29 de octubre del 2021: viernes de la trigésima semana del tiempo ordinario
(Lucas
14, 1-6) La llamada de angustia de una persona puede llegar a interrumpir mi
rutina y obligarme a revisar mis prioridades. Jesús se dejó incomodar y prefirió
el bienestar del otro antes que cualquier ley y toda prescripción.
Primera lectura
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los
Romanos (9,1-5):
Digo la verdad en Cristo; mi conciencia, iluminada por el Espíritu Santo, me
asegura que no miento. Siento una gran pena y un dolor incesante en mi corazón,
pues por el bien de mis hermanos, los de mi raza según la carne, quisiera
incluso ser un proscrito lejos de Cristo. Ellos descienden de Israel, fueron
adoptados como hijos, tienen la presencia de Dios, la alianza, la ley, el culto
y las promesas. Suyos son los patriarcas, de quienes, según la carne, nació el
Mesías, el que está por encima de todo: Dios bendito por los siglos. Amén.
Palabra de Dios
Salmo
Sal 147,12-13.14-15.19-20
R/. Glorifica
al Señor, Jerusalén
Glorifica al Señor, Jerusalén;
alaba a tu Dios, Sión:
que ha reforzado los cerrojos de tus puertas,
y ha bendecido a tus hijos dentro de ti. R/.
Ha puesto paz en tus fronteras,
te sacia con flor de harina.
Él envía su mensaje a la tierra,
y su palabra corre veloz. R/.
Anuncia su palabra a Jacob,
sus decretos y mandatos a Israel;
con ninguna nación obró así,
ni les dio a conocer sus mandatos. R/.
Lectura del santo evangelio según san Lucas
(14,1-6):
Un sábado, entró Jesús en casa de uno de los principales fariseos para
comer, y ellos le estaban espiando.
Se encontró delante un hombre enfermo de hidropesía y, dirigiéndose a los
maestros de la Ley y fariseos, preguntó: «¿Es lícito curar los sábados, o no?»
Ellos se quedaron callados. Jesús, tocando al enfermo, lo curó y lo despidió.
Y a ellos les dijo: «Si a uno de vosotros se le cae al pozo el hijo o el buey,
¿no lo saca en seguida, aunque sea sábado?»
Y se quedaron sin respuesta.
Palabra del Señor
Un sábado, entró Jesús en casa de uno de los principales fariseos
para comer, y ellos le estaban espiando.
Jesús aceptó una invitación de este prominente fariseo para cenar
en su casa.
La gente de la cena le estaba
espiando. Es algo fácil imaginarse la escena. Para
la mayoría de la gente, el ser invitado a una cena con muchos extraños que le
observan con atención puede hacer que uno se sienta bastante incómodo y
cohibido. Pero Jesús apareció con perfecta confianza y un compromiso
inquebrantable de compartir el Evangelio.
Una cosa que podemos aprender de esta cena y de la disposición de
Jesús es que las situaciones incómodas son en realidad grandes oportunidades
para compartir la fe.
Todos tendremos momentos en los que nos encontremos en una
situación incómoda. Imagínate, por ejemplo, ser invitado a una fiesta por
un pariente lejano o un nuevo vecino. Decidiste asistir y sabías que
conocerías a muy pocas personas allí. La tendencia de los tímidos sería
aparecer, encontrar a alguien que conozcan y luego pasar el resto del tiempo
con esa persona. Pero considere lo que hizo Jesús. Probablemente
conocía a muy pocas personas en esta cena. El propósito principal de Jesús
al asistir no era simplemente relajarse y divertirse mientras conocía a nuevos
amigos. En cambio, su propósito principal era predicar su mensaje salvador
a los necesitados. Por lo tanto, fue a los necesitados y lo hizo con
confianza.
Si eres de los que te gusta socializar y conocer gente nueva, o
eres de los que temen esos entornos, considera el simple hecho de que estos
entornos son oportunidades maravillosas para compartir tu fe. Al igual que
nuestro Señor, si estás dispuesto a salir, entrando en situaciones nuevas y
desconocidas, entonces puedes comenzar a descubrir que abundan las
oportunidades.
Nuevos entornos y nuevas personas son nuevas oportunidades para
evangelizar. Es cierto que también son oportunidades para hacer nuevos
amigos y divertirse. Pero si tienes un corazón puesto en el deseo de
compartir el Evangelio, entonces buscarás regularmente nuevas oportunidades en
las que de alguna manera puedas compartir tu fe con los demás.
Reflexiona hoy sobre esta sencilla escena del Evangelio de Jesús
asistiendo a una cena, con muchas personas que no conocía, con el propósito de
compartir la fe con ellos.
Imagínese uniéndote a nuestro Señor en esta comida. ¿Cómo te
habrías sentido? ¿Te habrías sentido cohibido e incómodo? ¿O lo
habrías visto como una oportunidad para compartir el Evangelio?
Reflexiona sobre cuán celoso eres en tus esfuerzos por evangelizar
a los demás y vuelve a comprometerte con este santo esfuerzo. Dile a
nuestro Señor que estás listo y dispuesto a ser su instrumento dondequiera que te
envíe y luego trata de ver cada nueva aventura y experiencia en la vida como
una nueva oportunidad para compartir el mensaje salvador de Cristo con los
demás.
Mi divino Salvador, Tú deseas que Tu mensaje de salvación sea
compartido por todas partes, hasta los confines de la tierra. Por favor
lléname de celo por las almas. Dame un deseo inquebrantable de compartir el
Evangelio con todos los que conozco. Por favor, úsame, querido Señor, de
la manera que deseas, para que tu amor y misericordia lleguen a los
necesitados. Jesús, en Ti confío.
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