9 de febrero del 2023: jueves de la quinta semana del tiempo ordinario (año impar)

 

(Marcos 7, 24-30) La humildad que sabe discernir que a Dios se le debe todo, es la fe a la cual Jesús no niega nada, mismo cuando Él se aísla y esconde para encontrar un poco de descanso después de haber curado, instruido y alimentado a la multitud.


Primera lectura

Lectura del libro del Génesis 2,18-25:

 

El Señor Dios se dijo:
«No es bueno que el hombre esté solo; voy a hacerle a alguien como él, que le ayude».
Entonces el Señor Dios modeló de la tierra todas las bestias del campo y todos los pájaros del cielo, y se los presentó a Adán, para ver qué nombre les ponía. Y cada ser vivo llevaría el nombre que Adán le pusiera.
Así Adán puso nombre a todos los ganados, a los pájaros del cielo y a las bestias del campo; pero no encontró ninguno como él, que le ayudase.
Entonces el Señor Dios hizo caer un letargo sobre Adán, que se durmió; le sacó una costilla, y le cerró el sitio con carne.
Y el Señor Dios formó, de la costilla que había sacado de Adán, una mujer, y se la presentó a Adán.
Adán dijo:
«Esta sí que es hueso de mis huesos y carne de mi carne! Su nombre será mujer ,, porque ha salido del varón».
Por eso abandonará el varón a su padre y a su madre, se unirá a su mujer y serán los dos una sola carne.
Los dos estaban desnudos, Adán y su mujer, pero no sentían vergüenza uno de otro.

Palabra de Dios

 

 

Salmo

 

Sal 127,1-2.3.4-5 R/. Dichosos los que temen al Señor

 

Dichoso el que teme al Señor
y sigue sus caminos.
Comerás del fruto de tu trabajo,
serás dichoso, te irá bien. R/.

Tu mujer, como parra fecunda,
en medio de tu casa;
tus hijos, como renuevos de olivo,
alrededor de tu mesa. R/.

Esta es la bendición del hombre
que teme al Señor.
Que el Señor te bendiga desde Sión,
que veas la prosperidad de Jerusalén
todos los días de tu vida. R/.

 

 

Lectura del santo evangelio según san Marcos 7,24-30

 

En aquel tiempo, Jesús fue a la región de Tiro.
Entró en una casa procurando pasar desapercibido, pero no logró ocultarse.
Una mujer que tenía una hija poseída por un espíritu impuro se enteró enseguida, fue a buscarlo y se le echó a los pies.
La mujer era pagana, una fenicia de Siria, y le rogaba que echase el demonio de su hija.
Él le dijo:
«Deja que se sacien primero los hijos. No está bien tomar el pan de los hijos y echárselo a los perritos».
Pero ella replicó:
«Señor, pero también los perros, debajo de la mesa, comen las migajas que tiran los niños».
Él le contestó:
«Anda, vete, que por eso que has dicho, el demonio ha salido de tu hija».
Al llegar a su casa, se encontró a la niña echada en la cama; el demonio se había marchado.

Palabra del Señor

 

**********

 

“Una mujer que tenía una hija poseída por un espíritu impuro se enteró enseguida, fue a buscarlo y se le echó a los pies.
La mujer era pagana, una fenicia de Siria, y le rogaba que echase el demonio de su hija.”


Marcos 7: 25-26

 

 

El amor de un padre es poderoso. Y la mujer de esta historia claramente ama a su hija. Es ese amor el que impulsa a esta madre a buscar a Jesús con la esperanza de que Él libere a su hija del demonio que la poseyó. Curiosamente, esta mujer no era de fe judía. Ella era una gentil, una extranjera, pero su fe era muy real y muy profunda.

 

Cuando Jesús se encontró por primera vez con esta mujer, ella le rogó que liberara a su hija del demonio. La respuesta de Jesús fue al principio sorprendente. Él le dijo: “que se sacien primero los hijos. No está bien tomar el pan de los hijos y echárselo a los perritos.” En otras palabras, Jesús estaba diciendo que Su misión era primero para el pueblo de Israel, el pueblo elegido de la fe judía. Eran los "hijos" de los que hablaba Jesús, y los gentiles, como esta mujer, eran a los que se refería como "los perros". Jesús le habló de esta manera a esta mujer no por rudeza sino porque podía ver su profunda fe, y quería darle la oportunidad de manifestar esa fe para que todos la vieran. Y así lo hizo.


La mujer respondió a Jesús: «Señor, pero también los perros, debajo de la mesa, comen las migajas que tiran los niños». Sus palabras no solo fueron excepcionalmente humildes, sino que también se basaron en una fe profunda y un amor profundo por su hija. Como resultado, Jesús responde con generosidad e inmediatamente libera a su hija del demonio.

 

En nuestras propias vidas, es fácil caer en la trampa de pensar que merecemos la misericordia de Dios. Podemos pensar que tenemos derecho a la gracia de Dios. Y aunque Jesús desea profundamente derramar Su gracia y misericordia en abundancia sobre nuestras vidas, es esencial que comprendamos completamente nuestra indignidad ante Él. La disposición del corazón de esta mujer nos da un ejemplo perfecto de cómo debemos acercarnos a nuestro Señor.

 

Reflexione hoy sobre el hermoso ejemplo de esta mujer de profunda fe. Con oración, lea sus palabras una y otra vez. Trate de comprender su humildad, su esperanza y su amor por su hija. Mientras lo hace, ore para que pueda imitar su bondad y compartir las bendiciones que ella y su hija recibieron.

 

Misericordioso Señor mío, confío en tu perfecto amor por mí y por todos los pueblos. Oro especialmente por aquellos que llevan cargas pesadas y por aquellos cuyas vidas están profundamente entrelazadas con el mal. Por favor, libéralos, querido Señor, y dales la bienvenida a Tu familia para que se conviertan en verdaderos hijos de Tu Padre. Que pueda tener la humildad y la fe que necesito para ayudar a traer esta abundancia de gracia para los demás. Jesús, en Ti confío.

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