Amor al prójimo
El episodio del evangelio de este domingo sigue una serie de controversias entre Jesús y los estudiosos de la Ley de Moisés. Después de los temas de los impuestos y la resurrección de los muertos, surge una nueva pregunta: ¿Cuál es el primero de los mandamientos?
Ante la respuesta de Jesús, y como experto en las Escrituras, el escriba se da
cuenta de que la historia de su pueblo es un lento descubrimiento de la
identidad de Dios. Entre aquel a quien Noé sacrificó animales (Gen 8) y aquel
interrogado por Samuel (1 Sam 15, 22) o cantado por David (Sal 39), Dios nunca
ha dejado de revelarse.
El Dios de la Biblia no es un
Dios enojado que quiere sufrimiento, sino un Dios que escucha el grito de los
pobres (Sal 33), abre un futuro y da esperanza (Jr 29). Poco a poco, el único
Dios se revela a su pueblo, sin precedentes y paciente, como un Dios amoroso
que espera ser amado a cambio.
¿Será la frecuentación de las
Escrituras lo que permite a este escriba interpretar la pista que Jesús le
presenta?
De hecho, descubre una nueva
relación con Dios, que ahora implica el amor al prójimo.
Jesús da una enseñanza
impecable. Y como Hijo de Dios, vive en sí estos dos amores inseparables.
Hoy, mediante el don de su
Espíritu, Jesús también nos permite amar de esta manera. “En esto conocerán
todos que sois mis discípulos, si os amáis unos a otros” (Jn 13,35).
¿Cómo puedo amar a Dios con todo mi corazón, con toda mi alma, con toda mi
mente y con todas mis fuerzas?
¿Qué significa para mí “amar a mi prójimo como a mí mismo”?
¿Quién es Jesús para mí?
Karem Bustica, editora jefe de
Orar en la Iglesia
PRIMERA LECTURA
LECTURA DEL LIBRO DEL
DEUTERONOMIO 6, 2-6
En aquellos días, hablo Moisés
al pueblo, diciendo:
-- Teme al Señor tu Dios,
guardando todos los mandatos y preceptos que te manda, tú,
tus hijos y tus nietos,
mientras viváis; así prolongarás tu vida. Escúchalo Israel, y ponlo
por obra para que te
vaya bien y crezcas en número. Ya te dijo el Señor Dios de tus padres:
"Es una tierra que mana
leche y miel." Escucha, Israel: El Señor nuestro Dios es solamente uno.
Amarás al Señor tu Dios con todo el corazón, con todo el alma, con todas las
fuerzas.
Las palabras que yo te digo
quedarán en tu memoria.
SALMO RESPONSORIAL
SALMO 17
R.- YO TE AMO, SEÑOR, TÚ ERES
MI FORTALEZA.
Yo te amo, Señor, tú
eres mi fortaleza,
Señor, mi roca, mi
alcázar, mi libertador. R.-
Dios mío, peña mía, refugio
mío, escudo mío,
mi fuerza salvadora, mi
baluarte.
Invoco al Señor de mi alabanza
y quedo libre de mis enemigos.
R.-
Viva el Señor, bendita sea mi
Roca,
sea ensalzado mi Dios y
Salvador.
Tu diste gran victoria a tu
rey,
tuviste misericordia de tu
Ungido. R.-
SEGUNDA LECTURA
LECTURA DE LA CARTA A LOS
HEBREOS 7, 23-28
Hermanos.
Ha habido multitud de
sacerdotes del Antiguo Testamento, porque la muerte les impedía permanecer;
como éste, en cambio, permanece para siempre, tiene el sacerdocio que no pasa.
De ahí que pueda salvar definitivamente a los que por medio de él se acercan a
Dios, porque vive siempre para interceder en su favor. Y tal convenía que fuese
nuestro sumo sacerdote: santo, inocente, sin mancha, separado de los pecadores
y encumbrado sobre el cielo. El no necesita ofrecer sacrificios cada día --como
los sumos sacerdotes, que ofrecían primero por los propios pecados, después por
los del pueblo--, porque lo hizo de una vez para siempre, ofreciéndose a sí
mismo. En efecto, la Ley hace a los hombres sumos sacerdotes llenos de
debilidades. En cambio, las palabras del juramento, posterior a la Ley,
consagran al Hijo, perfecto para siempre.
ALELUYA Jn 14, 23
El que me ama guardará mi
palabra –dice el Señor--, y mi Padre lo amará, y vendremos a él.
EVANGELIO
LECTURA DEL SANTO EVANGELIO SEGÚN SAN
MARCOS 12, 28b-34
En aquel tiempo, un
escriba se acercó a Jesús y le preguntó:
-- ¿Qué mandamiento es el
primero de todos?
Respondió Jesús:
-- El primero es: “Escucha,
Israel, el Señor nuestro Dios es el único Señor: amarás al Señor tu Dios con
todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente, con todo tu ser”. El
segundo es este: “Amarás a tu prójimo como a ti mismo”. No hay mandamientos
mayores que éstos.
Él replicó:
-- Muy bien, Maestro, tienes
razón cuando dices que el Señor es uno solo y no hay otro fuera de él; y que
amarlo con todo el corazón, con todo el entendimiento y con todo el ser y amar
al prójimo como a uno mismo vale más que todos los holocaustos y sacrificios.
Jesús viendo que había
respondido sensatamente le dijo:
-- No estás lejos del Reino de
Dios.
Y nadie se atrevió a hacerle
más preguntas.
Palabra del Señor
Buscadores
de la verdad
El escriba le respondió:
-- Muy bien, Maestro, tienes
razón cuando dices que el Señor es uno solo y no hay otro fuera de él; y que
amarlo con todo el corazón, con todo el entendimiento y con todo el ser y amar
al prójimo como a uno mismo vale más que todos los holocaustos y sacrificios.
Este escriba lo entendió. Le
hizo una pregunta a Jesús después de que algunos saduceos lo desafiaran porque
no aceptaban sus enseñanzas sobre la resurrección de los muertos.
Los saduceos estaban tratando
de hacerle una trampa, y este escriba escuchó atentamente la respuesta de Jesús
y la encontró bien dicha. Por lo tanto, este escriba le hace a Jesús su propia
pregunta. No hace esta pregunta con el objetivo de atrapar a Jesús, sino porque
parecía querer sinceramente escuchar la respuesta de Jesús.
Así que le preguntó a Jesús: “¿Cuál
es el primero de todos los mandamientos?” A esa pregunta, Jesús da un
resumen de toda la ley de Dios diciendo que primero debemos amar a Dios con
todo nuestro corazón, mente, alma y fuerza y luego amar a nuestro prójimo
como a nosotros mismos.
Todos debemos tratar de imitar
a este escriba. Era arriesgado para él mostrar su apoyo a Jesús. Muchos de los
otros escribas eran bastante hostiles hacia él. Por lo tanto, al expresar
abiertamente su acuerdo con lo que Jesús enseñaba, se estaba poniendo en riesgo
de ser criticado. Pero parece que eso no le preocupaba. Era un buscador de la
verdad, y Jesús terminó rindiéndole un gran cumplido al decirle: “No estás
lejos del reino de Dios”.
En nuestro mundo cada vez más
secular, hay muchas verdades de Dios que se cuestionan y se ponen en tela de
juicio abiertamente.
El acuerdo sobre cuáles son
las verdades morales se está convirtiendo más en la excepción que en la norma.
Como resultado, todos nos encontraremos experimentando hostilidad por parte del
mundo simplemente por ser buscadores de la verdad. Muchas personas incluso
descubren que el mero hecho de negarse a apoyar abiertamente la inmoralidad
objetiva las convertirá en blanco del mundo secular.
¿Eres un buscador de la
verdad? ¿Reconoces las santas verdades de Dios cuando las escuchas? Si es así,
¿tienes el coraje que se necesita para buscar esas verdades y expresarlas de
acuerdo con la mente de Dios en presencia de otros?
La evangelización es diferente
del proselitismo.
El proselitismo es una
predicación hostil y enérgica de las verdades de Dios. Es argumentativa y
carece de respeto básico por la libertad y la dignidad de los demás.
La evangelización, por otro
lado, es una práctica esencial en la que todo seguidor de Cristo debe
participar. En el corazón de la evangelización está una búsqueda honesta y
humilde de la verdad en cada situación. Quien evangeliza no ataca a otro. No
critica ni condena. En cambio, busca comprender la verdad completa por sí mismo
y luego compartirla abiertamente con quienes están abiertos a ella.
En muchos sentidos, este
escriba hizo precisamente eso. Escuchó, entendió, indagó y luego compartió
libremente su fe en lo que Jesús decía.
Quienes lo escucharon,
especialmente otros escribas, podrían no haber estado de acuerdo con sus
conclusiones. Incluso podrían haberlo criticado entre ellos. Pero el testimonio
de este escriba podría haber abierto las mentes y los corazones de otros que lo
escuchaban. Algunos habrían percibido su apertura, su comprensión y su
respuesta alegre y habrían permitido que su conversación con Jesús los afectara
para bien. Así, al buscar abiertamente la verdad, este escriba también
evangelizó a otros y Jesús lo elogió por su buena obra.
Reflexiona hoy sobre la manera
en que compartes tu fe con los demás. ¿Eres de los que tiende a discutir y a
condenar? ¿O permites que la alegría de tu propio descubrimiento de las
verdades de Dios te evangelice? Busca la Verdad. Hazlo abiertamente y con alegría.
Si lo haces, otros descubrirán en ti las verdades de Dios que necesitan y se
sentirán invitados a imitar tu búsqueda de la verdad en sus propias vidas.
Señor de toda Verdad, en Ti y
sólo en Ti descubriremos las verdades que nos harán libres. Danos la gracia y
el valor que necesitamos para buscar siempre la verdad que Tú enseñas. A medida
que descubrimos y comprendemos todo lo que Tú enseñas, ayúdanos a expresar nuestros
descubrimientos con alegría y entusiasmo para que otros también se sientan
atraídos hacia Ti. Jesús, en Ti confío.
Alusión a la Memoria de San Martín de Porres (patrono de ciertas comunidades)
En el XXXI Domingo del Tiempo
Ordinario, durante el Ciclo B, y celebrando la memoria de San Martín de Porres,
la liturgia nos invita a reflexionar sobre el amor a Dios y al prójimo, el
mandamiento central de la fe cristiana. En el evangelio de hoy (Marcos 12,
28-34), Jesús responde a un escriba que le pregunta sobre el mandamiento más
importante, señalando que debemos amar a Dios con todo el corazón, el alma, la
mente y las fuerzas, y amar al prójimo como a nosotros mismos.
San Martín de Porres es un
modelo inspirador de este mandamiento, ya que dedicó su vida al amor generoso y
al servicio humilde, especialmente hacia los más necesitados. Su vida refleja
el amor a Dios vivido a través de la caridad, la humildad y el cuidado del
prójimo. A través de su ejemplo, podemos ver cómo el amor a Dios se manifiesta
en el amor práctico y concreto hacia los demás.
### 1. Amar a Dios con Todo el
Corazón y el Alma
Jesús nos llama a una relación
profunda y sincera con Dios. No es suficiente cumplir normas o hacer obras
externas; el amor a Dios debe ser completo, abarcar nuestra vida y ser el
centro de nuestras decisiones. Para San Martín de Porres, este amor se tradujo
en una oración continua y una entrega plena a la voluntad de Dios. Nos enseña
que, cuando ponemos a Dios en primer lugar, nuestras acciones y pensamientos se
transforman, y nuestra vida se convierte en una expresión de gratitud y
devoción.
### 2. Amar al Prójimo con
Amor Generoso
San Martín fue conocido por su
gran compasión y su amor por todos, sin importar su condición social o raza.
Era hijo de una madre africana y un padre español, y vivió en un tiempo de gran
discriminación racial y social, pero nunca dejó que esto le impidiera amar a
todos. Su vida es un ejemplo de que el amor cristiano no hace distinción entre
personas. Así, San Martín nos recuerda que el amor al prójimo es una extensión
del amor a Dios, y que, al ver a Cristo en los demás, podemos superar cualquier
barrera que nos separe.
### 3. La Humildad como Camino
de Santidad
San Martín vivió una humildad
que le permitió servir a otros sin buscar reconocimiento. Fue barbero,
enfermero, y a menudo realizaba tareas sencillas en su comunidad dominica. En
cada tarea, grande o pequeña, ponía su corazón al servicio de Dios y del prójimo.
Esta humildad es un mensaje poderoso en un mundo que muchas veces valora el
éxito y la posición. Él nos recuerda que la verdadera grandeza está en servir,
en entregarse sin esperar nada a cambio, y en reconocer que todo don proviene
de Dios.
### 4. El Poder de la Caridad
y el Perdón
San Martín fue un hombre de
caridad que dio sin límites, especialmente a los pobres, enfermos y marginados.
Vivió una fe que se manifestaba en el servicio y en la generosidad. También fue
un ejemplo de perdón, capaz de superar el rechazo y la discriminación con un
corazón lleno de compasión. Esta virtud de la caridad es central en el
mandamiento de Jesús, quien nos invita a amar a los demás con un corazón
sincero y dispuesto a dar. San Martín nos enseña que el amor al prójimo es la
mejor forma de acercarnos al corazón de Dios.
### Reflexión Final
En este domingo, San Martín de
Porres nos muestra cómo vivir el mandamiento del amor. Su vida nos invita a
reconocer que el amor a Dios no es abstracto, sino que se expresa en el amor
hacia quienes están a nuestro alrededor. Su vida de oración, servicio, humildad
y caridad es un recordatorio de que la santidad no se logra solo con grandes
acciones, sino con pequeños gestos de amor cotidiano. Que su ejemplo inspire en
nosotros el deseo de vivir como verdaderos discípulos de Jesús, amando a Dios y
al prójimo con todo nuestro ser, y construyendo un mundo más justo y fraterno.
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