5 de mayo del 2024: sexto domingo de Pascua (ciclo B)

 

¡La alegría de ser numerosos!

 

Quizás esto sea una consecuencia de los años de pandemia, durante los cuales las reuniones, incluso familiares, eran extremadamente raras: mi hijo de 5 años siempre se sorprende cuando le digo que en esta noche recibiremos a un gran número de invitados. Su asombro cuando se da cuenta de la magnitud de la celebración me conmueve cada vez. “¿Estará Mimi, pero también Grand Pierre? ¿Y hasta la tía Mili? ¿Y Liano también? ! »

La buena noticia de la cual acaba de enterarse es que “podremos jugar todos juntos”, le hace feliz en proporción al número de personas con las que podrá compartir esa velada.

La alegría de San Pedro, cuando tomó conciencia de que el Espíritu Santo se extendía por todas las naciones, debió ser del mismo tipo. Dios le dio una buena sorpresa, entregándose más allá de los horizontes a los que Pedro estaba acostumbrado. Han pasado los siglos y el pueblo de la Iglesia no siempre ha honrado la pureza del gozo del Apóstol. Se levantaron vallas para delimitar el perímetro de la salvación. Por supuesto, Dios ofreció su amor a todos, con tal de que uno entrara en el redil de las ovejas. Ciertamente no podemos renunciar a ningún signo de identidad. Ser católico no significa todo ni nada. Sin embargo, nuestra postura espiritual básica debería ser la de Pedro: asombro mezclado con humildad ante la generosidad y el ingenio de Dios, cuyos canales de comunicación son innumerables.

¿Pensé alguna vez que los demás están lejos de Dios? ¿A veces
pensé esto debido a prejuicios?
¿Todavía me encuentro sorprendido por Dios? ¿Esta sorpresa genera molestia o alegría?
 

Jonathan Guilbault, director editorial de Orar en la Iglesia Canadá


Él nos llama sus amigos


La amistad con Cristo es ofrecida a todos. Ella nos permite profundizar nuestra mirada en la suya para contemplar el mundo con los ojos de Dios, para conocerle y amarle a su manera, para actuar con libertad y producir los frutos que respondan a sus deseos. 




Primera Lectura

Lectura del libro de los Hechos de los Apóstoles (10,25-26.34-35.44-48):

Cuando iba a entrar Pedro, salió Cornelio a su encuentro y se echó a sus pies a modo de homenaje, pero Pedro lo alzó, diciendo: «Levántate, que soy un hombre como tú.»
Pedro tomó la palabra y dijo: «Está claro que Dios no hace distinciones; acepta al que lo teme y practica la justicia, sea de la nación que sea.»
Todavía estaba hablando Pedro, cuando cayó el Espíritu Santo sobre todos los que escuchaban sus palabras. Al oírlos hablar en lenguas extrañas y proclamar la grandeza de Dios, los creyentes circuncisos, que habían venido con Pedro, se sorprendieron de que el don del Espíritu Santo se derramara también sobre los gentiles.
Pedro añadió: «¿Se puede negar el agua del bautismo a los que han recibido el Espíritu Santo igual que nosotros?»
Y mandó bautizarlos en el nombre de Jesucristo. Le rogaron que se quedara unos días con ellos.

Palabra de Dios

 

Salmo

Sal 97,1.2-3ab.3cd-4

R/. El Señor revela a las naciones su salvación

 

Cantad al Señor un cántico nuevo,
porque ha hecho maravillas;
su diestra le ha dado la victoria,
su santo brazo. R/.

El Señor da a conocer su victoria,
revela a las naciones su justicia:
se acordó de su misericordia y su fidelidad
en favor de la casa de Israel. R/.

Los confines de la tierra han contemplado
la victoria de nuestro Dios.
Aclama al Señor, tierra entera,
gritad, vitoread, tocad. R/.

 

Segunda Lectura

Lectura de la primera carta del apóstol san Juan (4,7-10):

Amémonos unos a otros, ya que el amor es de Dios, y todo el que ama ha nacido de Dios y conoce a Dios. Quien no ama no ha conocido a Dios, porque Dios es amor. En esto se manifestó el amor que Dios nos tiene: en que Dios envió al mundo a su Hijo único, para que vivamos por medio de él. En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él nos amó y nos envió a su Hijo como víctima de propiciación por nuestros pecados.

Palabra de Dios




EVANGELIO

Lectura del santo evangelio según san Juan (15,9-17):

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Como el Padre me ha amado, así os he amado yo; permaneced en mi amor. Si guardáis mis mandamientos, permaneceréis en mi amor; lo mismo que yo he guardado los mandamientos de mi Padre y permanezco en su amor. Os he hablado de esto para que mi alegría esté en vosotros, y vuestra alegría llegue a plenitud. Éste es mi mandamiento: que os améis unos a otros como yo os he amado. Nadie tiene amor más grande que el que da la vida por sus amigos. Vosotros sois mis amigos, si hacéis lo que yo os mando. Ya no os llamo siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su señor: a vosotros os llamo amigos, porque todo lo que he oído a mi Padre os lo he dado a conocer. No sois vosotros los que me habéis elegido, soy yo quien os he elegido y os he destinado para que vayáis y deis fruto, y vuestro fruto dure. De modo que lo que pidáis al Padre en mi nombre os lo dé. Esto os mando: que os améis unos a otros.»

Palabra del Señor





A guisa de introducción:

Personalmente y por lo que he aprendido de mi experiencia vital es que el amor se siente, se experimenta antes de llegar a definirlo, es como la experiencia de Dios misma…Me explico, mismo si se tiene experiencias afectivas insertos como nacemos y crecemos todos en una familia, en la escuela o una comunidad, el verdadero sentido del amor no es evidente. Así mismo ocurre con la experiencia de Dios, se palpa entre experiencias fugaces y borrosas hasta el día que creemos captar su esencia...Pero bien sabemos que a Dios no se le termina de descubrir.

El amor se vislumbra poco a poco conforme avanzamos en la vida, se  descubre tarde o temprano, es decir, llega el día en que uno puede bien diferenciar entre los sentimientos, las relaciones basadas en intereses creados, las experiencias sexuales, sensuales y afectivas y finalmente filtrar el amor, depurarlo, sentirlo y llegar a apropiárselo…Llega el día en que uno quisiera o quiere amar de verdad.

Porque amar no es fácil…El amor es una palabra tan usada, tan trillada en nuestros días y que se sigue confundiendo con otras cosas falsas (sexo desaforado, relaciones con interés utilitario, etc).  Es  por ello que las palabras escuchadas en boca de Jesús en el evangelio de hoy pueden entrarnos por un oído y salirnos por el otro.

Para algunos, “yo te amo”, significa “te necesito”, para otros será “me gusta estar a tu lado”. El amor verdadero es aquel que se da y se olvida.


Cuántos de entre nosotros dicen “no creer en el amor”, y dicen que eso solo se encuentra en los cuentos de hadas o en las películas “romanticoides de cinema”, es algo ficticio presente en las “telebobelas”, libros al estilo de Corín Tellado y o fotonovelas…Quien afirma con categoría no creer en  el amor, será que tampoco nunca lo ha sentido?  Es más me atrevo a preguntarle habrá amado alguna vez? “No hay mayor amor que el de aquel que da la vida por sus amigos» (Jn 15,13). Este amor llama a la felicidad, al bienestar del ser amado sin esperar nada a cambio, sólo sabiendo que se cumple la Voluntad de Dios.

El poeta francés  Jean Cocteau (1889-1963) decía: “No hay amor, solamente hay pruebas de amor”. Personalmente yo no deseo simplemente amar: yo quiero amar mis hermanos a la manera de Jesús. San Agustín ha escrito: “la medida del amor es amar sin medida”.

El amor AMOR con mayúscula, el verdadero, el ideal y esencial tiene su fuente en Dios…Solo Dios ama de otra manera “increíble”, “inaudita” para nosotros…El amor de Dios no distingue seres, no separa, no condiciona para ofrecerse enteramente, el amor de Dios no es exclusivo de los seres queridos y se guarda solo para quienes corresponden a la amistad, para los ricos, para los que están bien y no me representan problema…El amor de Dios concierne y o mira también  el amor al enemigo, al que es diferente a mí, al que no puede darme nada a cambio. ..El amor que tiene su inspiración en Dios perdona, es misericordioso, no guarda rencor…Este amor me incomoda, me cuestiona y puede volverme la vida un trapero…

Quien tiene y experimenta de verdad el amor de Dios, ve en cada ser humano un ser sagrado, un espejo de Él mismo. Y por ello rechaza la indiferencia, la insensibilidad y el “quemeimportismo” en presencia del otro.

Y todo ello, esa realidad del GRAN AMOR se hizo presente en Jesús de Nazaret, cuando miramos el evangelio vemos a un ser humano compasivo, dado totalmente a los otros, especialmente a los más necesitados, perdonando, sanando, devolviéndoles la dignidad de Hijos de Dios.

Por eso, ser un autentico CRISTIANO es quizás tan difícil, ya el mismo Jesús nos lo advierte en el evangelio: “de qué sirve amar a quienes nos aman y hacerle favores a quienes pueden devolvérnoslos…pues eso también hacen los que no son cristianos”.  Lo que distingue al cristiano es ese amor que supera toda división, egoísmo, rencor, odio…

Como cristianos nos sabemos amados de Dios. Que alegría saber que Dios mismo ha venido en Jesús para comunicárnoslo, qué bueno saber que nosotros contamos ante sus ojos  (somos importantes para Él), que somos sus amigos y que todo lo que su Hijo ha aprendido de Él, él nos lo da a conocer.




 

Amistad con Dios

 



La página del evangelio de hoy es un himno compuesto en honor al amor de Dios y al amor al prójimo. Jesús entrega el corazón de su mensaje y nos confía su testamento. La palabra amor (amor, amigo) se repite once veces en este breve pasaje. Jesús se presenta como modelo de amor, en sus palabras y en sus gestos más sencillos.

“Ustedes son mis amigos”: este es el corazón mismo de nuestra relación con Dios. Como somos sus amigos, nos informa de los pensamientos y planes de Dios para nuestro mundo. Dios nos invita a construir un mundo de paz, comprensión, perdón, compartir, amistad y amor. Y esto comienza en el corazón de nuestras familias donde los niños aprenden la ternura, la acogida, el perdón, la tolerancia, el respeto a los demás, el amor a Dios.

Nuestra vida cristiana puede crecer en la medida en que permitamos que esta amistad con Dios crezca y florezca.

Muchos cristianos cometen el error de no tener más tiempo para Dios en sus vidas. Dejan de orar, de encontrarse con el Señor el domingo, de enseñar a sus hijos valores cristianos. Cuando el aspecto religioso tiene poca importancia en la vida cotidiana, poco a poco la fe se marchita, se marchita y muere e inevitablemente las personas se convierten en "cristianos no practicantes", es decir, cristianos que no sólo ya no frecuentan la comunidad cristiana, sino que dejan de dar los frutos de los que están unidos a Cristo, como los sarmientos a la vid.

La Iglesia, según San Juan, es la reunión de los amigos de Dios. Somos muy diferentes unos de otros: apoyamos partidos políticos divergentes, pertenecemos a razas distintas, tenemos ingresos diferentes, campos de interés que no son los mismos... A pesar de estas divergencias, formamos la Iglesia de Dios. Lo que nos une es la amistad que Dios tiene para nosotros y la amistad que tenemos unos con otros.

La amistad se basa en el respeto, la apertura y el servicio. Una de las imágenes más bellas que tenemos de Jesús es la del lavatorio de los pies. Arrodillado ante sus apóstoles, está a su servicio. “ Me llamáis Maestro y Señor, y decís bien porque lo soy ”. Y añade: “ Por tanto, si yo os he lavado los pies, vosotros también debéis lavaros los pies unos a otros ” (Jn 13,13).

Cristo vino entre nosotros para revelarnos el verdadero rostro de Dios. Este descubrimiento cambia nuestra concepción del mundo. Hasta entonces creíamos que Dios tenía una cuenta que saldar con la humanidad pecadora, que el Mesías venía a castigar a los pecadores que somos. En Jesucristo descubrimos a un Dios que es Amor, que no tiene cuentas que ajustar pero que viene a buscarnos para ofrecernos su amistad. Él declara su amor por nosotros y nos invita a amarnos unos a otros.

Nuestro Dios es quien abre sus brazos al hijo pródigo, busca la oveja descarriada, acoge a María Magdalena, se hace invitar por Zaqueo, protege a la mujer adúltera, se sienta a la mesa con publicanos y pecadores, sana al ciego de Jericó, promete el paraíso al buen ladrón, entra en contacto con los leprosos, cura a la hija de la mujer sirofenicia, resucita al criado del centurión romano, abre diálogo con la mujer samaritana, etc. ¡Quienes quieren asustarnos con una falsa imagen de Dios no han leído los evangelios y las cartas de San Pablo!

Nuestro Dios que es bueno, tierno y misericordioso quiere ser nuestro amigo. “ Os llamo mis amigos porque todo lo que aprendí de mi Padre os lo he dado a conocer ”.



Objetivo de vida para la semana :

    
  Evaluó o reflexiono, pienso sobre mi amor a la Iglesia. Es que la amo un poco, a medias o mucho?

  Esta semana, en el trabajo, en la escuela, la U o en casa,  me esfuerzo por dejar transparentar la alegría del Espíritu Santo que me habita.





REFERENCIAS :

Para las lecturas : http://betania.es

Pequeño « Prions en Église » de dimanche, Novalis, édiction quebequense, mai 2012.

HÉTU, Jean-Luc. Les Options de Jésus.


http://jbesset.blogspot.com (le sermon du dimanche matin)

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