15 septiembre 2022: Nuestra Señora, la Virgen de los Dolores, Memoria Obligatoria
La gente que quiere
llevar a cabo su misión en la vida frecuentemente tiene que pagar un alto
precio por ello. Jesús continuó su misión de amor haciendo la voluntad del
Padre para salvarnos, y por ello fue clavado en la cruz. El anciano Simeón
había dicho a María, en el templo de Jerusalén, que un día sufriría por y con
su Hijo. Cuando un hijo sufre, también la madre sufre. Sin embargo, ella
también fue fiel a su misión de dar a Jesús al mundo. ---
Cuanto más cercanos
estamos al Señor, con frecuencia estamos más cercanos a su cruz. El sufrimiento no es un castigo por nuestros pecados. María, al igual que su Hijo Jesús, lo ha acogido sin rebelarse, dentro del amor y la confianza en Dios.
Primera lectura
Lectura de
la carta a los Hebreos (5,7-9):
Cristo, en los días de su vida mortal, a gritos y con lágrimas, presentó oraciones y súplicas al que podía salvarlo de la muerte, cuando en su angustia fue escuchado. Él, a pesar de ser Hijo, aprendió, sufriendo, a obedecer. Y, llevado a la consumación, se ha convertido para todos los que le obedecen en autor de salvación eterna.
Palabra de Dios
Cristo, en los días de su vida mortal, a gritos y con lágrimas, presentó oraciones y súplicas al que podía salvarlo de la muerte, cuando en su angustia fue escuchado. Él, a pesar de ser Hijo, aprendió, sufriendo, a obedecer. Y, llevado a la consumación, se ha convertido para todos los que le obedecen en autor de salvación eterna.
Palabra de Dios
Salmo
Sal
30,2-3a.3b-4.5-6.15-16.20
R/. Sálvame, Señor, por tu misericordia
A ti, Señor, me acojo:
no quede yo nunca defraudado;
tú, que eres justo, ponme a salvo,
inclina tu oído hacia mí. R/.
Ven aprisa a librarme,
sé la roca de mi refugio,
un baluarte donde me salve,
tú que eres mi roca y mi baluarte;
por tu nombre dirígeme y guíame. R/.
Sácame de la red que me han tendido,
porque tú eres mi amparo.
A tus manos encomiendo mi espíritu:
tú, el Dios leal, me librarás. R/.
Pero yo confío en ti, Señor,
te digo: «Tú eres mi Dios.»
En tu mano están mis azares:
líbrame de los enemigos que me persiguen. R/.
Qué bondad tan grande, Señor,
reservas para tus fieles,
y concedes a los que a ti se acogen
a la vista de todos. R/.
R/. Sálvame, Señor, por tu misericordia
A ti, Señor, me acojo:
no quede yo nunca defraudado;
tú, que eres justo, ponme a salvo,
inclina tu oído hacia mí. R/.
Ven aprisa a librarme,
sé la roca de mi refugio,
un baluarte donde me salve,
tú que eres mi roca y mi baluarte;
por tu nombre dirígeme y guíame. R/.
Sácame de la red que me han tendido,
porque tú eres mi amparo.
A tus manos encomiendo mi espíritu:
tú, el Dios leal, me librarás. R/.
Pero yo confío en ti, Señor,
te digo: «Tú eres mi Dios.»
En tu mano están mis azares:
líbrame de los enemigos que me persiguen. R/.
Qué bondad tan grande, Señor,
reservas para tus fieles,
y concedes a los que a ti se acogen
a la vista de todos. R/.
Evangelio de
hoy
Lectura del
santo evangelio según san Juan (19,25-27):
En aquel tiempo, junto a la cruz de Jesús estaban su madre, la hermana de su madre, María, la de Cleofás, y María, la Magdalena.
Jesús, al ver a su madre y cerca al discípulo que tanto quería, dijo a su madre: «Mujer, ahí tienes a tu hijo.»
Luego, dijo al discípulo: «Ahí tienes a tu madre.»
Y desde aquella hora, el discípulo la recibió en su casa.
Palabra del Señor
En aquel tiempo, junto a la cruz de Jesús estaban su madre, la hermana de su madre, María, la de Cleofás, y María, la Magdalena.
Jesús, al ver a su madre y cerca al discípulo que tanto quería, dijo a su madre: «Mujer, ahí tienes a tu hijo.»
Luego, dijo al discípulo: «Ahí tienes a tu madre.»
Y desde aquella hora, el discípulo la recibió en su casa.
Palabra del Señor
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1
Obediencia y sumisión
ya no están más de moda!
Sí, en nuestros días hay dos nuevas causas de alergia: la
obediencia y la sumisión. Los nostálgicos (a veces también llamados
integristas, moralistas y o fundamentalistas) dicen a veces, y no sin razón:
"los hijos no obedecen más a sus padres, los amos no son capaces de hacer
obedecer a sus perros, es verdad que la obediencia parece haber pasado de moda!" Esta noción no
interesa prácticamente a nadie en nuestros días. Se ha llegado hasta suprimir
el servicio militar, uno de los raros lugares, donde al parecer, se aprendía
todavía a obedecer! "
De ahí la pregunta: ¿Cómo recibir esta palabra, hoy,
en la Iglesia con novedad? Y bien, una pista a recordar es posible en 3 tiempos, un cierto
camino o proceso bíblico.
- Primer tiempo: Fue por la no sumisión y la desobediencia que
la armonía entre el creador y sus criaturas se rompió (cfr. Gn 3/4-5; Gn 6-8;
Gn 11; Rom 5/12,19).
- 2o tiempo: Por el contrario, fue por la sumisión y la
obediencia que Cristo ha podido restaurar esta armonía. Él se hizo obediente
hasta la cruz: (Fil 2/6,8). Entonces, por paradójico que sea, su perfecta
sumisión y su obediencia sin falla (cf. Hb 5/6- 8) lo han hecho totalmente
libre. Y es esta libertad que rompe las cadenas, derrumba los muros de
separación (Efesios 2, 15-16) y restablece el amor divino en la tierra.
-3er tiempo: Los hijos de Dios son invitados a caminar sobre
esta nueva ruta. La fe-fidelidad, tantas veces es descrita en el NT como una obediencia (cf. Rom 1/5; 16/26; 2Co 10/5; Hb 4/3).
Y la clave de lectura de las relaciones nuevas entre
cristianos reside, según Pablo, en la fórmula: "Sean sumisos los unos a
los otros" (Efesios 5,21). No hay ya ni función, ni edad, ni rango social
que sea tenido por absoluto; tal cual es la fraternidad querida por Cristo
(cfr. Mateo 23,8).
A todo esto, es conveniente agregar que la sumisión no aliena
mi libertad. Es voluntariamente que yo me pongo en las manos de Dios que es más
grande que todo. Y yo llego a ser libre en relación a mí mismo, lo que es
la más grande libertad!
Al pie de la Cruz la
madre de la humanidad
La celebración litúrgica de Nuestra Señora de los Dolores nos
permite comprender la aflicción que enfrentó María, la madre de Jesús, al
momento de su dolorosa crucifixión. El evangelista San Juan nos informa de 3
mujeres cercanas a la cruz: en primer lugar su madre, la hermana de su madre y
María Magdalena. Jesús hace un par de encomiendas o encargos, cargados de
simbolismo: pone a su madre al encargo del discípulo amado y viceversa.
En el discípulo amado estamos incluidos todos los futuros discípulos de Jesús. María es nuestra madre y como tal, está pendiente de todos sus hijos.
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En el discípulo amado estamos incluidos todos los futuros discípulos de Jesús. María es nuestra madre y como tal, está pendiente de todos sus hijos.
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En aquel tiempo, el padre y la madre del niño estaban
admirados de las palabras que les decía Simeón. Él los bendijo, y a María, la
madre de Jesús, le anunció: ""Este niño ha sido puesto para ruina y
resurgimiento de muchos en Israel, como signo que provocará contradicción, para
que queden al descubierto los pensamientos de todos los corazones. Y a ti, una
espada te atravesará el alma"".
Qué fiesta más profunda, significativa y muy real celebramos hoy.
Hoy tratamos de adentrarnos en el profundo dolor del corazón de
nuestra Santísima Madre al soportar los sufrimientos de su Hijo.
La Madre María amaba a su Hijo Jesús con el perfecto amor de una
madre. Curiosamente, fue ese amor perfecto que tenía en su corazón por
Jesús lo que fue la fuente de su profundo sufrimiento espiritual. Su amor
la llevó a estar presente ante Jesús en su propia Cruz y sufrimientos. Y
por eso, como sufrió Jesús, también sufrió su madre.
Pero su sufrimiento no fue de desesperación, fue un sufrimiento de
amor. Por tanto, su dolor no fue tristeza; más bien, fue un profundo
compartir en todo lo que Jesús soportó. Su corazón estaba perfectamente
unido al de su Hijo y, por tanto, soportó todo lo que Él soportó. Este es
el amor verdadero en el nivel más profundo y hermoso.
Hoy, en este memorial de su Corazón Doloroso, estamos llamados a
vivir en unión con el dolor de la Madre. Cuando la amamos, nos encontramos
sintiendo el mismo dolor y sufrimiento que su corazón todavía experimenta como
resultado de los pecados del mundo. Esos pecados, incluidos los nuestros,
son los que clavaron a su Hijo en la Cruz.
Cuando amamos a nuestra Santísima Madre ya su Hijo Jesús, también
nos lamentaremos por el pecado; primero por los nuestros y luego por los
pecados de los demás. Pero es importante saber que el dolor que
experimentamos por el pecado también es un dolor de amor. Es un dolor
santo que finalmente nos motiva a una compasión más profunda y a una unidad más
profunda con quienes nos rodean, especialmente con aquellos que están heridos y
quienes están atrapados en el pecado. También nos motiva a apartarnos del
pecado en nuestras propias vidas.
Reflexiona hoy sobre el perfecto amor del corazón de nuestra Santísima
Madre. Ese amor es capaz de elevarse por encima de todo sufrimiento y
dolor y es el mismo amor que Dios quiere poner en tu corazón.
Señor, ayúdame a amar con el amor de Tu
querida Madre. Ayúdame a sentir el mismo dolor santo que ella sintió y a permitir
que ese dolor santo profundice mi preocupación y compasión por todos los que
sufren. Jesús, en Ti confío. Madre María, ruega por nosotros.
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