lunes, 23 de junio de 2025

23 de junio del 2025: lunes de la decimosegunda semana del tiempo ordinario- año I

 "No juzguen"

(Mateo 7,1-5) Estas pocas palabras de Jesús nos confrontan con nuestra manera de mirar a los demás.

¿Por qué lo hacemos? ¿Para tranquilizarnos? ¿Para justificarnos? ¿Para desviar la atención de nuestras propias faltas?
Jesús nos invita a una honestidad radical: antes de hablar del otro, mírate a ti mismo. No para condenarte, sino para crecer en verdad, en libertad, en amor.

Hay más fecundidad en una mirada lúcida y misericordiosa sobre uno mismo que en la condena del otro.
Dios no nos juzga como nosotros juzgamos. Él nos mira en la verdad de nuestro ser, con misericordia, para levantarnos y darnos vida.

Jean-Marc Liautaud, Fondacio

 



Primera lectura

Lectura del libro del Génesis (12,1-9):

En aquellos días, el Señor dijo a Abrán: «Sal de tu tierra y de la casa de tu padre, hacia la tierra que te mostraré. Haré de ti un gran pueblo, te bendeciré, haré famoso tu nombre, y será una bendición. Bendeciré a los que te bendigan, maldeciré a los que te maldigan. Con tu nombre se bendecirán todas las familias del mundo.»
Abrán marchó, como le había dicho el Señor, y con él marchó Lot. Abran tenía setenta y cinco años cuando salió de Harán. Abrán llevó consigo a Saray, su mujer, a Lot, su sobrino, todo lo que había adquirido y todos los esclavos que había ganado en Harán. Salieron en dirección de Canaán y llegaron a la tierra de Canaán. Abrán atravesó el país hasta la región de Siquén, hasta la encina de Moré. En aquel tiempo habitaban allí los cananeos.
El Señor se apareció a Abrán y le dijo: «A tu descendencia le daré esta tierra.»
Él construyó allí un altar en honor del Señor, que se le había aparecido. Desde allí continuó hacia las montañas al este de Betel, y plantó allí su tienda, con Betel a poniente y Ay a levante; construyó allí un altar al Señor e invocó el nombre del Señor. Abrán se trasladó por etapas al Negueb.

Palabra de Dios

 

 

Salmo

Sal 32,12-13.18-19.20.22



R/.
 Dichoso el pueblo que el Señor se escogió como heredad

Dichosa la nación cuyo Dios es el Señor,
el pueblo que él se escogió como heredad.
El Señor mira desde el cielo,
se fija en todos los hombres. R/.

Los ojos del Señor están puestos en sus fieles,
en los que esperan en su misericordia,
para librar sus vidas de la muerte
y reanimarlos en tiempo de hambre. R/.

Nosotros aguardamos al Señor:
él es nuestro auxilio y escudo.
Que tu misericordia, Señor, venga sobre nosotros,
como lo esperamos de ti. R/.

 

 

Lectura del santo evangelio según san Mateo (7,1-5):

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «No juzguéis y no os juzgarán; porque os van a juzgar como juzguéis vosotros, y la medida que uséis, la usarán con vosotros. ¿Por qué te fijas en la mota que tiene tu hermano en el ojo y no reparas en la viga que llevas en el tuyo? ¿Cómo puedes decirle a tu hermano: “Déjame que te saque la mota del ojo”, teniendo una viga en el tuyo? Hipócrita; sácate primero la viga del ojo; entonces verás claro y podrás sacar la mota del ojo de tu hermano.»

Palabra del Señor


1

                         “Caminar en la fe, mirar con misericordia”


Lecturas: Gn 12,1-9 / Sal 33(32) / Mt 7,1-5
Lunes de la XII Semana del Tiempo Ordinario – Año I

Queridos hermanos y hermanas:

La Palabra de Dios de este día nos invita a hacer un doble viaje: uno exterior, como el de Abraham, que deja su tierra en obediencia al llamado de Dios, y otro interior, como el que propone Jesús en el Evangelio, al invitarnos a revisar nuestra mirada, a dejar de juzgar y empezar a mirarnos con verdad y misericordia.

1. Como Abraham: salir con fe de lo conocido

La primera lectura del Génesis (12,1-9) nos presenta uno de los momentos fundacionales de la fe: la vocación de Abraham. Dios le dice: “Sal de tu tierra, de tu patria y de la casa de tu padre, hacia la tierra que yo te indicaré”. No se le da un mapa, ni un contrato. Se le da una promesa. Y Abraham obedece.

Este salir de Abraham no es solo un cambio de geografía. Es una transformación interior. Es el paso de la seguridad humana a la confianza divina. En su ejemplo encontramos un llamado permanente para nosotros: salir de nuestras zonas de confort, de nuestros juicios cerrados, de nuestras miradas pequeñas sobre los demás… para ponernos en camino hacia la tierra de la misericordia.

2. No juzgar: una nueva manera de mirar

Jesús, en el Evangelio de hoy (Mt 7,1-5), nos dice con claridad: “No juzguen y no serán juzgados”. Este mandato no es una simple norma de convivencia. Es una revelación del modo de actuar de Dios.

El juicio destruye, encasilla, encierra. Pero el amor, como el de Jesús, sana, libera, abre posibilidades. ¿Cuántas veces juzgamos desde nuestra herida, desde nuestra propia frustración?  ¿no será que juzgamos para no mirar nuestras propias sombras?

Jesús nos invita a una conversión de mirada. No nos pide negar el pecado, ni dejar de corregir al hermano si hace falta, pero sí nos pide hacerlo desde un corazón que primero se ha dejado corregir por Dios.

3. Mírate a ti mismo con misericordia

El Evangelio añade: “¿Cómo puedes decir a tu hermano: ‘Déjame sacarte la paja del ojo’, teniendo tú una viga en el tuyo?” Jesús no ridiculiza, sino que nos muestra el absurdo de querer ser jueces cuando ni siquiera nos hemos dejado sanar. Es una pedagogía del amor: primero mírate a ti mismo con sinceridad. No para condenarte, sino para abrirte a la gracia.

Ese es el corazón del mensaje de hoy: hay más fruto en una mirada humilde sobre uno mismo que en la crítica sobre los demás. Porque esa mirada nos acerca al corazón del Padre, que no nos juzga para hundirnos, sino que nos ve en verdad y nos levanta con ternura.

4. El Salmo: el Señor nos mira con amor

El Salmo 33 refuerza este mensaje: “Los ojos del Señor están puestos en sus fieles, en los que esperan en su misericordia”. ¡Qué hermoso saber que la mirada de Dios no es de condena sino de esperanza! Él no nos señala, nos sostiene. Él no nos avergüenza, nos alienta. En un mundo tan lleno de críticas destructivas y de etiquetas, esta es una Buena Noticia urgente.


📿 Aplicaciones pastorales y espirituales:

·        A nivel personal: Hoy puede ser un buen día para dejar de mirar tanto los errores ajenos y pedirle al Espíritu Santo que nos enseñe a vernos con los ojos de Dios: ojos de verdad y ternura.

·        A nivel comunitario: Las parroquias y comunidades que viven de la misericordia y no del juicio, se convierten en verdaderas “tierras prometidas” donde el peregrino puede descansar.

·        En el contexto jubilar: Como “Peregrinos de la Esperanza”, este año estamos invitados a avanzar como Abraham, dejando atrás los rencores, los prejuicios y las etiquetas, y caminando hacia la reconciliación y la fraternidad.


🙏 Oración final:

Señor Jesús,
tú que miras nuestro corazón con misericordia,
enséñanos a mirar como tú.
Líbranos de juzgar,
de encasillar,
de condenar a los demás.

Danos la valentía de Abraham para salir de nuestras seguridades
y la humildad para reconocer nuestras propias vigas.
Haznos instrumentos de tu paz y de tu esperanza.
Amén.

 

 

2

"Llamados a caminar en la fe, a mirar con misericordia"

Queridos hermanos y hermanas en Cristo:

Hoy la liturgia de la Palabra nos ofrece una invitación urgente y transformadora: dejar de juzgar y atrevernos a mirar con los ojos del amor. En un mundo dominado por la crítica, el señalamiento y la superficialidad, la voz de Jesús resuena con fuerza:

“No juzguen, para que no sean juzgados” (Mt 7,1).

Esta frase, sencilla y directa, no es una propuesta de relativismo moral, sino un camino exigente hacia la libertad interior y la misericordia verdadera.


🛤1. Sal de tu tierra interior: el llamado de Abraham

En la primera lectura (Gn 12,1-9), Dios le dice a Abram:

“Sal de tu tierra, de tu patria y de la casa de tu padre, hacia la tierra que yo te indicaré”.
Y Abraham, sin saber exactamente a dónde va, obedece y comienza el viaje.

Esa obediencia, hermanos, es el corazón de la fe: dejar lo que conocemos, incluso nuestros propios esquemas mentales, para entrar en el plan de Dios.

Así también nosotros hoy somos invitados a “salir” de la tierra del juicio fácil, del prejuicio, del “yo tengo razón”, del resentimiento y del orgullo. Salir de esas “tierras” requiere valentía, humildad y confianza en el Señor que nos guía.


👁2. El juicio que ciega: una viga en el ojo

El Evangelio de hoy (Mt 7,1-5) es uno de esos textos donde Jesús va directo al corazón del problema. Nos dice:

“¿Cómo puedes decir a tu hermano: ‘Déjame sacarte la paja del ojo’, teniendo tú una viga en el tuyo?”

Nos hemos acostumbrado tanto a ver los errores ajenos, a criticar desde la comodidad de nuestras convicciones, que olvidamos mirar nuestro propio corazón. Y esta actitud no solo destruye relaciones, también desfigura nuestra alma, como nos recordaba el texto que meditamos: “El juicio deja el corazón vacío, duro, incapaz de amar”.

¿Quién de nosotros no ha caído en el juicio? A veces en conversaciones triviales, otras en la forma como miramos al pobre, al pecador, al diferente, al que piensa distinto. Como dice la reflexión: “Condenar al otro da una satisfacción torcida… pero que nunca sacia”.


🕯3. Jesús no condena: Él sana y transforma

Nuestro Señor no vino al mundo para condenarlo, sino para salvarlo (cf. Jn 3,17). Su mirada sobre nosotros nunca es desprecio, sino compasión. Al ver la paja en nuestro ojo, no nos humilla, nos quiere sanar.

La verdadera corrección comienza en el propio corazón: si quiero ayudar a otro a mejorar, debo primero dejarme mirar y tocar por Cristo. Solo una persona sanada por el amor puede ayudar a otros a ver con claridad.


🧎‍♂️ 4. El juicio que hiere, la misericordia que levanta

“El juicio causa más daño en el que juzga que en el juzgado.”
Y es verdad. Porque el alma que se cierra en el juicio, se seca, se aleja de la fuente viva del amor.

El juicio engendra distancia, división, resentimiento. La misericordia, en cambio, acerca, libera, consuela, reconstruye.

Por eso Jesús no solo nos invita a no juzgar, sino a transformar nuestra mirada. Una mirada misericordiosa no niega la verdad, pero tampoco condena. Mira con esperanza. Cree que el otro puede cambiar. Cree que Dios puede obrar en él… como ha obrado en nosotros.


🙌 5. Vivir la fe como Abraham: caminar con mirada limpia

Volvamos a Abraham. Él no juzgó a los pueblos por donde pasó. No condenó a los que no compartían su fe. Caminó en silencio, erigiendo altares, invocando a Dios, confiando en sus promesas.

Hoy se nos pide lo mismo: caminar con ojos nuevos. No podemos ser misioneros, constructores de comunidad, si llevamos en nuestros ojos la viga del juicio, del ego, del legalismo frío.


🎯 Conclusión: una Iglesia sin juicios, una Iglesia que sana

Queridos hermanos, el Papa Francisco dijo que la Iglesia debe ser como un hospital de campaña, no una aduana que pone barreras. ¿Y qué sentido tiene un hospital donde el personal se dedica a criticar al enfermo en lugar de curarlo?

Hoy Jesús nos ofrece una oportunidad hermosa: hacer examen de conciencia, y comenzar a ver al prójimo con la compasión con que Él nos mira.


🙏 Oración final:

Señor Jesús,
tú que conoces nuestros corazones,
líbranos del juicio que divide
y enséñanos la mirada que construye.

Saca de nosotros toda viga de orgullo,
toda dureza de corazón.
Haznos pacientes con los demás,
como tú lo eres con nosotros.

Que, como Abraham, salgamos con fe
de la tierra de nuestro egoísmo
y caminemos contigo hacia una tierra nueva:
la del perdón, la comprensión y la paz.
Amén.

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