Una disposición interior
La escucha del evangelio nos
permite ser testigos del encuentro de Jesús con un hombre. Este último tiene
una petición muy específica: ¿Cómo adquirir la vida eterna después de haber
respetado los mandamientos? Jesús responde en dos etapas.
Él mira a este hombre y lo
ama. Luego le ofrece caminar con él y, para ello, liberarse del apego a lo que
posee para ser luz para seguirlo. Lo invita a mostrar preferencia, a decidirse
por el Señor en lugar de permanecer apegado a las riquezas que posee.
La palabra de Jesús actúa como
una espada afilada: juzga las intenciones y los pensamientos de su corazón.
Este hombre se va sintiéndose triste.
Muy diferente es la oración
del rey Salomón. Ella agradó al Señor que concedió su pedido. Salomón pidió
sabiduría, recibió la capacidad de discernir. Su petición es ajustada, reconoce
que no puede darse esta sabiduría a sí mismo, la recibe de otro. Tiene más
valor para él, más peso que la salud, la belleza, la riqueza, el poder.
¿Qué distingue al rey Salomón
y al hombre rico del evangelio?
¿No sería la disposición
interior?
Uno, centrado en sí mismo
hasta el punto de no escuchar la llamada a la vida y a la alegría, se cierra a
la llamada del Señor.
El otro se preocupa por las
personas de las que es responsable, recibe de todo Otro la inteligencia del
corazón para gobernar con sabiduría.
¿Estoy dispuesto a desprenderme de las ataduras que me impiden seguir al
Señor?
¿Me atrevo a pedir la
sabiduría del corazón para discernir qué me lleva más a la libertad?
Anne Da, Javiera
PRIMERA LECTURA
LECTURA DEL LIBRO DE LA SABIDURÍA 7, 7 11
Supliqué y me fue dada la prudencia, invoqué y vino a mí el espíritu de sabiduría.
La preferí a cetros y tronos y a su lado en nada tuve la riqueza.
No la equiparé a la piedra más preciosa, porque todo el oro ante ella es un poco de arena y junto a ella la plata es como el barro.
La quise más que a la salud y la belleza y la preferí a la misma luz, porque su resplandor no tiene ocaso.
Con ella me vinieron todos los bienes juntos, tiene en sus manos riquezas incontables.
Palabra de Dios
SALMO RESPONSORIAL
Salmo 89, 12-13. 14-15. 16-17
R. SÁCIANOS DE TU MISERICORDIA, SEÑOR, Y ESTAREMOS ALEGRES.
Enséñanos a calcular nuestros años,
para que adquiramos un corazón sensato.
Vuélvete, Señor, ¿hasta cuándo?
Ten compasión de tus siervos. R.
Por la mañana sácianos de tu misericordia,
y toda nuestra vida será alegría y júbilo.
Danos alegría, por los días en que nos afligiste,
por los años en que sufrimos desdichas. R.
Que tus siervos vean tu acción,
y sus hijos tu gloria.
Baje a nosotros la bondad del Señor
y haga prósperas las obras de nuestras manos.
Sí, haga prósperas las obras de nuestras manos. R.
SEGUNDA LECTURA
LECTURA DE LA CARTA A LOS HEBREOS 4, 12-13
La palabra de Dios es viva y eficaz, más tajante que espada de doble filo; penetra hasta el punto donde se dividen alma y espíritu, coyunturas y tuétanos; juzga los deseos e intenciones del corazón.
Nada se le oculta; todo está patente y descubierto a los ojos de aquel a quien hemos de rendir cuentas.
Palabra de Dios
ALELUYA Mt 5, 3
Bienaventurados los pobres en el espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos.
Evangelio
Lectura del santo evangelio según san Marcos (10,17-30):
En aquel tiempo, cuando salía Jesús al camino, se le acercó uno corriendo, se arrodilló y le preguntó: «Maestro bueno, ¿qué haré para heredar la vida eterna?»
Jesús le contestó: «¿Por qué me llamas bueno? No hay nadie bueno más que Dios. Ya sabes los mandamientos: no matarás, no cometerás adulterio, no robarás, no darás falso testimonio, no estafarás, honra a tu padre y a tu madre.»
Él replicó: «Maestro, todo eso lo he cumplido desde pequeño.»
Jesús se le quedó mirando con cariño y le dijo: «Una cosa te falta: anda, vende lo que tienes, dale el dinero a los pobres, así tendrás un tesoro en el cielo, y luego sígueme.»
A estas palabras, él frunció el ceño y se marchó pesaroso, porque era muy rico. Jesús, mirando alrededor, dijo a sus discípulos: «¡Qué difícil les va a ser a los ricos entrar en el reino de Dios!»
Los discípulos se extrañaron de estas palabras. Jesús añadió: «Hijos, ¡qué difícil les es entrar en el reino de Dios a los que ponen su confianza en el dinero! Más fácil le es a un camello pasar por el ojo de una aguja, que a un rico entrar en el reino de Dios.»
Ellos se espantaron y comentaban: «Entonces, ¿Quién puede salvarse?»
Jesús se les quedó mirando. y les dijo: «Es imposible para los hombres, no para Dios. Dios lo puede todo.»
Pedro se puso a decirle: «Ya ves que nosotros lo hemos dejado todo y te hemos seguido.»
Jesús dijo: «Os aseguro que quien deje casa, o hermanos o hermanas, o madre o padre, o hijos o tierras, por mí y por el Evangelio, recibirá ahora, en este tiempo, cien veces más casas y hermanos y hermanas y madres e hijos y tierras, con persecuciones, y en la edad futura, vida eterna.»
Palabra del Señor
Reflexión Central:
1
Jesús entonces lo miró con amor…
Entramos hoy en la semana misionera mundial. Los textos bíblicos de este domingo nos invitan a elegir bien, a hacer la mejor opción. En la primera lectura, tenemos el testimonio de Salomón; en su oración, él ha pedido el don necesario para un rey: "da a tu servidor un corazón atento para que sepa discernir el bien y el mal". El rey entonces pide la sabiduría porque es lo más precioso para el hombre. Ella es el bien más importante entre todos los que hay en la creación.
Esta búsqueda de la sabiduría es fundamental. Para adquirirla, es necesario estar dispuesto a venderlo todo. No se trata de una conquista de la razón sino de un don de Dios. Él no cesa de estar presente y actuar en la vida de los seres humanos. Él solamente espera que le abramos la puerta de nuestro corazón. Él se presenta como la Luz que viene a iluminar nuestras tinieblas.
La carta a los Hebreos (2a lectura) nos aporta una nueva iluminación: la verdadera sabiduría únicamente la podemos adquirir acogiendo la Palabra de Dios. Esta palabra no se contenta solo con instruirnos, ella actúa en lo más profundo de nosotros mismos. El cristiano es un hombre a quien la Palabra de Dios lo ha atravesado. Al atravesarnos como una espada de dos filos, Dios nos libera del miedo y de la vergüenza. Solamente aquel que se deja atravesar por la Palabra de Dios llegará a ser testigo. hacerle resistencia, rechazarla es resistir, rechazar a Cristo y encerrarse en sí mismo. Si nosotros la acogemos, ella ilumina nuestra vida, ella nos da el coraje de progresar en el camino del bien y del amor.
Estas dos primeras lecturas nos hablan pues de la sabiduría y del amor. Con el Evangelio, damos un paso más.
En el relato del evangelio, Marcos continúa con la enseñanza de Jesús, sobre las exigencias o requisitos para ser su discípulo. Esta enseñanza tiene lugar en el camino con dirección a Jerusalén donde Jesús va tener su proceso de pasión y muerte.
Hay 3 elementos distintos en este Evangelio:
el llamado del joven rico,
la dificultad de entrar en el Reino de los Cielos y
la recompensa acordada para aquellos que siguen a Cristo.
Estos elementos han sido reunidos por la tradición para ofrecer una catequesis sobre la actitud que se debe tener frente a la riqueza.
Cristo repite continuamente que la riqueza puede llegar a ser un obstáculo en el camino de la vida cristiana. "El terrible poder" del dinero-lo podemos ver hoy con los numerosos escándalos de corrupción- es denunciado por Jesús a lo largo de toda su predicación.
La historia del joven rico, en el Evangelio de hoy, termina dramáticamente, termina mal! "El hombre se vuelve sombrío y triste": él tiene miedo del cuchillo listo a cortar sus seguridades. Él se niega a "partir para una tierra desconocida", como lo había hecho Abraham en su ancianidad, en otro tiempo.
Para comprender bien este texto, es necesario remitirnos a la tradición mediterránea. Para nosotros, la riqueza significa tener mucho dinero. Para los países que rodean el Mar Mediterráneo, la riqueza comprende primero y ante todo la familia, la casa, la tierra. El final del Evangelio de hoy indica este género de riqueza que supera el dinero acumulado en la cuenta bancaria (sea de ahorros o corriente): "Nadie habrá dejado, por mi causa y el Evangelio, una casa, hermanos, hermanas, madre, hijos y tierra, sin que reciba el céntuplo".
El joven rico es invitado a compartir el dinero que lo retiene al suelo y no lo deja avanzar, sino también a alejarse de los valores de su familia, valores que le impiden ser un discípulo de Cristo. Para progresar en la vida cristiana, estamos invitados a combatir los prejuicios y ciertos valores familiares. También debemos dejar de lado la suficiencia religiosa que se parece a la de los doctores de la Ley, de los fariseos y los sacerdotes. También es difícil y penoso para brillantes teólogos, grandes directores espirituales ricos de su sabiduría y de su santidad como lo es para un rico industrial o un comerciante exitoso, despojarse para caminar tras Jesús.
Los desapegos o desprendimientos pueden ser diferentes, pero todos ellos nos invitan a estar livianos, a liberarnos de lo pesado para seguir al Señor: Abraham fue llamado a dejar su país, Pedro sus redes, Mateo su oficina y su Aduana, Eliseo su hacienda…Para cada uno, los costos son elevados pero ellos aportan una liberación necesaria. Jesús habla de este género de despojo en la parábola de la perla y del tesoro escondido en un campo. El reino de los cielos es semejante a un tesoro escondido en el campo, que al encontrarlo un hombre, lo vuelve a esconder, y de alegría por ello, va, vende todo lo que tiene y compra aquel campo.
La historia del joven rico nos recuerda que uno no puede disponerse a seguir al Señor, mientras se está encartado, impedido con pesados equipajes. "Es más fácil para un camello pasar por el ojo de una aguja que un rico entrar en el reino de Dios".
Nosotros constatamos que al invitarnos a seguirle, Jesús no pone el acento en lo que se debe abandonar sino en la alegría que se halla al hacerlo. La renuncia a las riquezas no es un objetivo en si mismo sino una exigencia que antecede para llegar a ser discípulo de Cristo. Cada quien debe renunciar a aquello que le impide responder a esta invitación: "ven y sígueme".
Jesús llama primero y antes que nada a superarnos, a adelantarnos…al progreso. Para el joven rico, superarse habría consistido en desprenderse de sus muchos bienes. Para otros, será olvidar sus títulos en negocios o en política; en cambiar su manera de tratar a los demás, corregir su falta de generosidad, su egoísmo, su pereza, etc. Lo importante es liberarse, cada uno a su manera, para seguir a Cristo: "Jesús entonces lo miró con amor".
2
cuando salía Jesús al camino, se le acercó uno corriendo, se arrodilló y le preguntó: «Maestro bueno, ¿qué haré para heredar la vida eterna?»
San Marcos 10:17
Esta historia comienza luciendo bastante bien. Aquí hay un joven bastante rico que se acerca a Jesús con una pregunta basada en la fe. Al preguntarle a Jesús qué debe hacer para heredar la vida eterna, este hombre probablemente creyó que Jesús tenía la respuesta. Y en su entusiasmo, quería la enseñanza, la guía de Jesús.
Jesús le dice que debe guardar los mandamientos, a lo que el joven responde que los ha observado desde su juventud. Pero luego Jesús dice algo que este joven nunca esperó que dijera. Él dice: “Te falta una cosa. Ve, vende lo que tienes y dáselo a los pobres y tendrás tesoro en el cielo; entonces ven, sígueme ".
¡Ay! Esto debe haber herido a este joven rico en el corazón. El pasaje continúa diciendo que este joven se alejó triste por lo que dijo Jesús.
El joven empezó con buenas intenciones, eso está claro. Pero las buenas intenciones no son suficientes. Seguir a Jesús y obtener la vida eterna es un compromiso radical y que lo consume todo en cada parte de nuestra vida. No es suficiente decirle a Jesús que guardaremos los mandamientos, y ya, eso es todo. Seguro, eso puede llevarnos al Purgatorio, ¡pero lo que deberíamos desear es el Cielo! Entonces, ¿Cómo obtenemos el cielo?
Solo obtenemos el cielo a través de una vida de perfección. Sí, es verdad. Si queremos el cielo, finalmente debemos llegar a ser perfectos en todos los sentidos. Todo apego mundano debe desaparecer y todo pecado debe ser superado. Nuestras buenas intenciones deben convertirse en una entrega radical y total a Jesús, buscándolo a Él y solo a Él.
El joven rico se alejó triste porque no se dio cuenta de que la invitación de Jesús a entregarlo todo era en realidad un acto de amor. No entendía que encontraría la felicidad en este compromiso radical de seguir a Cristo.
Reflexiona hoy sobre el llamado radical de Jesús en tu vida. Quiere cada parte de tu vida. Puede que tengas buenas intenciones de intentar ser bueno, pero ¿estás dispuesto a seguir a Cristo hasta el final de una manera plena e ilimitada?
Señor, te amo y quiero amarte más. Quiero amarte con todo mi ser. Ayúdame a darme cuenta de que seguirte requiere un don total y radical de mí mismo para ti. Que esté listo y dispuesto a dejar ir cualquier apego en la vida que me impida seguirte. Jesús, en Ti confío.
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