17 de septiembre del 2022: sábado de la vigésima cuarta semana del tiempo ordinario

 

(Lucas 8, 4-15) Dios no es avaro con su Palabra. Por el contrario, Él la siembra generosamente, a los cuatro vientos.

Señor, haz en todo caso, que recibamos tu Palabra con un corazón abierto, para poder también cuando nos corresponda, sembrarla abundantemente y alegremente alrededor de nosotros.

 


Primera lectura

Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios (15,35-37.42-49):


Alguno preguntará: «¿Y cómo resucitan los muertos? ¿Qué clase de cuerpo traerán?» ¡Necio! Lo que tú siembras no recibe vida si antes no muere. Y, al sembrar, no siembras lo mismo que va a brotar después, sino un simple grano, de trigo, por ejemplo, o de otra planta. Igual pasa en la resurrección de los muertos: se siembra lo corruptible, resucita incorruptible; se siembra lo miserable, resucita glorioso; se siembra lo débil, resucita fuerte; se siembra un cuerpo animal, resucita cuerpo espiritual. Si hay cuerpo animal, lo hay también espiritual. En efecto, así es como dice la Escritura: «El primer hombre, Adán, fue un ser animado.» El último Adán, un espíritu que da vida. No es primero lo espiritual, sino lo animal. Lo espiritual viene después. El primer hombre, hecho de tierra, era terreno; el segundo hombre es del cielo. Pues igual que el terreno son los hombres terrenos; igual que el celestial son los hombres celestiales. Nosotros, que somos imagen del hombre terreno, seremos también imagen del hombre celestial.

Palabra de Dios

 

 

Salmo

Sal 55,10.11-12.13-14

R/.
 Caminaré en presencia de Dios a la luz de la vida

Que retrocedan mis enemigos
cuando te invoco,
y así sabré que eres mi Dios.
 R/.

En Dios, cuya promesa alabo,
en el Señor, cuya promesa alabo,
en Dios confío y no temo;
¿qué podrá hacerme un hombre?
 R/.

Te debo, Dios mío, los votos que hice,
los cumpliré con acción de gracias;
porque libraste mi alma de la muerte,
mis pies de la caída;
para que camine en presencia de Dios
a la luz de la vida.
 R/.

 

 

Lectura del santo evangelio según san Lucas (8,4-15):

En aquel tiempo, se le juntaba a Jesús mucha gente y, al pasar por los pueblos, otros se iban añadiendo.
Entonces les dijo esta parábola: «Salió el sembrador a sembrar su semilla. Al sembrarla, algo cayó al borde del camino, lo pisaron, y los pájaros se lo comieron. Otro poco cayó en terreno pedregoso y, al crecer, se secó por falta de humedad. Otro poco cayó entre zarzas, y las zarzas, creciendo al mismo tiempo, lo ahogaron. El resto cayó en tierra buena y, al crecer, dio fruto al ciento por uno.»
Dicho esto, exclamó: «El que tenga oídos para oír, que oiga.»
Entonces le preguntaron los discípulos: «¿Qué significa esa parábola?»
Él les respondió: «A vosotros se os ha concedido conocer los secretos del reino de Dios; a los demás, sólo en parábolas, para que viendo no vean y oyendo no entiendan. El sentido de la parábola es éste: La semilla es la palabra de Dios. Los del borde del camino son los que escuchan, pero luego viene el diablo y se lleva la palabra de sus corazones, para que no crean y se salven. Los del terreno pedregoso son los que, al escucharla, reciben la palabra con alegría, pero no tienen raíz; son los que por algún tiempo creen, pero en el momento de la prueba fallan. Lo que cayó entre zarzas son los que escuchan, pero, con los afanes y riquezas y placeres de la vida, se van ahogando y no maduran. Los de la tierra buena son los que con un corazón noble y generoso escuchan la palabra, la guardan y dan fruto perseverando.»

Palabra del Señor

  


1

Pablo intenta explicar la naturaleza del cuerpo resucitado, gracias a la imagen del grano de trigo sembrado. Este no existe más en tanto que grano, pero se transforma en planta. Cada uno guardará (conservará) su cuerpo, pero un cuerpo transformado, sin que uno pueda precisar con más claridad, como será eso.

 

 

¡Mensaje bien recibido!

 

Para hacerse comprender, nada más necesario que utilizar un lenguaje simple y rico en imágenes.

En el Evangelio, Con las parábolas, Jesús propone cortas historias que ayudan a comprender su mensaje. La Palabra de Dios es sembrada en cada uno. Toda vida es un terreno propicio para hacer germinar esta Palabra para que ella done fruto. Jesús lo sabe bien, la vida cotidiana, a veces, árida y repleta de preocupaciones, ahoga la Palabra. Pero para Jesús, ella, la Palabra, sabrá bien encontrar en cada quien el camino. Ella podrá iluminar nuestra vida, y ayudarnos a vivir al 100%.

¿Cómo crece y da fruto en nosotros la palabra de Dios?



Oración

Señor Dios nuestro:
Te damos gracias por hablarnos
la palabra de tu Hijo Jesucristo
y por sembrar en nuestras mentes y corazones
las semillas de la fe.
Abre nuestros oídos, día a día,
a la semilla de su palabra,
para que vaya creciendo en nosotros
con mezcla de dolor, esfuerzo y alegría.
Que la palabra arraigue cada vez más profundamente
en nuestros corazones
y dé frutos de justicia y amor,
hasta la segunda venida de Jesucristo,
Hijo tuyo y Señor nuestro,
por los siglos de los siglos.

 

 

2

 

Escuchar

 

“Los del borde del camino son los que escuchan, pero luego viene el diablo y se lleva la palabra de sus corazones, para que no crean y se salven. “

 

Lucas 8:12

 

Esta conocida historia identifica cuatro posibles formas en las que escuchamos la Palabra de Dios. Algunas son como un camino trillado, algunas como suelo rocoso, otras como un lecho de espinas y algunas son como tierra fértil.  

En cada una de estas imágenes hay una posibilidad de crecimiento con la Palabra de Dios. 

La tierra fértil es cuando se recibe la Palabra y da fruto. 

La semilla entre espinas es cuando la Palabra crece, pero el fruto se ahoga por las tentaciones y los problemas diarios. 

La semilla sembrada en el suelo pedregoso hace que la Palabra crezca, pero finalmente muere cuando la vida se pone difícil. 

La primera imagen de una semilla cayendo en el camino, sin embargo, es la menos deseable de todas. En este caso, la semilla ni siquiera crece. La tierra está tan endurecida que no puede hundirse. El camino en sí mismo no proporciona alimento alguno y, como revela el pasaje anterior, el Diablo roba la Palabra antes de que pueda crecer.

Lamentablemente, este "camino" es cada vez más frecuente en nuestros días. De hecho, a muchos les cuesta escuchar realmente. Podemos oír, pero oír no es lo mismo que escuchar realmente. A menudo tenemos mucho que hacer, lugares a donde ir y cosas en las que ocupar nuestra atención. Como resultado, puede ser difícil para muchas personas recibir la Palabra de Dios en sus corazones, donde puede crecer.  

Reflexiona hoy sobre las muchas formas en las que el Diablo puede venir y robarte la Palabra de Dios. Puede ser tan simple como mantenerte tan ocupado que estés demasiado distraído para absorberla.

O puede ser que permitas que el ruido constante del mundo contradiga lo que escuchas antes de que se profundice.

Cualquiera que sea el caso, es fundamental que busques dar, como mínimo, el primer paso de escucha y comprensión. 

Una vez que hayas logrado ese primer paso, podrás trabajar para quitar las "rocas" y las "espinas" del suelo de tu alma.

Señor, ayúdame a escuchar Tu Palabra, a escucharla, a entenderla y a creerla. Ayuda a mi corazón para que finalmente se convierta en un terreno rico en el que Tú entras para dar abundancia de buenos frutos. Jesús, en Ti confío.

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