¡Ir
hasta el final!
Caminar
tras los pasos de Jesús es un llamado exigente y serio. Esto implica sabiduría,
reflexión y libertad ante los lazos familiares y los bienes materiales.
Los
caminos de los seres humanos llegan a ser derechos, dice la Sabiduría, cuando
la voluntad del Señor se les revela desde el cielo.
La
fe y el bautismo hacen de un esclavo un hermano a respetar y a amar.
Llegar
a ser discípulos de Jesús exige reflexionar y considerar bajo una nueva mirada todo aquello a lo que estamos aferrados (apegados).
Primera lectura
Lectura del libro de la Sabiduría (9,13-18):
¿Qué hombre conocerá el designio de Dios?,
o ¿quién se imaginará lo que el Señor quiere?
Los pensamientos de los mortales son frágiles
e inseguros nuestros razonamientos,
porque el cuerpo mortal oprime el alma
y esta tienda terrena abruma la mente pensativa.
Si apenas vislumbramos lo que hay sobre la tierra
y con fatiga descubrimos lo que está a nuestro alcance,
¿quién rastreará lo que está en el cielo?,
¿quién conocerá tus designios, si tú no le das sabiduría
y le envías tu santo espíritu desde lo alto?
Así se enderezaron las sendas de los terrestres,
los hombres aprendieron lo que te agrada
y se salvaron por la sabiduría».
Palabra de Dios
Salmo
Sal 89
R/. Señor,
tú has sido nuestro refugio de generación en generación.
V/. Tú reduces el hombre a polvo,
diciendo: «Retornad, hijos de Adán».
Mil años en tu presencia son un ayer que pasó;
una vela nocturna. R/.
V/. Si tú los retiras
son como un sueño,
como hierba que se renueva
que florece y se renueva por la mañana,
y por la tarde la siegan y se seca. R/.
V/. Enséñanos a calcular nuestros años,
para que adquiramos un corazón sensato.
Vuélvete, Señor, ¿hasta cuándo?
Ten compasión de tus siervo. R/.
V/. Por la mañana sácianos de tu misericordia,
y toda nuestra vida será alegría y júbilo.
Baje a nosotros la bondad del Señor
y haga prósperas las obras de nuestras manos.
Sí, haga prósperas las obras de nuestras manos. R/.
Segunda lectura
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a Filemón
(9b-10.12-17):
Querido hermano:
Yo, Pablo, anciano, y ahora prisionero por Cristo Jesús, te recomiendo a
Onésimo, mi hijo, a quien engendré en la prisión Te lo envío como a hijo.
Me hubiera gustado retenerlo junto a mí, para que me sirviera en nombre tuyo en
esta prisión que sufro por el Evangelio; pero no he querido retenerlo sin
contar contigo: así me harás este favor, no a la fuerza, sino con toda
libertad.
Quizá se apartó de ti por breve tiempo para que lo recobres ahora para siempre;
y no como esclavo, sino como algo mejor que un esclavo, como un hermano
querido, que silo es mucho para mí, cuánto más para ti, humanamente y en el
Señor.
Si me consideras compañero tuyo, recíbelo a él como a mí.
Palabra de Dios
EEVANGELIO
LECTURA DEL SANTO EVANGELIO SEGÚN SAN LUCAS 14, 25-33
En aquel tiempo, mucha gente acompañaba a Jesús; Él
se volvió y les dijo:
--Si alguno se viene conmigo y no pospone a su padre y a su madre, y a su mujer
y a sus hijos, y a sus hermanos y a sus hermanas, e incluso a sí mismo, no
puede ser discípulo mío. Quien no lleve su cruz detrás de mi no puede ser
discípulo mío. Así, ¿quién de vosotros, si quiere construir una torre, no se
sienta primero a calcular los gastos, a ver si tiene para terminarla? No sea
que, si echa los cimientos y no puede acabarla, se pongan a burlarse de él los
que miran, diciendo: "Este hombre empezó a construir y no ha sido capaz de
acabar." ¿O qué rey, si va a dar la batalla a otro rey, no se sienta
primero a deliberar si con diez mil hombres podrán salir al paso del que le
ataca con veinte mil? Y si no, cuando el otro está todavía lejos, envía legados
para pedir condiciones de paz. Lo mismo vosotros: el que no renuncia a todos
sus bienes no puede ser discípulo mío.
Palabra del Señor
A
A A guisa de introducción
SEGUIR A JESÚS
La
primera lectura y el salmo de este domingo nos hablan de adquirir la sabiduría de corazón…es esta misma
sabiduría que nos permite el tomar en serio los consejos de Jesucristo y de vivir
como verdaderos seguidores suyos.
La
sabiduría del corazón no hace la vida más fácil, pero ella agrega otra
dimensión, da otro sentido a nuestras actividades y nos ayuda a tomar en serio
nuestro ser cristiano.
Estamos
ante un evangelio más bien duro y difícil de entender. Las palabras de Jesús
son tajantes: “ Si alguno se viene conmigo y no pospone a su padre
y a su madre, y a su mujer y a sus hijos, y a sus hermanos y a sus hermanas, e
incluso a sí mismo, no puede ser discípulo mío. Quien no lleve su cruz detrás
de mi no puede ser discípulo mío..."
Confesemos
que todos comprendemos muy mal, falsamente este llamado. Hace falta de verdad
renunciar a todos nuestros afectos por la familia y mismo a nuestra propia vida
para ser discípulos de Jesús? Es grande la tentación de acomodar
estas palabras a nuestra situación, a nuestros límites, a nuestras debilidades.
Se ha creído por mucho tiempo que este llamado se dirigía primeramente a
sacerdotes, religiosos y religiosas. Su situación es efectivamente vivida como
una ruptura con la vida familiar.
En
realidad, no es eso lo que dice el evangelio de este día. Si miramos de cerca,
descubriremos una precisión muy importante. El mensaje de este día nos dice que
una gran multitud de personas le seguían. Es entonces a todos que Él se
dirige: “si alguien viene tras de mi…” Estas palabras entonces
son para todas esas personas que están con el sobre los caminos de Palestina.
Ellas también están dirigidas a nosotros hoy. Mismo si son frases
desconcertantes, debemos recibirlas como “palabras de vida eterna”. El Señor
espera que cada uno se decida libre y totalmente por El.
Comprendámoslo
bien: no se trata solamente de ir y escuchar alguien que habla bien. El
seguimiento y adhesión a Cristo debe ser una prioridad absoluta. Es una
decisión que se toma en lo más profundo de nosotros mismos. No es cuestión de
decir: “No voy a la misa porque tengo una comida familiar” o
todavía: “mi hijo no irá al catecismo ya que él tiene actividades
deportivas…” Si hemos decidido seguir a Cristo, es nuestra
responsabilidad VER DONDE ESTÁN LAS VERDADERAS PRIORIDADES.
Para
comprender bien el llamado de este evangelio, hemos de sacar tiempo para
releerlo con las manos y los ojos de Cristo. A lo largo de toda la
Biblia, descubrimos un Dios apasionado de amor por la humanidad. Es El quien ha
visto la miseria de su pueblo y quiere salvarlo. El ve también el sufrimiento
de todos los excluidos (y o marginados de nuestro tiempo), las victimas del
odio, del racismo y de la violencia, aquellos que han perdido todo en las
catástrofes. El los ama a todos de una manera que supera todo lo que
podemos imaginar. Es mirando hacia la cruz de Cristo que comprendemos
esto: “No hay amor más grande que dar la vida por quien se
ama” Es en el nombre de este loco amor, que hombres y
mujeres han dejado todo por irse a vivir a un monasterio. Otros han gastado su
vida, la han dado por los pobres de Calcuta y de otros lados.
Dios nos
ama a todos y a cada uno. Su amor, sin cesar da el primer paso hacia
nosotros. Esto lo sabemos de memoria. Pero en lo concreto de nuestras vidas,
frecuentemente lo olvidamos. Dios ama a cada uno de nosotros
con nuestras limitaciones y o defectos, nuestras
debilidades, nuestros pecados. Imaginemos al ser más repugnante, al
más criminal y al más odiado a nuestros ojos. Dios lo ama aun y
siempre con un amor infinito. A nosotros se nos dificulta creer en
este amor de Dios por todos. El problema es (debido a
que) por que nos representamos a Dios de una manera
personal, nos hacemos una falsa idea de Él. Lo creemos y hemos creado a
“nuestra imagen”.
No nos
cansamos de proyectar en El nuestra manera de amar. En efecto, este
amor infinito de Dios va más allá de todo aquello que podamos decir o imaginar.
Hoy,
Jesús nos dice: “vengan, vuelvan a este amor “inaudito”, increíble
para ustedes e inimaginable”. Él quiere que seamos volcados, sacudidos por este
océano de amor que es Dios Padre, Hijo y Espíritu santo. Nuestros afectos
humanos encontrarán su verdadera consistencia en la medida que
nosotros tomemos conciencia de este amor infinito. Desde luego que
nuestros afectos no participarán con nuestro amor por
Dios que debería tender a ser siempre el primero, el prioritario. El evangelio
de este domingo nos incita a acoger el increíble amor de Dios quien
sólo puede enseñarnos a amar a los otros de verdad.
Vivimos
en un mundo, entre una sociedad que es dura para con los pequeños,
los pobres, los excluidos. Pidamos
al señor que nos llene de su amor para que aprendamos a verles y amarles como
Dios los ve y los ama.
Aproximación psicológica al texto del Evangelio
APRENDAN A CONOCERSE.
Antes de
emprender la aventura de la fe, Jesús nos aconseja comenzar por sentarnos y
preguntarnos quiénes somos. Se trata de evaluar nuestros recursos personales,
de examinar nuestro funcionamiento afectivo, de hacer inventario de
nuestros valores, de identificar nuestros límites actuales, de preguntarnos por
nuestras aspiraciones profundas.
Porque,
como nos dice Jesús, así como sucede en un enfrentamiento o batalla de guerra
entre dos ejércitos (o armadas) la aventura espiritual movilizará todas
nuestras energías. En otras palabras, Jesús nos dice: “ustedes serán conducidos
a la batalla para dejarlo todo, para desgastar toda la persona
entera. Porque la fe no se reduce a una adhesión simplemente mental (creer en
cosas), ella no se reduce tampoco a un asunto de brazos y manos
(hacer cosas por y para Dios). La fe no es fe cuando ella solo es EMOCIÓN, así
sea fuerte (“no lloren sobre mí! mejor tomen conciencia de lo que
ustedes son mientras viven” (cfr. Lucas 23,28).
Estaremos
progresivamente conducidos a dejar e invertir todo en la aventura de
la fe. Ahora, por ello es importante identificar donde ocurre el bloqueo, donde
nos atrancamos.
Así, si
alguien “cree fuertemente” pero no hace nada por el otro; o quizás algún otro
está muy comprometido socialmente pero no encuentra a Dios en la
oración; habrá otro que trabaja y ora, pero tiene problemas que le impiden de
amar verdaderamente a los otros y dejarse verdaderamente atrapar o
abrazar por el amor de Dios; quizás algún otro piensa que vive todo ello, pero
se siente cansado, abatido por sus esfuerzos y no encuentra ningún placer (o
alegría) de vivir…
Jesús nos
demanda entonces que aprendamos a descubrir y a tomar en las manos
todos los sectores de nuestro ser. Haciendo esto, nuestra experiencia
espiritual llega a ser una aventura de integración del ser, de unificación
progresiva de nuestra persona, llegamos gradualmente (de manera paulatina) a
una pacificación de todo nuestro ser. Entonces la fe llega a ser una
experiencia de crecimiento personal, donde todo nuestro
potencial se verá liberado e invertido en
nuestro compromiso de vida.
De otro
modo, nos dice Jesús, si ustedes se comprometen a ciegas, si ustedes llegan a
ser creyentes sin hacerse preguntas (o formularse inquietudes) , arriesgan
encontrarse con una torre (o casa) inacabada, así , también ustedes
correrán el riesgo de vivir toda la existencia con la
triste (penosa) impresión que hay cualquier cosa dejada
inconclusa en su personalidad, que hay cualquier cosa inacabada e
incompleta en su existencia.
O, lo que
es peor todavía, ustedes arriesgan el fijarse
objetivos que son demasiado altos (elevados) para sus recursos (como
el ejército de diez mil hombres que se lanza contra otro de veinte mil).
Ustedes arriesgan aceptar tareas o estándares morales que a la larga
les derrotarán.
La
aventura de la fe, es seria, dice Jesús, ya que nuestra felicidad depende
también de ella.
Reflexión
Central
Hacer sus cuentas (calcular)
“Qué
hombre conoce los designios de Dios? ¿Quién puede hacerse una idea de lo que quiere
el Señor?
Estas preguntas, las hemos escuchado en la primera
lectura que está tomada del Libro de la Sabiduría. Es verdad, Dios nos supera
infinitamente. Pero Él interviene en nuestra vida para enviarnos su Sabiduría.
Esta “Sabiduría”, es su Espíritu Santo. Él nos es dado, como dice Jesús, para
conducirnos a la Verdad entera (completa)”
Es el Espíritu Santo quien hará descubrir a Filemón
que Onésimo ya no es más solamente un esclavo sino un hijo de Dios. Y es
siempre el mismo Espíritu quien nos posibilita aferrarnos a Jesús, unirnos a
Él, como Él mismo se aferró al Padre.
Es verdad, todos nosotros estamos llamados a unirnos
a Cristo y a seguirle. En el Evangelio de este día, Jesús insiste en las
condiciones requeridas para ser discípulos. Él nos recomienda preferirlo a Él, ante
todo, sobre muchas cosas, preferir el amor por Él.
Él nos invita a todos a cargar la cruz y seguirle.
Estas recomendaciones, Jesús las dirige a personas
que estaban admiradas por los signos que Él realizaba. Pero hoy, Él busca ponerlos
de cara a la realidad: el camino que él sigue, es el de la cruz; es este camino
el que lo conducirá a dar su vida por el perdón de los pecados.
Seguir a Jesús, no es solamente participar en un
cortejo triunfal; es comprometerse a compartir su amor misericordioso, es
entrar en su gran obra y proyecto de misericordia, de perdón y de amor por
todos los seres humanos y la creación entera. Este amor universal, esta
misericordia, pasa por la cruz.
Pero Jesús no quiere llevar a su término (a su
realización) esta obra todo solito. Él quiere hacernos participar en la misión
que el Padre le ha confiado. Después de su resurrección el dirá a sus
discípulos: “Como el Padre me ha enviado,
así también los envío yo…A quienes ustedes les perdonen los pecados les serán
perdonados” (Juan 20,21-22).
Si queremos ser fieles a las exigencias del
Evangelio, es necesario darle el primer lugar a Cristo en nuestra vida; hay que
ponerlo por encima de nuestros bienes materiales o de nuestros intereses
personales inmediatos.
Si queremos venir a Él, toda nuestra vida debe estar
organizada en función de Él. Debemos preferirlo a todo el resto. “El cristiano se desprende de todo y
encuentra todo, en la lógica del Evangelio, la lógica del amor y del servicio”
(Papa Francisco).
Para hacerse comprender mejor, Jesús utiliza dos
parábolas, en primer lugar, la de la torre a construir y la del rey que parte para
la guerra. Pero antes de lanzarse, o de jugarse su suerte, cada uno debe hacer
sus cuentas. Aquel que construye una torre calcula el precio de lo que podrá
ganar o sacar como beneficio; aquel que parte para la guerra evalúa sus fuerzas
en hombres y municiones; aquel o aquella que quiere seguir a Cristo debe también
hacer sus cuentas, pero no son las mismas cuentas: él o ella renuncia a sus
riquezas para comprometerse mejor en el servicio del Reino de Dios.
Es una guerra profunda, una guerra contra el mal,
contra el odio, la mentira y las injusticias de todo tipo. Pero en este
combate, no estamos solos; Cristo resucitado está ahí; Él quiere asociarnos a
su victoria sobre la muerte y el pecado. Con Él, ya no es una torre que
construimos, es nuestra vida. Él es el fundamento sólido sobre el cual nosotros
podemos apoyarnos. Encontraremos pruebas, dificultades, seguro, pero tenemos
confianza; nada puede separarnos de su amor.
Estas tres lecturas de hoy nos revelan la sabiduría
de Dios que no tiene nada que ver con la sabiduría del mundo. Es en Él y con Él
que podremos sacar adelante nuestra vida, hacerla de verdad exitosa, plena de
sentido y encontrar así la verdadera felicidad.
En este domingo, Él nos invita a sentarnos para
calcular la inversión, el gasto. Pero la Buena Noticia es que Jesús no nos pasa
la factura: Él nos ofrece a cada uno un cheque-regalo, que es la vida misma de
Dios.
Este jueves 8 de septiembre, recordaremos la natividad o el
nacimiento de la Virgen María. Le agradecemos al Señor porque nos la ha dado
como Madre. Ella camina con nosotros, ella está con nosotros en nuestro combate
contra las fuerzas del mal.
Dijo San Luis María Grignon de Monfort: “Es por María que la salvación del mundo ha
comenzado,y es por María que debe ser consumada”
(“Por María ha comenzado la salvación del mundo y por María debe ser
consumada. María casi no ha aparecido en el primer advenimiento de Jesucristo…
Pero, en el segundo María debe ser conocida y revelada mediante el Espíritu
Santo, a fin de hacer por Ella conocer, amar y servir a Jesucristo.”)
Como en las bodas de Caná, ella no cesa de
remitirnos a Cristo:
“Hagan todo lo que El les diga”. Las palabras de Cristo son a veces desconcertantes pero
ellas son palabras de Vida Eterna”.
Amén!
2
SEÑOR
DANOS LA SABIDURÍA…
Después
de algunos años, estamos mal acostumbrados a una especie de religión que demanda
pocas cosas, que no exige nada…esto crea una imagen falsa de lo que somos como
seguidores de Cristo y por tanto crea una falsa imagen de Dios. En el
evangelio, Jesús insiste constantemente sobre las exigencias para seguirle: Él
nos invita a entrar por la puerta estrecha (evangelio del domingo antepasado),
a tomar nuestra cruz sobre hombros como Él lo ha hecho, a utilizar nuestros
talentos, a vigilar, a mantener nuestras lámparas encendidas, a dar fruto…
Hoy,
Jesús nos da dos ejemplos extraídos de la vida corriente: construir una casa o
una torre y tomar la decisión de entrar (participar) en una guerra. Con la
crisis del mercado inmobiliario y el desastre de la guerra entre Rusia y Ucrania, estamos en
capacidad de comprender bien estos dos ejemplos propuestos por nuestro Maestro.
Y podemos unirnos a mucha gente que dice ahora: “Lo debí haber pensado antes!”
Cristo
subraya, a través de estos dos ejemplos, que, para vivir nuestra vida cristiana
de manera convincente, es necesario sentarse, reflexionar y planear. Es el
objetivo de la revisión de vida: ORAR, VER, JUZGAR, ACTUAR…a la luz del
Evangelio.
Toda
nuestra vida, tenemos que tomar miles de decisiones. Vivir, es optar.
Vivir es tomar decisiones.
Un
diabético debe escoger entre seguir el régimen propuesto por el médico o sufrir
las consecuencias de su enfermedad más tarde. Un fumador debe elegir entre el
placer de la nicotina y el peligro del cáncer de pulmones. Un alcohólico puede
abusar de la bebida ahora, pero arriesga de arruinar su familia y de sufrir la
cirrosis de hígado. Un atleta puede entrenarse todos los días y estar listo
para la competencia o tomar un buen tiempo y no participar en el equipo…
En
nuestra vida cristiana pasa igual. Se trata también de situaciones concretas:
progresar en la carrera, es correcto, pero renunciando a sus valores
cristianos, o faltando a la caridad y a la honestidad, apartando a otros que
buscan el mismo puesto…Ganar más dinero, está bien, pero no utilizando
métodos deshonestos…Un fin de semana de vacaciones con los amigos, está bien,
pero si se hace es una vez más siendo negligente con la familia y los papas
ancianos…
La misa
dominical es un buen ejemplo de este tipo de opción (elección). Es cierto, que
en lugar de unirse a la comunidad cristiana se puede uno ir a practicar un
deporte, o descansar en la casa, o hacer compras…Venir a la Iglesia cada semana
es una manera de demostrar la importancia que tiene el encuentro eucarístico
para nosotros. Aquel o aquella que viene a la Iglesia a pesar de sus muchas
ocupaciones o actividades, a pesar de la indiferencia de su ambiente (de la familia,
vecinos, amigos), testimonia de una manera seria su cristianismo.
Ser
cristiano, es algo bello que da sentido a la vida, pero es cosa seria, es
exigente…como también es exigente y serio todo aquello que vale la pena en la
vida.
En el
apocalipsis, leemos que Cristo reprocha a la iglesia de Laodicea su tibieza: « Yo
conozco tu comportamiento, tú no eres ni fría ni caliente, tu eres tibia…Vamos,
un poco de ardor, levántate. He aquí que yo estoy a la puerta y yo toco; si
alguien escucha mi voz y abre la puerta, yo entrare en su casa para comer con
él” (Apoc 3, 15-20)
3
ENTREGA TOTAL
Así, ¿quién de vosotros, si quiere construir una
torre, no se sienta primero a calcular los gastos, a ver si tiene para
terminarla? No sea que, si echa los cimientos y no puede acabarla, se pongan a
burlarse de él los que miran, diciendo: "Este hombre empezó a construir y
no ha sido capaz de acabar."
Lucas 14:28
¿Estás preparado para todo lo que el Señor
quiere de ti? Esta breve pregunta retórica anterior es la forma en que Jesús
dice que debes estar preparado. Si tuvieras que construir una torre, con
suerte serías lo suficientemente prudente como para planificar con
anticipación, asegurándote de tener suficientes recursos para completarla. Así
es con la vida espiritual. Es esencial que nos aseguremos de tener todos
los recursos que necesitamos para tomar la decisión de seguir a Cristo.
Esto plantea la pregunta: "¿Qué recursos
necesito para seguir a Cristo?" La respuesta es simple. Jesús
dice al final de este Evangelio: “De la misma manera, cualquiera de ustedes
que no renuncie a todos sus bienes, no puede ser mi discípulo” ( Lucas 14:33 ). En otras palabras, si queremos tener
todo lo que necesitamos para cumplir la voluntad de Dios en nuestras vidas, hemos
de renunciar a todo por Él.
Ser discípulo de Cristo no es algo que podamos
hacer a medias, aunque hay muchos que lo intentan. Cuando elegimos
seguirlo, debe ser de todo corazón. Debemos invertir todo, por así
decirlo. De lo contrario, nunca podremos lograr todo lo que nuestro Señor
nos pide. Es un Dios exigente en el sentido de que quiere todo de
nosotros. Pero esta demanda de parte de nuestro Señor es completamente
para nuestro propio bien. Necesitamos darle todo si queremos felicidad y
plenitud en la vida.
Reflexiona hoy sobre cuán listo y dispuesto
estás para dar hasta la última parte de tu vida a Cristo. ¿Estás dispuesto
a decirle “Sí” a Él sin importar qué? ¿Estás dispuesto a no retener nada y
“renunciar a todas tus posesiones” si Él te lo pidiera? Puedes poseer
muchas cosas, y aunque nuestro Señor no te llame a renunciar a todas las
posesiones de manera literal y física, aún debes entregarle todo lo que tienes
y todo lo que eres. Sólo entonces podrá Él darte lo que necesitas para
cumplir Su más gloriosa voluntad.
Señor, mi vida es tuya. Por favor, dame
la gracia de entregarte todo lo que constituye mi vida sin reservas. Te
entrego mi vida, mis finanzas, mis posesiones, mi familia, mis trabajos y todo
mi futuro. Todo es tuyo, amado Señor. Haz conmigo lo que quieras. Jesús,
en Ti confío.
ORACIÓN
Pidamos
al Señor que nos de su Espíritu santo y la sabiduría del corazón que la
acompaña. Esta sabiduría nos permitirá comprender y vivir en la alegría las
exigencias del evangelio.
OBJETIVO DE VIDA PARA LA
SEMANA :
En la vida, frecuentemente nos vemos en una encrucijada (cruce de
caminos); nadie escapa. Démonos tiempo para reflexionar, para recentrarnos en
lo esencial y expresar claramente nuestras prioridades. ¿Y por qué no hacerlo
en comunidad o en un pequeño grupo?
1. Me pregunto cuál es el
lugar que le doy a Dios en mi vida: ¿lugar relativamente importante? ¿Muy
importante? ¿Lugar marginal? ¿Primer lugar? Ultimo lugar?
2. Realizo un gesto que testimonie (o demuestre)
mi voluntad de dar a Dios el primer lugar en mi vida.
ORACIÓN (2)
Señor, lo menos que se puede decir,
es que hoy, tu lección es ruda y nos sacude!
Yo quiero con seguridad, seguirte y lo sabes,
pero hay tantas cosas en la vida
que me atan y me distraen de lo esencial!
¿Como podré renunciar a todo eso?
Si no llego sino a ser un mediocre,
¿Si me veo tentado a volver atrás?
Si lo logro llegar hasta el final?
Tu comprendes…Yo tengo razones para dudar…
Dame la seguridad Señor, e invítame a sentarme también,
para tomar el tiempo de contemplar y discernir tus exigencias.
Dame la audacia de seguirte día tras día
y tomar riesgos contigo.
Ayúdame a elegirte como mi Maestro
y a dejarme transformar por Tí.
Enséñame a enfrentar las pruebas con valentía,
a construir mi vida no sobre los bienes que pasan,
sino sobre aquellos que no pasarán,
y llegar así a ser cada vez más libre.
Hazme comprender que es Ti y en Ti solamente
que yo podré encontrar la vida y la FELICIDAD.
Amén!
REFERENCIAS:
HÉTU, Jean-Luc. Les Options
de Jésus.
Pequeño Misal « Prions en Eglise », Quebec, Canada, Novalis.
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