Constancia de Dios
(Génesis 16, 1-12.15-16) Una
mujer frustrada convierte a su esclava en objeto sexual para tener un hijo “por
encargo” y enrola a su esposo en ese plan. Luego se venga de la esclava, que
ostenta con demasiada arrogancia su condición de futura madre. El esposo, por
su parte, se desentiende, mostrando que también para él Agar no es más que un objeto.
El autor subraya aquí la constancia de Dios al bendecir, a pesar del lado
lamentable de sus socios humanos.
Primera lectura
Gn
16,1-12.15-16 (forma larga)
Abrán
llamó Ismael al hijo que le había dado Agar
Lectura del libro del Génesis.
SARAY, la mujer de Abrán, no le daba hijos; pero tenía una esclava egipcia
llamada Agar.
Saray dijo a Abrán:
«El Señor no me concede hijos, llégate, pues, a mi esclava a ver si tengo hijos
por medio de ella».
Abrán aceptó la propuesta de Saray.
Así, a los diez años de habitar Abrán en Canaán, Saray, la mujer de Abrán, tomó
a Agar, la esclava egipcia, y se la dio a Abrán, su marido, como esposa. Él se
llegó a Agar y ella concibió. Al verse encinta, le perdió el respeto a su señora.
Entonces Saray dijo a Abrán:
«Tú eres responsable de esta injusticia; yo he puesto en tus brazos a mi
esclava, y ella al verse encinta me desprecia. El Señor juzgue entre nosotros
dos».
Abrán dijo a Saray:
«En tu poder está tu esclava, trátala como te parezca».
Saray la maltrató y ella se escapó.
El ángel del Señor la encontró junto a una fuente en el desierto, la fuente del
camino de Sur, y le dijo:
«Agar, esclava de Saray, ¿de dónde vienes y adónde vas?».
Ella respondió:
«Vengo huyendo de Saray mi señora».
El ángel del Señor le dijo:
«Vuelve a tu señora y sométete a su poder».
Y el ángel del Señor añadió:
«Haré tan numerosa tu descendencia, que no se podrá contar».
Y el ángel del Señor concluyó:
«Mira, estás encinta, darás a luz un hijo y lo llamarás Ismael, porque el Señor
ha escuchado tu aflicción. Será un potro salvaje: su mano irá contra todos y la
de todos contra él; acampará separado de sus hermanos».
Agar dio un hijo a Abrán, y Abrán llamó Ismael al hijo que le había dado Agar.
Abrán tenía ochenta y seis años cuando Agar le engendró a Ismael.
Palabra de Dios.
Gn
16,6b-12.15-16 (forma breve)
Abrán
llamó Ismael al hijo que le había dado Agar
Lectura del libro del Génesis.
Palabra de Dios.
Salmo
Sal
106(105),1-2.3-4a.4b-5 (R. 1a)
R. Den gracias al Señor
porque es bueno.
O
bien:
R. Aleluya.
V. Den gracias al
Señor porque es bueno,
porque es eterna su misericordia.
¿Quién podrá contar las hazañas de Dios,
pregonar toda su alabanza? R.
V. Dichosos los que
respetan el derecho
y practican siempre la justicia.
Acuérdate de mí
por amor a tu pueblo. R.
V. Visítame con tu
salvación:
para que vea la dicha de tus escogidos,
y me alegre con la alegría de tu pueblo,
y me gloríe con tu heredad. R.
Aclamación
R. Aleluya, aleluya,
aleluya.
V. El que me ama
guardará mi palabra - dice el Señor - y mi Padre lo amará, y vendremos a
él. R.
Evangelio
Mt
7,21-29
La
casa edificada sobre roca y la casa edificada sobre arena
Lectura del santo Evangelio según san Mateo.
EN aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«No todo el que me dice “Señor, Señor” entrará en el reino de los cielos, sino
el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos.
Aquel día muchos dirán:
“Señor, Señor, ¿no hemos profetizado en tu nombre y en tu nombre hemos echado
demonios, y no hemos hecho en tu nombre muchos milagros?”.
Entonces yo les declararé:
“Nunca los he conocido. Aléjense de mí, los que obran la iniquidad”.
El que escucha estas palabras mías y las pone en práctica se parece a aquel
hombre prudente que edificó su casa sobre roca. Cayó la lluvia, se desbordaron
los ríos, soplaron los vientos y descargaron contra la casa; pero no se hundió,
porque estaba cimentada sobre roca.
El que escucha estas palabras mías y no las pone en práctica se parece a aquel
hombre necio que edificó su casa sobre arena. Cayó la lluvia, se desbordaron
los ríos, soplaron los vientos y rompieron contra la casa, y se derrumbó. Y su
ruina fue grande».
Al terminar Jesús este discurso, la gente estaba admirada de su enseñanza,
porque les enseñaba con autoridad y no como sus escribas.
Palabra del Señor.
1
La
fidelidad de Dios en medio de nuestras fragilidades
Queridos hermanos y
hermanas en Cristo:
En
este día en que la Palabra nos conduce a los orígenes mismos de nuestra
historia de fe, se nos revela un Dios que permanece fiel incluso cuando sus
criaturas no lo son. En el marco del Año Jubilar, en el que peregrinamos como Peregrinos
de la Esperanza, estas lecturas son un espejo de nuestras luchas
humanas y de la misericordia divina que no se agota.
I. La historia de Agar:
cuando los planes humanos se imponen a la confianza en Dios
El pasaje de Génesis 16 nos confronta
con una realidad difícil: Sara, aún llamada Saray, no puede tener hijos. En un
acto desesperado, decide "ayudar" a Dios dando a su esclava Agar a su
esposo Abram, para obtener un hijo a través de ella. Esto que hoy nos resulta
escandaloso —usar a una persona como medio para un fin— refleja una verdad
atemporal: cuando dejamos de confiar en la promesa divina, buscamos soluciones
humanas que generan más dolor.
Y lo vemos claramente: Agar, después de quedar embarazada,
comienza a mirar con desprecio a Saray; Saray la maltrata; Abram se desentiende.
Es un drama de humillaciones cruzadas, donde nadie queda bien. Sin embargo,
Dios no se aparta de ellos.
Agar huye al desierto, y es precisamente allí, en su
soledad, en su huida, donde Dios la encuentra. ¡Qué ternura la de nuestro Dios!
Se revela a una esclava egipcia, extranjera, marginada, dándole una promesa
para su hijo Ismael. Le dice: “El Señor te ha escuchado”, y ella responde: “Tú
eres el Dios que me ve”.
II. El salmo: recordando
la fidelidad de Dios
El Salmo 106 (105), nos
invita a recordar las maravillas del Señor: “Den gracias al Señor, invoquen su
nombre… Él se acuerda por siempre de su alianza”. Dios no olvida,
aun cuando nosotros lo hacemos. En la historia de Abram, Sara y Agar, vemos
cómo el Señor sostiene su promesa, incluso cuando sus elegidos se comportan de
modo lamentable.
La constancia de Dios no se basa en nuestros méritos sino
en su misericordia. Este es un mensaje especialmente importante en este Año
Jubilar: no
somos fieles porque lo merezcamos, sino porque Dios no sabe dejar de amarnos.
III. El
Evangelio: no basta decir “Señor, Señor”
Jesús en el Evangelio según San Mateo (7,21-29)
nos pone frente a otra gran verdad: no basta con palabras piadosas o con
apariencia de religiosidad. “No todo el que me dice: ‘Señor, Señor’
entrará en el Reino de los Cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre”.
Esta palabra resuena con fuerza en nuestro tiempo. Como
Iglesia, como comunidad, como individuos, corremos el riesgo de vivir una fe de
apariencias, una fe sin compromiso, sin obediencia verdadera a la voluntad del
Padre. Jesús nos habla de dos casas: una construida sobre roca, otra sobre
arena. La roca es la obediencia; la arena es la superficialidad.
Abram y Saray edificaron su decisión en la arena de la desesperación,
y cosecharon conflicto. Pero Dios, como arquitecto divino, los vuelve a llamar,
les sostiene, y cumple su promesa. Esa es la roca: su fidelidad.
✨
Aplicaciones pastorales
🙏
Conclusión: El
Dios que permanece
Hoy, el Señor nos recuerda que Él es el Dios que ve,
el Dios que permanece, que bendice, que cumple. Y ante tanta incoherencia
humana, su respuesta es su gracia constante.
Que esta Eucaristía nos ayude a no repetir la historia de
decisiones sin discernimiento, sino a confiar verdaderamente en su promesa. Que
construyamos nuestra vida sobre la roca de su Palabra, siendo no solo oyentes,
sino hacedores
de la voluntad del Padre.
Amén.
2
La Autoridad que da Vida
Queridos hermanos y hermanas:
Hoy
culminamos la lectura del Sermón del Monte, esa gran catequesis de Jesús sobre
la vida del Reino, y el Evangelio nos dice que las multitudes quedaron asombradas porque Jesús
enseñaba con autoridad
y no como los escribas. Este detalle no es menor: revela que Jesús no solo
comunica un mensaje… Él es
el Mensaje.
1. Una autoridad distinta
Los
escribas citaban a otros maestros, repetían fórmulas, se amparaban en la
tradición. Jesús, en cambio, habla
desde sí mismo, desde su comunión con el Padre, con palabras
que brotan del corazón de Dios. Por eso sus oyentes quedan impactados: porque
no repite, sino que revela;
no interpreta, sino que crea
una nueva forma de vivir. Y esa autoridad no impone: invita, transforma y libera.
En
nuestro tiempo, ¿a quién escuchamos con autoridad? ¿Quiénes marcan nuestras
decisiones? Muchos hoy siguen influencias que no liberan, sino que esclavizan:
ideologías, redes sociales, placeres fáciles. En cambio, la autoridad de Jesús
no busca dominarnos, sino levantarnos,
darnos sentido, mostrarnos un camino firme.
2. La autoridad de Jesús nos confronta
Jesús
no se conforma con que le digamos “Señor, Señor” (Mt 7,21). Quiere una fe
encarnada, activa, coherente. No
todo el que dice “Señor” entra en el Reino, sino quien hace la voluntad del
Padre. Aquí vemos un llamado claro a la conversión: no basta con
pertenecer, hay que obedecer; no basta con admirar, hay que seguir.
Es
el mismo contraste que vemos en la primera lectura de Génesis 16. Saray y
Abram, en vez de confiar en la promesa de Dios, recurren a soluciones humanas:
usar a Agar como vientre de alquiler. Y todo se desordena. Sin embargo, Dios no
abandona a ninguno: bendice
incluso cuando nosotros fallamos, y se revela a Agar en su
soledad.
Eso
es también autoridad: no condenar, sino acompañar,
corregir, restaurar.
3. La roca firme del Evangelio
Jesús
concluye el sermón con una imagen clara: la casa sobre roca y la casa sobre
arena. La roca es la
obediencia al Evangelio. La arena es vivir según las emociones,
las modas o el ego. Solo quien escucha y pone
en práctica la Palabra puede resistir las tormentas de la vida.
Y
hoy, hermanos, cuántas tormentas vivimos: crisis familiares, injusticias
sociales, confusión moral, violencia, corrupción… Solo los que construyen sobre
Cristo podrán mantenerse firmes.
🕊 Año
Jubilar: un tiempo para volver a la Roca
En
este año jubilar somos llamados a reencontrar
la autoridad de Cristo en nuestras vidas. Su Palabra no es solo
para estudiar, sino para obedecer. Su ley no es un peso, sino gracia que libera. Si
queremos ser peregrinos de la esperanza, debemos dejarnos guiar por el que
habla con autoridad… no desde el poder, sino desde la Cruz.
🙏
Conclusión
Hoy,
hermanos, es día para revisar
nuestra relación con la Palabra de Dios:
·
¿La
escuchamos con reverencia?
·
¿La
meditamos con humildad?
·
¿La
obedecemos con fidelidad?
Pidamos
al Señor que nos enseñe a construir nuestra vida sobre su Palabra viva. Que la
autoridad de su amor nos gobierne, no como una imposición, sino como una fuente de libertad verdadera.
Jesús, en Ti confiamos. Enséñanos a vivir según tu Nueva Ley de gracia. Amén.
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