9 de marzo del 2014: Primer Domingo de Cuaresma
Apoyándose en las escrituras, Jesús ha vencido las tentaciones ante
las cuales Eva, Adán e Israel, habían en otro tiempo sucumbido. Su victoria
hace posible nuestro triunfo sobre el mal, el pecado y la muerte. Gracias a Él,
podemos vivir plenamente nuestra vocación de bautizados, de Hijos e Hijas de
Dios.
EVANGELIO DE NUESTRO SENOR JESUCRISTO SEGUN SAN MATEO CAPITUL0 4,
VERSICULOS 1 AL 11
1. El Espíritu condujo a Jesús al desierto
para que fuera tentado por el diablo,
2. y después de estar sin comer cuarenta días
y cuarenta noches, al final sintió hambre.
3. Entonces se le acercó el tentador y le
dijo: «Si eres Hijo de Dios, ordena que estas piedras se conviertan en pan.»
4. Pero Jesús le respondió: «Dice la
Escritura: El hombre no vive solamente de pan, sino de toda palabra que sale de
la boca de Dios.»
5. Después el diablo lo llevó a la Ciudad
Santa y lo puso en la parte más alta de la muralla del Templo.
6. Y le dijo: «Si eres Hijo de Dios, tírate
de aquí abajo, pues la Escritura dice: Dios dará órdenes a sus ángeles y te
llevarán en sus manos para que tus pies no tropiecen en piedra alguna.»
7. Jesús replicó: «Dice también la Escritura:
No tentarás al Señor tu Dios.»
8. A continuación lo llevó el diablo a un
monte muy alto y le mostró todas las naciones del mundo con todas sus grandezas
y maravillas.
9. Y le dijo: «Te daré todo esto si te
arrodillas y me adoras.»
10. Jesús le dijo: «Aléjate, Satanás, porque
dice la Escritura: Adorarás al Señor tu Dios, y a Él solo servirás.»
11. Entonces lo dejó el diablo y se acercaron
los ángeles a servirle.
1. A guisa de introducción:
Dejarse “tentar por Dios”
Cuando era niño, recuerdo
que cuando llegaba la cuaresma, sabía que se aproximaba la Semana Santa, pero también
sentía la preocupación y luego la molestia al saber que debía renunciar a
ciertas comidas que me gustaban. Que debía privarme y sacrificarme, orar y
hacer silencio.
Ahora cuando soy adulto, y
en mi calidad de hombre consagrado, viviendo mi sacerdocio constato que la mera
renuncia, el sacrificio por el sacrificio no valen la pena…Lo que vale la pena,
durante este tiempo de 40 días especiales, privilegiados, es como dice un comentarista del evangelio quebequense dejarse
“tentar” por Dios”…Y es
necesario poner entre comillas la expresión porque puede prestarse para
confusiones o incurrir en errores de interpretación.
El Nuevo Testamento, la segunda
parte de la Biblia, rechaza la idea que Dios tentaría los humanos, y esto más bien es asunto de Satán o el diablo
que llamamos.
Al recitar el “Padre
Nuestro”, cuando decimos “no nos dejes caer en la tentación”, no se trata
simplemente de pedirle a Dios de alejarnos de cosas prohibidas. Nosotros oramos
al Padre, pidiéndole que nos ayude a evadir una prueba ante la cual la fe no sabría
como resistir, o sea ser tentados de renegar de Cristo.
Las tentaciones son inevitables,
quizás por lo mismo, sean necesarias: ellas nos confrontan y nos obligan a
tomar decisiones, a elegir.
Buscamos la felicidad, el
bienestar en las cosas materiales?
Ponemos Dios a prueba al
pedirle que arregle nuestros problemas por nosotros?
Ante quien nos
prosternamos?
Jesús también fue tentado,
como todos los seres humanos. En el desierto Él fue obligado a reflexionar
sobre la mejor manera de vivir como Hijo de Dios.
Apoyándose en las Escrituras,
Él nos mostró que el mal no tiene la última palabra. Es por ello que estamos
invitados a vivir esta cuaresma a permanecer arraigados en la Palabra de Dios.
Durante 40 días, dejémonos
“tentar” por Dios.
El tercer tiempo:
Yo sé que a muchos de ustedes les gusta el fútbol, y saben que cada partido se juega en dos periodos llamados tiempos o etapas de 45 minutos.
Así pues, hay un primer tiempo, un segundo tiempo …y otro que
uno podría llamar el tercer tiempo, y que se vive fuera de la cancha, en los
camerinos , fuera del estadio, después de finalizado el compromiso, con las
reacciones de los técnicos y los futbolistas y sus muletillas "por ahí fue un partido difícil..." ,
"Ellos se cerraron, nosotros presionamos...", "Eso es lo bonito
del fútbol..." etc., los comentarios equilibrados, sabios o
desaforados de los periodistas y o comentaristas deportivos…este tercer tiempo
sin lugar a dudas es el de la reflexión, de la evaluación, de los análisis para
descubrir que faltó, es la ocasión para técnicos, jugadores y seguidores de
volver a ver los videos y mejorar en todo lo posible para el próximo
encuentro…Por eso me ha parecido siempre tan acertado el nombre “tercer tiempo”…para un programa
de radio o tv, especializado en análisis y comentarios de fútbol o deportes.
Cuando Jesús toma la decisión de ir al bautismo de Juan, es porque sintió que ese bautismo manifestaría su disponibilidad para acoger el Reino que llega (que viene, que se acerca). Y Se descubre en este primer Impulso o movimiento el consentimiento (el hecho de decir sí) a una llamada interior que es una primera opción espiritual.
Pero en el bautismo, ocurre algo que se parece a una misión confiada a Jesús por Dios, en la línea de la misión anunciada en Isaías 42,1ss. Las cosas se precisan un poco, y Jesús debe detenerse para situarse (ubicarse) de manera más clara con relación a estos nuevos procesos.
Es sumamente delicado intentar precisar el fondo histórico del relato de las tentaciones, sobre todo cuando se ve cuanto el texto de Marcos 1,12-13 (que es más cercano-próximo a la fuente común de los tres relatos de Marcos, de Mateo y de Lucas), permanece o queda enigmático, contentándose con querer mostrar (o hacer revalidar) la victoria de Jesús sobre el mal.
El tercer tiempo es el tiempo de las decisiones tomadas con lucidez y coraje, el tiempo donde se es “llevado-conducido por el Espíritu” a examinar en lo posible aquello que se agita al interior y lo que despide (expele, se insinúa) en el horizonte, el tiempo donde se da la palabra a todas sus fantasías “diabólicas” pero también a todo lo que nos viene sobre Dios y sus llamadas, o a todo aquello que uno puede escuchar de los llamados de la VIDA, si no se es creyente.
Este tercer tiempo es el tiempo de Jesús, el tiempo del hombre a la vez dócil y
de pie, arisco y atento.
Reflexión Central
Vivir a Dios en el tiempo de Cuaresma
2.Aproximación psicológica al texto del Evangelio
El tercer tiempo:
Yo sé que a muchos de ustedes les gusta el fútbol, y saben que cada partido se juega en dos periodos llamados tiempos o etapas de 45 minutos.
Cuando Jesús toma la decisión de ir al bautismo de Juan, es porque sintió que ese bautismo manifestaría su disponibilidad para acoger el Reino que llega (que viene, que se acerca). Y Se descubre en este primer Impulso o movimiento el consentimiento (el hecho de decir sí) a una llamada interior que es una primera opción espiritual.
Pero en el bautismo, ocurre algo que se parece a una misión confiada a Jesús por Dios, en la línea de la misión anunciada en Isaías 42,1ss. Las cosas se precisan un poco, y Jesús debe detenerse para situarse (ubicarse) de manera más clara con relación a estos nuevos procesos.
Es sumamente delicado intentar precisar el fondo histórico del relato de las tentaciones, sobre todo cuando se ve cuanto el texto de Marcos 1,12-13 (que es más cercano-próximo a la fuente común de los tres relatos de Marcos, de Mateo y de Lucas), permanece o queda enigmático, contentándose con querer mostrar (o hacer revalidar) la victoria de Jesús sobre el mal.
Pero la intención de Mateo es la de poner esta experiencia de Jesús en relación
estrecha con aquella de su bautismo, en el sentido de una apropiación por parte
de Jesús de su misión que toma forma. En el bautismo la voz decía: “Tu eres mi Hijo”; en la tentación, la
voz dice: “Si tú eres (su) Hijo…”
Nos quedaría hacer escuchar la tercera voz, que es la de Jesús mismo. Había en
un primer tiempo, una llamada venida de Dios. Hubo en un segundo tiempo, una
reacción que se pone en la boca del diablo (el divisor, el que divide) pero que
se encontraría de todas maneras en las fantasías y el corazón de todo ser
humano: muy bien, di sí a la misión; date solamente una estrategia interesante;
tú tienes al menos necesidad de un poco de poder para llevar eso a feliz
término…
Este primer tiempo es el tiempo de Dios, el tiempo de su llamada intuitiva, el
tiempo de la misión que se entrevé o se visiona (o se vislumbra).
El segundo tiempo es el tiempo de los acomodamientos, el tiempo
donde se piensa espontáneamente en las ventajas personales y en su posible
poder. Es el tiempo del diablo, o el tiempo del hombre en su falsa ilusión
(ceguera), atraído por su egoísmo...El tercer tiempo es el tiempo de las decisiones tomadas con lucidez y coraje, el tiempo donde se es “llevado-conducido por el Espíritu” a examinar en lo posible aquello que se agita al interior y lo que despide (expele, se insinúa) en el horizonte, el tiempo donde se da la palabra a todas sus fantasías “diabólicas” pero también a todo lo que nos viene sobre Dios y sus llamadas, o a todo aquello que uno puede escuchar de los llamados de la VIDA, si no se es creyente.
Reflexión Central
Vivir a Dios en el tiempo de Cuaresma
Cuaresma,
ayuno, privaciones, sacrificios, tentaciones: todas estas son palabras
anticuadas en nuestros tiempos difíciles, crueles y revueltos y uno busca
preferentemente la valorización, la autoestima y la satisfacción de ser
reconocido. Uno creería y o diría que la
Iglesia lo hace adrede, y parece no querer estar a la moda.
Por qué dice
el Evangelio, que después de su bautismo, el espíritu empujó a Jesús al
desierto?
Hemos de
entender que el desierto en el sentido bíblico, es un lugar o un tiempo de
combate personal para liberar nuestras fuerzas interiores…Y uno no se instala
en el desierto: uno lo supera, lo traspasa…un poco parecido al joven que sigue
una terapia de desintoxicación en una clínica especializada.
Qué le ocurre,
qué le pasa a Cristo en el desierto? Él vive las tentaciones de todo ser
humano:
el deseo o sed
de posesión,
el deseo de
poder y la gloria personal del orgullo (el desierto es por excelencia, el lugar
de las ilusiones…de los espejismos).
La posesión la
más sutil contra la cual es necesario resistir con todas nuestras fuerzas es
ese deseo inconsciente de dominar las personas que están alrededor nuestro.
El deseo de
poder se traduce en que si uno siente que es incapaz de dominar los otros, se
ve abocado a un complejo de inferioridad y entonces uno se dispone a pisotear
los demás. Esto nos lleva a pensar que los peores enemigos no son los otros, sino
preferentemente nuestros demonios internos que llevan como nombre: falta de
conocimiento, la intolerancia, la sed de ser reconocido, el miedo a lo
desconocido.
Un dicho o
adagio lo asevera: “Entre más aprendo, más
constato que no sabía nada”. Y entre menos yo sé, mayor es mi impresión de
conocer todo”.
Mauricio Duplessis
decía la misma cosa: “La cultura es como
la mermelada: cuanto menos se tiene, más se extiende en nuestras
tostadas.”
Muchos cristianos piensan,
creen ser correctos en su caminar de fe, puesto que ellos creen en Dios, y ya
que no le hacen mal a los demás, porque dicen un “Padre nuestro” de vez en
cuando. Ellos no tienen un marco de sostén espiritual: una misa por aquí, por allá
no es suficiente para alimentar el alma. Ellos dicen que no hay por qué hacer
revisiones de vida (evaluación de vida), no hay por qué sacrificarse a sí
mismo, no ven la importancia de prestar un servicio mismo si se está ocupado. Toda
su vida está centrado en el “yo, me, mi”.
Vivir a Dios, experimentarlo
como lo propone el tiempo de Cuaresma,
es abrirse a
los demás, es no sucumbir ante las trampas de la morosidad, la pereza, la
negligencia, o del derrotismo,
es acoger sin
juzgar,
es conservar
su buen sentido del humor,
es vivir su
cotidianidad con alegría, sin pensar que uno es víctima de los demás, de quienes
abusan de nuestra buena voluntad…o como dice el “Chapulín”, los otros “se aprovechan de mi nobleza”.
Esta manera de
vivir la cuaresma es más edificante que privarse, hacer renuncias, sacrificios
que acaban por volvernos care aburridos y o melancólicos.
“El ayuno que me gusta, dice Dios a través del profeta Isaías, es romper las cadenas injustas, desatar las amarras del
yugo, dejar libres a los oprimidos y romper toda clase de yugo, compartir el
pan con el hambriento, alojar al pobre sin abrigo, es preocuparse de aquellos
que no tienen lo necesario para ser felices( Isaías 58, 6-7)
Buen viaje
hacia el país de la resurrección!
(Continuará…)
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