Presente en la prueba
(Lucas 21,12-19) Las
pruebas, a las que espontáneamente atribuimos una connotación negativa,
aparecen —a la luz del Evangelio— como el lugar privilegiado del testimonio y
de la experiencia de la presencia de Cristo y de su Espíritu.
«Soy yo quien les dará palabras y sabiduría a las que ninguno de sus adversarios
podrá resistir ni contradecir».
Estas palabras se inscriben en
la tradición de los profetas del Antiguo Testamento y están en las antípodas de
un cristianismo que, buscando consensos, corre el riesgo de perder su sabor, su
fuerza profética y su identidad misionera.
Emmanuelle Billoteau, ermite
Primera lectura
Dan
5, 1-6. 13-14. 16-17. 23-28
Aparecieron
unos dedos de mano humana escribiendo
Lectura de la profecía de Daniel.
EN aquellos días, el rey Baltasar ofreció un gran banquete a mil de sus nobles,
y se puso a beber vino delante de los mil. Bajo el efecto del vino, Baltasar
mandó traer los vasos de oro y plata que su padre Nabucodonosor había cogido en
el templo de Jerusalén, para que bebieran en ellos el rey junto con sus nobles,
sus mujeres y sus concubinas. Cuando trajeron los vasos de oro que habían
cogido en el templo de Jerusalén, brindaron con ellos el rey y sus nobles, sus
mujeres y sus concubinas. Y mientras bebían vino, alababan a sus dioses de oro
y plata, de bronce y de hierro, de madera y de piedra.
De repente aparecieron unos dedos de mano humana escribiendo sobre el revoque
del muro del palacio real, frente al candelabro; y el rey veía el dorso de la
mano que escribía. Entonces su rostro palideció, sus pensamientos le turbaron,
los músculos del cuerpo se le aflojaron, y las rodillas le entrechocaban.
Trajeron a Daniel ante el rey y este le preguntó:
«¿Eres tú Daniel, uno de los judíos desterrados que trajo de Judea el rey mi
padre? He oído decir de ti que posees el espíritu de los dioses, y que en ti se
encuentran inteligencia, prudencia y una sabiduría extraordinaria.
He oído decir de ti que tú puedes interpretar sueños y resolver problemas; pues
bien, si logras leer lo escrito y exponerme su interpretación, te vestirás de
púrpura, llevarás al cuello un collar de oro y ocuparás el tercer puesto en mi
reino».
Entonces Daniel habló así al rey:
«Quédate con tus dones y da a otro tus regalos. Yo leeré al rey lo escrito y le
expondré su interpretación.
Te has rebelado contra el Señor del cielo y has hecho traer a tu presencia los
vasos de su templo, para beber vino en ellos en compañía de tus nobles, tus
mujeres y tus concubinas. Has alabado a dioses de plata y oro, de bronce y
hierro, de madera y piedra, que ni ven, ni oyen, ni entienden; mientras que al
Dios dueño de tu vida y tus empresas no lo has honrado. Por eso él ha enviado
esa mano para escribir este texto.
Lo que está escrito es: “Contado, Pesado, Dividido”. Y la interpretación es
esta:
“Contado”: Dios ha contado los días de tu reinado y les ha señalado el final.
“Pesado”: te ha pesado en la balanza, y te falta peso. “Dividido”: tu reino ha
sido dividido, y lo entregan a medos y persas».
Palabra de Dios.
Salmo
Dan
3, 62a. 63a. 64a. 65a. 66a. 67a (R.: 59b)
R. ¡Ensálcenlo con
himnos por los siglos!
V. Sol y luna, bendigan
al Señor. R.
V. Astros del
cielo, bendigan al Señor. R.
V. Lluvia y rocío,
bendigan al Señor. R.
V. Vientos todos,
bendigan al Señor. R.
V. Fuego y calor,
bendigan al Señor. R.
V. Fríos y heladas,
bendigan al Señor. R.
Aclamación
R. Aleluya,
aleluya, aleluya.
V. Sé fiel hasta la
muerte —dice el Señor— y te daré la corona de la vida. R.
Evangelio
Lc
21, 12-19
Todos
los odiarán a causa de mi nombre, pero ni un cabello de su cabeza perecerá
Lectura del santo Evangelio según san Lucas.
EN aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«Les echarán mano, los perseguirán, entregándolos a las sinagogas y a las
cárceles, y haciéndolos comparecer ante reyes y gobernadores, por causa de mi
nombre. Esto les servirá de ocasión para dar testimonio.
Por ello, métanse bien en la cabeza que no tienen que preparar su defensa,
porque yo les daré palabras y sabiduría a las que no podrá hacer frente ni
contradecir ningún adversario de ustedes.
Y hasta sus padres, y parientes, y hermanos, y amigos los entregarán, y matarán
a algunos de ustedes, y todos los odiarán a causa de mi nombre. Pero ni un
cabello de su cabeza perecerá; con su perseverancia salvarán sus almas».
Palabra del Señor.
1
1. Introducción: Cuando Dios
escribe en los muros del alma
Queridos
hermanos y hermanas:
Nos
acercamos al final del año litúrgico y la Palabra de Dios adquiere un tono de
seriedad profunda, como si el Señor quisiera despertarnos del sueño, invitarnos
a mirar la historia con ojos limpios y el corazón abierto. Hoy escuchamos un
pasaje único: el dedo de Dios escribiendo en el muro del palacio de un rey
pagano. Una imagen tan fuerte que atraviesa los siglos para recordarnos que
la historia humana, con todos sus orgullos y extravíos, no queda fuera del
alcance de Dios.
Y
mientras contemplamos ese gesto divino, escuchamos al mismo Cristo hablarnos de
persecuciones, fidelidad y perseverancia. Dos textos que se iluminan mutuamente:
cuando el poder humano se vuelve soberbio y se desconecta de Dios, la vida del
justo se vuelve difícil. Pero cuando el discípulo persevera, Dios lo sostiene
con su fuerza.
En este Año
Jubilar, cuando somos llamados a ser Peregrinos de la Esperanza, la
Palabra nos invita a caminar confiados, aun en la noche.
Hoy, de
manera especial, elevamos nuestra intención orante por los enfermos, por
quienes viven en carne propia la fragilidad, por quienes esperan una palabra de
consuelo, por quienes sienten que su muro se resquebraja. A ellos les decimos:
Dios no abandona, Dios no olvida, Dios no borra su presencia de tu historia.
2. Primera lectura (Dn 5): La profanación del
corazón y la palabra que despierta
El
banquete de Baltasar es un símbolo de lo que le ocurre al ser humano cuando se
enorgullece, se aleja de Dios y hace de sí mismo el centro. Lo sagrado se
vuelve objeto de juego. Lo que huele a Dios se desprecia. Lo que pertenece al
culto se utiliza para exaltar al propio ego.
Como si
dijera a Baltasar, y a nosotros:
- Tus días están contados: tu
poder no es eterno.
- Has sido pesado: tu corazón
no es tan grande como crees.
- Tu reino será dividido: lo
que construyes lejos de Dios no perdura.
Para los
enfermos, esta lectura no es castigo, sino consuelo: Dios mira tu vida con
ternura. Nada de lo que vives pasa inadvertido ante Él. No eres número, no eres
estadística; eres persona amada cuyo nombre está escrito en la palma de su
mano.
3. Evangelio (Lc 21,12-19): Cuando el mundo
aprieta, Dios permanece
Pero aquí
viene la promesa que sostiene la existencia cristiana:
Tres
promesas para los momentos de persecución, dolor o desconsuelo.
1. Palabras y sabiduría
2. Nada se perderá
3. La perseverancia salva
Este es
el sello del Año Jubilar: ser peregrinos que siguen caminando, aunque el
camino duela.
4. Año Jubilar: Dios escribe esperanza donde el
mundo escribe miedo
El
Jubileo es tiempo de gracia, tiempo de volver a Dios, tiempo de reconstrucción
interior. En este contexto, el Evangelio nos recuerda que la Iglesia siempre
avanza entre luces y sombras, entre persecuciones y consuelos, pero nunca sola.
El dedo
que escribió en Babilonia sigue escribiendo hoy:
- escribe en la vida del
enfermo: no estás solo;
- escribe en la vida del
desanimado: tu fe no será en vano;
- escribe en la vida del
misionero: hablaré por ti;
- escribe en la vida del
pecador: si regresas, te abrazo;
- escribe en la vida de la
comunidad: mi gracia basta.
Dios está
presente en la historia, incluso cuando parece ausente.
5. Intención orante por los enfermos: Cristo
permanece en la noche
Hoy
quiero hablarles directamente a los enfermos y a quienes los cuidan:
- A ti, que sientes que tu
cuerpo se debilita: Cristo sostiene tu alma.
- A ti, que experimentas el
miedo al futuro: Cristo es tu roca.
- A ti, que lloras en
silencio: Cristo recoge tus lágrimas.
- A ti, que cargas una
enfermedad larga: Cristo persevera contigo.
- A los médicos, enfermeras y
cuidadores: Cristo escribe en sus manos un ministerio de compasión.
En este
Jubileo, pidamos la gracia de que cada enfermo experimente la presencia de
Jesús, no como discurso, sino como compañía real.
6. Conclusión: El dedo de Dios sigue escribiendo en
nosotros
Hoy la
Palabra nos deja dos certezas:
1.
Dios no abandona la historia: escribe en ella.
2.
Cristo no abandona a sus discípulos: permanece en ellos.
Somos testigos
bautizados, peregrinos del Jubileo, hombres y mujeres que caminan sabiendo
que hay una mano divina que escribe esperanza en los rincones más oscuros de la
vida.
Que
María, Salud de los Enfermos, nos enseñe a perseverar y a dejarnos escribir por
Dios.
Amén.
2
1. Introducción: Cuando la prueba
se convierte en lugar de encuentro
Queridos
hermanos y hermanas:
Al final
del año litúrgico, las lecturas nos conducen a escenarios fuertes, cargados de
simbolismo, donde la soberbia humana y la fragilidad del hombre frente a Dios
quedan expuestas. Y, al mismo tiempo, el Evangelio nos recuerda que las pruebas
no son solo momentos de oscuridad, sino también lugares donde Cristo se hace
más presente que nunca.
Hoy, a la
luz de Daniel 5 y del Salmo 3, descubrimos que Dios no abandona a
sus hijos, incluso cuando la noche se llena de amenazas o cuando la historia
parece tambalear.
En este Año
Jubilar, Año de gracia y de esperanza, queremos pedir especialmente por los
enfermos, cuya vida es a menudo un terreno interior donde se libra una
batalla espiritual silenciosa. La Palabra de hoy les habla con ternura y
fuerza: «No temas, yo estoy contigo».
2. Primera lectura: El dedo que escribe en la noche
(Dn 5)
La
primera lectura nos lleva al famoso banquete del rey Baltasar. Entre el vino,
la soberbia y los ídolos, el rey se atreve a profanar los vasos sagrados del
templo de Jerusalén. En ese ambiente de desenfreno, Dios irrumpe
inesperadamente: un dedo escribe en la pared.
Es un
gesto misterioso, pero profundamente revelador:
- Dios habla incluso cuando
los poderosos no lo escuchan.
- Dios pone límites a la
arrogancia humana.
- Dios defiende lo sagrado que
el mundo pisotea.
La
sentencia escrita —Contado, pesado, dividido— no es únicamente para
Baltasar. Es, en cierto sentido, una llamada de atención para toda sociedad que
olvida a Dios, que exalta lo superficial, que desprecia lo santo o pisotea al
débil.
¿Y qué relación tiene esto con los enfermos?
La
enfermedad, aunque dolorosa, puede convertirse —como dice el comentario— en un lugar
privilegiado de encuentro con la presencia de Cristo.
3. El Salmo 3: “Tú eres mi escudo”
El Salmo
3 es un grito que brota del corazón del perseguido:
El
salmista reconoce el peligro, pero también reconoce la fidelidad de Dios.
- “Me acuesto y duermo, y me
despierto, porque el Señor me sostiene.”
4. El Evangelio y el comentario: Las pruebas, lugar
de testimonio
Jesús lo
afirma con claridad:
Un cristianismo con sabor
Estas
palabras están en las antípodas de un cristianismo demasiado acomodado, que
busca consensos y pierde su fuerza profética.
La
enfermedad, la fragilidad, la fidelidad probada… todas estas realidades
devuelven al cristianismo su sabor, su autenticidad, su hondura.
El
enfermo que confía, que persevera, que ora, se convierte —sin proponérselo— en
testigo del Evangelio más puro.
5. Año Jubilar: Dios presente en la prueba
En este
año de gracia:
- Dios escribe misericordia
donde el mundo escribe condena.
- Dios escribe esperanza donde
otros solo ven sufrimiento.
- Dios escribe fortaleza donde
el cuerpo se resquebraja.
- Dios escribe vida donde la
muerte amenaza.
Los
enfermos, las familias que cuidan, los médicos y enfermeras, los acompañantes…
todos ellos son lugar de Jubileo, porque allí donde la fragilidad está a
la vista, la misericordia brota más fuerte.
6. Conclusión: Cristo presente en la prueba
Queridos
hermanos:
Hoy la
Palabra nos deja un mensaje profundo:
- Dios escribe en nuestra
historia incluso cuando todo parece oscuro.
- El Señor es escudo y
descanso para quien sufre.
- La prueba puede convertirse
en lugar de encuentro y de testimonio.
- Cristo promete su presencia
y su sabiduría en todo combate interior.
- La perseverancia es camino
de salvación.
A los
enfermos, a los que sufren en cuerpo o alma, a los que cuidan y acompañan, hoy
les decimos:
Que
María, Salud de los Enfermos, interceda por nosotros y nos enseñe a perseverar.
Amén.

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