17 de mayo del 2022: martes de la quinta semana de Pascua
EN aquellos días, llegaron unos judíos de Antioquía y de Iconio y se ganaron a la gente; apedrearon a Pablo y lo arrastraron fuera de la ciudad, dejándolo ya por muerto. Entonces lo rodearon los discípulos; él se levantó y volvió a la ciudad.
Al día siguiente, salió con Bernabé para Derbe. Después de predicar el Evangelio en aquella ciudad y de ganar bastantes discípulos, volvieron a Listra, a Iconio y a Antioquia, animando a los discípulos y exhortándolos a perseverar en la fe, diciéndoles que hay que pasar muchas tribulaciones para entrar en el reino de Dios.
En cada Iglesia designaban presbíteros, oraban, ayunaban y los encomendaban al Señor, en quien habían creído. Atravesaron Pisidia y llegaron a Panfilia. Y después de predicar la Palabra en Perge, bajaron a Atalía y allí se embarcaron para Antioquia, de donde los habían encomendado a la gracia de Dios para la misión que acababan de cumplir. Al llegar, reunieron a la Iglesia, les contaron lo que Dios había hecho por medio de ellos y cómo había abierto a los gentiles la puerta de la fe. Se quedaron allí bastante tiempo con los discípulos.
Palabra de Dios
R/. Que tus fieles, Señor, proclamen la gloria de tu reinado
Que todas tus criaturas te den gracias, Señor,
que te bendigan tus fieles.
Que proclamen la gloria de tu reinado,
que hablen de tus hazañas. R/.
Explicando tus hazañas a los hombres,
la gloria y majestad de tu reinado.
Tu reinado es un reinado perpetuo,
tu gobierno va de edad en edad. R/.
Pronuncie mi boca la alabanza del Señor,
todo viviente bendiga su santo nombre
por siempre jamás. R/.
EN aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«La paz os dejo, mi paz os doy; no os la doy yo como la da el mundo. Que no turbe vuestro corazón ni se acobarde. Me habéis oído decir: “Me voy y vuelvo a vuestro lado”. Si me amarais, os alegraríais de que vaya al Padre, porque el Padre es más que yo. Os lo he dicho ahora, antes de que suceda, para que cuando suceda creáis.
Ya no hablaré mucho con vosotros, pues se acerca el príncipe del mundo; no es que él tenga poder sobre mi, pero es necesario que el mundo comprenda que yo amo al Padre, y que, como el Padre me ha ordenado, así actúo yo».
Palabra del Señor
2
Qué maravilloso es recordar que todos necesitamos escuchar continuamente estas palabras de Jesús. "No dejes que tu corazón se turbe". Y "No dejes que tu corazón tenga miedo". ¿Con qué frecuencia sigues ese consejo?
Curiosamente, en realidad es más que un consejo. Es una orden de amor de nuestro Señor. Él quiere ser claro y quiere que sepamos que un corazón temeroso y atribulado no es de Él. Estar preocupado y temeroso es una gran carga y nos agobia. Jesús quiere desesperadamente que seamos libres de estas cargas. Él quiere que seamos libres para que podamos experimentar la alegría de la vida.
Entonces, ¿Qué es lo que más te agobia en la vida? ¿Hay algo en tu vida que te obsesiona, te enoja, no puedes soltar o que tiende a dominar tu vida? O tal vez su carga es más sutil. Quizás no haya nada que te abrume, sino que, en cambio, es una carga constante de una manera pequeña, siempre presente en el fondo. Estas cargas pueden ser bastante difíciles cuando se manifiestan año tras año.
El primer paso hacia la libertad es ver la carga
que nos abruma. Identifícala y busca identificar la causa
subyacente. Si la causa de tu carga es tu propio pecado, arrepiéntete de
él y busca la Confesión. Esta es la mejor manera de experimentar la
libertad inmediata.
Sin embargo, si tu carga es el resultado de las acciones de otra persona o alguna situación en la vida que está fuera de tu control, entonces estás en una posición única para rendirte ante nuestro Señor, dándole el control total de esta situación. La libertad se encuentra en la entrega total, la confianza y el abandono a su voluntad.
Pasa hoy un tiempo reflexionando sobre lo que más
te agobia en la vida. ¿Qué es lo que pesa sobre ti? Es esto, más que
cualquier otra cosa, que Jesús quiere entrar y levantar por ti. Él te
quiere libre para que puedas experimentar la alegría que tiene para ofrecerte
en la vida.
Señor, quiero ser libre. Quiero experimentar
la alegría que me tienes reservada. Cuando las cargas de la vida me pesen,
ayúdame a recurrir a Ti en mi necesidad. Jesús, confío en ti.
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