miércoles, 26 de noviembre de 2025

26 de noviembre del 2025: miércoles de la trigésima cuarta semana del tiempo ordinario-I

 

Presente en la prueba

(Lucas 21,12-19) Las pruebas, a las que espontáneamente atribuimos una connotación negativa, aparecen —a la luz del Evangelio— como el lugar privilegiado del testimonio y de la experiencia de la presencia de Cristo y de su Espíritu.
«Soy yo quien les dará palabras y sabiduría a las que ninguno de sus adversarios podrá resistir ni contradecir».

Estas palabras se inscriben en la tradición de los profetas del Antiguo Testamento y están en las antípodas de un cristianismo que, buscando consensos, corre el riesgo de perder su sabor, su fuerza profética y su identidad misionera.

Emmanuelle Billoteau, ermite

 

 

Primera lectura

Dan 5, 1-6. 13-14. 16-17. 23-28

Aparecieron unos dedos de mano humana escribiendo

Lectura de la profecía de Daniel.

EN aquellos días, el rey Baltasar ofreció un gran banquete a mil de sus nobles, y se puso a beber vino delante de los mil. Bajo el efecto del vino, Baltasar mandó traer los vasos de oro y plata que su padre Nabucodonosor había cogido en el templo de Jerusalén, para que bebieran en ellos el rey junto con sus nobles, sus mujeres y sus concubinas. Cuando trajeron los vasos de oro que habían cogido en el templo de Jerusalén, brindaron con ellos el rey y sus nobles, sus mujeres y sus concubinas. Y mientras bebían vino, alababan a sus dioses de oro y plata, de bronce y de hierro, de madera y de piedra.
De repente aparecieron unos dedos de mano humana escribiendo sobre el revoque del muro del palacio real, frente al candelabro; y el rey veía el dorso de la mano que escribía. Entonces su rostro palideció, sus pensamientos le turbaron, los músculos del cuerpo se le aflojaron, y las rodillas le entrechocaban.
Trajeron a Daniel ante el rey y este le preguntó:
«¿Eres tú Daniel, uno de los judíos desterrados que trajo de Judea el rey mi padre? He oído decir de ti que posees el espíritu de los dioses, y que en ti se encuentran inteligencia, prudencia y una sabiduría extraordinaria.
He oído decir de ti que tú puedes interpretar sueños y resolver problemas; pues bien, si logras leer lo escrito y exponerme su interpretación, te vestirás de púrpura, llevarás al cuello un collar de oro y ocuparás el tercer puesto en mi reino».
Entonces Daniel habló así al rey:
«Quédate con tus dones y da a otro tus regalos. Yo leeré al rey lo escrito y le expondré su interpretación.
Te has rebelado contra el Señor del cielo y has hecho traer a tu presencia los vasos de su templo, para beber vino en ellos en compañía de tus nobles, tus mujeres y tus concubinas. Has alabado a dioses de plata y oro, de bronce y hierro, de madera y piedra, que ni ven, ni oyen, ni entienden; mientras que al Dios dueño de tu vida y tus empresas no lo has honrado. Por eso él ha enviado esa mano para escribir este texto.
Lo que está escrito es: “Contado, Pesado, Dividido”. Y la interpretación es esta:
“Contado”: Dios ha contado los días de tu reinado y les ha señalado el final. “Pesado”: te ha pesado en la balanza, y te falta peso. “Dividido”: tu reino ha sido dividido, y lo entregan a medos y persas».

Palabra de Dios.

 

Salmo

Dan 3, 62a. 63a. 64a. 65a. 66a. 67a (R.: 59b)

R. ¡Ensálcenlo con himnos por los siglos!

V. Sol y luna, bendigan al Señor. R.

V. Astros del cielo, bendigan al Señor. R.

V. Lluvia y rocío, bendigan al Señor. R.

V. Vientos todos, bendigan al Señor. R.

V. Fuego y calor, bendigan al Señor. R.

V. Fríos y heladas, bendigan al Señor. R.

 

Aclamación

R. Aleluya, aleluya, aleluya.
V. Sé fiel hasta la muerte —dice el Señor— y te daré la corona de la vida. R.

 

Evangelio

Lc 21, 12-19

Todos los odiarán a causa de mi nombre, pero ni un cabello de su cabeza perecerá

Lectura del santo Evangelio según san Lucas.

EN aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«Les echarán mano, los perseguirán, entregándolos a las sinagogas y a las cárceles, y haciéndolos comparecer ante reyes y gobernadores, por causa de mi nombre. Esto les servirá de ocasión para dar testimonio.
Por ello, métanse bien en la cabeza que no tienen que preparar su defensa, porque yo les daré palabras y sabiduría a las que no podrá hacer frente ni contradecir ningún adversario de ustedes.
Y hasta sus padres, y parientes, y hermanos, y amigos los entregarán, y matarán a algunos de ustedes, y todos los odiarán a causa de mi nombre. Pero ni un cabello de su cabeza perecerá; con su perseverancia salvarán sus almas».

Palabra del Señor.

 

1

 

1. Introducción: Cuando Dios escribe en los muros del alma

 

Queridos hermanos y hermanas:

Nos acercamos al final del año litúrgico y la Palabra de Dios adquiere un tono de seriedad profunda, como si el Señor quisiera despertarnos del sueño, invitarnos a mirar la historia con ojos limpios y el corazón abierto. Hoy escuchamos un pasaje único: el dedo de Dios escribiendo en el muro del palacio de un rey pagano. Una imagen tan fuerte que atraviesa los siglos para recordarnos que la historia humana, con todos sus orgullos y extravíos, no queda fuera del alcance de Dios.

Y mientras contemplamos ese gesto divino, escuchamos al mismo Cristo hablarnos de persecuciones, fidelidad y perseverancia. Dos textos que se iluminan mutuamente: cuando el poder humano se vuelve soberbio y se desconecta de Dios, la vida del justo se vuelve difícil. Pero cuando el discípulo persevera, Dios lo sostiene con su fuerza.

En este Año Jubilar, cuando somos llamados a ser Peregrinos de la Esperanza, la Palabra nos invita a caminar confiados, aun en la noche.

Hoy, de manera especial, elevamos nuestra intención orante por los enfermos, por quienes viven en carne propia la fragilidad, por quienes esperan una palabra de consuelo, por quienes sienten que su muro se resquebraja. A ellos les decimos: Dios no abandona, Dios no olvida, Dios no borra su presencia de tu historia.


2. Primera lectura (Dn 5): La profanación del corazón y la palabra que despierta

El banquete de Baltasar es un símbolo de lo que le ocurre al ser humano cuando se enorgullece, se aleja de Dios y hace de sí mismo el centro. Lo sagrado se vuelve objeto de juego. Lo que huele a Dios se desprecia. Lo que pertenece al culto se utiliza para exaltar al propio ego.

Pero Dios no calla.
Dios escribe.

Escribe en los muros de la historia.
Escribe en los muros de la conciencia.
Escribe en los muros del corazón.

Tres palabras resuenan:
Contado… pesado… dividido.

Como si dijera a Baltasar, y a nosotros:

  • Tus días están contados: tu poder no es eterno.
  • Has sido pesado: tu corazón no es tan grande como crees.
  • Tu reino será dividido: lo que construyes lejos de Dios no perdura.

¿Cuántas veces también nosotros necesitamos que el dedo de Dios escriba en nuestras paredes interiores para despertarnos?
¿Cuántas veces el sufrimiento, la enfermedad, la fragilidad, actúan como esa letra divina que nos recuerda la verdad esencial: sin Dios nada firme existe?

Para los enfermos, esta lectura no es castigo, sino consuelo: Dios mira tu vida con ternura. Nada de lo que vives pasa inadvertido ante Él. No eres número, no eres estadística; eres persona amada cuyo nombre está escrito en la palma de su mano.


3. Evangelio (Lc 21,12-19): Cuando el mundo aprieta, Dios permanece

Jesús no maquilla la realidad:
el seguimiento auténtico genera tensiones.
La fidelidad al Evangelio no siempre es bienvenida.
Los discípulos de todos los tiempos conocerán pruebas.

Pero aquí viene la promesa que sostiene la existencia cristiana:

“Yo les daré palabras y sabiduría.”
“Ni un cabello de su cabeza perecerá.”
“Con su perseverancia salvarán sus vidas.”

Tres promesas para los momentos de persecución, dolor o desconsuelo.

1. Palabras y sabiduría

No se trata de inteligencia humana, sino de una luz interior, fruto del Espíritu Santo que nos enseña qué decir y qué hacer.
Los enfermos lo experimentan: cuando la fuerza humana se debilita, emerge la sabiduría de Dios. Aparece la paciencia, la entrega, la humildad, la reconciliación. A veces la enfermedad hace brotar una fe más pura.

2. Nada se perderá

Cuando Jesús dice “ni un cabello perecerá”, está diciendo: tu vida me importa, tu historia me importa; estoy pendiente de ti, incluso en lo más mínimo.
Qué consuelo para quienes sienten que su cuerpo se desgasta o su mente se nubla. Dios guarda, acompaña, recoge.

3. La perseverancia salva

No es el éxito, ni la fuerza, ni la ausencia de problemas lo que salva:
¡es la perseverancia!
La constancia del que sigue amando, confiando, orando, aun en la noche.

Este es el sello del Año Jubilar: ser peregrinos que siguen caminando, aunque el camino duela.


4. Año Jubilar: Dios escribe esperanza donde el mundo escribe miedo

El Jubileo es tiempo de gracia, tiempo de volver a Dios, tiempo de reconstrucción interior. En este contexto, el Evangelio nos recuerda que la Iglesia siempre avanza entre luces y sombras, entre persecuciones y consuelos, pero nunca sola.

El dedo que escribió en Babilonia sigue escribiendo hoy:

  • escribe en la vida del enfermo: no estás solo;
  • escribe en la vida del desanimado: tu fe no será en vano;
  • escribe en la vida del misionero: hablaré por ti;
  • escribe en la vida del pecador: si regresas, te abrazo;
  • escribe en la vida de la comunidad: mi gracia basta.

Dios está presente en la historia, incluso cuando parece ausente.


5. Intención orante por los enfermos: Cristo permanece en la noche

Hoy quiero hablarles directamente a los enfermos y a quienes los cuidan:

  • A ti, que sientes que tu cuerpo se debilita: Cristo sostiene tu alma.
  • A ti, que experimentas el miedo al futuro: Cristo es tu roca.
  • A ti, que lloras en silencio: Cristo recoge tus lágrimas.
  • A ti, que cargas una enfermedad larga: Cristo persevera contigo.
  • A los médicos, enfermeras y cuidadores: Cristo escribe en sus manos un ministerio de compasión.

En este Jubileo, pidamos la gracia de que cada enfermo experimente la presencia de Jesús, no como discurso, sino como compañía real.


6. Conclusión: El dedo de Dios sigue escribiendo en nosotros

Hoy la Palabra nos deja dos certezas:

1.    Dios no abandona la historia: escribe en ella.

2.    Cristo no abandona a sus discípulos: permanece en ellos.

Y nos deja una tarea:
perseverar, incluso cuando el muro se agrieta, cuando la noche se hace larga, cuando la persecución o la enfermedad golpean fuerte.

Somos testigos bautizados, peregrinos del Jubileo, hombres y mujeres que caminan sabiendo que hay una mano divina que escribe esperanza en los rincones más oscuros de la vida.

Que María, Salud de los Enfermos, nos enseñe a perseverar y a dejarnos escribir por Dios.

Amén.

 

2

 

1. Introducción: Cuando la prueba se convierte en lugar de encuentro

 

Queridos hermanos y hermanas:

Al final del año litúrgico, las lecturas nos conducen a escenarios fuertes, cargados de simbolismo, donde la soberbia humana y la fragilidad del hombre frente a Dios quedan expuestas. Y, al mismo tiempo, el Evangelio nos recuerda que las pruebas no son solo momentos de oscuridad, sino también lugares donde Cristo se hace más presente que nunca.

Hoy, a la luz de Daniel 5 y del Salmo 3, descubrimos que Dios no abandona a sus hijos, incluso cuando la noche se llena de amenazas o cuando la historia parece tambalear.

En este Año Jubilar, Año de gracia y de esperanza, queremos pedir especialmente por los enfermos, cuya vida es a menudo un terreno interior donde se libra una batalla espiritual silenciosa. La Palabra de hoy les habla con ternura y fuerza: «No temas, yo estoy contigo».


2. Primera lectura: El dedo que escribe en la noche (Dn 5)

La primera lectura nos lleva al famoso banquete del rey Baltasar. Entre el vino, la soberbia y los ídolos, el rey se atreve a profanar los vasos sagrados del templo de Jerusalén. En ese ambiente de desenfreno, Dios irrumpe inesperadamente: un dedo escribe en la pared.

Es un gesto misterioso, pero profundamente revelador:

  • Dios habla incluso cuando los poderosos no lo escuchan.
  • Dios pone límites a la arrogancia humana.
  • Dios defiende lo sagrado que el mundo pisotea.

La sentencia escrita —Contado, pesado, dividido— no es únicamente para Baltasar. Es, en cierto sentido, una llamada de atención para toda sociedad que olvida a Dios, que exalta lo superficial, que desprecia lo santo o pisotea al débil.

¿Y qué relación tiene esto con los enfermos?

El enfermo, más que nadie, sabe que la vida es frágil, que nuestros días “están contados”, que nuestro equilibrio puede romperse de un momento a otro. Pero mientras el poder del rey se derrumba, la vida del humilde se sostiene en Dios.
Mientras Baltasar tiembla, el justo encuentra refugio.
Mientras el mundo se desmorona, Dios escribe consuelo en el corazón de sus hijos.

La enfermedad, aunque dolorosa, puede convertirse —como dice el comentario— en un lugar privilegiado de encuentro con la presencia de Cristo.


3. El Salmo 3: “Tú eres mi escudo”

El Salmo 3 es un grito que brota del corazón del perseguido:

“Señor, ¡cuántos son mis adversarios!
Pero tú, Señor, eres mi escudo,
mi gloria, y quien levanta mi cabeza.”

El salmista reconoce el peligro, pero también reconoce la fidelidad de Dios.

  • “Me acuesto y duermo, y me despierto, porque el Señor me sostiene.”

Para el enfermo, estas palabras pueden convertirse en oración diaria.
Cuando el cuerpo se debilita, cuando la angustia visita la noche, cuando la incertidumbre lastima, Dios mismo se convierte en escudo, descanso y fortaleza.

En el Año Jubilar, este salmo proclama algo esencial:
no hay enfermedad, dolor ni fragilidad que pueda apagar la presencia fiel de Dios.


4. El Evangelio y el comentario: Las pruebas, lugar de testimonio

Hoy se destaca algo profundamente evangélico:
lo que nosotros llamamos “pruebas” o “desgracias”, Dios lo convierte en espacio de testimonio, en lugar donde experimentamos la presencia de Cristo.

Jesús lo afirma con claridad:

“Soy yo quien les dará palabras y sabiduría…”
“Con su perseverancia salvarán sus vidas.”

Lo que parecía automáticamente negativo se vuelve bendición.
Lo que parecía derrota se vuelve ocasión de gracia.
Lo que parecía abandono se revela como compañía divina.

Para los primeros cristianos —y también para nosotros— la prueba no es signo de ausencia, sino de proximidad de Dios.
Cristo no nos evita el combate, pero sí nos ofrece su Espíritu para sostenerlo.

Un cristianismo con sabor

Estas palabras están en las antípodas de un cristianismo demasiado acomodado, que busca consensos y pierde su fuerza profética.

La enfermedad, la fragilidad, la fidelidad probada… todas estas realidades devuelven al cristianismo su sabor, su autenticidad, su hondura.

El enfermo que confía, que persevera, que ora, se convierte —sin proponérselo— en testigo del Evangelio más puro.


5. Año Jubilar: Dios presente en la prueba

El Jubileo nos recuerda que Dios camina en nuestra historia, incluso en los momentos en que la pared parece escribir sentencias de muerte.
Pero esa misma pared —como en Babilonia— puede convertirse en pizarra de salvación.

En este año de gracia:

  • Dios escribe misericordia donde el mundo escribe condena.
  • Dios escribe esperanza donde otros solo ven sufrimiento.
  • Dios escribe fortaleza donde el cuerpo se resquebraja.
  • Dios escribe vida donde la muerte amenaza.

Los enfermos, las familias que cuidan, los médicos y enfermeras, los acompañantes… todos ellos son lugar de Jubileo, porque allí donde la fragilidad está a la vista, la misericordia brota más fuerte.


6. Conclusión: Cristo presente en la prueba

Queridos hermanos:

Hoy la Palabra nos deja un mensaje profundo:

  • Dios escribe en nuestra historia incluso cuando todo parece oscuro.
  • El Señor es escudo y descanso para quien sufre.
  • La prueba puede convertirse en lugar de encuentro y de testimonio.
  • Cristo promete su presencia y su sabiduría en todo combate interior.
  • La perseverancia es camino de salvación.

A los enfermos, a los que sufren en cuerpo o alma, a los que cuidan y acompañan, hoy les decimos:

No están solos.
Cristo está presente en su prueba.
Y este Año Jubilar es para ustedes fuente de consuelo, de gracia y de esperanza.

Que María, Salud de los Enfermos, interceda por nosotros y nos enseñe a perseverar.

Amén.

 

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