19 de septiembre del 2022: lunes de la vigésima quinta semana del tiempo ordinario
(Lucas
8, 16-18) Es importante hacer brillar la luz del Evangelio, no ponerla
debajo de un celemín. En el camino, cuando está oscuro, basta portar una pequeña
llama para disipar la oscuridad y guiar nuestros pasos.
Primera lectura
Lectura del libro de
los Proverbios (3,27-34):
Hijo mío, no niegues un favor a quien lo necesita,
si está en tu mano hacérselo. Si tienes, no digas al prójimo: «Anda, vete; mañana
te lo daré.» No trames daños contra tu prójimo, mientras él vive confiado
contigo; no pleitees con nadie sin motivo, si no te ha hecho daño; no envidies
al violento, ni sigas su camino; porque el Señor aborrece al perverso, pero se
confía a los hombres rectos; el Señor maldice la casa del malvado y bendice la
morada del honrado; se burla de los burlones y concede su favor a los humildes;
otorga honores a los sensatos y reserva baldón para los necios.
Palabra de Dios
Salmo
Sal 14,2-3ab.3cd-4ab.5
R/. El justo habitará en
tu monte santo, Señor
El que procede honradamente
y practica la justicia,
el que tiene intenciones leales
y no calumnia con su lengua. R/.
El que no hace mal a su prójimo
ni difama al vecino,
el que considera despreciable al impío
y honra a los que temen al Señor. R/.
El que no presta dinero a usura
ni acepta soborno contra el inocente.
El que así obra nunca fallará. R/.
Lectura del santo
evangelio según san Lucas (8,16-18):
En aquel tiempo, dijo Jesús a la gente: «Nadie enciende un candil y lo tapa
con una vasija o lo mete debajo de la cama; lo pone en el candelero para que
los que entran tengan luz. Nada hay oculto que no llegue a descubrirse, nada
secreto que no llegue a saberse o a hacerse público. A ver si me escucháis
bien: al que tiene se le dará, al que no tiene se le quitará hasta lo que cree
tener.»
Palabra del Señor
Brillando
“Nadie
que enciende una lámpara la oculta con una vasija o la pone debajo de la
cama; antes bien, lo coloca sobre un candelero para que los que entren
vean la luz.”
Todos necesitamos “ver la
luz”. Una forma en que sucede es cuando otros actúan como luces brillantes
de Cristo para nosotros. Y una forma en que otros a nuestro alrededor “ven
la luz” es cuando somos ejemplos brillantes de la luz de Cristo para ellos.
Este pasaje revela nuestro
deber de ser la luz de Cristo para un mundo necesitado.
Está claro en este pasaje que
cuando encendemos la llama de Cristo en nuestros corazones, el efecto es que
Cristo brilla a través de nosotros para que otros lo vean.
Jesús dice que “Nadie
que enciende una lámpara la oculta…” En otras palabras, si no estás
brillando con la luz de Cristo, no es porque lo estés escondiendo, es porque Él
no está ardiendo en tu alma. Cuando Él está ardiendo en tu alma, la luz no
se puede contener.
Esta verdad básica es una gran
fuente de discernimiento para nosotros con respecto a nuestra relación con
Cristo. Básicamente, si Jesús está vivo en nuestras vidas, si estamos
viviendo una verdadera relación de amor con Él, entonces podremos ver el efecto
en las vidas de quienes nos rodean. Podremos ver esa luz brillando sobre
otros. El efecto de Cristo brillando a través de nosotros será como un
espejo para nuestras propias almas.
Reflexiona hoy sobre los que
te rodean y reflexiona sobre la cuestión de qué efecto tiene tu amor por Cristo
en sus vidas. ¿Ves a otros siendo atraídos al amor de Cristo a través de
ti? Si no, mira dentro de tu propio corazón y busca reavivar el fuego del
amor de Dios.
Señor, ven y arde dentro de
mí, incendiando mi corazón con Tu amor. Deseo que mi corazón se convierta
en un fuego ardiente a través del cual muchos sean atraídos hacia
Ti. Úsame, amado Señor, como quieras. Jesús, en Ti confío.
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