jueves, 31 de julio de 2025

Primero de agosto del 2025: viernes de la decimoséptima semana del tiempo ordinario-I- Memoria de San Alfonso María de Ligorio, obispo y Doctor de la Iglesia

 

Santo del día:

San Alfonso María de Ligorio

1696-1787. «Toda santidad consiste en amar a Dios, y todo el amor de Dios consiste en hacer su voluntad», escribió el fundador de la congregación redentorista. Proclamado Doctor de la Iglesia en 1871.

 

 

Donde duele

(Mateo 13, 54-58) Jesús está en su casa en Nazaret y, sin embargo, no es realmente recibido allí; entre Él y la gente de la sinagoga, las relaciones se enturbian.

Como en nuestras historias familiares cuando un velo de incomprensión viene a empañar las relaciones más bellas: entre padres e hijos, entre esposos, entre hermanos y hermanas...

Las relaciones más íntimas son, con frecuencia, las más heridas,
pero en el corazón mismo de la herida, Jesús está allí.

 Bertrand Lesoing, prêtre de la communauté Saint-Martin


Primera lectura

Lv 23,1.4-11.15-16.27.34b-37

En las festividades del Señor convocarán asamblea litúrgica

Lectura del libro del Levítico.

EL Señor habló a Moisés:
«Estas son las festividades del Señor, las asambleas litúrgicas que convocarán en las fechas señaladas.
El día catorce del primer mes, al atardecer, es la Pascua del Señor.
El día quince del mismo mes, es la fiesta de los Panes Ácimos dedicada al Señor. Comerán panes ácimos durante siete días. El primer día se reunirán en asamblea litúrgica, y no harán ningún trabajo servil. Los siete días ofrecerán al Señor oblaciones. El séptimo se volverán a reunir en asamblea litúrgica, y no harán ningún trabajo servil”».
El Señor habló a Moisés:
«Di a los hijos de Israel: “Cuando entren en la tierra que yo les voy a dar y sieguen la mies, llevarán al sacerdote una gavilla como primicia de su cosecha.
Este la balanceará ritualmente en presencia del Señor, para que les sea aceptada; la balanceará el sacerdote el día siguiente al sábado.
A partir del día siguiente al sábado en que lleven la gavilla para el balanceo ritual, contarán siete semanas completas: contarán cincuenta días hasta el día siguiente al séptimo sábado y ofrecerán una oblación nueva al Señor.
El día diez del séptimo mes es el día de la Expiación. Se reunirán en asamblea litúrgica, ayunarán y ofrecerán al Señor una oblación.
El día quince de ese séptimo mes comienza la fiesta de las Tiendas dedicada al Señor; y dura siete días. El día primero se reunirán en asamblea litúrgica. No harán trabajo servil alguno. Los siete días ofrecerán al Señor oblaciones. Al octavo volverán a reunirse en asamblea litúrgica y ofrecerán al Señor oblaciones. Es día de reunión religiosa solemne. No harán trabajo servil alguno.
Estas son las festividades del Señor, en las que se reunirán en asamblea litúrgica, y ofrecerán al Señor oblaciones, holocaustos y ofrendas, sacrificios de comunión y libaciones, según corresponda a cada día».

Palabra de Dios.

 

Salmo

Sal 81(80),3-4.5-6ab.10-11ab (R. 2a)

R. Aclamen a Dios, nuestra fuerza.

V. Acompañen, toquen los panderos,
las cítaras templadas y las arpas;
toquen la trompeta por la luna nueva,
por la luna llena, que es nuestra fiesta. 
R.

V. 
Porque es una ley de Israel,
un precepto del Dios de Jacob,
una norma establecida para José
al salir de Egipto. 
R.

V. 
 No tendrás un dios extraño,
no adorarás un dios extranjero;
yo soy el Señor, Dios tuyo,
que te saqué de la tierra de Egipto
R.

 

Aclamación

R. Aleluya, aleluya, aleluya.
V. La palabra del Señor permanece para siempre; pues esa es la palabra del Evangelio que se les anuncióR.

 

Evangelio

Mt 13,54-58.

¿No es el hijo del carpintero? Entonces, ¿de dónde saca todo eso?

Lectura del santo Evangelio según san Mateo.


EN aquel tiempo, Jesús fue a su ciudad y se puso a enseñar en su sinagoga.
La gente decía admirada:
«¿De dónde saca este esa sabiduría y esos milagros? ¿No es el hijo del carpintero? ¿No es su madre María, y sus hermanos Santiago, José, Simón y Judas? ¿No viven aquí todas sus hermanas? Entonces, ¿de dónde saca todo eso?».
Y se escandalizaban a causa de él.
Jesús les dijo:
«Solo en su tierra y en su casa desprecian a un profeta».
Y no hizo allí muchos milagros, por su falta de fe.

Palabra del Señor.

 

1

Dios ve más allá de las etiquetas

 

Queridos hermanos y hermanas:

En este Año Jubilar, cuando caminamos como “Peregrinos de la Esperanza”, la Palabra de Dios de hoy nos hace detenernos ante una realidad que toca todos los niveles de nuestra vida: la tentación de juzgar superficialmente, de etiquetar a las personas, de reducirlas a lo que creemos que son.

1. El escándalo de lo conocido

Jesús llega a su tierra y enseña en la sinagoga. Sus palabras causan admiración: “¿De dónde le viene esa sabiduría?”. Sin embargo, en vez de abrir el corazón a lo que el Espíritu está revelando, sus paisanos se cierran con prejuicios:

“¿No es este el hijo del carpintero? ¿No vive su madre entre nosotros?”.

Lo conocían “demasiado bien”… o eso creían. Lo habían encerrado en una etiqueta: la del joven del pueblo, el hijo de José, el carpintero. Y cuando uno etiqueta, ya no escucha. Cuando uno cataloga, deja de aprender. El evangelio concluye con tristeza:

“Y no hizo allí muchos milagros, por su falta de fe”.

¡Qué dolorosa paradoja! El mismo Jesús que sana, consuela y libera… no puede actuar donde no hay apertura de corazón.

¿No nos pasa lo mismo a nosotros? ¿No encasillamos a la gente? “Ese es alcohólico”, “ella es conflictiva”, “ese muchacho no sirve para nada”, “esa señora es una exagerada”… A veces, incluso, nos encasillamos a nosotros mismos: “Yo ya no tengo remedio”, “mi vida está marcada por el fracaso”, “ya es tarde para cambiar”.
Pero cada ser humano es mucho más que una definición. Somos un misterio en proceso, y ante Dios, nunca estamos acabados.


2. 🩹 El Dios que mira el corazón

El salmo de hoy nos recuerda:

“Yo soy el Señor, tu Dios, que te saqué de Egipto: abre tu boca, y yo la llenaré” (Sal 80,11).

Dios es Aquel que saca de la esclavitud, que libera y renueva.
La primera lectura del Levítico habla de las fiestas que el pueblo debe celebrar: Pascua, Pentecostés, la Expiación, los Tabernáculos. Todas esas fiestas son memoria de un Dios que acompaña a su pueblo, que lo nutre, lo perdona, y lo llena de gozo.
Dios no etiqueta: Dios acompaña. No clasifica: ama incondicionalmente.

Y en este Jubileo, se nos recuerda que nadie está tan lejos que no pueda ser tocado por la Misericordia. El mismo Jesús, rechazado en su pueblo, sigue siendo la Puerta siempre abierta para el que quiere entrar.


3. 🩺 Orar por los que sufren en el alma y en el cuerpo

Pero hay hermanos que hoy, como Jesús, también son rechazados o ignorados:

  • El enfermo crónico que parece “una carga”.
  • La persona con depresión, que es tratada como si tuviera simplemente “falta de voluntad”.
  • El migrante que “no es de los nuestros”.
  • El sacerdote mayor, que ya no tiene voz pero guarda la sabiduría del Evangelio.
  • El joven sin rumbo, que busca un sentido y nadie le pregunta por su alma.

Hoy queremos orar por todos ellos.
Por quienes sufren en silencio, por los que no “encajan”, por los que son malentendidos, por los etiquetados por su pasado o sus errores.

San Alfonso María de Ligorio, cuya memoria celebramos hoy, supo acompañar muchas de estas realidades. Fundador de los Redentoristas, dedicó su vida a evangelizar a los pobres y abandonados. Conocido por su doctrina moral basada en la misericordia y por su ternura pastoral, enseñó que el confesor debía ser “padre, médico y pastor”.
Él comprendía que detrás de cada pecado hay una historia, un dolor, una lucha, una herida.
¡Qué actual es su testimonio en un mundo que a veces solo condena o desecha!


4. 🙏 Una invitación a la conversión interior

Este evangelio es también una llamada a convertir nuestra mirada.
¿Estoy viendo a los demás con ojos de amor y esperanza?
¿O estoy reaccionando desde el prejuicio, el chisme, la murmuración?
¿Soy capaz de ver en cada persona una historia sagrada que merece ser acogida?

En este Año Jubilar, la Iglesia nos invita a redescubrir el corazón del Padre. Un corazón que no etiqueta, sino que abraza. Que no cierra puertas, sino que camina al encuentro. Que no se queda con la apariencia, sino que entra hasta lo más profundo del alma.


5. ✝️ Tiempo de misericordia y esperanza

Queridos hermanos:
Hoy, ante Jesús presente en la Eucaristía, renovemos nuestro deseo de ser comunidad de acogida, no de juicio.
De ser testigos de la misericordia, no del rechazo.
De ser sanadores de heridas, no recordadores de errores.

Pidámosle al Señor:
– Que nos libere de nuestros prejuicios.
– Que nos enseñe a ver como Él ve.
– Que nos dé un corazón como el de San Alfonso: cercano, compasivo, incansable.
Y que, si alguna vez hemos sido los rechazados, los incomprendidos, los heridos, sepamos que Jesús también lo fue, y por eso está con nosotros.


🕊️ Oración final

Señor Jesús,
Tú que fuiste rechazado por los tuyos,
ayúdanos a no rechazar a nadie.
Enséñanos a ver más allá de las apariencias,
a descubrir la belleza escondida en cada ser humano.
Danos un corazón como el de San Alfonso,
capaz de evangelizar con ternura,
de corregir con amor,
de acoger con misericordia.
Haznos, en este Año Jubilar,
portadores de esperanza y sembradores de reconciliación.
Amén.

 

2

Allí donde más duele… Jesús está

 

Queridos hermanos y hermanas en el Señor:

Esta liturgia nos presenta un rostro de Jesús muchas veces olvidado: el Jesús herido por los suyos, incomprendido en su propia tierra. Es el Cristo que, estando en casa, no es recibido. Es el Dios hecho hombre que conoce el rechazo íntimo, el que más duele, porque no viene de extraños, sino de los más cercanos.

Hoy queremos acercarnos a este evangelio desde las heridas, desde esa zona interior donde nos duele, y mirar allí al Señor que también fue herido, para encontrar consuelo, comprensión, perdón y sanación.


1. ️ El rechazo más difícil: el que viene de los cercanos

“¿No es este el hijo del carpintero?” — se preguntan en Nazaret.
Lo conocen desde pequeño, o eso creen. Pero ese conocimiento superficial los ciega ante la novedad del Reino que brota de Él. Se escandalizan.
Y así, las relaciones se enturbian. Como sucede, tantas veces, en nuestras propias historias personales:

·        entre esposos que han dejado de escucharse,

·        entre padres e hijos que ya no se comprenden,

·        entre hermanos que conviven con heridas no sanadas,

·        entre feligreses que guardan resentimientos.

¿Dónde se rompen más fácil los vínculos? Allí donde son más profundos.
Pero también allí puede surgir la mayor gracia: porque Jesús está allí, en el centro mismo de la herida, como dice el comentario francés.
Él no huye de nuestras grietas. Las habita.


2. 💔 Las heridas del alma y del cuerpo: dolor que pide redención

En este día, elevamos nuestra oración por quienes sufren en el cuerpo y en el alma:
– el enfermo que no entiende el porqué de su prueba,
– el que lucha con la depresión o la ansiedad,
– la madre abandonada,
– el sacerdote que vive en silencio su cruz,
– el joven que no encuentra sentido,
– el abuelo que se siente una carga.

San Alfonso de Ligorio, cuya memoria celebramos hoy, entendió estas heridas.
Él también vivió rechazos, incomprensiones, crisis profundas. Su vocación sacerdotal le costó el desprecio de su padre. Como fundador, fue expulsado de su propia congregación.
Pero supo transformar el dolor en misericordia: se dedicó a consolar, a confesar, a acompañar. Fundó una moral comprensiva, no condenatoria, basada en el corazón de Cristo.
Aprendamos de él que el Evangelio sana sin aplastar, redime sin exigir perfección.


3. 🙏 Oración penitencial desde lo profundo

A veces también nosotros somos como la gente de Nazaret:
– Encerramos a los demás en etiquetas.
– Cerramos el corazón a lo nuevo de Dios.
– Herimos sin darnos cuenta.
– No sabemos recibir al otro tal como es.

Hoy, en este tiempo jubilar, queremos pedir perdón.
Por haber juzgado, por haber herido, por haber despreciado lo que no entendemos.
Pero también queremos pedir perdón por habernos encerrado en el dolor, por no haber creído que Jesús estaba allí, en medio de la herida.

La misericordia de Dios no tiene límites.
El Jubileo es eso: volver al corazón del Padre, como el hijo pródigo, con las heridas abiertas, y ser abrazados.


4. 🌿 El Jubileo: un tiempo para sanar las relaciones

¿Y si este Año Jubilar fuera el momento para sanar esa relación rota?
¿Y si Jesús nos estuviera esperando precisamente en el lugar que evitamos mirar?
¿Y si la reconciliación no fuera una obligación, sino una gracia para vivir más livianos, más libres, más santos?

Queridos hermanos: no dejemos pasar este tiempo.
Es tiempo de confesar nuestras faltas, de sanar los vínculos, de mirar con compasión, como lo hizo San Alfonso con los pecadores más duros.
Es tiempo de acercarnos a los que hemos herido o nos han herido, de soltar resentimientos, de empezar de nuevo.


5. 🕯️ Conclusión: Dios está en Nazaret… y en nuestras Nazarets

Nazaret representa lo cotidiano, lo familiar, lo sencillo.
Allí vivió Jesús, y allí fue rechazado.
También nuestras familias, comunidades, relaciones más cercanas, son nuestros “Nazarets”.
Pero allí está Jesús. En la cocina, en el hospital, en la sala de espera, en el WhatsApp sin responder, en la carta que nunca se escribió, en el abrazo pendiente.
Él no hace muchos milagros donde no hay fe, pero sólo necesita una chispa de apertura para actuar.

Hoy, digámosle con sinceridad:

Señor, entra en mi herida,
entra en mi Nazaret,
sánalo, transfórmalo, y hazme instrumento de tu reconciliación.
Como Alfonso, quiero ser un misionero de la ternura.
Como Tú, quiero quedarme allí donde duele,
porque allí también puede nacer el Reino.

Amén.

 

3

🕊El desafío de ver a Cristo donde menos lo esperamos

 

Introducción

Queridos hermanos:

El Evangelio de hoy nos lleva a un escenario profundamente humano y divinamente revelador: Jesús regresa a su tierra, Nazaret, y es rechazado por los suyos. Sus paisanos, que creyeron conocerlo, no logran reconocer en Él al Hijo de Dios. Se preguntan:

“¿De dónde le viene esa sabiduría y esos milagros?”

Y en lugar de maravillarse, se escandalizan.
¡Qué ironía! Quienes más cerca estuvieron de Jesús durante su crecimiento, fueron incapaces de ver su grandeza.

Esta escena nos interpela profundamente hoy, en este Año Jubilar, pues nos recuerda lo difícil que es ver a Dios en lo cotidiano, en las personas conocidas, en lo sencillo, en quienes —por costumbre o heridas— hemos dejado de mirar con fe.


🏡 1. Nazaret: el lugar de la cercanía y del rechazo

Jesús, el Hijo del Altísimo, no fue reconocido entre los suyos.
¿No ocurre lo mismo en nuestras familias, parroquias, comunidades?
Nos acostumbramos tanto a ver al otro que ya no lo miramos con los ojos de Dios:

·        El esposo se vuelve rutina.

·        La hermana se vuelve molestia.

·        El sacerdote ya no impresiona.

·        El joven es solo “el rebelde”.
Y dejamos de ver a Cristo en ellos.

Nazaret nos revela una gran verdad:

La cercanía no garantiza la fe. La rutina no siempre conduce al amor.

Y sin embargo, Cristo permanece allí, como dice el Evangelio, aunque no realice muchos milagros. Él no se va. Espera.


🌿 2. Ver con los ojos de la fe: una tarea jubilar

Hoy este evangelio nos recuerda que la misión más importante que tenemos es aprender a ver a Cristo en los demás.
Incluso en aquellos que consideramos difíciles, lejanos, molestos.
Porque todo ser humano, aun el más pecador, está hecho a imagen de Dios.
Y todo el que vive en gracia es templo vivo de la presencia divina.

El Jubileo que estamos viviendo no es solo un tiempo de eventos externos: es una invitación a sanar la mirada, a convertir el corazón, a ver más allá de las apariencias.

¿Y si Jesús viviera en tu barrio?
¿Y si Jesús fuera tu vecino?
¿Y si se pareciera a ese hermano que te cuesta perdonar?

¡Pues sí! Jesús vive en cada uno, y nos llama a reconocer su grandeza escondida.


😔 3. Orar por los que sufren: en ellos también está Cristo

En este día, nuestra oración se dirige especialmente a los que sufren en el cuerpo o en el alma.
Porque si es difícil ver a Cristo en los cercanos, ¡cuánto más en los que están rotos, heridos o marginados!

– ¿Puedo ver a Jesús en el enfermo abandonado?
– ¿En el hermano con discapacidad?
– ¿En el anciano que repite las mismas historias?
– ¿En el joven que vive en las calles?
– ¿En el que lucha contra la depresión?
– ¿En el migrante, el preso, el adicto?

San Alfonso de Ligorio dedicó su vida a ver a Cristo en los pecadores.
Fue un misionero de la misericordia, un sabio lleno de compasión, un pastor que supo mirar más allá del pecado y descubrir el alma que sufría.
Él nos enseña hoy que nadie es indigno de nuestra atención, de nuestra oración, de nuestra ternura.


️ 4. Tiempo penitencial: cambiar la forma en que miramos

El Evangelio de hoy nos pone frente a una tentación peligrosa: la de quedarnos en la superficie.
La de ver solo defectos, criticar, juzgar, y no contemplar.

Hoy te invito a hacer un examen del corazón:

– ¿A quién has dejado de mirar con fe?
– ¿A quién estás juzgando sin conocer realmente?
– ¿Dónde necesitas sanar tu mirada?

El Año Jubilar nos llama a confesarnos de nuestra ceguera,
a pedirle a Dios:

“Señor, dame ojos nuevos, para ver tu grandeza en quienes me rodean”


🕯️ 5. Conclusión: Nazaret está aquí

Nazaret no es solo un lugar en el mapa.
Es ese espacio donde vivimos a diario.
Nazaret es nuestra casa, nuestra parroquia, nuestro entorno.

Y Jesús vive allí.
Vive en quienes están cerca.
Vive en quienes nos han decepcionado.
Vive en quienes no vemos.

“Un profeta no es bien recibido en su tierra…” — dice Jesús.
No permitamos que Él siga sin ser reconocido entre nosotros.


🙏 Oración final:

Señor Jesús,
Tú que viviste entre los hombres y no fuiste reconocido,
ayúdame a no despreciar tu presencia en lo sencillo.
Enséñame a ver con ojos nuevos,
a mirar con tu corazón,
a descubrir tu grandeza en los que me rodean.

Sana mi mirada herida,
quita de mí toda dureza,
y haz de mí un testigo de tu presencia viva en los hermanos.

Como san Alfonso, quiero ser misionero de la ternura.
Como Tú, quiero quedarme allí donde me necesitan.

Jesús, confío en Ti. Amén.

 

 *********


📅 1 de agosto: San Alfonso María de Ligorio, obispo y doctor de la Iglesia — Memoria

1696–1787
Patrono de los confesores y teólogos moralistas
Invocado contra los escrúpulos, la artritis y para alcanzar la perseverancia final
Canonizado por el Papa Gregorio XVI en 1839
Proclamado Doctor de la Iglesia por el Papa Pío IX en 1871




📜 Cita:

"Al comienzo de la conversión del alma, Dios suele darle un torrente de consuelos. Como consecuencia de esto, el alma se va desprendiendo poco a poco del apego a las criaturas y se entrega a Dios; pero aún no de manera perfecta, pues actúa más por los consuelos de Dios que por el Dios de los consuelos, como dice tan bellamente san Francisco de Sales. Es un defecto común de nuestra naturaleza caída que en todo lo que hacemos busquemos nuestra propia gratificación. El amor de Dios y la perfección cristiana no consisten en sentimientos dulces y consuelos sensibles, sino en vencer el amor propio y cumplir la voluntad de Dios. En las vidas de los grandes siervos y santos de Dios, vemos cómo la leche de los consuelos da lugar al alimento más sustancioso de las aflicciones; y es esto lo que les permite llevar la cruz en su camino hacia el Calvario."
San Alfonso, “La escuela de la perfección”, capítulo doce


Reflexión:

Alfonso María nació en el seno de la noble familia Ligorio, en Marinella, en el Reino de Nápoles, actual Italia. Fue el mayor de siete hijos y creció en un hogar católico devoto. De niño dominó el arpa y disfrutaba de la esgrima, la equitación y los juegos de cartas. También mostraba una voluntad fuerte y un carácter moral firme. Su padre era oficial naval y alcanzó el alto rango de Capitán de las Galeras Reales. Sin embargo, debido a su mala visión y asma, Alfonso no pudo seguir los pasos militares de su padre. No obstante, su extraordinaria inteligencia llevó a su padre a enviarlo a la Universidad de Nápoles, donde obtuvo un título en derecho civil y canónico a los dieciséis años, tres años antes de lo habitual.

Durante los ocho años siguientes, Alfonso ganó caso tras caso como abogado en Nápoles, pero su éxito mundano no lo satisfacía. De hecho, podría no haber perdido nunca un juicio hasta el último, que cambiaría su vida. Un día, en lugar de refutar su brillante argumento, el abogado defensor le preguntó si veía algún error en su razonamiento. Alfonso identificó una pequeña falla en su propio caso y habló abiertamente de ella. Perdió el juicio, pero fue elogiado por su honestidad. Después declaró:

“Falso mundo, ya te conozco. Tribunales, no me verán más.”

Renunció a su profesión, dejando atrás la riqueza y el prestigio.

Después de esta experiencia, Alfonso hizo un retiro de tres días guiado por un sacerdote oratoriano. Habiendo descubierto que el éxito mundano no lo satisfacía, resolvió servir solo a Dios, eligiendo iniciar estudios teológicos, crecer en virtud y convertirse en sacerdote. Su padre se opuso a que ingresara en los oratorianos, por lo que Alfonso accedió a vivir en casa mientras terminaba sus estudios. Con la bendición del Cardenal Arzobispo de Nápoles, fue ordenado sacerdote en 1726 a los treinta años.

Durante los tres años siguientes, el Padre Alfonso vivió en casa de su familia y se dedicó a atender a los pobres y a los pecadores en Nápoles. Los reunía en las calles, hablándoles con amor y convicción, ganando a muchos para Cristo. El arzobispo le pidió que realizara sus servicios en las iglesias locales, que llegaron a conocerse como “Capillas Vespertinas”. Estas reuniones incluían catequesis y oración, especialmente para los jóvenes y los pobres, y eran frecuentemente dirigidas por los propios jóvenes, tras recibir la debida formación del Padre Alfonso. También se convirtió en un confesor muy querido. La gente lo consideraba un hombre de gran compasión, atención y preocupación. Trataba a cada penitente con misericordia y siempre ofrecía la absolución, sin dudar de la sinceridad del arrepentimiento del pecador. Desde el púlpito, predicaba de manera que todos lo entendían, incluso los más pobres e ignorantes, tanto santos como pecadores. En poco tiempo, su ministerio tuvo tal efecto en las zonas moralmente decadentes de Nápoles, que los pecados más graves prácticamente desaparecieron.

En 1729, para profundizar su vida de oración y compromiso ministerial, se trasladó a una nueva escuela para misiones en China, pero continuó su ministerio con los pobres y los pecadores. Amplió su apostolado más allá de Nápoles, hacia zonas rurales aún más pobres y decadentes. Al ver la necesidad de consolidar su labor, obtuvo el apoyo del obispo vecino de Scala para formar una nueva congregación. En 1732, el Padre Alfonso fue acompañado por trece compañeros (diez sacerdotes, dos seminaristas y un hermano laico), y así nació la Congregación del Santísimo Redentor.

La nueva congregación comenzó con buen pie. Sus miembros llevaban vidas de profunda oración, severa penitencia y radical pobreza. Salían en misiones como predicadores itinerantes, dedicándose a anunciar el arrepentimiento y la misericordia en las zonas rurales. Sin embargo, pronto surgieron disensiones sobre su misión y estilo de vida. Las propuestas del Padre Alfonso fueron rechazadas por todos, salvo por un hermano laico y un seminarista. Los demás se separaron y fundaron otra congregación. Alfonso fue ridiculizado en Nápoles, y hasta el obispo que lo apoyaba fue criticado. No obstante, ambos perseveraron, y con el tiempo nuevos compañeros se unieron y su ministerio floreció.

Durante los siguientes treinta años, el Padre Alfonso trabajó incansablemente para consolidar su congregación y servir al Pueblo de Dios con compasión. Una de las herejías emergentes de su tiempo fue el jansenismo, que negaba la universalidad del libre albedrío y afirmaba que la gracia y la misericordia de Dios no eran para todos. Los jansenistas veían la naturaleza humana tan corrompida que solo Dios podía salvar a algunos, de manera selectiva. Alfonso predicó fervorosamente que la gracia y la misericordia están disponibles para todos.

Además de predicar, fue un escritor extremadamente prolífico. Durante su vida escribió unos 100 libros y 400 folletos y panfletos para evangelizar al pueblo con un lenguaje claro, fiel a la doctrina. Dominó la teología moral y la hizo accesible a quienes necesitaban alejarse del pecado. Escribió hermosamente sobre la Virgen María, el Vía Crucis y la Persona de Jesucristo.

En 1762, fue nombrado Obispo de Sant’Agata dei Goti, diócesis al noreste de Nápoles. Como obispo buscó reformar el clero y organizar un plan de evangelización. Aunque su enfoque riguroso encontró resistencia, perseveró. En 1775 su salud se deterioró al punto de quedar parcialmente paralizado y encorvado, como suele representárselo en el arte. Renunció, y el Papa aceptó su dimisión con pesar.

Pasó sus últimos doce años en una casa religiosa de su congregación, escribiendo, orando y sufriendo. Finalmente quedó ciego y sordo, pero nunca dejó de amar a Dios ni de cumplir su voluntad. En sus últimos años, vio cómo su congregación sufría divisiones, y él mismo fue tentado por graves escrúpulos, ataques demoníacos y oscuridad espiritual. Todo esto aumentó su santidad.

A veces creemos que la santidad asegura una vida fácil. Por el contrario, el Padre permite grandes sufrimientos a quienes más ama, para que imiten a su Hijo. San Alfonso sufrió mucho en muchas formas, pero permaneció fiel a su misión de salvar almas. Creía en la misericordia de Dios, la llevó a los mayores pecadores y se aseguró de que su obra perdurara en el tiempo, fundando una congregación y dejando una abundante obra escrita accesible a todos.

Al honrar a este santo, medita en su mensaje central: Dios es misericordioso y acoge incluso al mayor de los pecadores. Mírate como ese pecador que necesita la misericordia de Dios, y no dudes en correr al Corazón del Santísimo Redentor para hallar descanso y paz.


🙏 Oración:

San Alfonso, aunque detestabas el pecado, amabas al pecador y trabajaste incansablemente para reconciliarlo con Dios. Lo hiciste con compasión y misericordia, a imitación de Jesús. Ruega por mí, para que comparta tus convicciones y tu misión, y busque amar a toda persona que se haya alejado de Dios.
San Alfonso María de Ligorio, ruega por mí.
Jesús, en Ti confío.

 

Referencias:


https://padregusqui.blogspot.com/2020/07/31-de-julio-del-2020-viernes-de-la.html


https://www.prionseneglise.ca/textes-du-jour/commentaire/2025-08-01


https://catholic-daily-reflections.com/2025/07/31/seeing-the-greatness-of-christ-4/


https://mycatholic.life/saints/saints-of-the-liturgical-year/august-1---st-alphonsus-liguori/

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