sábado, 31 de diciembre de 2022

31 de diciembre, séptimo día de la Octava de Navidad- San Silvestre, papa


Testigo de la fe

San Silvestre. 

 


Primer papa de la «paz constantiniana», constructor de iglesias.

Este Santo Padre ejerció su pontificado en la época en la que Constantino decretó la libertad para los cristianos, dando alto a las persecuciones. El emperador Constantino le regaló a San Silvestre el palacio de Letrán en Roma, y desde entonces estuvo allí la residencia de los Pontífices.

También tuvo este Pontífice la suerte de poder construir la antigua Basílica de San Pedro en el Vaticano, y la primera Basílica de Letrán. Durante su Pontificado se reunió en el Concilio de Nicea (año 325), en el cual los obispos de todo el mundo declararon que quien no crea que Jesucristo es Dios, no es católico. Compusieron allí el Credo de Nicea. Dicen que a San Silvestre le correspondió el honor de bautizar a Constantino, el primer emperador cristiano.

El Pontificado de San Silvestre duró 20 años. Murió el 31 de diciembre del año 335.

 

(Juan 1, 1-18) ¿El Verbo se hizo carne? ¿Por qué? ¿Por qué no lo hemos reconocido? ¿Por qué todavía y siempre tanta injusticia, odio y violencia en este mundo? ¡Quiera Dios que nunca me desanime de dar testimonio de la vida que está por venir y que resplandece sobre toda la humanidad!


Primera lectura

Lectura de la primera carta del apóstol san Juan (2,18-21):

Hijos míos, es el momento final. Habéis oído que iba a venir un Anticristo; pues bien, muchos anticristos han aparecido, por lo cual nos damos cuenta de que es el momento final. Salieron de entre nosotros, pero no eran de los nuestros. Si hubiesen sido de los nuestros, habrían permanecido con nosotros. Pero sucedió así para poner de manifiesto que no todos son de los nuestros. En cuanto a vosotros, estáis ungidos por el Santo, y todos vosotros lo conocéis. Os he escrito, no porque desconozcáis la verdad, sino porque la conocéis, y porque ninguna mentira viene de la verdad.

Palabra de Dios

 

 

Salmo

Sal 95, 1-2. 11-12. 13-14

R/.
 Alégrese el cielo, goce la tierra

Cantad al Señor un cántico nuevo,
cantad al Señor, toda la tierra;
cantad al Señor, bendecid su nombre,
proclamad día tras día su victoria. R/.

Alégrese el cielo, goce la tierra,
retumbe el mar y cuanto lo llena;
vitoreen los campos y cuanto hay en ellos,
aclamen los árboles del bosque. R/.

Delante del Señor, que ya llega,
ya llega a regir la tierra:
regirá el orbe con justicia
y los pueblos con fidelidad. R/.

 

Comienzo del santo evangelio según san Juan (1,1-18):

En el principio ya existía la Palabra, y la Palabra estaba junto a Dios, y la Palabra era Dios. La Palabra en el principio estaba junto a Dios. Por medio de la Palabra se hizo todo, y sin ella no se hizo nada de lo que se ha hecho. En la Palabra había vida, y la vida era la luz de los hombres. La luz brilla en la tiniebla, y la tiniebla no la recibió. Surgió un hombre enviado por Dios, que se llamaba Juan: éste venía como testigo, para dar testimonio de la luz, para que por él todos vinieran a la fe. No era él la luz, sino testigo de la luz. La Palabra era la luz verdadera, que alumbra a todo hombre. Al mundo vino, y en el mundo estaba; el mundo se hizo por medio de ella, y el mundo no la conoció. Vino a su casa, y los suyos no la recibieron. Pero a cuantos la recibieron, les da poder para ser hijos de Dios, si creen en su nombre. Éstos no han nacido de sangre, ni de amor carnal, ni de amor humano, sino de Dios. Y la Palabra se hizo carne y acampó entre nosotros, y hemos contemplado su gloria: gloria propia del Hijo único del Padre, lleno de gracia y de verdad. Juan da testimonio de él y grita diciendo: «Éste es de quien dije: "El que viene detrás de mí pasa delante de mí, porque existía antes que yo."» Pues de su plenitud todos hemos recibido, gracia tras gracia. Porque la Ley se dio por medio de Moisés, la gracia y la verdad vinieron por medio de Jesucristo. A Dios nadie lo ha visto jamás: el Hijo único, que está en el seno del Padre, es quien lo ha contado.

Palabra del Señor

 

 

1

La luz disipa la oscuridad

 

(1 Juan 2, 18-21) El tiempo que me queda es el tiempo de reconocer que el Espíritu está en mí y dejar que me instruya. Me muestra a Cristo para amar en cada uno de mis encuentros con los demás, especialmente con mis hermanos y hermanas más vulnerables.

 

 

En la Palabra había vida, y la vida era la luz de los hombres. La luz brilla en la tiniebla, y la tiniebla no la recibió.

Juan 1:3–5

 

Qué gran imagen para la meditación: “…la luz brilla en la tiniebla, y la tiniebla no la recibió”.  Otra versión dice: “La luz en las tinieblas resplandece, y las tinieblas no prevalecieron contra ella."

 

Esta línea completa el enfoque único tomado por el Evangelio de Juan para presentar a Jesús, la “Palabra” Eterna que existió desde el principio y por quien todas las cosas llegaron a ser.

Aunque hay mucho para meditar en las primeras cinco líneas del Evangelio de Juan, consideremos la última línea sobre la luz y la oscuridad. 

Dentro del mundo material, hay mucho que podemos aprender acerca de nuestro Divino Señor, por ejemplo, del fenómeno físico de la luz y la oscuridad. 

Si consideramos brevemente la luz y la oscuridad desde la perspectiva de la física, sabemos que no son dos fuerzas opuestas que luchan entre sí. Más bien, la oscuridad es simplemente la ausencia de luz. Donde no hay luz, hay oscuridad. Del mismo modo, el calor y el frío son de la misma manera. El frío no es otra cosa que la ausencia de calor. Introduce calor y el frío desaparece.

Estas leyes básicas del mundo físico también nos enseñan sobre el mundo espiritual.

La oscuridad, o el mal, no es una fuerza poderosa que lucha contra Dios; más bien, es la ausencia de Dios. Satanás y sus demonios no pretenden imponernos un oscuro poder del mal; más bien, buscan extinguir la presencia de Dios en nuestras vidas al hacer que rechacemos a Dios a través de nuestras elecciones, dejándonos así en la oscuridad espiritual.

Esta es una verdad espiritual muy significativa de entender, porque donde hay Luz espiritual, la Luz de la gracia de Dios, se disipan las tinieblas del mal. Esto se ve claramente en la línea “las tinieblas no prevalecieron contra ella." Vencer al maligno es tan fácil como invitar a la Luz de Cristo a nuestra vida y no permitir que el miedo o el pecado nos aparten de la Luz.

Reflexiona hoy sobre la batalla espiritual muy real que tiene lugar todos los días dentro de tu alma. Pero reflexiona sobre ello en la verdad de este pasaje evangélico. La batalla se gana fácilmente. Invita a Cristo la Luz, y Su Presencia Divina reemplazará rápida y fácilmente cualquier oscuridad interior.

 

Señor, Jesús, Tú eres la Luz que disipa toda oscuridad. Eres la Palabra Eterna que responde a todas las preguntas de la vida. Te invito a mi vida este día para que Tu Divina Presencia me llene, me consuma y me guíe por el camino hacia los gozos eternos. Jesús, en Ti confío.

 

2

En el principio ya existía la Palabra, y la Palabra estaba junto a Dios, y la Palabra era Dios. La Palabra en el principio estaba junto a Dios. Por medio de la Palabra se hizo todo, y sin ella no se hizo nada de lo que se ha hecho. En la Palabra había vida, y la vida era la luz de los hombres. La luz brilla en la tiniebla, y la tiniebla no la recibió.

 

Juan 1: 1–5

 

En este, el séptimo día de la Octava de Navidad, se nos da un misterio. El misterio de la "Palabra". Es un lenguaje velado y al mismo tiempo revelador. Nos presenta a Jesús como el "Verbo". Él es el Verbo que se encarna y es eterno, desde "el principio con Dios". El pasaje continúa diciendo que el Verbo era Dios y que el Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros.

 

El término "Palabra", que se le dio a Jesús en este pasaje, es una traducción de la palabra griega "Logos". Logos significa "plan", "razón", "lógica". También puede entenderse como la palabra hablada. En este pasaje, nos revela especialmente que Dios "habló" desde la eternidad Su plan perfecto de salvación y esta sabiduría hablada es una Persona. La Persona es el Divino Hijo de Dios. Así, cuando el Hijo "habla" y cuando el Padre "habla", todas las cosas llegan a ser.


Quizás eso sea bastante confuso. De hecho, este es en parte el punto. El punto es que este comienzo del Evangelio de Juan nos revela que la acción de Dios creando todas las cosas y finalmente cumpliendo Su sabiduría a través de la Encarnación, el Hijo hecho carne, es un plan misterioso mucho más allá de lo que jamás podríamos comprender o sondear. 

 

Deberíamos ver este lenguaje misterioso como una declaración en sí misma. La declaración es esta: Trate de comprender el misterio, pero sepa que el misterio de la Navidad y la Creación está más allá de usted. Pero, no obstante. Trate de comprender y asimilar,

 

La Navidad debe ser una época de gran alegría y celebración. Debe ser un tiempo en el que reflexionemos sobre la natividad de Cristo el Señor. Debemos leer la historia, escuchar música navideña y no dejar todo eso a un lado hasta que termine nuestra temporada navideña. Pero mientras hacemos todo eso, siempre debemos recordar el hecho de que la Navidad es un gran misterio de fe.

 

Reflexione hoy sobre este lenguaje de San Juan. “En el principio era el Verbo…” “El Verbo era Dios…” “El Verbo se hizo carne…” Déjese saber, este día, que usted no conoce completamente este misterio y al enfrentar esta realidad, permita que el Verbo Eterno lo atraiga a un paso más profundo mientras continuamos celebrando la gloriosa octava del día de Navidad.


 

Señor, Jesús, Palabra eterna del Padre, te doy gracias por venir entre nosotros y por hacernos presente Tu morada eterna. Gracias por el gran misterio de la Navidad. Ayúdame a celebrar siempre esta temporada con gran alegría y gratitud, y también con un sentido de misterio. Que siempre me dé cuenta de que el misterio de la Navidad nunca se comprenderá por completo. Que este misterio me acerque cada día más para enamorarme más profundamente de Ti, mi Dios eterno. Jesús, en Ti confío.



3


El Verbo en la eternidad - Juan 1:1-5

(Jn 1:1-5) "En el principio era el Verbo, y el Verbo con Dios, y el Verbo era Dios. Este era en el principio con Dios. Todas las cosas por él fueron hechas, y sin el nada de lo que ha sido hecho, fue hecho. En él estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres. La luz en las tinieblas resplandece, y las tinieblas no prevalecieron contra ella."

Introducción

Deberíamos comenzar el estudio de este pasaje quitando el calzado de nuestros pies porque vamos a pisar "tierra santa" (Ex 3:5).
Juan comienza su evangelio con un prólogo en el que nos adelanta y resume muchos de los grandes temas que después desarrollará en el resto del libro.
El punto central del evangelio y al que Juan dirige nuestra mirada desde el comienzo mismo, es el Señor Jesucristo, quien es presentado como el eterno Dios.
Su eternidad: "En el principio..."
Su comunión con el Padre: "era con Dios"
Su divinidad: "el Verbo era Dios"
Su atributo divino de Creador de todo: "Todas las cosas por él fueron hechas"
Sus atributos divinos como Vida y Luz: "En Él estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres"
Su triunfo sobre las tinieblas: "La luz en las tinieblas resplandece y las tinieblas no prevalecieron contra ella"

"En el principio"

La Biblia empieza con las palabras: "En el principio creó Dios los cielos y la tierra" (Gn 1:1). Pero el prólogo de Juan lleva nuestros pensamientos aún más allá de la creación, para trasladarnos a la eternidad de Dios.
El Señor Jesucristo se refirió a ese momento cuando dijo: (Jn 17:5) "Ahora, pues, Padre glorifícame tú para contigo, con aquella gloria que tuve contigo antes que el mundo fuese".

"Era el Verbo"

Juan utiliza el término griego "Logos" (que es traducido como "Verbo" o "Palabra") para referirse al Señor Jesucristo.
Este término era muy utilizado en la filosofía griega de la época. Con él se referían tanto a la palabra hablada o escrita, como a aquella que no se ha pronunciado y permanece en la mente. Podía equipararse a la idea de razón. Para muchos de ellos el "Logos" apuntaba hacia el principio de racionalidad en el universo, a la inteligencia detrás del orden y la uniformidad que se observaba en el cosmos, aunque carente de personalidad.
Juan se refiere al Señor Jesucristo con este término de la filosofía griega tal vez con el fin de captar la atención de algunos de sus lectores, aunque más probablemente su deseo era el de corregir sus conceptos equivocados acerca del Verbo.
Para comenzar, el evangelista nos va a explicar que quien ha creado el universo y lo rige es una Persona Divina, el Señor Jesucristo.
Además, va a utilizar el término para enseñarnos que de la misma forma que la palabra o el discurso de un hombre nos da a conocer sus pensamientos, de la misma manera, el Verbo nos declara la mente de Dios. Sólo Cristo podía declararnos con toda precisión, exactitud y profundidad la mente de Dios, porque como él mismo dijo (Mt 11:27) "Nadie conoce al Padre sino el Hijo, y aquel a quien él lo quiera revelar".
En este sentido, el autor de Hebreos nos dice que Cristo es la revelación definitiva de Dios (He 1:1-2) "Dios, habiendo hablado muchas veces y de muchas maneras en otro tiempo a los padres por los profetas, en estos postreros días nos ha hablado por el Hijo".

"En el principio era el Verbo"

Otro detalle importante que Juan nos hace notar es que el Verbo "era", no que "llegó a ser".
Cuando más adelante (Jn 1:14) nos habla de su encarnación, utiliza un término muy diferente: "Aquel Verbo fue hecho carne".
Podemos resumir diciendo que Cristo era Dios por toda la eternidad, pero que llegó a ser un hombre en un momento concreto de nuestra historia.
Por esta razón el Señor Jesucristo pudo afirmar ante la incredulidad de los judíos: (Jn 8:58) "De cierto, de cierto os digo: Antes que Abraham fuese, yo soy"".

"Y el Verbo era con Dios"

La expresión "era con" nos da a entender que aun siendo igual en esencia con el Padre, había una distinción de Personas que permitía la comunión y el amor mutuo dentro de la Trinidad.
La Biblia nos enseña que Dios es amor. Para él son importantes las relaciones donde puede expresar su amor. Pero si Dios fuera una sola Persona, dependería de su propia creación para poder manifestar su amor. Esto quiere decir que no podría haberse manifestado como Dios de amor antes de haber creado el mundo, pero tal Dios dependiente no sería el Dios de la Biblia.
Dios no creó a los hombres por ninguna necesidad en él, sino sólo por el gozo de amar a su creación personal.
Cuando pensamos en la gloria divina que disfrutaba el Hijo durante toda la eternidad en la comunión dentro de la Trinidad y que Juan nos presenta aquí al comienzo de su Evangelio, y lo contrastamos con el final de su libro en el que encontramos al Señor Jesucristo muriendo en una cruz como un criminal, es entonces cuando quedamos asombrados de la inmensidad del amor de Dios para con el hombre.

"Y el Verbo era Dios"

Con esta breve declaración, el evangelista declara la absoluta divinidad de Cristo. Al mismo tiempo, pone en evidencia la falsedad de muchas de las posturas que los hombres tienen frente a Dios: ateos, agnósticos, panteístas, politeístas, idólatras...
Tal vez sea interesante en este punto hacer notar cómo traducen los "Testigos de Jehová" este versículo: "En [el] principio la Palabra era, y la Palabra estaba con Dios, y la Palabra era un dios". Resulta muy evidente cómo su teología condiciona su "traducción". Ellos no creen en la divinidad de Cristo, así que cuando llega el momento de traducir un versículo que afirma de manera absoluta su deidad, ellos lo cambian sin el más mínimo rubor.

"Este era en el principio con Dios"

Nunca el Padre estuvo solo. Desde el principio el Hijo estuvo con él.
¿Qué podemos hacer cuando pensamos en la preexistencia del Verbo sino adorarle?
(Jud 1:25) "Al único y sabio Dios, nuestro Salvador, sea gloria y majestad, imperio y potencia, ahora y por todos los siglos. Amén."

"Todas las cosas por él fueron hechas, y sin él nada de lo que ha sido hecho, fue hecho"

Cuando dice "todas las cosas", esto abarca la totalidad de la materia y de la existencia.
(Col 1:16) "Porque en él fueron creadas todas las cosas, las que hay en los cielos y las que hay en la tierra, visibles e invisibles; sean tronos, sean dominios, sean principados, sean potestades, todo fue creado por medio de él y para él"
Fue por mandato de Cristo que llegaron a existir los mares y las montañas, el sol y la luna, los ángeles y los querubines... La conclusión evidente es que la materia no es eterna, ni tampoco se ha organizado en su forma actual por casualidad.
Cuando dice "por él fueron hechas" quiere decir literalmente "mediante él llegaron a ser". No en independencia, sino actuando como ejecutor de la voluntad del Padre. El Padre obraba mediante el Verbo, pero no como el obrero que corta con su hacha, sino como el cuerpo que ve con el ojo.
A lo largo de su evangelio, Juan nos va a demostrar que Jesús tenía realmente este poder creador. Por ejemplo, en las bodas de Caná de Galilea, el Señor creó vino a partir de agua (Jn 2:1-12) y en el desierto dio de comer a cinco mil varones panes y peces habiéndolos creado previamente (Jn 6:1-15).

"Y sin él nada de lo que ha sido hecho, fue hecho"

La frase anterior se vuelve a repetir en modo inverso con el fin de que sea imposible hacer ninguna excepción. Desde el ángel más elevado, hasta el gusano más vil, todo fue hecho por él.
Podemos decir por lo tanto, que el autor y fundador del cristianismo, es también el autor y fundador del mundo.

"En él estaba la vida"

No es sencillamente que está vivo en contraste con los ídolos muertos, sino que es la fuente de toda vida. No se trata de "bios" (forma de vida), sino del principio mismo o esencia de la vida.
La muerte, tanto a nivel físico como espiritual, es la separación de la vida. Adán y Evan murieron porque decidieron rebelarse contra Dios. Pero por medio de la fe en Cristo, el hombre puede ser reconciliado nuevamente con Dios y volver a disfrutar de la vida. Jesús dijo:
(Jn 3:36) "El que cree en el Hijo tiene vida eterna; pero el que rehúsa creer en el Hijo no verá la vida, sino que la ira de Dios está sobre él."
Podemos decir que la vida es la necesidad fundamental de todo hombre y por lo tanto, todo hombre necesita a Cristo que es la Vida.
El evangelio ilustra esta verdad recordándonos el momento en que Cristo resucitó a Lázaro de entre los muertos. Antes de ese momento, Jesús se presentó de la siguiente manera:
(Jn 11:25) "Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mí, aunque esté muerto, vivirá."

"Y la vida era la luz de los hombres"

Del contexto se desprende claramente que los términos "vida" y "luz" pertenecen a la esfera espiritual. En este sentido, el Verbo es la luz que ilumina a los hombres en cuanto a los asuntos espirituales de la salvación.
Y nuevamente encontramos en el Evangelio que Cristo mismo afirma estas verdades que encontramos en el prólogo.
(Jn 8:12) "Otra vez Jesús les habló, diciendo: Yo soy la luz del mundo; el que me sigue, no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida."
El hombre necesita la luz de Cristo, ya que por sí mismo, por sus esfuerzos y conocimientos, nunca podrá llegar a conocer a Dios. Y como ya hemos dicho, Cristo es la revelación suprema de Dios.
El uso que Juan hace de la luz para designar al Verbo es sin duda muy apropiado.
La luz es necesaria para ver y conocer.
La luz es pura y además no se puede contaminar.
La luz lo penetra todo y nada se le puede esconder.

"La luz en las tinieblas resplandece, y las tinieblas no prevalecieron contra ella"

Las "tinieblas" aquí son morales, producidas por el pecado y se traducen en odio e incredulidad contra Jesús.
Ya hemos visto que estar en la luz significa conocer a Cristo y andar en sus caminos, por tanto, estar en las tinieblas tiene que ver con la rebeldía del hombre pecador que no quiere aceptar la voluntad de Dios. Incluye a la humanidad contemplada como poder hostil que resiste activamente la luz y rehúsa aceptarla.
Un hombre puede estar en tinieblas por dos razones; bien por falta de luz, o de vista. Como veremos más adelante a través del evangelio, los judíos rechazaron los caminos de Dios, pero no por falta de luz, pues la misma Luz estaba entre ellos, sino por falta de vista, por estar ciegos a las verdades de Dios a causa de la dureza de sus corazones.
Hay una incompatibilidad manifiesta entre la luz y las tinieblas, entre el reino de Dios y el del mundo, entre Cristo y las fuerzas del maligno. Juan nos va a mostrar a lo largo de todo su evangelio esta continua resistencia de las tinieblas a la luz, y su incapacidad para apagarla definitivamente. Y la historia es testigo de que esto ha seguido siendo así. Su iglesia ha sido perseguida, Cristo ha sido blasfemado, sus discípulos muertos y el evangelio despreciado.
Pero el pasaje nos enseña también que Satanás nunca podrá apagar la Luz y que ésta seguirá brillando hasta la venida en gloria de Cristo.
El capitulo nueve de Juan sirve para ilustrar perfectamente la lucha entre las tinieblas y la luz, sin que éstas puedan prevalecer contra ella. En este caso el Señor se presenta como la "luz del mundo" (Jn 9:5) y después lo demuestra dando vista a un hombre que desde su nacimiento había sido ciego. Pero el milagro fue mucho más allá de proporcionar la vista física al ciego, y así, cuando llegamos al final del capítulo, el ciego declaró: "Creo, Señor; y le adoró", a lo que Jesús contestó: "para juicio he venido yo a este mundo; para que los que no ven, vean, y los que ven, sean cegados" (Jn 9:38-39).

Preguntas

1. Busque otras citas en donde se afirma claramente la divinidad del Señor Jesucristo.
2. Busque en el Evangelio de Juan dónde se desarrollan los siguientes temas que han aparecido la lección: La eternidad de Cristo, su poder creador, que en él está la vida, que es luz y vida y la oposición entre las tinieblas y la luz.
3. ¿Por qué cree que Juan se refiere a Cristo como el Verbo?
4. ¿Cómo contestaría a alguien que afirme que el mundo salió de una explosión?
5. A la luz de este pasaje, ¿cómo definiría la muerte tanto en su sentido físico como en el espiritual? ¿Por qué dice que Cristo es la vida y la luz de los hombres?


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