Santo del día:
San Alfonso María de Ligorio
1696-1787. «Toda
santidad consiste en amar a Dios, y todo el amor de Dios consiste en hacer su
voluntad», escribió el fundador de la congregación redentorista. Proclamado
Doctor de la Iglesia en 1871.
Donde duele
(Mateo 13, 54-58) Jesús
está en su casa en Nazaret y, sin embargo, no es realmente recibido allí; entre
Él y la gente de la sinagoga, las relaciones se enturbian.
Como en nuestras historias
familiares cuando un velo de incomprensión viene a empañar las relaciones más
bellas: entre padres e hijos, entre esposos, entre hermanos y hermanas...
Las relaciones más íntimas
son, con frecuencia, las más heridas,
pero en el corazón mismo de la herida, Jesús está allí.
Primera lectura
En las
festividades del Señor convocarán asamblea litúrgica
Lectura del libro del Levítico.
EL Señor habló a Moisés:
«Estas son las festividades del Señor, las asambleas litúrgicas que convocarán
en las fechas señaladas.
El día catorce del primer mes, al atardecer, es la Pascua del Señor.
El día quince del mismo mes, es la fiesta de los Panes Ácimos dedicada al
Señor. Comerán panes ácimos durante siete días. El primer día se reunirán en
asamblea litúrgica, y no harán ningún trabajo servil. Los siete días ofrecerán
al Señor oblaciones. El séptimo se volverán a reunir en asamblea litúrgica, y
no harán ningún trabajo servil”».
El Señor habló a Moisés:
«Di a los hijos de Israel: “Cuando entren en la tierra que yo les voy a dar y
sieguen la mies, llevarán al sacerdote una gavilla como primicia de su cosecha.
Este la balanceará ritualmente en presencia del Señor, para que les sea
aceptada; la balanceará el sacerdote el día siguiente al sábado.
A partir del día siguiente al sábado en que lleven la gavilla para el balanceo
ritual, contarán siete semanas completas: contarán cincuenta días hasta el día
siguiente al séptimo sábado y ofrecerán una oblación nueva al Señor.
El día diez del séptimo mes es el día de la Expiación. Se reunirán en asamblea
litúrgica, ayunarán y ofrecerán al Señor una oblación.
El día quince de ese séptimo mes comienza la fiesta de las Tiendas dedicada al
Señor; y dura siete días. El día primero se reunirán en asamblea litúrgica. No
harán trabajo servil alguno. Los siete días ofrecerán al Señor oblaciones. Al
octavo volverán a reunirse en asamblea litúrgica y ofrecerán al Señor
oblaciones. Es día de reunión religiosa solemne. No harán trabajo servil alguno.
Estas son las festividades del Señor, en las que se reunirán en asamblea
litúrgica, y ofrecerán al Señor oblaciones, holocaustos y ofrendas, sacrificios
de comunión y libaciones, según corresponda a cada día».
Palabra de Dios.
Salmo
R. Aclamen a
Dios, nuestra fuerza.
V. Acompañen,
toquen los panderos,
las cítaras templadas y las arpas;
toquen la trompeta por la luna nueva,
por la luna llena, que es nuestra fiesta. R.
V. Porque es
una ley de Israel,
un precepto del Dios de Jacob,
una norma establecida para José
al salir de Egipto. R.
V. No
tendrás un dios extraño,
no adorarás un dios extranjero;
yo soy el Señor, Dios tuyo,
que te saqué de la tierra de Egipto. R.
Aclamación
V. La palabra
del Señor permanece para siempre; pues esa es la palabra del Evangelio que se
les anunció. R.
Evangelio
¿No es el
hijo del carpintero? Entonces, ¿de dónde saca todo eso?
Lectura del santo Evangelio según san Mateo.
EN aquel tiempo, Jesús fue a su ciudad y se puso a enseñar en su sinagoga.
La gente decía admirada:
«¿De dónde saca este esa sabiduría y esos milagros? ¿No es el hijo del
carpintero? ¿No es su madre María, y sus hermanos Santiago, José, Simón y
Judas? ¿No viven aquí todas sus hermanas? Entonces, ¿de dónde saca todo eso?».
Y se escandalizaban a causa de él.
Jesús les dijo:
«Solo en su tierra y en su casa desprecian a un profeta».
Y no hizo allí muchos milagros, por su falta de fe.
Palabra del Señor.
1
Dios ve más allá de las etiquetas
Queridos
hermanos y hermanas:
En este Año
Jubilar, cuando caminamos como “Peregrinos de la Esperanza”, la Palabra de
Dios de hoy nos hace detenernos ante una realidad que toca todos los niveles de
nuestra vida: la tentación de juzgar superficialmente, de etiquetar a
las personas, de reducirlas a lo que creemos que son.
1. ✨ El escándalo de lo conocido
Jesús
llega a su tierra y enseña en la sinagoga. Sus palabras causan admiración: “¿De
dónde le viene esa sabiduría?”. Sin embargo, en vez de abrir el corazón a lo
que el Espíritu está revelando, sus paisanos se cierran con prejuicios:
“¿No es
este el hijo del carpintero? ¿No vive su madre entre nosotros?”.
Lo
conocían “demasiado bien”… o eso creían. Lo habían encerrado en una etiqueta:
la del joven del pueblo, el hijo de José, el carpintero. Y cuando uno etiqueta,
ya no escucha. Cuando uno cataloga, deja de aprender. El evangelio concluye con
tristeza:
“Y no
hizo allí muchos milagros, por su falta de fe”.
¡Qué
dolorosa paradoja! El mismo Jesús que sana, consuela y libera… no puede actuar
donde no hay apertura de corazón.
2. 🩹 El Dios que mira el corazón
El salmo
de hoy nos recuerda:
“Yo soy
el Señor, tu Dios, que te saqué de Egipto: abre tu boca, y yo la llenaré” (Sal 80,11).
Y en este
Jubileo, se nos recuerda que nadie está tan lejos que no pueda ser tocado
por la Misericordia. El mismo Jesús, rechazado en su pueblo, sigue siendo
la Puerta siempre abierta para el que quiere entrar.
3. 🩺 Orar por los que sufren en el
alma y en el cuerpo
Pero hay
hermanos que hoy, como Jesús, también son rechazados o ignorados:
- El enfermo crónico que
parece “una carga”.
- La persona con depresión,
que es tratada como si tuviera simplemente “falta de voluntad”.
- El migrante que “no es de
los nuestros”.
- El sacerdote mayor, que ya
no tiene voz pero guarda la sabiduría del Evangelio.
- El joven sin rumbo, que
busca un sentido y nadie le pregunta por su alma.
4. 🙏 Una invitación a la conversión
interior
En este
Año Jubilar, la Iglesia nos invita a redescubrir el corazón del Padre. Un
corazón que no etiqueta, sino que abraza. Que no cierra puertas, sino
que camina al encuentro. Que no se queda con la apariencia, sino que entra
hasta lo más profundo del alma.
5. ✝️ Tiempo de misericordia y
esperanza
🕊️ Oración final
Señor
Jesús,
Tú que fuiste rechazado por los tuyos,
ayúdanos a no rechazar a nadie.
Enséñanos a ver más allá de las apariencias,
a descubrir la belleza escondida en cada ser humano.
Danos un corazón como el de San Alfonso,
capaz de evangelizar con ternura,
de corregir con amor,
de acoger con misericordia.
Haznos, en este Año Jubilar,
portadores de esperanza y sembradores de reconciliación.
Amén.
2
Allí donde más duele… Jesús
está
Queridos
hermanos y hermanas en el Señor:
Esta
liturgia nos presenta un rostro de Jesús muchas veces olvidado: el Jesús herido por los suyos,
incomprendido en su propia tierra. Es el Cristo que, estando en casa, no es recibido. Es el
Dios hecho hombre que conoce el
rechazo íntimo, el que más
duele, porque no viene de extraños, sino de los más cercanos.
Hoy
queremos acercarnos a este evangelio desde
las heridas, desde esa zona
interior donde nos duele, y mirar allí al Señor que también fue herido,
para encontrar consuelo, comprensión, perdón y sanación.
1. ✝️ El rechazo más difícil: el que viene de los
cercanos
“¿No
es este el hijo del carpintero?” — se preguntan en Nazaret.
Lo conocen desde pequeño, o eso creen. Pero ese conocimiento superficial los ciega ante la novedad del Reino
que brota de Él. Se escandalizan.
Y así, las relaciones se
enturbian. Como sucede, tantas veces, en nuestras propias
historias personales:
·
entre
esposos que han dejado de escucharse,
·
entre
padres e hijos que ya no se comprenden,
·
entre
hermanos que conviven con heridas no sanadas,
·
entre
feligreses que guardan resentimientos.
¿Dónde
se rompen más fácil los vínculos? Allí
donde son más profundos.
Pero también allí puede surgir
la mayor gracia: porque
Jesús está allí, en
el centro mismo de la herida, como dice el comentario francés.
Él no huye de nuestras
grietas. Las habita.
2. 💔 Las heridas del alma y del cuerpo: dolor
que pide redención
En
este día, elevamos nuestra oración por quienes
sufren en el cuerpo y en el alma:
– el enfermo que no entiende el porqué de su prueba,
– el que lucha con la depresión o la ansiedad,
– la madre abandonada,
– el sacerdote que vive en silencio su cruz,
– el joven que no encuentra sentido,
– el abuelo que se siente una carga.
San
Alfonso de Ligorio, cuya memoria celebramos hoy, entendió estas heridas.
Él también vivió rechazos, incomprensiones, crisis profundas. Su vocación
sacerdotal le costó el desprecio de su padre. Como fundador, fue expulsado de su
propia congregación.
Pero supo transformar el dolor en misericordia: se dedicó a consolar, a confesar, a acompañar.
Fundó una moral comprensiva,
no condenatoria, basada en el corazón de Cristo.
Aprendamos de él que el Evangelio sana
sin aplastar, redime sin exigir perfección.
3. 🙏 Oración penitencial desde lo profundo
A
veces también nosotros somos como la gente de Nazaret:
– Encerramos a los demás en etiquetas.
– Cerramos el corazón a lo nuevo de Dios.
– Herimos sin darnos cuenta.
– No sabemos recibir al otro tal como es.
Hoy,
en este tiempo jubilar,
queremos pedir perdón.
Por haber juzgado, por haber herido, por haber despreciado lo que no
entendemos.
Pero también queremos pedir perdón
por habernos encerrado en el dolor, por no haber creído que Jesús estaba allí, en medio de la herida.
La
misericordia de Dios no tiene límites.
El Jubileo es eso: volver
al corazón del Padre, como el hijo pródigo, con las heridas
abiertas, y ser abrazados.
4. 🌿 El Jubileo: un tiempo para sanar las
relaciones
¿Y
si este Año Jubilar fuera el momento para sanar esa relación rota?
¿Y si Jesús nos estuviera esperando precisamente en el lugar que evitamos
mirar?
¿Y si la reconciliación no fuera una obligación, sino una gracia para vivir más livianos, más
libres, más santos?
Queridos
hermanos: no dejemos pasar este tiempo.
Es tiempo de confesar
nuestras faltas, de sanar
los vínculos, de mirar
con compasión, como lo hizo San Alfonso con los pecadores más
duros.
Es tiempo de acercarnos a
los que hemos herido o nos han herido, de soltar
resentimientos, de empezar de nuevo.
5. 🕯️ Conclusión: Dios está en Nazaret… y en
nuestras Nazarets
Nazaret
representa lo cotidiano,
lo familiar, lo sencillo.
Allí vivió Jesús, y allí fue rechazado.
También nuestras familias, comunidades, relaciones más cercanas, son nuestros
“Nazarets”.
Pero allí está Jesús.
En la cocina, en el hospital, en la sala de espera, en el WhatsApp sin
responder, en la carta que nunca se escribió, en el abrazo pendiente.
Él no hace muchos milagros
donde no hay fe, pero sólo
necesita una chispa de apertura para actuar.
Hoy,
digámosle con sinceridad:
Señor,
entra en mi herida,
entra en mi Nazaret,
sánalo, transfórmalo, y hazme
instrumento de tu reconciliación.
Como Alfonso, quiero ser
un misionero de la ternura.
Como Tú, quiero quedarme
allí donde duele,
porque allí también puede
nacer el Reino.
Amén.
3
🕊️ El desafío de ver a Cristo donde menos lo esperamos
✨ Introducción
Queridos
hermanos:
El Evangelio
de hoy nos lleva a un escenario profundamente humano y divinamente revelador: Jesús regresa a su tierra, Nazaret, y es
rechazado por los suyos. Sus paisanos, que creyeron conocerlo, no logran reconocer en Él al Hijo de
Dios. Se preguntan:
“¿De dónde le
viene esa sabiduría y esos milagros?”
Esta escena
nos interpela profundamente hoy, en este Año
Jubilar, pues nos recuerda lo difícil que es ver a Dios en lo cotidiano,
en las personas conocidas, en lo sencillo, en quienes —por costumbre o heridas—
hemos dejado de mirar con fe.
🏡 1. Nazaret: el lugar
de la cercanía y del rechazo
·
El
esposo se vuelve rutina.
·
La
hermana se vuelve molestia.
·
El
sacerdote ya no impresiona.
Nazaret nos
revela una gran verdad:
La
cercanía no garantiza la fe. La rutina no siempre conduce al amor.
Y sin embargo,
Cristo permanece allí,
como dice el Evangelio, aunque no realice muchos milagros. Él no se va. Espera.
🌿 2. Ver con los ojos de
la fe: una tarea jubilar
El Jubileo que
estamos viviendo no es solo un tiempo de eventos externos: es una invitación a sanar la mirada,
a convertir el corazón,
a ver más allá de las
apariencias.
¡Pues sí!
Jesús vive en cada uno,
y nos llama a reconocer su
grandeza escondida.
😔 3. Orar por los que
sufren: en ellos también está Cristo
✝️ 4. Tiempo penitencial:
cambiar la forma en que miramos
Hoy te invito
a hacer un examen del corazón:
“Señor, dame
ojos nuevos, para ver tu grandeza en quienes me rodean”
🕯️ 5. Conclusión:
Nazaret está aquí
Nazaret no es
solo un lugar en el mapa.
Es ese espacio donde vivimos a diario.
Nazaret es nuestra casa, nuestra parroquia, nuestro entorno.
Y Jesús vive allí.
Vive en quienes están cerca.
Vive en quienes nos han decepcionado.
Vive en quienes no vemos.
“Un profeta no
es bien recibido en su tierra…” — dice Jesús.
No permitamos que Él siga
sin ser reconocido entre nosotros.
🙏 Oración final:
Señor
Jesús,
Tú que viviste entre los hombres y no fuiste reconocido,
ayúdame a no despreciar tu presencia en lo sencillo.
Enséñame a ver con ojos nuevos,
a mirar con tu corazón,
a descubrir tu grandeza en los que me rodean.
Sana mi mirada
herida,
quita de mí toda dureza,
y haz de mí un testigo de tu presencia viva en los hermanos.
Como san
Alfonso, quiero ser misionero de la ternura.
Como Tú, quiero quedarme allí donde me necesitan.
Jesús, confío en Ti. Amén.
📅 1 de agosto: San Alfonso María de
Ligorio, obispo y doctor de la Iglesia — Memoria
1696–1787
Patrono de los confesores y teólogos moralistas
Invocado contra los escrúpulos, la artritis y para alcanzar la perseverancia
final
Canonizado por el Papa Gregorio XVI en 1839
Proclamado Doctor de la Iglesia por el Papa Pío IX en 1871
📜 Cita:
"Al comienzo de la conversión del alma,
Dios suele darle un torrente de consuelos. Como consecuencia de esto, el alma
se va desprendiendo poco a poco del apego a las criaturas y se entrega a Dios;
pero aún no de manera perfecta, pues actúa más por los consuelos de Dios que por
el Dios de los consuelos, como dice tan bellamente san Francisco de Sales. Es
un defecto común de nuestra naturaleza caída que en todo lo que hacemos
busquemos nuestra propia gratificación. El amor de Dios y la perfección
cristiana no consisten en sentimientos dulces y consuelos sensibles, sino en
vencer el amor propio y cumplir la voluntad de Dios. En las vidas de los
grandes siervos y santos de Dios, vemos cómo la leche de los consuelos da lugar
al alimento más sustancioso de las aflicciones; y es esto lo que les permite
llevar la cruz en su camino hacia el Calvario."
— San Alfonso, “La escuela de
la perfección”, capítulo doce
✨ Reflexión:
Alfonso
María nació en el seno de la noble familia Ligorio, en Marinella, en el Reino
de Nápoles, actual Italia. Fue el mayor de siete hijos y creció en un hogar
católico devoto. De niño dominó el arpa y disfrutaba de la esgrima, la
equitación y los juegos de cartas. También mostraba una voluntad fuerte y un
carácter moral firme. Su padre era oficial naval y alcanzó el alto rango de
Capitán de las Galeras Reales. Sin embargo, debido a su mala visión y asma,
Alfonso no pudo seguir los pasos militares de su padre. No obstante, su
extraordinaria inteligencia llevó a su padre a enviarlo a la Universidad de
Nápoles, donde obtuvo un título en derecho civil y canónico a los dieciséis
años, tres años antes de lo habitual.
Durante
los ocho años siguientes, Alfonso ganó caso tras caso como abogado en Nápoles,
pero su éxito mundano no lo satisfacía. De hecho, podría no haber perdido nunca
un juicio hasta el último, que cambiaría su vida. Un día, en lugar de refutar
su brillante argumento, el abogado defensor le preguntó si veía algún error en
su razonamiento. Alfonso identificó una pequeña falla en su propio caso y habló
abiertamente de ella. Perdió el juicio, pero fue elogiado por su honestidad.
Después declaró:
“Falso mundo, ya te conozco. Tribunales, no me verán más.”
Renunció
a su profesión, dejando atrás la riqueza y el prestigio.
Después
de esta experiencia, Alfonso hizo un retiro de tres días guiado por un
sacerdote oratoriano. Habiendo descubierto que el éxito mundano no lo
satisfacía, resolvió servir solo a Dios, eligiendo iniciar estudios teológicos,
crecer en virtud y convertirse en sacerdote. Su padre se opuso a que ingresara
en los oratorianos, por lo que Alfonso accedió a vivir en casa mientras
terminaba sus estudios. Con la bendición del Cardenal Arzobispo de Nápoles, fue
ordenado sacerdote en 1726 a los treinta años.
Durante
los tres años siguientes, el Padre Alfonso vivió en casa de su familia y se
dedicó a atender a los pobres y a los pecadores en Nápoles. Los reunía en las
calles, hablándoles con amor y convicción, ganando a muchos para Cristo. El
arzobispo le pidió que realizara sus servicios en las iglesias locales, que
llegaron a conocerse como “Capillas Vespertinas”. Estas reuniones incluían
catequesis y oración, especialmente para los jóvenes y los pobres, y eran
frecuentemente dirigidas por los propios jóvenes, tras recibir la debida
formación del Padre Alfonso. También se convirtió en un confesor muy querido.
La gente lo consideraba un hombre de gran compasión, atención y preocupación.
Trataba a cada penitente con misericordia y siempre ofrecía la absolución, sin
dudar de la sinceridad del arrepentimiento del pecador. Desde el púlpito,
predicaba de manera que todos lo entendían, incluso los más pobres e
ignorantes, tanto santos como pecadores. En poco tiempo, su ministerio tuvo tal
efecto en las zonas moralmente decadentes de Nápoles, que los pecados más
graves prácticamente desaparecieron.
En
1729, para profundizar su vida de oración y compromiso ministerial, se trasladó
a una nueva escuela para misiones en China, pero continuó su ministerio con los
pobres y los pecadores. Amplió su apostolado más allá de Nápoles, hacia zonas
rurales aún más pobres y decadentes. Al ver la necesidad de consolidar su
labor, obtuvo el apoyo del obispo vecino de Scala para formar una nueva
congregación. En 1732, el Padre Alfonso fue acompañado por trece compañeros
(diez sacerdotes, dos seminaristas y un hermano laico), y así nació la
Congregación del Santísimo Redentor.
La
nueva congregación comenzó con buen pie. Sus miembros llevaban vidas de
profunda oración, severa penitencia y radical pobreza. Salían en misiones como
predicadores itinerantes, dedicándose a anunciar el arrepentimiento y la
misericordia en las zonas rurales. Sin embargo, pronto surgieron disensiones
sobre su misión y estilo de vida. Las propuestas del Padre Alfonso fueron
rechazadas por todos, salvo por un hermano laico y un seminarista. Los demás se
separaron y fundaron otra congregación. Alfonso fue ridiculizado en Nápoles, y
hasta el obispo que lo apoyaba fue criticado. No obstante, ambos perseveraron,
y con el tiempo nuevos compañeros se unieron y su ministerio floreció.
Durante
los siguientes treinta años, el Padre Alfonso trabajó incansablemente para
consolidar su congregación y servir al Pueblo de Dios con compasión. Una de las
herejías emergentes de su tiempo fue el jansenismo, que negaba la universalidad
del libre albedrío y afirmaba que la gracia y la misericordia de Dios no eran
para todos. Los jansenistas veían la naturaleza humana tan corrompida que solo
Dios podía salvar a algunos, de manera selectiva. Alfonso predicó
fervorosamente que la
gracia y la misericordia están disponibles para todos.
Además
de predicar, fue un escritor extremadamente prolífico. Durante su vida escribió
unos 100 libros y 400 folletos y panfletos para evangelizar al pueblo con un
lenguaje claro, fiel a la doctrina. Dominó la teología moral y la hizo
accesible a quienes necesitaban alejarse del pecado. Escribió hermosamente
sobre la Virgen María, el Vía Crucis y la Persona de Jesucristo.
En
1762, fue nombrado Obispo de Sant’Agata dei Goti, diócesis al noreste de
Nápoles. Como obispo buscó reformar el clero y organizar un plan de
evangelización. Aunque su enfoque riguroso encontró resistencia, perseveró. En
1775 su salud se deterioró al punto de quedar parcialmente paralizado y
encorvado, como suele representárselo en el arte. Renunció, y el Papa aceptó su
dimisión con pesar.
Pasó
sus últimos doce años en una casa religiosa de su congregación, escribiendo,
orando y sufriendo. Finalmente quedó ciego y sordo, pero nunca dejó de amar a Dios ni de cumplir
su voluntad. En sus últimos años, vio cómo su congregación
sufría divisiones, y él mismo fue tentado por graves escrúpulos, ataques
demoníacos y oscuridad espiritual. Todo esto aumentó su santidad.
A
veces creemos que la santidad asegura una vida fácil. Por el contrario, el
Padre permite grandes sufrimientos a quienes más ama, para que imiten a su
Hijo. San Alfonso sufrió mucho en muchas formas, pero permaneció fiel a su misión de salvar
almas. Creía en la misericordia de Dios, la llevó a los mayores
pecadores y se aseguró de que su obra perdurara en el tiempo, fundando una
congregación y dejando una abundante obra escrita accesible a todos.
Al
honrar a este santo, medita en su mensaje central: Dios es misericordioso y acoge incluso
al mayor de los pecadores. Mírate como ese pecador que necesita
la misericordia de Dios, y no dudes en correr al Corazón del Santísimo Redentor
para hallar descanso y paz.
🙏 Oración:
San
Alfonso, aunque detestabas el pecado, amabas al pecador y trabajaste
incansablemente para reconciliarlo con Dios. Lo hiciste con compasión y
misericordia, a imitación de Jesús. Ruega por mí, para que comparta tus
convicciones y tu misión, y busque amar a toda persona que se haya alejado de
Dios.
San Alfonso María de Ligorio,
ruega por mí.
Jesús, en Ti confío.
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