"No juzguen"
(Mateo 7,1-5) Estas
pocas palabras de Jesús nos confrontan con nuestra manera de mirar a los demás.
¿Por qué lo hacemos? ¿Para
tranquilizarnos? ¿Para justificarnos? ¿Para desviar la atención de nuestras
propias faltas?
Jesús nos invita a una honestidad radical: antes de hablar del otro, mírate a
ti mismo. No para condenarte, sino para crecer en verdad, en libertad, en amor.
Hay más fecundidad en una
mirada lúcida y misericordiosa sobre uno mismo que en la condena del otro.
Dios no nos juzga como nosotros juzgamos. Él nos mira en la verdad de nuestro
ser, con misericordia, para levantarnos y darnos vida.
Jean-Marc Liautaud, Fondacio
Primera lectura
Lectura del libro del Génesis (12,1-9):
En aquellos días, el Señor dijo a Abrán: «Sal de tu tierra y de la casa de tu padre, hacia la tierra que te mostraré. Haré de ti un gran pueblo, te bendeciré, haré famoso tu nombre, y será una bendición. Bendeciré a los que te bendigan, maldeciré a los que te maldigan. Con tu nombre se bendecirán todas las familias del mundo.»
Abrán marchó, como le había dicho el Señor, y con él marchó Lot. Abran tenía setenta y cinco años cuando salió de Harán. Abrán llevó consigo a Saray, su mujer, a Lot, su sobrino, todo lo que había adquirido y todos los esclavos que había ganado en Harán. Salieron en dirección de Canaán y llegaron a la tierra de Canaán. Abrán atravesó el país hasta la región de Siquén, hasta la encina de Moré. En aquel tiempo habitaban allí los cananeos.
El Señor se apareció a Abrán y le dijo: «A tu descendencia le daré esta tierra.»
Él construyó allí un altar en honor del Señor, que se le había aparecido. Desde allí continuó hacia las montañas al este de Betel, y plantó allí su tienda, con Betel a poniente y Ay a levante; construyó allí un altar al Señor e invocó el nombre del Señor. Abrán se trasladó por etapas al Negueb.
Palabra de Dios
Salmo
Sal 32,12-13.18-19.20.22
R/. Dichoso el pueblo que el Señor se escogió como heredad
Dichosa la nación cuyo Dios es el Señor,
el pueblo que él se escogió como heredad.
El Señor mira desde el cielo,
se fija en todos los hombres. R/.
Los ojos del Señor están puestos en sus fieles,
en los que esperan en su misericordia,
para librar sus vidas de la muerte
y reanimarlos en tiempo de hambre. R/.
Nosotros aguardamos al Señor:
él es nuestro auxilio y escudo.
Que tu misericordia, Señor, venga sobre nosotros,
como lo esperamos de ti. R/.
Lectura del santo evangelio según san Mateo (7,1-5):
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «No juzguéis y no os juzgarán; porque os van a juzgar como juzguéis vosotros, y la medida que uséis, la usarán con vosotros. ¿Por qué te fijas en la mota que tiene tu hermano en el ojo y no reparas en la viga que llevas en el tuyo? ¿Cómo puedes decirle a tu hermano: “Déjame que te saque la mota del ojo”, teniendo una viga en el tuyo? Hipócrita; sácate primero la viga del ojo; entonces verás claro y podrás sacar la mota del ojo de tu hermano.»
Palabra del Señor
1
“Caminar en la fe, mirar con misericordia”
Lecturas:
Gn 12,1-9 / Sal 33(32) / Mt 7,1-5
Lunes
de la XII Semana del Tiempo Ordinario – Año I
Queridos hermanos y
hermanas:
La Palabra de Dios de
este día nos invita a hacer un doble viaje: uno exterior,
como el de Abraham, que deja su tierra en obediencia al llamado de Dios, y otro
interior,
como el que propone Jesús en el Evangelio, al invitarnos a revisar nuestra
mirada, a dejar de juzgar y empezar a mirarnos con verdad y misericordia.
1. Como Abraham: salir con fe de lo conocido
La primera lectura del
Génesis (12,1-9) nos presenta uno de los momentos fundacionales de la fe: la
vocación de Abraham. Dios le dice: “Sal de tu tierra, de tu patria y de la
casa de tu padre, hacia la tierra que yo te indicaré”. No se le da
un mapa, ni un contrato. Se le da una promesa. Y Abraham obedece.
Este salir de Abraham
no es solo un cambio de geografía. Es una transformación interior. Es el paso
de la seguridad humana a la confianza divina. En su ejemplo encontramos un
llamado permanente para nosotros: salir de nuestras zonas de confort, de
nuestros juicios cerrados, de nuestras miradas pequeñas sobre los demás… para
ponernos en camino hacia la tierra de la misericordia.
2. No juzgar: una nueva manera de mirar
Jesús, en el Evangelio
de hoy (Mt 7,1-5), nos dice con claridad: “No juzguen y no serán juzgados”.
Este mandato no es una simple norma de convivencia. Es una revelación del modo
de actuar de Dios.
El juicio destruye, encasilla,
encierra. Pero el amor, como el de Jesús, sana, libera, abre posibilidades.
¿Cuántas veces juzgamos desde nuestra herida, desde nuestra propia frustración? ¿no será que juzgamos para no mirar
nuestras propias sombras?
Jesús nos invita a una
conversión de mirada. No nos pide negar el pecado, ni dejar de corregir al
hermano si hace falta, pero sí nos pide hacerlo desde un corazón que primero se
ha dejado corregir por Dios.
3. Mírate a ti mismo con misericordia
El Evangelio añade: “¿Cómo
puedes decir a tu hermano: ‘Déjame sacarte la paja del ojo’, teniendo tú una
viga en el tuyo?” Jesús no ridiculiza, sino que nos muestra el
absurdo de querer ser jueces cuando ni siquiera nos hemos dejado sanar. Es una
pedagogía del amor: primero mírate a ti mismo con sinceridad. No para
condenarte, sino para abrirte a la gracia.
Ese es el corazón del
mensaje de hoy: hay más fruto en una mirada humilde sobre uno mismo que en la
crítica sobre los demás. Porque esa mirada nos acerca al corazón del Padre, que
no nos juzga para hundirnos, sino que nos ve en verdad y nos levanta con
ternura.
4. El Salmo: el Señor nos mira con amor
El Salmo 33 refuerza
este mensaje: “Los
ojos del Señor están puestos en sus fieles, en los que esperan en su
misericordia”. ¡Qué hermoso saber que la mirada de Dios no es de
condena sino de esperanza! Él no nos señala, nos sostiene. Él no nos
avergüenza, nos alienta. En un mundo tan lleno de críticas destructivas y de
etiquetas, esta es una Buena Noticia urgente.
📿 Aplicaciones
pastorales y espirituales:
·
A nivel personal: Hoy puede ser un buen
día para dejar de mirar tanto los errores ajenos y pedirle al Espíritu Santo
que nos enseñe a vernos con los ojos de Dios: ojos de verdad y ternura.
·
A nivel comunitario: Las parroquias y
comunidades que viven de la misericordia y no del juicio, se convierten en
verdaderas “tierras prometidas” donde el peregrino puede descansar.
·
En el contexto jubilar: Como “Peregrinos
de la Esperanza”, este año estamos invitados a avanzar como
Abraham, dejando atrás los rencores, los prejuicios y las etiquetas, y
caminando hacia la reconciliación y la fraternidad.
🙏 Oración final:
Señor Jesús,
tú que miras nuestro corazón con misericordia,
enséñanos a mirar como tú.
Líbranos de juzgar,
de encasillar,
de condenar a los demás.
Danos la valentía de
Abraham para salir de nuestras seguridades
y la humildad para reconocer nuestras propias vigas.
Haznos instrumentos de tu paz y de tu esperanza.
Amén.
2
"Llamados
a caminar en la fe, a mirar con misericordia"
Queridos hermanos y
hermanas en Cristo:
Hoy la liturgia de la
Palabra nos ofrece una invitación urgente y transformadora: dejar
de juzgar y atrevernos a mirar con los ojos del amor.
En un mundo dominado por la crítica, el señalamiento y la superficialidad, la
voz de Jesús resuena con fuerza:
“No
juzguen, para que no sean juzgados” (Mt 7,1).
Esta frase, sencilla y
directa, no es una propuesta de relativismo moral, sino un camino exigente
hacia la libertad
interior y la misericordia verdadera.
🛤️ 1. Sal de tu tierra interior: el llamado de Abraham
En la primera lectura
(Gn 12,1-9), Dios le dice a Abram:
“Sal
de tu tierra, de tu patria y de la casa de tu padre, hacia la tierra que yo te
indicaré”.
Y Abraham, sin saber exactamente a dónde va, obedece
y comienza el viaje.
Esa obediencia, hermanos,
es el corazón de la fe: dejar lo que conocemos, incluso nuestros propios
esquemas mentales, para entrar en el plan de Dios.
Así también nosotros
hoy somos invitados a “salir” de la tierra del juicio fácil, del prejuicio, del
“yo tengo razón”, del resentimiento y del orgullo. Salir de esas “tierras”
requiere valentía, humildad y confianza en el Señor que nos guía.
👁️ 2. El juicio que ciega: una viga en el ojo
El Evangelio de hoy (Mt
7,1-5) es uno de esos textos donde Jesús va directo al corazón del problema.
Nos dice:
“¿Cómo
puedes decir a tu hermano: ‘Déjame sacarte la paja del ojo’, teniendo tú una
viga en el tuyo?”
Nos hemos acostumbrado
tanto a ver los errores ajenos, a criticar desde la comodidad de nuestras
convicciones, que olvidamos mirar nuestro propio corazón. Y esta actitud no
solo destruye relaciones, también desfigura nuestra alma,
como nos recordaba el texto que meditamos: “El juicio deja el corazón vacío,
duro, incapaz de amar”.
¿Quién de nosotros no
ha caído en el juicio? A veces en conversaciones triviales, otras en la forma
como miramos al pobre, al pecador, al diferente, al que piensa distinto. Como
dice la reflexión: “Condenar al otro da una satisfacción torcida… pero que
nunca sacia”.
🕯️ 3. Jesús no condena: Él sana y transforma
Nuestro Señor no vino
al mundo para condenarlo, sino para salvarlo (cf. Jn 3,17).
Su mirada sobre nosotros nunca es desprecio, sino compasión. Al ver la paja en
nuestro ojo, no nos humilla, nos quiere sanar.
La verdadera corrección
comienza en el propio corazón: si quiero ayudar a otro a mejorar, debo primero
dejarme mirar y tocar por Cristo. Solo una persona sanada por el amor puede
ayudar a otros a ver con claridad.
🧎♂️ 4. El juicio que hiere, la misericordia que levanta
“El juicio causa más
daño en el que juzga que en el juzgado.”
Y es verdad. Porque el alma que se cierra en el juicio, se seca, se aleja de la
fuente viva del amor.
El juicio engendra
distancia, división, resentimiento. La misericordia, en cambio, acerca, libera,
consuela, reconstruye.
Por eso Jesús no solo
nos invita a no juzgar, sino a transformar nuestra
mirada. Una mirada misericordiosa no niega la verdad, pero
tampoco condena. Mira con esperanza. Cree que el otro puede cambiar. Cree que
Dios puede obrar en él… como ha obrado en nosotros.
🙌 5. Vivir la fe como Abraham: caminar con mirada limpia
Volvamos a Abraham. Él
no juzgó a los pueblos por donde pasó. No condenó a los que no compartían su
fe. Caminó en silencio, erigiendo altares, invocando a Dios, confiando en sus
promesas.
Hoy se nos pide lo
mismo: caminar con ojos nuevos. No podemos
ser misioneros, constructores de comunidad, si llevamos en nuestros ojos la
viga del juicio, del ego, del legalismo frío.
🎯 Conclusión: una Iglesia sin juicios, una Iglesia que sana
Queridos hermanos, el
Papa Francisco dijo que la Iglesia debe ser como un hospital de campaña,
no una aduana que pone barreras. ¿Y qué sentido tiene un hospital donde el
personal se dedica a criticar al enfermo en lugar de curarlo?
Hoy Jesús nos ofrece
una oportunidad hermosa: hacer examen de conciencia, y comenzar a ver al
prójimo con la compasión con que Él nos mira.
🙏 Oración final:
Señor Jesús,
tú que conoces nuestros corazones,
líbranos del juicio que divide
y enséñanos la mirada que construye.
Saca de nosotros toda viga de orgullo,
toda dureza de corazón.
Haznos pacientes con los demás,
como tú lo eres con nosotros.
Que, como Abraham, salgamos con fe
de la tierra de nuestro egoísmo
y caminemos contigo hacia una tierra nueva:
la del perdón, la comprensión y la paz.
Amén.
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