Regreso al futuro
(Lucas 12, 39-48) Para
las primeras generaciones cristianas que esperaban el inminente regreso de
Cristo en gloria, la cuestión de la espera era esencial, mientras que hoy nos
hemos “acostumbrado”.
Si hemos integrado la
dimensión del memorial refiriéndose a las grandes obras pasadas de Dios, tal
vez estemos menos familiarizados con la “memoria del futuro”. ¿Qué lugar ocupa
en nuestras vidas? ¿Se ha convertido en nuestra la oración de la Novia: “Ven,
Señor Jesús” (Apocalipsis 22:20)?
Emmanuelle Billoteau, ermitaña
(Lucas 12:39-48) Dios nos da talentos, pero ¿Qué hacemos con ellos? ¿Los desarrollamos y los usamos sabiamente para hacer el bien a nuestro alrededor? ¿Somos mayordomos fieles y sensatos?
Primera lectura
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Efesios (3,2-12):
Habéis oído hablar de la distribución de la gracia de Dios que se me ha dado en favor vuestro. Ya que se me dio a conocer por revelación el misterio, del que os he escrito arriba brevemente. Leedlo y veréis cómo comprendo yo el misterio de Cristo, que no había sido manifestado a los hombres en otros tiempos, como ha sido revelado ahora por el Espíritu a sus santos apóstoles y profetas: que también los gentiles son coherederos, miembros del mismo cuerpo y participes de la promesa de Jesucristo, por el Evangelio, del cual yo soy ministro por la gracia que Dios me dio con su fuerza y su poder. A mí, el más insignificante de todos los santos, se me ha dado esta gracia: anunciar a los gentiles la riqueza insondable que es Cristo, aclarar a todos la realización del misterio, escondido desde el principio de los siglos en Dios, creador de todo. Así, mediante la Iglesia, los Principados y Potestades en los cielos conocen ahora la multiforme sabiduría de Dios, según el designio eterno, realizado en Cristo Jesús, Señor nuestro, por quien tenemos libre y confiado acceso a Dios, por la fe en él.
Palabra de Dios
Salmo
Is 12,2-3.4bcd.5-6
R/. Sacaréis aguas con gozo de las fuentes del Salvador
Él es mi Dios y Salvador: confiaré y no temeré,
porque mi fuerza y mi poder es el Señor,
él fue mi salvación.
Y sacaréis aguas con gozo
de las fuentes de la salvación. R/.
Dad gracias al Señor,
invocad su nombre,
contad a los pueblos sus hazañas,
proclamad que su nombre es excelso. R/.
Tañed para el Señor, que hizo proezas,
anunciadlas a toda la tierra;
gritad jubilosos, habitantes de Sión:
«Qué grande es en medio de ti el santo de Israel.» R/.
Lectura del santo evangelio según san Lucas (12,39-48):
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Comprended que si supiera el dueño de casa a qué hora viene el ladrón, no le dejaría abrir un boquete. Lo mismo vosotros, estad preparados, porque a la hora que menos penséis viene el Hijo del hombre.»
Pedro le preguntó: «Señor, ¿has dicho esa parábola por nosotros o por todos?»
El Señor le respondió: «¿Quién es el administrador fiel y solícito a quien el amo ha puesto al frente de su servidumbre para que les reparta la ración a sus horas? Dichoso el criado a quien su amo, al llegar, lo encuentre portándose así. Os aseguro que lo pondrá al frente de todos sus bienes. Pero si el empleado piensa: "Mi amo tarda en llegar", y empieza a pegarles a los mozos y a las muchachas, a comer y beber y emborracharse, llegará el amo de ese criado el día y a la hora que menos lo espera y lo despedirá, condenándolo a la pena de los que no son fieles. El criado que sabe lo que su amo quiere y no está dispuesto a ponerlo por obra recibirá muchos azotes; el que no lo sabe, pero hace algo digno de castigo, recibirá pocos. Al que mucho se le dio, mucho se le exigirá; al que mucho se le confió, más se le exigirá.»
Palabra del Señor
Un hábito de oración
dijo Jesús a sus discípulos: «Comprended que si supiera el dueño de casa a qué hora viene el ladrón, no le dejaría abrir un boquete. Lo mismo vosotros, estad preparados, porque a la hora que menos penséis viene el Hijo del hombre.»
Lucas 12: 39-40
Esta Escritura nos ofrece una invitación. Se puede decir que Jesús viene a nosotros en una hora inesperada de dos maneras.
Primero, sabemos que Él regresará un día en gloria para juzgar a vivos y muertos. Su Segunda Venida es real y debemos ser conscientes del hecho de que podría suceder en cualquier momento. Claro, puede que no suceda durante muchos años, o incluso durante muchos cientos de años, pero sucederá. Habrá un momento en el que el mundo como es terminará y se establecerá el nuevo orden. Idealmente, vivimos todos y cada uno de los días anticipando ese día y ese momento. Debemos vivir de tal manera que siempre estemos listos para ese fin.
En segundo lugar, debemos darnos cuenta de que Jesús viene a nosotros, continuamente, por gracia. Tradicionalmente, hablamos de Sus dos venidas:
1) Su Encarnación y
2) Su regreso en gloria.
Pero hay una tercera venida de la que podemos hablar, que es Su venida por gracia a nuestras vidas. Y esta venida es bastante real y debería ser algo a lo que estemos continuamente atentos. Su venida por gracia requiere que estemos continuamente “preparados” para encontrarnos con Él. Si no estamos preparados, podemos estar seguros de que lo extrañaremos. ¿Cómo nos preparamos para esta venida por gracia? Nos preparamos ante todo fomentando un hábito diario de oración interior. Un hábito interior de oración significa que, en cierto sentido, siempre estamos orando. Significa que no importa lo que hagamos todos los días, nuestra mente y nuestro corazón siempre están dirigidos hacia Dios. Es como respirar. Siempre lo hacemos y lo hacemos sin ni siquiera pensarlo. La oración debe convertirse en un hábito tanto como respirar. Debe ser fundamental para quiénes somos y cómo vivimos.
Reflexiona hoy sobre tu vida de oración. Debes saber que los momentos que dedicas exclusivamente a la oración cada día son esenciales para tu santidad y relación con Dios. Y entérate que esos momentos deben ayudar a construir el hábito de estar siempre atento a Dios. Estar preparado de esta manera te permitirá encontrarte con Cristo en cada momento que Él venga a ti por gracia.
Señor, ayúdame a fomentar en mi corazón una vida de oración. Ayúdame a buscarte siempre y a estar siempre preparado para ti cuando vengas. Jesús, en Ti confío.
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