viernes, 4 de octubre de 2024

6 de octubre del 2024: 27o domingo del tiempo ordinario, ciclo B

 Dios no nos creó para estar solos, sino para crecer juntos cada vez más hacia la estatura de Cristo Resucitado, nuestro hermano en la humanidad y nuestro Salvador. Dispongamos nuestro corazón para acoger su palabra y el don de nuestra unidad en él.





Primera lectura

Lectura del libro del Génesis (2,18-24):

El Señor Dios se dijo: «No está bien que el hombre esté solo; voy a hacerle alguien como él que le ayude.»
Entonces el Señor Dios modeló de arcilla todas las bestias del campo y todos los pájaros del cielo y se los presentó al hombre, para ver qué nombre les ponía. Y cada ser vivo llevaría el nombre que el hombre le pusiera. Así, el hombre puso nombre a todos los animales domésticos, a los pájaros del cielo y a las bestias del campo; pero no encontraba ninguno como él que lo ayudase. Entonces el Señor Dios dejó caer sobre el hombre un letargo, y el hombre se durmió. Le sacó una costilla y le cerró el sitio con carne. Y el Señor Dios trabajó la costilla que le había sacado al hombre, haciendo una mujer, y se la presentó al hombre.
El hombre dijo: «Ésta sí que es hueso de mis huesos y carne de mi carne! Su nombre será Mujer, porque ha salido del hombre. Por eso abandonará el hombre a su padre y a su madre, se unirá a su mujer y serán los dos una sola carne.»

Palabra de Dios

 

 

Salmo

Sal 127,1-2.3.4-5.6

R/. Que el Señor nos bendiga todos los días de nuestra vida

Dichoso el que teme al Señor
y sigue sus caminos.
Comerás del fruto de tu trabajo,
serás dichoso, te irá bien. R/.

Tu mujer, como parra fecunda,
en medio de tu casa;
tus hijos, como renuevos de olivo,
alrededor de tu mesa. R/.

Ésta es la bendición del hombre que teme al Señor.
Que el Señor te bendiga desde Sión,
que veas la prosperidad de Jerusalén
todos los días de tu vida. R/.

Que veas a los hijos de tus hijos.
¡Paz a Israel! R/.

 

 

Segunda lectura

Lectura de la carta a los Hebreos (2,9-11):

Al que Dios había hecho un poco inferior a los ángeles, a Jesús, lo vemos ahora coronado de gloria y honor por su pasión y muerte. Así, por la gracia de Dios, ha padecido la muerte para bien de todos. Dios, para quien y por quien existe todo, juzgó conveniente, para llevar a una multitud de hijos a la gloria, perfeccionar y consagrar con sufrimientos al gula de su salvación. El santificador y los santificados proceden todos del mismo. Por eso no se avengüenza de llamarlos hermanos.

Palabra de Dios



EVANGELIO

Lectura del santo Evangelio según San Marcos. 10, 2-13

En aquel tiempo, se acercaron unos fariseos y le preguntaron a Jesús, para ponerlo a prueba: «¿Le es lícito a un hombre divorciarse de su mujer?»
Él les replicó: «¿Qué os ha mandado Moisés?» Contestaron: «Moisés Permitió divorciarse, dándole a la mujer un acta de repudio.»
Jesús les dijo: «Por vuestra terquedad dejó escrito Moisés este precepto. Al principio de la creación Dios "los creó hombre y mujer. Por eso abandonará el hombre a su padre y a su madre, se unirá a su mujer, y serán los dos una sola carne." De modo que ya no son dos, sino una sola carne. Lo que Dios ha unido, que no lo separe el hombre.»
En casa, los discípulos volvieron a preguntarle sobre lo mismo. Él les dijo: «Si uno se divorcia de su mujer y se casa con otra, comete adulterio contra la primera. Y si ella se divorcia de su marido y se casa con otro, comete adulterio.»
Le acercaban niños para que los tocara, pero los discípulos les regañaban. Al verlo, Jesús se enfadó y les dijo: «Dejad que los niños se acerquen a mí: no se lo impidáis; de los que son como ellos es el reino de Dios. Os aseguro que el que no acepte el reino de Dios como un niño, no entrará en él.»
Y los abrazaba y los bendecía imponiéndoles las manos.

Palabra del Señor





1

Los creó hombre y mujer

 

El Evangelio de este domingo nos muestra dos maneras de comportarse en nuestra calidad de cristianos,

Por un lado, encontramos la manera de conducirse, de comportarse de los niños pequeños; y Jesús los pone como ejemplo por su manera de acoger el Reino de Dios. Un Reino que es ofrecido a todos. Para acogerlo, basta con dejarse amar por Dios como sólo los niños pequeños saben hacerlo…

Miren, queridos hermanos, toda la vida nos han enseñado y hemos creído que lo más importante es amar a Dios…y de hecho el primer mandamiento de la Ley de Dios nos lo recuerda: AMAR A DIOS SOBRE TODAS LAS COSAS…pero es verdad que pocas veces o nunca se nos recuerda que es importante también dejarnos amar por Dios…Los niños en esto nos ganan, son campeones.

Bueno, de cara a los niños pequeños y su ejemplo maravilloso, tenemos una segunda manera de comportarnos como cristianos y entonces podemos ser como los fariseos del evangelio de hoy, que no buscan sino ponerle trampas a Jesús…ellos no dudan en utilizar el engaño, la mentira para enredar a Jesús y buscar hundirlo…

Estas dos actitudes,

Primero, la de los niños pequeños y la de los fariseos nos interpelan, nos cuestionan y nos hace preguntarnos hermanos, ¿cómo acogemos la Palabra de Dios? ¿Con derecho, sinceridad y generosidad? ¿O con indiferencia y rechazo?

Esta diferencia en la manera de acoger la Palabra de Dios está ilustrada por la pregunta que le hacen los fariseos a Jesús: “Es legal, es lícito para un hombre divorciarse, ¿separarse de su mujer’? Y Jesús los remite a la Ley de Moisés que ellos conocían de memoria. Ellos saben que esa Ley permitía separarse de la mujer con la condición de establecer una acta de repudio. Jesús les responde que si Moisés dejó escrito este precepto fue a causa de su terquedad, de cabeza y corazón duros…Vemos pues cómo La Biblia lleva a las personas a tomar conciencia de dónde están y las lleva gradualmente a la Revelación en Cristo Jesús.

En su respuesta, Jesús toma partido por Dios, se inclina por su deseo original, y por ellos los remite al libro del Génesis, a la primera lectura que hemos escuchado hoy: Al principio de la creación Dios "los creó hombre y mujer. Por eso abandonará el hombre a su padre y a su madre, se unirá a su mujer, y serán los dos una sola carne." De modo que ya no son dos, sino una sola carne. Y Jesús agrega “Lo que Dios ha unido que no lo separe el hombre”.

Hermanos, esta enseñanza de Cristo es muy fuerte porque defiende la dignidad del matrimonio.

 El hombre y la mujer que se casan están llamados a formar una comunidad de vida, de compartir y de amor. A través de su manera de amar y la manera de amar a sus hijos, ellos manifiestan, muestran algo del amor apasionado que tiene Dios. Entonces, es precisamente esto lo que ha sido querido por Dios después del origen del mundo. Él ha querido que el amor del hombre y la mujer en el matrimonio sea un reflejo, un eco del amor que está en Él.

Es cierto que todo esto no está libre de dificultades…Llevar un matrimonio de la mejor manera es difícil, basta con ver todas esas parejas que no cesan de romper su relación de amor y terminan por separarse. 

Vemos también las vidas de tantas familias que nos decepcionan, y que son tristes, desconcertantes: algunas se contentan con ser familias “Hotel restaurante” o “familias dormitorio”. Esas familias son una simple yuxtaposición de personas donde no hay verdadero diálogo acerca de las cosas importantes, de lo esencial de la vida…

 Hermanos, un día, Jesús dijo esta frase que está en el evangelio de San Juan, capítulo 10, versículo 10: “He venido para que todos los hombres tengan vida y vida en abundancia”. Y esto también es válido para las parejas. Por el sacramento del matrimonio Cristo quiere ayudarles a no ser más que una sola carne en el amor, a ser UNO en el amor.

Hoy nosotros le oramos pidiendo que abra el corazón de todos los esposos a su proyecto de amor.

 Amar es una aventura que se apoya en la fidelidad de Dios. La unión del hombre y de la mujer nos dice algo de la alianza entre Dios y los hombres. Viviendo en el amor, el respeto y la fidelidad, la pareja testimonia a su manera un Dios que ama, que perdona y que se da.

 Es verdad que todo esto no es fácil de vivir. Pero hoy, Jesús nos anuncia una Buena Noticia: lo que es imposible para los hombres es posible para Dios. Dios solamente puede darnos un corazón nuevo.

 El problema de cada uno no es la conversión de los demás sino la nuestra propia, la de cada uno, transformar nuestro propio corazón. Solo Dios puede enseñarnos a amar como Él nos ama. Él es fiel, a pesar de nuestra traición. Él siempre es absolutamente tierno …entonces, seamos perfectos como nuestro Padre del Cielo. Mismo sino es algo evidente, su voluntad va de la mano siempre con nuestra felicidad.

Hoy recibimos este Evangelio como un llamado incansable a defender la familia. En su momento, el Santo Papa Juan Pablo II nos recordaba que el futuro de la humanidad pasa por la familia. Es allí donde nosotros aprendemos el sentido del compartir, el sentido de donarse, de darse y del respeto al otro. Es allí al interior de la familia, donde nosotros también aprendemos a abrirnos a la riqueza del perdón y de la escucha, al respeto de las diferencias, a la paciencia que hace crecer.

La Carta a los Hebreos, el texto de la segunda lectura de hoy, no habla especialmente del matrimonio, pero nos revela este amor apasionado de Jesús por toda la humanidad, Es un amor que permanece fiel y se dio hasta el sacrificio de su vida. Por su pasión, muerte y resurrección, Jesús nos ha abierto el camino de la verdadera vida.

Lo que espera Cristo también de nosotros es que vengamos a Él como los niños pequeños de quienes nos habla el Evangelio. Es alrededor de Él que debe construirse la unidad de las familias y de las comunidades cristianas.

En este domingo, todos juntos volvemos nuestro ser y todos nuestros sentidos a Dios quien es la fuente de todo amor, La Eucaristía es Dios que se entrega por nosotros para hacernos vivir de su amor al interior de nuestras familias y de nuestros diversos lugares de vida. Dios nos ama a todos de manera incondicional cualquiera sea nuestra situación y cualesquiera sean nuestros errores y fallas. Él viene a buscarnos allí donde estemos para invitarnos a dar un paso más en el camino de la vida,

Que este Evangelio, o sea esta Buena Noticia alimente nuestra esperanza y nuestra oración… Que así sea…

 

 

2


Al principio de la creación Dios "los creó hombre y mujer. Por eso abandonará el hombre a su padre y a su madre, se unirá a su mujer, y serán los dos una sola carne." De modo que ya no son dos, sino una sola carne. Lo que Dios ha unido, que no lo separe el hombre.»

Marcos 10: 6–9

  

Estas dos palabras, "Al principio", son palabras clave para nuestra época. Es importante que las personas de fe reconozcamos no solo los dones sobrenaturales que Dios nos ha dado, sino también los dones naturales. 

Los dones sobrenaturales son todos aquellos dones que nos da la Cruz de Cristo. Su vida, muerte y resurrección derramaron sobre nosotros la gracia del cielo e hicieron posible la santidad, la salvación y la vida eterna. Pero hay un orden completamente diferente de "dones" que Dios nos dio y que a menudo damos por sentado. Ese es el regalo de la naturaleza.

La creación misma, el orden del Universo, nuestra humanidad y el diseño natural de Dios son todos dones. La ciencia puede hacer mucho para descubrir los secretos y misterios del mundo natural, pero en última instancia, una comprensión completa incluso del mundo natural es misteriosa, profunda e inspiradora.

Un aspecto del mundo natural que Dios nos dio es nuestra sexualidad. “Hombre y mujer los hizo Dios…” Este diseño natural es parte de la gloriosa sabiduría del Creador y debe ser entendido, amado y respetado plenamente. Ser "hombre y mujer" es algo bastante obvio y que se comprende naturalmente. Dentro de cada persona hay ciertos atributos, deseos, tendencias, etc., que van de la mano con ser hombre o mujer.  

De muchas maneras, la singularidad y la complementariedad de los sexos han sido cuestionadas e incluso ignoradas en ocasiones, especialmente en nuestros días. Pero en el fondo todos entendemos que ser hombre o mujer es parte de lo que somos. Constituye nuestra propia identidad como persona y trae consigo muchas bendiciones. La feminidad y la masculinidad, a veces, también pueden distorsionarse y confundirse. Pero, en esencia, estos atributos de nuestra personalidad no se pueden descartar ni negar. De hecho, aceptar quiénes somos en nuestra naturaleza no es más que ser honestos y nos permite continuar por el camino de la verdadera integridad natural.

Reflexione hoy sobre las muchas formas en que ser “hombre y mujer” son bendiciones naturales de Dios. Reflexione, también, sobre las formas en que estos dones naturales son desafiados y socavados en nuestro mundo de hoy. Acepte usted quién es, acepte que Dios lo hizo para ser y deje que ese regalo natural de Dios florezca en su vida.


Señor, te agradezco por tus innumerables dones. Gracias por el don de la gracia ganado por Tu Cruz, y gracias también por el don de la naturaleza y por la forma en que me hiciste. Ayúdame a abrazar mi identidad plena de acuerdo con Tu diseño y, en ese abrazo, ayúdame a seguir descubriendo mi dignidad. Jesús, en Ti confío.



Meditemos:

· ¿No sólo hay divorcio en el matrimonio, también hay separaciones en nuestras relaciones: ¿Qué vínculos rompemos en nuestra vida? ¿Por qué?

· ¿En qué ocasiones traicionamos a quienes confían en nosotros? ¿Cuáles son nuestras infidelidades del corazón? ¿Qué nos lleva a ser infieles?



ORACIÓN:

Gracias Señor, por el hombre y la mujer,
por esos seres en el espejo que se aman y se causan miedo mutuamente,
que se buscan y se atraen,
que se pelean y se separan.
Su relación estrecha es siempre una guerra
y su guerra sirve a menudo como pretexto de reconciliación.
Bendito seas por el amor que les une,
el amor imposible
y que  recomienza siempre.
Bendito seas por el amor del cuerpo y del corazón,
por la carne que se eleva,
por la carne que se gasta y se cansa,
por el corazón que renueva la carne.
Gracias Señor, por lo infinito del amor,
por la fidelidad que permanece con el paso de los días,
por el regreso luego de las jornadas errantes,
por la esperanza de los reinicios.
Tú que eres fiel.
Tú que perdonas,
dale a nuestros amores un sabor de eternidad.
Amén!


 @gadabay




REFERENCIAS Bibliográficas:





BEAUCHAMP, André. Comprendre la Parole, Année B. Novalis, 2007

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