tú también eres de ellos, te delata tu acento.»
C. Entonces él se puso a echar maldiciones y a jurar, diciendo:
S. «No conozco a ese hombre.»
C. Y en seguida cantó un gallo. Pedro se acordó de aquellas palabras de Jesús: «Antes de que cante el gallo, me negarás tres veces.» Y, saliendo afuera, lloró amargamente. Al hacerse de día, todos los sumos sacerdotes y los ancianos del pueblo se reunieron para preparar la condena a muerte de Jesús. Y, atándolo, lo llevaron y lo entregaron a Pilato, el gobernador. Entonces Judas, el traidor, al ver que habían condenado a Jesús, sintió remordimiento y devolvió las treinta monedas de plata a los sumos sacerdotes y ancianos, diciendo:
S. «He pecado, he entregado a la muerte a un inocente.»
C. Pero ellos dijeron:
S. «¿A nosotros qué? ¡Allá tú!»
C. Él, arrojando las monedas en el templo, se marchó; y fue y se ahorcó. Los sumos sacerdotes, recogiendo las monedas, dijeron:
S. «No es lícito echarlas en el arca de las ofrendas, porque son precio de sangre.»
C. Y, después de discutirlo, compraron con ellas el Campo del Alfarero para cementerio de forasteros. Por eso aquel campo se llama todavía «Campo de Sangre». Así se cumplió lo escrito por Jeremías, el profeta: «Y tomaron las treinta monedas de plata, el precio de uno que fue tasado, según la tasa de los hijos de Israel, y pagaron con ellas el Campo del Alfarero, como me lo había ordenado el Señor.» Jesús fue llevado ante el gobernador, y el gobernador le preguntó:
S. «¿Eres tú el rey de los judíos?»
C. Jesús respondió:
+ «Tú lo dices.»
C. Y, mientras lo acusaban los sumos sacerdotes y los ancianos, no contestaba nada. Entonces Pilato le preguntó:
S. «¿No oyes cuántos cargos presentan contra ti?»
C. Como no contestaba a ninguna pregunta, el gobernador estaba muy extrañado. Por la fiesta, el gobernador solía soltar un preso, el que la gente quisiera. Había entonces un preso famoso, llamado Barrabás. Cuando la gente acudió, les dijo Pilato:
S. «¿A quién queréis que os suelte, a Barrabás o a Jesús, a quien llaman el Mesías?»
C. Pues sabía que se lo habían entregado por envidia. Y, mientras estaba sentado en el tribunal, su mujer le mandó a decir:
S. «No te metas con ese justo, porque esta noche he sufrido mucho soñando con él.»
C. Pero los sumos sacerdotes y los ancianos convencieron a la gente que pidieran el indulto de Barrabás y la muerte de Jesús. El gobernador preguntó:
S. «¿A cuál de los dos queréis que os suelte?»
C. Ellos dijeron:
S. «A Barrabás.»
C. Pilato les preguntó:
S. «¿Y qué hago con Jesús, llamado el Mesías?»
C. Contestaron todos:
S. «Que lo crucifiquen.»
C. Pilato insistió:
S. «Pues, ¿qué mal ha hecho?»
C. Pero ellos gritaban más fuerte:
S. «¡Que lo crucifiquen!»
C. Al ver Pilato que todo era inútil y que, al contrario, se estaba formando un tumulto, tomó agua y se lavó las manos en presencia de la multitud, diciendo:
S. «Soy inocente de esta sangre. ¡Allá vosotros!»
C. Y el pueblo entero contestó:
S. «¡Su sangre caiga sobre nosotros y sobre nuestros hijos!»
C. Entonces les soltó a Barrabás; y a Jesús, después de azotarlo, lo entregó para que lo crucificaran. Los soldados del gobernador se llevaron a Jesús al pretorio y reunieron alrededor de él a toda la compañía; lo desnudaron y le pusieron un manto de color púrpura y, trenzando una corona de espinas, se la ciñeron a la cabeza y le pusieron una caña en la mano derecha. Y, doblando ante él la rodilla, se burlaban de él, diciendo:
S. «¡Salve, rey de los judíos!»
C. Luego le escupían, le quitaban la caña y le golpeaban con ella la cabeza. Y, terminada la burla, le quitaron el manto, le pusieron su ropa y lo llevaron a crucificar. Al salir, encontraron a un hombre de Cirene, llamado Simón, y lo forzaron a que llevara la cruz. Cuando llegaron al lugar llamado Gólgota (que quiere decir: «La Calavera»), le dieron a beber vino mezclado con hiel; él lo probó, pero no quiso beberlo. Después de crucificarlo, se repartieron su ropa, echándola a suertes, y luego se sentaron a custodiarlo. Encima de su cabeza colocaron un letrero con la acusación: «Éste es Jesús, el rey de los judíos.» Crucificaron con él a dos bandidos, uno a la derecha y otro a la izquierda. Los que pasaban lo injuriaban y decían, meneando la cabeza:
S. «Tú que destruías el templo y lo reconstruías en tres días, sálvate a ti mismo; si eres Hijo de Dios, baja de la cruz.»
C. Los sumos sacerdotes con los escribas y los ancianos se burlaban también, diciendo:
S. «A otros ha salvado, y él no se puede salvar. ¿No es el rey de Israel? Que baje ahora de la cruz, y le creeremos. ¿No ha confiado en Dios? Si tanto lo quiere Dios, que lo libre ahora. ¿No decía que era Hijo de Dios?»
C. Hasta los bandidos que estaban crucificados con él lo insultaban. Desde el mediodía hasta la media tarde, vinieron tinieblas sobre toda aquella región. A media tarde, Jesús gritó:
+ «Elí, Elí, lamá sabaktaní.»
C. (Es decir:
+ «Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?»)
C. Al oírlo, algunos de los que estaban por allí dijeron:
S. «A Elías llama éste.»
C. Uno de ellos fue corriendo; en seguida, cogió una esponja empapada en vinagre y, sujetándola en una caña, le dio a beber. Los demás decían:
S. «Déjalo, a ver si viene Elías a salvarlo.»
C. Jesús dio otro grito fuerte y exhaló el espíritu.
Todos se arrodillan, y se hace una pausa
C. Entonces, el velo del templo se rasgó en dos, de arriba abajo; la tierra tembló, las rocas se rajaron. Las tumbas se abrieron, y muchos cuerpos de santos que habían muerto resucitaron. Después que él resucitó, salieron de las tumbas, entraron en la Ciudad santa y se aparecieron a muchos. El centurión y sus hombres, que custodiaban a Jesús, el ver el terremoto y lo que pasaba, dijeron aterrorizados:
S. «Realmente éste era Hijo de Dios.»
C. Había allí muchas mujeres que miraban desde lejos, aquellas que habían seguido a Jesús desde Galilea para atenderlo; entre ellas, María Magdalena y María, la madre de Santiago y José, y la madre de los Zebedeos. Al anochecer, llegó un hombre rico de Arimatea, llamado José, que era también discípulo de Jesús. Éste acudió a Pilato a pedirle el cuerpo de Jesús. Y Pilato mandó que se lo entregaran. José, tomando el cuerpo de Jesús, lo envolvió en una sábana limpia, lo puso en el sepulcro nuevo que se había excavado en una roca, rodó una piedra grande a la entrada del sepulcro y se marchó. María Magdalena y la otra María se quedaron allí, sentadas enfrente del sepulcro. A la mañana siguiente, pasado el día de la Preparación, acudieron en grupo los sumos sacerdotes y los fariseos a Pilato y le dijeron:
S. «Señor, nos hemos acordado que aquel impostor, estando en vida, anunció: "A los tres días resucitaré." Por eso, da orden de que vigilen el sepulcro hasta el tercer día, no sea que vayan sus discípulos, roben el cuerpo y digan al pueblo: "Ha resucitado de entre los muertos." La última impostura sería peor que la primera.»
C. Pilato contestó:
S. «Ahí tenéis la guardia. Id vosotros y asegurad la vigilancia como sabéis.»
C. Ellos fueron, sellaron la piedra y con la guardia aseguraron la vigilancia del sepulcro.

Palabra del Señor



A guisa de introducción:

Una muerte aceptada libre y amorosamente



1. Según las estadísticas oficiales,  ( y antes de esta pandemia llamada covid-19), en el mundo mueren cada día entre 150.000 y 200.000 personas. El lenguaje o voz de las estadísticas no es suficiente. Necesariamente se impone la voz del corazón humano: la voz de una persona que ama. La realidad de la muerte no puede ser expresada con toda su verdad sino con el lenguaje del amor. En efecto, el amor resiste a la muerte, se opone a ella y desea la vida y la permanencia en la comunión amorosa con una persona; en otras palabras, uno desea que la persona amada viva para siempre. Bien dice aquella famosa frase del filósofo francés Gabriel Marcel: "Amar es decir tú no morirás".

2. Jesús es el testigo del amor eterno del Padre, de este amor que se opone a la muerte y desea la vida.

Y, por tanto, ¿por qué el mal? Por qué la muerte de niños que sufren y que mueren? Por qué hay enfermos, personas con limitaciones físicas y mentales? por qué pueblos enteros sufren la dictadura, sometidos a fuerzas tiránicas que parecen marcar en el mundo el triunfo de la maldad?
Quién de entre nosotros no se siente herido en el corazón en presencia de tantos hechos dolorosos, de tanta cruz?

3. Jesús ha tomado este yugo del dolor y de la muerte echándoselos al hombro, para ofrecerlos al Padre, para volvernos a dar su yugo que Él califica de ligero, liviano. "Tomen conmigo mi yugo. Yo soy manso y humilde de corazón. ustedes encontrarán el descanso para sus almas, la paz interior". Él ha luchado contra el mal con todas sus fuerzas y Él quiere que nosotros nos valgamos de todos los medios para hacer lo mismo. Y en este esfuerzo humano Jesús nos invita a ofrecerle nuestro sufrimiento, nuestro pecado enteramente, voluntariamente, amorosamente, como Él lo ha hecho.

Que, por nuestros familiares, amigos y cercanos, que no han tenido la capacidad de hacer esto, nosotros estemos dispuestos a ofrecernos nosotros mismos a Dios por Jesús!

Guardar para uno mismo su sufrimiento no es sensato: no es vivir humanamente la vida; no se vive abiertamente la fe y uno se priva de una liberación…y esto es prácticamente, difícil de soportar.

Es humano comenzar negando su mal, su pecado, resistirse, luchar. Es humano llegar a los límites de su resistencia, deprimirse. Y finalmente es posible aceptar su cruz, su dolor, su muerte: hacerlo con amor conduce a la paz, a la serenidad.



1

Semana Santa hecha presente hoy

La gran multitud tendió sus mantos en el camino, mientras que otros cortaron ramas de los árboles y las esparcieron por el camino. Las multitudes que lo precedían y los que lo seguían gritaban y decían: “¡Hosanna al Hijo de David; bendito el que viene en el nombre del Señor; Hosanna en el Cielo."

 

Mateo 21:8–9

 

 

Comienza la Semana Santa. 

Qué semana tan importante la que comenzamos a conmemorar hoy. 

El pasaje de la Escritura anterior proviene del Evangelio que se lee al comienzo de la Misa para conmemorar la entrada de Jesús en Jerusalén para el cumplimiento de la Pascua. 

Ese año, Jesús se convertiría en el nuevo Cordero Pascual cuya sangre fue derramada por todos nosotros y cuya carne ahora comemos. 

La Liturgia de la Palabra de hoy concluye con la versión de Mateo de la traición, arresto y muerte de Jesús en la Cruz. Dado que tenemos la bendición de leer esta narración en detalle hoy, es útil recordar la comprensión de la Iglesia de la Palabra de Dios.

“Cuando se lee la Sagrada Escritura en la Iglesia, Dios mismo habla a su pueblo, y Cristo, presente en su palabra, anuncia el Evangelio” ( Instrucción General del Misal Romano #29). 

Esta es una lección importante para aprender, especialmente hoy cuando leemos el corazón del Evangelio en detalle. 

Aunque la entrada de Jesús a Jerusalén, Su última cena, arresto, juicio simulado, sufrimiento y muerte en la Cruz ocurrieron hace 2000 años, esos eventos históricos se nos presentan hoy de una manera única y real. 

Al participar en la proclamación de este Evangelio en la Misa de hoy, nos unimos místicamente a esta acción salvadora de nuestro Señor. Y aunque nuestras mentes puedan divagar a veces, Dios está verdaderamente presente para nosotros si escuchamos y vemos. 

Al comenzar esta Semana Santa, trate de caminar con Jesús en cada paso del camino. A medida que avanza en sus días esta semana, cumpliendo con sus deberes normales en la vida, recuerde la verdad espiritual de que debido a que el Evangelio completo de la pasión y muerte de Jesús le fue proclamado hoy, Él está manifiestamente presente para usted de una manera especial. 

El Jueves Santo, reflexionaremos sobre el Don de la Santísima Eucaristía. 

El Viernes Santo, escucharemos la pasión de Jesús proclamada del Evangelio de Juan. 

Así, esta semana comienza con el anuncio de la Pasión y termina con la Pasión como una forma de adentrarnos más en el misterio del Sacrificio salvífico de Cristo.

En el corazón de la historia de la Pasión de Jesús está la manifestación de un amor como ningún otro. El amor del que somos testigos esta semana es un amor tan puro, tan desinteresado, tan sacrificado y transformador que está más allá de la comprensión. El amor del que somos testigos es aquel en el que Dios se permite entrar en la humillación más profunda jamás vista. Él hace esto para poder encontrarse con nosotros en nuestra bajeza, pecado y caída, y elevarnos a las alturas más grandes e imaginables.

Al entrar en esta Semana Santa, sepa que es más que una semana de reflexión. Es una semana de participación en el misterio del amor puro y perfecto de Dios por usted.

Mientras reflexiona sobre este amor, permita que le confronte. Manténgalo en su mente y corazón durante toda la semana. Permita que ese amor, ofrecido hace unos 2000 años, se haga realmente presente para usted para que esté más consciente de la Pasión de nuestro Señor y de Su amor por usted.

 

Mi Señor salvador, Tú entraste en esta semana de Tu Pasión con valentía y determinación. Elegiste libremente abrazar cada sufrimiento y cada humillación que soportarías para poder entrar más plenamente en mi vida. Por favor, hazme presente a lo largo de esta semana y ayúdame no solo a reflexionar sobre este misterio de Tu amor, sino también a encontrar ese amor de una manera real y transformadora. Jesús, en Ti confío.

 

2

“DIOS MIO, DIOS MIO, PORQUE ME HAS ABANDONADO?”



Durante esta semana santa, nos reunimos para recordar la pasión de Jesús, para entrar en el gran misterio de Cristo que opone el amor a la violencia.

La Pasión (con P mayúscula) es el tema principal de la predicación cristiana. La cruz permanece hoy como el símbolo de un gran sufrimiento pero sobre todo como el signo de un inmenso amor.

Cada uno de los 4 evangelistas tiene un modo particular de contar el relato de la Pasión. Mateo, como los otros 3 evangelistas tiene sus particularidades.

Mateo se dirige a judíos convertidos al cristianismo y enriquece y/o complementa sus escritos de citas del Antiguo Testamento con el objetivo de mostrar que en Cristo se cumple (se realiza, llega a la plenitud) lo que los profetas habían anunciado.

+         Al narrar el desarrollo del proceso, Mateo afirma que la decisión de condenar a Jesús a muerte fue tomada desde  antes que Él fuera llevado ante el tribunal. El proceso ha sido una parodia de la justicia.

+         Mateo insiste en la responsabilidad de las autoridades judías y más bien tiende a atenuar la responsabilidad de Pilato y los romanos.  Él quiere establecer claramente que Jesús no ha sido condenado por razones políticas sino más bien por motivos religiosos. Pilato trata (hace intento) de liberar a Jesús proponiendo el intercambio con otro prisionero, Barrabas; la mujer de Pilato viene a gemir y suplicarle a su marido para que este no se mezcle en la muerte de Jesús; en fin, Pilato se lava las manos, para dar a entender que no es responsable de este crimen.

+         Jesús no ha buscado la cruz. Son los representantes religiosos y la multitud que lo han condenado a morir para deshacerse de Él. La cruz no ha sido querida tampoco por Dios Padre, era el castigo impuesto a Jesús por la élite religiosa y por haberse opuesto a sus maneras de actuar y de hacer, y de comprender  a su modo la alianza con Dios.

+         Jesús habría podido evitar su viaje a Jerusalén, tal como los discípulos se lo habían recomendado.  Pero en lugar de evitar la ciudad santa, El entra de manera pública y ruidosa.

+         El decide entonces confrontar el poder que se ha propuesto y jurado destruirle. Actuando así, Cristo hace frente a la opresión y hace visible la injusticia de nuestro mundo.

+         El amor que se subraya o se destaca en el texto de San Mateo es un amor traicionado, un amor herido, un amor ridiculizado (ultrajado), un amor despreciado.

+         Jesús ha sido negado por Pedro, traicionado por Judas, abandonado por sus discípulos, condenado por el Sanedrín y por Pilato. Los soldados romanos lo han torturado y la multitud lo ha rechazado sabiendo muy bien que él no era culpable de nada.
Se le ha expuesto a todas las humillaciones posibles.

+         Mateo interpela a los cristianos de su tiempo y a (nosotros) cristianos  de hoy y parece decirnos que a pesar de compartir la mesa de Jesús, todos nosotros somos capaces de traicionar. La Eucaristía, como la ultima cena, es “la comida de pecadores y de traidores”. Pedro, Judas, y todos los otros apóstoles comparten el pan con Jesús antes de venderle, de negarle y abandonarle.
Ayer como hoy, la comunidad eclesial está compuesta por hombres y mujeres débiles (frágiles) y la  mayoría de las veces, infieles.

+         Cuando Cristo el inocente es condenado a la tortura y a la muerte-la muerte más terrible que los seres humanos hayan inventado- nadie ha tenido el coraje y o  la valentía de defenderle. Cristo ha sufrido en la soledad total, abandonado por todos. A través de sus sufrimientos, Él se ha hecho cercano de los millones de personas que sufren a causa de la injusticia y el rechazo.

+         Sobre la cruz, Jesús ora el salmo 21: “Dios mío, Dios mío, por qué me has abandonado?” Desde  el centro de su sufrimiento, Cristo nunca ha cesado de invocar la ayuda o el socorro del Dios, y sin dudar un solo instante que  Él le escuchaba. Es la oración de alguien que sufre, que se atreve a gritar su sufrimiento.

+         La conclusión de la Pasión según San Mateo se encuentra en la proclamación del oficial romano : « Verdaderamente este era el Hijo de Dios » (Mt 27,54).

Nosotros los cristianos, pertenecemos a un pueblo que « se acuerda- hace memoria »

En cada celebración de la Eucaristía nos acordamos de las palabras de Cristo: “Haced esto en conmemoración mía”. Una atenta lectura de la Pasión y de la resurrección de Cristo es parte integral de esta “memoria”.

Pidamos hoy :  

-tener el coraje de algunas mujeres que han acompañado a Jesús hasta el pie de la cruz,

-contar con la valentía  del centurión romano quien ha reconocido al final que Él era verdaderamente el Hijo de Dios,

-que tengamos la el arrojo del ladrón que le ha defendido  y le ha pedido de dejarle entrar con Él al Reino,

-pidamos el coraje de Nicodemo el fariseo que primero había venido a visitarle de noche y después de su muerte, sale en pleno día para ofrecer al señor una tumba donde se pudiera depositar.

El relato de la Pasión debería abrir nuestros ojos y nuestro corazón. Los criterios para pertenecer al Reino de Dios serán siempre los de Mateo en el capítulo 25: “Yo tenía hambre y me habéis dado de comer, yo tenía sed y me habéis dado de beber, yo estaba enfermo, abandonado, en prisión, en esclavitud…y vos habéis participado en mi liberación”.

Durante esta semana de la Pasión, estamos invitados a reflexionar sobre la muerte de Cristo y a abrir  los ojos ante los sufrimientos de nuestro mundo de hoy.

El misterio Pascual-es decir, el misterio de la muerte y de la resurrección de Cristo- no es solamente un recuerdo del pasado; es un llamado a compartir nuestra esperanza y a responder a las necesidades de hoy.

El Evangelista San Mateo nos invita a reflexionar a propósito del gran amor de Dios hacia cada uno de nosotros y a imitar este amor en nuestros ambiente de vida de todos los días.


Conclusión:

Concluyo, retomando las palabras del emérito papa Benedicto sobre la escena de este domingo de ramos:

"La Iglesia aclama al Señor en la Santa Eucaristía como aquel que viene hoy, aquel que entra en ella. Al mismo tiempo, ella lo aclama como aquel que sigue viniendo, que nos guía hasta el acontecimiento de su venida. Peregrinos, vamos a Él; peregrino, Él viene hacia nosotros para tomarnos con Él en su Ascensión hacia la cruz y la resurrección; hacia la Jerusalén definitiva que crece desde ya en medio de este mundo en la comunión que nos une a su Cuerpo".


Más aquí:


Comentarios

Entradas populares de este blog

En los 100 años del nacimiento de Dabbs Greer, el reverendo Alden de "La Familia Ingalls"

En los 22 años de la muerte del más célebre enano de Hollywood: Hervé Villechaize

A-Dios Esperanza Acevedo: Vicky (11 noviembre 1947 o 1948? - 15 de marzo 2017)