10 de septiembre del 2022: sábado de la vigésima tercera semana del tiempo ordinario
(1 Cor 10,14.22) ¿Acaso no hay en nuestros días, otros falsos dioses que uno adora?
La tiranía de la moda y de la belleza, el fútbol, el dinero fácil, la adicción (a la bebida, drogas, pornografía, etc.). La fascinación por la violencia y el sexo …Hay tantos ídolos que nos enceguecen, impregnan nuestros pensamientos, arriesgan con moldearnos a su imagen.
Los ídolos contemporáneos nos alejan tanto o más que a los Corintios del proyecto de amor de Dios para nuestras vidas.
(Lucas 6, 43-49) Las
relaciones amistosas y familiares que resisten el paso del tiempo se asientan
sobre sólidos cimientos: la confianza, la comprensión, el respeto... Señor,
ayúdame a consolidar los cimientos de mi fe.
Primera lectura
Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a
los Corintios (10,14-22):
Amigos míos, no tengáis que ver con la idolatría. Os hablo como a gente sensata, formaos vuestro juicio sobre lo que digo. El cáliz de la bendición que bendecimos, ¿no es comunión con la sangre de Cristo? Y el pan que partimos, ¿no es comunión con el cuerpo de Cristo? El pan es uno, y así nosotros, aunque somos muchos, formamos un solo cuerpo, porque comemos todos del mismo pan. Considerad a Israel según la carne: los que comen de las víctimas se unen al altar. ¿Qué quiero decir? ¿Que las víctimas son algo o que los ídolos son algo? No, sino que los gentiles ofrecen sus sacrificios a los demonios, no a Dios, y no quiero que os unáis a los demonios. No podéis beber de los dos cálices, del del Señor y del de los demonios. No podéis participar de las dos mesas, de la del Señor y de la de los demonios. ¿Vamos a provocar al Señor? ¿Es que somos más fuertes que él?
Palabra de Dios
Amigos míos, no tengáis que ver con la idolatría. Os hablo como a gente sensata, formaos vuestro juicio sobre lo que digo. El cáliz de la bendición que bendecimos, ¿no es comunión con la sangre de Cristo? Y el pan que partimos, ¿no es comunión con el cuerpo de Cristo? El pan es uno, y así nosotros, aunque somos muchos, formamos un solo cuerpo, porque comemos todos del mismo pan. Considerad a Israel según la carne: los que comen de las víctimas se unen al altar. ¿Qué quiero decir? ¿Que las víctimas son algo o que los ídolos son algo? No, sino que los gentiles ofrecen sus sacrificios a los demonios, no a Dios, y no quiero que os unáis a los demonios. No podéis beber de los dos cálices, del del Señor y del de los demonios. No podéis participar de las dos mesas, de la del Señor y de la de los demonios. ¿Vamos a provocar al Señor? ¿Es que somos más fuertes que él?
Palabra de Dios
Salmo
Sal 115,12-13.17-18
R/. Te ofreceré, Señor, un sacrificio de alabanza
¿Cómo pagaré al Señor
todo el bien que me ha hecho?
Alzaré la copa de la salvación,
invocando su nombre. R/.
Te ofreceré un sacrificio de alabanza,
invocando tu nombre, Señor.
Cumpliré al Señor mis votos
en presencia de todo el pueblo. R/.
R/. Te ofreceré, Señor, un sacrificio de alabanza
¿Cómo pagaré al Señor
todo el bien que me ha hecho?
Alzaré la copa de la salvación,
invocando su nombre. R/.
Te ofreceré un sacrificio de alabanza,
invocando tu nombre, Señor.
Cumpliré al Señor mis votos
en presencia de todo el pueblo. R/.
Lectura del santo evangelio según san Lucas (6,43-49):
En aquel tiempo, decía Jesús a sus discípulos: «No hay árbol sano que dé fruto dañado, ni árbol dañado que dé fruto sano. Cada árbol se conoce por su fruto; porque no se cosechan higos de las zarzas, ni se vendimian racimos de los espinos. El que es bueno, de la bondad que atesora en su corazón saca el bien, y el que es malo, de la maldad saca el mal; porque lo que rebosa del corazón, lo habla la boca. ¿Por qué me llamáis "Señor, Señor" y no hacéis lo que digo? El que se acerca a mí, escucha mis palabras y las pone por obra, os voy a decir a quién se parece: se parece a uno que edificaba una casa: cavó, ahondó y puso los cimientos sobre roca; vino una crecida, arremetió el río contra aquella casa, y no pudo tambalearla, porque estaba sólidamente construida. El que escucha y no pone por obra se parece a uno que edificó una casa sobre tierra, sin cimiento; arremetió contra ella el río, y en seguida se derrumbó desplomándose.»
Palabra del Señor
En aquel tiempo, decía Jesús a sus discípulos: «No hay árbol sano que dé fruto dañado, ni árbol dañado que dé fruto sano. Cada árbol se conoce por su fruto; porque no se cosechan higos de las zarzas, ni se vendimian racimos de los espinos. El que es bueno, de la bondad que atesora en su corazón saca el bien, y el que es malo, de la maldad saca el mal; porque lo que rebosa del corazón, lo habla la boca. ¿Por qué me llamáis "Señor, Señor" y no hacéis lo que digo? El que se acerca a mí, escucha mis palabras y las pone por obra, os voy a decir a quién se parece: se parece a uno que edificaba una casa: cavó, ahondó y puso los cimientos sobre roca; vino una crecida, arremetió el río contra aquella casa, y no pudo tambalearla, porque estaba sólidamente construida. El que escucha y no pone por obra se parece a uno que edificó una casa sobre tierra, sin cimiento; arremetió contra ella el río, y en seguida se derrumbó desplomándose.»
Palabra del Señor
1
¿Acaso no hay en nuestros días,
otros falsos dioses que uno adora?
La tiranía de la moda y de la
belleza, el fútbol, el dinero fácil, la adicción (a la bebida, drogas,
pornografía, etc). La fascinación por la violencia y el sexo …Hay tantos ídolos
que nos enceguecen, impregnan nuestros pensamientos, arriesgan con moldearnos a
su imagen.
Los ídolos contemporáneos nos alejan
tanto o más que a los Corintios del proyecto de amor de Dios para nuestras vidas.
En el Evangelio vemos que, a pesar
de las buenas intenciones, el amor no se improvisa. La palabra de Jesús no es
un mero discurso a aplicar como un manual de instrucciones o una receta
milagrosa. Ella hace que cada quien sea actor de su propia vida. Ella nos
reafirma en nuestras relaciones y en nuestros actos, hasta el punto de
ayudarnos a atravesar las duras pruebas.
Que por intercesión de Santa
María Virgen, perseveremos en la fe y nos convenzamos que
como discípulos fieles de Jesús, estamos llamados a dar frutos buenos de amor,
misericordia y hacer esfuerzos por la paz, la unidad y la reconciliación.
2
“El que se acerca a mí, escucha mis palabras y las pone por obra, os
voy a decir a quién se parece: se parece a uno que edificaba una casa: cavó,
ahondó y puso los cimientos sobre roca; vino una crecida, arremetió el río
contra aquella casa, y no pudo tambalearla, porque estaba sólidamente
construida.”.
¿Cómo es tu base de construcción? ¿Es roca sólida? ¿O es
arena? Este pasaje del Evangelio revela la importancia de una base sólida
para la vida.
A menudo uno no piensa ni se preocupa por una fundación a menos
que ceda. Es importante reflexionar sobre esto. Cuando una base es
sólida, a menudo pasa desapercibida y hay poca preocupación durante las
tormentas en cualquier momento.
Lo mismo ocurre con nuestro fundamento espiritual. El
fundamento espiritual que estamos llamados a tener es uno de fe profunda basada
en la oración. Nuestro fundamento es nuestra comunicación diaria con
Cristo. En esa oración, Jesús mismo se convierte en el fundamento de
nuestra vida. Y cuando Él es el fundamento de nuestra vida, nada puede
dañarnos y nada puede impedirnos cumplir nuestra misión en la vida.
Compara esto con una base débil. Una base débil es aquella
que se basa en uno mismo como fuente de estabilidad y fortaleza en tiempos de
dificultad. Pero la verdad es que ninguno de nosotros es lo
suficientemente fuerte como para ser su propio fundamento. Aquellos que
intentan este enfoque son tontos que aprenden por las malas y que no pueden
soportar ninguna tormenta que la vida les depare.
Reflexiona hoy sobre lo bien que se han construido los cimientos
de tu vida. Cuando eres fuerte, puedes prestar atención a muchos otros
aspectos de tu vida. Cuando eres débil, continuamente controlarás los
daños mientras buscas evitar que tu vida se desmorone. Vuelve a
comprometerte con una vida de oración profunda para que Cristo Jesús sea el
fundamento de roca sólida de tu vida.
Señor, eres mi roca y mi fuerza. Solo tú me sostienes en
todas las cosas de la vida. Ayúdame a confiar aún más en Ti, para que
pueda cumplir todos los días todo lo que Tú me llamas a hacer. Jesús, en
Ti confío.
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