20 de noviembre del 2024: miércoles de la trigésima tercera semana del tiempo ordinario- año II
Dones para identificar
(Lucas 19, 11-28) ¿Qué
significa hacer que los dones de Dios den fruto? ¿Quizás sea cuestión de
identificarlos primero?
Un proceso que requiere
atención, discernimiento, perseverancia. Sabiendo que hay un don que a veces
olvidamos: el de la oración, de esta capacidad de dar el lugar que le
corresponde al Espíritu, que no deja de orar en nuestro corazón, de murmurar
“Abba, Padre” (Rm 8,15), para animarnos a aclamar al Dios tres veces santo como
los cuatro Vivientes (Apocalipsis 4:6).
Emmanuelle Billoteau, ermitaña
(Lucas 19, 11-28) Cuando agradezco a Dios su bondad hacia mí, puedo responder a su deseo de hacer que otros se beneficien de los dones que he recibido, por humildes que sean.
Primera lectura
Lectura del libro del Apocalipsis (4,1-11):
Yo, Juan, miré y vi una puerta abierta en el cielo; y aquella primera voz, como de trompeta, que oí hablando conmigo, decía:
«Sube aquí y te mostraré lo que tiene que suceder después de esto».
Enseguida fui arrebatado en espíritu. Vi un trono puesto en el cielo, y sobre el trono uno sentado. El que estaba sentado en el trono era de aspecto semejante a una piedra de diamante y cornalina, y había un arco iris alrededor del trono de aspecto semejante a una esmeralda.
Y alrededor del trono había otros veinticuatro tronos, y sobre los tronos veinticuatro ancianos sentados, vestidos con vestiduras blancas y con coronas de oro sobre sus cabezas. Y del trono salen relámpagos, voces y truenos; y siete lámparas de fuego están ardiendo delante del trono, que son los siete espíritus de Dios, y delante del trono como un mar transparente, semejante al cristal.
Y en medio del trono y a su alrededor, había cuatro vivientes, llenos de ojos por delante y por detrás. El primer viviente era semejante a un león, el segundo a un toro, el tercero tenía cara como de hombre, y el cuarto viviente era semejante a un águila en vuelo. Los cuatro vivientes, cada uno con seis alas, estaban llenos de ojos por fuera y por dentro. Día y noche cantan sin pausa:
«Santo, Santo, Santo es el Señor Dios, el todopoderoso; el que era y es y ha de venir».
Cada vez que los vivientes dan gloria y honor y acción de gracias al que está sentado en el trono, al que vive por los siglos de los siglos, los veinticuatro ancianos se postran ante el que está sentado en el trono, adoran al que vive por los siglos de los siglos y arrojan sus coronas ante el trono diciendo:
«Eres digno, Señor, Dios nuestro, de recibir la gloria, el honor y el poder, porque tú has creado el universo; porque por tu voluntad lo que no existía fue creado».
Palabra de Dios
Salmo
Sal 150,1-2.3-4.5
R/. Santo, Santo, Santo es el Señor Dios, el todopoderoso.
V/. Alabad al Señor en su templo,
alabadlo en su fuerte firmamento.
Alabadlo por sus obras magníficas,
alabadlo por su inmensa grandeza. R/.
V/. Alabadlo tocando trompetas,
alabadlo con arpas y cítaras;
alabadlo con tambores y danzas,
alabadlo con trompas y flautas. R/.
V/. Alabadlo con platillos sonoros,
alabadlo con platillos vibrantes.
Todo ser que alienta alabe al Señor. R/.
Lectura del santo evangelio según san Lucas (19,11-28):
EN aquel tiempo, Jesús dijo una parábola, porque estaba él cerca de Jerusalén y pensaban que el reino de Dios iba a manifestarse enseguida.
Dijo, pues:
«Un hombre noble se marchó a un país lejano para conseguirse el título de rey, y volver después.
Llamó a diez siervos suyos y les repartió diez minas de oro, diciéndoles:
“Negociad mientras vuelvo”.
Pero sus conciudadanos lo aborrecían y enviaron tras de él una embajada diciendo:
“No queremos que este llegue a reinar sobre nosotros”.
Cuando regresó de conseguir el título real, mandó llamar a su presencia a los siervos a quienes había dado el dinero, para enterarse de lo que había ganado cada uno.
El primero se presentó y dijo:
“Señor, tu mina ha producido diez”.
Él le dijo:
“Muy bien, siervo bueno; ya que has sido fiel en lo pequeño, recibe el gobierno de diez ciudades”.
El segundo llegó y dijo:
“Tu mina, señor, ha rendido cinco”.
A ese le dijo también:
“Pues toma tú el mando de cinco ciudades”.
El otro llegó y dijo:
“Señor, aquí está tu mina; la he tenido guardada en un pañuelo, porque tenía miedo, pues eres un hombre exigente que retiras lo que no has depositado y siegas lo que no has sembrado”.
Él le dijo:
“Por tu boca te juzgo, siervo malo. ¿Conque sabías que soy exigente, que retiro lo que no he depositado y siego lo que no he sembrado? Pues ¿por qué no pusiste mi dinero en el banco? Al volver yo, lo habría cobrado con los intereses”.
Entonces dijo a los presentes:
“Quitadle a este la mina y dádsela al que tiene diez minas”.
Le dijeron:
“Señor, ya tiene diez minas”.
Os digo: “Al que tiene se le dará, pero al que no tiene se le quitará hasta lo que tiene. Y en cuanto a esos enemigos míos, que no querían que llegase a reinar sobre ellos, traedlos acá y degolladlos en mi presencia”».
Dicho esto, caminaba delante de ellos, subiendo hacia Jerusalén.
Palabra del Señor
Construyendo el Reino
Os digo: “Al que tiene se le dará, pero al que no tiene se le quitará hasta lo que tiene. Y en cuanto a esos enemigos míos, que no querían que llegase a reinar sobre ellos, traedlos acá y degolladlos en mi presencia”».
¡Jesús no era un pusilánime! Él no fue tímido en Sus palabras en esta parábola. Vemos aquí la seriedad de nuestro Señor con respecto a aquellos que actúan en contra de su voluntad divina.
Primero, este versículo es la conclusión de la parábola de los talentos. A tres sirvientes se les dio una moneda de oro a cada uno. El primero usó la moneda para ganar diez más, el segundo ganó cinco más y el tercero no hizo más que devolver la moneda al regreso del rey. Es este sirviente el que es castigado por no hacer nada con la moneda de oro que le dieron.
Segundo, cuando este rey fue a recibir su realeza, hubo algunos que no lo querían como rey y trataron de detener su coronación. A su regreso como rey recién coronado, llamó a esas personas y las hizo matar ante él.
A menudo nos gusta hablar de la misericordia y la bondad de Jesús, y tenemos razón al hacerlo. Él es bondadoso y misericordioso sin medida. Pero también es un Dios de verdadera justicia. En esta parábola tenemos la imagen de dos grupos de personas que reciben la justicia divina.
Primero, tenemos a aquellos cristianos que fallan en difundir el Evangelio y fallan en dar lo que se les ha dado. Permanecen ociosos con la fe y, como resultado, pierden la poca fe que tienen.
Segundo, tenemos a aquellos que se oponen directamente al reinado de Cristo y a la edificación de Su Reino en la Tierra. Estos son los que trabajan para la edificación del reino de las tinieblas de muchas maneras. El resultado final de esta malicia es su completa destrucción.
Reflexiona, hoy, sobre la seriedad del Evangelio. Seguir a Jesús y construir Su Reino no es solo un gran honor y alegría, también es un requisito. Es un mandato de amor de nuestro Señor y uno que Él toma en serio. Así que, si te cuesta servirle de todo corazón y comprometerte a construir el Reino sólo por amor, hazlo al menos porque es un deber. Y es un deber por el cual nuestro Señor finalmente nos hará responsables a cada uno de nosotros.
Señor, que nunca desperdicie la gracia que me has dado. Ayúdame a trabajar siempre diligentemente para la edificación de Tu Reino divino. Y ayúdame a ver como un gozo y un honor hacerlo. Jesús, en Ti confío.
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