Viviendo la Pascua día a día: 13 de mayo del 2020: Nuestra Señora de Fátima
Cuando oro, aprendo a ver como Dios ve, como Él vive, a querer como Él
quiere. Yo entro en la vida de Dios, en su voluntad, en su alegría y la
alabanza viene también a mis labios.
Hoy la Iglesia se reúne para celebrar la primera aparición de la Santísima Virgen a los tres pastorcitos de Fátima: Lucía de 13 años, Francisco de 8 y Jacinta de 7; la cual tuvo lugar un 13 de mayo de 1917 en Cova de Iría, en Fátima (Portugal).
El 13 de mayo del año 2000, Juan Pablo II declara beatos a
Jacinta y Francisco. Ahora bien, más allá de los relatos de las apariciones del
‘Ángel de Portugal’ –quien enseña a orar a los pastorcitos–, la aparición de
Fátima, que se presentó bajo el nombre de Nuestra Señora del Rosario, muestra
la cercanía de la providencia divina a la historia humana: en Fátima se busca
responder a la problemática de la Primera Guerra Mundial. Al respecto nos dice
la Congregación para la Doctrina de Fe: “el
amor del Padre que suscita en los hombres la conversión y da la gracia para
abandonarse a Él con devoción filial. Éste es también el mensaje de Fátima que,
con un angustioso llamamiento a la conversión y a la penitencia, impulsa en
realidad hacia el corazón del Evangelio” (Congregación para la Doctrina de
la Fe, El Mensaje de Fátima, 26 de junio del 2000).
Vemos entonces cómo, el valor de Fátima está en la vuelta del
mundo a Cristo, es decir, “el criterio de verdad y de valor de una revelación
privada es, pues, su orientación a Cristo mismo”. Fátima busca la conversión del
mundo, maltratado por las guerras, al seguimiento de Jesús. Nos dice el
Cardenal J. Ratzinger, entonces prefecto para la congregación ya mencionada:
Fátima se sintetiza en “la exhortación a
la oración como camino para la « salvación de las almas » y, en el mismo
sentido, la llamada a la penitencia y a la conversión”. Esto porque “el corazón
abierto a Dios, purificado por la contemplación de Dios, es más fuerte que los
fusiles y que cualquier tipo de arma”.
(13 de mayo del 2017:)
En efecto, el Señor nos ha creado como una esperanza para los demás, una esperanza real y
realizable en el estado de vida de cada uno. Al «pedir» y «exigir» de cada uno
de nosotros el cumplimiento de los compromisos del propio estado (Carta de sor
Lucía, 28 de febrero de 1943), el cielo activa aquí una auténtica y precisa
movilización general contra esa indiferencia que nos enfría el corazón y agrava
nuestra miopía. No queremos ser una esperanza abortada. La vida sólo puede
sobrevivir gracias a la generosidad de otra vida. «Si el grano de trigo no cae
en tierra y muere, queda infecundo; pero si muere, da mucho fruto» (Jn 12,24):
lo ha dicho y lo ha hecho el Señor, que siempre nos precede. Cuando pasamos por
alguna cruz,
él ya ha pasado antes. De este modo, no subimos a la cruz para encontrar a
Jesús, sino que ha sido él el que se ha humillado y ha bajado hasta la cruz
para encontrarnos a nosotros y, en nosotros, vencer las tinieblas del mal y
llevarnos a la luz.
Que, con la protección
de María, seamos en el mundo centinelas que sepan contemplar el verdadero
rostro de Jesús Salvador, que brilla en la Pascua, y
descubramos de nuevo el rostro joven y hermoso de la Iglesia, que resplandece
cuando es misionera, acogedora, libre, fiel, pobre de medios y rica de amor.
Pensamos entonces en
Fátima como una oportunidad de conversión profunda en Cristo y una influencia
positiva de nuestra fe en el mundo.
(Papa Francisco)
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Sobre las lecturas y evangelio de la liturgia del quinto miércoles de Pascua
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Sobre las lecturas y evangelio de la liturgia del quinto miércoles de Pascua
En la Iglesia como en cualquier familia, el diálogo es vital. La unidad depende ante todo de nuestra capacidad de escuchar y respetar los diversos puntos de vista que se expresan, sin intentar rechazarlos o negarlos.
Primera lectura
Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles (15,1-6):
EN aquellos días, unos que bajaron de Judea se pusieron a enseñar a los hermanos que, si no se circuncidaban conforme al uso de Moisés, no podían salvarse. Esto provocó un altercado y una violenta discusión con Pablo y Bernabé; y se decidió que Pablo, Bernabé y algunos más de entre ellos subieran a Jerusalén a consultar a los apóstoles y presbíteros sobre esta controversia. Ellos, pues, enviados por la Iglesia provistos de lo necesario, atravesaron Fenicia y Samaría, contando cómo se convertían los gentiles, con lo que causaron gran alegría a todos los hermanos. Al llegar a Jerusalén, fueron acogidos por la Iglesia, los apóstoles y los presbíteros; ellos contaron lo que Dios había hecho con ellos.
Pero algunos de la secta de los fariseos, que habían abrazado la fe, se levantaron, diciendo:
«Es necesario circuncidarlos y ordenarles que guarden la ley de Moisés».
Los apóstoles y los presbíteros se reunieron a examinar el asunto.
Palabra de Dios
EN aquellos días, unos que bajaron de Judea se pusieron a enseñar a los hermanos que, si no se circuncidaban conforme al uso de Moisés, no podían salvarse. Esto provocó un altercado y una violenta discusión con Pablo y Bernabé; y se decidió que Pablo, Bernabé y algunos más de entre ellos subieran a Jerusalén a consultar a los apóstoles y presbíteros sobre esta controversia. Ellos, pues, enviados por la Iglesia provistos de lo necesario, atravesaron Fenicia y Samaría, contando cómo se convertían los gentiles, con lo que causaron gran alegría a todos los hermanos. Al llegar a Jerusalén, fueron acogidos por la Iglesia, los apóstoles y los presbíteros; ellos contaron lo que Dios había hecho con ellos.
Pero algunos de la secta de los fariseos, que habían abrazado la fe, se levantaron, diciendo:
«Es necesario circuncidarlos y ordenarles que guarden la ley de Moisés».
Los apóstoles y los presbíteros se reunieron a examinar el asunto.
Palabra de Dios
Salmo
Sal 121,1-2.4-5
R/. Vamos alegres a la casa del Señor
¡Qué alegría cuando me dijeron:
«Vamos a la casa del Señor»!
Ya están pisando nuestro pies
tus umbrales, Jerusalén. R/.
Jerusalén está fundada
como ciudad bien compacta.
Allá suben las tribus,
las tribus del Señor. R/.
Según la costumbre de Israel,
a celebrar el nombre del Señor;
en ella están los tribunales de justicia,
en el palacio de David. R/.
R/. Vamos alegres a la casa del Señor
¡Qué alegría cuando me dijeron:
«Vamos a la casa del Señor»!
Ya están pisando nuestro pies
tus umbrales, Jerusalén. R/.
Jerusalén está fundada
como ciudad bien compacta.
Allá suben las tribus,
las tribus del Señor. R/.
Según la costumbre de Israel,
a celebrar el nombre del Señor;
en ella están los tribunales de justicia,
en el palacio de David. R/.
Lectura del santo evangelio según san Juan (15,1-8):
EN aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«Yo soy la verdadera vid, y mi Padre es el labrador. A todo sarmiento que no da fruto en mí lo arranca, y a todo el que da fruto lo poda, para que dé más fruto.
Vosotros ya estáis limpios por la palabra que os he hablado; permaneced en mí, y yo en vosotros.
Como el sarmiento no puede dar fruto por sí, si no permanece en la vid, así tampoco vosotros, si no permanecéis en mí.
Yo soy la vid, vosotros los sarmientos; el que permanece en mí y yo en él, ese da fruto abundante; porque sin mí no podéis hacer nada. Al que no permanece en mí lo tiran fuera, como el sarmiento, y se seca; luego los recogen y los echan al fuego, y arden.
Si permanecéis en mí y mis palabras permanecen en vosotros, pedid lo que deseáis, y se realizará.
Con esto recibe gloria mi Padre, con que deis fruto abundante; así seréis discípulos míos».Palabra del Señor
EN aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«Yo soy la verdadera vid, y mi Padre es el labrador. A todo sarmiento que no da fruto en mí lo arranca, y a todo el que da fruto lo poda, para que dé más fruto.
Vosotros ya estáis limpios por la palabra que os he hablado; permaneced en mí, y yo en vosotros.
Como el sarmiento no puede dar fruto por sí, si no permanece en la vid, así tampoco vosotros, si no permanecéis en mí.
Yo soy la vid, vosotros los sarmientos; el que permanece en mí y yo en él, ese da fruto abundante; porque sin mí no podéis hacer nada. Al que no permanece en mí lo tiran fuera, como el sarmiento, y se seca; luego los recogen y los echan al fuego, y arden.
Si permanecéis en mí y mis palabras permanecen en vosotros, pedid lo que deseáis, y se realizará.
Con esto recibe gloria mi Padre, con que deis fruto abundante; así seréis discípulos míos».Palabra del Señor
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El día del primer concilio: unidad en la diversidad
Hoy y mañana escucharemos lo que pasó durante el primer concilio de la Iglesia realizado en Jerusalén (posiblemente en el año 51 d.C). Vemos pues cómo los conflictos no son nada nuevo entre los cristianos.
Ya vemos como en el círculo de los primeros apóstoles hay dos partidos que se enfrentan en relación con la actitud a adoptar frente a los no judíos: unos quieren imponer la circuncisión; los otros entre los cuales están Pablo y Bernabé se oponen . Escuchando unos y otros, Pedro y Santiago proponen una solución que les permita vivir juntos en el respeto mutuo.
En el Evangelio, como Jesús ya no podrá estar físicamente cerca a sus discípulos y quedándole ya poco tiempo para prepararlos para las pruebas y dificultades que vendrán, utiliza entonces imágenes sacadas de la naturaleza para animarlos: los racimos de uvas son bellos cuando la savia de la viña los irriga. Al contrario las ramas cortadas forman un cúmulo de ramas secas, de madera muerta, inútil al borde la viña. De igual modo los discípulos, si depositan su confianza en Jesús y siguen sus enseñanzas, permanecerán cercanos a Él y podrán llevar a cabo la misión para la cual Él los ha escogido y así ellos darán fruto.
«Yo soy la vid verdadera, y mi
Padre es el viñador. Todo sarmiento que en mí no da fruto, lo corta, y
todo el que da fruto, lo limpia, para que dé más fruto”
¿Estás dispuesto a dejarte
podar? La poda es necesaria para que una planta produzca abundantes frutos
buenos o flores hermosas. Si, por ejemplo, se deja crecer una vid sin
podar, producirá muchas uvas pequeñas que no sirven para nada. Pero si se
tiene cuidado de podar la vid, esta producirá la cantidad máxima de uvas
buenas.
Jesús usa esta imagen de poda
para enseñarnos una lección similar para dar buenos frutos para Su Reino. Él
quiere que nuestras vidas sean fructíferas y quiere usarnos como poderosos
instrumentos de su gracia en el mundo. Pero a menos que estemos dispuestos
a pasar por la purificación de la poda espiritual de vez en cuando, no seremos
los instrumentos que Dios pueda usar.
La poda espiritual toma la
forma de dejar que Dios elimine los vicios en nuestras vidas para que las
virtudes puedan alimentarse adecuadamente. Esto se hace especialmente al
permitirle que nos humille y nos quite nuestro orgullo. Esto puede doler,
pero el dolor asociado con ser humillado por Dios es una clave para el
crecimiento espiritual. Al crecer en humildad, nos volvemos cada vez más
dependientes de la fuente de nuestro alimento en lugar de depender de nosotros
mismos, nuestras propias ideas y nuestros propios planes. Dios es
infinitamente más sabio que nosotros y si podemos recurrir continuamente a Él
como nuestra fuente, seremos mucho más fuertes y mejor preparados para
permitirle hacer grandes cosas a través de nosotros. Pero, nuevamente,
esto requiere que le dejemos que nos pode.
Ser podados espiritualmente
significa que dejamos de lado nuestra propia voluntad y nuestras propias ideas. Significa
que renunciamos al control sobre nuestras vidas y dejamos que el productor
principal se haga cargo. Significa que confiemos en Él mucho más de lo que
confiamos en nosotros mismos. Esto requiere una verdadera muerte para
nosotros mismos y una verdadera humildad por la cual reconocemos que dependemos
completamente de Dios de la misma manera que una rama depende de la vid. Sin
la vid, nos marchitamos y morimos. Estar firmemente unido a la vid es el
único camino a la vida.
Ora
este día para que dejes que el Señor elimine todo lo que no es de Él en tu vida. Confía
en Él y en Su plan divino y ten presente que este es el único camino para
llevar el buen fruto que Dios quiere llevar a través de ti.
Señor, te pido que elimines
todo mi orgullo y egoísmo. Purifícame de mis muchos pecados para poder
recurrir a ti en todas las cosas. Y a medida que aprendo a confiar en ti,
que comiences a dar muchos frutos buenos en mi vida. Jesús, confío en ti.
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