Santos del día:
Primeros mártires de la Iglesia de Roma
Siglo I.Acusados erróneamente por Nerón de ser responsables del incendio que asoló Roma en el año 64, un gran número de cristianos fueron ejecutados en los jardines imperiales.
(Génesis 18, 16-33) Abraham es un buen hombre. Una y otra vez, ora a Dios para que no destruya al justo con el culpable. Cada vez, se escucha su oración. Como él, atrevámonos a expresarle a Dios lo que nos dicta nuestro corazón.
“La urgencia del seguimiento”
(Mateo 8, 18-22) Jesús,
el hombre que camina —según Christian Bobin— camina sobre la muerte, tenso
hacia la otra orilla, la de la vida. Es lo que dice a quienes desean seguirlo:
no hay descanso tras él, sino en él; no se permite mirar atrás; caminar, porque
detenerse sería morir. Como él, ir con prisa hacia adelante, hacia el Reino.
Hay como una urgencia, la de servir al Viviente en el hoy. Eso es seguirlo.
Colette Hamza, xavière
Primera lectura
Lectura del libro del Génesis (18,16-33):
Cuando los hombres se levantaron de junto a la encina de Mambré, miraron hacia Sodoma; Abrahán los acompañaba para despedirlos.
El Señor pensó: «¿Puedo ocultarle a Abrahán lo que pienso hacer? Abrahán se convertirá en un pueblo grande y numeroso, con su nombre se bendecirán todos los pueblos de la tierra; lo he escogido para que instruya a sus hijos, su casa y sucesores, a mantenerse en el camino del Señor, haciendo justicia y derecho; y así cumplirá el Señor a Abrahán lo que le ha prometido.»
El Señor dijo: «La acusación contra Sodoma y Gomorra es fuerte, y su pecado es grave; voy a bajar, a ver si realmente sus acciones responden a la acusación; y si no, lo sabré.»
Los hombres se volvieron y se dirigieron a Sodoma, mientras el Señor seguía en compañía de Abrahán.
Entonces Abrahán se acercó y dijo a Dios: «¿Es que vas a destruir al inocente con el culpable? Si hay cincuenta inocentes en la ciudad, ¿los destruirás y no perdonarás al lugar por los cincuenta inocentes que hay en él? ¡Lejos de ti tal cosa!, matar al inocente con el culpable, de modo que la suerte del inocente sea como la del culpable; ¡lejos de ti! El juez de todo el mundo, ¿no hará justicia?»
El Señor contestó: «Si encuentro en la ciudad de Sodoma cincuenta inocentes, perdonaré a toda la ciudad en atención a ellos.»
Abrahán respondió: «Me he atrevido a hablar a mi Señor, yo que soy polvo y ceniza. Si faltan cinco para el número de cincuenta inocentes, ¿destruirás, por cinco, toda la ciudad?»
Respondió el Señor: «No la destruiré, si es que encuentro allí cuarenta y cinco.»
Abrahán insistió: «Quizá no se encuentren más que cuarenta.»
Le respondió: «En atención a los cuarenta, no lo haré.»
Abrahán siguió: «Que no se enfade mi Señor, si sigo hablando. ¿Y si se encuentran treinta?»
Él respondió: «No lo haré, si encuentro allí treinta.»
Insistió Abrahán: «Me he atrevido a hablar a mi Señor. ¿Y si se encuentran sólo veinte?»
Respondió el Señor: «En atención a los veinte, no la destruiré.»
Abrahán continuó: «Que no se enfade mi Señor si hablo una vez más. ¿Y si se encuentran diez?»
Contestó el Señor: «En atención a los diez, no la destruiré.»
Cuando terminó de hablar con Abrahán, el Señor se fue; y Abrahán volvió a su puesto.
Palabra de Dios
Salmo
Sal 102
R/. El Señor es compasivo y misericordioso
Bendice, alma mía, al Señor,
y todo mi ser a su santo nombre.
Bendice, alma mía, al Señor,
y no olvides sus beneficios. R/.
Él perdona todas tus culpas
y cura todas tus enfermedades;
él rescata tu vida de la fosa
y te colma de gracia y de ternura. R/.
El Señor es compasivo y misericordioso,
lento a la ira y rico en clemencia;
no está siempre acusando
ni guarda rencor perpetuo. R/.
No nos trata como merecen nuestros pecados
ni nos paga según nuestras culpas.
Como se levanta el cielo sobre la tierra,
se levanta su bondad sobre sus fieles. R/.
Lectura del santo evangelio según san Mateo (8,18-22):
En aquel tiempo, viendo Jesús que lo rodeaba mucha gente, dio orden de atravesar a la otra orilla.
Se le acercó un escriba y le dijo: «Maestro, te seguiré adonde vayas.»
Jesús le respondió: «Las zorras tienen madrigueras y los pájaros nidos, pero el Hijo del hombre no tiene dónde reclinar la cabeza.»
Otro, que era discípulo, le dijo: «Señor, déjame ir primero a enterrar a mi padre.»
Jesús le replicó: «Tú, sígueme. Deja que los muertos entierren a sus muertos.»
Palabra del Señor
“Seguir al Señor: la urgencia del
Reino”
1. Queridos hermanos y hermanas en Cristo:
Nos reúne hoy la Palabra viva de Dios, en una
liturgia marcada por la memoria de los santos protomártires de la Iglesia
romana, aquellos hombres y mujeres que, en los primeros siglos, dieron su
vida por Cristo en tiempos de Nerón. Su sangre fue semilla de cristianos, su
testimonio sigue siendo luz para una Iglesia que no se detiene. En este
contexto del Año Jubilar, como “Peregrinos de la Esperanza”, la liturgia de
este día nos invita a meditar sobre la urgencia de seguir a Cristo con
radicalidad, sin mirar atrás, sin excusas, sin condiciones.
2. Jesús, el caminante del Reino
El evangelio de Mateo (8,18-22) nos presenta a
Jesús como un hombre que no se detiene. Él no busca la comodidad, ni el refugio
en estructuras seguras: “Las zorras tienen madrigueras y los pájaros nidos, pero
el Hijo del Hombre no tiene dónde reclinar la cabeza”. No hay lugar para la
mediocridad en su seguimiento. Jesús está en camino, y no en cualquier camino:
camina hacia el Reino, atraviesa la muerte, busca salvar al hombre, y lo hace urgentemente.
El poeta francés Christian Bobin describe a Jesús
como “el hombre que camina sobre la muerte”. Es una imagen poderosa: Cristo no
evade el dolor ni el sinsentido, lo enfrenta caminando, avanzando, con la
mirada puesta más allá, en la vida eterna, en la otra orilla, donde
reina el Dios vivo. Caminar con Él es aceptar que la fe no es una estación,
sino una marcha constante, incluso cuando las fuerzas fallan.
3. La respuesta aplazada y la fidelidad inmediata
El evangelio también pone frente a nosotros dos
figuras: un escriba entusiasmado que dice “Te seguiré adonde vayas”, y
otro discípulo que pide “Deja que primero vaya a enterrar a mi padre”. A
ambos, Jesús les responde con firmeza: el seguimiento no se posterga. Jesús no
está despreciando el amor filial ni los deberes humanos, sino mostrando que el
Reino de Dios exige prioridad absoluta.
¿Cuántas veces nosotros decimos: “Señor, te
seguiré, pero después…”? Después de resolver mis cosas, después de que pasen
las pruebas, después de que me sienta mejor, después de que la vida me dé más
tranquilidad. Y sin darnos cuenta, esa postergación va apagando en nosotros el
fuego de la vocación, de la fe, del primer amor.
4. Intercesión y misericordia: Abraham como modelo
La primera lectura del Génesis (18,16-33) nos
muestra a Abraham intercediendo por Sodoma. Él no camina físicamente como
Jesús, pero se mueve espiritualmente, con compasión. Abraham representa al
creyente que no es indiferente, que ora por los otros, que aboga por los
justos, que cree en la misericordia. En él vemos que la fe no es sólo seguir a
Dios hacia delante, sino también llevar con nosotros a los demás,
especialmente a los que corren peligro de perderse.
Y en el Salmo 102 proclamamos: “El Señor es
compasivo y misericordioso”. Esa es la base de nuestra urgencia: no
seguimos a un Dios que castiga, sino a un Dios que salva, y que quiere que
todos se salven.
5. Año Jubilar: caminar con esperanza
Estamos celebrando este Año Jubilar como peregrinos
de la esperanza. ¿Y qué significa eso sino vivir en marcha? Una Iglesia en
camino, una comunidad en salida, un cristiano que no se queda paralizado por el
miedo ni dormido en las seguridades. Jesús no llama a “afiliados”, sino a seguidores,
y seguir es siempre un verbo en movimiento.
Sigamos al Señor con la prontitud de los mártires,
con la fe intercesora de Abraham, con la mirada fija en la otra orilla, donde
la muerte ha sido vencida por la Pascua.
6. Memoria de los protomártires y oración por los
difuntos
Hoy recordamos a los protomártires de Roma,
quienes siguieron a Cristo hasta el final, sin mirar atrás, sin temor a la
muerte. Ellos nos enseñan que el seguimiento de Cristo exige entrega total.
También encomendamos a nuestros fieles difuntos —especialmente a quienes, como
tantos mártires silenciosos, vivieron la fe con firmeza en la enfermedad, en la
soledad, en la prueba—. Que el Dios de la vida, que no abandona a sus hijos,
los reciba en su paz.
7. Aplicación pastoral final
Queridos hermanos, ¿cuál es nuestro ritmo de
seguimiento? ¿Nos detenemos por miedos o por apegos? ¿Ponemos excusas para no
entregarnos más profundamente al Señor? Hoy, el Evangelio nos llama con
urgencia a no demorar. El Reino nos necesita: nuestras familias, nuestra
parroquia, los jóvenes, los pobres, los enfermos, nos están esperando.
Jesús camina. Y nos dice: “Sígueme”. Hoy. No
mañana. Con todo. Sin reservas.
Oración final:
Señor Jesús, caminante incansable del Reino,
Tú que no tuviste dónde reclinar la cabeza,
haznos peregrinos de tu esperanza,
capaces de dejar atrás lo que nos paraliza
y de servirte con alegría aquí y ahora.
En tu corazón descansamos,
en tu cruz encontramos sentido,
y en tu resurrección, la certeza de que caminar contigo
es vencer la muerte y abrazar la Vida.
Amén.
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