El camino del corazón
(Isaías 61, 9-11 ; Lucas 2, 41-51) Ponerse en la escuela de María es
aprender a hacerse compañero de un Dios cuyas iniciativas a menudo nos
desconciertan. En el Magníficat, prefigurado por Isaías, ella deja estallar su
alegría por haber recibido el don que supera toda expectativa. Doce años más
tarde, acepta que la situación se le escape de las manos y la sumerja en la
incomprensión. Tanto en un momento como en el otro, deja que los
acontecimientos le enseñen el camino del discípulo.
Jean-Marc Liautaud, Fondacio
Primera lectura
Lectura del profeta Isaías (61,9-11):
La estirpe de mi pueblo será célebre entre las naciones, y sus vástagos entre los pueblos. Los que los vean reconocerán que son la estirpe que bendijo el Señor. Desbordo de gozo con el Señor, y me alegro con mi Dios: porque me ha vestido con un traje de gala y me ha envuelto en un manto de triunfo, como novio que se pone la corona, o novia que se adorna con sus joyas. Como el suelo echa sus brotes, como un jardín hace brotar sus semillas, así el Señor hará brotar la justicia y los himnos ante todos los pueblos.
Palabra de Dios
Salmo
1Sam 2,1-8
R/. Mi corazón se regocija por el Señor, mi salvador
Mi corazón se regocija por el señor,
mi poder se exalta por Dios;
mi boca se ríe de mis enemigos,
porque gozo con tu salvación. R/.
Se rompen los arcos de tus valientes,
mientras los cobardes se ciñen de valor;
los hartos se contratan por el pan,
mientras los hambrientos engordan;
la mujer estéril da a luz siete hijos,
mientras la madre de muchos queda baldía. R/.
El Señor da la muerte y la vida,
hunde en el abismo y levanta;
da la pobreza y la riqueza,
humilla y enaltece. R/.
Él levanta del polvo al desvalido,
alza de la basura al pobre,
para hacer que se siente entre príncipes
y que herede un trono de gloria. R/.
Lectura del santo evangelio según san Lucas (2,41-51):
Cuando Jesús cumplió doce años, subieron a la fiesta según la costumbre y, cuando terminó, se volvieron; pero el niño Jesús se quedó en Jerusalén sin que lo supieran sus padres. Éstos, creyendo que estaba en la caravana, hicieron una jornada y se pusieron a buscarlo entre los parientes y conocidos; al no encontrarlo, se volvieron a Jerusalén en su busca. A los tres días, lo encontraron en el templo, sentado en medio de los maestros, escuchándolos y haciéndoles preguntas; todos los que le oían quedaban asombrados de su talento y de las respuestas que daba.
Al verlo, se quedaron atónitos, y le dijo su madre: «Hijo, ¿por qué nos has tratado así? Mira que tu padre y yo te buscábamos angustiados.»
Él les contestó: «¿Por qué me buscabais? ¿No sabíais que yo debía estar en la casa de mi Padre?»
Pero ellos no comprendieron lo que quería decir. Él bajó con ellos a Nazaret y siguió bajo su autoridad. Su madre conservaba todo esto en su corazón.
Palabra del Señor
El Corazón que Medita, Ama y se Ofrece
Memoria del Corazón
Inmaculado de la Santísima Virgen María
Queridos hermanos y hermanas en Cristo,
Hoy celebramos una de las fiestas más tiernas y
profundamente espirituales del calendario litúrgico: el Corazón Inmaculado
de María. Es una celebración que nos invita a mirar no tanto lo que María
hizo exteriormente, sino a entrar en la intimidad de su alma, en los secretos
de su corazón, donde guardaba y meditaba todo lo que vivía junto a su Hijo
Jesús.
1. Un corazón que busca y sufre
El evangelio de hoy nos presenta a la Virgen María
en un momento dramático y muy humano: ha perdido a su Hijo en medio de una
peregrinación. ¡Qué madre no se desesperaría al no encontrar a su niño! Pero en
ese sufrimiento silencioso, ya se anuncia el misterio de la cruz. María aprende
que su Hijo no le pertenece solo a ella, que tiene una misión divina que lo
desbordará. Esta es una de las primeras espadas que atraviesan su corazón, como
lo anunció Simeón. Sin embargo, María no protesta. Busca, espera, confía… y guarda
todas estas cosas en su corazón (cf. Lc 2,51).
2. Un corazón contemplativo y
obediente
La devoción al Corazón Inmaculado de María no es un
sentimentalismo piadoso, sino una invitación a mirar cómo María vivió la fe: en
silencio, en contemplación, en docilidad total a la voluntad de Dios. Su
corazón es limpio, sin mancha, porque está lleno de Dios. Ella nos enseña que
más allá de entender todo, lo importante es guardar en el corazón la Palabra
y dejar que ella germine con el tiempo. En el Magnificat vemos cómo su corazón
rebosa de humildad y alabanza; en Caná, cómo intercede y enseña a confiar: “Hagan
lo que Él les diga”.
3. Un corazón unido al de Cristo
La tradición nos recuerda que, así como el Corazón
de Jesús desborda amor y misericordia por nosotros, el Corazón de María está
enteramente unido al de su Hijo. Ella nos ama porque ama a Cristo, y quiere que
nosotros también lo amemos con pasión y entrega. San Agustín decía que María
cooperó en nuestra redención no solo dando a luz a Cristo, sino con su amor y
su dolor al pie de la cruz.
Este día, al meditar en su Corazón Inmaculado,
contemplamos no solo una madre amorosa, sino a la primera discípula, la
creyente fiel, la intercesora incansable.
4. Un modelo para nosotros
¿Y qué nos dice hoy este Corazón? Nos dice:
“Confíen en Dios. Aún cuando no entiendan. Aún cuando sufran. Aún cuando la
vida no tenga respuestas inmediatas”. Nos dice: “Guarden la Palabra. Póstrense
en silencio ante el Misterio. Y hagan lo que Él les diga”. Nos anima a tener un
corazón limpio, libre de resentimientos, lleno de fe, humilde en el servicio, y
disponible a la voluntad del Padre.
Conclusión:
Pidamos hoy a la Virgen que nos preste su corazón
para amar como ella, confiar como ella, y decir con ella: “Hágase en mí según
tu Palabra”.
Vida práctica: Imitemos su fe confiada, su humildad servicial y
su disponibilidad al querer de Dios. Así seremos también nosotros “inmaculados”
en medio de un mundo que necesita esperanza y pureza de corazón.
María, Madre de Jesús y Madre nuestra, enséñanos a
amar a tu Hijo como tú lo amas. Amén.
2
El camino del corazón
Queridos hermanos y hermanas,
Hoy nos colocamos en la escuela del Corazón
Inmaculado de María, ese corazón silencioso, meditativo y disponible que
nos enseña a caminar en la fe, incluso cuando la luz escasea. El profeta Isaías
anunciaba un tiempo de alegría, un tiempo de restauración: «Exulto de gozo
en el Señor». Este grito de júbilo fue retomado por María en su Magníficat.
Pero lo que nos muestra el evangelio de Lucas es que esa alegría no está libre
de dolor ni de pruebas. La vida del creyente no es un camino fácil.
1. En la escuela de lo inesperado
María se turbó en la Anunciación, pero dijo: «Hágase
en mí según tu Palabra». En Caná, no insiste cuando Jesús parece negarse a
intervenir, pero dice a los sirvientes: «Hagan lo que Él les diga». Y
hoy, en el episodio del hallazgo de Jesús en el Templo, se angustia
profundamente por la ausencia de su Hijo durante tres días. Pero, una vez más, «conservaba
todas estas cosas en su corazón».
Este es, queridos hermanos, el camino del
corazón: acoger lo que aún no comprendemos, confiar cuando todo nos
desborda, consentir a un Dios que se revela en el silencio, en el tiempo, en la
historia.
2. El camino del discípulo
María no lo entiende todo. Y sin embargo, no se
cierra. Medita, acoge, deja que los acontecimientos le hablen. No
interpreta apresuradamente. No se indigna ante la actitud del joven Jesús que
se queda en el Templo sin avisar. No, ella busca comprender, interroga con
dulzura, y guarda en su interior esos hechos como un tesoro.
Eso es ser discípulo: dejarse formar por la
Palabra y por la vida. Dejar que Dios nos enseñe incluso en los silencios, en
las noches, en las contradicciones.
3. Un corazón para amar, creer y
servir
El Corazón Inmaculado de María es el corazón de una
madre, de una sierva, de una creyente. Un corazón sin repliegues, sin rencor,
sin dureza. Un corazón que ama a Dios por Él mismo, que nunca deja de esperar,
que permanece abierto al misterio, que no busca controlar todo.
En ella vemos el modelo del corazón creyente:
un corazón que canta las maravillas de Dios (Isaías 61), un corazón que busca
incansablemente a Jesús (Lucas 2), un corazón que acoge lo inesperado y que
medita en silencio (Lc 2,51).
Conclusión: Aprender de ella el
camino del corazón
Hoy, al contemplar el Corazón de María, se nos
invita a imitar su fe, su paciencia, su humildad. Pidámosle que nos
enseñe ese camino del corazón: un camino que pasa por acoger el misterio, ser
fieles en la prueba, y estar disponibles para Dios.
Que su Corazón Inmaculado sea para nosotros un
refugio en las incertidumbres, una guía en nuestras noches, un
espejo del amor verdadero.
Virgen María, tú que guardabas todo en tu corazón,
guarda también nuestras vidas en tu amor materno, y enséñanos a caminar tras
los pasos de tu Hijo, día tras día. Amén.
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