viernes, 17 de octubre de 2025

18 de octubre del 2025: Fiesta de San Lucas, evangelista

 

Santo del día:

San Lucas

Siglo I. Convertido al cristianismo tras conocer a San Pablo, lo siguió en sus viajes misioneros. Es el autor del tercer Evangelio, que lleva su nombre, así como del libro de los Hechos de los Apóstoles.

 

 

La singularidad de Lucas

(Lucas 10, 1-9) La misión recibida de Cristo solo puede fundamentarse en la oración y en la disponibilidad al Espíritu, como lo muestra tan bellamente la obra de Lucas —su Evangelio y los Hechos de los Apóstoles—.
Resulta muy provechoso releer uno u otro de estos libros siguiendo estas temáticas, sabiendo que Lucas menciona la oración y el Espíritu allí donde los demás evangelistas no lo hacen.
Esta insistencia nos recuerda la primacía de la relación con Dios sobre toda actividad o éxito del que pudiéramos gloriarnos.

Emmanuelle Billoteau, ermite

 


Primera lectura

2 Tim 4, 10-17b

Lucas es el único que está conmigo

Lectura de la segunda carta del apóstol san Pablo a Timoteo.

QUERIDO hermano:
Demas me ha abandonado, enamorado de este mundo presente, y se marchó a Tesalónica; Crescente, a Galacia; Tito, a Dalmacia; Lucas es el único que está conmigo. Toma a Marcos y tráelo contigo, pues me es útil para el ministerio. A Tíquico lo envié a Éfeso.
El manto que dejé en Tróade, en casa de Carpo, tráelo cuando vengas, y también los libros, sobre todo los pergaminos.
Alejandro, el herrero, se ha portado muy mal conmigo; el Señor le dará el pago conforme a sus obras. Guárdate de él también tú, porque se opuso vehementemente a nuestras palabras.
En mi primera defensa, nadie estuvo a mi lado, sino que todos me abandonaron. ¡No les sea tenido en cuenta!
Mas el Señor estuvo a mi lado y me dio fuerzas para que, a través de mí, se proclamara plenamente el mensaje y lo oyeran todas las naciones.

Palabra de Dios.

 

Salmo

Sal 144, 10-11. 12-13ab. 17-18 (R.: cf. 12)

R. Tus santos, Señor, proclaman la gloria de tu reinado.

V. Que todas tus criaturas te den gracias, Señor,
que te bendigan tus fieles.
Que proclamen la gloria de tu reinado,
que hablen de tus hazañas. 
R.

V. Explicando tus hazañas a los hombres,
la gloria y majestad de tu reinado.
Tu reinado es un reinado perpetuo,
tu gobierno va de edad en edad. 
R.

V. El Señor es justo en todos sus caminos,
es bondadoso en todas sus acciones.
Cerca está el Señor de los que lo invocan,
de los que lo invocan sinceramente. 
R.

 

Aclamación

R. Aleluya, aleluya, aleluya.
V. Yo los he elegido del mundo —dice el Señor—, para que vayan y den fruto, y su fruto permanezca. R.

 

Evangelio

Lc 10, 1-9

La mies es abundante y los obreros pocos

Lectura del santo Evangelio según san Lucas.

EN aquel tiempo, designó el Señor otros setenta y dos, y los mandó delante de él, de dos en dos, a todos los pueblos y lugares adonde pensaba ir él.
Y les decía:
«La mies es abundante y los obreros pocos; rueguen, pues, al dueño de la mies que envíe obreros a su mies.
¡Pónganse en camino! Miren que los envío como corderos en medio de lobos. No lleven bolsa, ni alforja, ni sandalias; y no saluden a nadie por el camino.
Cuando entren en una casa, digan primero: “Paz a esta casa”. Y si allí hay gente de paz, descansará sobre ellos su paz; si no, volverá a ustedes.
Quédense en la misma casa, comiendo y bebiendo de lo que tengan: porque el obrero merece su salario. No vayan cambiando de casa en casa.
Si entran en una ciudad y los reciben, coman lo que les pongan, curen a los enfermos que haya en ella, y díganles: “El reino de Dios ha llegado a ustedes”».

Palabra del Señor.

 

 

1

 

Misioneros de esperanza con el Espíritu Santo y con María


1. Introducción: San Lucas, testigo de la ternura de Dios

Queridos hermanos y hermanas,
hoy la Iglesia celebra con gozo la Fiesta de San Lucas, evangelista, discípulo y compañero de San Pablo, médico y misionero del Evangelio de la misericordia.
Su figura nos invita a renovar nuestra fe y nuestra vocación evangelizadora, especialmente en este mes del Rosario y de oración por las misiones, y dentro de este Año Jubilar de la esperanza, en el que el Papa nos llama a ser “peregrinos de la esperanza” en medio de un mundo cansado y herido.

San Lucas no conoció personalmente a Jesús, pero lo conoció en los testigos y lo experimentó en el Espíritu Santo. De ellos aprendió que Cristo no solo es el Salvador del alma, sino también del cuerpo, del corazón, de toda la humanidad sufriente. Por eso su Evangelio está lleno de compasión, de parábolas de misericordia, de gestos de ternura.


2. La fe confiada del misionero (2 Tim 4, 9-17a)

En la primera lectura, San Pablo —ya anciano y prisionero— escribe con emoción: “Solo Lucas está conmigo.”
Estas pocas palabras nos revelan mucho: Lucas fue compañero fiel hasta el final, amigo leal, discípulo que no abandona. Cuando muchos se alejaron de Pablo por miedo o cansancio, Lucas permaneció firme.

Esa fidelidad es el sello de los verdaderos discípulos.
La fe de Lucas no fue una emoción pasajera, sino una confianza profunda en Cristo y en su promesa. Lo acompañó en los viajes misioneros, compartió peligros y persecuciones, escribió los Hechos de los Apóstoles para mostrar que el Espíritu Santo sigue obrando en la historia.

También nosotros, en nuestra vocación de creyentes y pastores, estamos llamados a permanecer con los Pablo de nuestro tiempo: los enfermos, los ancianos, los que han luchado por la fe y hoy se sienten solos. Ser presencia, ser consuelo, ser compañía. En eso consiste una fe madura: en quedarse al pie de la cruz, cuando los demás se van.


3. El canto de alabanza del justo (Salmo 145)

El salmo nos invita a proclamar:
“Que tus fieles te bendigan, Señor, y hablen del esplendor de tu gloria.”
La alabanza es la respiración de la fe. Lucas, en su Evangelio, nos enseñó a alabar con María en el Magníficat, con Zacarías en el Benedictus, con Simeón en el Nunc dimittis.

La oración de Lucas es alegre, confiada, agradecida. En un mundo que murmura y se queja, el cristiano alaba, porque sabe que Dios es fiel y cercano. La misión nace precisamente de esa alegría: solo el que alaba es capaz de evangelizar.


4. Enviados de dos en dos: la misión del Evangelio (Lc 10, 1-9)

El Evangelio de Lucas nos presenta hoy el envío de los setenta y dos discípulos: una imagen preciosa de la Iglesia en salida.
Jesús los envía “de dos en dos” a anunciar la paz, a curar enfermos, a proclamar que “el Reino de Dios está cerca”.

Ser misionero no es ir solo; es caminar en fraternidad, confiando más en la providencia que en los recursos. Jesús les dice: “No lleven bolsa ni alforja ni sandalias.”
El apóstol debe ir ligero, libre, con el corazón disponible.

San Lucas comprendió bien este estilo: el de un Evangelio itinerante, compasivo, alegre, que toca la carne del enfermo y levanta al caído. Por eso lo llamamos “el evangelista de la misericordia”.

Hoy, la Iglesia —como los setenta y dos— es enviada de nuevo:

  • a las calles digitales, donde muchos esperan una palabra de fe;
  • a las periferias existenciales, donde hay hambre de Dios;
  • a las comunidades heridas, donde la esperanza parece apagarse.

El Señor nos dice: “La mies es abundante, pero los obreros pocos.” En este mes de las misiones, renovemos el deseo de ser obreros del Reino, misioneros de alegría, comunicadores del Evangelio con nuestra palabra y nuestro testimonio.


5. María y el Espíritu Santo: corazón orante de la misión

Cada sábado recordamos a María, la primera discípula y la primera misionera.
Lucas fue quien mejor la retrató: mujer creyente, silenciosa, contemplativa, que “guardaba todas las cosas en su corazón”.

El Papa Francisco ha dicho:

“Con el Espíritu Santo está siempre María, y Ella ha hecho posible la explosión misionera de Pentecostés.”

Por eso, durante este mes del Rosario, contemplamos en María la escuela de la misión.
Cada Avemaría es una semilla misionera; cada misterio del Rosario nos enseña a mirar a Cristo con los ojos de la Madre.
Pidamos a María, Estrella de la Evangelización, que nos ayude a mantener encendida la lámpara de la fe y del amor en medio de la noche del mundo.


6. Aplicación jubilar: peregrinos de esperanza

En este Año Jubilar, la figura de San Lucas nos recuerda que la esperanza cristiana no defrauda, porque se apoya en la fidelidad de Dios.
Lucas caminó con Pablo; nosotros caminamos con Cristo resucitado, llevando en el corazón su paz y su ternura.

La misión jubilar consiste en curar heridas, anunciar la misericordia y encender la esperanza.
Así como Lucas fue médico del cuerpo y del alma, también nosotros estamos llamados a ser médicos de la fe, curadores de corazones heridos, sembradores de confianza en medio del miedo y la desilusión.


7. Oración final

Señor Jesús,
que enviaste a tus discípulos a proclamar la paz,
haz de nosotros misioneros de esperanza.

Como San Lucas, queremos narrar con nuestra vida
la historia de tu misericordia.
Como María, queremos guardar tus palabras en el corazón
y ofrecerte nuestro “sí” cada día.

Que el Espíritu Santo nos fortalezca,
que tu Iglesia sea signo de consuelo,
y que el mundo descubra en nosotros
el rostro vivo de tu amor.

Amén.

 

 

 

2

 

1. Introducción: San Lucas, testigo fiel y sembrador de esperanza

Queridos hermanos y hermanas:

Hoy celebramos con gratitud a San Lucas, evangelista, discípulo y compañero de San Pablo, médico de profesión y escritor del Evangelio de la misericordia.
En este mes del Rosario y de las misiones, y en el Año Jubilar de la Esperanza, contemplamos en él la figura del creyente que une la fe profunda con la amistad fiel, el amor al prójimo con el deseo de anunciar la paz de Cristo.

Las lecturas de hoy —de la Segunda Carta a Timoteo y del Evangelio de Lucas— nos hablan de dos dimensiones esenciales de la vida cristiana:
👉 la amistad verdadera, que permanece en la prueba, y
👉 la misión, que siembra la paz del Reino.

Ambas confluyen en la persona de San Lucas, el amigo que nunca abandona y el evangelizador que proclama con ternura la misericordia de Dios.


2. “Solo Lucas está conmigo”: la fidelidad de los verdaderos amigos (2 Tim 4, 9-17a)

En su carta, San Pablo escribe con nostalgia y serenidad: “Solo Lucas está conmigo.”
Estas palabras, nacidas del corazón de un apóstol encarcelado y traicionado por muchos, revelan la hondura de la amistad cristiana.

Pablo no guarda rencor. Reconoce con sencillez quiénes lo han abandonado y quiénes se han quedado.
Lucas es uno de esos amigos que permanecen en la noche, un compañero discreto, fiel, presente cuando todos se alejan.
El verdadero amigo no se mide en los días de éxito, sino en los de soledad y cruz.

Pero más allá de la amistad humana, Pablo confiesa su confianza definitiva en Cristo:

“El Señor estuvo a mi lado y me dio fuerzas.”
Cristo es el Amigo que nunca falla, el que sostiene más allá de la muerte, el que transforma la soledad en comunión.

En nuestra vida sacerdotal, comunitaria o familiar, esta lectura nos invita a preguntarnos:
¿Dónde están nuestros verdaderos amigos?
¿Somos nosotros amigos fieles para los demás, o solo compañeros de camino mientras todo va bien?
El Jubileo nos llama a reavivar las amistades en Cristo, a reconciliarnos, a agradecer a los que se han quedado, y sobre todo, a confiar en el Amigo que nunca nos abandona: Jesús.


3. “Sembrar la paz”: misión universal del Evangelio (Lc 10, 1-9)

El Evangelio de hoy presenta a Jesús enviando a setenta y dos discípulos: un número simbólico que representa a todos los pueblos de la tierra.
La misión de la Iglesia es universal, abierta, inclusiva; nadie queda fuera del deseo salvador de Dios.

El contenido del envío es claro:

“Digan en las casas: Paz a esta casa.”
El misionero no lleva ideologías ni condenas, sino la paz de Cristo, que sana, reconcilia y renueva.
Anunciar el Evangelio es curar heridas, no abrir nuevas; servir con humildad, no imponerse con poder; tomar tiempo para el encuentro, como lo hacía Jesús, sin forzar ni incomodar.

San Lucas, en su Evangelio y en los Hechos, muestra precisamente ese estilo de Jesús: cercano, compasivo, paciente.
Los discípulos son enviados “como corderos en medio de lobos”, sin seguridades, sin bolsas ni sandalias:
la fuerza del misionero está en la confianza, no en los medios.
Por eso, la paz del Reino no se negocia ni se impone; se ofrece, y si es rechazada, se deja en las manos de Dios.

En este mes misionero, el Señor nos repite:

“La mies es abundante, pero los obreros pocos.”
Que cada uno de nosotros se sienta parte de esos obreros que siembran paz en sus familias, en la comunidad, en las redes sociales, en los lugares de dolor donde la fe parece apagarse.


4. San Lucas: el médico del cuerpo y del alma

San Lucas, hombre salido del mundo pagano, quedó fascinado por Cristo, el médico divino que cura cuerpo y alma, que se inclina ante los pobres y los oprimidos.
Desde su sensibilidad de médico y artista del lenguaje, Lucas descubrió que el Evangelio debía narrar la ternura de Dios.

Por eso, sus páginas están llenas de detalles humanos y luminosos:

  • el nacimiento de Jesús narrado con ternura familiar,
  • las parábolas del Buen Samaritano y del Hijo Pródigo,
  • la oración insistente del corazón creyente,
  • la acción del Espíritu Santo que guía a la Iglesia,
  • la presencia activa de las mujeres en la misión,
  • y la universalidad del amor de Dios, que abraza a todos los pueblos.

San Lucas nos enseña que la fe auténtica es misericordia en acción, una medicina para el alma del mundo.


5. María, mujer de la paz y del Espíritu

En este sábado, María aparece junto a Lucas como modelo de discípula misionera.
Él fue quien mejor la retrató:
la que escucha y guarda la Palabra,
la que canta el Magníficat,
la que acompaña la comunidad naciente de los apóstoles.

El Papa Francisco nos recordó:

“Con el Espíritu Santo está siempre María… y Ella ha hecho posible la explosión misionera de Pentecostés.”

Por eso, en este mes del Rosario, contemplamos en María la misionera silenciosa que siembra paz con su oración y ternura.
Cada misterio del Rosario es una invitación a salir al encuentro del otro con el corazón lleno de Dios.


6. Aplicación jubilar: peregrinos y amigos de la esperanza

En este Año Jubilar de la Esperanza, somos llamados a redescubrir el valor de la amistad evangélica y la misión misionera.
Como Pablo y Lucas, caminemos juntos: unos predicando, otros sosteniendo, todos testimoniando el amor de Cristo.
La esperanza se construye en comunidad, entre amigos que comparten la fe y la misión.

En un mundo donde abundan la indiferencia y la división, el testimonio de Lucas nos invita a curar las heridas de la humanidad con el bálsamo de la ternura y a anunciar el Reino con alegría y sencillez.


7. Oración final

Señor Jesús,
Amigo fiel de los apóstoles y consuelo de los que sufren,
te damos gracias por el testimonio de San Lucas,
médico del cuerpo y del alma,
evangelista de la misericordia.

Haznos, como él, discípulos fieles,
amigos que permanecen en la dificultad,
misioneros que siembran paz sin imponerla,
peregrinos que caminan con esperanza.

María, Madre del Evangelio viviente,
acógenos bajo tu manto en este mes del Rosario
y enséñanos a anunciar con ternura a tu Hijo.

Amén.

 

 

3

 

1. Introducción: La singularidad de Lucas, médico del alma y testigo del Espíritu

Queridos hermanos y hermanas:
Hoy celebramos a San Lucas, evangelista, discípulo de San Pablo y autor de dos obras fundamentales del Nuevo Testamento: el Evangelio según San Lucas y los Hechos de los Apóstoles.
Su estilo es único, su mirada es tierna, y su corazón está siempre abierto a la acción del Espíritu Santo.

Lucas fue un hombre del mundo griego, formado, sensible al sufrimiento humano. Se sintió profundamente atraído por Cristo, el Médico divino, que sana cuerpos y almas, y que revela el rostro misericordioso del Padre.
Por eso, en este mes del Rosario y de las Misiones, la Iglesia nos invita a mirar a Lucas como modelo de evangelizador: un hombre de oración, guiado por el Espíritu y comprometido con la paz.


2. La amistad fiel y el consuelo en la soledad (2 Tim 4, 9-17a)

San Pablo, prisionero y cansado, escribe con emoción:

“Solo Lucas está conmigo.”

Estas palabras revelan la fidelidad silenciosa de un amigo verdadero. Lucas no abandona al apóstol cuando llegan las pruebas, las traiciones o el cansancio; se queda a su lado como médico, discípulo y hermano.
Los amigos verdaderos —como Lucas— no desaparecen cuando se oscurece el camino: permanecen, porque aman con el amor mismo de Cristo.

Sin embargo, Pablo no se queda en la nostalgia: afirma con fe que el Señor estuvo a su lado y le dio fuerzas.
Cristo es el Amigo definitivo, el que no falla, el que acompaña en el abandono, el que transforma la soledad en presencia.

En este Año Jubilar, preguntémonos:
¿Soy un amigo fiel, capaz de acompañar en el sufrimiento, o solo en los momentos de alegría?
¿Sé reconocer la amistad de Cristo que me sostiene cuando todos se alejan?

La verdadera amistad nace del Evangelio y nos hace portadores de esperanza.


3. La misión del Evangelio: sembrar la paz (Lc 10, 1-9)

Jesús envía a setenta y dos discípulos —símbolo de la universalidad de la misión— y les confía un mensaje sencillo y profundo:

“Digan primero: Paz a esta casa.”

El Evangelio no se impone, se propone con paz.
El discípulo de Cristo no va armado con argumentos ni con poder, sino con la mansedumbre de quien lleva la paz y cura las heridas.
Anunciar el Reino es acercarse al dolor humano con respeto, es sanar sin humillar, es visitar sin dominar.

San Lucas comprendió muy bien esta espiritualidad misionera.
En su Evangelio, la oración y el Espíritu Santo están en el centro de todo:

  • Jesús ora antes de cada decisión;
  • el Espíritu guía su camino y el de los apóstoles;
  • la misión nace siempre de un corazón que escucha.

Así, la “singularidad de Lucas” consiste en recordarnos que toda acción apostólica debe nacer del silencio orante y de la docilidad al Espíritu.
Sin oración, la misión se vuelve activismo vacío.
Sin Espíritu, el anuncio pierde fuego y ternura.


4. San Lucas: evangelista de la misericordia universal

Lucas es el cronista de la compasión de Dios.
Solo él nos transmitió el Magníficat, el Benedictus y el Nunc dimittis, cantos de alabanza que brotan de corazones agradecidos.
Solo él narró las parábolas del Buen Samaritano y del Hijo Pródigo, donde la misericordia vence al juicio.
Solo él subrayó el papel de las mujeres y de los pobres como protagonistas del Reino.

Su mirada está marcada por la universalidad del amor de Dios: todos son llamados, nadie queda excluido.
Por eso, su Evangelio es especialmente actual: en un mundo dividido, lleno de violencia y desconfianza, Lucas nos enseña el arte de curar, acompañar y reconciliar.


5. María y el Espíritu Santo: la fuente de toda misión

En este sábado dedicado a la Virgen María, no podemos olvidar que ella ocupa un lugar privilegiado en el Evangelio de Lucas.
Solo él nos cuenta el saludo del ángel, la visita a Isabel, el nacimiento en Belén, la profecía de Simeón y la oración de María en el Cenáculo.

María es la mujer de la oración constante, la que escucha y guarda la Palabra, la que se deja conducir por el Espíritu.
Por eso, el Papa Francisco afirma:

“Con el Espíritu Santo está siempre María, y Ella ha hecho posible la explosión misionera de Pentecostés.”

En el mes del Rosario, aprendamos de María y de Lucas la unión profunda entre oración, Espíritu y misión.
Solo quien ora puede anunciar con credibilidad; solo quien se deja mover por el Espíritu puede sembrar paz verdadera.


6. Aplicación jubilar: peregrinos orantes y amigos de la paz

En este Año Jubilar de la Esperanza, San Lucas nos recuerda que la oración es el corazón de toda evangelización.
No hay misión sin contemplación, ni anuncio sin silencio interior.
Nuestra tarea, como creyentes y misioneros, no es conquistar almas, sino ofrecer la paz de Cristo, construir comunión, acompañar, sanar.

Seamos, como Lucas, peregrinos de la esperanza,
amigos fieles que permanecen junto al dolor,
médicos del alma que curan con la ternura del Evangelio,
y evangelizadores que anuncian la paz del Reino con alegría y humildad.


7. Oración final

Señor Jesús,
que enviaste a tus discípulos a proclamar la paz,
enséñanos a servir como San Lucas:
con oración constante,
con escucha del Espíritu,
con ternura hacia los pobres y los enfermos.

Haznos amigos fieles,
testigos de esperanza,
y misioneros que siembren tu paz.

María, Madre de la Iglesia,
enséñanos a orar y a creer,
a guardar en el corazón lo que el Espíritu susurra,
y a proclamar con alegría que el Reino de Dios está cerca.

Amén.

 

4

 

1.    Introducción: Evangelizar el mundo con el Espíritu y con ternura

 

Queridos hermanos y hermanas:
Hoy la Iglesia nos invita a contemplar a San Lucas, evangelista, el médico amado, compañero de San Pablo y escritor del Evangelio de la misericordia y de los Hechos de los Apóstoles.
Su vida y su obra nos recuerdan que la misión cristiana es universal, que todos —sin excepción— somos enviados a anunciar la paz y el amor de Cristo a quienes encontramos en el camino.

El Evangelio que él mismo escribió nos narra hoy el envío de los setenta y dos discípulos, enviados de dos en dos a todos los lugares donde el Señor pensaba ir. Esta misión no fue exclusiva de los Doce: fue un anticipo de lo que sería la evangelización del mundo entero.
Lucas entendió que la Buena Noticia debía alcanzar a todos: judíos y gentiles, ricos y pobres, hombres y mujeres, cercanos y lejanos.

En este Año Jubilar de la Esperanza, cuando la Iglesia entera se reconoce peregrina y misionera, la figura de San Lucas nos inspira a ser discípulos que anuncian con gozo, curan con compasión y viven en oración.


2. San Lucas, amigo fiel y evangelista universal (2 Tim 4, 9-17a)

San Pablo escribe desde la prisión:

“Solo Lucas está conmigo.”

En estas palabras vibra una profunda humanidad. Pablo, anciano y cansado, recuerda con gratitud a ese amigo que no lo abandonó cuando otros lo dejaron solo. Lucas no predica solo con palabras; predica con la fidelidad de su presencia.
Así se evangeliza también: acompañando, sosteniendo, permaneciendo.

Lucas fue médico del cuerpo, pero sobre todo médico del alma. Su ciencia se convirtió en compasión, su inteligencia en servicio, su amistad en testimonio.
Y cuando Pablo habla del Señor que “estuvo a su lado y le dio fuerzas”, podemos imaginar a Lucas como instrumento de esa misma fortaleza divina.

El verdadero evangelizador no busca protagonismo, sino estar donde Dios le necesita: al pie de las heridas, en los márgenes, junto al cansado.
En este sentido, la misión comienza siempre con la amistad fiel, con la capacidad de sostener al hermano en la prueba.


3. “La mies es abundante”: enviados de dos en dos (Lc 10, 1-9)

El Evangelio de Lucas nos muestra el corazón de la misión:

“El Señor designó a otros setenta y dos y los envió de dos en dos a todos los lugares donde Él pensaba ir.”

Solo Lucas menciona este envío más amplio.
Los setenta y dos representan a todas las naciones de la tierra: el Evangelio no tiene fronteras, porque el amor de Dios no tiene límites.

Jesús les da instrucciones precisas: no llevar bolsa, ni alforja, ni sandalias; desear la paz; curar a los enfermos; anunciar que el Reino de Dios está cerca.
Así describe Lucas el estilo del misionero: pobre, disponible, pacífico y lleno de Espíritu Santo.

Evangelizar no es convencer, sino preparar los caminos del Señor, como los setenta y dos que fueron “a los pueblos donde Él pensaba ir”.
Cada cristiano, cada comunidad, cada medio de comunicación —también Gusqui Stereo— puede ser ese mensajero que prepara los corazones para el encuentro con Cristo.


4. La singularidad de Lucas: oración y docilidad al Espíritu

La obra de San Lucas —su Evangelio y los Hechos— tiene un sello inconfundible: la centralidad de la oración y la acción del Espíritu Santo.
Allí donde los otros evangelistas no mencionan al Espíritu, Lucas lo hace presente: en la Anunciación, en el Bautismo, en el desierto, en la misión, en la cruz, en Pentecostés.

Esta insistencia revela su convicción:

“Toda misión cristiana se apoya en la oración y en la disponibilidad al Espíritu.”

La evangelización no es activismo ni estrategia, sino respuesta orante a un envío interior.
El misionero no anuncia por entusiasmo, sino por inspiración.
No corre por impulso, sino que camina al ritmo del Espíritu.

Por eso, antes de hablar del Evangelio, Lucas nos enseña a escucharlo y a vivirlo en silencio, en adoración, en confianza. Solo así la misión produce fruto.


5. San Lucas, evangelista de los gentiles y de la misericordia

Tradición y exégesis coinciden: Lucas escribió principalmente para los no judíos, para aquellos que no conocían las costumbres ni la Ley, para los pueblos “de lejos” que esperaban una palabra de salvación.
Por eso, su Evangelio es el más universal, el que más subraya la misericordia de Dios, la oración, la alegría, la dignidad de los pobres y la fe de las mujeres.

A través de sus páginas descubrimos a un Cristo cercano y compasivo, que perdona a los pecadores, levanta a los caídos, llora con los afligidos y come con los despreciados.
Ese es el Cristo que necesitamos hoy: el que cura el alma del mundo y siembra esperanza en medio del cansancio.

Lucas no solo escribió sobre la misericordia: la vivió, y por eso su palabra sigue transformando corazones hasta el fin del mundo.


6. María, la mujer del Espíritu y modelo del discípulo misionero

En este sábado, nuestra mirada se dirige naturalmente a María, la mujer del “sí”, la llena de gracia, la que creyó y acompañó a Jesús hasta la cruz y al Espíritu en Pentecostés.
Lucas es el evangelista que más la menciona, el que mejor describe su oración, su silencio, su disponibilidad.

Ella, la Virgen del Rosario, nos enseña el secreto del verdadero misionero:
orar, escuchar y actuar movidos por el Espíritu.
Sin oración, no hay misión. Sin Espíritu, no hay fuego. Sin María, no hay ternura en el anuncio.

Pidámosle hoy a la Madre del Evangelio viviente que nos ayude a anunciar como Lucas: con compasión, con fidelidad, con alegría.


7. Aplicación jubilar: ser evangelistas del tercer milenio

En este Año Jubilar “Peregrinos de la Esperanza”, San Lucas nos invita a evangelizar el mundo con el poder del Espíritu y la ternura de Dios.
El campo es grande, los corazones están sedientos, y el Señor sigue repitiendo: “La mies es abundante, pero los obreros pocos.”

El obrero del Reino no impone, ofrece la paz.
No condena, cura.
No huye, permanece.
Y cuando es rechazado, sigue amando.

Evangelizar hoy es llevar la misericordia al mundo digital, al trabajo, a las calles, a las familias heridas, a los que se sienten lejos de Dios.
Como San Lucas, somos llamados a ser evangelistas con palabra y con vida, a escribir un “quinto evangelio”: el de nuestro testimonio cotidiano.


8. Oración final

Señor Jesús,
Tú que enviaste a tus discípulos a evangelizar el mundo,
te damos gracias por el don de San Lucas,
médico, amigo fiel y testigo de tu misericordia.

Danos su mirada compasiva,
su docilidad al Espíritu,
su amor a la oración,
y su pasión por el Evangelio.

Haznos misioneros jubilares,
peregrinos de esperanza,
obreros de tu paz.

María, Madre del Evangelio viviente,
enséñanos a anunciar con amor
que el Reino de Dios está cerca.

Amén.

 

 

 

18 de octubre:

San Lucas Evangelista — Fiesta

Siglo I, murió aproximadamente a los 84 años
Patrono de los artistas, solteros, encuadernadores, cerveceros, carniceros, vidrieros, orfebres, encajeros, notarios, médicos y cirujanos.

 


Cita:

“Puesto que muchos han emprendido la tarea de componer un relato de los acontecimientos que se han cumplido entre nosotros, tal como nos los transmitieron los que fueron desde el principio testigos oculares y servidores de la Palabra, he decidido también yo, después de investigarlo todo diligentemente desde los orígenes, escribírtelo ordenadamente, excelentísimo Teófilo, para que conozcas la solidez de las enseñanzas que has recibido.”


(Lucas 1, 1–4)


Reflexión

En el siglo I, la ciudad de Antioquía era la capital de la provincia romana de Siria y una de las ciudades más importantes del Mediterráneo oriental. Durante siglos, sus restos antiguos pudieron contemplarse en Antakya (Turquía), hasta que el terremoto de febrero de 2023 destruyó muchos sitios religiosos de gran valor.
En tiempos apostólicos, Antioquía era un centro comercial estratégico del Imperio Romano, una ciudad culturalmente diversa, de lengua predominantemente griega y con una gran biblioteca que la convertía en un foco intelectual.

Antioquía fue también una de las primeras comunidades cristianas, evangelizada inicialmente por San Pablo y San Bernabé, y cuyo primer obispo fue San Pedro, según nos dice el libro de los Hechos:

“Y fue en Antioquía donde por primera vez los discípulos fueron llamados cristianos” (Hch 11,26).

El santo que hoy celebramos, San Lucas Evangelista, probablemente nació, creció y descubrió la fe en esa ciudad.


El médico amado y compañero de San Pablo

A San Lucas se le atribuyen el Evangelio según San Lucas y los Hechos de los Apóstoles.
El historiador del siglo IV Eusebio de Cesarea escribió:

“Lucas era de origen antioqueno y médico de profesión, íntimo amigo de Pablo y bien conocido del resto de los apóstoles” (Historia Eclesiástica 3,4).

San Pablo menciona a Lucas en varias de sus cartas como su colaborador y médico personal (Col 4,14; Flm 1,24; 2 Tim 4,11).

El hecho de que Lucas acompañara fielmente a Pablo también se revela en los Hechos de los Apóstoles, cuando el narrador pasa del “ellos” al “nosotros”, indicando su presencia personal en los viajes misioneros.
Estas secciones comienzan en Hechos 16,10–17, cuando Pablo recibe la visión que lo impulsa a cruzar a Macedonia desde Tróade. Desde entonces, Lucas parece haber permanecido a su lado: recorrieron Macedonia, Grecia, Galacia, Frigia, Éfeso, Jerusalén (donde Pablo fue arrestado) y finalmente Roma, donde el apóstol pasó dos años antes de ser ejecutado.

Según la Segunda Carta a Timoteo, escrita probablemente poco antes del martirio de Pablo, el apóstol testifica:

“Procura venir pronto a verme… Demas me ha abandonado por amor a este mundo y se ha marchado a Tesalónica; Crescente a Galacia, Tito a Dalmacia. Solo Lucas está conmigo” (2 Tim 4,9–11).

Hasta el final, Lucas fue el amigo fiel.


Un investigador meticuloso y escritor inspirado

En el prólogo de su Evangelio, Lucas confiesa que no fue testigo ocular de los hechos, sino que investigó cuidadosamente todo y lo escribió “en orden” (Lc 1,1–4).
San Pablo menciona en sus cartas a Marcos, autor del primer Evangelio, junto a Lucas, lo que indica una estrecha relación entre ambos. De hecho, se considera que Lucas utilizó el Evangelio de Marcos como fuente principal.

La mayoría de los estudiosos sostiene que Lucas fue un gentil convertido al cristianismo. Esta conclusión proviene de Colosenses 4,10–14, donde Pablo distingue entre “los de la circuncisión” (los judíos) y menciona a Lucas fuera de ese grupo, entre los gentiles.
Además, su Evangelio y los Hechos otorgan una atención especial a los convertidos de origen pagano, lo que confirma su sensibilidad universal.

Su dominio del idioma griego, tanto en gramática como en estilo literario, muestra que era un hombre culto y bien formado, profundamente inmerso en la cultura helenística.


Una obra en dos volúmenes: el Evangelio y los Hechos

El Evangelio según San Lucas y los Hechos de los Apóstoles forman una sola obra dividida en dos volúmenes, dirigida a un personaje llamado Teófilo.

En el Evangelio leemos:

“Excelentísimo Teófilo, he decidido escribirte en orden…” (Lc 1,3–4).

En los Hechos:

“En mi primer libro, querido Teófilo, traté de todo lo que Jesús hizo y enseñó hasta el día en que fue llevado al cielo…” (Hch 1,1–2).

¿Quién era Teófilo?
Los estudiosos ofrecen diversas interpretaciones:

  • Podría haber sido el abogado de San Pablo, y los escritos de Lucas habrían servido como material de defensa ante las autoridades romanas.
  • También pudo ser un mecenas o benefactor que financió la redacción de las obras.
  • Pero en una lectura espiritual, el nombre Theóphilos significa “amigo de Dios”, lo que sugiere que Lucas escribió para todos los que aman a Dios y desean conocer la certeza de la fe.

El Evangelio de la misericordia y la universalidad

El Evangelio según San Lucas, el más extenso de los cuatro, se distingue por su riqueza moral, espiritual y literaria.
Incluye numerosas parábolas y episodios únicos que no aparecen en los otros evangelios:

  • Anunciación a Zacarías (Lc 1,5–25)
  • Anunciación a María (Lc 1,26–38)
  • Visitación y Magníficat (Lc 1,39–56)
  • Nacimiento de Juan y cántico de Zacarías (Lc 1,57–80)
  • Presentación de Jesús en el Templo (Lc 2,22–38)
  • Jesús a los 12 años en el Templo (Lc 2,41–52)
  • Rechazo en Nazaret (Lc 4,16–30)
  • Resurrección del hijo de la viuda de Naín (Lc 7,11–17)
  • Perdón de la mujer pecadora (Lc 7,36–50)
  • Envío de los 72 discípulos (Lc 10,1–24)
  • Visita a Marta y María (Lc 10,38–42)
  • Conversión de Zaqueo (Lc 19,1–10)

Y parábolas exclusivas como:

  • El Buen Samaritano (Lc 10,25–37)
  • El Amigo importuno (Lc 11,5–13)
  • El Rico insensato (Lc 12,13–21)
  • La Higuera estéril (Lc 13,6–9)
  • La Oveja perdida, la Moneda perdida y el Hijo Pródigo (Lc 15)
  • El Administrador infiel (Lc 16,1–13)
  • El Rico y Lázaro (Lc 16,19–31)
  • La Viuda insistente (Lc 18,1–8)
  • El Fariseo y el Publicano (Lc 18,9–14).

Lucas ofrece una imagen de Cristo entrañable y misericordiosa, especialmente hacia los marginados, los pobres, las mujeres y los pecadores arrepentidos.


María, la Virgen del Evangelio

Solo Lucas nos ofrece los detalles más íntimos de la vida de la Santísima Virgen María: su Anunciación, su Magníficat y la Presentación de Jesús en el Templo.
Estos relatos parecen proceder de una fuente directa o de testimonio muy confiable, posiblemente de la misma Madre de Dios.

Una antigua tradición sostiene que San Lucas fue también artista, y que pintó el primer ícono de la Virgen María con el Niño Jesús, modelo de todas las imágenes marianas posteriores.


Muerte y legado

Las tradiciones antiguas indican que San Lucas murió a los 84 años en Beocia (Grecia), y aunque algunas fuentes sostienen que fue mártir —colgado de un olivo—, los registros no son concluyentes.

Lo que sí es seguro es que sus escritos son un testimonio fiable y luminoso.
El Evangelio y los Hechos de los Apóstoles constituyen una parte esencial del Nuevo Testamento.
Dios utilizó a este hombre culto e inteligente para inspirar, por medio del Espíritu Santo, un relato ordenado y profundo de la acción salvadora de Cristo y de los comienzos de la Iglesia.

Lucas puso su pluma, su corazón y su ciencia al servicio del Espíritu, y el Espíritu guió su mano.


Conclusión

Hoy, al honrar a este gran evangelista, recordemos que cuando él escribió con humildad “para que conozcas la certeza de las enseñanzas”, no podía imaginar que sus palabras se convertirían en una de las más difundidas de la historia de la humanidad, instrumento de salvación para millones de almas.


Oración

San Lucas,
fiel servidor de San Pablo y adorador de Jesús, tu Señor,
entregaste a Dios tus dones naturales, tu inteligencia y tu tiempo
para que Él los usara en el cumplimiento de su voluntad y en la proclamación del Evangelio.

Intercede por mí,
para que me entregue sin reservas al plan de Dios,
y para que Él me use como instrumento suyo
para atraer muchas almas a Cristo.

San Lucas, ruega por mí.
Jesús, en Ti confío.

 

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