viernes, 8 de octubre de 2021

10 de octubre del 2021: 28o Domingo del Tiempo Ordinario (B)



Dar para recibir

Jesús invita a un joven rico a dar todo para seguirle. Al  mismo tiempo llama a sus discípulos a una cierta renuncia en cuanto a sus bienes y a su familia para que ellos sean libres y puedan ir tras sus pasos. En retorno, ÉL promete el céntuplo y deja una palabra de esperanza: "Para los hombres es imposible, pero nada es imposible para Dios".

El Señor mismo nos congrega hoy para dar algunos pasos más con nosotros en el camino. Su Palabra nos enseña la grandeza de la propia donación y la alegría del compartir. Con Él,  sabemos y estamos seguros de estar sobre la buena vía, esa que conduce al Reino.



"Aunque parezca un contrasentido, resulta que la esclavitud por el dinero no deja vivir. Y, sin embargo, el dinero bien utilizado y repartido es un seguro de vida para muchos. Todo ello debe decirse sin rodeos en estos convulsos tiempos donde todavía permanece la dura crisis económica. No adoremos al dinero y busquemos con lo mucho o lo poco que tengamos la felicidad de todos los hermanos y hermanas especialmente los más pobres y necesitados"

(betania.es)




PRIMERA LECTURA
LECTURA DEL LIBRO DE LA SABIDURÍA 7, 7 11

Supliqué y me fue dada la prudencia, invoqué y vino a mí el espíritu de sabiduría.
La preferí a cetros y tronos y a su lado en nada tuve la riqueza.
No la equiparé a la piedra más preciosa, porque todo el oro ante ella es un poco de arena y junto a ella la plata es como el barro.
La quise más que a la salud y la belleza y la preferí a la misma luz, porque su resplandor no tiene ocaso.
Con ella me vinieron todos los bienes juntos, tiene en sus manos riquezas incontables.

Palabra de Dios




SALMO RESPONSORIAL
Salmo 89, 12-13. 14-15. 16-17
R. SÁCIANOS DE TU MISERICORDIA, SEÑOR, Y ESTAREMOS ALEGRES.


Enséñanos a calcular nuestros  años,
para que adquiramos un corazón  sensato.
Vuélvete, Señor, ¿hasta cuándo?
Ten compasión de tus siervos. R.

Por la mañana sácianos de tu  misericordia,
y toda nuestra vida será  alegría y júbilo.
Danos alegría, por los días en  que nos afligiste,
por los años en que sufrimos  desdichas. R.

Que tus siervos vean tu  acción,
y sus hijos tu gloria.
Baje a nosotros la bondad del  Señor
y haga prósperas las obras de  nuestras manos.
Sí, haga prósperas las obras  de nuestras manos. R.




SEGUNDA LECTURA
LECTURA DE LA CARTA A LOS HEBREOS 4, 12-13

La palabra de Dios es viva y eficaz, más tajante que espada de doble filo; penetra hasta el punto donde se dividen alma y espíritu, coyunturas y tuétanos; juzga los deseos e intenciones del corazón.
Nada se le oculta; todo está patente y descubierto a los ojos de aquel a quien hemos de rendir cuentas.

Palabra de Dios




ALELUYA Mt 5, 3

Bienaventurados los pobres en el espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos.





Evangelio
Lectura del santo evangelio según san Marcos (10,17-30):


En aquel tiempo, cuando salía Jesús al camino, se le acercó uno corriendo, se arrodilló y le preguntó: «Maestro bueno, ¿qué haré para heredar la vida eterna?»
Jesús le contestó: «¿Por qué me llamas bueno? No hay nadie bueno más que Dios. Ya sabes los mandamientos: no matarás, no cometerás adulterio, no robarás, no darás falso testimonio, no estafarás, honra a tu padre y a tu madre.»
Él replicó: «Maestro, todo eso lo he cumplido desde pequeño.»
Jesús se le quedó mirando con cariño y le dijo: «Una cosa te falta:  anda, vende lo que tienes, dale el dinero a los pobres, así tendrás un tesoro en el cielo, y luego sígueme.»
A estas palabras, él frunció el ceño y se marchó pesaroso, porque era muy rico. Jesús, mirando alrededor, dijo a sus discípulos: «¡Qué difícil les va a ser a los ricos entrar en el reino de Dios!»
Los discípulos se extrañaron de estas palabras. Jesús añadió: «Hijos, ¡qué difícil les es entrar en el reino de Dios a los que ponen su confianza en el dinero! Más fácil le es a un camello pasar por el ojo de una aguja, que a un rico entrar en el reino de Dios.»
Ellos se espantaron y comentaban: «Entonces, ¿Quién puede salvarse?»
Jesús se les quedó mirando. y les dijo: «Es imposible para los hombres, no para Dios. Dios lo puede todo.»
Pedro se puso a decirle: «Ya ves que nosotros lo hemos dejado todo y te hemos seguido.»
Jesús dijo: «Os aseguro que quien deje casa, o hermanos o hermanas, o madre o padre, o hijos o tierras, por mí y por el Evangelio, recibirá ahora, en este tiempo, cien veces más casas y hermanos y hermanas y madres e hijos y tierras, con persecuciones, y en la edad futura, vida eterna.»

Palabra del Señor





 
A guisa de introducción:



El trabajo, los bienes, El Reino de Dios y el compartir


1. Todo ser humano tiene derecho a vivir y a vivir convenientemente. La miseria  nunca ha sido ni será jamás una virtud: es un mal que se debe combatir.

Uno no tiene derecho a clasificar ingenuamente la gente: de este lado, los ricos explotadores y de este otro lado, los pobres, necesariamente explotados. La realidad no es tan simple y la cizaña siempre está mezclada con la buena semilla. Hay buenos patrones como buenos empleados, malos patrones como malos empleados. Por consiguiente, nunca se debe encerrar las gente en categorías.

Cuando alguien le da trabajo a uno, uno tiene derecho a un salario justo; y cuando uno le da un empleo a alguien lo debe retribuir convenientemente. De igual modo, cuando uno es un empleado, uno tiene el deber de producir de acuerdo al salario que recibe, uno debe hacer bien su trabajo y respetar el bien del otro.

2. Hay una parábola que no está en la Biblia. Es la parábola del rabino (maestro judío) y del hombre: "mira por la ventana; qué ves?" - "Gente que pasa". El rabino le pasa el espejo. "Qué ves?"- "Yo me veo". -Tú no ves más a los otros a causa de la plata que hay detrás del espejo…raspa, quita la plata para ver los demás." No se sabe si el hombre comprendió y si haría lo que el rabino le dijo para ver más claro, para escuchar los gritos de los pobres del mundo. En la parábola de Jesús, el rico no vió a Lázaro a sus pies o en su puerta. El no se vió más que a si mismo.

Todo el mundo sabe, es consciente de las dificultades económicas que atravesamos; todo el mundo sabe que la vida está cara, cada uno de nosotros corre el riesgo entonces de ponerse de mal humor de vez en cuando y sentirse afectado en su disponibilidad, mismo ante la mirada de su propia familia. Muchos conflictos de pareja, en parte, tienen explicación por la fiebre de la plata…Y es tanto que uno puede llegar a marginar a Dios, hacerlo a un lado, para consagrarse más enteramente a la plata, a las ocupaciones, al trabajo, al confort. Pero no es culpa de la plata que uno se aleje de Dios; es nuestra actitud hacia ella.  Según el proverbio, la plata o el dinero es un buen servidor, pero es un mal patrón;  y más aún,  siendo realistas no es un buen servidor.


3. "No codiciarás los bienes ajenos", según el noveno mandamiento; ve mejor que le hace falta a tu hermano y quizás podrás compartir con él. Pero naturalmente uno no está dispuesto a compartir, porque uno está convencido de que si uno trabaja, si uno se esfuerza personalmente, obtiene los resultados que merece; y entonces uno exige que los demás hagan lo mismo. Uno cree que tener más es una extensión de sí mismo, de su felicidad y que es necesario emplear los medios buenos para alcanzar su objetivo. Uno cree que compartir es disminuirse, empobrecerse, ser menos feliz. Sin embargo se puede pensar de otra manera: ser más, lo que me hace vivir, los valores humanos, superiores me hacen más feliz. El compartir llega a ser así un medio que contribuye a mi felicidad, a mi bienestar, a mi alegría. Según los valores que uno tenga, uno se construye una vida a su imagen.

El joven rico tenía una seguridad material, moral; deseaba una seguridad existencial; quería estar seguro de que no estaba perdiendo su vida, a pesar de todo.

Jesús de algún modo le dice: "Acepta mirar de frente tus insatisfacciones, reconoce que no controlas todo en tu vida, acepta ponerte en búsqueda". Vemos pues que una invitación hecha no es siempre una invitación aceptada.

Todo lo que tenemos en plata, en bienes, decimos que lo hemos ganado con el sudor de nuestra frente. Con razón.

No olvidemos "la salud" que hemos recibido, el "ambiente privilegiado" de donde venimos. Un ser agradecido, que sabe dar gracias, devuelve en acción de gracias los dones de Dios a través del compartir.




Aproximación psicológica al texto del evangelio:


No agregues (sumes o adiciones), cambia!

Había una vez un hombre que poseía la seguridad material puesto que era muy muy rico. Este hombre poseía además de la seguridad material la seguridad moral, porque desde su temprana juventud (o sus años mozos) había observado (cumplido) todas las leyes y había respetado la moral.

Este hombre del que hablamos, habría querido bien poseer además la seguridad existencial, es decir, estar seguro que no estaba fracasando o actuando mal a pesar de todo.

Va entonces al encuentro de Jesús y le pregunta: Hay en la vida, otra cosa además del dinero y la moral?, puesto que  entre los dos, yo empiezo a ver esto un poco estrecho.

Jesús le responde: yo estoy seguro de eso. Yo mismo me he hecho la pregunta y yo estoy en total acuerdo con tu interrogación existencial. Yo tampoco, dice Jesús, yo no quiero dejar pasar de largo (desapercibida) la cuestión.
Yo también quiero tener éxito. Yo también quiero ir hasta el final de mi fe.
Pero de todos modos, yo no puedo decirte más ahora, decirte todo de una sola vez. Yo veo que ya tu posees mucho y no puedo decirte “agrega”. Es necesario que te diga “cambia”. Acepta mirar de frente tus insatisfacciones, reconoce que tu no controlas todo en tu vida, acepta  disponerte a la búsqueda.

Es solo en aquel momento que yo podré ayudarte. Si te pones a buscar y tu vienes conmigo, compartiremos nuestras experiencias de caminada. Yo te diré de manera progresiva donde voy yo en mi búsqueda. Juntos, en los sucesos que arribarán,  nos diremos en el día a día lo que creemos, lo que sentimos, juntos le haremos frente, con Pedro, Juan y los demás. Si, entre más te miro yo más te amo , y aun más me gusta que tu vivas eso con nosotros.

Pero una invitación hecha no es siempre una invitación aceptada. El hombre rico sintió que Jesús caía en el punto exacto, que metía plenamente el dedo en la herida, y  que la solución propuesta era bastante inalcanzable y difícil…por lo demás desafiante, incómoda…él sentía que no estaba completamente listo o preparado para vivir eso. Él, que estaba acostumbrado a tener siempre la razón, porque era rico y bueno, se siente de un momento a otro sorprendido, corto de palabras,  por una vez, por un hombre que no tenía de ninguna manera el gusto o placer de triunfar sobre él. 

Él le dice posiblemente a Jesús con su diplomacia (o delicadeza habitual): tu posición es interesante, tu posición voy a pensarla con seriedad. Y vuelve sus espaldas a Jesús, llevándose con él la penosa impresión que acababa de pasar de largo dejando atrás cualquier cosa muy especial.

Había una vez un hombre que se nos parece…


Ustedes van a "estrellarse" en cualquier parte…

Jesús nos sitúa acá frente a algunas evidencias. Él habría podido decir: cuando se es músico, es difícil escuchar una pieza que no tiene ritmo y que es ejecutada con negligencia y con instrumentos desafinados.

Cuando se es dietista -  o amante de la comida dietética , es difícil que uno se alimente  de coca cola y papas fritas.

Cuando uno está habituado a la acción y al ruido, es difícil de trasplantarse en el silencio del campo.

Cuando  se vive en el confort psicológico y físico que procura (da) la riqueza, es difícil vivir el compartir y la solidaridad. He aquí las evidencias.

A veces, hacemos acrobacias para desentendernos de ciertas enseñanzas de Jesús. Y uno entonces afirma que se puede ser rico de hecho pero pobre en el espíritu, y viceversa.

Han ensayado ya ustedes, de hecho  ser músicos e ser insensibles a la fealdad sonora en el espíritu?   O dietéticos en el espíritu y ser capaces de hecho de satisfacerse con alimentos en demasía químicos?

Uno puede ser pobre voluntariamente, pero por regla general, nadie es rico contra su voluntad. Si uno es rico, si uno acumula las posesiones, es que eso tiene sentido actuar así. Ahora, Jesús remarca  que es difícil ser rico de hecho y entrar en el Reino de los Cielos (que está hecho de compartir y solidaridad). Porque cuando yo soy rico (y por vía de consecuencia, satisfecho de serlo), lo que importa son los bienes que tengo, aquello que me da valor son mis posesiones (mi automóvil, mi mobiliario, mis vestidos, mi poder de compra o adquisición, mis vacaciones…). El dinero, llega a ser entonces vital, se convierte nada menos que en una extensión de mi mismo.

En ese caso, dar de mi dinero, viene a ser o significar disminuirme yo mismo, apretarme, a quitarme parte de vida. Deshacerme de ciertos bienes materiales, es deshacerme de una parte de mi mismo, es introducir en mi la desunión,  el desgarro, es ir contra mi unidad interior. Y lo que es todavía más dramático, renunciar a ser más rico, renunciar a ser más, cosa que es imposible porque eso contradice el dinamismo fundamental de la persona humana. Y aquel que siente que no avanza más, no siente gusto de cara a la vida, pierde el respeto por si mismo y comienza a destruirse de manera más o menos sutil (suave e imperceptible).

Acrecentar mis riquezas, llega a ser entonces la sola manera de salir adelante. Es necesario que me enriquezca cueste lo que cueste. Porque eso llega a ser en definitiva una cuestión de vida o de muerte, de estancarse o progresar. Y todos los medios son buenos cuando se trata de sobrevivir.

La alternativa aparece entonces única: o bien yo pido a mis bienes que me dejen vivir, en el sentido fuerte, o bien yo decido que aquello que me hace vivir, son los valores del Reino: AMOR, SERVICIO, COMPARTIR, SOLIDARIDAD, DULZURA (O TERNURA)…Se puede ensayar o tratar de acomodar (que estén juntos y sin dañarse mutuamente)  la cabra y el repollo (o el conejo y la zanahoria), pero Jesús nos advierte que es muy difícil y que uno arriesga con "estrellarse" en cualquier parte…




Reflexión Central:



Jesús entonces lo miró con amor…

Entramos hoy en la semana misionera mundial. Los textos bíblicos de este domingo nos invitan a elegir bien, a hacer la mejor opción. En la primera lectura, tenemos el testimonio de Salomón; en su oración, él ha pedido el don necesario para un rey: "da a tu servidor un corazón atento para que sepa discernir el bien y el mal. El rey entonces pide la sabiduría porque es lo más precioso para el hombre. Ella es el bien más importante entre todos los que hay en la creación.

Esta búsqueda de la sabiduría es fundamental. Para adquirirla, es necesario estar dispuesto a venderlo todo. No se trata de una conquista de la razón sino de un don de Dios. Él no cesa de estar presente y actuar en la vida de los seres humanos. Él solamente espera que le abramos la puerta de nuestro corazón. Él se presenta como la Luz que viene a iluminar nuestras tinieblas.

La carta a los Hebreos (2a lectura) nos aporta una nueva iluminación: la verdadera sabiduría únicamente la podemos adquirir acogiendo la Palabra de Dios. Esta palabra no se contenta solo con instruirnos, ella actúa en lo más profundo de nosotros mismos. El cristiano es un hombre a quien la Palabra de Dios lo ha atravesado. Al atravesarnos como una espada de dos filos, Dios nos libera del miedo y de la vergüenza. Solamente aquel que se deja atravesar por la Palabra de Dios llegará a ser testigo. hacerle resistencia, rechazarla es resistir, rechazar a Cristo y encerrarse en sí mismo. Si nosotros la acogemos, ella ilumina nuestra vida, ella nos da el coraje de progresar en el camino del bien y del amor.

Estas dos primeras lecturas nos hablan pues de la sabiduría y del amor. Con el Evangelio, damos un paso más.

En el relato del evangelio, Marcos continúa con la enseñanza de Jesús, sobre  las exigencias o requisitos para ser su discípulo. Esta enseñanza tiene lugar en el camino con dirección a Jerusalén donde Jesús va tener su proceso de pasión y muerte.

Hay 3 elementos distintos en este Evangelio:
el llamado del joven rico,
la dificultad de entrar en el Reino de los Cielos y
la recompensa acordada para aquellos que siguen a Cristo.  
Estos elementos han sido reunidos por la tradición para ofrecer una catequesis sobre la actitud que se debe tener frente a la riqueza.

Cristo repite continuamente que la riqueza puede llegar a ser un obstáculo en el camino de la vida cristiana. "El terrible poder" del dinero-lo podemos ver hoy con los numerosos escándalos de corrupción- es denunciado por Jesús a lo largo de toda su predicación.

La historia del joven rico, en el Evangelio de hoy, termina dramáticamente, termina mal! "El hombre se vuelve sombrío y triste": él tiene miedo del cuchillo listo a cortar sus seguridades. Él se niega a "partir para una tierra desconocida", como lo había hecho Abraham en su ancianidad,  en otro tiempo.

Para comprender bien este texto, es necesario remitirnos a la tradición mediterránea. Para nosotros, la riqueza significa tener mucho dinero. Para los países que rodean el Mar Mediterráneo, la riqueza comprende primero y ante todo la familia, la casa, la tierra. El final del Evangelio de hoy indica este género de riqueza que supera el dinero acumulado en la cuenta bancaria (sea de ahorros o corriente): "Nadie habrá dejado, por mi causa y el Evangelio, una casa, hermanos, hermanas, madre, hijos y tierra, sin que reciba el céntuple".

El joven rico es invitado a compartir el dinero que lo retiene al suelo y no lo deja avanzar, sino también a alejarse de los valores de su familia, valores que le impiden ser un discípulo de Cristo. Para progresar en la vida cristiana, estamos invitados a combatir los prejuicios y ciertos valores familiares. También debemos dejar de lado la suficiencia religiosa que se parece a la de los doctores de la Ley, de los fariseos y los sacerdotes. También es difícil y penoso para brillantes teólogos, grandes directores espirituales ricos de su sabiduría y de su santidad como lo es para un rico industrial o un comerciante exitoso, despojarse para caminar tras Jesús.

Los desapegos o desprendimientos pueden ser diferentes, pero todos ellos nos invitan a estar livianos, a liberarnos de lo pesado para seguir al Señor: Abraham fue llamado a dejar su país, Pedro sus redes, Mateo su oficina y su Aduana, Eliseo su hacienda…Para cada uno, los costos son elevados pero ellos aportan una liberación necesaria. Jesús habla de este género de despojo en la parábola de la perla y del tesoro escondido en un campo. El reino de los cielos es semejante a un tesoro escondido en el campo, que al encontrarlo un hombre, lo vuelve a esconder, y de alegría por ello, va, vende todo lo que tiene y compra aquel campo.

La historia del joven rico nos recuerda que uno no puede disponerse a seguir al Señor, mientras se está encartado, impedido con pesados equipajes. "Es más fácil para un camello pasar por el ojo de una aguja que un rico entrar en el reino de Dios".

Nosotros constatamos que al invitarnos a seguirle, Jesús no pone el acento en lo que se debe abandonar sino en la alegría que se halla al hacerlo. La renuncia a las riquezas no es un objetivo en si mismo sino una exigencia que antecede para llegar a ser discípulo de Cristo. Cada quien debe renunciar a aquello que le impide responder a esta invitación: "ven y sígueme".

Jesús llama primero y antes que nada a superarnos, a adelantarnos…al progreso. Para el joven rico, superarse habría  consistido en desprenderse de sus muchos bienes. Para otros, será olvidar sus títulos en negocios o en política; en cambiar su manera de tratar a los demás, corregir su falta de generosidad, su egoísmo, su pereza, etc.  Lo importante es liberarse, cada uno a su manera, para seguir a Cristo: "Jesús entonces lo miró con amor".


2

 cuando salía Jesús al camino, se le acercó uno corriendo, se arrodilló y le preguntó: «Maestro bueno, ¿qué haré para heredar la vida eterna?»

 

 San Marcos 10:17

 

Esta historia comienza luciendo bastante bien. Aquí hay un joven bastante rico que se acerca a Jesús con una pregunta basada en la fe. Al preguntarle a Jesús qué debe hacer para heredar la vida eterna, este hombre probablemente creyó que Jesús tenía la respuesta. Y en su entusiasmo, quería la enseñanza, la guía de Jesús.

 

Jesús le dice que debe guardar los mandamientos, a lo que el joven responde que los ha observado desde su juventud. Pero luego Jesús dice algo que este joven nunca esperó que dijera. Él dice: “Te falta una cosa. Ve, vende lo que tienes y dáselo a los pobres y tendrás tesoro en el cielo; entonces ven, sígueme ". ¡Ay! Esto debe haber herido a este joven rico en el corazón. El pasaje continúa diciendo que este joven se alejó triste por lo que dijo Jesús.

 

El joven empezó con buenas intenciones, eso está claro. Pero las buenas intenciones no son suficientes. Seguir a Jesús y obtener la vida eterna es un compromiso radical y que lo consume todo en cada parte de nuestra vida. No es suficiente decirle a Jesús que guardaremos los mandamientos, y ya, eso es todo. Seguro, eso puede llevarnos al Purgatorio, ¡pero lo que deberíamos desear es el Cielo! Entonces, ¿cómo obtenemos el cielo?

 

Solo obtenemos el cielo a través de una vida de perfección. Sí, es verdad. Si queremos el cielo, finalmente debemos llegar a ser perfectos en todos los sentidos. Todo apego mundano debe desaparecer y todo pecado debe ser superado. Nuestras buenas intenciones deben convertirse en una entrega radical y total a Jesús, buscándolo a Él y solo a Él.

 

El joven rico se alejó triste porque no se dio cuenta de que la invitación de Jesús a entregarlo todo era en realidad un acto de amor. No entendía que encontraría la felicidad en este compromiso radical de seguir a Cristo.

Reflexiona hoy sobre el llamado radical de Jesús en tu vida. Quiere cada parte de tu vida. Puede que tengas buenas intenciones de intentar ser bueno, pero ¿estás dispuesto a seguir a Cristo hasta el final de una manera plena e ilimitada?

 

Señor, te amo y quiero amarte más. Quiero amarte con todo mi ser. Ayúdame a darme cuenta de que seguirte requiere un don total y radical de mí mismo para ti. Que esté listo y dispuesto a dejar ir cualquier apego en la vida que me impida seguirte. Jesús, en Ti confío.




CONCLUSIÓN

El hombre rico o “joven rico” como les gusta llamarlo otros, la mayoría de las veces es señalado con el dedo porque no es capaz de vender sus bienes o compartirlos al donarlos.

Como si fuera muy fácil abandonar sus riquezas o darlas a los pobres, esto es muy cierto!

Es bueno saber que a pesar de todo, Jesús lo mira y lo ama tanto que como a un amigo le confía un secreto, “las instrucciones”, “el manual o guía  de uso” para seguirle. Él le propone lo “mejor” que lo hará inclinarse del lado del evangelio, el “más” que responderá a esta mirada de amor.

Y nosotros? Me gusta pensar que Jesús nos mira y nos ama tal como somos: encartados y perdidos entre nuestros bienes-si los tenemos- o en nuestras historias…que todos tenemos!

Me gusta pensar que cada vez que volvemos nuestra mirada hacia Él para seguirle, Jesús nos mira, nos ama y responde sin dejarse contrariar o enojarse ante nuestra eterna pregunta: Qué debo hacer, Jesús, para seguirte?

Cada vez, Él nos propone actuar, poner en práctica su palabra  y siempre de acuerdo a nuestra capacidad y medida.






REFERENCIAS BIBLIOGRAFICAS:



http://vieliturgique.ca


http://prionseneglise.ca


http://paroissesaintefamilledevalcourt.org


HÉTU, Jean-Luc. Les Options de Jésus.


http://dimancheprochain.org


http://cursillos.ca

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