Santo del día:
San Juan de Capistrano
1386-1456.
Exgobernador de Perugia, se hizo franciscano a los 30 años. Viajó por toda
Europa como predicador y legado papal, buscando la reconciliación de los
pueblos divididos.
Fricciones inevitables
(Lucas 12, 49-53) «No he
venido a traer la paz sobre la tierra, sino la división.»
¿Será entonces nuestro Dios un Dios de discordia y de conflicto? ¿Es eso el
Evangelio de Cristo?
Por difíciles que sean estas palabras, quizá correspondan a situaciones que
conocemos bien en nuestras familias o comunidades: aquello que debería unir,
provoca división.
Estas fricciones tan humanas tienen algo de inevitable, pero sabemos que jamás
tendrán la última palabra.
Bertrand Lesoing, prêtre de la communauté Saint-Martin
Primera lectura
Rom
6, 19-23
Ahora
están liberados del pecado y hechos esclavos de Dios
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos.
HERMANOS:
Hablo al modo humano, adaptándome a la debilidad natural de ustedes: lo mismo
que antes ustedes ofrecieron sus miembros a la impureza y a la maldad, como
esclavos suyos, para que obrasen la maldad, ofrezcan ahora sus miembros a la
justicia, como esclavos suyos, para su santificación.
Pues cuando eran esclavos del pecado, eran libres en lo que toca a la justicia.
¿Y qué fruto obtenían entonces? Cosas de las que ahora ustedes se avergüenzan,
porque conducen a la muerte.
Ahora, en cambio, liberados del pecado y hechos esclavos de Dios, dan frutos
para la santidad que conducen a la vida eterna.
Porque la paga del pecado es la muerte, mientras que el don de Dios es la vida
eterna en Cristo Jesús, Señor nuestro.
Palabra de Dios.
Salmo
Sal
1, 1-2. 3. 4 y 6 (R.: Sal 39, 5ab)
R. Dichoso el
hombre que ha puesto
su confianza en el Señor.
V. Dichoso el hombre
que no sigue el consejo de los impíos,
ni entra por la senda de los pecadores,
ni se sienta en la reunión de los cínicos;
sino que su gozo es la ley del Señor,
y medita su ley día y noche. R.
V. Será como un árbol
plantado al borde de la acequia:
da fruto a su tiempo
y no se marchitan sus hojas;
y cuanto emprende tiene buen fin. R.
V. No así los impíos, no
así;
serán paja que arrebata el viento.
Porque el Señor protege el camino de los justos,
pero el camino de los impíos acaba mal. R.
Aclamación
R. Aleluya, aleluya,
aleluya.
V. Por él lo perdí todo,
y todo lo considero basura con tal de ganar a Cristo y ser hallado en él. R.
Evangelio
Lc
12, 49-53
No
he venido a traer paz, sino división
Lectura del santo Evangelio según san Lucas.
EN aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«He venido a prender fuego a la tierra, ¡y cuánto deseo que ya esté ardiendo!
Con un bautismo tengo que ser bautizado, ¡y qué angustia sufro hasta que se
cumpla!
¿Piensan que he venido a traer paz a la tierra? No, sino división.
Desde ahora estarán divididos cinco en una casa: tres contra dos y dos contra
tres; estarán divididos el padre contra el hijo y el hijo contra el padre, la
madre contra la hija y la hija contra la madre, la suegra contra su nuera y la
nuera contra la suegra».
Palabra del Señor.
1
1. Introducción: Un fuego que no destruye, sino que
transforma
Ese fuego
es la presencia viva de Dios que quiere encender el mundo con su amor,
su verdad y su justicia. Y es también el fuego del Evangelio, esa palabra que
no nos deja indiferentes, que sacude la comodidad, que invita a la conversión y
pone en marcha el corazón creyente.
En este
tiempo jubilar, cuando la Iglesia nos invita a ser peregrinos de la
esperanza, Jesús vuelve a recordarnos que la fe no puede vivirse apagada,
fría o indiferente: debe ser una llama que alumbre la oscuridad del mundo.
2. El fuego del Evangelio: palabra que calienta y
transforma
San Lucas
usa el símbolo del fuego como signo del Espíritu de Dios. Recordemos
Pentecostés: “se les aparecieron lenguas como de fuego” (Hch 2,3). Ese
fuego descendió sobre los apóstoles para impulsarlos a salir de su encierro y
anunciar con valentía la Buena Nueva.
Ese mismo
fuego sigue encendiendo hoy la vida de los creyentes. No es un fuego físico,
sino espiritual. Es el ardor de la fe que empuja a amar, perdonar, servir,
evangelizar. Por eso Jesús añade:
La fe no
es un adorno decorativo: es fuego que purifica el alma, que rompe los apegos y
que enciende en nosotros el deseo de santidad.
3. San Pablo: del pecado a la justicia
La
primera lectura (Rom 6,19-23) nos recuerda que la vida cristiana es un paso de
la esclavitud del pecado a la libertad del amor. San Pablo dice con claridad:
“Ahora
que habéis sido liberados del pecado y os habéis hecho siervos de Dios, tenéis
como fruto la santificación y como fin la vida eterna.”
El fuego
de Jesús no es cómodo, porque nos pide dejar lo viejo, pero es el único que nos
hace nuevos. No hay resurrección sin cruz, ni alegría verdadera sin
purificación interior.
4. El fuego misionero del amor
El Papa
Francisco nos recuerda:
“Ser
misionero no es hacer muchas cosas, sino dejar que el fuego del amor de Dios te
consuma y te impulse a salir de ti mismo.”
5. María: la llama que no se apaga
Rezar el
Rosario no es repetir palabras vacías, sino avivar el fuego interior de la
fe. Cada Ave María es como soplar suavemente sobre la llama que amenaza
apagarse. Por eso, quien reza el Rosario con fe, no solo se llena de paz, sino
que se vuelve testigo del amor ardiente de Dios.
6. Aplicación pastoral y conclusión
Oración final
Señor
Jesús, fuego vivo del Padre,
enciende en nosotros la llama de tu amor.
Purifica nuestros corazones,
transforma nuestras indiferencias en pasión misionera,
y haz de tu Iglesia una hoguera de esperanza.
Virgen
del Rosario, Madre y estrella de la evangelización,
intercede por nosotros,
para que el fuego del Espíritu Santo arda siempre en nuestras familias,
en nuestras comunidades y en nuestros corazones.
Amén.
2
1. Introducción: Un Evangelio que incomoda
Jesús
pronuncia hoy unas palabras que sorprenden y hasta escandalizan:
“¿Pensáis que
he venido a traer paz a la tierra? No, sino división.” (Lc 12,51)
El Evangelio
no divide por sí mismo, pero su
verdad desenmascara las mentiras, y eso provoca resistencia.
Así, la Palabra de Cristo puede causar fricciones, no porque destruya la paz,
sino porque obliga a tomar
posición.
2. El fuego y la división: dos rostros de la misma misión
Jesús anuncia
que incluso dentro de las familias puede haber divisiones: padres e hijos,
hermanos y hermanas enfrentados por causa del Evangelio. Lo sabemos bien:
cuando alguien decide vivir su fe con coherencia, a veces es incomprendido,
criticado o rechazado.
3. San Pablo: de la esclavitud del pecado a la libertad de
la gracia
Esta ruptura
interior, aunque necesaria, puede generar tensiones con quienes no entienden
ese cambio. Así se cumplen las palabras de Jesús: el Evangelio divide, no porque
odie, sino porque purifica
y separa la luz de las tinieblas.
La división de
la que habla Cristo no destruye el amor, sino que lo depura: separa el amor
verdadero de las falsas apariencias, la fe genuina de la religiosidad vacía, la
esperanza viva del conformismo.
4. Fricciones inevitables, pero no definitivas
5. María y el Rosario: la paz que nace del corazón
encendido
6. Aplicación pastoral: vivir el fuego sin miedo
En este Año Jubilar, se nos
invita a ser peregrinos de la
esperanza: hombres y mujeres que caminan en medio de las tensiones
sin perder la fe, que buscan la unidad sin renunciar a la verdad.
7. Oración final
Señor
Jesús,
fuego que purifica y amor que reconcilia,
enséñanos a no temer las fricciones de la fe.
Cuando tu
Palabra nos sacuda,
cuando la fidelidad nos cueste lágrimas,
cuando la verdad nos separe de algunos,
que no perdamos la esperanza ni el amor.
Que tu
Espíritu nos dé la paz que nace del Evangelio,
esa paz que no es ausencia de conflicto,
sino plenitud de amor en medio de las pruebas.
Virgen del
Rosario, Madre de la unidad,
enséñanos a orar, a perdonar y a mantener encendido
el fuego de la fe y de la misión.
Amén.
3
1. Introducción: El fuego que purifica y transforma
Jesús
exclama con fuerza:
“He
venido a traer fuego a la tierra, ¡y cuánto deseo que ya esté ardiendo!” (Lc
12,49).
2. El fuego de la misericordia: un proceso de
purificación interior
El
Evangelio no presenta a un Jesús sereno y distante, sino a un Señor ansioso
de cumplir su misión redentora:
“Hay un
bautismo con el que tengo que ser bautizado, ¡y qué angustia siento hasta que
se cumpla!” (Lc 12,50).
Como
enseña San Juan de la Cruz, el alma es como un tronco de leña que el fuego
del Espíritu va consumiendo lentamente. Al principio, la leña cruje, se
resiste, las impurezas (la savia, la humedad) se oponen a la combustión. Pero
poco a poco, la madera se convierte en fuego; ya no se distingue entre ambas: la
madera y el fuego son uno solo.
3. La purificación como camino a la unión con Dios
Y esto,
en el contexto del Jubileo, tiene un valor profundo: el Año Santo es un tiempo
de purificación interior, de paso del pecado a la gracia, del egoísmo a
la comunión, de la tibieza a la pasión del Espíritu.
4. Mediocridad o fuego: la elección del discípulo
5. El fuego que se vuelve misión
6. Aplicación pastoral: dejarse consumir por el
amor
Pidamos a
Jesús que haga de nosotros maderas que ardan sin consumirse, como la
zarza del Horeb, para que otros puedan ver el resplandor de su presencia en
nosotros.
7. Oración final
Señor
Jesús, fuego de amor del Padre,
enciende en mí la llama de tu misericordia.
Purifica mi corazón de todo lo que me aleja de Ti.
Que tu
Espíritu consuma mis miedos y mis tibiezas,
y me transforme en testigo ardiente de tu Evangelio.
Que mi
vida sea una llama viva
que ilumine a los tristes, caliente a los fríos,
y encienda la fe en los corazones apagados.
Virgen
María, Reina del Rosario y Estrella de la Evangelización,
acompáñanos para que, como Tú,
seamos portadores del fuego del Espíritu
y misioneros de esperanza en el mundo.
Amén.
🕊️ 23 de octubre:
San Juan de Capistrano,
Presbítero — Memoria libre
1386–1456
Patrono de los capellanes
militares, jueces, juristas y abogados
Canonizado por el Papa
Alejandro VIII el 16 de octubre de 1690.
📜 Cita de San Juan de Capistrano
“Quienes son llamados a la mesa del Señor deben
resplandecer con el brillo que proviene del buen ejemplo de una vida intachable
y digna de alabanza.
Deben eliminar completamente de sus vidas la suciedad y la impureza del vicio.
Su vida recta debe hacerlos como la sal de la tierra, tanto para sí mismos como
para el resto de la humanidad.
El resplandor de su sabiduría debe hacerlos como la luz del mundo, que ilumina a
los demás.
Deben aprender de su eminente Maestro,
Jesucristo, lo que Él declaró no solo a sus apóstoles y discípulos, sino
también a todos los sacerdotes y clérigos que habrían de sucederlos, cuando
dijo:
‘Ustedes son la sal de la tierra… ustedes son la luz del mundo.’
Por el brillo de su santidad deben traer luz y
serenidad a todos los que los contemplen.
Han sido puestos aquí para cuidar de los demás.
Sus propias vidas deben ser ejemplo para los demás, mostrando cómo se debe
vivir en la casa del Señor.”
(Del tratado “Espejo del clero”, de San Juan de Capistrano)
✨ Reflexión
Juan nació en Capistrano, en el Reino
de Nápoles (actual Italia). Provenía de una familia noble y acomodada. Cuando
era niño, su padre murió y su madre se encargó personalmente de su educación en
casa. Más tarde lo envió a Perugia,
donde estudió Derecho
civil y canónico bajo la guía de un destacado jurista.
Juan se
distinguió por su inteligencia y disciplina. En 1412, cuando tenía unos 26
años, el rey Ladislao de
Nápoles lo nombró gobernador
de Perugia. Además, un noble poderoso le dio en matrimonio a su
hija, junto con una dote considerable, convirtiendo a Juan en un hombre de gran
riqueza e influencia.
Sin embargo,
en aquel tiempo Italia estaba marcada por constantes conflictos entre familias
poderosas y guerras entre ciudades y pequeños reinos. Como gobernador, Juan
trató de erradicar la corrupción, pero se encontró con una fuerte oposición.
Hacia 1416, la influyente familia Malatesta,
junto con otros aliados en Perugia, se rebeló contra el rey Ladislao y su
autoridad. Cuando Juan intentó mediar la paz, fue apresado por los Malatesta.
La tradición
cuenta que durante su encarcelamiento tuvo una visión de San Francisco de Asís, quien
lo exhortó a entrar en la Orden Franciscana.
Algunas
fuentes indican que su joven esposa murió mientras él estaba en prisión; otras,
que el matrimonio, al no haberse consumado, fue disuelto. En cualquier caso, Juan vendió todas sus propiedades
para pagar su rescate y el 4 de octubre de 1416 —fiesta de San Francisco— ingresó en la Orden de los Frailes
Menores.
🔹 La conversión y las
pruebas del noviciado
🔹 Un santo entre santos
🔹 Apóstol del Nombre de
Jesús y reformador franciscano
Por su
prudencia y sabiduría, los
papas lo enviaron en varias misiones diplomáticas y como
delegado pontificio para resolver conflictos y combatir la herejía. Era
considerado un hombre de
verdad, de palabra y de fuego espiritual.
🔹 El “sacerdote
soldado”
✝️ Mensaje espiritual
🙏 Oración
San
Juan de Capistrano, tú que probaste el poder y la riqueza del
mundo y los encontraste vacíos,
ruega por nosotros.
Que el dolor y la humillación que viviste en tu prisión nos enseñen a poner
solo en Dios nuestra confianza.
Alcánzanos
la gracia de vivir con fe ardiente,
con pureza de corazón y celo apostólico,
para que nuestras vidas sean luz, sal y esperanza para los demás.
San
Juan de Capistrano, ruega por nosotros.
Jesús, en Ti confío.
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