Vigilancia y espontaneidad
Podríamos pensar, al
imaginar a Abraham "sentado a la entrada de su tienda […] a la hora más
calurosa del día", que dormitaba suavemente, adormecido en vagos ensueños.
Sin embargo, el texto bíblico refuta rápidamente esa imagen. Tan pronto como
levanta los ojos, Abraham reconoce al Señor en los tres hombres que se le
aparecen y reacciona de la manera más apropiada posible diciéndoles, en
resumen: “¡Quédense conmigo!”
La espontaneidad de
Abraham proviene del hecho de que se encontraba en estado de vigilia,
en el sentido más activo del término: estaba atento, es decir,
oraba.
La Biblia está llena de
personajes que actúan con prontitud, sin vacilar, cuando perciben que Dios les
visita. Otro ejemplo es Mateo, quien deja todo apenas Jesús le dice: “Sígueme”.
Puede parecer que estos
pasajes carecen de verosimilitud. Sin embargo, la "santa espontaneidad"
que describen, llena de gozo y seguridad, es en realidad uno de los frutos de
una disposición
interior de escucha espiritual.
Tenemos un ejemplo
perfecto con María, la hermana de Marta. Aunque Marta está ocupada en un
servicio útil, no ha captado tan bien como María lo que exigía el momento: el
Señor está allí, escuchemos.
Dado que Dios, por
respeto a nuestra libertad, nunca irrumpe en nuestra vida con
estruendo, el silencio nos es necesario para
reconocerlo – y aún más, para estar listos para seguirlo con
prontitud, al más mínimo de sus signos.
¿Cuándo fue la última vez que tuve la clara sensación de
ser visitado por Dios en mi vida?
¿Me
reservo tiempos de silencio, al margen de mis ocupaciones cotidianas?
Jonathan Guilbault, directeur éditorial de Prions en Église
Canada
Primera lectura
Gn
18,1-10a
Señor,
no pases de largo junto a tu siervo
Lectura del libro del Génesis.
EN aquellos días, el Señor se apareció a Abrahán junto a la encina de
Mambré, mientras él estaba sentado a la puerta de la tienda, en lo más caluroso
del día. Alzó la vista y vio tres hombres frente a él. Al verlos, corrió a su
encuentro desde la puerta de la tienda, se postró en tierra y dijo:
«Señor mío, si he alcanzado tu favor, no pases de largo junto a tu siervo. Haré
que traigan agua para que se laven los pies y descansen junto al árbol.
Mientras, traeré un bocado de pan para que recobren fuerzas antes de seguir, ya
que han pasado junto a la casa de su siervo».
Contestaron:
«Bien, haz lo que dices».
Abrahán entró corriendo en la tienda donde estaba Sara y le dijo:
«Aprisa, prepara tres cuartillos de flor de harina, amásalos y haz unas
tortas».
Abrahán corrió enseguida a la vacada, escogió un ternero hermoso y se lo dio a
un criado para que lo guisase de inmediato. Tomó también cuajada, leche y el
ternero guisado y se lo sirvió. Mientras él estaba bajo el árbol, ellos comían.
Después le dijeron:
«¿Dónde está Sara, tu mujer?».
Contestó:
«Aquí, en la tienda».
Y uno añadió:
«Cuando yo vuelva a verte, dentro del tiempo de costumbre, Sara habrá tenido un
hijo».
Palabra de Dios.
Salmo
Sal
15(14),2-3a.3bc-4ab.5 (R. cf. 1a)
R. Señor, ¿quién
puede hospedarse en tu tienda?
V. El que procede
honradamente
y practica la justicia,
el que tiene intenciones leales
y no calumnia con su lengua. R.
V. El que no hace
mal a su prójimo
ni difama al vecino.
El que considera despreciable al impío
y honra a los que temen al Señor. R.
V. El que no
presta dinero a usura
ni acepta soborno contra el inocente.
El que así obra nunca fallará. R.
Segunda lectura
Col
1,24-28
El
misterio escondido desde siglos, revelado ahora a los santos
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Colosenses.
HERMANOS:
Ahora me alegro de mis sufrimientos por ustedes: así completo en mi carne lo
que falta a los padecimientos de Cristo, en favor de su cuerpo que es la
Iglesia, de la cual Dios me ha nombrado servidor, conforme al encargo que me ha
sido encomendado en orden a ustedes: llevar a plenitud la palabra de Dios,
el misterio escondido desde siglos y generaciones y revelado ahora a sus
santos, a quienes Dios ha querido dar a conocer cuál es la riqueza de la gloria
de este misterio entre los gentiles, que es Cristo en ustedes, la esperanza de
la gloria.
Nosotros anunciamos a ese Cristo; amonestamos a todos, enseñamos a todos, con
todos los recursos de la sabiduría, para presentarlos a todos perfectos en
Cristo.
Palabra de Dios.
Aclamación
R. Aleluya,
aleluya, aleluya.
V. Bienaventurados los
que escuchan la palabra de Dios con un corazón noble y generoso, la guardan y
dan fruto con perseverancia. R.
Evangelio
Lc
10,38-42
Marta
lo recibió. María ha escogido la parte mejor
Lectura del santo Evangelio según san Lucas.
EN aquel tiempo, entró Jesús en una aldea, y una mujer llamada Marta lo
recibió en su casa.
Esta tenía una hermana llamada María, que, sentada junto a los pies del Señor,
escuchaba su palabra.
Marta, en cambio, andaba muy afanada con los muchos servicios; hasta que,
acercándose, dijo:
«Señor, ¿no te importa que mi hermana me haya dejado sola para servir? Dile que
me eche una mano».
Respondiendo, le dijo el Señor:
«Marta, Marta, andas inquieta y preocupada con muchas cosas; solo una es
necesaria. María, pues, ha escogido la parte mejor, y no le será quitada».
Palabra del Señor.
Colombia a los pies del Maestro: escuchar para
servir y construir la paz
Lecturas: Gn 18,1-10a / Sal 14 / Col 1,24-28 / Lc 10,38-42
Contexto: Año Jubilar – Fiesta Nacional de Colombia
1. Introducción: Colombia, tierra
que espera y que lucha
Queridos hermanos y hermanas:
Hoy celebramos, como cada 20 de julio, el Día de
la Independencia de Colombia. Recordamos aquel grito de libertad en 1810,
símbolo del anhelo de un pueblo por levantar su voz, por romper cadenas, por
forjar su destino.
Sin embargo, no basta con recordar. Este día es
también una oportunidad para orar por nuestra patria, para renovar
nuestro compromiso con ella y para pedirle al Señor que Colombia no solo sea
independiente en lo político, sino libre de toda forma de violencia,
injusticia, corrupción, egoísmo, odio y desesperanza.
Y la liturgia de este domingo, tan providencial,
nos ofrece un hermoso camino para ello: abrirnos a la hospitalidad, a la
escucha y al servicio fecundo, como lo hicieron Abraham, María y Marta.
2. La visita de Dios transforma
las casas y las naciones
La primera lectura (Gn 18,1-10a) nos habla de
Abraham, el patriarca de la fe, que recibe a tres forasteros sin saber que
era el mismo Dios quien lo visitaba. En lugar de cerrar su tienda, la abre.
En lugar de desentenderse, corre, sirve, prepara, comparte. Y su hospitalidad
es recompensada con una promesa de vida: un hijo nacerá en su vejez.
Hoy, Colombia también espera ese hijo prometido: el
hijo de la paz, de la reconciliación, de la justicia social, del respeto a la
dignidad humana. Pero ese milagro no ocurre si no abrimos la tienda, si no
servimos con generosidad, si no reconocemos al otro —aun al distinto— como
presencia de Dios.
3. María y Marta: dos rostros de
una Colombia que ama y lucha
El evangelio de Lucas (10,38-42) nos sitúa en Betania.
Marta representa a la Colombia activa, trabajadora, generosa, que corre, que
cocina, que no descansa. María representa a la Colombia profunda,
espiritual, silenciosa, que escucha, que se sienta a los pies del Maestro.
Fray Tony nos recuerda que no es cuestión de
elegir entre las dos, sino de integrarlas. Jesús no reprende a Marta por
servir, sino por perderse en el activismo y olvidar lo esencial. Nos dice:
“María ha escogido la mejor parte...”.
¡Cuánto necesitamos hoy que Colombia entera —desde
sus instituciones, familias, autoridades, hasta sus jóvenes— escoja la mejor
parte: escuchar a Dios, escuchar al pueblo, escuchar al sufriente!
4. Colombia necesita discípulos
como Pablo: sufrir con esperanza
La segunda lectura, de la carta a los Colosenses
(1,24-28), nos muestra a Pablo que, desde la prisión, escribe con esperanza: “Ahora
me alegro de mis sufrimientos por ustedes… porque Cristo vive en ustedes,
esperanza de la gloria”.
¡Cuántos hombres y mujeres en Colombia también
sufren, pero con esperanza! Maestros que no se rinden. Madres que siguen
orando. Jóvenes que siguen estudiando. Policías y soldados que arriesgan su
vida por la seguridad de todos. Sacerdotes y líderes sociales que acompañan
procesos en medio de la violencia. Ellos son los Pablos de hoy.
Y tú, ¿cuál es tu parte? ¿Eres Marta sin María?
¿Eres María sin Marta? ¿Eres un Abraham de tienda cerrada, o uno dispuesto a
correr al encuentro del hermano?
5. Humor y sabiduría: una patria
que también sonríe
Permítanme recordar una anécdota de Fray Tony:
Una mujer le reclamó al sacerdote por no estar
disponible un día. Le dijo: “¡El diablo no descansa nunca, padre!”
Y el sacerdote le respondió: “¡Por eso no quiero parecerme a él!”
¡Qué sabiduría tan sencilla! Porque también la
patria necesita descanso, oración, escucha... No todo es trabajar, marchar,
reclamar o producir. También debemos orar, discernir, contemplar.
Otra historia:
Un hombre internado en un hospital psiquiátrico decía
ser el Papa. Al ser dado de alta, se rehusó a irse:
—¡Aquí era Papa Francisco! ¡En casa no soy nadie!
La identidad no viene del cargo ni del activismo, sino del amor que cultivamos
en silencio, en lo escondido, en la presencia de Dios.
6. En este Año Jubilar, ¿a qué
nos llama el Señor?
Colombia peregrina. Colombia herida. Colombia
creyente. Hoy el Señor nos hace una invitación triple:
- 🕊️ A orar por la paz, pero también a
trabajar por ella desde la escucha y el diálogo.
- 👨👩👧👦 A fortalecer nuestras
familias, enseñando a escuchar, a compartir, a perdonar.
- 🇨🇴 A honrar a nuestras
Fuerzas Armadas y de Policía, orando por sus integrantes,
especialmente por aquellos que han ofrecido su vida al servicio del país,
y pidiendo que en sus corazones reine la verdad, la justicia y la vocación
de servicio.
7. Conclusión: A los pies del
Maestro, por Colombia
Queridos hermanos:
Hoy pongamos a Colombia entera a los pies de Jesús.
Escuchemos su Palabra. Reordenemos nuestras prioridades. Y desde la escucha,
sirvamos. Desde la contemplación, trabajemos. Desde la oración, actuemos. Que
Marta y María vivan en nuestro corazón, como vivieron en la casa de Betania.
Que Abraham nos inspire hospitalidad. Que Pablo nos regale esperanza.
Y que Colombia, en este año de gracia, sea
verdaderamente libre: no solo de opresores externos, sino de egoísmos internos,
de sordera espiritual y de indiferencia social.
🙏 ORACIÓN POR COLOMBIA
Señor de
la historia,
hoy elevo mi voz por mi país:
Colombia de montañas y selvas,
Colombia de café y de esperanza,
Colombia herida pero fuerte,
Colombia creyente, tuya.
Que
florezca en nosotros la paz,
con justicia, con equidad, con diálogo.
Bendice a nuestras familias.
Bendice a quienes nos protegen
desde la Fuerza Aérea, Naval, Militar y Policía.
Consuela a los que lloran por la violencia.
Renueva en nosotros el deseo de construir
una patria donde Marta y María convivan,
donde se escuche y se sirva,
donde se ame y se ore.
¡Colombia,
peregrina de la esperanza!
Jesús te dice:
“Una sola cosa es necesaria…
y María la ha escogido.”
¡Haznos elegir siempre lo esencial!
Amén.
2
Una sola cosa es necesaria… escuchar con el
corazón.
Introducción:
Hermanos
y hermanas en Cristo:
En medio de una época marcada por el ruido, la
prisa y la dispersión, la Palabra de Dios de este domingo nos invita a
detenernos, a hacer silencio interior y a recuperar el arte de la escucha,
esa escucha que transforma el corazón y da sentido a nuestra vida. En este Año
Jubilar, en el que somos llamados a caminar como peregrinos de la
esperanza, el Señor nos recuerda que la esperanza nace de la Palabra
escuchada, acogida y vivida con fidelidad.
Hoy contemplamos dos escenas bíblicas que nos
sitúan en el hogar, en el lugar del encuentro, de la acogida: Abraham en
Mambré (Gn 18) y Jesús en Betania, acogido por Marta y María (Lc
10). Y en ambas, Dios visita, Dios habla, Dios promete…
pero solo quienes saben acoger y escuchar, reciben la bendición.
1. La hospitalidad que abre el cielo (Gn 18,1-10a)
La primera lectura nos presenta a Abraham bajo la
encina de Mambré, cuando “el Señor se le apareció” en la forma de tres
misteriosos visitantes. Abraham no se queda paralizado por el calor del día ni
por la rutina de su campamento. Sale a su encuentro, se postra, abre su
tienda y su corazón, prepara alimento, agua, descanso… ¡y Dios le revela
una promesa que cambiará su historia!
La hospitalidad bíblica no es un gesto de cortesía: es
apertura radical a la presencia de Dios en el rostro del otro. Por eso Abraham
será llamado “amigo de Dios” (cf. Is 41,8), porque supo acoger al Señor incluso
sin reconocerlo plenamente.
En este
tiempo en que tantos corazones están cerrados por el miedo, la desconfianza o
el egoísmo, ¿nos dejamos visitar por Dios? ¿Sabemos detenernos para acoger su
paso por nuestra vida?
2. Una sola cosa es necesaria (Lc 10,38-42)
Lucas nos presenta una escena entrañable: Marta,
afanada por servir, y María, sentada a los pies del Maestro. No es un reproche
a Marta por su servicio, sino una invitación a reordenar las prioridades:
no podemos hacer mucho por Jesús si no estamos primero con Jesús.
Marta representa a tantos cristianos hoy,
agobiados, estresados, hiperactivos, incluso dentro de la Iglesia. María representa
la escucha orante, la acogida de la Palabra, la dimensión
contemplativa sin la cual nuestra acción se vacía.
En el fondo, el evangelio de hoy nos lanza una
pregunta incisiva: ¿soy capaz de hacer silencio interior para escuchar la voz
del Señor? ¿O estoy huyendo del encuentro porque me incomoda, me confronta o me
deja vulnerable?
3. Escuchar para vivir con sentido
Vivimos
en una cultura donde se habla mucho y se escucha poco: los chats, las redes, la
radio, los programas de entretenimiento, nos llenan de ruido y palabras huecas.
Pero no hay tiempo para la misa, para la oración, para una buena conversación.
Por eso, muchos “se aburren” en la Eucaristía. ¿Por
qué? Porque se han desacostumbrado a escuchar. Y la misa es, ante todo,
escuela de escucha: de la Palabra, del hermano, de nuestra propia
conciencia.
Jesús
dice que María ha escogido “la mejor parte”. ¿Y cuál es esa parte? Estar con
Él. Escucharle. Dejarse mirar por Él. Y eso no nos será quitado jamás.
La fe se alimenta de esta escucha amorosa.
4. Domingo: día de escuchar, día de vivir
En este domingo, en este tiempo litúrgico ordinario
que tiene nombre de cotidiano, de camino, celebramos también
nuestra identidad como pueblo convocado por Dios. Y aquí quiero hacer un
llamado claro: volver a la Eucaristía dominical no es un deber impuesto
desde fuera. Es una necesidad del alma. Es nuestra Betania semanal, nuestro
Mambré.
Aquí el Señor nos visita. Aquí se parte el Pan.
Aquí se enciende la fe, se renueva la esperanza y se fortalece el amor.
En este Año Jubilar, redescubramos la
belleza del Domingo como día del Señor y de la comunidad, día de
descanso y de escucha, día de familia y de oración. Volver a la misa dominical
es un acto de resistencia espiritual contra la superficialidad de nuestra
época.
5. Un camino de equilibrio interior
Entre
Marta y María no hay rivalidad, sino complementariedad. Ambas son necesarias.
El desafío es integrar ambas dimensiones en nuestra vida: el hacer y el ser, la
acción y la contemplación, el trabajo y la oración.
El Papa Francisco ha dicho que la Iglesia
necesita “mujeres y hombres como María y Marta, que sepan escuchar y servir,
contemplar y actuar”. El verdadero discipulado no elige entre oración y
misión: las une.
Conclusión y envío:
Queridos
hermanos:
Jesús sigue pasando por nuestras casas, por
nuestras comunidades, por nuestras vidas. Nos pide que lo acojamos, pero sobre
todo que lo escuchemos. Y no hay mejor escuela para esto que la Eucaristía
dominical.
Pidamos hoy la gracia de ser como María: sentarnos
a los pies del Maestro. Pero también como Marta: poner nuestras manos al
servicio de los hermanos. Y como Abraham: abrir nuestras tiendas al paso de
Dios. Que así vivamos como auténticos peregrinos de la esperanza.
🙏 ORACIÓN FINAL:
Señor
Jesús,
en este domingo quiero escucharte,
quiero darte un lugar en mi casa,
quiero que hables a mi corazón.
Tú
conoces mis prisas, mis ansiedades,
mis distracciones y mis miedos.
Pero también sabes que anhelo sentarme a tus pies,
como María, y dejarme mirar por Ti.
Enséñame
a equilibrar mi vida,
a no huir del silencio,
a hacer de cada Eucaristía
un espacio de encuentro,
una pausa llena de sentido,
un alimento para la semana.
Tú eres
la única Palabra que da vida.
Que nunca me aparte de Ti.
Amén.
3
Vigilantes en la fe, atentos a la visita de Dios
1. Introducción: La visita discreta de Dios
Queridos
hermanos y hermanas en el Señor:
La liturgia de este domingo nos ofrece dos escenas
entrañables, llenas de calor humano, pero sobre todo cargadas de una verdad
teológica profunda: Dios se hace presente en medio de nuestra vida
cotidiana, pero su visita exige vigilancia interior, escucha y disponibilidad.
La primera lectura (Gn 18,1-10a) nos presenta a
Abraham, el patriarca de la fe, sentado a la entrada de su tienda “en la
hora más calurosa del día”, aparentemente en reposo. Pero no está dormido
ni indiferente. Está en vela espiritual, en oración. Por eso, cuando
aparecen los tres hombres, no duda, no vacila: reconoce en ellos la visita
de Dios y los acoge con generosidad y reverencia. Y por esa hospitalidad
nacida de la vigilancia, Dios le regala una promesa que parecía imposible:
el nacimiento de un hijo.
Así también nosotros, en este Año Jubilar,
estamos llamados a despertar de nuestra rutina, del letargo del alma, y
reconocer la visita de Dios en lo sencillo, en lo pequeño, en lo humano. La
esperanza se cultiva cuando tenemos los ojos abiertos y el corazón dispuesto.
2. Evangelio: María y la santa espontaneidad
El evangelio (Lc 10,38-42) nos lleva a Betania, a
la casa de Marta y María. Dos hermanas, dos estilos de vida, dos formas de
acoger… pero un solo corazón que ama a Jesús.
Marta corre, se afana, sirve. María se sienta,
escucha, contempla.
Muchos han malinterpretado este pasaje como si
Jesús despreciara el servicio. No es así. Jesús no reprende a Marta por servir,
sino por su preocupación excesiva, por su ansiedad. Lo que María ha elegido
–estar a los pies del Maestro– es “la mejor parte”, porque ha entendido qué
exigía el momento: no era hora de agitación, sino de escucha. El Señor está
allí, y cuando Él habla, el alma debe hacer silencio.
Este es el corazón del mensaje de hoy: estar
atentos para reconocer cuándo Dios pasa y responder con la misma
espontaneidad de Abraham, con la misma prontitud de María. Esa es la “santa
espontaneidad”, fruto de la vigilancia interior…
3. El silencio como espacio para el encuentro
En la sociedad de hoy, hiperconectada, hiperactiva,
y saturada de información, nos cuesta mucho hacer silencio. El ruido
exterior muchas veces refleja nuestro ruido interior: prisas,
preocupaciones, ansiedad, miedo al vacío.
Pero Dios no grita. Dios no interrumpe
con violencia. Dios respeta nuestra libertad. Por eso, como decía
san Juan de la Cruz: “El Padre pronunció una Palabra, que fue su Hijo, y la
dijo en silencio, y en silencio ha de ser oída.”
El silencio no es una ausencia, es una presencia
que se escucha mejor. Es el espacio donde nuestra alma se vuelve
receptiva, donde la fe puede florecer.
En este Año Jubilar, ¿podremos recuperar el espíritu
contemplativo en medio de nuestras tareas pastorales y cotidianas?
¿Podremos reservar espacios para “estar a los pies del Señor”?
4. Colosenses: Cristo en
nosotros, esperanza de gloria
San Pablo, en la segunda lectura (Col 1,24-28), nos
recuerda el misterio de Cristo, escondido por siglos y ahora revelado: Cristo
en nosotros, esperanza de la gloria. Esta presencia interior de Cristo no
es evidente para todos. Solo quienes viven con un corazón atento, con una
vigilancia espiritual permanente, logran percibir que no estamos solos, que
Él nos habita.
San Pablo, prisionero y sufriente, dice: “Ahora
me alegro por lo que padezco por ustedes”. ¿Cómo puede alguien sufrir y
alegrarse al mismo tiempo? Solo quien ha hecho silencio interior, quien
ha aprendido a reconocer la visita de Dios incluso en el dolor, puede
decir esto.
El cristiano no es alguien que “hace muchas cosas”
solamente, sino alguien que vive con Cristo en el centro, y eso solo se
logra a través de una vida eucarística, de escucha y contemplación.
5. La Eucaristía dominical: espacio privilegiado de
visita
Queridos hermanos, esta homilía no puede concluir
sin una invitación concreta y urgente: volver con amor, con alegría y
fidelidad a la Eucaristía dominical.
Aquí el Señor se hace Palabra y Pan, visita
nuestras tiendas, entra en nuestras casas, se sienta en nuestra mesa.
Pero solo quienes están en vigilia espiritual,
como Abraham, como María, como Mateo, como Pablo, sabrán reconocerlo y decirle:
“Quédate, Señor, en mi casa”.
Que este Año Jubilar, como peregrinos de la
esperanza, renovemos nuestra fidelidad al Domingo como Día del Señor. No
por obligación, sino porque reconocemos que Él nos visita en cada misa, en
cada Palabra proclamada, en cada Eucaristía celebrada.
🙏 ORACIÓN FINAL:
Señor
Jesús,
pasa por nuestra vida sin estruendos,
pero ayúdanos a levantar los ojos como Abraham,
a sentarnos a tus pies como María,
a escucharte con gozo como Mateo.
Haznos
vigilantes, atentos,
abiertos a tu presencia discreta,
disponibles a tu Palabra fecunda.
En este
Año Jubilar,
haznos peregrinos con el corazón despierto,
con los oídos abiertos,
con el alma sedienta.
Que al
final de cada día,
podamos decir:
“Hoy fuiste mi visita,
y yo te supe reconocer.”
Amén.
4
Escuchar, servir, contemplar: el arte de priorizar
a Dios
1. Introducción: ¿Qué tiene prioridad en tu vida?
Queridos hermanos:
Estamos rodeados de mil cosas urgentes: tareas,
compromisos, llamadas, notificaciones, mensajes, responsabilidades. Pero hoy,
Jesús nos pregunta con ternura: “¿Y lo verdaderamente importante? ¿Dónde está
en tu lista de prioridades?”
Un sacerdote cuenta que una feligresa, muy molesta,
le dijo:
—Padre, lo estuve buscando todo el día y no lo encontré. ¡Usted se tomó el
día libre! ¡Y el demonio nunca descansa!
El sacerdote, con una sonrisa, le respondió:
—¡Justamente, señora! Si yo no descansara, sería como él...
Con humor, Jesús también quiere hacernos despertar.
Este domingo es una oportunidad para revisar si, en medio del “hacer”, estamos
olvidando el “ser”, el “escuchar”, el “orar”. Porque, como bien decía Fray
Tony: “El único modo real de ordenar bien la vida cristiana es sentarnos
cada día, aunque sea un rato, a los pies de Jesús.”
2. Primera lectura: La hospitalidad atenta de
Abraham
En Mambré, Abraham no está simplemente descansando
al calor del mediodía. Está vigilante, abierto, disponible. Por eso, al
ver a tres visitantes, no duda: se levanta, corre, los acoge, les ofrece comida,
sombra, descanso.
Y Dios le responde no solo con una visita, sino con
una promesa que parecía imposible: “El año próximo, por este tiempo, Sara
tendrá un hijo.”
Esta escena nos enseña que cuando uno abre el
corazón y el hogar, Dios puede hacer maravillas.
Fray Tony dice que Abraham fue considerado por la tradición judía como el
“inventor de la bendición después de las comidas”… ¡y hasta un precursor de los
hostales misioneros!
3. Evangelio: Marta, María y el verdadero banquete
Pasamos de Mambré a Betania. Marta corre de un lado
a otro. María se sienta a los pies del Maestro. Marta cocina; María escucha.
¿Jesús rechaza el servicio de Marta? No. Lo que
hace es redirigir la mirada a lo esencial: “Te preocupas por muchas
cosas… pero una sola es necesaria”.
Aquí
viene una anécdota real y plena de humor:
Unos hombres en un grupo bíblico discutían quién
sería mejor esposa: ¿Marta o María?
—Marta, claro —dijo uno—. Cocinaba rico y sabía atender bien.
—No —dijo otro—. Yo me quedo con María, dulce, espiritual, atenta.
Hasta que uno zanjó el asunto:
—Pues yo me casaría con las dos: con Marta antes de la cena y con María
después.
La sabiduría popular nos hace sonreír, pero el
mensaje es claro: necesitamos ambas actitudes en la vida cristiana:
servicio generoso como Marta, pero fundado en la escucha orante como María.
4. Segunda lectura: San Pablo, el contemplativo en
acción
San
Pablo, escribiendo a los colosenses, confiesa algo profundo: “Me alegro
de sufrir por ustedes... porque me esfuerzo en anunciar el misterio escondido,
que es Cristo entre ustedes, esperanza de la gloria.”
Este Pablo que sufre, predica y ama, no lo hace por
activismo vacío, sino porque su vida brota del encuentro personal con Cristo.
Él mismo se ha sentado a los pies del Señor y, desde allí, ha salido a
evangelizar hasta el fin del mundo.
Los amigos de San Ignacio lo llamaban
“contemplativo en la acción”. Nuestro fundador Miguel Ángel Builes, él mismo lo
era, e insistía en que en nuestra vocación y ministerio como sacerdotes,
hermanos y laicos hemos de ser “contemplativos en la acción” ese debe ser también nuestro ideal: servir
desde la oración, actuar desde la fe.
5. Tres enseñanzas jubilares para hoy
🕯️ a) Reavivar nuestras
prioridades espirituales
En este Año Jubilar, debemos poner primero a
Cristo. ¡Y no es teoría! Es buscarlo en la oración, escucharlo en la
Palabra, vivirlo en la Eucaristía.
Como decía un publicista:
“Comencé cada día con una hora de oración... y
aunque a veces me costaba, sabía que estaba en la sala de espera de Dios, y eso
bastaba.”
🧏 b) Ser “Marías que escuchan” y
“Marthas que sirven”
No es cuestión de elegir entre oración o servicio.
El problema es hacer mucho sin haber orado, hablar mucho sin haber
escuchado, servir sin haberse sentado antes con Jesús.
Una fe sin oración es activismo; y una oración sin servicio, es fuga
espiritual.
🫂 c) Practicar la hospitalidad
como actitud vital
La hospitalidad no es solo atender bien. Es recibir
al otro con el corazón abierto, como Abraham. Es ofrecer tiempo y
escucha, como María. Es ponerse al servicio del bien común, como
Marta.
6. Conclusión: El banquete está servido
En cada Eucaristía, el Señor nos dice como a
Abraham: “El año próximo… algo nuevo pasará”.
Nos dice como a Marta: “Ven, escucha primero”.
Y como a María: “Has elegido la mejor parte… y no te será quitada.”
Dios no necesita de nosotros para ser Dios. Pero
nosotros sí necesitamos de Él para ser plenamente humanos.
Y Él, en su infinita bondad, nos hace el favor de invitarnos cada domingo a
su mesa, a su Palabra, a su presencia.
🙏 ORACIÓN FINAL
Señor
Jesús,
enséñanos a detenernos,
a escucharte con el alma abierta,
a reconocerte en el hermano,
a servirte sin perder la calma.
Haznos,
como Abraham, hospitalarios;
como María, contemplativos;
como Marta, diligentes;
como Pablo, apasionados.
Que este
Año Jubilar sea para nosotros
un tiempo para sentarnos a tus pies,
para nutrirnos de tu Palabra,
y para salir con gozo a servirte
en los hermanos más necesitados.
Amén.
Referencias:
https://padregusqui.blogspot.com/2019/07/21-de-julio-del-2019-16o-domingo-del.html
https://www.prionseneglise.ca/textes-du-jour/commentaire/2025-07-20
https://frtonyshomilies.com/2025/07/12/fr-tony-o-t-xvi-july-2oth-sunday-homily/
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Gracias por visitar mi blog, Deje sus comentarios que si son hechos con respeto y seriedad, contestaré con mucho gusto. Gracias. Bendiciones