lunes, 16 de mayo de 2022

17 de mayo del 2022: martes de la quinta semana de Pascua



(Hechos 14, 19.28) Pablo no se deja desalentar fácilmente. Él es como el ave fénix, el fuego que vuelve a surgir de la ceniza: tantas que veces lo golpean y se levanta siempre!  Dónde encuentra Pablo su coraje, valentía durante las dificultades? Nada más ni nada menos que en el amor de Cristo que él toma y quiere dar a conocer a los demás.



Primera lectura
Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles (14,19-28):

EN aquellos días, llegaron unos judíos de Antioquía y de Iconio y se ganaron a la gente; apedrearon a Pablo y lo arrastraron fuera de la ciudad, dejándolo ya por muerto. Entonces lo rodearon los discípulos; él se levantó y volvió a la ciudad.
Al día siguiente, salió con Bernabé para Derbe. Después de predicar el Evangelio en aquella ciudad y de ganar bastantes discípulos, volvieron a Listra, a Iconio y a Antioquia, animando a los discípulos y exhortándolos a perseverar en la fe, diciéndoles que hay que pasar muchas tribulaciones para entrar en el reino de Dios.
En cada Iglesia designaban presbíteros, oraban, ayunaban y los encomendaban al Señor, en quien habían creído. Atravesaron Pisidia y llegaron a Panfilia. Y después de predicar la Palabra en Perge, bajaron a Atalía y allí se embarcaron para Antioquia, de donde los habían encomendado a la gracia de Dios para la misión que acababan de cumplir. Al llegar, reunieron a la Iglesia, les contaron lo que Dios había hecho por medio de ellos y cómo había abierto a los gentiles la puerta de la fe. Se quedaron allí bastante tiempo con los discípulos.

Palabra de Dios


Salmo
Sal 144,10-11.12-13ab.21

R/. Que tus fieles, Señor, proclamen la gloria de tu reinado

Que todas tus criaturas te den gracias, Señor,
que te bendigan tus fieles.
Que proclamen la gloria de tu reinado,
que hablen de tus hazañas. R/.

Explicando tus hazañas a los hombres,
la gloria y majestad de tu reinado.
Tu reinado es un reinado perpetuo,
tu gobierno va de edad en edad. R/.

Pronuncie mi boca la alabanza del Señor,
todo viviente bendiga su santo nombre
por siempre jamás. R/.


Lectura del santo evangelio según san Juan (14,27-31a):

EN aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«La paz os dejo, mi paz os doy; no os la doy yo como la da el mundo. Que no turbe vuestro corazón ni se acobarde. Me habéis oído decir: “Me voy y vuelvo a vuestro lado”. Si me amarais, os alegraríais de que vaya al Padre, porque el Padre es más que yo. Os lo he dicho ahora, antes de que suceda, para que cuando suceda creáis.
Ya no hablaré mucho con vosotros, pues se acerca el príncipe del mundo; no es que él tenga poder sobre mi, pero es necesario que el mundo comprenda que yo amo al Padre, y que, como el Padre me ha ordenado, así actúo yo».


Palabra del Señor

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La alegría es más fuerte que todo

Pablo, Bernabé y los primeros cristianos sufrieron mucho, pues la misión es difícil y las oposiciones son numerosas. Del sufrimiento no se escapa quien cree y quiere expresar su fe en medio de un mundo con frecuencia hostil a la Buena Noticia. Pero Pablo y Bernabé testimonian con entusiasmo un Dios que actúa en todos los que se acogen  a Él.

En el Evangelio, Jesús habla de su muerte como algo bueno, es un bien. Es una paradoja difícil de comprender para los discípulos; sin embargo, Jesús no los deja despojados o abandonados, Él les deja su paz, es decir, la posibilidad de estar en paz con Dios, consigo mismo, con los otros, con el mundo.

La paz de Cristo es SHALOM (palabra hebrea) que es diferente de la PAX romana. Mientras que la segunda sólo es ausencia de guerra, de conflictos, la paz de Cristo es una paz que el mundo no puede dar. La paz del Señor permite vivir la serenidad, la confianza en medio de los conflictos, de los avatares de la vida, se vive con la seguridad de que Él camina a nuestro lado por las sendas tortuosas del mundo.

Tenemos oportunidad de experimentar la paz, acrecentarla y afianzarla en cada Eucaristía. Recordemos que antes siempre de comulgar el Cuerpo del Señor todos nos deseamos la paz unos a otros, reconciliándonos de paso.

Esa paz nos ayuda a creer con convicción que su muerte no es el fin, 

Él  anuncia su segunda venida, Él regresará un día para juzgar a vivos  y muertos como dice el Credo, en el amor, con amor y por amor.



2


Un corazón atribulado


"No se turbe su corazón, no tengan miedo”




Qué maravilloso es recordar que todos necesitamos escuchar continuamente estas palabras de Jesús. "No dejes que tu corazón se turbe". Y "No dejes que tu corazón tenga miedo". ¿Con qué frecuencia sigues ese consejo?

Curiosamente, en realidad es más que un consejo. Es una orden de amor de nuestro Señor. Él quiere ser claro y quiere que sepamos que un corazón temeroso y atribulado no es de Él. Estar preocupado y temeroso es una gran carga y nos agobia. Jesús quiere desesperadamente que seamos libres de estas cargas. Él quiere que seamos libres para que podamos experimentar la alegría de la vida.  

Entonces, ¿Qué es lo que más te agobia en la vida? ¿Hay algo en tu vida que te obsesiona, te enoja, no puedes soltar o que tiende a dominar tu vida? O tal vez su carga es más sutil. Quizás no haya nada que te abrume, sino que, en cambio, es una carga constante de una manera pequeña, siempre presente en el fondo. Estas cargas pueden ser bastante difíciles cuando se manifiestan año tras año.

El primer paso hacia la libertad es ver la carga que nos abruma. Identifícala y busca identificar la causa subyacente. Si la causa de tu carga es tu propio pecado, arrepiéntete de él y busca la Confesión. Esta es la mejor manera de experimentar la libertad inmediata.  

Sin embargo, si tu carga es el resultado de las acciones de otra persona o alguna situación en la vida que está fuera de tu control, entonces estás en una posición única para rendirte ante nuestro Señor, dándole el control total de esta situación. La libertad se encuentra en la entrega total, la confianza y el abandono a su voluntad.

Pasa hoy un tiempo reflexionando sobre lo que más te agobia en la vida. ¿Qué es lo que pesa sobre ti? Es esto, más que cualquier otra cosa, que Jesús quiere entrar y levantar por ti. Él te quiere libre para que puedas experimentar la alegría que tiene para ofrecerte en la vida.  

 

Señor, quiero ser libre. Quiero experimentar la alegría que me tienes reservada. Cuando las cargas de la vida me pesen, ayúdame a recurrir a Ti en mi necesidad. Jesús, confío en ti.

 

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